DISCÍPULOS DE CRISTO (Secta Protestante)


Grupo protestante estadounidense, llamado también Iglesia Cristiana (Christian Church) que, en las estadísticas de 1970, ofrece las siguientes cifras: 5.862 iglesias locales de culto; 1.592.609 miembros: 7.428 ministros ordenados; y 5.862 escuelas dominicales, con una asistencia global de 798.054 alumnos. Sede central: Indianápolis. Los datos relativos a las estructuras de esta denominación resultan un tanto complicados. El grupo original se dio a sí mismo el nombre de discípulos y discípulos de Cristo. Su fundador, Tomás Campbell, hijo de un católico irlandés que había renunciado a su fe, se hizo primero anglicano y luego presbiteriano. A su llegada a los Estados Unidos en 1807, se vio pronto envuelto en dificultades por parte de sus correligionarios al declarar que no hay en el mundo más que una Iglesia, «a la que pertenecen todos aquellos que profesan fe y obediencia a Cristo en todo lo que es conforme a las Escrituras», en tanto que ni las estructuras eclesiásticas ni las doctrinas teológicas tienen nada que ver con la esencia de lo cristiano. En 1810. en unión con su hijo Alejandro, fundó en Pensilvania una Asociación Cristiana que, por profesar la necesidad del Bautismo por inmersión (padre e hijo se bautizaron de esa manera), rompió los lazos con el presbiterianismo (v.) y se unió a los baptistas. Éstos, sin embargo, al notar el radicalismo teológico de los recién llegados, decidieron expulsarlos de su seno (v. BAPTISTAS, 9). Entonces en unión de otros grupos, resolvieron llamarse sencillamente cristianos. La unión de cristianos y discípulos nunca llegó a ser total. Sin embargo, parece que se entendían lo suficiente para sobrellevarse y en 1849 Alejandro Campbell fue elegido primer presidente de la nueva organización. En esa misma época empezaron a enviar misioneros a ultramar. A fines del siglo su feligresía se acercaba al millón, cuando una serie de controversias doctrinales y administrativas (manera de bautizar, comunión abierta o cerrada, organización de sus obras misionales, etc.), los volvió a separar. Los elementos conservadores, que todavía eran mayoría, formaron su propia Iglesia Cristiana, con lo que los d. se quedaron con sólo 200.000 seguidores.
      En la actualidad la herida no parece del todo restañada. Los cristianos continúan perteneciendo al grupo conservador; profesan un biblicismo conservador; se oponen a las «innovaciones humanas»; no quieren instrumentos músicos en su liturgia; son abstemios y morigerados en sus personas; y despliegan gran celo misionero, junto con un antirromanismo fanático, como lo han mostrado en Italia y en Colombia. En cambio, muchos de los d. tienden al liberalismo a ultranza (ejemplo, su influyente órgano semanal, The Christian Century) y al racionalismo que no pocas veces roza con el unitarismo; son pacifistas y acérrimos defensores de la separación entre la Iglesia y el Estado. Han trabajado también activamente en el sector de Life and Work del Consejo Mundial de Iglesias (v. ECUMENISMO II, 2). Hay autores que, por razón de esta flexibilidad en materias teológicas, consideran a los d. como «la secta indígena de mayor éxito en los Estados Unidos».
      Desde el punto de vista teológico y eclesial, ambos grupos, a pesar de las direcciones opuestas que mantienen, conservan no pocos puntos de coincidencia, precisamente por negarse a aceptar otras ataduras confesionales y estructurales que las dé la S. E. Los cristianos creen que la revelación puede llegar hasta nosotros a través de las páginas de la Biblia, de los acontecimientos en la vida de la Iglesia o mediante la aparición de hombres providenciales que proféticamente nos comunican la voluntad de Dios. En cambio, los d. prefieren no circunscribirse a canon alguno escriturístico y dejar que los hombres de ciencia vayan descubriendo los secretos de los Sagrados Libros. Las coincidencias y las diferencias son también numerosas en el campo sacramental. Admiten sólo dos sacramentos, interpretados en el sentido espiritualista, del protestantismo radical. El Bautismo ni perdona los pecados ni produce efectos verdaderos independientemente de la cooperación activa del bautizado, sino que es «el esfuerzo por honrar a Cristo con una vida pura». Asimismo la Eucaristía se reduce a «un sencillo y emotivo memorial». Los demás protestantes les han acusado también de negar, o profesar al menos, puntos de vista muy dudosos en materias de pecado original, dogma trinitario y soteriología y de ser poco explícitos respecto de la justificación por la sola fe.
      Administrativamente ambos grupos son congregacionalistas (v.), con independencia de las comunidades locales y sin distinción entre clero y laicado, aunque últimamente confieran a sus ministros una especie de ordenación por la imposición de manos de los ancianos. Jurídicamente d. y cristianos forman denominaciones distintas, aunque el Christian Century haya absorbido últimamente a su antiguo rival el Christian Evangelist.
     
     

BIBL.: K. ALGERMISSEN, Iglesia católica y confesiones cristianas, Madrid 1964, 1119 ss.; W. G. GARRISON, Religion Follows the Frontier. A History of the Disciples of Christ, Nueva York 1931; B. A. ABBOTT, The Disciples. An Interpretation, San Luis, 1926; 1. HARDON, The Protestant Churches of America, Westminster 1956; F. MAYER, The Religious Bodies of America, San Luis 1958.

 

PRUDENCIO DAMBORIENA.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991