MORAL III. ASPECTOS PARTICULARES DE LA MORAL. 3. MORAL PROFESIONAL


1. Introducción. Las normas morales que regulan la actividad profesional no sonnormas morales diferentes de las que disciplinan la actividad del hombre en cualquier otro campo de su vida. El hombre, sin embargo, es a la vez persona privada individual y miembro de una sociedad, en la cual desempeña una actividad, un trabajo. También se encuadra su vida dentro de una familia. Por tanto, surgirán deberes y obligaciones, derivados no sólo de su condición de persona privada, sino también de la de miembro de una sociedad, en la que realiza una actividad específica, y en relación con su función particular en la familia o en la asociación a la que pertenece, así como también por el peculiar estado de vida que ha elegido (V. DEBERES DE ESTADO).
      Se suele entender como moral profesional aquella parte de la Teología moral que se ocupa de determinadas obligaciones éticas que surgen en relación con el ejercicio de la profesión, con el desarrollo del trabajo, sobre todo en relación a los aspectos externos que tienen una repercusión en la sociedad, cara al prójimo. En el desarrollo del trabajo surgen lógicamente problemas, no sólo técnicos sino también morales, que exigen soluciones concretas. Pero la moral profesional no puede reducirse a la casuística. Podría decirse que todas las profesiones tienen una moral profesional genérica, que podría reducirse a la de trabajar bien, es decir, a la de asumir todas las responsabilidades que se relacionan con el trabajo o profesión. Por eso, cualquier tipo de trabajo tiene una moral común, que abarca numerosos aspectos que, a veces, quedan relegados a un segundo término, p. ej., la competencia profesional previa al ejercicio de la profesión, que conlleva también la responsabilidad de escoger la más adecuada a las aptitudes personales (V. TRABAJO HUMANO).
      Por otro lado, y, dada la autonomía de lo temporal, no es fácil que un solo moralista pueda adentrarse en todos los terrenos del ejercicio profesional y poder así indicar las normas concretas de actuación. La mejor forma de resolverlos sería la de conocer a fondo cada una de las profesiones o bien la de una colaboración entre el profesional y el moralista, auspiciable, pero con el peligro de hacer una moral de «laboratorio». Dadas estas dificultades, puede decirse que lo más adecuado es formar moralmente bien a las personas que ejercitan su trabajo, con aquellos principios de moral fundamental y especial común que les permitan resolver la mayoría de los casos que se planteen en su trabajo. Parte importante de esta formación es el conocimiento del Magisterio de la Iglesia, que ha orientado a lo largo de los siglos la solución de determinados problemas éticos que se han presentado en el ejercicio de la actividad profesional.
      Sin embargo, es también cierto que determinadas profesiones tienen unos problemas concretos, a veces complejos: quien se dedique a ellas tiene el deber de formarse específicamente para poder desempeñar moralmente bien su trabajo. Tales cuestiones son el objeto de lo que cabe llamar moral profesional particular.
     
