JUAN GUALBERTO, SAN
Fundador de la Congregación benedictina de Vallumbrosa. N. en Florencia a fines
del s. x, tal vez en el a. 985. La fecha de su muerte, 12 jul. 1073, es la más
segura en su vida. Su familia, los Gualberti, era una de las más ilustres de la
ciudad, con castillos feudales en las cercanías. Cuando aún no había cumplido
los 28 años, le sucedió un percance que transformó su vida. En las ciudades del
N de Italia eran entonces endémicas las luchas entre las familias poderosas. En
una de esas colisiones, perdió J. un pariente cercano. El asesino trataba de
evitar a los Gualberti, pero un día J., acompañado de sus gentes de armas -los
primeros biógrafos dicen que era un Viernes Santo- se encontró con él en un
camino, que no daba facilidades para la fuga. Como la partida era desigual, el
pobre hombre bajó de su caballo y cayó en tierra con los brazos en cruz,
aguardando la muerte. Conmovido ante este espectáculo, J. le tendió la mano y le
dejó ir. Después entró en una iglesia cercana, y al arrodillarse ante un
crucifijo, observó que el Cristo inclinaba la cabeza como agradeciéndole la obra
que acababa de realizar. Esto le movió a abandonar el mundo. Desafiando la
cólera de su padre fue a pedir el hábito benedictino en el monasterio de S.
Miniato, cercano a la ciudad.
S. Miniato era un monasterio cluniacense (v. CLUNY). A pesar de la reforma
reciente, no pudo librarse de la plaga del tiempo: la simonía (v.). A la muerte
del abad, un monje llamado Huberto obtuvo del obispo la silla abacial a fuerza
de dinero, y se apoderó de la sucesión, a pesar de que los monjes habían elegido
a J. G. Más que la suplantación por un rival, lo que a él le contrariaba, era
tener que obedecer a un superior indigno. Salió, pues, con un compañero del
monasterio, y atravesando el Apenino, llegó a la Camáldula, la fundación
reciente de S. Romualdo (v.). Se le invitó a fijar allí su residencia, pero a
pesar de la vida penitente que se observaba, le pareció que no era aquello lo
que cumplía sus aspiraciones cenobíticas. Se decidió a volver a Florencia, pero
a la mitad de camino se detuvo en un valle, abundante en aguas y rico de
vegetación llamado Agua Bella, luego Vallumbrosa.
Una abadesa del monasterio cercano de S. Hilario le cedió algunos
terrenos, en 1039, y fundó el monasterio de Vallumbrosa. Las vocaciones
afluyeron en abundancia atraídas por la austeridad del fundador, el cual recibía
de mejor gana a los pobres que a los ricos que aportaban sus bienes. El
monasterio era un grupo de cabañas en torno a la capilla. La Regla de S. Benito
se observaba sin mitigaciones. El vestido era el que proporcionaba la lana de
las ovejas, sin teñir. No obstante, para evitar diferencias, el fundador mandó
que se mezclase el blanco con el negro. En esto, lo mismo que en la institución
de los hermanos conversos, el Císter no hizo más que imitar a Vallumbrosa (v.
CISTERCIENSES). Estos conversos formaban un grupo aparte de la comunidad, con
obligación especial de entregarse al trabajo manual. El fundador era la Regla
viviente. Su acción irradiaba en torno, sobre todo en la lucha contra la
simonía. El obispo de Florencia Pedro Mezzabarba, que había sido nombrado
irregularmente, fue el objeto de sus ruegos y amonestaciones. Como no hizo caso,
J. le propuso un juicio de Dios (v.). Por orden suya, su discípulo Pedro,
llamado Igneo por esta razón, después de celebrar la Misa, pasó indemne a través
de las llamas. El obispo quedó transformado, dejó la mitra y se hizo monje. El
santo le recibió como recibía a todos los convertidos, concubinarios o
simoniacos. A éstos les prohibía decir la Misa, por el alto concepto que él
tenía del sacerdocio. Por eso no quiso él aceptar las órdenes, ni siquiera la de
portero (ostiariado), no atreviéndose a abrir la puerta del oratorio, y
aguardando a que el religioso encargado de este oficio le permitiese el acceso.
Después de fundar diversos monasterios, m. en el de S. Miguel Arcángel de
Passignano, Umbría. Su obra le sobrevive en la Congregación benedictina de los
vallumbrosanos. Su prestigio, grande en vida, se aumentó con sus milagros, que
movieron a Celestino 111 a canonizarle, en 1193. Se celebra su fiesta el 12 de
julio.
V. t.: BENEDICTINOS 1, 3; ERMITAÑOS.
BIBL.: Acta Sanct. 12 de julio (aparece la vida escrita por su discípulo Andrés, abad de Strumi, juntamente con la de Otón, redactada algo más tarde); A. SALVINI, S. Giovanni Gualberto, fondatore di Vallombrosa, 2 ed. Roma 1950; Consuetudines Vallumbrosanae, ed. Dom. ALBEAS, en Consuetudines monasticae, t. IV,191-262; L'abbazia de Vallombrosa nel Pensiero contemporaneo, ed. Vallombrosa, s. 1. 1953; R. VOLPINI, A. CARDINALE, i.iovanni Gualberto, en Bibl. Sanct. 6,1012-1032; E. LuCCHESI, S. Giovanni Gualberto. Da¡ boschi d'Italia all2 foreste del Brasile, Florencia 1959.
J. PÉREZ DE URBEL.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991