Monte de los Olivos


Macizo montañoso de Judea que flanquea Jerusalén por el este y, en parte, por el norte.

Características. Arranca de la cadena montañosa al norte de Jerusalén y se prolonga tres Km. de norte a sur hasta el wādi en-Nār que lo recorta por el sur. Lo separa de Jerusalén un estrecho «valle» o garganta que en la Biblia se llama valle de Josafat y valle Cedrón, que demarcan por norte y este la elevación de la ciudad. Tiene tres picos. El del norte, con 837 m. sobre el mar, se llama en la tradición occidental Monte Scopus; allí está ahora la Universidad Hebrea. El del sur, con sus 750 m., es llamado por los árabes Baţn el-Hawā; está enfrente de la primitiva Jerusalén jebusea y davídica; en su vertiente occidental, sobre el Cedrón, se asienta hoy el pueblo de Silwān; en la tradición occidental se le suele llamar Monte del Escándalo, porque fue allí donde se cree que Salomón edificó para sus mujeres los santuarios idolátricos (2 Reg 23,13). El pico del centro (825 m.) es el que comúnmente se llama Monte de los Olivos.

El A. T. designa a este M. de los O. con el equivalente hebreo de Har-hazzeitim que está de frente a Jerusalén a levante (Zach 14,4); lo mismo el N. T. (Lc 19,29; Act 1,12; etc.), y algunos autores profanos (F. Josefo, Bell., 11,262; Ant., XX,169). El nombre se conservó entre los árabes, que lo llaman ez-Zeitūn, y también et-Tūr, designación que asocia la idea de un monte sagrado. En la tradición Occidental se le llama también Monte de la Ascensión, por haber sido ésta localizada en su cumbre. En la falda de su vertiente occidental, al borde del Cedrón, está Getsemaní. Por la vertiente oriental, desciende gradualmente hacia las lomas del desierto de Judea, a excepción de la estribación más meridional que se prolonga en la dirección sudeste y en ella se asientan Betfagé y. más allá, Betania en las márgenes del desierto. La cima, desde una altura de unos 80 m., sobre la ciudad, domina a Jerusalén, de la que ofrece una espléndida vista. Act 1,12 señala que el monte dista de Jerusalén una jornada de sábado, algo menos de 1 Km., distancia que se puede aplicar a la cumbre pero no a la falda del monte. En tiempo de los romanos, que es el del N.T., el camino de Jerusalén hasta Jericó, transponía la cima del monte un poco al sur del actual hospital Augusta Victoria, y se adentraba luego en el desierto. A esta vía, por un ramal que pasaba también por Betfagé, se enlazaba Betania en las inmediaciones del monte.

Recuerdos bíblicos. El trazado del camino debía ser prácticamente el mismo ya en los tiempos del A. T. Cuando David huyendo de Absalón abandonó Jerusalén, atravesó por el valle Cedrón para introducirse en el «camino del desierto», «ascendió por la subida de los Olivos, y llegó a la cima donde se da adoración a Elohîm» (2 Sam 15,23.30.32). Al abrir los cimientos del hospital citado, se encontraron allí restos de habitación del periodo israelítico, haciendo suponer que este lugar pudo ser asiento del pueblo de Nob (cfr. Is 10,32) desde donde el invasor amenazó a Jerusalén. En la vertiente este parece estaba Bajurim (2 Sam 16,1.5; 17,18). Visiones proféticas relacionadas con el monte se leen en Ez 11,23 y Zach 14, 3 ss.

En el N. T. el monte está asociado con los últimos días de Jesús, a excepción de algunos casos. Jesús pasaba, a veces, la noche allí (lo 8,1; Lc 21,37), probablemente en el huerto a que alude lo 18,1; tradiciones posteriores hablan en concreto de una gruta. lo 18,2 y Lc 22,39 dirán que Jesús tenía costumbre de «retirarse al' monte». Subiendo Jesús de Jericó a Jerusalén por el desierto, «cuando a la altura de Betfagé y Betania llegó al pie del monte llamado de los Olivos» (Lc 19,29 y par.), y sin salirse de la ruta principal, envió al caserío «de enfrente», que debía ser Betfagé (a la izquierda de la ruta ascendente en dirección a Betania), a dos de sus discípulos para hacerse con un asno. Se formó así la procesión de entrada en Jerusalén (en lo 12,1-19 la perspectiva topográfica y cronológica es distinta). Dadas las comunicaciones entonces existentes, el encuentro de las hermanas de Lázaro de Betania con Jesús, que venía de la parte de Jericó (lo 11), se localizará fuera de Betania por el camino que la unía al monte ya Jerusalén. Así lo hace una pintura del tiempo de los cruzados que representa el episodio en la actual Betfagé. Sentado en el monte, en su vertiente occidental, contemplando la panorámica del Templo (Mt 24,2 y par.) expresó Jesús muchas de sus enseñanzas apocalíptico-escatológicas (Mt 24,3 par .).

Al monte salió Jesús después de la Cena (lo 18,2 especifica «al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto»), allí oró intensamente, sudó sangre (Lc 22, 44), y fue arrestado por sus enemigos guiados por Judas lscariote. Después de la Resurrección Jesús «sacó a sus discípulos hasta el camino de Betania» (Lc 24,50), hacia «el monte a una jornada de sábado de Jerusalén», de donde luego regresaron los discípulos (Act 1,12), y desde allí subió al cielo. Una antigua tradición localiza en el m. de los O. la enseñanza de Jesús acerca de la oración dominical, en consonancia con el relato de Lc 11, 1 ss. ( «en cierto lugar») a continuación del episodio de Betania (Lc 10,38-42).

