MINISTROS DE LOS ENFERMOS, CLÉRIGOS REGULARES (Camilos; Ordo Clericorum regularium ministrantiunm infirmis: M.I.)
Al llegar el s. XVI, la crisis Renacentísta conmueve los cimientos de la
sociedad, el protestantismo rompe la unidad de la Iglesia, y ambas determinan un
grave retroceso en el espíritu cristiano. Todas las obras de beneficencia acusan
el golpe. De los hospitales ofrecen cuadros desoladores los cronistas de la
época: desorden, inmoralidad administrativa, abandono, escasez extremada y falta
de elemental higiene. Trato inconsiderado, con frecuencia inhumano y ausencia
casi absoluta de asistencia espiritual. El moribundo espera en vano la mirada
compasiva, la palabra de consuelo, la presencia solícita y cariñosa del amigo
junto a su cabecera en los momentos de su agonía. En tales circunstancias S.
Camilo de Lelis (v.), llevado providencialmente al hospital por caminos de
contradicción y de misterio, vive el problema en su cruda realidad, decide
enfrentarse con él y funda en Roma la Orden de M. de los E. Sixto V (v.),
aprueba la Congregación en 1586, y Gregorio XIV, por la Bula Illius qui pro
gregis de 21 sept. 1591 la eleva a Religión de votos solemnes. En dicha Bula son
aprobadas las primeras Reglas escritas por S. Camilo, las cuales constituyen la
estructura fundamental del texto definitivo redactado por el 20 Capítulo General
en 1599 y aprobado por Clemente VIII, en la Bula Superna dispositione de 29 dic.
1600. En ellas se incluyen: el cuarto voto, que añade a los tres comunes, por el
cual los profesos se obligan, a tenor de las Constituciones, a la asistencia
espiritual y corporal de toda clase de enfermos, aun con peligro de la propia
vida; su distintivo es la cruz roja en el pecho cosida sobre el hábito talar;
igualdad entre sacerdotes y hermanos coadjutores; asistencia a enfermos tanto de
día como de noche y permanencia indefinida en hospitales u otros lugares por tal
motivo; prohibición de llevar la dirección o administración de hospitales no
pertenecientes a la Orden, de mezclarse directa o indirectamente en asuntos
económicos de los enfermos, y de exigir retribución, pudiendo sólo aceptar para
la comunidad las limosnas ofrecidas espontáneamente. Las modificaciones
posteriormente aprobadas son accidentales, complementarias o de obligada
adaptación a las circunstancias, sin alterar el espíritu primitivo
Su espiritualidad es parecida a la de otros Institutos similares. Ofrece
la particularidad de que realiza el encuentro con Dios a través del enfermo con
el que se compenetra y al que se consagra mediante una promesa sellada con voto
solemne. Se le ha dado el nombre de espiritualidad de la caridad con los
enfermos y alcanza elevados vértices de perfección con la trasformación integral
de la persona en caridad operante
Su fin principal es servir espiritual y corporalmente a los enfermos,
según el espíritu del fundador, dando testimonio vivo y permanente de caridad
cristiana a través de las varias obras de apostolado que se adaptan a
situaciones, tiempos, lugares, etc., relacionadas con el apostolado de enfermos
Nace la Orden en un tiempo de renovación y de reconquista espiritual en el
que una constelación de nuevosInstitutos religiosos constituyen las fuerzas de
vanguardia. Por el frente de la caridad, junto a las instituciones de S. Juan de
Dios (v.) y de S. Vicente de Paúl (v.), se encuentra la de S. Camilo. El primer
campo de acción de este último es el hospital de Santiago de Roma, y la casa,
con su iglesia adjunta de la Magdalena, su primera residencia propia. Ella es
cuna de la Orden y sede, todavía hoy, de la Curia Generalicia. Entre los
primeros colaboradores figuran los PP. Sancho Citatelli, Blas de Opertis, Pedro
F. Pellizoni y Bautista Novati. Se extienden pronto por Italia y luego por
diversos países de Europa a donde son llamados para atender a los heridos en los
campos de combate y a los enfermos de los lazaretos. A la muerte de S. Camilo el
14 jul. 1614, el número de religiosos pasa de 300 además de los 210 que murieron
