Gertrudis de Helfta, o simplemente Gertrudis la Grande, monja cisterciense
(v.) del s. xiii, es una de las autoras místicas más leídas de todos los
tiempos. Pionera del culto al Sagrado Corazón de Jesús. Sus escritos
místicos le han merecido el sobrenombre de la «Santa Teresa de Alemania».
Fue objeto de extraordinarios carismas espirituales y revelaciones del
Señor. Sin embargo, su figura histórica, un tanto nebulosa por falta de
datos y documentación, ha sido con frecuencia confundida con sus
homónimas, Gertrudis de Nivelles (659) y con la abadesa de Helfta, S.
Gertrudis de Hackeborn (1232-91).
Biografía. Conocemos muy poco de la vida de G. Los datos que han
llegado hasta nosotros han sido suministrados por ella misma, sin
precisiones cronológicas en la mayoría de los casos, en sus cinco libros
de Revelaciones. Ha guardado silencio sobre muchos pormenores de su
familia, su pueblo natal, sus primeros años...; aparte de esto, su nombre
permaneció casi desconocido durante más de dos siglos, y todo contribuye a
dificultar la tarea de los investigadores.
N. el 6 en. 1256 no se sabe en qué lugar; el Breviario romano indica
Eisleben (Turingia), pero no existe ningún documento que lo confirme; m.
en el monasterio de Helfta (Sajonia), el 17 nov. 1302.
A los cinco años ingresa en el monasterio de Helfta, donde pasará
toda su vida. La comunidad, establecida primero en el antiguo castillo de
Mansfeld, en 1229, observa la Regla de S. Benito (V. BENEDICTINOS), según
los usos de Citeaux (v.); en 1234, se traslada a Rodarsdorf, y finalmente
a Helfta, en 1258, donde tres años después ingresara. Este monasterio es
un vivero de santas místicas a finales del s. XII: Matilde de Magdebourg,
Gertrudis de Hackeborn, Matilde de Hackeborn y finalmente G. Varios
dominicos y franciscanos ejercen su influencia espiritual en la comunidad.
Hay dos épocas en la vida espiritual de G. separadas por una fecha:
27 en. 1281, día de su «conversión». Divide su existencia en dos etapas de
igual duración, unos veinte años. La primera podemos llamarla de
«tibieza», la segunda de «fervor». En la primera época, se desarrollan sus
facultades naturales; en la última, su vida de oración y contemplación, y
en ésta se dan sus carismas extraordinarios.
En su juventud, se apasiona por los estudios, y no perdona fatiga
para ampliar su cultura. Logra adquirir un vasto y profundo conocimiento
de la literatura, de la filosofía, de la música; es una buena
miniaturista. A partir de su «conversión», abandona sus estudios clásicos
y dedica todos sus afanes al estudio de la Sagrada Escritura y de la
Patrística. En sus escritos, se encuentran citas de S. Agustín, S.
Gregorio Magno, Hugo de S. Víctor, etc.
De una salud precaria y gastada por el rigor de la Regla, observada
con toda rigurosidad, contrae una enfermedad que la producirá no pocos
dolores y que la mantendrá grandes temporadas postrada en el lecho. Al
final, se complicará su enfermedad con dolencias hepáticas, consideradas
incurables, y que la conducirán a la muerte, alrededor de los 46 años de
edad. Desde su lecho de enferma dará a sus hermanas ejemplo y consejos de
paciencia, serenidad, mansedumbre. Siempre tiene en sus labios palabras de
aliento, de suprema prudencia y de edificación para los que vienen de
todas partes a escuchar sus consejos y a recibir su consuelo.
Su caridad es extraordinaria; llega a renunciar a sus méritos en
favor de otras almas necesitadas. Sus grandes ratos de inactividad le
permiten «vacar a la contemplación». Vive en un estado habitual de unión
con Dios. Mientras, lucha con empeño para vencer sus defectos dominantes:
el amor propio y la impaciencia. Escribe comentarios de la Sagrada
Escritura, explicando los pasajes oscuros. Recoge las sentencias más
hermosas de los Padres. Pero estos escritos (Revelaciones, 1,2,VIII) se
han perdido en gran parte; sólo han llegado a nosotros las Revelationes y
los Ejercicios.
