MÁRTIR 8. Iconografía
La veneración de los restos de los m. o lo con ellos relacionado dio origen en
el desarrollo del templo (v. TEMPLO v) a la confessio, de la que deriva la
cripta, a la amplitud del crucero y a la aparición de la girola, aparte de la
confección de relicarios (v.). Éstos, en un principio, tienen forma de arqueta,
y ya en el prerrománico adquieren formas diversas, frecuentemente en razón de la
parte del cuerpo que contienen o simplemente como bustos ostensorios o en forma
de cilindros de vidrio
Los símbolos específicos de los m. son el color rojo de sangre; el blanco,
con palmas, en este caso en relación con el texto del Apocalipsis (VII,9); la
palma; la corona, bien vegetal o de pedrería, en sus manos, portándola ángeles o
entregándosela Cristo, todo en relación con la costumbre de los juegos antiguos
y del símbolo del triunfo; la cruz, por analogía con Cristo; o el instrumento
correspondiente a su martirio. A veces también los símbolos están en relación
con su nombre, con su origen o con su carácter; en otros casos es una alusión a
algún pasaje significativo de su vida o a un milagro realizado por su
intercesión y, ya en fecha tardía, en razón del patronazgo se le añaden símbolos
profesionales, como ocurre en la iconografía general de los santos. Especial
interés tienen los cefaloforos, es decir, aquellos que llevan la cabeza entre
sus manos ante el pecho, quizá inspirado en la disposición de la cabeza del m.
decapitado para su entierro, aunque también se ha apuntado un texto de S. Juan
Crisóstomo
En la evolución de la representación de los m. se sigue, como es lógico,
la que se deriva de la estilística general de las artes figurativas. Se pasa de
un carácter simbólico o de su representación en el cielo a un predominio de lo
narrativo, con pasajes de su vida y martirio, como vemos ya en el gótico y,
fundamentalmente, en el realismo barroco
V. t.: ACTA MARTYRUM; MARTIROLOGIO; RELIQUIAS
BIBL.: Acta Sanct; Bibl. Sanct.; P. ALLARD, Dix lepons sur le martyre, París 1945; H. DELEHAYE, Martyr et conlesseur, «Analecta Bollandiana» (1921) 20-49; H. LECLERCQ, Martyre, en DACL 10, 2359-2512; R. HEDDIE, Martyre, en DTC X,220-254; A. P. FRUTAZ y 1. BECKMANN, LTK 7,233-244; F. DORNSEIFF, Der MRrtyrer. Name und Bewertung, «Archiv für Religionswiss», 22 (1923-24) 133 ss.; E. HOCEDEZ, Le concept du martyr, «Nouvelle Rev. Théologique» 55 (1928) 81-99; 198-208; H. DELEHAYE, Sanctus, Bruselas 1927 H. VON CAMPENHAUSEN, Die Idee des Martyriums in der Alten Kirchen, Gotinga 1935; E. PETERSON, Zeuge der Wahrheit, Leipzig 1937; E. GÜNTHER, Martyr. Die Geschichte eines Worts, Güterslch 1941; N. BRox, Zeuge und Mürtyrer, Munich 1961
JOSÉ MARTA DE AZCARATE
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991