Vida. Teólogo, jurisconsulto, escriturista y predicador español, n. en
Zamora en 1492. A los 15 años tomó hábito de S. Francisco, en cuya Orden
llegó a desempeñar cargos de gobierno. Estudió Teología y Filosofía en la
recién fundada Univ. de Alcalá, de donde pasó a enseñar Teología en su
convento de Salamanca, tarea a la que dedicó 30 años. Si no enseñó en la
Univ. de Salamanca, ni en sus obras ostenta títulos de doctor o maestro
(rigurosas normas de los franciscanos observantes), con todo, su nombre
hay que colocarlo junto a Carvajal y Vitoria (v.), con quienes contribuyó
al renacimiento de la Teología. Consejero de Carlos V, viaja con él a la
coronación y a los Países Bajos, donde predica a los mercaderes españoles,
disputa con los luteranos y prepara su obra más conocida, Adversus omnes
haereses, publicada en 1534. La defensa de la fe, necesidad del momento,
ocupa su vida y sus escritos más difundidos. De regreso a Salamanca brilla
como predicador, denunciando fogosamente los abusos que, tanto en el clero
como en el pueblo, favorecen la herejía. Como maestro, destaca por su
independencia de pensamiento frente a los grandes teólogos a quienes
venera y de quienes disiente, cuando lo cree oportuno, con gran libertad
intelectual. Asiste al conc. de Trento (1545-47, como teólogo del card.
Pacheco, de Jaén, y 1551-52, enviado por el Emperador): interviene
enérgicamente en las discusiones y prepara material sobre el canon de la
S. E., la inspiración, la justificación, la Misa, etc.; son aducidas por
los Padres algunas de sus doctrinas escritas. En 1553 pasa al servicio de
Felipe II, acompañándole en su viaje y boda en Inglaterra; es consultado
en los asuntos importantes del Imperio y dicta su parecer, según lo cree
justo, sea contra el rey o contra el Papa. Pasa a Amberes, donde continúa
su labor de predicador apasionado con católicos y protestantes. Nombrado
por Felipe II arzobispo de Santiago, en Bruselas m. el 3 feb. 1558. Una
vida tan agitada deja espacio a su ágil pluma para escribir sobre todas
las ciencias sagradas libros continuamente enriquecidos y salpicados de
experiencia.
Obras. Adversus omnes haereses libri 14, especie de enciclopedia de
herejías (más de 400), expuestas y refutadas no por orden cronológico o
sistemático, sino en cuanto se oponen a conceptos cristianos (130 voces)
recogidos por orden alfabético. Se editó más de 10 veces en sólo 22 años:
Francia, Alemania e Italia vieron las sucesivas ed. corregidas por el
autor; Hermant en 1712 la tradujo al francés y Andrés de Olmos la puso en
verso castellano. Es su obra más difundida, por la que se le llamó «azote
de herejes». De fusta hereticorum punitione 1.3, Salamanca 1547, en que
con principios teológicos y jurídicos define el justo medio entre la
condena farisaica y la cobarde blandura con el hereje: modo de devolverlo
a la fe, penas del contumaz y causas socioreligiosas de las herejías. De
potestate legis poenalis, Salamanca 1550; numerosas veces reeditada, es un
estudio científico de extraordinaria importancia por el que ha sido
llamado por penalistas civiles «padre y fundador del Derecho Penal» (v.);
la reedición de Murcia 1931 muestra la validez actual de sus conceptos:
trata sistemáticamente todo lo referente a la naturaleza y fin de la pena
y sus relaciones con el delito en orden al tema de las leyes penales (v.)
patrias que, sostiene, obligan en conciencia y esto antes de la sentencia
del juez. 25 Sermones sobre el salmo 50 y 24 sobre el salmo 31. A estas
obras, recogidas en la última ed. de Madrid 1773, hay que añadir otras
menos difundidas: De validitate matrimonii Henriqui VIII el Catharinae y
un comentario al profeta Isaías, no publicado. Sus libros teológicos, de
muy buen leer, revelan una personalidad vibrante y audaz; siempre en la
ortodoXIa, no están exentos de imprecisiones señaladas por la crítica.
BIBL.: H. HURTER, Nomenclator
litterarius, Oeniponte 1899, IV, 1184; L. WADDINGUS, Annales Minorum,
Quaracchi 1933, XVIII, 132 ss. y XII, 119 ss:; S. CASTILLO, A. de Castro y
el problema de las leyes penales, Salamanca 1941; M. DE CASTRO, OFM, Fr.
A. de Castro OFM, consejero de Carlos V y de Felipe II, «Salmanticensis» 5
(1958) 282-322; A. MAIJARICUA, La obligatoriedad de la ley penal en
Alfonso de Castro, «Rev. Española de Derecho Canónico» 4 (1949) 35 ss.
A. DE MIER VÉLEZ.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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