MUNDO I. VISIÓN DE CONJUNTO
El término m., derivado del latín mundus, con el que se tradujo a ese idioma el
vocablo griego cosmos, originariamente significaba orden, y con posterioridad
adorno u ornamento, y por extensión y en el lenguaje filosófico, universo que,
en cuanto ordenado era así opuesto al caos.
La palabra m. es uno de esos términos que, habiendo tenido una larga
historia, están cargados de múltiples significaciones. De ahí que, antes de
comenzar la exposición propiamente dicha, se hace necesario clarificar la
terminología.
Se habla de m., en ocasiones, dando a la palabra una amplitud total, con
un sentido que -aunque suponga una tautología- podemos calificar de cósmico; por
m. se entiende, pues el universo, el conjunto de lo existente, considerándolo
como un todo unificado. Con un lenguaje cristiano, diríamos la totalidad de lo
creado, unificada precisamente por el acto creador de Dios que, poniendo al
universo en la existencia, lo constituye en su ser y lo llama a un destino
eterno.
Por m. se puede entender otras veces la realidad en cuanto contrapuesta al
hombre, considerándola como el cuadro ambiental en el que el hombre vive y se
desarrolla. Si esa realidad es vista como objeto de estudio por parte del hombre
que intenta conocer, analizar y clasificar la naturaleza y propiedades de los
diversos seres, entonces usamos la palabra m. en un sentido cosmológico y
connotamos sobre todo las obras de la naturaleza más que las de la cultura. En
otras ocasiones, en cambio, la realidad analizada es el conjunto de las
instituciones, valores objetivados, realizaciones culturales, actitudes
colectivas, etc., que determinan la fisonomía de un cierto periodo histórico
(como cuando decimos m. antiguo, m. medieval, m. contemporáneo) o la fisonomía
de un cierto ámbito cultural o de una cierta parte de la sociedad (como cuando
hablamos de m. germánico, m. latino, m. obrero, m. universitario): en todos esos
casos la palabra m. es empleada con un sentido histórico-cultural y sociológico.
Finalmente, si la actitud con la que el hombre se sitúa frente a lo que le rodea
no es la del estudio o análisis, sino la de la toma de conciencia de la propia
situación existencial, es decir, reconociendo en la realidad algo que reclama de
él una respuesta y ante lo que debe reaccionar con un proyecto de acción, nos
encontramos frente a lo que suele denominarse sentido antropológico de la
palabra m., entendida. aquí como el conjunto de los valores que el hombre asume
y sobre los que fundamenta su actuar: hablamos así de concepción del m., de idea
que nos formamos del m., de cosmovisión o, empleando directamente la palabra
alemana que esas expresiones intentan traducir, de Weltanschauung.
Cuando al referirnos antes al sentido cósmico de la palabra m.,
advertíamos que, en un lenguaje cristiano indica la totalidad de lo creado, no
agotábamos evidentemente las implicaciones que la visión cristiana tiene con
respecto a. este tema ni tampoco las significaciones de que ha dotado a la
palabra que analizamos. Es importante señalar que, en una perspectiva cristiana,
la palabra m. tiene ordinariamente una referencia vocacional, puesto que la
voluntad divina y su designio de salvación constituyen la explicación última de
la realidad. Más adelante profundizaremos en ese dato, de momento basta advertir
que en torno a él podemos situar algunas de las significaciones más
características que la palabra m. recibe en el hablar cristiano. Encontramos
ante todo su sentido soteriológico, que es el predominante en la S. E., donde se
la usa especialmente para indicar la realidad como objeto de la acción salvadora
de Dios: el m. amado por Dios Padre y por el que Cristo dio su vida; o también,
puesto que la llamada de Dios puede ser rechazada por el hombre, las criaturas
en cuanto que se cierran al amor divino: el m. del pecado, en el que reina el
diablo. El drama de la salvación y del pecado nos indica además que durante la
historia se juega una partida que se abre a la eternidad, de ahí que se hable de
m. -y más concretamente de este m.- en un sentido escatológico para referirse al
momento actual, al eón presente: es decir, a la actual fase histórica del
designio divino, en la que se anuncia, espera y prepara la fase definitiva. Muy
relacionado con los dos sentidos anteriores, pero distinto de ellos, está el
sentido ascético: el m. como ocasión de pecado, como la suma de las
posibilidades de tentación que encierra la realidad presente.
En una línea distinta, y dado que la economía de la salvación supone la
existencia de una Iglesia, encontramos el sentido eclesiológico de la palabra
m.: es decir, su empleo para designar el conjunto de realidades que están fuera
de los márgenes visibles de la Iglesia o que, de algún modo, se encuentran en
situación de exterioridad con respecto a ella. La palabra, según las diversas
coyunturas históricas, designa preferentemente en unos casos instituciones y
organizaciones, en otros, actitudes mentales o sistemas culturales, pero el
trasfondo teológico es siempre el mismo.
