CAMINO DE SANTIAGO


HISTORIA. Es la ruta de peregrinación que conducía a Santiago de Compostela (v.) desde el centro de Europa. Su formación se remonta a los s. vil y vili, cuando comenzó a difundirse por España la noticia de que el apóstol Santiago el Mayor (v.) había evangelizado la península Ibérica. Dicha noticia aparecía en unos catálogos grecobizantinos de los Apóstoles y fue recogida por S. Beato de Liébana (v.), en sus Comentarios al Apocalipsis.
      Importancia históricoreligiosa. Hacia mediados del s. ix puede comprobarse ya el culto al sepulcro de Santiago, en las inmediaciones de Iria Flavia, y dos siglos más tarde surge el relato del hallazgo del mismo por el obispo Teodomiro de Iría, durante el reinado de Alfonso II el Casto, por la aparición de unas luces misteriosas sobre la tumba del Apóstol. Con gran rapidez, la nueva iglesia de Santiago adquiere excepcional importancia, y como testimonio tenemos la cruz de oro que ofrecieron Alfonso III de Asturias y su esposa Jimena en el 874. Muy pronto debieron acudir allí en peregrinación gentes de toda la Península y de fuera de ella, por ser los restos de Santiago el único cuerpo de apóstol que podía venerarse en el Occidente europeo. Uno de los primeros personajes extranjeros que visitaron el sepulcro es Gotescalco, obispo del Puy en Velay, que llegó en el 950. Con él empieza el desfile de grandes señores. Pocos años después, el abad Cesáreo de S. Cecilia de Montserrat acude también para hacerse reconocer metropolitano de Tarragona, y así independizarse de los arzobispos de Narbona. Este hecho demuestra que se consideraba a Santiago de Compostela como una segunda Roma, y este prestigio compostelano enturbiará en más de una ocasión las buenas relaciones con aquélla, que temía la existencia de una nueva sede apostólica en España. Personajes de la categoría de Guillermo V de Aquitania, del arzobispo Sigfrido de Maguncia, de Nopar, señor de Caumont, acuden constantemente a venerar los restos del Apóstol y con sus comitivas irán incrementando el prestigio del C. de S.
      Antes del s. xi no existe ningún dato sobre los itinerarios de los posibles peregrinos. Después del reinado de Sancho el Mayor abundan ya los que permiten fijar con certeza la ruta más concurrida. En sus orígenes, la calzada Jacobea aparece como el camino que enlaza los dos grandes santuarios de la cristiandad: Roma y Santiago de Compostela. Venía a formar como una cadena viva, que consolidaba la unidad del mundo cristiano. Los reyes cuidan de establecer hospitales, especialmente en los pasos peligrosos, de construir puentes, de poblar las ciudades del camino, asegurando así el tránsito pacífico de los peregrinos.
      La ruta, ya desde el s. xil, arrancaba de Francia desde donde alcanzaba los Pirineos por cuatro itinerarios bien definidos. Estas cuatro rutas francesas eran: a) la que partiendo en Arlés, seguía por Montpellier, Narbona, Carcasona, Toulouse y Olorón. Era ésta la ruta de Provenza y la utilizada por los italianos. También los alemanes del Sur la frecuentaron muchísimo, ya que partiendo de Einsiedeln, alcanzaban la anterior en Nimes, y recibía el nombre de Ober Strasse; b) Notre Dame du Puy, Conques, donde se visitaba el santuario de Santa Fe, Cahors, Moissac y Ostabat, la seguían principalmente los borgoñones; c) Vézelay era el punto de partida, donde se veneraban las reliquias de S. María Magdalena, continuaba por Bourges, Cháteauroux, Limoges, Périgueux y Ostabat; d) Orleáns, Tours, Poitiers, Burdeos y Ostabat. Ésta canalizaba el camino de París y a los flamencos y alemanes del Norte que se reunían en Aquisgrán, los cuales denominaron dicha ruta como la Nieder Strasse.
      Estos cuatro caminos franceses penetraban en España sólo por dos pasos pirenaicos, ya señalados por la Guía de los Peregrinos del Liber Sancti jacobi, en el s. XII. Uno partía de Olorón, remontaba el valle del Aspe hasta Somport, donde estaba el monasterio de S. Cristina, luego seguía por laca hasta Puente la Reina, núcleo donde se enlazaba con la segunda ruta, que partía de Ostabat y pasaba por Roncesvalles y Pamplona. Ambos pasos corresponden a dos caminos naturales ya empleados por los romanos. A comienzos del s. xirr, por la incorporación de Álava y Guipúzcoa a la corona de Castilla, tiene este reino comunicación directa con Francia, con lo cual surgió una tercera ruta que pasaba por Irún, Tolosa y Vitoria, llegando a Burgos, donde enlazaba con el camino tradicional peninsular. Desde el s. xvi, Roncesvalles e Irún son las dos puertas principales por donde