FERNANDO II DE ARAGON, EL CATÓLICO


N. en Sos (Zaragoza) el 10 mar. 1452; fue rey de Castilla de 1474 a 1504 y, tras el breve paréntesis del reinado de Felipe el Hermoso, regente de 1507 a 1516, y rey de Aragón desde 1479 hasta su muerte en Madrigalejo (Cáceres) en 1516. Hijo de Juan II de Aragón y de Juana Enríquez, que lo era a su vez del almirante de Castilla, compendiaba en sí todas las ramas de la dinastía Trastámara y fue, de hecho, el primer rey de España, ya que actuó como tal en todos los reinos de ella.
      Educación y carácter. La infancia de F. no fue nada tranquila. Heredero del reino de Aragón después de la muerte de su hermanastro Carlos, príncipe de Viana, Cataluña se negó a reconocerle (1464) y se produjo la guerra civil. F. acompañó a su madre cuando ésta sufrió el cerco de Gerona y, a los 13 años de edad, vivió los azares de la guerra civil. En 1468 fue escogido por los partidarios de la infanta Isabel de Castilla (v. ISABEL 1 DE CASTILLA) como idóneo esposo para ésta. Hizo un viaje a Castilla, disfrazado como un sirviente, y se casó con ella en Valladolid el 18 oct. 1469. Los azares de una existencia tan llena no fueron obstáculo para que se le proporcionase una educación humanista, de la que se encargó especialmente Francisco Vida] de Noya. Protegió luego a literatos y maestros de la misma tendencia, que influyeron en él.
      Los cronistas áulicos y los historiadores posteriores coinciden en presentar a F. como el mejor rey de España; ignoramos cuánto puede haber de exageración en los ditirambos hacia este hombre de mediana estatura y muy moreno, que había heredado de su padre la buena salud. Aficionado a la caza y al juego, tuvo grandes calidades intelectuales que le convirtieron en arquetipo de monarca prudente, astuto y certero. Escogió como lema el yugo con el nudo gordiano que, según Nebrija, había cortado Alejandro Magno diciendo «tanto monta», esto es, da lo mismo cortar que deshacer. Sin apartarse de los grandes objetivos políticos -defensa del Mediterráneo, hegemonía sobre Italia, avance en África- coincidía con Isabel en el sentimiento religioso.
      Probablemente a F. se deben los proyectos más concretos para consolidar la unidad mediante la constitución de un fuerte poder central para todos los reinos, a partir del tratado de Cervera (7 en. 1469) y de la sentencia arbitral de Segovia (15 en. 1475) que, con limitaciones, le otorgaban poderes reales en Castilla. Estas limitaciones se eliminaron casi inmediatamente por una declaración de Isabel (28 abr. 1475) a la que correspondió F. el 14 abr. 1481 otorgando a Isabel plenitud de autoridad en la corona de Aragón. Luego se constituyeron Consejos cuyo radio de acción se extendía a todos los reinos y se dictaron disposiciones legislativas para todos ellos.
      El gobierno unitario. Hasta 1504 España tiene un gobierno dual (v. REYES CATÓLICOS) y resulta muy difícil atribuir a F. o a Isabel la iniciativa de las decisiones. El rey pudo forjarse una buena reputación militar en las dos grandes guerras que iniciaron su gobierno, la de Sucesión contra Portugal -mandó personalmente a las tropas.en la batalla de Toro (1476)- y en la de Granada (V. GRANADA, GUERRA DE), durante la cual no hubo ninguna operación de importancia sin su presencia. La decadencia económica de Cataluña le permitió desplegar, en cambio, dotes de gobernante inteligente y moderado: mediante la sentencia de Guadalupe dispuso la liberación de los payeses llamados «de remensa» (v. REMENSAS); valiéndose de los propios miembros del patriciado barcelonés puso en marcha el plan de rehabilitación económica que, en pocos años, restañó las heridas de la guerra civil y permitió restablecer la red de colonias mercantiles en el Mediterráneo.
      Fernando, rey italiano. Sobrino legítimo de Alfonso V el Magnánimo, F., que era rey de Sicilia desde 1468, se consideraba con superiores derechos a la corona de Nápoles que el hijo bastardo de aquél, llamado también Ferrante (Fernando). Al mismo tiempo que soberano español, F. se consideró príncipe italiano y, como tal, llamado a una acción de vigilancia sobre el Mediterráneo para eliminar la amenaza de los turcos. Cuando éstos tomaron Otranto en 1480 movilizó grandes fuerzas en España a fin de expulsarles. Fortificó la isla de Malta, adelantando sus bases a Gozo, Pantellería y Gelves. Firmó con el sultán mameluco de Egipto una estrecha alianza. Y organizó fuerzas navales para vigilancia contra los piratas. Por otra parte, desplegó grandes esfuerzos diplomáticos para impedir las guerras entre los Estados italianos y para establecer, sobre Nápoles (v. NÁPOLES, REINO DE), un protectorado. En esto tuvo siempre la ayuda militar y económica de la corona de Castilla, que aportó recursos crecientes. Por esta razón, la entrada de Carlos VIII (v.) en Italia y su reclamación de la corona de Nápoles fue amenaza gravísima para todo el sistema que F. había llegado a construir. Para oponerse, el rey usó dos recursos: la amistad con el Papa -cualquier agresión a un Pontífice escapaba a las obligaciones de una alianza- y sus propios derechos al trono. El resultado fue una guerra en la que F. actuó como capitán de una gran Liga italiana -el papa Alejandro VI, Milán, Génova, Venecia y los desterrados florentinos estaban con él-, que obligó a Carlos VIII a retirarse y luego aplastó en Atella al ejército que éste había dejado en Nápoles. Después de la muerte de Carlos VIII, su sucesor Luis XII (v.) firmó un tratado de paz en Marcoussis (agosto 1498) y la Liga se disolvió.
      Durante la guerra, F. había conseguido además una alianza con la casa de Habsburgo y con Inglaterra que le convirtió en jefe de la más poderosa coalición de Europa. Luis XII trató de deshacerla atrayéndose a Felipe el Hermoso (v. FELIPE I DE CASTILLA) -tratado de Hagenau, 4 abr. 1505-, lo cual fue causa de la primera desavenencia entre yerno y suegro. Al replantearse la cuestión italiana, el monarca francés reclamó para sí Milán (v. MiLANESADO), del que se apoderó, y aceptó o propuso un reparto de Nápoles (tratado de Granada, 1500), que constituyó un fracaso y dio origen a una segunda guerra en la que Francia fue vencida en las batallas de Ceriñola y Garellano, en 1503 (V. FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA, GONZALO). Al morir Isabel la Católica, F. tuvo tendencia a acentuar el papel de España como gran potencia mediterránea.
      La regencia de Castilla. Exasperado por el retorno de viejas rebeldías castellanas que se amparaban en el nuevo rey Felipe el Hermoso, F. abandonó el gobierno de Castilla, al que el testamento de Isabel le daba derecho, y para evitar la enemiga francesa contrajo nuevo matrimonio con Germana de Foix, como si pretendiese edificar de nuevo un imperio aragonés independiente. Se trasladó a Nápoles e inició proyectos de conquista en el norte de África. Estos proyectos no fueron abandonados cuando, por muerte de Felipe el Hermoso, fue llamado a ocuparse de la regencia de Castilla en nombre de su nieto Carlos (v. CARLOS I DE ESPAÑA): en 1509, las tropas mandadas por F. Ximénez de Cisneros (v.) se adueñaron de Orán, y las Cortes aragonesas votaron cuantiosos subsidios para una guerra en África que el rey pensaba dirigir personalmente. La Liga de Cambrai (v.), en la que entraban el papa Julio 11, Francia, España y el Imperio (V. MAxIMILIANO 1 DE AUSTRIA), destinada a arrebatar a Venecia los dominios de tierra firme, parecía asegurar la retaguardia (1508-09). Pero esta visión era engañosa porque Luis XII, dueño de Milán, se enfrentaba ahora con las ambiciones del papa Julio II (v.), que quería reconstruir los Estados de la Iglesia. En su calidad de príncipe italiano y custodio del equilibrio interior de la Península, F. hubo de intervenir en favor del Papa, pero sus tropas sufrieron una derrota en Rávena (abril 1512) a manos del joven duque de Nemours, Gastón de Foix, un genial estratega que murió en la lucha. La guerra, sin embargo, terminó desastrosamente para Francia, que hubo de evacuar Milán.
      El rey de Navarra, Juan de Albret (V. NAVARRA, REINO DE), interpretó erróneamente el curso de la lucha y, al producirse los primeros éxitos de su pariente Gastón de Foix, firmó con Luis XII una alianza (tratado de Blois de 1512). Pero desde hacía más de 30 años Navarra se había comprometido a una absoluta neutralidad que garantizaban tropas castellanas. F. dio orden de proceder a la ocupación de este reino, que llevó a cabo, casi sin resistencia, el duque de Alba (v. ALBA, CASA DE). En realidad, hubo un reparto desigual: la Navarra española se incorporó a Castilla (Cortes de Burgos de 1515), mientras la francesa se reunía a Francia, dejando como frontera la divisoria de aguas del Pirineo. De este modo se completaba la unidad española. Todo ello a costa de los grandes proyectos mediterráneos que hubieron de ser arrinconados, porque cl nuevo rey de Francia, Francisco I (v.), demostraba decisión en retornar a la lucha.
      En sus últimos tiempos, F. experimentó dudas acerca del orden más conveniente en su sucesión y abrigó, al parecer, algunos proyectos para entregar a su segundo nieto Fernando la corona de Aragón, separada de la de Castilla. Pero murió cuando se dirigía a Guadalupe, el 23 en. 1516, antes de que pudiera tomar ninguna decisión al respecto.
     
