CAOS


El actual significado que atribuimos a la palabra c. no responde, al parecer, al más antiguo conocido, que entronca con el saber mitológico vigente en muchos pueblos antes del comienzo del pensamiento científicofilosófico.
      Aristóteles (Met. 4,1091b4) pone a Jáos, figura mitológica sustantiva, al par con la Noche, Urano u Océano al referir que los «poetas antiguos» dieron a estas figuras el carácter de primeras. Sin embargo, no son claros los antecedentes de este texto, aunque es indudable que en los relatos de la más antigua mitología griega parece haberse confundido a veces el C. con la Noche. Homero, por su parte, deja ver que Noche y Tártaro son formas locales de un C. generador inicial.
      El lugar más famoso en el que Jáos adquiere una importancia primordial como categoría mítica, es la Teogonía de Hesíodo (v.; 116 ss.): «Antes que nada, nació Caos... De Caos nacieron Erebo y la negra Noche». Aristóteles (Phys. 1,208b29) equipara a este C. con el Espacio, pero la interpretación moderna declina esta posibilidad, ya que el concepto de Espacio implica un tipo de racionalidad que nó es la mitológica.
      Para Hesíodo, pues, C. está en primer lugar en el orden genético del Universo. Pero ¿es absoluta esa prioridad? Los griegos no concebían la producción de la nada. Y si el texto dice Jáos génet' parece indicar que proviene de algo. Así lo da a entender también la que hoy parece etimología segura de Jáos: derivación de la raíz ja, que indica abertura, resquicio, bostezo (jaineo, jáskein). Pero una abertura o resquicio se abre entre unos límites. La teoría viene reforzada por el hecho de que, ya atetes del 400 a. C., se usaba la misma terminología para indicar el aire, como región existente entre el cielo y la tierra. E incluso parece que en la misma Teogonía (695 ss.) utiliza el término en este sentido. Aparte de que Grimm y otros han insistido en el paralelo de Jáos con el Ginnunga de la mitología escandinava, y también éste tiene límites.
      Todo esto lleva a Cornford a pensar que el pasaje 116 ss. de la Teogonía debe leerse en conjunto: «surgió el resquicio entre la tierra y el cielo». Interpretación que viene apoyada por el largo uso que de este concepto hacen las fuentes literarias y por el paralelo con muchos relatos mitológicos antiguos. Sin embargo, U. Hólscher, entre otros, la rechaza, y argumenta en base al uso de absoluta primordialidad que dan al c. otras presuntas fuentes cosmogónicas más antiguas.
      En la cosmogonía (v.) órfica aparece también la figura de C. Pero, aparte de que no resulta nada clara la antigüedad de las doctrinas órficas, aquí ya el c. no aparece como primario, sino en un segundo momento (en las Rapsodias) o en un tercero o cuarto (jerónimo y Helénico). Museo, mítico discípulo de Orfeo, hace partícipar a Tártaro y la Noche de las cualidades de C., al que suprime.
      Con respecto a Ferécides de Siro (v. COSMOGONÍA 11), Conrad supone que su Jzon es el c. Aunque textos de Aquiles (Isag. 3) parecen abonar este aserto, Zeller rechaza, con buenas razones, esta interpretación. Lo que parece más claro es que Ferécides piensa que fáos se deriva de jéeszai, con lo que se adelanta a la interpretación estoica.
      No es clara la influencia que este C. mitológico ha podido tener en el pensamiento presocrático. Hay quien piensa en una derivación en el agua de Tales, o que pudo inspirar el ápeiron de Anaximandro (así Rivaud, Joel y Rey) o el aire de Anaxímenes. Pero, en conjunto, se pueden más establecer paralelos que probar ningún parentesco directo. Anaxágoras habla ya, con una racionalización muy distinta, de un estado caótico de los elementos antes de su ordenación por el Nus (lo mismo en Platón aproximadamente, aunque aquí el ordenador es el Demiurgo).
      El estoicismo (v. ESTOICOS) interpreta jáos (de jéeszai) como lo que es vertido, es decir, agua. Pero también, es caótico el estado de la %realidad antes de ser ordenado por las rationes seminales. El significado del Chaos latino (así Virgilio, Lactancio, etc.) de materia informe o confusa, parece derivar de interpretaciones estoicas.
     
     

BIBL.: F. M. CORNFORD, Principium Sapientiae, Cambridge 1952;G.S.KIRK-J. E. RAYEN, Los filósofos presocráticos, Madrid 1969; U. HÓLSCHER, Anaximander und die Anfánge der Philosophie, «Hermes» 81 (1953); E. ZELLER, Die Philosophie der griechen, Leipzig 1920.

 

RAFAEL ALVIRA.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991