Opus Dei


1. Descripción general e historia. El Opus Dei (Obra de Dios), cuyo nombre completo es Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei, es una Prelatura personal de la Iglesia Católica, que tiene como fin difundir, en todos los ambientes de la sociedad, una profunda toma de conciencia de la llamada universal a la santidad y al apost.2iado en el ejercicio del trabajo profesional ordinario. El Opus Dei facilita a sus miembros la formación y los medios espirituales necesarios para que, de una manera concreta y con personal libertad y responsabilidad, vivan en medio del mundo, en las realidades que constituyen su trabajo ordinario, la vida propia de un cristiano que aspira a ser consecuente con su fe.

Mons. Josemaría Escrívá de Balaguer fundó el Opus Dei el 2 de oct. 1928; dos años más tarde, el 14 feb. 1930, funda la Sección femenina de la Obra. Durante esos prímeros años, el Opus Dei crece gracias al apostolado personal de su Fundador, que va reuniendo a su alrededor a algunas personas deseosas de compartir el afán de almas que le mueve. En sus comienzos, la Obra se difunde entre los estudiantes de la Universidad y por las barriadas obreras de Madrid, así como por otros ambientes y ciudades.

En 1934, para ayudar en su vida espiritual a los que se acercaban a él, formaran parte o no del Opus Dei, mons. Escrívá publica Consideraciones Espirituales, libro que conocería una gran difusión con el título de Camino, que el autor dio a la segunda edición ampliada (1939). También han tenido amplia difusión otros escritos suyos como Santo Rosario (1934) y Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer (1969). Parte de su continua predicación ha ido publicándose en diversas Homilías, sobre temas ascéticos, litúrgicos y doctrínales, en las que destacan su profundidad teológica y su conexión inmediata entre el Evangelio y la vida del cristiano corriente, junto con su excelente calidad literaria; el primer volumen de homilías, Es Cristo que pasa, se publicó en castellano en Madrid 1973, alcanzando en seguida diversas ediciones y traducciones a otras lenguas. Como obras póstumas se han publicado un segundo volumen de homilías, Amigos de Dios (1977), y Vía Crucis (1981), obra que incluye abundantes puntos de meditación sobre la Pasión del Señor.

En 1935, el Opus Dei preparaba el comienzo de su trabajo apostólico en Francia. La guerra civil española y la II Guerra mundial obligaron a retrasar el proyecto. En 1946 se inicia la actividad apostólica en, Portugal, y, seguidamente, se comienza en Inglaterra, Italia, Francia, Irlanda, Estados Unidos y México. En 1946, mons. Escrívá se traslada a Roma, donde residió desde entonces, y donde estableció la sede central del Opus Dei. A partir de 1950 continúa la expansión geográfica: Alemania, Holanda, Argentina, Canadá, Venezuela y los demás países de Europa occidental y de América, además de Japón, Filipinas, Nigeria, Australia, Kenia, Zaire, Costa de Marfil, Hong Kong, etc. En 1983, el número de miembros del Opus Dei supera los 73.000, pertenecientes a 87 nacionalidades.

Mons. Escrívá de Balaguer falleció en Roma el 26 jun. 1975, con fama de santidad. El 12 mayo 1981 se comenzó en Roma su proceso de beatificación y canonización, solicitado al Papa por 69 cardenales y 1.300 obispos. El 15 sept. 1975 sucedió a mons, Escrívá de Balaguer - primero con el título de Presidente General y, desde el 28 nov. 1982, con el de Prelado (por nombramiento pontificio) - mons. Álvaro del Portillo..

Por su espíritu, el Opus Dei es de carácter universal. En 1934, a sólo seis años de la fundación, escribió mons. Escrivá a los prímeros miembros: «Conviene hacer notar que no somos una organización circunstancial, ni venimos a llenar una necesidad de un país o de un tiempo determinado, porque quiere Jesús su Obra desde el primer momento con entraña universal, católica».

