Arcángel que anunció el misterio de la Encarnación; por este hecho es
principalmente venerado.
En hebreo Gabri'él (Lc 1,26 ss.) «hombre o varón de Dios», «Dios se
ha mostrado fuerte», «fortaleza de Dios» o «Dios fuerte» (Apc 13,1.21;
21,9). En los papiros de Elefantina (v.), significa «hombre», equivalente
a «hombre de Dios».
Es uno de los siete arcángeles que están ante la presencia de Dios (Tob
12,15; Apc 2,2; 22,8 ss.; 21,9). La S. E. menciona sólo tres: Miguel (v.),
Gabriel y Rafael (v.). La palabra arcángel (V. ÁNGELES) aparece en la
literatura posbíblica. Los nombres de los siete están en el apócrifo (v.)
libro de Henoc (v. APÓCRIFOS BÍBLICOS 1; Henoc 20; cfr. Apc 8,6) donde
también se indican sus oficios propios: «He aquí el nombre de los siete
ángeles que velan: Uriel, el del mundo y del tártaro (cfr. 2 Pet 2,4);
Rafael, el de las almas de los hombres (cfr. lo 5,4); Raguel, el que toma
venganza del mundo de las luminarias; Miguel, destinado a los mejores de
los hombres (Dan 12,1) y a la guardia del pueblo (Apc 12,7); Saraquiel,
nombrado para los espíritus de los hijos de los hombres que pecan contra
el Espíritu (Mt 12,31; Mc 3,29); Gabriel encargado del paraíso (Gen 3,24),
de los dragones (Apc 20,1-2) y de los querubines (Ez 1,5 y 10,22); Remeiel,
a quien Dios ha puesto frente a los resucitados».
Veamos a continuación lo que sobre el arcángel G. nos dicen los
libros del A. y N. T., únicos que, depositarios de la Revelación divina,
nos dan testimonio fidedigno de su realidad. Mencionaremos también la
literatura apócrifa, que ha influido mucho en la iconografía, etc.
Gabriel en la enseñanza bíblica. Está vinculado a los mensajes
mesiánicos y su presencia anuncia la plenitud de los tiempos. Se presenta
como ejecutor de la voluntad de Dios; como anunciador de los tiempos
mesiánicos a partir de Is 57,2 (cfr. Is 61); como el ángel de la
consolación (Dan 9,21; Zach 1,9 ss.), en tanto que Miguel es el ángel del
juicio (Mal 3,1; 4,1), Uriel, el ángel del mundo y del tártaro (2 Pet
2,4), y Rafael, el ángel de la salud (lo 5,4). Al ser G. «héroe de Dios»,
«gran poder» o «gran fuerza de Yahwéh» (Apc 10,1; 20,1), se le pueden
aplicar lo que los textos dicen sobre el «ángel del juicio del Señor» (Ex
14,19; 23,23; 32,34; Gen 32,25; 1 Par 21,16; Le 2,4; Sap 18,3; Apc 20,1) y
la piedad judía tendió a atribuirle hechos como la destrucción de Sodoma y
Gomorra (Gen cap. 18,19); el castigo del pueblo por el becerro de oro que
Aarón les había hecho (Ex 32); la destrucción del ejército de Senaquerib
(2 Reg 19,35; 2 Par 32,21; Is 37,36; 33,9 ss.; Tob 1,21); haber sepultado
a Moisés (Dt 34,5; Ids 9); el marcar con una señal las puertas de las
casas de los escogidos antes de la salida de Egipto cuando iba a pasar el
ángel del castigo (Ex 12,23-29; Ez 9,4; Sap 18,16); el atacar con la peste
a los súbditos del rey David (2 Sam 24,16); el atar a Abaddón, uno de los
jefes de los demonios y príncipes del abismo o rey de las langostas
infernales (Apc 9,1-21; Le 11,14 ss.).
En el libro de Daniel se dice explícitamente que es G. quien explica
al profeta la visión del carnero y el macho cabrío (Dan 8,16 ss.) y en
9,21 ss. aclara el significado de las 70 semanas de jeremías (Ier 25,11 ss.;
29,10; Zach 12 y 13); el profeta ve su naturaleza angélica y espiritual y
su gran ligereza: «Volaba rápidamente» (Dan 9,21). En el cap. 10, lo alude
sin nombrarlo; como en Mt 1,20: Le 1,11-19; Act 10,3; Ez 1, 24; 11,13.
«Alcé los ojos y miré y vi un varón vestido de lino y con cinturón de oro
puro; su cuerpo era de crisólito; su rostro resplandecía como el
relámpago; sus ojos como brasas de fuego; sus brazos y sus pies parecían
de bronce bruñido y el sonido de su voz era como el rumor de muchedumbres.
Oí el sonido de sus palabras y caí rostro en tierra» (Dan 10,4 ss.; cfr.
Apc 10,1 ss.; 7,2; 18,1; lo 20,12; Mt 28,1 ss.). También se alude a G. en:
Zach 1,9; Ez 40,3; cfr. Apc 11,1; que concuerda con la forma como se
presenta en Daniel y Lucas (Zach 1,14; 2,1; 3,1; Apc 11,1; Mal 3,1).
Gabriel aparece como instructor de oráculos divinos y sería el ángel que
anuncia el nacimiento de Sansón (Ids 13,3 ss.).
