ECOLOGIA SOCIAL


Concepto y caracteres. La E. social se puede definir como la disciplina que estudia la relación de los modos de vida, de la distribución espacial y de la organización y cambio de una comunidad social con el medio ambiente en que se desenvuelve. La E. social o E. humana, según la terminología que prevalece en la Sociología norteamericana, se caracteriza, en primer lugar, por ser una disciplina intermedia entre la E. y la Sociología. En este sentido ofrece cierta semejanza con la Psicología social (v.), ciencia interdisciplinar típica, pero tal semejanza es sólo relativa, pues mientras la Psicología social participa de dos ciencias humanas, la Psicología y la Sociología, la E. social se encuentra entre una ciencia natural, referente a los organismos vegetales o animales, y otra humana, la Sociología. Ello determina, dada la mayor importancia y complejidad indiscutibles de la realidad humana en comparación a la orgánica, que en la E. social prime la Sociología respecto a la E. en cuanto ciencia natural, y que entre ésta y la E. social existan diferencias fundamentales.
     
      En los dos tipos indicados de la E., natural (vegetal o animal) y humana, se trata esencialmente de las relaciones y procesos de adaptación de las diversas especies a su medio ambiente. No obstante, la experiencia nos muestra diferencias fundamentales entre dicha adaptación en el hombre y la peculiar de los animales, por referirnos sólo a la E. natural de los seres más desarrollados. En éstos se trata de un proceso biológico, instintivo, selectivamente hereditario, no acumulativo y, en este sentido, estático y no progresivo; en el hombre, en cambio, se trata de un proceso complejo que, aunque tenga una base instintiva y hereditaria, se halla dominado por el espíritu y modificado por las realizaciones culturales y sujeto a una evolución y cambio constantes. Por ello, se debe decir que entre la E. natural y la social no sólo se da una diferencia cuantitativa, de grado, como parece sostener A. H. Hawley (Ecología humana, o. c. en bibl.), a pesar de que reconoce las «importantes diferencias» entre ambas y el «grado extraordinario de flexibilidad y refinamiento de la conducta del hombre», sino también cualitativa.
     
      Consecuencia de lo anterior es el carácter fundamentalmente sociológico de la E. social, como disciplina particular, de modo que se puede afirmar que, hasta el presente, no constituye una ciencia especial, independiente, sino una de las múltiples ramas de la Sociología. Por ello, la E. social es uno de los temas tratados comúnmente, entre los aspectos de la estructura de la sociedad, por los manuales de Sociología, especialmente americanos. Sin perjuicio de lo anterior, el punto de vista desde el que la E. social enfoca los aspectos sociológicos que constituyen su objeto no es otro que la «posición», la ubicación espacial, el habitat humano o medio natural modifi cado por la cultura.
     
      Otro carácter distintivo de la E. social es la importancia en ella del elemento cultural, no sólo como componente básico del ambiente humano, sino como instrumento de modificación continua del mismo. La evolución de la relación del hombre con su medio ambiente se puede resumir en dos situaciones básicas: primera, predominio de la adaptación del hombre a las condiciones naturales de su ambiente; y, segunda, predominio cada vez más acusado de la adaptación de las condiciones naturales del medio a las necesidades y deseos culturales del hombre.
     
      Por último, se puede atribuir también a la E. social su generalidad relativa, en cuanto su ámbito no se restringe a los ambientes rural y urbano, aunque éstos hayan sido estudiados más intensamente, sino que es susceptible de estudio ecológico toda comunidad de tipo regional, nacional, etc., e incluso, los grupos sociales concretos, aunque no sean de base territorial, en cuanto se pueden enmarcar en un habitat determinado.
     
      Antecedentes históricos y relación con otras ciencias sociales. La E. social es la más moderna de las ramas de la E. En su formación pueden distinguirse tres fases: su origen específico, su constitución como disciplina particular y el comienzo de su aplicación a otros campos distintos de la Sociología.
     
      El término E. humana apareció por primera vez en la obra de R. E. Park y E. W. Burguess, Introduction to the Science of Sociology (Chicago 1921). Y si bien es cierto que, p. ej., en esta obra, se habla de Human Communities, Human Ecology and Economics (224), no lo es menos que en la misma se formula también el concepto mismo de la E. social cuando, después de afirmar que el proceso de competición, segregación y acomodación en una comunidad de plantas es totalmente comparable con el mismo proceso en las comunidades animales y humanas, se dice que «una aldea, pueblo, ciudad o nación puede ser estudiado desde el punto de vista de su adaptación, lucha por la existencia y supervivencia de sus miembros individuales en el medio ambiente creado por la comunidad como un todo» (164). Esta noción prueba la estrecha relación en su origen de la E. social, que destaca también Hawley, con las concepciones darwinistas, así como su asimilación a la E. vegetal y animal.
     