      2. Moral profesional particular. Hemos de restringirnos a considerar una serie de los grupos-tipos. Para otras puede concretarse la bibliografía específica.
      a) Profesiones de régimen. Se engloban en ellas a los gobernantes de toda clase, a los cuerpos legislativos, a los administradores de la cosa pública, funcionarios, representantes del poder ejecutivo, militares, policías, etc.
      Fin primario de todas estas profesiones es el de promover, defender y restaurar el bien común (v.). A conseguirlo, se ordenan, como deberes específicos: la prudencia (v.) con su cortejo de virtudes subsidiarias: el buen juicio, la docilidad, la sagacidad, la circunspección, la cautela; la justicia legal, que se concreta en la promulgación de leyes justas y en el esfuerzo necesario para hacerlas cumplir, llegando hasta el uso de la fuerza, si hay que restablecer el respeto a la ley, cuando se hubieran agotado los medios ordinarios pacíficos; la justicia distributiva en la imposición de cargas, en la concesión de honores y en el reparto de los puestos de responsabilidad o en la independencia entre el poder político y la función judicial (v. JUSTICIA; ACEPCIÓN DE PERSONAS; RECOMENDACIONES). Particular importancia tienen los problemas de la guerra (v.), la tolerancia (v.) del mal o aplicación de la teoría del mal menor (v.), la objeción de conciencia (v.), la libertad (v.) religiosa como derecho civil, las relaciones entre la Iglesia y el Estado (v. IGLESIA IV).
      b) Profesiones jurídicas. Son todas aquellas que, en una o en otra forma, tienen por misión la tutela del orden jurídico o su sostenimiento, dentro de lo que exige el bien común temporal y espiritual. Unas de tipo judicial: jueces, abogados, fiscales, procuradores. Otras son de carácter más administrativo que judicial: notarios, registradores, secretarios. Tienen como fin principal la defensa de los derechos del hombre y la restitución del orden lesionado por la infracción culposa. Los deberes específicos de estos profesionales, giran alrededor de la justicia (v.), de la epiqueya (v.) y equidad (v.), de la veracidad (v.), la fidelidad (v.), la lealtad (v.), la honradez, la diligencia en estudiar y en resolver los casos, el secreto (v.). Problemas importantes que se consideran separadamente son, entre otros: la postura de jueces y abogados ante las leyes injustas o ante la certeza personal, que no resulta de lo actuado y demostrado; el soborno (V. CORRUPCIÓN) y la dicotomía (v.); el pacto de quota lis; la propaganda desleal, los testamentos (v.) jurídicamente inválidos, etc.
      c) Profesiones sanitarias: Incluye médicos, formacéuticos, enfermeras, practicantes y similares. Son del papa Pío XII las siguientes palabras: «La Moral natural y cristiana mantiene siempre sus derechos imprescriptibles. Es de ellos y no de consideraciones de sensibilidad, de filantropía materialista o naturalista, de donde se derivan los principios esenciales de la deontología médica: dignidad del cuerpo humano, fraternidad de todos los hombres, dominio soberano de Dios sobre la vida y sobre el destino» (Discurso del 29 nov. 1949 al IV Congreso internacional de médicos católicos). El sanitario busca el bien de la comunidad humana, procurando el bienestar particular, en un grado superior al que puede resultar de la posesión o de la adquisición de cualquier otro bien meramente material.
      Desde un punto de vista general, puede decirse que estas profesiones exigen una particular competencia profesional, dado su fin propio específico. En relación con el enfermo, el médico o el sanitario de cualquier grado tienen como deberes suyos: la asistencia asidua al enfermo y la atención diligente al cliente; el de recetar en conciencia y consultar o remitir a los especialistas; el de velar por los intereses espirituales y morales del enfermo y, en caso necesario, informar en conciencia sobre el matrimonio. En cuanto funcionarios, deben estar bien enterados de las leyes a que tienen que acomodar su misión, sin dar lugar a parcialidades. Debe interesarse, sobre todo, por los problemas de higiene (v.) pública y de beneficencia (v.). En sus lugares correspondientes se estudian problemas específicos, aborto (v.), dicotomía (v.), secreto (v.), esterilización (v.), trasplantes (v.), mutilación (v.), anticonceptivos (v.), anovulatorios (v.), eutanasia (v.), eugenesia (v.), reanimación (v.), drogas (v.), inseminación artificial (v.), natalidad (v.), etc.
      d) Moral de las profesiones docentes. Todas ellas se ordenan a investigar o descubrir la verdad, a reconocerla y a enseñarla. Pertenecen a ella: el profesor, el maestro, el escritor en general, el periodista, el historiador, el artista, etc. Un primer principio general es el de rechazar el error, respetando a la persona que yerra de buena o de mala fe. El investigador ha de proceder por puro amor a la verdad, respetando los datos ciertos de la Revelación, del Derecho natural o del sentido común universal y aportando con sinceridad los resultados obtenidos (v. INVESTIGACIÓN). El artista ha de someterse a las normas superiores de la moral, no ofreciendo como bueno o, aprobando, el mal moral (v. ARTE IV). El profesor ha de procurarse una adecuada preparación intelectual y moral; se ha de entregar totalmente, por vocación o por elección, a su trabajo; ha de respetar los derechos de los padres de los alumnos, la conciencia de éstos y el interés de la sociedad (v. EDUCACIÓN). Problemas graves, entre otros, son: el de la experimentación humana; el de la verdad (v.) histórica y la difamación (v.); el de la libertad de propaganda (v.), etc.
      e) Moral de la producción, de los negocios, de la construcción. Fines de la producción -industria, comercioson explotar, trasformar y aprovechar los bienes materiales; crear otros nuevos y facilitar su empleo por los usuarios (V. DESARROLLO ECONÓMICO). El empresario ha de cumplir las leyes sociales y atender al hombre, antes que al beneficio económico, retribuyendo con justicia y con liberalidad. El obrero ha de rendir conforme a los términos de la relación laboral, esmerándose en su preparación profesional y en su eficiencia. El técnico ha de servir con diligencia, y sin egoísmo, los intereses de la empresa, del productor y del cliente o del usuario. El comerciante ha de atenerse a las normas que regulan la compra-venta (v.). Son problemas merecedores de consideración especial: el salario (v.), la cogestión obrera, la huelga (v.), la usura (v.), el precio (v.) justo, los monopolios, los impuestos (v.), el fraude (v.), la especulación (v.), el urbanismo (v.). Particular importancia tiene conocer los principios de la Doctrina social cristiana (v.) y de la justicia social (v.).
     
     

BIBL.: Tratados y obras generales: R. PHILIPPOT, Église et pro,essions indépendentes selon les Documents pontificaux, Lieja 1949; VARIOS (CSIC), Moral profesional, Madrid 1954; XV SEMANA SOCIAL DE ESPAÑA, La Moral Profesional, Madrid 1956; VAZ FERREIRA, Moral para intelectuales, La Plata 1957; F. J. CONNELL, Moral pública y profesional, Madrid 1958; F. DEL VALLE, Diccionario de Moral profesional según los Documentos Pontificias, Madrid 1962; A. PEINADOR, Moral profesional, 2 ed. Madrid 1967; J. HÓFFNER, Problemas éticos de la época industrial, Madrid 1962; L. BERG, Ética social, Madrid 1964; J. MESSNER, Ética social, política y económica a la luz del Derecho natural, Madrid 1967; J. L. GUTIÉRREz GARCíA, Conceptos fundamentales en la Doctrina Social de la Iglesia, 4 vol. Madrid 1971; J. L. ILLANEs, La santificación del trabajo, 4 ed. Madrid 1973. V. t. la Bibl. del art. MORAL SOCIAL.

 

J. FERRER SERRATE , A. PEINADOR NAVARRO.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991