En los libros del N. T. G. está asociado a los últimos tiempos (Apc
1,1; Dan 8,16); se coloca a la derecha del altar de los inciensos junto al
candelabro de los siete brazos y anuncia a Zacarías el nacimiento del
Bautista, precursor del Mesías: «Yo soy Gabriel, que asisto delante de
Dios» (Lc 1,11 cfr. Tob 12,12). En Le 1,26 ss., el evangelista indica su
nombre cuando anuncia a María el nacimiento de Jesús (v. MARíA 1,2). En Mt
28,1-8, cuando el Señor resucitó de entre los muertos aparece un ángel que
por su gran poder recuerda a Dan 10,5 (cfr. lo 20,2). «Y vino un gran
terremoto, pues el ángel del Señor bajó del cielo y removió la piedra del
sepulcro y se sentó en ella. Era su aspecto como relámpago y su vestidura
blanca como la nieve. De miedo de él temblaron los guardas y se quedaron
como muertos» (cfr. Me 16, 4-8; Le 24,4-8). En el libro del Apocalipsis
hay dos alusiones a Gabriel: el episodio del librito que encierra los
misterios del fin de los tiempos (10,1 ss.; cfr. Dan 8,15; 12,4; Apc 1,4;
5,6; 6,2; 8,18) y 18,1.21. Este poderoso ángel desciende a la tierra y con
su gloria la ilumina. En Apc 14,6, tiene que anunciar un evangelio eterno.
En Act 1,10, después de la ascensión del Señor se hacen visibles dos
ángeles a los Apóstoles, que junto con los aparecidos en el sepulcro el
día de la Resurrección (Le 24,4 ss.), aunque no sean nombrados,
evidentemente pertenecen a los siete que asisten ante el trono de Dios, y
a veces se ha pensado en G., así como respecto al ángel que se aparece a
Cornelio el centurión y presenta las oraciones al Señor (Act 10,3; cfr.
Tob 12,12).
En la literatura apócrifa (v. APÓCRIFOS BÍBLICOS). En el Libro de
Henoc se menciona a G., juntó a Miguel, Rafael y Uriel, intercediendo por
los hombres ante el trono de Dios antes del Diluvio (Henoc 9,8). Es
enviado a los hombres extraviados para castigarlos, presentándose como el
ángel del castigo (Henoc 10,9; cfr. Sap 18,25; Is 24,21). Tiene por misión
guardar el paraíso (Henoc 20,7); en Henoc 40,6 de nuevo intercede por los
hombres y su nombre es explicado por su oficio: «Está a la cabeza de todas
las fuerzas cósmicas, ejército o milicia celestial». En el libro de los
Secretos de Henoc, Pctá a la derecha del trono de Dios (2 Henoc 24,2), que
envía al glorioso arcángel a levantar al patriarca Henoc (v.) al que alza
como una hoja y pone ante la faz del Señor (2 Henoc 21,3). En el libro
Vida de Adán y Eva, el arcángel Miguel pregunta cómo debe cuidar los
restos de Adán y Dios desciende a la tierra escoltado por ángeles, quienes
llevan el cuerpo de Adán al paraíso y ordena a Gabriel, Rafael y Uriel
cubrirlo con sudarios y ungirle con aceites de buen olor.
En la literatura apócrifa neotestamentaria G. ocupa un lugar
preponderante, casi siempre vinculado a la Anunciación. En el Evangelio de
Bartolorné (4,29 ss.) es mencionado junto a los otros ángeles que están
ante la faz del Señor. En el Tránsito de la Bienaventurada Virgen María,
Miguel y G. junto a los otros ángeles la veneran, cuando ésta hace su
entrada a los cielos (Trans. 6,12). Está junto a Miguel y Uriel rindiendo
homenaje a Adán después que Dios lo creó (4,53). Anuncia un día, Domingo,
el nacimiento de Jesús (4,38). En el Evangelio árabe de la Infancia, G. es
llamado el arcángel de la alegría; en la Historia de fosé el Carpintero,
aparece en sueños a éste y le pide que reciba en su casa a María, pues ha
concebido por obra y gracia del Espíritu Santo (cfr. Mt 1,19 ss.). En el
episodio de la muerte de S. José el Señor pide a su Padre un coro de
ángeles junto con Miguel, el administrador de los bienes, y G., el
mensajero de la luz, para que acompañe al alma de José hasta las eternas
moradas (22,1).
En la liturgia. Aunque en diversos textos litúrgicos antiguos se le
menciona en diversas lecturas no nos consta que tuviera fiesta o culto
propio, salvo en la Iglesia copta, que le veneraba, junto a Uriel, desde
muy antiguo. En el s. Ix aparece su nombre en la lista de los santos
uniendo su fiesta a la de la Anunciación: se celebra en efecto el 24 de
marzo. En 1921, Benedicto XV extiende esa fiesta a toda la Iglesia. En la
reforma del calendario hecha por Paulo VI en 1969 se traslada al 29 de
septiembre, uniéndola a la de S. Miguel y S. Rafael.
V. t.: ÁNGELES II y III; MARÍA I, 2; MIGUEL ARCÁNGEL, SAN; RAFAEL
ARCÁNGEL, SAN.
BIBL.: O. BARDENHEWER, Mariä
Verkiindigung (Bibl. Studien. 10,V), Friburgo Br. 1905, 48-52; H. LECLERCQ,
Gabriel, DACL VI,1,10-29; U. HOLZMEISTER, Gabriele, en Enciclopedia
Cattolica, V, Ciudad del Vaticano 1950, 1833-1834; v. t. la de ÁNGELES.
C. M. FERNÁNDEZ MOLINA.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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