El Opus Dei contó desde el principio con el aliento y el estímulo de la Jerarquía episcopal. A partir de 1943, recibió todas las aprobaciones necesarias de la Santa Sede, que culminaron el 28 nov. 1982 con su erección en Prelatura personal, > de parte del papa Juan Pablo II, llegando así el largo camino 1 jurídico del Opus Dei al término deseado por su Fundador. En esta ocasión el Santo Padre expresó su sentir con estas palabras: «Con grandisima esperanza, la Iglesia dirige sus cuidados maternales y su atención al Opus Dei, que - por inspiración divina - el Siervo de Dios Josemaria Escrivá de Balaguer fundó en Madrid el 2 de octubre de 1928, con el fin de que siempre sea un instrumento apto y eficaz de la misión salvífica que la Iglesia lleva a cabo para la vida del mundo» (Juan Pablo II. Const. Apostólica Ut Sit, 28 nov. 1982).

2. Naturaleza jurídica del Opus Dei. El Opus Dei es una Prelatura personal de ámbito internacional y con sede central en Roma. Está constituida por un Prelado con su propio clero (en 1983 más de mil sacerdotes) y los laicos que, con vocación divina, libremente se incorporan a la Prelatura.

El clero incardinado en la Prelatura proviene de los laicos incorporados al Opus Dei. Los laicos se dedican al cumplimiento del fin apostólico de la Prelatura, asumiendo unos compromisos serios y cualificados, mediante un vínculo de carácter contractual, sin que se modifique la propia condición canónica y teológica de normales fieles cristianos. «Los laicos incorporados a la Prelatura no modifican su propia condición personal, teológica o canónica, de comunes fieles laicos, y como tales se comportan en toda su actuación y, concretamente, en su apostolado» (Declaración de la S. Congregación para los Obispos, 23 ag. 1982, II, b, en «L'Osservatore Romano» 28 nov. 1982). Desarrollan su tarea apostólica en el ejercicio de su trabajo profesional ordinario, en los ambientes y estructuras propios de la sociedad civil. Gozan de la misma libertad que los demás ciudadanos católicos - sus iguales en las actividades profesionales, sociales, políticas, económicas, etc.; por tanto, la Prelatura no hace suyas estas actividades de sus fieles.

Los laicos del Opus Dei están bajo la jurisdicción del Prelado en lo que se refiere al cumplimiento de los compromisos jurídicos - ascéticos, formativos y apostólicos - que asumen libremente por medio del vínculo de incorporación a la Prelatura. Permanecen bajo la jurisdicción del Obispo diocesano en todo aquello que el derecho común determina respecto a la generalidad de los fieles católicos.

Para todos los fieles (clérigos y laicos) que pertenecen al Opus Dei, la vocación es la misma y única: se trata de una vocación plena, por la que asumen, de manera adecuada a las distintas circunstancias y al propio estado personal, los mismos compromisos ascéticos y formativos, y todos los fieles de la Prelatura participan plenamente en el peculiar apostolado que desarrolla el Opus Dei.

La Prelatura Opus Dei - que constituye una unidad pastoral orgánica e indivisible - realiza sus apostolados por medio de la Sección de varones y de la Sección de mujeres, bajo el gobierno y dirección del Prelado, que da y asegura la unidad fundamental de espíritu y de jurisdicción entre las dos Secciones.

Inseparablemente unida a la Prelatura Opus Dei está la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, de la que es Presidente General el Prelado del Opus Dei, ya la que pueden asociarse sacerdotes incardinados en las diócesis que deseen buscar la santidad en el ejercicio de su ministerio, de acuerdo con la espiritualidad y la ascética del Opus Dei. Esta adscripción no afecta en lo más mínimo su dependencia del propio Obispo diocesano, que continúa siendo su único superior.

El Opus Dei cuenta también con Cooperadores - algunos no son católicos ni, incluso, cristianos -, que, sin incorporarse a la Prelatura, colaboran en sus labores apostólicas con su oración, su trabajo y sus limosnas.