hasta esta fecha, en su mayoría víctimas de contagio asistiendo a los enfermos
en las epidemias, frecuentes en aquella época
La primera fundación en España es la de Madrid en 1634. La Real Cédula de
admisión les fue otorgada el 3 sept. 1642. Granada, Córdoba, Santa Cruz de
Mudela, Zaragoza y Barcelona figuran entre las primeras fundaciones. En Madrid
abren el Noviciado y en Alcalá y Salamanca sendos colegios de formación y
estudios superiores. Forma Provincia aparte en 1684 con el nombre de
Hispano-India. Se extiende a Portugal donde abren siete casas. En América, la
primera y principal fundación es la de Lima y data de 1709. En ella establecen
el Noviciado y una casa de formación para vocaciones nativas. Por su especial
misión de asistir a los moribundos les dan el nombre popular de Padres de la
Buenamuerte, como en algunas regiones de España el de Agonizantes. Son dignas de
mención las fundaciones de Arequipa, Ayacucho, Quito, La Paz y Popayán. También
las de México y Santo Domingo donde sobresalen los padres Francisco Laguna y
Gaspar Hernández. La Provincia Hispano-India dio a la Orden cinco Superiores
Generales y alcanzó su máximo desarrollo en la segunda mitad del s. XVIII.
Destacan entre otros los PP. Pedro Marieluz y Martín de Andrés, figura cumbre
por su piedad, ciencia y dotes de gobierno, que dio gran impulso a la Orden
tanto en España como en América. De esta época es también el célebre y discutido
P. Camilo Henríquez, héroe de la Independencia de Chile que nació en Valdivia en
julio de 1769 y murió en marzo de 1825. Ha sido llamado apóstol de su religión y
de la libertad de su patria
Posteriormente el cerco de leyes sectarias levantado en torno a las
órdenes religiosas va acentuando a principios del s. xix, su acción opresora
hasta exterminarlas por completo. Por tal motivo los M. de los E. desaparecen de
España, Portugal y América en 1835. Un leve rescoldo permaneció siempre
encendido en Lima, donde el clamor popular arrancó del Gobierno del Perú en 1844
un decreto de excepción a favor del convento de la Buenamuerte. La Orden comenzó
a ser restaurada en España en 1893. De nuevo envía refuerzos al Perú para
reavivar la llama no extinguida y fundar más tarde en Argentina. Tras el bache
de ruina, de dispersión y de víctimas por causa de las revoluciones y guerra de
1936, recobra su ritmo de actividad silenciosa junto al enfermo, con dedióación
preferente a la asistencia espiritual en hospitales y Establecimientos
sanitarios. Otras Provincias por su parte han fundado Misiones y se han
extendido por Colombia, Brasil, USA y Canadá
Existen tres ramas femeninas: Hermanas Ministras fíe los Enfermos; Hijas
de San Camilo, y el Instituto secular de Misioneras de los Enfermos. Están
agregadas a la Orden en cuanto a mutua comunicación de sufragios, colaboración
especial en el común ministerio de enfermos y en algunas otras prerrogativas
determinadas, conservando por lo demás su total independencia jurídica
La orden está extendida por diversos Estados de Europa y América y ejerce
su peculiar apostolado en varias misiones. Se divide en Provincias y
Consociaciones de las mismas cuya formación y Estatutos determina el Capítulo
General. El Gobierno supremo lo forman el Superior General, el Vicario General y
un Consultor por cada una de las Consociaciones. El Vicario General es también
Procurador y Secretario. Todos ellos son elegidos por seis años en el Cap.
General. Los Sup. Provinciales los nombre la Consulta General. Los Locales, el
Provincial con sus Consejeros, previo el voto consultivo de los religiosos de
cada Provincia
V. t.: CAMILO DE LELIS, SAN
BIBL.: M. VANTI, San Camilo de Lelis, 3 ed. Roma 1964; íD, Storia dell'ordine, Roma 1944; C. DE CARLO, lus Ministrantium Injirmis, Vicenza 1953; P. RIQUET, La charité du Christ en action, París 1961; V. OTTAZZI, Pastorale ospedaliera, Roma 1967; Actas del Capítulo General de Roma 1971
A. MIRALLES SALES
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991