     

BIBL.: A. FERRARI, Fernando el Católico en Baltasar Gracián, Madrid 1945; 1. VICENS, Ferran Il i la ciutat de Barcelona, 3 vol., Barcelona 1936-37; ÍD, Historia de los remensas en el siglo XV, Madrid 1945; ÍD, El gran sindicato remensa, Madrid 1954; J. M. DOUSSIINAGUE, Política internacional de Fernando el Católico, Madrid 1945; P. PIERI, 11 Rinascimento e la crisi militare italiana, Turín 1952; P. BOISSONNADE, Histoire de la réunion de la Navarre á la Castille, París 1893; C. E. CORONA, El rey de España D. Fernando el Católico, Zaragoza 1948; ÍD, Fernando el Católico y la nobleza castellana (1506-1507), «Universidad» 38, Zaragoza 1960; ÍD, Fernando el Católico, Maximiliano y la regencia de Castilla, «Universidad» 43, Zaragoza 1961; J. M. DousslNAGUE, El testamento político de Fernando el Católico, Madrid 1950; R. DEL ARCO, Fernando el Católico, Zaragoza 1939; A. GIMÉNEZ SOLER, Fernando el Católico, Madrid 1941; J. VICENS VIVEs, Historia crítica de la vida y reinado de Fernando 11 de Aragón, Zaragoza 1962; v. t. la bibl. de REYES CATOLICOS.

 

L. SUÁREZ FERNÁNDEZ.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991