Datos arqueológicos. Se descubren en primer lugar dos grupos de sepulturas, una encontrada en Silwān y otra en una localidad indeterminada, que pertenecen al periodo de transición del Bronce Antiguo al Bronce Medio (hacia 2200 a. C.). En Silwān también se han encontrado otras cámaras sepulcrales que se remontan al 700 a. C. (periodo israelita) y 400 y 200 a. C.

Aparte estos casos aislados, merecen especial mención en el monte propiamente dicho: 1) Una necrópolis jebusea en la vertiente oeste, a mitad de la pendiente ( Dominus Flevit). Fue descubierta en 1953 y excavada en los años sucesivos. Sin duda formaba parte de la necrópolis general de la Jerusalén de entonces. Estuvo en uso por espacio de unos 300 años, que se sobreponen al tardío Bronce Medio (2000-1550 a. C.) ya la primera parte del Bronce Reciente (1550-1200 a. C.). Tiene la importancia de ser, por ahora, el único monumento funerario de Jerusalén en esa época y de ilustrar, con su misma existencia y con los materiales en ella contenidos, la historia de Jerusalén en uno de sus periodos más oscuros. Esta necrópolis contenía buena cantidad de cerámica, alguna característica del periodo de los hicsos, piezas de alabastro y algunos escarabajos (uno con el jeroglífico de Tutmosis III), que demuestran la influencia faraónica sobre Jerusalén y su zona. Armas y alhajas indican que la gente allí sepultada era de buena posición.

2) Una necrópolis judío-cristiana, en el mismo lugar de la precedente, descubierta y excavada al mismo tiempo. En las inscripciones se encuentran nombres tan familiares al N.T. como Marta, María, Filón de Cirene, Simeón Bar Yonah (cfr. Mt 16,17; lo 1,42), y de la misma época. La serie de tumbas y osarios más antigua cesa, al parecer, en el 135 d. C. La presencia de nombres judíos, ornamentación judía y cruces aspadas muestra que se trata de una necrópolis en que judíos y judío-cristianos usaban las mismas tumbas de familia. Entre los signos cristianos destaca el llamado monograma «constantiniano», dibujado en el osario de «Judas el prosélito de Tiro», y que, en este contexto, no puede significar sino «cristiano» (en griego). Las lenguas representadas en las inscripciones son arameo, hebreo y griego. Se han descubierto restos de una necrópolis del periodo bizantino (s. III-VII) delante de la actual basílica de la Agonía en Getseinaní, y otra bizantina y medieval en la llamada gruta de Getsemaní. Un poco al sur de la basílica se hallan todavía monumentos sepulcrales que se remontan a los últimos siglos precristianos y primeros siglos cristianos. Son las llamadas tumbas de Absalón, Josafat (o Santiago el Menor) y Zacarías. Tumbas de esta misma época se encontraron en Betfagé, algunas de ellas con signos religiosos judíocristianos. Otras cámaras sepulcrales aparecieron en la cima del monte cuando se excavó el lugar de la iglesia Eleona; parecen ser cristianas y, algunas, anteriores a la iglesia.

3) En el mismo sitio y época de I) y 2) se descubrió una capilla dedicada a la profetisa Ana, con una inscripción (incompleta) en griego, y un oratorio perteneciente a un monasterio, todo ello del tiempo bizantino, quizá del s. VII. Una capilla reciente en este lugar llamado Dominus Flevit conmemora el episodio de Lc 19,41.

En el tema de construcciones sagradas son de mencionar los restos (ábsides y mosaico) de la iglesia del s. IV en Getsemaní, a la que siguió en el s. XII la de los cruzados y la moderna de 1921. En las paredes y techo de la gruta de Getsemaní se han encontrado graffiti del s. VII, y en el pavimento, además de las tumbas, aparecieron varias capas de mosaico, la más baja es del s. IV. En la cima del monte se ve todavía el octágono, con otros residuos, del santuario de los cruzados a la Ascensión. La rotonda bizantina de la Ascensión (Imbomon = en el cerro), construida por Pomenia a fines del s. IV, se descubrió en 1959 al pie del octágono de los cruzados hacia el sudeste en un nivel más bajo. Un poco más al sur se encuentran las ruinas, excavadas en 1911, de la iglesia constantiniana llamada en las fuentes literarias Eleona (o Elaeon; de elaiōn = olivar). Merece notarse una gruta bajo el presbiterio donde se supone que Jesús enseñó el «Padre Nuestro».

En Betfagé diversos hallazgos arqueológicos «indican una ocupación más bien intensa de esta zona desde el s. II a. C. hasta el s. VIII d. c.» (Saller, The Archaeological Setting). En Betfagé vio Eteria una iglesia a fines del s. IV en memoria del encuentro de Jesús con las hermanas de Lázaro.

BIBL. : H. VINCENT y F.-M. ABEL, Jérusalem Nouvelle, I-II, París 1914, 301-418; S. SALLER, The Jebusite Burial Pace, «Publications of the Studium Bibl. Francisc.», 13, Jerusalén 1964; ÍD, Jerusalem and its Surroundings in the Bronze Age, «Studii Bibl. Francisc. Liber Annuus», XII (1961-62) 146-176; ÍD, The Archaeological Setting of the Shrine of Bethphage, íb. XI (1960-61) 172-250 (con un Excursus por M. TESTA, 251-287); B. BAGATTI y J. T. MILIK, Gli scavi del «Dominus Flevit», «Publicazioni dello Studium Bibl. Francisc.», 13, Jerusalén 1958; V. CORBO, Ricerche Archeologiche al Monte degli Ulivi, íb. 16, 1965; V. VlLAR HUESO, Onomástica neotestamentaria y símbolos cristianos en el cementerio «Dominus Flevit», «Estudios bíblicos», XVIII,3 (1959), 285-291.

M. MIGUÉNS ANGUEIRA.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991