CELAM (Consejo Episcopal Latino-Americano)


Del inmenso territorio americano comprendido entre Río Grande y Tierra de Fuego, la población pertenece a la Iglesia católica desde hace cuatro o cinco siglos. Hoy día, la Iglesia se esfuerza por renovar su presencia, a fin de contribuir al trazado de las vías de solución a la multiforme crisis que afecta al continente. Ello ha supuesto importantes innovaciones desde el punto de vista administrativo eclesiástico.
      La unidad colonial, bajo la tutela de las monarquías española y portuguesa, implicaba que las circunscripciones eclesiásticas de Hispanoamérica se consideraran como partes de un todo orgánico. Pero con la formación de Estados soberanos decreció considerablemente el número de contactos horizontales entre los episcopados de las diversas naciones. La jerarquía se sintió absorbida por la problemática interna de cada país. En la década de 1940 se inicia la fundación de confederaciones y secretariados de alcance internacional, con miras a específicas finalidades confesionales: educación, sindicatos, apostolado laical, etc. La tendencia recibe fuerte impulso a partir de la aprobación del C. por Pío XII (v.) en 1955. Después, la doctrina de la colegialidad (v.), enunciada por el conc. Vaticano II, ha robustecido la figura del C. y contribuido a la multiplicación de entidades supranacionales. El C. se define como «órgano de contacto, colaboración y servicio de las Conferencias Episcopales de Latinoamérica» (Estatutos, 1, 1). No siendo, en sentido estricto, una autoridad jerárquica superior, su función se ciñe al estudio de los problemas de interés común, a la coordinación de las actividades católicas en el continente,
      a la promoción de iniciativas provechosas para el conjunto de las Iglesias particulares y a la preparación de las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano (Estatutos, I, 2). El Consejo está integrado por dos representantes de cada una de las 22 conferencias miembros: México y Centroamérica (Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Panamá); Cuba, Haití, República Dominicana, Puerto Rico, y Antillas Británicas, por el área del Caribe; Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil y Venezuela, por Sudamérica.
      Cada dos años se eligen un presidente y dos vicepresidentes. Las reuniones suelen ser anuales, en noviembre y en sede rotatoria. El órgano permanente es el Secretariado General, con domicilio en Bogotá, encargado de la ejecución de los programas fijados por el Consejo. El secretariado coordina también las actividades de los Departamentos, que ofrecen servicios especializados a las jerarquías nacionales.
      Los departamentos están presididos por una comisión episcopal; tienen una secretaría estable, asistida por grupos de expertos. En la actualidad son 12 y cubren los siguientes campos: ecumenismo, misiones, acción social, educación, vocaciones, seminarios, pastoral, liturgia, fe, pastoral universitaria, apostolado de los laicos y medios de comunicación social. Algunos departamentos mantienen un Instituto dependiente, donde se ofrecen cursos especializados a un alumnado internacional.
      El C. mantiene contacto orgánico a varios niveles con dos importantes entidades. Por una parte, con la Confederación Latinoamericana de Religiosos, CLAR (1959), que colabora en orden a orientar el apostolado de los religiosos con pleno sentido eclesial. Por otra, con el Consejo General de la Comisión Pontificia para América Latina, COGECAL (1963), creado por Paulo VI para que «agrupara, coordinando trabajos e iniciativas, representantes del Episcopado Latinoamericano y representantes de organismos episcopales que en otras naciones y continentes colaboran en la vida católica en vuestro pueblo» (cfr. Discurso del 30 nov. 1963). Las reuniones anuales del C. y la creciente actividad de sus departamentos operan aplicando las directrices del conc. Vaticano II. Las reuniones extraordinarias de Mar del Plata (1966) y de Bogotá (1968) se ocuparon del tema de las implicaciones sociales de la doctrina cristiana; han tenido gran eco, si bien algunos de los puntos allí afirmados suscitaron críticas.
     
     

BIBL.: Directorio Católico Lationamericano, Bogotá 1968; Boletín CELAM, mensual, y serie Documentos CELAM, Bogotá; C. ALFARO, Guía apostólica latinoamericana, Barcelona 1965.

 

A. ARREGUI YARZA.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991