MÁRTIR 7. Culto a los mártires


El aprecio de las comunidades cristianas hacia el martirio se traduce, desde temprana hora, con la veneración que profesan a sus m. El culto que les tributan está íntimamente ligado con los ritos funerarios. Los primeros cristianos, ya en vida de los Apóstoles, enterraban con el honor debido a los héroes de la fe (cfr. Act 8,2). Según el uso de la época, se reunían alrededor del sepulcro del m. en el dies natalis o aniversario, es decir, no en la fecha del nacimiento terreno de la persona conmemorada, como hacían los paganos, sino en la fecha de la muerte o nacimiento del m. a la verdadera vida en Dios. Estas reuniones revestían un carácter de marcada alegría. En ellas se pedía la intercesión del o de los m. S. Agustín se alza en contra de aquellos que erróneamente oraban por el m. a la manera como se acostumbraba a hacer por un simple difunto: «Iniuriam facit martyri, qui orat pro martyre» (In Ioan. 134). La costumbre introducida de reunirse en torno al sepulcro de los m. llevó a la necesidad de registrar el dies natalis de cada uno de ellos y a la composición de calendarios y martirologios (v.). Más tarde, después de la paz constantiniana, el culto a los m. se exteriorizó mucho más. Sus sepulcros se embellecieron con ricos materiales. Al mismo tiempo las diferentes iglesias empezaron a intercambiarse el dies natalis de los m. más célebres locales, universalizando así su culto. Se distribuyen las reliquias entre las iglesias. Como consecuencia inmediata aparece un nuevo motivo de celebración litúrgica: el traslado de las reliquias. A partir de los s. IV y V muchos m. son conmemorados en todas o en la mayoría de comunidades cristianas. El culto tributado a los m. juega indudablemente un importante papel en la evolución de la liturgia de los primeros siglos del cristianismo (V. CULTO III)
     

BIBL.: v. MÁTIR 8. Iconografía.

 

R. CIVIL DESVEUS.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991