NICOLÁS DE TOLENTINO, SAN
Las dos más antiguas fuentes para documentar su vida, además del arte casi
contemporáneo que se prodigó en representarle, son la Historia Beati Nicolai de
Tolentino de Pedro de Monte Rubiano, que le conoció personalmente, y el Proceso
de Canonización, donde hicieron sus declaraciones 371 testigos. A pesar de ello,
la cronología de su vida es un poco vacilante.
N. ca. 1245 en Castel Sant'Angelo, en la Marca de Ancona (Italia). Sus
padres, Compagnone y Amata, no teniendo hijos después de varios años de
matrimonio, para pedir la gracia de tenerlos, peregrinaron al sepulcro de S.
Nicolás de Bar¡ (v.), muy conocido entonces como taumaturgo en la cristiandad.
Recibieron el favor implorado, y al niño que nació, en gratitud al bienhechor,
le pusieron el nombre de Nicolás. Manciano de Forte, contemporáneo y paisano del
Santo, hace este elogio de sus padres: «Se decía comúnmente que eran buona gente
e di buona vita e non peccatori. Y yo que los conocí puedo decir que lo eran de
verdad tales como los creía la opinión del pueblo» (Proceso, testigo 88; cfr.
Gentilli, o. c. en bibl. 10).
N. fue educado según correspondía a tan buena familia, y joven aún -iuvenili
aetate, dice P. de Monte Rubiano-, oyendo al agustino Fray Reginaldo predicar
sobre la vanidad de las cosas del mundo, decidió entrar en la Orden de S.
Agustín (v. AGUSTINOS; cfr. Acta Santt. Septembris, 111,645). Después de algunos
estudios, pasó al Convento de S. Ginesio para tener el noviciado y poco después,
a los 16 años, profesó los votos. Por declaración de Víctor de Camerino, testigo
148, sabemos que ya profeso, fue enviado a Tolentino «ad studentum in
grammaticalibus et logicalibus et postmodum in theologia»; estos estudios de
aquel tiempo responden aproximadamente a nuestras Humanidades, Filosofía y
Teología (cfr. Gentili, 20). En Cingoli, con la edad canónica de los 24 años,
recibió- la ordenación sacerdotal del obispo de la ciudad, S. Benvenuto.
Viene después un tiempo algo oscuro por los varios cambios de residencia
que tuvo N. recién ordenado. Se dedicó a la vida apostólica y pasó por
Montegiorgio, Corridonia, Macerata, Treia, Cingoli, Fermo. Los superiores
apreciaron 'pronto en él el espíritu misionero y predicador, aunque cayó en
varias enfermedades que le impidieron cumplir sus deseos misioneros (Proc. art.
16, Gentili, 25). Unos siete años después, prestó servicios en varios conventos
de la Orden hasta que recibió patente de conventualidad para Tolentino, donde
residió hasta la muerte. No ocupó ningún cargo de superior y vivió siempre una
vida de servicio y obediencia. De su vida ascética tenemos una información
copiosa, pues sobre ella versaron los números 10-17 del cuestionario del
Proceso. Los testigos que deponen hablan en términos elogiosos de su conducta
habitual; celda pobre, comida pobre, vestido pobre eran los preferidos por él;
nada de carne ni grasas, ni pescados, ni frutas. El rigor penitencial hizo de él
una figura demacrada (Gentili, 26). Los médicos en vano le aconsejaban que se
alimentase más. El retiro monástico, el rezo coral, el trabajo de confesonario,
la predicación, la asistencia a los necesitados regulaban las jornadas de su
vida. Se confesaba diariamente. Después de comer, al mediodía, acompañaba a los
religiosos en el recreo.
Su Misa era la preferida por los fieles. «Un día, cuenta un canónigo de S.