3. Miembros. a) Variedad. Los fieles de la Prelatura Opus Dei son personas que – de acuerdo con una espiritualidad específica - desean llevar una vida plenamente cristiana, buscando la santidad y ejerciendo el apostolado, en medio de la sociedad civil. Se vinculan al Opus Dei para comprometerse a progresar en la vida cristiana, cumpliendo lo más perfectamente posible sus obligaciones familiares, sociales y profesionales. «Desde 1928 - ha dicho el Fundador - mi predicación ha sido que la santidad no es cosa para privilegiados, que pueden ser divinos Iodos los caminos de la tierra, porque el quicio de la espiritualidad específica del Opus Dei es la santificación del trabajo ordinario. Hay que rechazar el prejuicio de que los fieles corrientes no pueden hacer más que limitarse a ayudar al clero en apostolados eclesiásticos. Y advertir que, para lograr este fin sobrenatural, los hombres necesitan ser y sentirse personalmente libres, con la libertad que Jesucristo nos ganó» (Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer, 13 ed. Madrid, 1980, n. 34).

Cada miembro del Opus Dei se compromete en concreto a practicar las virtudes cristianas propias de su condición en el mundo - sacerdote o laico, soltero o casado, etc. - y ejercer el apostolado en la medida de sus posibilidades y según su situación personal. Esa diversidad de situaciones personales trae consigo una variedad de participación en las labores apostólicas, según que puedan dedicar más o menos tiempo según que puedan desarrollar una u otra actividad, etc. Lt mayoría de los fieles de la Prelatura Opus Dei son personas casadas. Otros, en cambio, deciden permanecer célibes; éstos podrán dedicar más tiempo a las tareas de formación de los demás miembros ya las diversas actividades apostólicas.

En la Prelatura Opus Dei se da la misma variedad de fieles que en las demás estructuras jurisdiccionales de carácter secular (p. ej., una diócesis): sacerdotes y laicos, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, solteros y casados, personas de cualquier condición social y de cualquier profesión honrada: tanto médicos, ingenieros, abogados, como obreros, campesinos, mineros, empleados. «Para formar parte del Opus Dei se necesita sólo la buena voluntad de corresponder a la vocación divina. Precisamente por eso pertenecen al Opus Dei hombres y mujeres de las más diversas condiciones: porque la vocación la da Dios, y (...) porque para Dios no hay acepción de personas» (Mons. Escrivá, Carta, Roma 31-V-1954).

El Opus Dei no está destinado a una «élite», ni podría estarlo, ya que el núcleo central de su mensaje - la santificación del trabajo profesional ordinariose dirige a todo el que esté seriamente empeñado en un trabajo humano honrado. Por consiguiente, no practica en su labor apostólica, discriminación alguna: está abierto y trabaja con personas de todas las condiciones sociales.

b) Incorporación, vínculo y compromisos. La incorporación al Opus Dei se realiza por medio de un vinculo de carácter contractual, mutuo y estable, entre la Prelatura y el fiel laico que libremente desea incorporarse. La Prelatura se com. promete a ofrecer a sus fieles una asidua formación doctrinal religiosa, espiritual, ascética y apostólica, así como la necesaria atención pastoral especifica por parte del clero del Opus Dei. Por su parte, los fieles del Opus Dei se obligan a poner en práctica los compromisos ascéticos, formativos y apostólicos que se especifican en el derecho particular de la Prelatura.

Los compromisos de carácter ascético se refieren a la exigencia de un plan de vida espiritual bien determinado y al ejercicio de las virtudes cristianas, según una espiritualidad secular con características específicas. Los compromisos de carácter formativo exigen a cada fiel de la Prelatura una formación religiosa profunda y continua, apoyada sólidamente en el Magisterio eclesiástico. En cuanto al apostolado, a los fieles incorporados al Opus Dei se les exige que el deber y el derecho de todos los cristianos de ejercer el apostolado se convierta en una realidad constante y eficaz en la vida de cada uno.

c) Diversidad de vida y personalidad. Los miembros del c Opus Dei no tienen una manera de vida uniforme. Cada uno vive, al igual que sus conciudadanos, en el sitio que considera más adecuado según su personal elección: con su familia, en los lugares donde desempeña su trabajo profesional o donde deba residir por razones familiares o sociales, etc. Sólo algunos miembros del Opus Dei viven juntos: cuando lo exige la buena marcha de las tareas de formación y de las iniciativas apostólicas - de carácter profesional y civil - que promueven. Por lo demás, la mayoría son personas casadas que, lógicamente, viven en su propio hogar junto a su esposa (o esposo) e hijos.

