PACOMIO, SAN


Monje copto del s. III-IV, padre del cenobitismo cristiano. Su fiesta se celebra el 14 de mayo.
      Vida. Numerosos documentos, en particular una serie de Vidas en copto o en griego, nos permiten reconstruir su biografía. N. en Sné, Tebaida superior, ca. 287, de padres campesinos y paganos. Tendría unos 20 años cuando tuvo que incorporarse al ejército imperial. Al ser conducido al lugar de su destino con otros reclutas, tanto él como sus compañeros fueron atendidos por ciertas personas caritativas que les procuraron alimentos y consuelo. El joven se emocionó mucho ante este gesto y, al enterarse de que se trataba de cristianos, prometió que, cuando quedase libre del servicio militar, abrazaría el cristianismo y se dedicaría al servicio de los hombres.
     
      Concluidas, en efecto, sus obligaciones militares, P. se inscribió entre los catecúmenos, recibió el bautismo y resolvió hacerse monje. Bajo la dirección de Palamón, viejo y célebre anacoreta, empezó a ejercitarse en la oración, la meditatio (recitación de las Escrituras de memoria), el trabajo manual, los ayunos y demás prácticas del ascetismo. Su propósito fue pasar del eremitismo individual y aislado a la vida comunitaria y, al cabo de muchos años de rudo noviciado y de dolorosas experiencias, logró fundar el monasterio de Tabennisi (ca. 320-325), en el que los monjes habían de llevar vida común: juntos vivían en los mismos edificios, juntos rezaban y comían, vestían el misma hábito, se sometían a unas mismas reglas y a unos mismos superiores, y todo sin excepción era de todos.
     
      La nueva fórmula se impuso. El cenobitismo pacomiano se desarrolló rápidamente. A lo largo de los restantes años de su vida, P. fundó otros ocho monasterios de varones y dos de mujeres, cada uno de los cuales contenía varios centenares de religiosos o religiosas. Así se formó una verdadera congregación monástica, la Koinonía o Comunidad, en muchos aspectos semejante a las congregaciones religiosas, que no empezaron a florecer en la iglesia hasta muchos siglos más tarde. P. fue, pues, un precursor muy adelantado (v. MONAQUISMO).
     
      El 14 mayo 347, en el monasterio de Pbau, murió el santo abad, rodeado de sus discípulos. Antes de expirar y a petición de éstos, designó a Petronio para sucederle.
     
      P. tuvo excelentes colaboradores, particularmente Petronio, Horsiesio y Teodoro de Tabennisi, sus discípulos o inmediatos sucesores en el gobierno de la Koinonía; pero fueron sobre todo sus cualidades humanas, sus grandes dotes de organizador, sus virtudes y sus carismas lo que le permitió realizar una obra grandiosa y delicada que llena de admiración a los historiadores modernos.
     
      La personalidad de P. era extremadamente agradable y simpática; producto, en parte, de su carácter natural y, en parte, modelada por la práctica fiel de las virtudes sobrenaturales, especialmente la humildad, la paciencia y la caridad, poseía un atractivo irresistible. Bondadoso, misericordioso, se complacía en hacer bien a todo el mundo. No le faltaba energía, pero ésta sólo se revelaba muy de tarde en tarde, y siempre con gran oportunidad. Otro rasgo característico de su persona es la discreción y el equilibrio, cualidades necesarias a todo monje, pero muy particularmente a los superiores. Profundamente humilde, sabía reconocer y reparar sus errores y, sin el menor rastro de amor propio, se dejaba enseñar por la experiencia.
     
      Lo que tal vez más llama la atención en P. es el aprecio singular en que tenía la Escritura. Sorprende, al leer sus Vidas y sus conferencias, con qué profundidad la conocía. Pero, más aún, su decidida voluntad de traducir a la práctica las enseñanzas y el espíritu de la Palabra de Dios revelada. La motivación de su vivir y obrar era ordinariamente bíblica. Según las fuentes de su biografía, incluso cuando se le aparecía un ángel para darle a conocer la voluntad de Dios, P. no obedecía sino después de comprobar que lo que se le había dicho estaba de acuerdo con la Escritura. Toda su actuación como superior de la Koinonía se inspiraba en la idea evangélica de servir. No hallamos en él rastro alguno de afectación, de tiesura, de aparato. Su llaneza era perfecta. Y, ni sano, ni enfermo, admitió jamás excepción o privilegio alguno por razón de ser el superior. Según P., el superior religioso no debe estar por encima de las reglas comunes, sino a los pies de todos los monjes, cual corresponde a un esclavo. Esta actitud de P. explica en gran parte el sorprendente éxito que tuvo como fundador y organizador de monasterios.
     
