CICLOTIMIA


En sentido etimológico, el vocablo c. alude a la condición característica de ciertas personalidades cuyo estado de ánimo fundamental oscila alternativamente entre la depresión (v.) y la euforia. Pero restringido su empleo a la clínica psiquiátrica, el término ha sufrido ciertas variaciones semánticas que conviene precisar.
     
      En primer lugar, el concepto c. se ha venido empleando entre los especialistas, la mayoría de las veces, para designar la llamada por Kraepelin (v.) locura maníacodepresiva. Esta entidad nosológica comprendía, junto a la «folie circulaire» o «folie á double forme» de los franceses Falret y Baillarger, los trastornos periódicos exclusivamente eufóricos (maníacos) o depresivos (melancólicos). Posteriormente, en el epígrafe propuesto por Kraepelin, se sustituyó el sustantivo locura por el de psicosis (v.). Pero esta exigencia científica de emplear términos con exclusiva significación médica, si bien ha logrado desplazar del léXIco profesional vocablos como locura y loco, utilizados en el lenguaje ordinario para referirse de manera genérica e imprecisa a la falta de juicio o razón, tampoco ha sido en relación con el trastorno que aquí se contempla conceptualmente satisfactoria. Para Kurt Schneider (v.), la expresión «maníaco-depresivo», resulta demasiado teórica, sobre todo (como se verá más adelante), porque son muy pocos, de entre los enfermos incluidos en este epígrafe, los que sufren periodos maníacos y depresivos. De ahí que con este autor se extendiese el uso y el concepto de c. en la forma indicada, toda vez que el propio Kraepelin lo empleaba también para calificar las formas ligeras de su «locura maníaco-depresiva».
     
      Fuera del ámbito y como equivalente de las psicosis afectivas (v.), el término c. se ha empleado también para delimitar ciertas formas del temperamento (v.) relacionadas con determinados tipos de personalidades psicopáticas (v. PSICOPATÍA). Las conocidas ideas de Kretschmer (v.) sobre la constitución y el carácter humanos han favorecido esta peculiar significación, más fiel, sin duda, a la etimología de la palabra. Lo ocurrido es que Kretschmer fue más allá de lo puramente psicológico al proponer sus tipos constitucionales psicofísicos con la pretensión de establecer una antropología universal. La revisión y crítica de la doctrina de este autor han mostrado el equívoco latente en todas las simplificaciones generalizadoras, revelando, a la vez, que el equívoco arranca de ciertas ve dades empíricamente verificables. De ahí su éXIto inicial, y en el caso de Kretschmer y sus biotipos, lo positivo de algunas de sus aportaciones. Por lo que a la c. se refiere, la correlación entre el temperamento y la afectividad (v.) están fuera de duda. La manera que cualquier sujeto tiene de ser afectado es función característica de su temperamento. Para la Psicología, el problema reside en el origen o causas del temperamento. Los psicopatólogos y psiquiatras ensayan, lógicamente, sus hipótesis partiendo de la experiencia clínica. Desde siempre se ha admitido en la noción de temperamento la existencia de factores nerviosos y humorales. La misma palabra humor contiene una significación bifronte: por un lado, mira al humor o los humores en su entidad líquida y orgánica; por otro, al estado de ánimo como fenómeno psíquico. Ciertos hechos clínicos (lesión o extirpación de glándulas) han sido utilizados por las escue las médicas constitucionalistas como argumento de que la correlación entre la estructura somática y el temperamento se establecen por vía endocrina y humoral (v. ENDOCRINOLOGíA). Pero Kretschmer y la Escuela de Tubinga han ido más lejos al pretender derivar la psicología individual constitucional de los caracteres psicopatológicos diferenciales de las dos grandes psicosis endógenas: la esquizofrenia (v.) y la maníaco-depresiva, estableciendo entre éstas y la normalidad una gama de variantes graduales, con un punto o especie de estación intermedia compuesto por personalidades psicopáticas, caracterizadas biológica y psíquicamente por el correspondiente carácter. De esta suerte, la c. sería la base temperamental de la personalidad psicopática (o psicopatía) cicloide, y de la psicosis maníaco-depresiva o ciclofrenia.
     