Este mismo criterio se aplica a los demás aspectos: al modo de vestir, al estilo de vida, al tipo y a las técnicas del propio trabajo. El Opus Dei no crea o difunde unas costumbres externas determinadas, sino que tiene como finalidad hacer que sus miembros y todas las personas que se acercan a su apostolado descubran lo que Dios personalmente les pide, y pongan en práctica las exigencias del espíritu cristiano, precisamente en el ambiente y situación propios de cada uno. De ahí que una de las características fundamentales del Opus Dei sea el aprecio de la personalidad individual, que en ningún caso se coarta, sino que se procura potenciar y enriquecer.

d) Libertad en las actividades profesionales. Los miembros del Opus Dei son ciudadanos corrientes que ejercen los más (variados oficios y profesiones. En la mayoría de los casos se trata de personas que se han vinculado al Opus Dei cuando ya estaban en la madurez, y que continúan ejerciendo la profesión u oficio en la que se habían formado y crecido. Si se trata de personas que se incorporan siendo jóvenes, con el pasar de los años irán concretando libremente su especialización profesional y su trabajo, de la misma manera que lo harían si no estuvieran en relación con el Opus Dei. En cualquier caso, todos desempeñan su trabajo con plena libertad; cada uno de ellos ha elegido su profesión, ha puesto los medios que tenía personalmente a su alcance para conseguir el empleo que deseaba, y lo desarrolla de acuerdo con los criterios que juzga convenientes. La Prelatura no apoya a sus fieles en este terreno, ni les da directrices sobre su trabajo. Se trata de actuaciones profesionales, de cuya gestión deberán rendir cuentas a los organismos oficiales, a los accionistas o propietarios de las empresas en que trabajan, pero nunca al Opus Dei. No, existe, por tanto, vinculación o relación alguna entre la Prelatura y las actividades profesionales - cualesquiera que éstas sean - de los miembros.

También en las cuestiones políticas, los fieles de la Prelatura Opus Dei piensan y actúan con plena e idéntica libertad personal. Precisamente por eso, la existencia de una diversidad en las cosas temporales entre los miembros, la existencia de un amplío pluralismo, es algo connatural a su espíritu. Menos de dos años después de la fundación, escribía mons. Escrivá de Balaguer: «Nuestra pluralidad no es, para la Obra, un problema; por el contrario, es una manifestación de buen espíritu, de vida corporativa limpia, de respeto a la legítima libertad de cada uno, porque ubi autem Spiritus Dominus, ibi libertas (II Cor 3, 17), donde está el Espíritu de! Señor, allí hay libertad» (Carta, Madrid 24-IlI-1930).

4. Apostolado. El principal apostolado del Opus Dei es el que realiza cada uno de sus miembros personalmente, en su propósito diario de dar a conocer - con el ejemplo de vida y con la palabra - la doctrina de Cristo. Como al Opus Dei pertenecen personas de todas las edades y condiciones sociales, no es posible una descripción de ese apostolado personal, a no ser narrando la vida concreta de millares de personas en todo el mundo. Al vincularse a la Prelatura, cualquiera de esas personas no inicia una vida distinta, ni da comienzo a una serie de actividades típicas. El cambio radical consiste en que esas mismas cosas de siempre adquieren un nuevo sentido, una perspectiva nueva, por el compromiso contraído de hacer de toda circunstancia humana un encuentro con Dios, un servicio a los demás, un apostolado cristiano.

Toda la libre iniciativa personal permanece activa en el espíritu apostólico del Opus Dei, porque la Prelatura no dedica su tarea principal a éste o aquel específico campo de apostolado, sino a estimular a sus fieles para que cada uno, en su propio ambiente profesional y familiar, desarrolle una intensa labor apostólica de carácter personal.

