JUAN XXIII, ANTIPAPA
Muerto Alejandro V, el papa del conciliábulo de Pisa (v.), fue llamado a recoger
su herencia el que había sido su confidente y sostén, Baltasar Cossa (17 mayo
1410), el cual fue coronado con el nombre de J. XXIII. Es difícil formarse una
idea exacta sobre su personalidad. Ciertamente no fue el monstruo de corrupción
descrito por 'sus enemigos. Poseía una gran capacidad, tal vez mayor para la
guerra o la política que para la dirección de las almas. Leonardo de Arezzo lo
define, no sin exageración, «grande en las cosas temporales, completamente nulo
en las espirituales» (Rerum italicarum scriptores, XIX ed. L. A. Muratori, Milán
1740, 927).
N. en Ischia (Nápoles) ca. 1369, se dedicó en su juventud a la piratería,
según Dietrich von Niem; pero otros cronistas igualmente contemporáneos lo
presentan estudiando en Bolonia, donde se doctoró en Derecho. Fue familiar del
cardenal Pedro Tomacelli. Cuando éste subió al trono pontificio con el nombre de
Bonifacio IX (1389), Cossa llegó a ser cubiculario suyo, arcediano de Bolonia,
cardenal diácono de S. Eustaquio y legado en Bolonia (1402). En este difícil
cargo desplegó una rara habilidad política, militar y administrativa,
recuperando gran parte de los Estados pontificios.
Abandonó a Gregorio XII en 1408, arrastrando en su defección a otros
muchos cardenales, prelados y personas privadas. Trabajó con tesón para que se
celebrase el conciliábulo de Pisa (v.) y fue el gran elector en el cónclave que
siguió a la deposición de los dos papas rivales. Durante el corto pontificado de
Alejandro V, gobernó sin reinar. Pero a partir de su exaltación al trono
pontificio la fortuna le volvió las espaldas. Despachó varias embajadas con el
fin de quitar adictos a sus rivales. Envió a España a Landolfo de Bari para
ganarse la adhesión de los reyes de Aragón, Navarra y Castilla y entender en la
conversión de los moros granadinos, pero fracasó completamente. Se le dirigieron
propuestas de cesión, pero las desechó so pretexto de que su obediencia era
mucho más numerosa y sus pretensiones estaban mejor fundadas que las de sus
rivales. Revocó los exorbitantes privilegios concedidos por su antecesor,
franciscano, a las órdenes mendicantes, que habían provocado una fuerte reacción
en el clero secular. Convocó un concilio en Roma para el 1 abr. 1412, de acuerdo
con las prescripciones del de Pisa, y creó 15 cardenales, en su mayoría personas
eminentes, como D'Ailly, Zabarella y Filastre (6 jun. 1411); dos años después
dio el capelo cardenalicio a Simón de Gramaud, arzobispo de Reims. El Concilio
de Roma no se abrió hasta el 10 feb. 1413. El cardenal Pedro d'Ailly presentó un
proyecto de reforma del calendario juliano, pero su estudio se aplazó hasta la
terminación del Cisma (v. CISMA III). Contra Huss (v.) y sus amigos el concilio
prohibió leer en las escuelas y comentar en el púlpito los libros de Wiclef
(v.), que debían ser arrojados a las llamas. Se eludió la cuestión de la
reforma. A causa de la escasa concurrencia, el concilio fue suspendido para otro
tiempo y lugar. El emperador Segismundo, rey de romanos, exigió que el concilio
se celebrase en territorio alemán, en Constanza, y por medio de un edicto fijó
su apertura para el 1 nov. 1414. El Papa pisano no tuvo más remedio que ceder y
despachar sus bulas de convocación. El 28 oct. 1414 hizo su entrada en Constanza
y trató de dirigir el concilio; pero, cuando vio su causa perdida, se fugó
clandestinamente (20 mar. 1415). La noticia de la evasión produjo pánico entre
los padres. Segismundo evitó una desbandada general y logró capturar a J. XXIII,
que se escapaba hacia Aviñón. Tras un corto proceso, fue depuesto (29 mayo
1415). Estuvo prisionero cuatro años en Alemania. Liberado mediante un fuerte
rescate, se postró a los pies de Martín V (v.) en Florencia, quien lo creó
cardenal, pero poco después m. en la misma ciudad (22 die. 1419). Cosme de
Médicis le erigió un suntuoso mausoleo en el baptisterio de S. María de las
Flores, obra de Michelozzo y Donatello.
V. t.: CONSTANZA, CONCILIO DE.
BIBL.: Acta concilii Constantiensis, ed. H. FINKE, Munster 1896-1928; G. MOLLAT, lean XXIII, en DTC VIII,641-644; O. BuoNOCORE, Un papa ¡solano, Giovanni XXIII, Porto d'Ischia 1931; CH. J. HEFELE-H. LECLERCQ, Histoire des conciles, VII, París 1916, 76-251.
J. GOÑI GAZTAMBIDE.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991