      Este concepto de c. así elaborado apenas se ha mantenido teóricamente pensando en el carácter «circular» de las alteraciones. Sin embargo, la mayor parte de los psiquiatras actuales no sólo no admiten que las diferencias entre la normalidad y los trastornos patológicos del ánimo sean simplemente variantes de grado, sino que mantienen la tesis de que la enfermedad (maníaco-depresiva) requiere la incidencia de factores distintos del carácter y puede surgir en personas de cualquier biotipo temperamental.
     
      De la c. entendida como manifestación temperamental o como alteración psicopatológica no queda sino el carácter fásico y periódico de las mismas. Los viejos términos «circular», «doble forma» o «maníaco-depresiva» no son, en rigor, aplicables al considerable censo de enfermos integrados en el capítulo de las psicosis afectivas. La proporción de cursos monopolares actualmelrte admitida es del 75%, por 25% de pacientes que alternan la depresión con la exaltación de ánimo; correspondiendo entre los monopolares un 94% a las depresiones (Alonso-Fernández). Pero si se agregan a dicho censo la serie considerablemente mayor de pacientes timópatas (v. TIMOPATíA) y neuróticos (v. NEUROS1s), así como las personalidades psicopáticas, cuyo trastorno fundamental está constituido por alteraciones del estado de ánimo, la proporción de cursos monopolares y, singularmente, los depresivos, es todavía mayor.
     
      Fuera de la clínica y dentro de la normalidad más estricta, lo común es que el estado de ánimo fundamental no sea rigurosamente estable. La vitalidad sigue en todas sus manifestaciones un cierto proceder alternativo, a través del cual los organismos revelan su dependencia del universo sensible. Los ritmos de la naturaleza inciden en la existencia humana de muy variadas maneras. En ocasiones la correlación psico-física es clara, como ocurre en el acompasamiento vigilia-sueño, en el ir y venir de las estaciones, o en los cambios meteorológicos. A veces, el fenómeno es fundamentalmente somático: el pulso circulatorio, la respiración o las funciones genésicas. Otras parece percutir sólo en lo psíquico: se tienen ganas o no de hacer esto o aquello, se entiende o no se entiende algo sin más. Son muy interesantes los estudios que al respecto ha realizado la psicóloga austriaca Charlotte Bühler. Después de haber recogido y confirmado la observación sobre el carácter periódico de lo que comúnmente llamamos mal humor o buen humor y de ciertas alteraciones depresivas referibles a determinadas edades (crisis de la adolescencia, depresiones de la época involutiva, etc.), se ha planteado la cuestión del curso de la vida humana desde la perspectiva de las fases psicológicas de la experiencia y de la obra basándose en datos estadísticos relativos a la producción de determinadas personalidades. El resultado de sus observaciones es realmente llamativo. La representación gráfica del curso vital aparece como una serie de altibajos expresivos de la creatividad de personas que han descollado en los diferentes campos del quehacer humano. Así, p. ej., en el músico Franz Liszt, el cantante Caruso, el financiero Rockefeller, el filósofo Kant y el ingeniero Siemens. La relevancia de estas y otras biografías acredita que cualquier vida humana, contemplada desde un punto de vista psicológico, se ofrece, no tanto en forma de un trazo continuo o como una cumbre a la que se accede para después descender, sino más bien con los caracteres de una quebrada orografía en la que los altibajos son la regla.
     
      Acaso estas alternativas del ánimo, que sólo se sufren en tanto nos cuestionan, sean la razón última de la invención y peripecia psicopatológica de la c.
     
     

BIBL.: F. ALONSO-FERNÁNDEZ, Fundamentos de la Psiquiatría actual, Madrid 1968; CH. BuHLER, El curso de la vida humana como problema psicológico, Madrid 1943; E. KRESTCHMER, Constitución y Carácter, Madrid 1961; K. SCHNEIDER, Conferencias psiquiátricas para médicos, Madrid 1944.

 

JOSÉ MARÍA POVEDA.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991