No existe una dirección unívoca de todos los miembros hacia determinados ambientes de la sociedad, sino la preocupación de que todos en el Opus Dei, con su mentalidad propia, con su modo propio de hacer y de decir, traten de acercar a los demás a Dios. El obrero en la fábrica, el intelectual por medio de sus escritos o trabajos de investigación, el deportista en el ámbito de su actividad profesional o el ama de casa en su familia, procuran ser, para aquellos que les rodean, un testimonio de espíritu cristiano. Esto es lo que ha llevado a mons. Escrivá de Balaguer a decir, desde los comienzos, que los apostolados de los miembros del Opus Dei son como «un mar sin orillas» o «una gran catequesis cristiana» en todos los ambientes de la sociedad civil.

Su Santidad Juan Pablo II, en la homilía de la Misa en Castelgandolfo el 19 ag. 1979, se dirigía de este modo a un grupo de profesores y estudiantes universitarios pertenecientes al Opus Dei: «Vuestra institución tiene como finalidad la santificación de la vida permaneciendo en, el mundo, en el propio puesto de trabajo y de profesión: vivir el Evangelio en el mundo, viviendo ciertamente inmersos en el mundo, pero para transformarlo y redimirlo con el propio amor a Cristo. Realmente es un gran ideal el vuestro, que desde los comienzos se ha anticipado a la teología del laicado, que caracterizó después a la Iglesia del Concilio y del postconcilio.

Tal es el mensaje y la espiritualidad del Opus Dei: vivir unidos a Dios en medio del mundo, en cualquier situación, cada uno luchando para ser mejor con la ayuda de la gracia, y dando a conocer a Jesucristo con el testimonio de la propia vida. ¿Hay algo más bello y más apasionante que este ideal? Vosotros, insertos y mezclados en esta humanidad alegre y dolorosa, queréis amarla, iluminarla, salvarla: ¡benditos seáis y siempre animosos con este vuestro intento!» «<L'Osservatore Romano», 20-21 ag. 1979).

En ocasiones, el Opus Dei se responsabiliza de la atención espiritual y doctrinal de determinadas iniciativas e instituciones educativas, asistenciales, de promoción humana, etc. Pero aun en estos casos, esas labores nacen, precisamente, como un aspecto del apostolado personal de los miembros en colaboración con otras muchas personas no vinculadas a la Prelatura, o incluso no católicas.

A veces, esas iniciativas apostólicas se apoyan en la materialidad de un centro, de unos edificios e instalaciones. Pero la propiedad de esos centros no es del Opus Dei, sino, de ordinario, de un grupo de personas - fieles de la Prelatura o no, católicos y no católicos - que ofrecen a sus conciudadanos unos instrumentos civiles de carácter social: capacitación profesional, alfabetización, extensión cultural, dispensarios médicos, extensión de la escolaridad en la enseñanza primaria, media y universitaria, clubs para la formación de la juventud, centros culturales, instituciones académicas, de especialización, etc.

Esos centros no son labores ni oficial ni oficiosamente católicas, sino actividades profesionales de ciudadanos en ejercicio de sus derechos civiles. Surgen y se desarrollan en conformidad con las leyes del país, sin privilegios, con el mismo trato que se concede a las demás actividades semejantes que promueve cualquier ciudadano, fundación o asociación.

5. Espiritualidad. La riqueza y la densidad teológica del espíritu del Opus Dei han hecho que deje ya - a pesar de lo reciente de su fundación - honda huella en la Iglesia. Su mensaje sobre la llamada universal a la santidad, sobre la santificación en ya través de las realidades temporales, sobre la necesidad de la unidad de vida y sobre otros muchos puntos ha encontrado un vasto eco, explícita o implícitamente, en documentos solemnes del Magisterio de la Iglesia, y en las obras de numerosos teólogos y autores católicos. Sin pretensión de hacer una enumeración exhaustiva, se pueden señalar como aspectos característicos de la espiritualidad del Opus Dei los siguientes: la consideración del trabajo como realidad santificable y santificadora; el empeño por vivir con alma contemplativa en medio del mundo; el sentido de filiación divina como fundamento de toda la vida espiritual; el hacer de la Santa Misa el centro de la vida interior; el amor a la libertad ya la responsabilidad personal; el espíritu de comprensión y de convivencia, etc.

