MASONERÍA I. HISTORIA.
Conocida más universalmente por francmasonería, procede por su etimología del
francés franc (libre) y mapon (albañil); es decir, albañil libre, aludiendo con
ello a lo que la m. considera como su más remoto origen: la comunidad de
albañiles que dirigidos por Hiram de Tiro construyeron el templo de Salomón. Más
que sociedad secreta (v.), como ha sido considerada, diremos que la m. es una
sociedad cerrada que, por fundamentarse en unos principios determinantes, ha
sufrido modificaciones y transformaciones paralelas a los supuestos ideológicos,
intelectuales, morales y religiosos que le dieron vida. Aunque suele hablarse de
un periodo mítico y legendario de la m. (mito de Hiram) y de otro periodo
llamado de m. «antigua» u «operativa» (que no es sino la continuación y
transformación de las agrupaciones gremiales del Medievo y del Renacimiento), la
auténtica m., considerada en el moderno significado de la palabra, llamada
«masonería moderna» o «masonería especulativa», surgió a principios del s. xviii
con carácter de sociedad de «iniciados», primero al culto divino, que más tarde
deviene en iniciación a las virtudes y adquiere el matiz
filantrópico-racionalista con que se la distingue
Historia. La m. propiamente dicha surgió en 1717 por obra de los pastores
protestantes ingleses lames Anderson y J. T. Desaguliers, continuadores del
movimiento espiritual inspirado por Comenio (v.). Recibe una estructuración
sistemática y definida en 1723, cuando publica Anderson The Constitutions of the
Free-Masons. Desde entonces, la m. recogió las influencias de las corrientes
intelectuales del enciclopedismo del s. XVIII (v. ILUSTRACIÓN) y del
racionalismo y liberalismo del S. XIX (Y. LIBERALISMO). Se difundió muy
rápidamente por Europa: en 1721, se constituyó la primera logia en Francia; en
1717, en Rusia, establecida por Pedro 1; en 1723, en España; en 1734, en La
Haya; en 1738, en Boston; etc
La establecida en Francia, de origen escocés, estuardista, fue favorecida
por el espíritu racionalista francés; estableció como rito el «escocés antiguo y
aceptado» frente al de York de las logias inglesas; y, en 1738, al fundarse la
Gran Logia de Francia, la francesa quedó desvinculada de la inglesa,
encontrándose desde entonces en abierta oposición. De esta división nacieron las
tres ramas principales de la m. actual: Rito inglés, Rito escocés, Rito
simbólico francés. Frente al carácter aristocrático y puritano de la m. inglesa,
la francesa evolucionó hacia un difuso deísmo (v.), inspirado en el racionalismo
naturalista que poco a poco le hace perder el matiz religioso que tenía aquélla;
más adelante, en un segundo proceso de transformación, cambia su concepción de
una base aristocrática de la sociedad por una estructura más democrática,
intelectual y politizada
Aunque se ha querido ver siempre una activa participación política en los
designios de las logias, a las que se atribuyen la casi totalidad de las
revoluciones burguesas del s. XIX, lo cierto es que, en principio, la m. no tomó
parte trascendente en ellas. Hoy día está en entredicho la relación que pudo
tener con la Revolución (v.) francesa, a pesar de la coincidencia de lemas de
las mismas en el epígrafe de «libertad, igualdad y fraternidad». Pero mientras
que en la m. anglosajona pervive el espíritu estático y religioso inicial, la
francesa se convierte, pasado el Terror y bajo el Imperio, en paladín de las
nuevas tendencias liberales. Masón y liberal serán términos coincidentes en
algunos países europeos; durante el s. XIX, la burguesía mercantil, intelectual
o militar, desplaza al aristocratismo y al afán de perfectibilidad humana que la
dominaban al nacer
En 1804, la Gran Logia General de Francia se convierte con Napoleón en el
primer centro impulsor de la m. en Europa, siendo designado gran maestre José
Bonaparte. El predominio de la m. francesa en Europa origina una escisión
interna en el universalismo de la misma. La inicial ruptura de las logias
francesas, por motivos religiosos, se acentúa más aún a mediados del s. xix,
cuando la Gran Logia de Francia suprime la obligación del lema «A la Gloria del
Gran Arquitecto del Universo», quedando separada por ello del cuerpo masónico
