Monje español, fundador de monasterios, en la segunda mitad del s. ix y
obispo de León, en tiempos del último rey asturiano, Alfonso 111 el Magno.
Como fuentes para su biografía disponemos de las suscripciones en algunos
diplomas y de la Vida, escrita por Juan, diácono de la Iglesia de León, a.
920, 15 años después de la muerte de F. y publicada por Risco en Flórez
VIII, pp. 422-425.
N. F. en el a. 833, en el suburbio de la ciudad de Lugo. No tenemos
datos históricos sobre sus padres, aunque la tradición da a su madre el
nombre de Froila, la supone santa y enterrada en la catedral de Lugo. De
su infancia sólo nos dice el biógrafo que aprendió las disciplinas
eclesiásticas en su ciudad natal. A los 18 años se retira a la soledad.
Alterna la vida de anacoreta con la predicación. No sabemos por qué
motivos se interna en la cordillera Cantábrica, en las estribaciones de
los Picos de Europa, en el Curueño, al norte de León, localizado entre los
pueblos de Montuerto y Correcillas, en el partido judicial de La Vecilla.
Aquí se le unió Atilano (v.) que aunque presbítero, quiso ponerse bajo la
dirección de F.
La fama de santidad del anacoreta del Curueño, hizo que se llegasen
a él las muchedumbres, rogándole que encauzase este movimiento ascético.
Bajó del monte a un poblado, en la falda de la montaña, hoy desaparecido,
que el biógrafo llama Veseo. Allí funda un monasterio, en el que recibe
hasta 300 monjes, y en él da comienzo su vida de fundador.
Llegó a oídos del rey, Alfonso III, la fama de santidad del abad de
Veseo y le manda llamar a Oviedo, concediéndole honores y riquezas y
encomendándole la misión de edificar monasterios en todo el territorio del
reino. Dos nuevas fundaciones menciona la biografía, la de Tábara y la de
Moreruela, ambas en la actual provincia de Zamora, cerca, entonces, de la
frontera con los sarracenos. Fueron verdaderas repoblaciones en las
tierras yermas recién conquistadas. En el primero se reunieron 600 monjes
de uno y otro sexo, 200 en el segundo. Las fuentes nos dicen que se regían
por la Regla Santa, probablemente, la de S. Fructuoso o la de S. Isidoro
(v.). El copista Magio y el miniaturista Emeterio hicieron célebre el
escritorio tabarense, y la torre del monasterio, «alta y lapídea», que
dibujaron en un folio del Beato de la Biblioteca Nacional (v. BEATO DE
LIÉBANA). Moreruela pervivió con el mismo nombre, aunque trasladado de
lugar, como una de las más célebres abadías cistercienses españolas.
Por petición popular y por elección del rey fue consagrado F. como
obispo de León, el domingo de Pentecostés, 19 mayo 900, a los 68 años de
edad. En la misma ceremonia, fue consagrado como obispo de Zamora su
discípulo y compañero, S. Atilano.
Cinco años gobernó la diócesis legionense y en ella m. a los 73 de
su vida. Fue inhumado su cuerpo en la iglesia catedral, en un suntuoso
sepulcro destinado al rey asturiano.
Hasta cerca de un siglo más tarde, en las postrimerías del x, no
comienza a tributársele culto, y es entonces cuando fue trasladado su
cuerpo, para librarlo de las incursiones de Almanzor, al monasterio de
Valdecésar, fundado por un discípulo de F., cerca del Curueño, donde éste
había hecho vida eremítica. Al edificarse, en el s. x11, el nuevo
monasterio de Moreruela por los cistercienses, a él llevaron su cuerpo.
Reclamó la catedral de León la posesión de las reliquias y, por sentencia
del legado pontificio, cardenal jacinto, fueron devueltas la mitad a la
sede legionense, permaneciendo la otra mitad en Moreruela. Se hizo esta
traslación, a finales del s. x11, 11 de agosto, día en que todavía se
conmemora litúrgicamente en el calendario leonés. Según relato de un
contemporáneo, el cronista Lucas de Tuy, se hizo este traslado con gran
solemnidad y en él abundaron los prodigios.
El culto de F. se limitó a aquellas instituciones y lugares más
directamente relacionados con su vida. En la catedral de León figura en
los misales y breviarios el oficio del santo, bien documentado, a partir
del s. XII, pero es en el XVI, cuando llegó a su mayor esplendor la
devoción popular hacia él. Clemente VIII, en 1605, aprobó un primer oficio
para la diócesis legionense. El 15 feb. 1716, la Sagrada Congregación de
Ritos lo incluyó en el Martirologio romano, fijando su fiesta el 5
octubre, acontecimiento que se celebró en León, con grandes solemnidades,
durante tres días.
Es el patrono principal de la diócesis; en ella actualmente se
celebra su fiesta el 5 octubre. Las reliquias que llegaron de Moreruela se
veneran en la capilla mayor en una magnífica urna de plata, obra de
Enrique de Arfe (v.), 1520, varias veces restaurada.
En la Catedral abundan las estatuas, tallas, cuadros, vidrieras,
etc., con la efigie de F. Entre todas, descuella la estatua que remata el
hastial sur de la catedral, así como las pinturas del retablo, de Nicolás
Francés, 1527.
BIBL.: Acta Sanct. Octubre III,
228-235; Flórez 34,159-201, 422-425; Z. GARCíA VILLADA, Paleografía
española, Madrid 1923, 101, plancha XXVI, facsímil de la Vita Sancti
Froilani, de JUAN DIÁCONO; LUCAS DE TUY, Milagros de San Isidoro,
Salamanca 1525; A. LÓPEZ PELÁEZ, San Froilán, Madrid 1910; J. GONZÁLEZ, S.
Froilán de León, León 1946; A. PALOMEQUE, Episcopologio del Reino de León
(s. x), en «Archivos Leoneses» 9 (1956) 42-43; J. M. FERNÁNDEZ CATÓN,
Froilano di León, en Bibl. Sanct. 5, 1283-1285.
A. VIÑAYO GONZÁLEZ.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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