Santificación en medio del mundo. Una característica central del espíritu del Opus Dei, y algo en cierto modo previo para entender todo lo demás, es la conciencia de que el cristiano corriente, que vive en medio del mundo, está llamado a la santidad y al apostolado, sin dejar el mundo, es decir, precisamente tomando ocasión de toda la vida profesional, familiar y social. «El espíritu del Opus Dei, en efecto, tiene como característica esencial el hecho de no sacar a nadie de su sitio - unusquisque, in qua vocatione vocatus est, in ea permaneat (I Cor 7,20) -; sino que lleva a que cada uno cumpla las tareas y deberes de su propio estado, de su misión en la Iglesia y en la sociedad civil, con la mayor perfección posible» (Conversaciones..., n.º 16).

Los miembros del Opus Dei no son personas que, viviendo fuera del mundo, vuelven al mundo para trabajar como obreros, médicos, empleados, etc. Son obreros, médicos, empleados, con su ilusión profesional y sus mentalidades peculiares, para quienes su trabajo y su trato con los demás compañeros adquieren valor de camino hacia Dios. Se trata de profundizar en la vida sobrenatural, incoada en el Bautismo. No se pretende añadir algo artificial a la existencia del cristiano, sino hacerle consciente del sentido real y divino de la vida de la gracia. «La manera más fácil de entender el Opus Dei es pensar en la vida de los primeros cristianos. Ellos vivían a fondo su vocación cristiana, buscaban seriamente la perfección a la que estaban llamados por el hecho, sencillo y sublime, del Bautismo» (Conversaciones..., n.º 24).

Santificación del trabajo ordinario. Uno de los rasgos centrales de la espiritualidad del Opus Dei es la concepción del trabajo profesional ordinario como realidad santificante y santificadora. Entre los diversos escritos de mons. Escrivá de Balaguer sobre este tema, véanse estos dos textos:

«Al recordar a los cristianos las palabras maravillosas del Génesis - que Dios creó al hombre para que trabajara -, nos hemos fijado en el ejemplo de Cristo, que pasó la casi totalidad de su vida terrena trabajando como un artesano en una aldea. Amamos ese trabajo que él abrazó como condición de vida, cultivó y santificó. Vemos en el trabajo - en la noble fatiga creadora de los hombres - no sólo uno de los más altos valores humanos, medio imprescindible para el progreso de la sociedad y el ordenamiento cada vez más justo de las relaciones entre los hombres, sino también un signo del amor de Dios a sus criaturas y del amor de los hombres entre si ya Dios: un medio de perfección, un camino de santidad» (Conversaciones..., n.º 10).

«No entenderían nuestra vocación los que pensaran que nuestra vida sobrenatural se edifica de espaldas al trabajo: porque el trabajo es, para nosotros, medio específico de santidad. Nuestra vida interior contemplativa, en mitad de la calle, toma ocasión y aliento de la misma vida externa del trabajo de cada uno. No hacemos separación entre nuestra vida interior y el trabajo apostólico: es todo una misma cosa. La labor externa no ha de causar interrupción alguna en la oración, como el latir del corazón no interrumpe la atencíón a nuestras actividades, de cualquier tipo que sean» (Carta, Roma 15-X1948; cfr. también Conversaciones..., n.º 20,114, 116).

Poco antes de ser elegido Papa con el nombre de Juan Pablo I, el card. Lucíani escribía sobre el mensaje del Fundador del Opus Dei: «Escrivá de Balaguer, con el Evangelio, dijo continuamente: Cristo no nos pide un poco de santidad, sino mucha santidad. Quiere, sin embargo, que la alcancemos, no con acciones extraordinarias, sino a través de las acciones corrientes; es el modo de realizarlas el que no debe ser común. En medio de la calle, en la oficina, en la fábrica, nos santificamos, con tal de que desarrollemos con competencia nuestros deberes, por amor a Dios y con alegría, de modo que el trabajo de cada día no sea la 'tragedia cotidiana’, sino casi la 'sonrisa cotidiana'.»