      Pero Park y Burguess no sólo acuñaron el término y el concepto de la E. humana o social, sino que fueron también los iniciadores de la investigación empírica en este campo, con su célebre estudio ecológico de la ciudad de Chicago (1925), en el que desarrollaron el primer esquema de desarrollo de la estructura ecológica de una ciudad: el de las zonas concéntricas. Por todo ello se deben considerar como los verdaderos fundadores de esta disciplina, aunque propugnen una concepción de la E. social influida en demasía por las teorías biológicas evolucionistas, con descuido de su aspecto cultural.
     
      La concepción teórica y la orientación empírica urbana indicadas de la E. social de Park y Burguesa y de la Escuela de Chicago, creada por ellos, se prolongó en los Estados Unidos, y en parte se puede afirmar que aún persisten, hasta la aparición en 1950 de las obras de lames A. Quinn y Amos H. Hawley, tituladas ambas Human Ecology, que ofrecen, desde distintos puntos de vista, una visión general de esta disciplina, y acentúan, especialmente la de Hawley, el aspecto cultural de la E. social. Estas dos obras se pueden considerar como iniciadoras de la segunda fase indicada de la E. social: su constitución como disciplina particular.
     
      Si bien esta fase no se halla ni mucho menos concluida, parece que se perfila ya la tercera de las aludidas al principio: la aplicación de la E. social a otros campos de las ciencias sociales distintos de la Sociología. En este sentido, Hawley (Human Ecology, en International Encyclopedia of Social Sciences IV,330) resalta la aplicación de la E. humana a los estudios antropológicos, así como la aparición del lenguaje de la misma en Economía, Psicología, Epidemología y otros campos. La extensión de estas aplicaciones, la profundización de lo que de peculiar y propio se puede encontrar en la E. social y el desarrollo y refinamiento de una metodología específica, ya existente, es lo que puede determinar que la E. social consiga con el tiempo la categoría de ciencia social independiente.
     
      En cuanto a su actual condición de disciplina particular, además de las aplicaciones apuntadas en campos diversos de las ciencias sociales y de su íntima relación con la E. general, de la cual toma sus puntos de vista o enfoques, y especialmente con la Sociología, a la que se encuentra vinculada como una de las ramas en que aquélla puede dividirse actualmente, la E. social mantiene estrechas relaciones con otras ciencias sociales, particularmente la Demografía y la Geografía humana.
     
      Con la Demografía posee de común el objeto de estudio específico: la población de una comunidad, si bien se diferencia de ella en que, mientras la Demografía (v.) se ocupa del estudio, preferentemente desde un punto de vista estadístico, de los procesos vitales de la población de una comunidad, la E. social tiene por cometido el estudio de la estructura de esa población en relación al medio ambiente que la rodea.
     
      Por el contrario, respecto a la Geografía (v.) humana, la E. social tiene de común la participación en el mismo punto de vista: las condiciones físicas del medio en que vive una comunidad humana; pero mientras la Geografía humana se concentra especialmente en el medio físico y se limita a considerar su influencia en las condiciones de vida del hombre e incluso también, inversamente, del hombre en el medio natural, para la E. social lo importante es la comunidad humana vista a través de la relación que guarda en sus modos de vida, organización y distribución de la misma, tanto con el medio ambiente natural, como con el cultural creado por el hombre.
     
      Contenido de la Ecología social. La E. social tiene una importancia general básica en los estudios sociológicos, en cuanto que todo fenómeno social se desarrolla en el espacio o en un medio dado. En consecuencia, el ambiente o punto de vista ecológico es uno de los factores o elementos componentes que hay que tener en cuenta en todo hecho y organización social; y éstos, por tanto, en toda investigación social, estática o dinámica, ya de carácter microsociológico (formas de interacción social, relaciones sociales), mesosociológico (grupos sociales) y macrosociológico (sociedad en general) pueden ser objeto de una consideración ecológica, constituyendo como el cuadro o marco de la misma.
     
      Es obvio, pues, que el contenido de la E. social, aun cuando no esté desarrollado científicamente en gran parte, a causa de que esta disciplina se halla en formación, es muy amplio y susceptible de ser extendido a todas las formas sociales fundamentales indicadas, en la medida en que guardan relación con el medio ambiente. Incluso la vida de un individuo como tal puede ser objeto de un enfoque ecológico, si bien sólo en cuanto que tiene un carácter comunal. En sentido ecológico social, el ambiente comprende el medio físico natural, este medio físico modificado culturalmente por el hombre (así, se ha hablado de un paisaje natural y otro cultural), y, por último, las realizaciones materiales de la cultura humana, distintas e independientes, en cierto modo, del medio natural: una máquina, un vehículo, un edificio, etc.
     
      Sin embargo, el medio ambiente, en sentido ecológico social, no se debe extender a las realizaciones espirituales de la cultura y al ambiente social, a todo ámbito cultural y social que rodea a una persona o grupo, porque esto sería contrario a la expresada significación material del término E. y porque, de otra forma, desaparecería el punto de vista específico de la E. social y se confundiría la misma completamente con la Sociología y la Antropología.
     