general y siendo repudiada por la Gran Logia unida de Inglaterra. Desde entonces
persiste la división. Por un lado, la m. deísta, de carácter ritual, muy
conservadora en moral y en costumbres, que forma un bloque dirigido por
Inglaterra; por otro, una m. carente de espíritu religioso, más intelectual, con
base humanística e implicada fuertemente en los acontecimientos de su tiempo,
particularmente en el campo del compromiso político; no obstante, al quedar
superado el liberalismo político intelectual, que le dio base, por nuevas
tendencias (socialismo, totalitarismo, neocapitalismo, cte.), devino en mero
humanismo formalista
En Inglaterra y países nórdicos, la m. sigue vinculada a las realezas; en
Francia, inclinada siempre a fórmulas de gobierno basadas en la estricta
libertad individual, fue siempre respetada por todos los regímenes políticos
hasta 1940 en que el mariscal Petain la declaró fuera de la ley; aunque,
posteriormente, en tiempo del general De Gaulle, quedó sin validez dicha ley
En el s. xx se han efectuado varios intentos de unificación. El de 1910
fracasó al negarse Inglaterra a reconocer a la Gran Logia de Francia, que
insistía en no aceptar el espíritu ritual y simbolismo religioso que tenía
aquélla. El 15 mayo 1954 se llevó a cabo, sin éxito, otro nuevo intento; no
obstante, cinco grandes logias europeas llegaron a un acuerdo de unificación en
Luxemburgo, dejando excluida a Inglaterra. Finalmente y tras algunas defecciones
(las de Austria, Suiza, cte.), varios países europeos, como Francia, Alemania,
Bélgica, Holanda y Luxemburgo, según los acuerdos de sus respectivos grandes
maestres aceptados en las reuniones de Estrasburgo y Bruselas de1961, han
llegado a una fusión total sustentada en. la libertad de conciencia y tolerancia
mutua, acuerdos a los que posteriormente se ha adherido Italia
En la actualidad, las logias masónicas más florecientes están en los EE.
UU., que posee cuatro de los cinco millones de masones regulares que se calcula
hay en el mundo; le siguen los de Inglaterra con medio millón. Fieles a sus
antecedentes liberales, las sociedades masónicas son inconformistas de todo
régimen político autoritario y están inscritas como una corriente más del
pensamiento contemporáneo. Se declaran propugnadoras de una vaga espiritualidad
deísta y de un humanismo trascendente. En 1960, el gran maestre de la Chaine
d'Union declaraba que «los jalones permanentes de nuestra obra y justificación
de nuestra existencia» estaban marcados por: el sentimiento de la fraternidad,
el sentido cívico a escala universal y la protección del hombre y de los valores
que representa y que le caracterizan esencialmente, a saber: aquiescencia a la
razón, a los valores morales permanentes y a la libertad.
Masonería en España. El tipo de m. estudiado hasta ahora no fue
exactamente el que arraigó en los países latinos, concretamente en Italia y
España, en los que la m. se ha considerado siempre como sociedad secreta con
fines más secretos aún, claramente anticatólica y muy vinculada a la actividad
política; además, por ser la m. sociedad internacional se han señalado a los
masones como traidores a la patria
En España, la m. moderna o especulativa, que es la m. en el sentido actual
de la palabra, fue establecida en 1727 al fundarse la Matritense, primera logia
de Madrid, por lord Wharton, si bien funcionaba otra desde 1726 en Gibraltar.
Años después, en 1739, lord Raimond constituía la Gran Logia Provincial de
España, con sede en Andalucía. Son logias de fundación y obediencia inglesas y,
durante el s. xviii, mantuvieron, en gran parte, el espíritu inicial que las
creara, formando parte de las mismas una minoría ilustrada española, de carácter
selectivo aristocrático e intelectual. La figura más destacada de este periodo
es el conde de Aranda (v.), que desvincula la m. española del Oriente inglés,
aceptando en cambio el rito escocés de las logias francesas. En 1780, se crea el
primer Gran Oriente español, que alcanza gran florecimiento con Montijo, sucesor
de Aranda. En este primer periodo, la m. española tiene ya alcance y
significación política debido a la actividad de Aranda y, principalmente, de
Montijo, en quien se ha querido ver uno de los responsables del motín de
Aranjuez (v.)