«Cosas similares - continúa el card. Lucíani - había enseñado trescientos años antes San Francisco de Sales. (...) Escrivá de Balaguer, sin embargo, le supera en muchos aspectos. También San Francisco de Sales propugna la santidad para todos, pero parece enseñar sólo una 'espiritualidad para los laicos', mientras que mons. Escrívá quiere una 'espiritualidad laical'. Francísco sugiere casi siempre a los laicos los mismos medios practicados por los religiosos con las adaptaciones oportunas. Escrívá de Balaguer es más radical: habla incluso de 'materializar' - en el buen sentido - la santificación. Para él, es el mismo trabajo material el que debe transformarse en oración y santidad» «Il Gazzettino», Venecia, 25 jul. 1978).

Amor a la libertad. En la espiritualidad del Opus Dei, el amor a la libertad nace de la mentalidad laical que informa a toda la Prelatura, y que lleva no sólo a respetar, sino a querer positivamente la variedad que es propia de lo humano. Surge también de la plenitud de la conciencia cristiana, ya que el cristianismo es esencialmente una religión de libertad. Como ha dicho mons. Escrívá, «Dios quiere que se le sirva en libertad (...). Violencia, nunca. No la comprendo, no me parece apta ni para convencer ni para vencer: un alma que recibe la fe se siente siempre victoriosa. El error se combate con la oración, con la gracia de Dios, con razonamientos desapasionados, ¡estudiando y haciendo estudiar! , y con la caridad. Por eso, cuando alguno intentara maltratar a los equivocados, estad seguros de que sentiré el impulso interior de ponerme junto a ellos, para seguir por amor de Dios la suerte que ellos sigan» (Carta, Roma 31-V-1954). El amor a la libertad se advierte en todas las iniciativas apostólicas promovidas por los miembros del Opus Dei, que están abiertas a todas las personas de todas las razas y condiciones sociales, sin discriminación alguna.

Vida de oración y de unión con Dios. Santificación en medio del mundo, santificando el trabajo profesional ordinario y los deberes propios del estado de cada uno, y contemplando con visión sobrenatural las realidades humanas, en el clima de un amor real a la libertad de todos los hombres. Estos rasgos de la espiritualidad del Opus Dei están sostenidos por el espíritu de trato con Dios, en la oración y en la Eucaristía. Por eso, mons. Escrívá de Balaguer ha señalado el espíritu de filiación divina como fundamento de la espiritualidad del Opus Dei; y ha insistido, al mismo tiempo, en la necesidad de hacer de la Santa Misa el centro y la raíz de la vida cristiana.

Oración es trato con Dios; en la espiritualidad del Opus Dei, todo lo humano noble - el trabajo y las relaciones con los demás - puede ser convertido en oración. «La vida cristiana debe ser vida de oración constante, procurando estar en la presencia de Dios de la mañana a la noche y de la noche a la mañana. El cristiano no es nunca un hombre solitario, puesto que vive en un trato continuo con Dios, que está junto a nosotros y en los cielos» (J. Escrivá, Es Cristo que pasa, Madrid 1973, n.º 116). «Os aseguro que cuando un cristiano desempeña con amor 10 más intrascendente de las acciones diarias, aquello rebosa de la trascendencia de Dios. Por eso os he repetido, con un repetido martilleo, que la vocación cristiana consiste en hacer endecasílabos de la prosa de cada día. En la línea del horizonte parecen unirse el cielo y la tierra. Pero no, donde de verdad se juntan es en vuestros corazones, cuando vivís santamente la vida ordinaria» (Conversaciones..., n.º 116).

Ante una pregunta sobre el desarrollo futuro del Opus Dei, mons: ,del Portillo lo resume así: «Respecto al porvenir, le repetiré que lo verdaderamente importante es mantener la fidelidad al espíritu fundacional del Opus Dei, la vibración apostólica, el afán de tratar a Dios ya su Madre Santísima, la generosa dedicación personal - con sacrificio - al servicio de los demás» («ABC», Madrid 29 nov. 1982).

Finalmente, señalemos que, aparte de la causa del Fundador ya mencionada, también están iniciadas las cansas de beatificación de otros dos miembros del Opus Dei: el ingeniero argentino Isidoro Zorzano ( 1902-43) y la joven catalana Montserrat arases (1941-59).

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ANDREW BYRNE

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991