ERLANGEN, ESCUELA DE


Esta escuela está relacionada con la reacción confesional del protestantismo desde finales del s. XVIII hasta la segunda mitad del XIX contra el racionalismo (v.), y con el simultáneo e interdependiente movimiento del despertar (v.) religioso. Frente a la vía racional, este movimiento fundamenta el conocimiento religioso en el sentimiento y en la experiencia, especialmente en la experiencia del pecado y del nuevo nacimiento por la gracia cristiana. En armonía con esa tendencia, la E. de E. quiso fundamentar el conocimiento teológico mediante un análisis de la subjetividad creyente, coincidiendo en ello con Schleiermacher (v.). Sus principales representantes fueron: G. Ch. A. v. Harless, G. Thomasius, Th. Harnack, F. Höfling y, sobre todo, I. Ch. K. v. Hofmann (1810-77) y Fr. H. R. - Frank (1827-94).
     
      Paralelamente a la experiencia natural, donde el ser vierte todo aquel material que se esclarece y ordena en los conceptos, la teología de E. considera la vivencia creyente como una fuente noética con relación al mundo trascendente de Dios. Para ella, la experiencia del nuevo nacimiento y de la conversión tiene por lo menos el mismo rango cognoscitivo que la conciencia de los objetos elaborada en el conocimiento natural. La E. de E. parte, pues, de dicha experiencia, que considera como un dato inmediatamente cierto. Y, analizando sus implicaciones, así como las realidades trascendentes que la condicionan y producen, pretende desarrollar todo el contenido de la dogmática cristiana. Ésta se desarrolla orgánicamente desde la experiencia creyente como una planta desde su germen. Pero la norma de conocimiento es siempre el sujeto, que experimenta la operación de Dios y del Espíritu. Según los teólogos de E., la certeza central del nuevo yo o del hombre renacido está indisolublemente referida a todo el conjunto de contenidos u objetos de la fe. Éstos se dividen en tres clases: inmanentes, que el sujeto experimenta en sí mismo, a saber: el pecado, la libertad o carencia de libertad, la justicia habitual y actual, la esperanza de la consumación; trascendentes,- los cuales entran en el sujeto como una realidad operante y se acreditan a través de la experiencia creyente, y son: la personalidad de Dios, la Trinidad, el Verbo encarnado, la expiación; y transeúntes, por cuya mediación se transmiten los objetos inmanentes, tales como la Iglesia, la palabra, la Escritura.
     
      La teología de E., sobre todo la de Hofmann, complementa el método expuesto, que parte de la subjetividad, con otro método más objetivo, consistente en analizar la Escritura y los símbolos de fe, para mostrar cómo estos esclarecen la experiencia creyente. La confluencia de ambos métodos fundamenta la certeza cristiana.
     
      Se acusa a la E. de E. de condicionar la verdad del dogma a la experiencia, en lugar de fundar la verdad de ésta en la inteligencia de la fe. Sin embargo, dicha escuela toma muy en serio el hecho de que la única vía de acceso a lo trascendente es la subjetividad. El problema más importante a este respecto está en delimitar la relación entre vivencia y. razón, así como entre la subjetividad colectiva de la Iglesia (reflejada en la Escritura, la Tradición y los Símbolos de fe) y la individual. La misma sumisión de la vivencia subjetiva a la verdad objetiva ha de realizarse en medio y bajo la luz de la experiencia personal.
     
     

BIBL.: F. H. R. FRANK, System der christlichen Gewissheit («El sistema de la certeza cristianan, donde el autor expone el método aquí diseñado), Erlangen 1881-84, 2 vol.; ÍD, System der christlichen Wahrheit, Erlangen 1878; R. GRÜTZMACHER, Textbuch zur deutschen Systematischen Theologie (selección de textos), I, Tubinga 1961, 118-146; G. WOBBERMIN, Die religionspsychologische Methode in Religionswissenschaft und Theologie, Leipzig 1913.

 

RAÚL GABÁS.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991

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