Al iniciarse el s. XIX, la influencia masónica en España es doble: hay
logias de inspiración francesa favorecidas por la presencia en España de José
Bonaparte (v.), y las hay de inspiración inglesa. De aquéllas forman parte los
ilustrados llamados afrancesados (v.); de éstas los patriotas, entre los cuales
se forman los cuadros de los liberales que intervienen en las Cortes de Cádiz
(v.). Las logias españolas quedaron reducidas a la clandestinidad al retornar
Fernando VII, si bien en 1816 se establece un nuevo Gran Oriente en Granada,
continuación del de Montijo; estas logias, que eran el vehículo de trasmisión de
la ideología política liberal, devienen en reductos de conspiraciones contra la
monarquía absoluta. La m. española adquiere entonces unas características
peculiares: carácter conspirador y reducto del militarismo romántico liberal,
pues a ella pertenecen todos aquellos (Lacy, Riego, Torrijos, etc.) que
protagonizan en España, de manera sistemática y continuada, el sinfín de
pronunciamientos propios del s. xix hispánico
Los hombres que acceden al poder durante el llamado trienio constitucional
(1820-23) procedían del Gran Oriente español; un grupo discrepante sale de las
logias y, aceptando de éstas sólo el ritual y los símbolos, constituyen una
sociedad típica española, los Comuneros, donde se sustituye la doctrina masónica
por un especial ideal revolucionario, burgués y liberal, aplicado a España. Es
éste el momento de más fuerte influjo político de la m. española,
particularmente en 1822. En ese mismo año se funden masones y parte de los
comuneros (el ala izquierda de los comuneros pasa al carbonarismo; v.
CARBONARIOS), bajo la dirección de Pérez de Tudela, terminando así por
desvirtuarse lo que quedara en las logias de primitivo espíritu masónico
En 1824-54, la m. está prohibida y de nuevo en clandestinidad; sin
embargo, entre las revoluciones de 1854 y 1868, las logias españolas actúan con
efervescencia en los medios políticos, educacionales, intelectuales y militares,
adquiriendo un fuerte matiz anticatólico. Hasta 1868 no sale la m. a la calle,
reconocida públicamente, asistiendo los miembros de las logias con sus insignias
y símbolos a los entierros del infante Enrique y de Prim (1870). A raíz de la
revolución de 1868, la m. española conoce un periodo, aunque corto, de auge e
influencia en la vida nacional. Los responsables más directos de la revolución
pertenecían a las logias, civiles o militares; por ello, en la Constitución de
1869 se cree percibir claras huellas del espíritu masónico español que le dio
vida. Este papel decisivo jugado por la m. en España perdura durante el efímero
reinado de Amadeo I, quien había letentado elevados grados en las logias
italianas. Con la Restauración, en 1874, aparecen nuevas leyes que la prohíben y
desde entonces se ha querido siempre ver en ella un activo artífice de los
múltiples y contradictorios bandazos y vaivenes de la política hispánica. De
modo especial se le atribuye una participación muy directa en la implantación de
las dos repúblicas españolas, estimándose que jugaron un significativo papel en
el desarrollo y desenlace de los acontecimientos que originaran la Guerra civil
de 1936. En 1888, los tres Grandes Orientes españoles, además del Supremo
Consejo de Colón en La Habana, se unificaron en uno solo, formando logia aparte
el Gran Oriente militar español
Los reyes españoles de la casa de Borbón, que nunca aceptaron grados de la
m., al menos hasta 1874, la prohibieron a medida que lo hacía la Iglesia
Católica. A raíz de la bula prohibitiva de Clemente XII, en 1738, lo hizo Felipe
V; después Fernando VI, Fernando VII, etc. Actualmente, la m. está prohibida
por.ley del 1 mar. 1940, sobre delitos de m. y comunismo
BIBL.: J. ANDERSON, Le liare des Constitutions maponniques, trad. E. JOUIN, París 1930; Crt. LEDRÉ, La masonería, Andorra 1958; J. BERTELOT, Les franc-macons devant 1'histoire, París 1949; J. BOUCHER, La symbolique maponnique, París 1948; R. F. GOULD, History of Freemasonry, Londres 1951 (masón); A. G. MACKEY, Enciclopaedia of Freemasonry, 5 ed. Chicago 1950 (masón); V. DE LA FUENTE, Historia de las sociedades secretas, antiguas y modernas en España, 3 vol., Barcelona 1933; E. COMíN COLOMER, La masonería en España, Madrid 1944
A. M. BERNAL RODRÍGUEZ
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991