Severino, testigo 120, entré a oír Misa en la Iglesia de S. Agustín, y me dijo
el acompañante: Mira, aquél es el Padre N., un fraile verdaderamente santo: a él
van todos los pecadores. Vamos a oír su Misa» (Gentili, 48). También su
predicación y confesonario atraían a muchos. Rodolfo de Camerino testifica:
«Muchos iban a sus sermones y salían edificados» (ib., 54). Quizá exagerando, el
testigo 10 afirma: «Casi todo el pueblo de Tolentino iba a confesarse con él» (ib.
56). Entre los testigos del Proceso figuran penitentes suyos que declaran
unánimes el mucho bien que les hizo. Era suave y benigno con ellos, y les
imponía penitencias leves, aun por pecados graves, tomándose él mismo el
compromiso de satisfacer por ellos con fuertes castigos corporales (Gentili,
56-57).
El gesto de bendecir, que han dado los pintores a N. como un rasgo propio,
refleja su bondad de bienhechor de todos, según lo confirma el testigo 77:
«Hablaba con mucha afabilidad a las personas, exhortándolas a la confianza en
Dios. Y cuando le decían: Bendígame, Padre, añadía: Tened mucha fe en Dios y Él
os salvará. Muchas veces yo le vi decir y bendecir de aquel modo. Conmigo lo
hizo también algunas veces» (ib. 58). Los enfermos, los pobres, los desamparados
buscaban su bendición. Tribulatorum et infirmorum consolator assiduus existebat,
dice Eugenio IV en la Bula de su Canonización (Acta Sanct. Sept. 111,674).
Conrado de Urbisaglia le retrata así: «Era un gran consolador de afligidos
y trabajaba por la concordia de los que no vivían en paz. Modesto y tranquilo,
nunca se rebajaba, ni se mostraba tosco y egoísta: huía con cautela de
discusiones y pendencias, y no era soñador, sinosabio» (Testigo 173: Gentili,
73). Esta caridad se sostenía sobre una vida de mucha oración y penitencia. N.
fue un carismático insigne y un taumaturgo. En la bula de Eugenio IV Licet
militaras in terris del 1 feb. 1446, se alude a más de 300 milagros y gracias
conseguidos por su intercesión (Acta Sanct. 674-75). En un fresco de su basílica
en Tolentino aparece el Santo tocando los ojos y dando la vista a una joven de
S. Ginesio, llamada Nataluccia. Fue devotísimo de las almas del Purgatorio ya
desde el principio de su sacerdocio, mereciendo el título de Protector de ellas.
León XIII, con su breve Cum sicut accepimus del 10 jura. 1884, aprobó la Pía
Unión de las Almas del Purgatorio bajo el patrocinio de S. Nicolás (Gentili,
158).
El símbolo de la estrella en el pecho con que le representan algunos
artistas alude a una visión repetida que tuvo de una luz, que partiendo de Sant
Angelo, venía a posarse sobre la capilla de la iglesia de S. Agustín, en
Tolentino, donde se colocaron sus restos, significando, sin duda, su futura
gloria (Acta Sanct. 652-53). Así se interpretó a raíz de su muerte, acaecida el
10 sept. 1305.
En 1325 luan XXII con su bula Pater luminum del 23 mayo autorizó la
apertura del Proceso para su Canonización y Eugenio IV en Pentecostés de 1346
con la bula indicada anteriormente le glorificó en la basilíca Vaticana. Se
celebra su fiesta el 10 de septiembre.
BIBL.: Acta Sanct. Septembris, 111, 6363-742, París 1868; P. DE MONTE RUBIANo, Historia B. N. Tolentinatis, 1326, pub. en Act. Sanct. 644-664; N. CONCETTI, Vita di S. N. da Tolentino, Tolentino 1932 (utiliza los procesos de canonización); D. GENTIL[, un Asceta e un Apostolo: S. N. da Tolentino, Milán 1966; A. TONNA BARTHET, Vie de S. Nicholas de Tolentin, Tours 1895; A. VAN DEN BORN, Heilige Nicolaus van Tolentin, Gante 1939.
VICTORINO CAPÁNAGA.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991