La pluralidad de sentidos que acabamos de recoger es consecuencia de la
amplitud semántica de la palabra m., que, al designar a la totalidad de las
cosas, es suceptible de un uso polivalente. En torno a la palabra m. tienden a
centrarse algunas de las cuestiones básicas del pensamiento humano: ¿cuál es el
origen de las cosas?, ¿cuál su destino?, ¿qué posición ocupa el hombre en el
cosmos y cuál es la relación entre su destino personal y el del universo?, ¿es
el hombre, que por su cuerpo entronca con la materia, una mera parte del m., o,
en el extremo opuesto, su relación con lo cósmico es meramente accidental, de
modo que debe concluirse que el m. en cuanto tal está destinado a la
aniquilación?, ¿qué conocimiento le es dable alcanzar al hombre del m. que le
rodea, y, por tanto, qué relación hay entre el m. intelectual o del pensamiento
y el m. extramental? Basta enunciar esas cuestiones para advertir que el entero
pensamiento humano, tanto en el orden de la religión y en la filosofía, como en
el de la ciencia, esevocado por la palabra mundo. De ahí que aquí se haya
considerado oportuno proceder de una manera sintética, tratando sólo de la
visión acabada del m. que deriva de la fe cristiana, remitiendo para otros
aspectos, ampliaciones y perspectivas a una selección de las voces más
significativas:
1. Sobre la descripción del m. en su aspecto físicoquímico, V. UNIVERSO;
COSMOLOGÍA III; COSMOLOGÍA II; MATERIA.
2. Como posiciones básicas ante el tema del origen y sentido del m., V.
CREACIÓN; DUALISMO; GNOSTICISMO; PANTEÍSMO; MONISMO; MATERIALISMO; ATEÍSMO;
TRASCENDENCIA; INMANENCIA.
3. Sobre la visión del m. que se desprende de las diversas religiones no
cristianas, v. RELIGIÓN I; DIOS II; COSMOLOGÍA I; MITO Y MITOLOGÍA I-II. Así
como las voces dedicadas a cada religión; merecen especial mención al respecto
PRIMITIVOS, PUEBLOS; ANIMISMO; ASIRIA III; BABILONIA III; CANAÁN II; CELTAS III;
GERMANIA II; GRECIA VII; ROMA V; HINDUISMO; BUDISMO; MAZDEÍSMO; PARSISMO;
AZTECAS II; MAYAS II; ISLAMISMO.
4. Sobre el tema del conocimiento filosófico del m. y de la visión del m.
que de ahí deriva, V. GNOSEOLOGÍA; CONOCIMIENTO; REALISMO; ANALOGÍA;
AGNOSTICISMO; IDEALISMO; ESCEPTICISMO; PRAGMATISMO; COSMOLOGÍA I; REALIDAD; SER;
ACTO; ABSOLUTO; CONTINGENCIA; DIOS I.
5. Para ver cómo se han planteado el tema del m. los diversos pensadores,
ver las voces respectivas; para una panorámica general, tienen especial interés:
PLATÓN; ARISTÓTELES; ESTOICOS; PLOTINO; ORÍGENES; GREGORIO DE NISA, SAN;
AGUSTÍN, SAN; TOMÁS DE AQUINO, SAN; SUÁREZ; DESCARTES; PASCAL; LEIBNIZ; BERKELEY;
HUME; KANT; HEGEL; MARX; SCHOPENHAUER; NIETZSCHE; NEWMAN; KIERKEGAARD; BERGSON;
HEIDEGGER.
6. Sobre el hombre en el m., v. HOMBRE; ANTROPOLOGÍA; PERSONA; ALMA;
ESPÍRITU; CUERPO; INMORTALIDAD; MUERTE; LIBERTAD; ACCIÓN; ACTIVIDAD; TRABAJO
HUMANO; PECADO; MÉRITO; SANTIDAD; FELICIDAD; CIELO; INFIERNO.
7. Sobre el m. en sentido histórico-cultural, v. HISTORIA I y il; así como
las diversas voces que ofrecen una síntesis de la historia universal; p. ej.,
ANTIGUA, EDAD; MEDIA, EDAD; MODERNA, EDAD; CONTEMPORÁNEA, EDAD; etcétera. Para
una profundización en el tema del sentido de la historia, V. HISTORIA V y VI
(FILOSOFÍA Y TEOLOGÍA DE LA); HISTORICISMO; DETERMINISMO; PROVIDENCIA;
REDENCIÓN; SALVACIÓN.
BIBL.: No aplica.
J. L. ILLANES MAESTRE.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991