MESALIANOS
El mesalianismo es una herejía (ca. s. IV) que ve en la oración el único medio
eficaz para vencer al demonio y poseer al Espíritu Santo, quien, según ellos,
realiza la salvación en detrimento del bautismo y de los otros sacramentos.
Entre las fuentes para su estudio conviene señalar: El Panarion de Epifanio de
Salamina (PG 756773); el De liaeresibus de S. Agustín (PL 42,40-41); la Historia
Ecclesiastica de Teodoreto de Ciro (PG 82,11411145) así como su Haereticarum
fabularum conipeudiunz (PG 83,429-432); el De fide orthodoxa de S. Juan
Damasceno (PG 94.728-734) que depende de Epifanio y de Teodoreto en lo que
respecta a las herejías; la Bibliotheca de Focio (PG 103,88 ss.). Las obras,
netamente mesalianas, Diatheque de Lampecio y el Asceticon, probablemente de
Adelfio, se han perdido. Tampoco se conserva la réplica que hicieron al
mesalianismo Anfiloquio de lconio, Arquelao de Cesarea y el monofisita Severo de
Antioquía. Finalmente, constituyen también una fuente para su estudio todas
aquellas obras que, según las últimas investigaciones, provienen de medios m.
como, p. ej., la doctrina pseudo-macariana
Nombre. A los adictos de tal secta se les conoce normalmente por
mesalianos, palabra que proviene del arameo y que tiene un significado de
orantes. Exactamente lo mismo significa el nombre griego de eufitas; debido a
sus prácticas de frenetismo se les llamaba en ocasiones «entusiastas». El nombre
de adelfianos les deriva de Adelfio, uno de sus principales jefes, que fue
condenado a fines del s. IV. Timoteo de Constantinopla (s. VI-VII) dice de ellos
que eran conocidos como «marcianistas, mesalianos, eujitas, coreutas,
lampecianos, adelfianos, entusiastas» (cfr. PG 86,46-47)
Historia. Los m. aparecen por vez primera en Mesopotamia, sin que se pueda
concretar qué circunstancias dieron lugar a este movimiento y quiénes fueron sus
jefes. Lo cierto es que, en tiempos de Constancio (m. 361), habían invadido
Siria y el Asia Menor, extendiéndose en bandas organizadas de hombres y de
mujeres. Epifanio habla de dos clases de m.: unos, más antiguos, que eran
gentiles y otros, provenientes de los anteriores, que usurpaban el nombre de
cristianos. Aunque el texto de Epifanio presenta difícil puntuación, sin
embargo, la datación de la herejía puede encuadrarse en el s. iv. Según afirma
Epifanio, como los m. más antiguos fuesen perseguidos y algunos de ellos fuesen
muertos por los generales, los supervivientes se reunían junto a las tumbas para
rendirles culto, derivándoles de aquí el nombre de martirianos. Estos tales
dieron origen a la secta de los satanianos habida cuenta del culto que rendían a
Satán para hacérselo favorable
Los m. cristianos fueron condenados por primera vez en el sínodo de Side
de Panfilia (ca. 390) celebrado bajo la presidencia de Anfiloquio de Iconio y de
otros 25 obispos. Dicho sínodo envió a Flaviano una carta sinodal que contenía
las principales decisiones tomadas contra ellos. Flaviano, por su parte, con 30
sacerdotes y diáconos y con otros obispos, los condenó en un sínodo haciendo que
fuesen expulsados de Siria. A la muerte de Flaviano (ca. 404), tales sectas
experimentaron un auge elevado. Sisinio y Teodoreto, patriarca de Antioquía,
escribieron a los obispos de Panfilia advirtiéndoles que no admitiesen de nuevo
a los ya anatematizados aun en el caso de que pidieren rigurosa penitencia.
Nestorio (v.), sucesor de Sisinio en la sede de Antioquía, dio todavía muestras
de mayor intransigencia. Obtuvo del Emperador una ley mediante la cual se les
prohibía cualquier clase de reunión así como hacer oración tanto en las ciudades
como en el campo. Así las cosas, se quiso solucionar la cuestión en la sesión
VII del Conc. de Éfeso (431). Valerio de Iconio y Anfiloquio de Side presentaron
la carta sinodal de Constantinopla (a. 425) y el Asceticon, libro cualificado de
la secta. Algunas proposiciones de este libro fueron condenadas como «blasfemas
y heréticas» y se les propuso que suscribiesen unos anatematismos
Timoteo de Constantinopla afirma que ya S. Cirilo los había combatido, y
Focio añade que Juan de Antioquía escribió una carta a Nestorio contra ellos.
