Introducción: El término familia tiene diversas acepciones. En un sentido
analógico amplio se aplica en las ciencias biológicas para designar a un
grupo de géneros de plantas o animales con caracteres comunes. Puede
referirse a todos los hombres, hablándose de la «familia humana». El
cristianismo habla de la «familia de los creyentes». Dante vio en la
Divina Comedia a Aristóteles sentado entre «la familia de los filósofos».
Se dice de todos los individuos vinculados por algún parentesco, o de toda
una línea de ascendientes y descendientes. En sentido más limitado
denomina la comunidad de personas que viven juntos y trabajan para
satisfacer sus necesidades y alcanzar en común el bien del grupo. Cuando
este vivir juntos se centra en la paternidad y se ordena a amparar la
descendencia tenemos el tipo de f. clásica. Aristóteles hablaba de esta f.
como de la communitas in omnem diem; comunidad con el cometido de atender
a las necesidades primarias y permanentes de la casa (Política, 1,2). Se
la denominó, en efecto, «sociedad doméstica», de domus (casa). Abarcando a
«familiares» o consanguíneos y servidores o «domésticos», a esta sociedad
corresponde el término latino familia, que remite a famulus. En sentido
más estricto hoy se entiende por f. la comunidad de padres e hijos.
La Real Academia Española define la f. como «grupo de personas
emparentadas entre sí que viven juntas bajo la autoridad de una de ellas».
Dicho concepto destaca dos características básicas: la identidad de sangre
y el techo común, y un nexo de unión: la autoridad, cimentada en el amor
recíproco de sus miembros. Puede ampliarse dicha definición, pues además
de los lazos de sangre, una f. está compuesta por personas unidas por
sumisión a una misma autoridad, lo cual parece más concorde con la
realidad e incluso con su origen etimológico, del latín familia, que
significa primordialmente el conjunto de esclavos o servidores (famulus=siervo;
famulari=servir) de una casa.
Aristóteles entiende por oikós (familia) «una convivencia querida
por la misma naturaleza para los actos de la vida cotidiana», es decir,
algo basado en la propia naturaleza para cumplir el fin para el que ha
sido querida, que no es otro que el de la conservación de la vida
individual (satisfacer sus necesidades físicas y espirituales) y la de la
especie (engendrar y educar nuevos hombres). Su esencia consiste en una
profunda e interna unidad. «La familia es una comunidad suprapersonal de
hombre, mujer e hijos, una comunidad de valores con plenitud humana,
formada de acuerdo con el plan divino del mundo» (H. Henz, Tratado de
Pedagogía sistemática, Barcelona 1968, 218).
Cuando Cicerón afirma que la f. es «principium urbis et quasi
seminarium reipublicae», quiere valorarla como pieza esencial de la
sociedad (v.) y cimiento de la misma. De ahí que sea la única institución
social, junto con la religión (v.), que se ha desarrollado formalmente en
todas las sociedades, ya sean monogámicas o poligámicas, endogámicas o
exogámicas, y ha sido denominada por algunos «célula social» para hacer
ver que su relación con la sociedad es similar a la de la célula y el
organismo vivo. Según Goode «la familia es la única institución social
encargada de transformar un organismo biológico en un ser humano» (The
Family, Nueva jersey 1965, 8).
La f. como célula primaria y fundamental de la sociedad humana es un
postulado aceptado y reconocido por las leyes de todos los países y por el
constante Magisterio eclesiástico (v. Iv).
1. FILOSOFIA SOCIAL. 1. Origen de la familia. El origen de la f. es
tan antiguo como el de la humanidad, apareciendo en la mayoría de los
pueblos civilizados bajo forma monogámica y regida por el principio de
autoridad que detenta generalmente el padre, con la colaboración de la
madre.
Sin embargo, a mediados del siglo pasado, apareció una corriente que
pretendió echar por tierra, con argumentos histórico-sociológicos, la
teoría de la primordialidad monógama, a través de tres posturas
principales: la) el «derecho maternal» de J. J. Bachofen (Das Mutterrecht,
Stuttgart 1861), quien descubre el parentesco jurídico por línea materna e
imagina una evolución familiar que va desde el amor libre hasta el
patriarcado, pasando por el matriarcado; 2a) el «parentesco
clasificatorio» de Lewis H. Morgan (Ancient Society, Londres 1877); trad.
esp. La sociedad primitiva, Madrid 1970), a quien ciertos prejuicios
evolucionistas le llevan a trazar un esquema hipotético de la evolución
familiar: promiscuidad, f. consanguínea, matriarcado por grupos,
matriarcado, patriarcado poligámico y f. monogámica; y 3a) la «ley de
contracción familiar» de E. Durkheim, para quien lo básico es el clan (gens
para los romanos y sippe para los germanos) que adora a un mismo totem y
se rige por normas sexuales comunes y en cuyo seno aparece, sucesivamente,
una f. lábil en deberes y duración, la f. como institución jurídica o
matrimonio y la actual f. conyugal, reducida a esposos e hijos menores (v.
una serie de artículos publicados en «Année sociologique», 189697,
1897-98, 1900-01 y 1903-04, así como La famille conjugale, «Rev.
Philosophique» 1921).
Pronto fueron rechazadas las precedentes teorías, impregnadas de
ideas preconcebidas, demostrándose que sus afirmaciones eran completamente
gratuitas (v. EVOLUCIóN Iii), y que, por el contrario, la f. monogámica es
la más general en toda época y pueblos (cfr. E. Westermarck, The History
of human Marriage, 3 vol. Londres 1891; The future of Marriage in Western
Civilisation, Londres 1936); así se ha confirmado en pueblos con restos de
cultura primitiva (pigmeos, bosquimanos, fueguinos, etc.) en los que en su
totalidad se ha encontrado una f. monógama con total libertad para
constituirse, igualdad entre hombre y mujer, reprobación del adulterio y
cuidado de los hijos (W. Schmidt y W. Koppers, Vólker und Kulturen, «Der
Mensch aller Zeiten» 1924).
En resumen, la ciencia actual confirma el origen de la f. en el
sentido que aparece en las primeras páginas del Génesis (1,26 ss.; 2,18 ss.)
y que sólo posteriormente se alteran a veces dichos caracteres en las
civilizaciones denominadas «primarias». Así, pues, aun cuando la f.
primitiva presenta formas diferentes a la f. actual, «no por ello la f.
bilateral deja de ser una unidad absolutamente universal de la sociedad
humana» (R. Lowie, Primitive Society, Londres 1920. Sobre el origen de la
llamada «f. occidental», v. J. Tusquets, Revisión de la pedagogía
familiar, Madrid 1958, 23-28).
BIBL.: Además de la citada en el
texto y la del ap. III, v.: R. BocAssINo, Le teorie evoluzionistiche
sull'origine della tamiglia e i dati positivi della, etnologia, en
Famiglia II, en Enciclopedia Cattolica, V, Vaticano 1950, 983-999; W.
SCHMIDT, Familie, en Handwdrterbuch der Staatswissenschaften, 111, 4 ed.
1926 (el mejor trabajo etnológico, aunque un poco antiguo); VARIOS, V
Semaine Internazionale d'Ethnologie religieuse, Luxemburgo 1929; París
1931; A. GEMELLI, L'origine della tamiglia, Milán 1921; W. KOPPERS, La
famille chez les peuples primitifs. La famille dans les civilisations
primaire et secondaires, «Les documents de la vie intellectuelle», die.
1929 y en. 1930.
J. MARTIN RAMÍREZ.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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