Teólogo, filósofo y exegeta español. N. en S. Nicolás de Villoria
(Asturias) el 28 en. 1831; m. en Madrid, el 29 nov. 1894. Ingresó en la
Orden dominicana en el convento de Ocaña (1844), donde cursó Filosofía.
Fue enviado a Filipinas (1848) y enseñó Filosofía y Teología en la Univ.
de S. Tomás de Manila, donde publicó sus Estudios sobre la filosofía de S.
Tomás (1864), que Menéndez Pelayo califica de «la mejor de las
exposiciones modernas de la filosofía escolástica». Con esta obra se
anticipaba al movimiento de restauración de la escolástica (v.) 15 años
antes de la enc. Aeterni Patris, revelando un conocimiento profundo y
extenso tanto del tomismo como de las ciencias y la filosofía de su
tiempo. Concebía el tomismo (v.) no como un sistema cerrado, refractario a
toda renovación, sino como un pensamiento vivo que, dentro de una línea
tradicional permanente, debe progresar asimilando las conquistas y avances
de la ciencia: «Los siglos no pasan en vano sobre las ciencias, como
tampoco sobre los hombres y los pueblos».
Según A. Ganivet, «el P. Ceferino ha intentado en todas sus obras
rejuvenecer la filosofía escolástica, armonizándola con los progresos
actuales y en este propósito debe fundarse todo juicio crítico acerca de
su significación y merecimiento en el movimiento filosófico actual»
(España filosófica contemporánea, en Obras completas, II, Madrid 1951,
644). Su vocación era pasar a Tonquín como misionero, pero por su delicado
estado de salud sus superiores le ordenaron regresar a España, donde se
dio a conocer en 1867 por unas observaciones que hizo a un discurso de
Segismundo Moret en el Ateneo. En 1868 fue elegido rector de Ocaña, donde
organizó un seminario de lenguas antiguas y modernas, un laboratorio de
Física y un museo de Historia natural. Ese mismo año publicó su
Philosophia elementaria. En 1871 fue trasladado a Madrid, donde en el
convento de la Pasión se reunía en torno suyo un grupo de jóvenes
interesados por la Filosofía, entre ellos el marqués de Pida¡, Alejandro
Pida¡ y Mon, Gabino Tejado, Juan Manuel Ortí y Lara, Carlos Perier
(1824-93), el futuro gran historiador Eduardo Hinojosa (1852-1919),
Francisco Hernández de Henestrosa, José Ma Quadrado Nieto, Enrique Pérez
Hernández y Antonio Hernández Fajarnés, algunos de los cuales se
destacaron en la lucha contra el krausismo (v.). A aquellas lecciones
responde su Filosofía elemental (Madrid 1873). A. Pidal recopiló una
colección de artículos en Estudios religiosos, filosóficos, científicos y
morales (Madrid 1873), entre los que destacan los dedicados a Filosofía de
la Historia y Economía política.
En 1874 fue consagrado obispo de Málaga, pero no llegó a tomar
posesión, pues al año siguiente fue nombrado obispo de Córdoba, donde
escribió su Historia de la Filosofía (Madrid 1878-79, 2 ed. 1885), obra
muy meritoria para su tiempo, y cuyas serias exposiciones y ponderados
juicios todavía conservan valor. Fue arzobispo de Sevilla (1884), cardenal
(1884) y arzobispo de Toledo (1886). Su quebrantada salud le obligó a
retornar a Sevilla a los seis meses de estar en Toledo, teniendo que
preocuparse de la restauración de la catedral sevillana, que se había
derrumbado en gran parte. En 1889 se retiró a la vida privada.
Publicó su gran obra apologética La Biblia y la Ciencia, en Madrid
1891, en la que utiliza el método de examinar el texto bíblico
comparándolo con los descubrimientos científicos, demostrando sólidos
conocimientos en el campo de las ciencias de la naturaleza. Pero su mérito
mayor es su clarividencia en el planteo del problema bíblico,
anticipándose a formular principios que después recogerá la exégesis
moderna. Por parecerle excesivamente audaz, el Maestro del Sacro Palacio
no se atrevió a darle el imprimatur, pero se lo concedió personalmente
León XIII, que poco después publicaba su enc. Providentissimus Deus
(1893). Un año antes al P. Lagrange (v.) había adoptado el prólogo como
programa, incorporándolo al pie de la letra en el Avant Propos de la «Revue
Biblique».
El P. Ceferino G. estimaba profundamente a Balmes (v.), a quien
debió quizá su vocación filosófica. Su pluma es menos brillante, pero le
supera en un dominio más amplio y exacto tanto de la escolástica como de
las ciencias y la filosofía moderna. Por la calidad de su obra debe ser
considerado uno de los hombres más beneméritos de los estudios filosóficos
y exegéticos de su tiempo.
V. t.: NEOESCOLÁSTICOS; BÍBLICAS, REVISTAS.
BIBL.: R. MARTÍNEZ VIGIL, Oración
fúnebre del Excmo. Sr. Dr. Ceferino González, Madrid 1894; A. FRÜHWIRTH,
Litterae encyclicae, Roma 1895; G. FRAILE, El P. Ceferino González, «Rey.
de Filosofía» 15 (1956) 466-68; F. Díaz DE CERIO, El Cardenal Ceferino
González, «Pensamiento» 20 (1964) 27-70; ío, Un cardenal filósofo de la
historia, Roma 1969.
G. FRAILE MARTÍN.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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