      Obras. P. no fue propiamente un escritor. No merece este título ni por las cartas que corren con su nombre, ni por los fragmentos de catequesis que daba a sus monjes, por otra parte muy interesantes para conocer su mentalidad y cultura bíblica, ni por las reglas.
     
      De las reglas pacomianas no se ha conservado el texto primitivo, sino sólo fragmentos coptos y la traducción latina, hecha por S. jerónimo en 404, que tanta influencia tuvo en el monacato occidental durante muchos siglos. Se trata de una serie de ordenaciones, dispuestas sin orden alguno, dadas probablemente por varios superiores, esto es, por P. y sus sucesores inmediatos. Insisten sobre todo en la discreción, la disciplina, la unidad, la comunidad y el uso continuo de las Escrituras.
     
      El cenobitismo pacomiano. P. estaba persuadido de las ventajas y superioridad de la vida de comunidad sobre la eremítica (v. ERMITAÑOS). A diferencia de lo que sucedió con tanta frecuencia más tarde, nunca concibió el cenobio como una escuela elemental para anacoretas. Lo que más le convencía del cenobitismo era la práctica constante de la obediencia religiosa, por la que el hombre mortifica lo que más quiere, esto es, la propia voluntad. Otro bien inapreciable de la disciplina cenobítica es elPACOMIO, SAN - PACTAejercicio de la caridad fraterna, en la que insistirán posteriormente con tanto vigor S. Basilio de Cesarea y S. Agustín de Hipona, que con P. fueron los grandes defensores de la vida común de los monjes en la Antigüedad.
     
      La vida de los cenobitas pacomianos se distinguía por una admirable discreción. En sus comunidades, podían encontrarse perfectamente tanto los fuertes como los débiles, los fervorosos y los que no lo eran tanto. P. impuso un mínimo de austeridad y dejó un amplio margen a la iniciativa ascética de cada uno de los monjes.
     
      Cada monasterio constaba de una iglesia y varios edificios, rodeados de un muro. La comunidad se dividía en varias «casas» o grupos de monjes que habitaban un mismo edificio, en celdas que compartían de dos en dos. Al frente de cada «casa» estaba un prepósito y su «segundo». De ordinario, tres casas formaban una «tribu». Cada monasterio era regido por un superior local; un procurador o mayordomo estaba al frente de la economía y proporcionaba a cada uno de los monjes lo que necesitaba.
     
      El conjunto de monasterios pacomianos se distinguía por su fuerte centralización. El superior general ejercía una autoridad casi absoluta: nombraba los superiores y los principales oficiales de cada monasterio, admitía o rechazaba a los postulantes, expulsaba a los incorregibles, etc. El ecónomo general llevaba la administración temporal de todas las casas.
     
      El centro de la Koinonía se trasladó pronto del monasterio de Tabennisi al de Pbau, en el que residían P. y el ecónomo general y se celebraban todos los años dos asambleas generales de todos los cenobitas pacomianos.
     
      Los monasterios femeninos tenían una organización pareja. Cuidaba de la vida espiritual de las monjas un monje anciano de vida intachable y mucha doctrina. V. t.: MONAQUISMO.
     
     

BIBL.: L.-TH. LEFORT, Oeuvres de S. Pachóme et de ses disciples, en Corpus scriptorum christianoruln Orientalieun (CSCO). 160, Lovaina 1956 (trad. francesa); A. BOOM, Pachomiana Latina, Lovaina 1932 (reglas y cartas); L.-TH. LEFORT, Les vies coptes de saint Pachóme et de ses premiers successeurs, Lovaina 1943 (trad. francesa; los originales coptos en CSCO 89 y 90); F. HALKIN, S. Pachomii vitae graecae, Bruselas 1932; P. LADEUZE, Étude sur le cénobitisrne pakhómien, Lovaina-París 1898; J. QU.ASTEN, Patrología, II, Madrid 1962, 161-166; H. BACHT, Mdnchtum und Kirche. Eine Studie _ttr Spiritualitiit des Pachomius, en Sentire Ecclesiam, Friburgo de Br. 1961, 113-133; H. BACHT, L'importance de L'idéal rnonastique de S. Pachóme pour 1'histoire du monachisme chrétien, «Revue d'ascétique et de mystiquen, XXVI (1950) 308-326.

 

GARCÍA M. COLOMBÁS.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991