Teólogo jesuita francés, n. en Cambrai el 20 feb. 1896.
Prof. de Teología y de Historia de las religiones en la Facultad de
Teología de Lyon y en la de los jesuitas de Fourviére. Con Daniélou (v.)
fundó la colección patrística «Sources Chrétiennes». Después de 1950 y de
la ene. Humani generis, abandonó la enseñanza para dedicarse al estudio.
Miembro del Instituto de Francia (1958). Volvió a la enseñanza después de
1959. Fue perito del Conc. Vaticano II.
Con otros autores, en los años 1930, propugnó una orientación de la
Teología (v.) hacia el estudio de las fuentes, especialmente los Padres
(v.) de la Iglesia, tiñendo ese aspecto positivo de su programa de una
oposición más o menos clara a la teología especulativa y, como
consecuencia, de un cierto antiintelectualismo. Su teología ha sido más
histórica que sistemática o comprensiva. Insiste De L. en que el núcleo
central de la historia y del mundo es Cristo. La historia se encuentra
dominada por el Hecho-Cristo, preparado en el A. T., encarnado en el seno
de la Virgen, difundido en la Iglesia y otorgado en los sacramentos hasta
el fin de los tiempos. El acto redentor de Cristo construye la unidad de
la teología y es la clave del sentido de la S. E. y de todo el depósito
revelado. Por ello propugna superar una hermenéutica puramente filológica
y cientifista en favor de una exégesis más cristológica y teológica.
Su pensamiento se centró sobre todo en la eclesiología (v.), con un
estudio continuo de los Padres. La Iglesia (v.) es esencialmente reunión
de los hombres con Dios. Porque «realizarse» consiste en realizar en uno
mismo la imagen de Dios que tiene el hombre desde su creación. El pecado
(v.) destruyó y desfiguró esa imagen y, con ello, las relaciones de los
hombres, de la vida colectiva, han venido a ser hostiles y bruscas. Pero
Dios devuelve a la humanidad su referencia divina, reuniendo todo lo
disperso bajo un nuevo principio: Cristo, Dios-hombre. Restauración y
renovación de Cristo es la misma Iglesia, que atañe a la estructura social
de la humanidad: llegamos a realizarnos en el todo, incorporándonos a
Cristo, es decir, a la Iglesia; pero la unidad de la Iglesia, de la
humanidad en Cristo, es distinta de la de un todo, ya que sus miembros no
pierden la libertad y responsabilidad personales, son personas cada una
con su vocación (v.). La obra de De L. tuvo aspectos positivos, y también
límites puestos especialmente de manifiesto con la publicación en 1946 de
su estudio Surnaturel: Études historiques, dedicado a trazar la historia
del concepto de sobrenatural (v.), pero con una posición personal. Levantó
gran polémica, ya que De L. postulaba cierta exigencia humana de lo
sobrenatural, difuminando así la distinción entre naturaleza y gracia
(v.). Pío XII intervino en su ene. Humani generis, reafirmando la absoluta
gratuidad de lo sobrenatural, a la vez que recordaba las normas en todo
recurso a las fuentes para evitar cualquier relativismo y defendía la
validez del método especulativo en Teología.
Entre las publicaciones de su primera época están: Catholicisme: les
aspects sociaux du Dogme, 1938; Le di-ame de Fhumanisme athée, 1944;
Corpus Mysticum, 1944; Surnaturel, 1946; Méditation sur PEglise, 1953; Sur
les chemins de Dieu, 1956; Exégése médiévale, les quatre sens de 1'Écriture,
1959-64 (4 vols.); Le mystére du surnaturel, 1965 (intento de aclaración o
rectificación de algunas tesis de Surnaturel); La,foi chrétienne, 1970.
Después del Vaticano ll, cabe destacar: La postérité spirituelle de
Joachim di Fiore, donde expone y critica el peligro de un cristianismo y
una Iglesia secularizados, que derivaría de una equivocada noción de lo
sobrenatural. En Pic de la Mirandole: Énides et discussions (1974) se
manifiestan de nuevo los temas de Surnaturel, de Le mystére du surnaturel
y de Augustinisme et théologie moderne; cree encontrar un ejemplo de
síntesis entre lo humano y lo sobrenatural en las ideas del humanista Pico
(v.), erróneamente presentado por algunos como precursor de un
antropomorfismo prometeico y ateo. En Recherches dans la fói: Trois études
sur Origéne, Saint Anselme et la philosophie chrétienne (1979) revaloriza
una vez más la Tradición cristiana, como defensa de una orientación de los
estudios teológicos basada en la «memoria» de la Encarnación del Verbo más
que en la especulación racional.
Siguió ocupándose de cuestiones eclesiológicas. El surgimiento de un
falso «espíritu conciliar» con actitudes y escritos en abierta oposición a
la naturaleza de la Iglesia y a su Magisterio, fue denunciado por De L. y
le dio ocasión para manifestar su adhesión al Papa y a su Magisterio,
desde su posición teológica. Juan Pablo 11 le nombró Cardenal (2 feb.
1983). Murió el 4 sept. 1991 en París.
BIBL.: Elenco de obras hasta 1963
(con alguna inexactitud) en L'honrme devant Dieu, Mélanges offerts au P.
H. de Lubac, 111, París 1964, 347-356; L. Roy, Désir naturel de voir Dieu,
Le r. p. de Lubac et S. Thomas, «Sciences ecclésiastiques» (1948) 110-142;
P. BIARD, Le P. llenri de Lubac á l'Institut, «Recherches et débats»,
marzo 1959, 199-206; J. M. CONNOLLY, The Voices of France. A Survey of
Contemporary theology in France, Nueva York 1961; H. U. vote BAL.THASAR,
Henri de Lubac, Madrid 1989; H. DE LUBAC, Memoirs sur Poccasion de mes
libres, Namur 1989.
FÉt.lx SÁNCHEZ-CARO. J. LÓPEZ
DÍAZ..
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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