Fenómenos místicos. La espiritualidad de G. es eminentemente
litúrgica, como la de Matilde. De los textos del Oficio Divino y de la
vivencia espiritual de las solemnidades de la Iglesia, su alma pasaba a la
contemplación; la mayoría de sus éxtasis parten de un texto litúrgico.
Según el libro de las Revelaciones, Jesús dialogaba frecuentemente con
ella y la familiaridad de la santa cc I Él llegó a metas pocas veces
alcanzadas. Parece que en su cuerpo sintió los estigmas de las llagas,
aunque fueron invisibles. Se la ha llamado «la santa de la Humanidad de
Cristo»: toda su espiritualidad está basada en el amor al Corazón de Jesús
y a la Eucaristía. Es la mensajera de la misericordia divina. Su
espiritualidad es amable, espontánea, llena de libertad.
La Iglesia no ha probado oficialmente sus revelaciones, al menos
explícitamente; sin embargo, el Martirologio Romano afirma: dono
revelationum clara exstitit (17 nov.).
Escritos. La fama literaria de G. se debe exclusivamente a las dos
obras que han llegado hasta nosotros: Revelationes o Legatus divinae
pietatis (Heraldo del amor divino) y Exercitia Spiritualia. Están escritos
en un latín correcto y con un estilo ágil y musical que revela la antigua
estudiante de la literatura clásica.
En las Revelationes, divididas en cinco libros, G. narra las
confidencias que Dios le comunicó a partir de 1281; empezó a escribirlas
por orden expresa de Dios el 25 mar. 1289 y su redacción fue terminada
hacia 1300. Los tres últimos libros (III-V) fueron escritos al dictado de
la santa. En cambio, el 1 fue compuesto después de su muerte por una
confidente suya.
Los Exercitia son un ramillete de oraciones y meditaciones de
belleza extraordinaria. Es un tejido de textos litúrgicos a través de los
cuales se descubre toda la personalidad de G. con su característico
abandono y confianza en Dios.
La autenticidad de estas obras parece segura, aunque el título de
los Exercitia es muy posible que sea del compilador Lanspergius. El título
original es probablemente: Documenta spiritualium exercitationum.
Culto. Es incomprensible cómo el recuerdo de G. desaapareció por
completo después de su muerte: su figura y sus escritos permanecieron
durante dos siglos sepultados en el olvido. En 1505 aparecen por primera
vez sus escritos descubiertos por Paulus von Weida. Es el s. xvi el que
descubre a la mística de Helfta. Sin embargo, su sepulcro, y sus restos
mortales han sido siempre imposibles de identificar. Posiblemente
desaparecieron para siempre en la devastación del monasterio que tuvo
lugar hacia 1346. Su canonización es igualmente muy tardía. En 1677 se la
incluye en el martirologio romano (el 17 de nov.). Clemente XII en 1738
extiende su culto a toda la Iglesia. Se la representa con un corazón
inflamado sobre el pecho.
V. t.: BENEDICTINOS 1, 9.
BIBL.: La última ed. de las obras
de G., muy recomendable, es: Gertrude de Helfta. Oeuvres Spirituelles, 2
vol., París 1967-68, Sources Chrétiennes: t. 1, 1. HDURLIER y A. SCHMITT,
Les Exercices, y t. 2, P. DOYERE, Le Héraut. La primera ed. latina fue
preparada por 1. LANSPERGIUS, lnsinuationes divinae pietatis, Colonia
1536; BENEDICTINS DE SOLESMEs, Revelationes gertrudianae et mechtildianae,
Poitiers 1875; las obras de G. ocupan el t. I y son publicadas con el
título Legatus divinae pietatis y Exercitia; en español han sido
traducidas por UN PADRE BENEDICTINO, El Heraldo del amor divino y
Revelaciones de Santa Gertrudis, Barcelona 1945; y por T. ORTEGA,
Revelaciones de Santa Gertrudis la Magna, Silos 1932. Su figura ha sido
estudiada por G. DOLAN, Sainte Gertrude. Sa vie intérieure, París 1923; A.
Rolo DEL Pozo, Santa Gertrudis la primera confidente del Sagrado Corazón.
SiS espíritu, su vida interior, Silos 1936; N. DEL RE y C. COLAFRANCESCHI,
Gertrude di Helfta, en Bibl. Santt. 6,277-287.
CARLOS Ma LÓPEZ.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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