Se llama e. (de emanare: manar, fluir, proceder de) a la doctrina que
afirma un modo peculiar de origen y dependencia del universo de su
principio, distinto de la transformación, la procesión intratrinitaria y
la creación de la nada. La palabra emanación se ha empleado alguna vez en
sentido genérico, para significar cualquier modo de originarse de un
principio; pero habitualmente se utiliza en sentido específico, como un
modo propio e irreductible. Para caracterizarlo es preciso acudir a las
corrientes de pensamiento que lo han defendido y desarrollado. La doctrina
católica se ha ocupado de la emanación por haber sufrido el influjo de
corrientes emanatistas, y también con el fin de precisar los propios
conceptos de procesión intratrinitaria y creación de la nada, y librarlos
así de desviaciones.
Emanación, transformación, procesión intratrinitaria y creación. Se
llama transformación a la acción que determina un cambio en un ser
preexistente. En cambio, en la procesión intratrinitaria, creación y
emanación, no hay un ser preexistente: se trata de acciones de las que
procede todo el ser. En las procesiones intratrinitarias una persona
comunica a otra la totalidad de la naturaleza, de tal modo que ambas son
de la misma naturaleza e igualmente perfectas, y la segunda no depende en
su ser o no es efecto de la primera. En la creación de la nada y en la
emanación, por el contrario, lo que procede es inferior y no de la misma
naturaleza que su principio, y depende o es efecto de él. La creación y la
emanación son procesos de degradación, que van de lo superior a lo
inferior. Las procesiones intratrinitarias: a) Son necesarias: la vida y
perfección divinas no pueden ser sin ellas. b) Una persona procede de otra
u otras, no de la nada. c) Son eternas. d) Aunque las personas se
distinguen entre sí, se identifican con la naturaleza una. Las procesiones
son inmanentes: se realizan en la intimidad de la única esencia divina. e)
La persona que procede está en relación inmediata con su principio:
procede inmediatamente de él. En la creación, lo creado: a) Depende sólo
de un acto libre del creador. La creación no es necesaria a la perfección
de Dios. b) Procede de la nada. c) Aunque el acto creador divino es
eterno, lo creado es temporal: tiene un inicio y desarrollo temporal. d)
La procesión de las criaturas es trascendente. En el concepto de creación
se subraya la distinción entre el ser del creador y el de la criatura, y
la trascendencia de aquél: no hay identidad ni entre sí ni con una
naturaleza única, sino sólo participación y analogía. e) Lo creado está en
relación inmediata con el principio: procede inmediatamente de él (V.
TRINIDAD, SANTÍSIMA II; CREACIÓN).
La emanación: a) Es necesaria: no depende de un acto libre, sino de
la naturaleza misma del principio. El bien es difusivo (bonuni est
diffusivum su¡). Toda cosa perfecta produce necesariamente, por
sobreabundancia, una cosa menos perfecta. b) Lo emanado no procede de la
nada, sino del ser mismo del principio, como su desarrollo, autodespliegue
o irradiación. Lo emanado fluye de la sobreabundancia del principio, sin
que éste resulte por ello disminuido. Los emanatistas ilustran su doctrina
con imágenes, como la luz que irradia del sol, el agua que brota de la
fuente inagotable, el perfume que emana de la flor. c) La emanación es
eterna. d) El principio y lo emanado son realmente distintos y mutuamente
trascendentes. La trascendencia queda subrayada al situar al principio más
allá de toda determinación. Pero al mismo tiempo se insiste en la
inmanencia del emanado a su principio: Lo emanado no puede subsistir en sí
mismo, está siempre unido y dependiente de su principio, y en él subsiste.
Por eso es frecuente encontrar en estas doctrinas, a los ojos de una recta
filosofía, expresiones audaces o confusas, de sabor panteísta. e) La
relación de lo emanado al principio no es inmediata: la emanación se
realiza a través de una serie de intermediarios, necesarios para colmar la
distancia. En las tres primeras notas de la emanación coincide con las
procesiones intratrinitarias y difiere de la creación. En la cuarta, y en
la inferioridad de lo emanado respecto de su principio, conviene con la
creación y difiere de las procesiones intratrinitarias. La quinta nota es
propia y específica de la emanación.
Así como en el e. todo procede del principio, todo vuelve también a
su principio, describiendo un círculo completo. El retorno se hace posible
por la inmanencia del inferior en el superior. Se realiza a través de un
acto de inteligencia y de amor de índole suprarracional o mística, cuyo
momento más alto es el éxtasis. El retorno es tan natural y necesario como
la emanación: lo emanado tiende a identificarse con el ser del que emana.
No siempre es fácil armonizar este principio con el dominio del alma sobre
su propio destino y la posibilidad de adherirse a la materia. Parece que,
en cualquier caso, está excluida una perdición eterna. En el retorno, la
individualidad de la persona es trascendida y anulada, para reconstituirse
la unidad absoluta del Uno. De un modo general, el e. responde a la unidad
y continuidad de todo lo real, que puede inclinar hacia el monismo (v.); a
la necesaria inmanencia de todas las cosas a su principio; y a la
dificultad de entender la novedad absoluta o la creación de la nada (de la
nada nada deviene: ex nihilo nihil fit), lo que inclina a suponer que lo
que aparece preexistía ya de algún modo en su principio.
Historia. El e. se encuentra sobre todo en las doctrinas
neoplatónicas. La teoría de los intermediarios aparece en Filón de
Alejandría (v.). En el gnosticismo se intenta conciliar la existencia de
Dios con la de la materia, que es en sí misma mala, por lo que no puede
ser obra inmediata de Dios. Plotino dio forma y orden a estas doctrinas
confusas. El universo sensible no puede ser derivauión inmediata del Uno,
por la heterogeneidad que existe entre ellos. Sólo lo semejante produce lo
semejante. El e. de Plotino depende de la doctrina platónica de las ideas
y de la participación, y en especial de la revisión crítica a que el mismo
Platón la somete (v. PLATÓN): En el plano del ser la unidad e identidad,
características de la realidad verdadera, no son todavía perfectas, porque
todo ser está compuesto de ser y uno. Hay que trascender el ser y postular
un principio de ser y de inteligibilidad situado más allá de todo ser y de
toda inteligibilidad, que es designado en sí mismo como Uno, y Bien en
cuanto fuente de la que todo fluye y participa. La doctrina de Plotino
(v.) influyó en lámblico y Proclo y desde este último en todo el occidente
cristiano a través del Pseudo-Dionisio, y en el mundo oriental, que sería
asimilado por los árabes a raíz de la conquista, a través de E. Bar
Sudaili. De este modo el e. neoplatónico influyó profundamente en toda la
filosofía árabe y cristiana. Los filósofos cristianos más influidos fueron
el mismo Pseudo-Dionisio, Escoto Eriúgena (v.) y Eckhart (v.). En la Edad
Moderna el e. aparece en forma claramente monista y panteísta en los
sistemas de Fichte, Schelling y Hegel (v.).
V.t.: GNOSTICISMO;NEOPLATONISMO;PANTEÍSMO;DIOS.
BIBL.: E. BRÈHIER, La philosophie
de Plotin, París 1961; H. DÖRRIE, Emanation. Ein unphilosophisches Wort in
spätantiken Denken, en «Parusia», Francfort 1965; v. t. la bibl. de
GNOSTICISMO,NEOPLATONISMO,PANTEÍSMO, PLOTINO.
J. M. ARIAS AZPIAZU.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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