      Como prueba de que toda interacción social, en cuanto acción orientada hacia otro y que motiva una respuesta de éste, puede ser objeto de enfoque ecológico, se puede citar el caso de dos personas que se comunican entre sí; si lo hacen, p. ej., en un templo, no hablan a voces-sino que normalmente hablarán en voz muy baja. El medio puede tener incluso un efecto determinante en la interacción social, y así, p. ej., en la novela de Camus, El extranjero, se presenta el calor agobiante de la playa argelina como elemento que desencadena un homicidio. Asimismo, es obvio que la comunicación amorosa entre dos novios requiere un medio ecológico adecuado: un cierto apartamiento, comodidad, tranquilidad, etc. De igual forma se podría hablar de las condiciones ecológicas en las relaciones sociales de amistad y otras.
     
      Respecto a los grupos ocurre lo mismo. Refiriéndonos en primer lugar a la familia, es un hecho comprobado la influencia del tipo y condiciones de la vivienda en la vida social familiar y en la formación de los hijos. También ha sido detectada la influencia de las condiciones ecológicas de las comunidades vecinales en los miembros que las forman, especialmente en el caso de conductas anómicas y desviadas suburbiales.
     
      Pasando ahora a los grupos de trabajo, se puede afirmar que, con frecuencia, el medio ambiente en que se desarrolla la ocupación imprime al obrero un carácter especial, que es uno de los motivos de que existan acusadas diferencias colectivas entre trabajadores tan dispares como los campesinos, los marinos, los mineros, los obreros de la industria, de servicios, etc. En este punto hay grupos que habitan en ambientes especiales, que ofrecen un ancho campo de investigación y en los cuales juegan, sin duda, un papel importante las características especiales del medio: es el caso de las comunidades que viven en cuarteles, conventos, cárceles, campos de concentración, hospicios, etcétera.
     
      Pero si es clara la intervención del factor ecológico en las formas sociales aludidas lo es también, sin duda, en el caso de la sociedad global, es decir, aquella que está «integrada por la sociedad política más la sociedad civil» (A. Perpiñá, Sociología general, Madrid 1956, 315). Dentro de ella, la división fundamental de la misma en áreas rurales y urbanas y, por otro lado, en regiones naturales distintas, da lugar a la existencia de medios ecológicos muy diferentes, que es uno de los factores de la diversidad de las formas de vida social observables en las comunidades que habitan dichas áreas o regiones.
     
      Pero el factor ecológico no sólo guarda relación con los modos de vida social y con la distribución espacial de una comunidad territorial, que resulta influida por la existencia de vías de comunicación, de cursos fluviales, de costas y puertos, de las cualidades del clima y de la tierra, y, en fin, por la localización industrial, sino que constituye un elemento a tener en cuenta en organización y cambio de una comunidad.
     
      Como dice Hawley (o. c., 190), aunque la E. humana no intenta abarcar todos los aspectos del análisis de una comunidad, «se ocupa principalmente de los rasgos estructurales de la organización funcional y de cómo éstos cambian al cambiar las condiciones externas». La organización social, en cuanto disposición ordenada de las partes de un conjunto social, implica no sólo una distribución interrelacionada de funciones sociales de dichas partes, sino también una estructuración determinada en el espacio o medio ecológico de las mismas. Todo cambio en la organización social como tal se refleja de un modo u otro en la estructuración ecológica y viceversa.
     
      En relación a estos aspectos de la E. social, sin duda los más importantes científicamente, la investigación se ha concentrado, sobre todo, en el estudio de las grandes ciudades. Como procesos ecológicos de las mismas se ha estudiado la concentración de la población en ellas, la centralización de los grandes negocios, que se compagina con un movimiento contrario de descentralización de las tiendas al por menor, servicios, etc., la segregación, o sea, la formación en ellas de zonas elegantes residenciales y de míseros suburbios, la invasión de un sector de la ciudad por otro más poderoso, que da lugar a un desplazamiento del primero y a la sucesión del segundo en su lugar, etc. (v. CIUDAD II).
     
      Asimismo, se han formulado diversas teorías para explicar el crecimiento urbano. La primera en el tiempo, ya apuntada, de Park y Burguess, explica que el desarrollo de las ciudades se realiza en círculos concéntricos. A ella siguió la formulada por Hoyt, según la cual, tal desarrollo se efectúa en forma radial o de estrella a partir de un núcleo central, siguiendo las vías de penetración y transporte más importantes. Más modernamente se ha pretendido explicar la cuestión con la teoría de evolución de la población alrededor de varios centros interrelacionados entre sí.
     
     

BIBL.: A. H. HAWLEY, Ecología humana, 2 ed. Madrid 1966; ÍD, Human Ecology, en International Encyclopedia of Social Sciences, IV; 1. A. QUINN, Human Ecology, Nueva York 1950; R. E. PARK, Human Ecology, «The American Journal of Sociology» XLII,1936-37; R. E. PARK y W. E. BURGUESS, The City, Chicago 1925; M. A. ALIHAN, Social Ecology, Nueva York 1938; R. D. MAc KENZtE, The metropolitan community, Nueva York 1943.

 

R. SIERRA BRAVO.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991