Más tarde, Arquelao de Cesarea de Capadocia condenó 24 proposiciones de su
doctrina. Ca. el s. vi-VII, tenemos nuevos nombres con errores que continuarán
arraigando posteriormente en numerosas sectas, tales como los paulicianos y los
bogomilas (s. XI; V.)
Doctrina. La afirmación tajante de la existencia del pecado original es
punto principal de la doctrina mesaliana. Todos los hombres que vienen a este
mundo traen del primer padre, juntamente con la naturaleza, la esclavitud del
demonio. El mismo cuerpo que el Verbo asumió de María estaba lleno de demonios a
los que expulsó antes de asumirlo. El demonio, que hay en nosotros, es el que
nos incita a acciones absurdas y a la concupiscencia. Todo el planteamiento de
los m. consiste en una praxis en orden a arrojar el demonio. Pero dado que esa
praxis tiene unos presupuestos doctrinales erróneos, ella misma resulta también
ilegítima. Los adictos a tal secta rechazan los medios propuestos por la Iglesia
como suficientes y eficaces. El bautismo, según ellos, no ofrece utilidad
alguna, pues si bien quita los pecados cometidos, de hecho no extirpa la raíz
misma de tales pecados. Así mismo, la Eucaristía no es ni buena ni mala,
sencillamente es inútil, dado que no creen en la presencia real de Jesucristo.
De entre los medios ascéticos, el ayuno y la mortificación no hacen falta para
reprimir los movimientos malos del cuerpo, así como tampoco es necesaria la
enseñanza que podría ser medio de moderación y de equilibrio
Como único remedio válido y eficaz ponen la oración; por consiguiente, el
monje se debe dedicar a la oración perpetua y continua, ya que solamente ella es
capaz de quitar la raíz del pecado: el demonio malo que habita en el hombre.
Pueden enumerarse como efectos logrados por la oración: 1) la expulsión del
demonio que sale del cuerpo a través de los mocos, esputos y excrementos y que,
en saliendo, aparece como humo o como una serpiente; 2) inmediatamente se
produce la imperturbabilidad de las pasiones del alma o apatheia; 3) el Espíritu
Santo, único que en definitiva santifica, viene entonces al alma. Su presencia
se percibe como liberación de toda perturbación del cuerpo y de toda inclinación
mala del alma. Entonces el alma siente la unión con el Esposo celeste de igual
manera que la mujer en la unión marital; 4) además de una percepción sensible de
la presencia de la Trinidad, dicen tener una previsión del futuro ya que
perciben revelaciones en sueños que atribuyen al Espíritu Santo, y un
conocimiento del estado de las almas de los muertos y del corazón y los afectos
de los hombres; 5) como consecuencia de esto, eJ alma del hombre espiritual,
después de la apatheia, se trueca en naturaleza divina e inmortal y, por tanto,
aunque se entregue a los placeres no peca, dado que no está sujeta a
perturbación alguna
Como se puede advertir, en la doctrina mesaliana existe una confusión
entre pecado original y concupiscencia (v.); también se constata fácilmente una
identificación entre gracia y sensibilidad de la gracia misma, como también un
cierto dualismo (v.) maniqueo al afirmar que todo hombre, incluso bautizado,
está habitado por el demonio al que únicamente logra expulsar, mediante la unión
mística del Espíritu Santo a través de la oración
Consecuencia lógica de esta doctrina es el género de vida característico
de los m. No trabajaban, pues consideraban el trabajo como un vicio; en
concreto, no realizaban ningún trabajo manual ya que decían ser «espirituales».
Afirmaban que dedicaban el día entero a la oración, aunque se les acusaba de
pasar todo el tiempo durmiendo. Como «entusiastas» que eran, daban saltos
tratando de convencer que saltaban sobre los demonios, haciendo gestos con las
manos simulando que disparaban flechas contra ellos. Generalmente, trataban de
ocultar sus prácticas hasta el punto de negarlas cuando se les acusaba. Su
respuesta era que todo estaba permitido a aquel que poseía la apatheia
BIBL.: É. AMANN, Messaliens, en DTC X,792-795; H. RAHNER, Messalianismus, en LTK 7,319-320; I. HAUSHERR, L'erreur fondamentale et la logique du messalianisme, «Orientalia Christiana Periodican 1 (1935) 328-360; 495-502; E. Dt7RR, Diadochus v. Photike und die Messalianer, Friburgo de Br. 1938; A. KEMMER, Gregor v. Nyssa und Ps.-Makarius. Der Messalianismus im Lichte dstl. Herzensmystik: Antonius Magnus Eremita, Roma 1956, 268282; H. U. VON BALTHASAR, Herrlichkeit. Eme theologische flsthetik, I, Einsiedeln 1961, 258-265
J. IBÁÑEZ IBÁÑEZ
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991