JAPON, RELIGIONES NO CRISTIANAS


El sentimiento religioso está muy desarrollado en J., al contrario quizá de lo que pasaba en China antes de la revolución comunista. La historia de J. demuestra una fuerte y permanente aspiración religiosa del pueblo; en el s. xx, en todo el país hay millares de templos y capillas, que peregrinos y devotos visitan día y noche. Millares de personas van al gran templo de Kwannon, divinidad budista de la compasión, situado en Asakusa, cerca de Tokio. Aunque las condiciones económicas han hecho disminuir su número, todavía pueden verse peregrinos vestidos de blanco con el rosario budista en la mano, haciendo largas peregrinaciones a los lugares sagrados en el camino tradicional de los 33 u 88 templos.
      La religión autóctona del J. es el sintoísmo (v.), o shintó; frecuentemente se la ha llamado la religión nacional japonesa, pero es un error, ya que el sintoísmo nunca fue organizado como religión nacional y J. no tiene religión de Estado; el budismo puede considerarse como la religión de J. Se ha escrito también que la introducción del budismo (v. BUDA Y BUDISMO) en el s. vi reemplazó las antiguas creencias por los conceptos budistas; es un error, porque no son formas religiosas de la misma naturaleza, y la fe del pueblo japonés en el sintoísmo no declinó después de la introducción del budismo, considerando que las dos religiones pueden compaginarse, y aún hoy se sigue creyendo esto profundamente. Se pensó que el Kami, el dios sintoísta, aceptaba el budismo para obtener también la iluminación; después se admitió que el Kami era una forma de Buda en J., realizándose así una sólida unidad de las dos formas religiosas y a la que se dio el nombre de shinbutsu-shugo.
      Del mismo modo, la llegada a J. del confucianismo (v. CONFUCIO Y CONFUCIANISMO) y del taoísmo (v.), procedentes de China, no perturbó las creencias del pueblo; el confucianismo se aplicó a la conducta moral, a la ética social y a la política, reservándose el budismo y el shintó para la religión. El taoísmo, con su carácter mágico y su aspecto esotérico, ejerció una influencia limitada en algunos círculos de tipo místico. Durante mucho tiempo, las tres formas: sintoísmo, budismo y confucianismo permanecieron juntas; sin embargo, los monasterios y los templos budistas llegaron a tener tanto poder que en el s. xvli comenzó en todo el país un movimiento de «purificación» de los templos sintoístas como reacción contra los abusos de lo que podría llamarse clero budista. Se formó una escuela de reformadores del sintoísmo con Kada Azumamaro (1669-1736) y Moturi Norinaga (1730-1801). Finalmente, el decreto de 1868 separó por completo el sintoísmo del budismo; los templos y santuarios sintoístas tuvieron que quitar los emblemas, estatuas, todo símbolo budista, y los budistas que servían en los templos sintoístas debieron ser recibidos o destinados al «clero» sintoísta o volver a la vida civil ordinaria. Se borró la afirmación de que los Kami, los dioses del sintoísmo, eran encarnaciones de Buda y, en algunas regiones, hubo verdaderas persecuciones contra el budismo.
      Este periodo no duró mucho; el art. 28 de la Constitución de 1889 confirmó la libertad religiosa de los ja= poneses; el sintoísmo cesó oficialmente de recibir la ayuda del Estado, mientras que el budismo recuperó su libertad; sin embargo, el culto sintoísta del Emperador y de las personalidades históricas del país siguió muy vivo. La ocupación norteamericana después de la II Guerra mundial, al suprimir radicalmente el sintoísmo, hizo que se transformara brutalmente, ya que la reacción no fue la que esperaban las autoridades norteamericanas, sino que revivió en las masas populares con entusiasmo. La reconstrucción del templo de Ise, en 1953, fue una manifestación nacional que reunió a más de 50 millones de japoneses, que se sumaron a la suscripción popular y, actualmente, el sintoísmo se encuentra muy arraigado en el pueblo japonés.
      La situación en la segunda mitad del s. xx demuestra la perfecta unión entre el sintoísmo y el budismo en J.; las dos formas religiosas se presentan como complementarias y, si todos los japoneses se sienten sintoístas, la gran mayoría son budistas. Es normal y casi ritual que los jefes religiosos budistas estén presentes en las ceremonias sintoístas, así como su actuación en los templos sintoístas y viceversa. Hay altares del sintoísmo en los monasterios budistas y se recitan sutras búdicos en templos sintoístas. Además, numerosas divinidades son a la vez Kami sintoístas y dioses búdicos, tales como Bentensan, nombre búdico de uno de los tres Munakatano-kami, tres diosas del sintoísmo, o Kotohira, Kami cuya representación llevan los buques japoneses; los siete dioses de la buena suerte, muy populares en J., son búdicos y sintoístas a la vez. Ciertos himnos revelan que las divinidades sintoístas vigilan la vida terrestre mientras que las divinidades budistas guían a los hombres hacia la liberación y la paz espiritual. William Elliot Griffis resumió así la situación actual de los tres pensamientos religiosos no cristianos del J.: «En la lengua técnica de los teólogos cristianos, se puede decir que en Japón el sintoísmo presenta la teología; el confucianismo, la antropología, y el budismo, la soteriología.» Las estadísticas japonesas de 1963 indicaban que existían 80 millones de sintoístas y 70 millones de budistas a la vez, lo que demuestra por los hechos la simbiosis entre las dos formas religiosas. Estas mismas cifras indicaban la existencia de 711.000 cristianos, cuyas dos terceras partes eran protestantes (datos del The Stateman's Year-book 1967-68).
      El budismo japonés tiene un cierto número de ramas, shú, nacidas por la natural evolución al introducir esta doctrina en J.; corresponden a matices filosóficos y casi todas ellas son la traducción japonesa de una escuela budista china. Los datos de 1960 indican las siguientes cifras: secta jodo (v.): 8.506 templos, 9.403 monjes, 4.363.000 miembros; secta shinshñ: 22.403 templos, 39.284 monjes, 9.073.000 miembros; secta michiren: 10.233 templos, 14.952 monjes, 10.608.000 miembros; secta tendai: 5.930 templos, 12.623 monjes, 2.347.000 miembros; secta shingon: 18.277 templos, 22.026 monjes, 10.058.000 miembros; secta zen (v.): 20.950 templos, 21.843 monjes, 9.978.000 miembros; otras sectas: 3.628 templos, 2.026 monjes, 788.000 miembros. El total general indica: 89.987 templos, capillas (cera), 122.157 monjes, 47.276.000 miembros. La diferencia entre esta última cifra y la de las estadísticas citadas más arriba (70 millones) se debe a que muchos japoneses son budistas, pero no miembros activos de una secta particular.
      Las sectas budistas tienen un importante papel cultural y pedagógico en todos los grados de la enseñanza; sabido es que las investigaciones en budología en algunas universidades son las mejores y más completas del mundo. Las sectas tienen también un papel muy destacado en muchas obras de tipo benéfico o asistencial en J.; por ejemplo, la rama nishi hongwan-ji de la secta shinshtl se dedica a visitar y ayudar a los presos. El impacto del cristianismo (v. VII) tuvo también su influencia en la actitud del budismo y del sintoísmo en J.; el desarrollo actual de la obra social budista fue promovido por el ejemplo de las actividades cristianas en el país; puede decirse que las asociaciones de jóvenes budistas son copia de las asociaciones cristianas semejantes.
     
      V. t.: SINTOíSMO; BUDA Y BUDISMO; CONFUCIO Y CONFUCIANISMO; JODO; ZEN.
     
     

BIBL.: C. THIBAULT, Japón entre pasado y futuro, Madrid 1965; O. KAKuzo, El libro del Té, Barcelona 1944; E. LAITHA, El Japón, Barcelona 1942; D. SCHILING, Religione e política in Giappone, Roma 1950; M. ANESAKi, History of Japanese Religion, Londres 1930; 1D, Religious Life of the Japanese People, Tokio 1961; R. C. ARMSTRONG, Light from the East, Toronto 1914; T. T. BRUMBAUGH, Religious Values in Japanese Culture, Tokio 1932; T. HARADA, The Faith of Japan, Nueva York 1924; H. N. MCFARAND, The New Religion in Japan, Londres 1958; D. KEENE, Living Japan, Londres 1959; W. GUNDERT, Japanische Religionsgeschichte, Tokio 1935; SHOKO WATANABE, Japanese Buddhism, a critical appraisal, Tokio 1964; M. W. DE VISSER, Ancient Buddhism in Japan, Leiden 1935.

 

J. ROGER RIVIÈRE.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991