penetran los peregrinos jacobeos. Ya de lleno en la Península, el mayor esfuerzo que se lleva a cabo para acondicionar el C. de S. es debido, en el s. xi, a los reyes Alfonso VI en Castilla y León, y Sancho Ramírez en Navarra y Aragón. El primero construye dos hospitales en Burgos y favorece la labor del ermitaño Domingo en la Rioja, que, establecido a orillas del río Oja, funda un hospital y construye un puente, que da origen a una ciudad: Santo Domingo de la Calzada, También Alfonso VI sé ocupa de repoblar puntos estratégicos de la ruta, como Logroñó, Sahagún y Villafranca del Bierzo. En Navarra y Aragón, Sancho Ramírez realiza una labor semejante, funda Estella, Puente la Reina y favorece las alberguerías de Jaca y Pamplona. De esta manera, el C. de S. desde los Pirineos a Compostela estaba perfectamente trazado y asistido a finales del s. xr. Desde Puente la Reina sus principales centros son: Estella, Viana, Logroño, Nájera, Santo Domingo, Burgos, Castrojeriz, Frómista, Carrión de los Condes, Sahagún, León, Astorga, Ponferrada, Cebrero, Portomarín, Castañeda y Santiago. Éste será el mismo trazado que, con ligeros cambios, recorrerán los peregrinos por espacio de varios siglos. Con el tiempo, aumentan hospitales y albergues, y a veces, monasterios, al margen del camino provocan desviaciones o rutas secundarias, como la visita a S. Millán, o a S. Salvador en Oviedo.
      Importancia económica. A medida que adquiere fuerza el C. de S., empieza a distinguirse, entre las gentes del país, como el camino francés, por ser muy concurrido por dichos peregrinos y comerciantes. Pronto la ruta de peregrinación se convierte a la vez en la gran vía comercial y repobladora del Norte de España. Se establece un comercio activísimo con posadas, hospitales, mercados en las ciudades y gran cantidad de cambistas de moneda. De un comercio agrícola en el s. x se pasa en el siguiente a una ruta comercial fundamentalmente mantenida por elementos extraños: judíos y francos. Junto al auge comercial, va unida una repoblación que se ve favorecida por los privilegios excepcionales concedidos por los reyes. Jaca, Estella, Pamplona, Nájera y Burgos ven asentarse colonias de francos que llegan a formar su propio barrio comercial. También hay numerosos francos en León, Astorga y Santiago, pero a medida que el camino se aleja de los Pirineos va disminuyendo la importancia de los extranjeros. Junto a esta beneficiosa inmigración, hay también una emigración de comerciantes hispanos; así, desde el s. xI, en las ferias de la Champaña se cita la presencia de comerciantes gallegos; y el sello de los españoles establecidos en Brujas a fines del s. xiv ostenta la imagen de Santiago.
      Importancia cultural. La importancia del C. de S. en la cultura empieza cuando el francés Bédier cree encontrar en él la clave que explicaría la génesis de las grandes leyendas épicas francesas del ciclo carolingio, tesis después muy discutida. Pero lo que no podemos dudar es que desde el s. xi se hacía de Carlomagno el iniciador de la peregrinación Compostelana y esto originaría gran cantidad de leyendas y canciones de gesta (v. cHANsoNs DE GESTE) como la Historia de Karoli Magni et Rotholandi. Gran importancia tienen dentro de lo puramente jacobeo los Himnos a Santiago que comienzan ya en el 780 con S. Beato de Liébana. En el s. xv, se establecen scriptorium en los monasterios y el c. se veía recorrido por numerosos poetas y trovadores que con su nuevo arte y rimas enriquecerían el panorama cultural y posiblemente sería uno de los orígenes de la lírica peninsular. Numerosos autores extranjeros toman el tema de las peregrinaciones a Santiago como base para sus obras, tal es el caso de Nicolás de Verona. Pero el hecho de mayor importancia es que se pone en inmediata relación el Oriente con Europa y se realiza entre las naciones de ésta un inusitado comercio literario que constituye una de las bases de la civilización occidental. V. t.: SANTIAGO EL MAYOR.
     
     

 

JORGE DISDIER.

 

BIBL.: Historia Compostelana, en FLÓREZ, XX, Madrid 1769; L. HUIDOBRO, Las peregrinaciones jacobeas, Madrid 1950; L. VÁZQUEZ DE PARCA, J. M. LACARRA y J. URfA, Las peregrinaciones a Santiago de Compostela, Madrid 1948; C. JuLLIAN, Routes romaines et routes de France, «Rev. de París» 1 (1900); A. LAVERGNE, Les chemins de SaintJacques en Gascogne, Burdeos 1887; E. LAMBERT, Le livre de SaintJacques et les routes du peregrinage de Compostelle, «Rev. Géographique des Pyrénées et du SoudOuest» XIV (1943); J. VIELLIARD, La guide du péregrin de Compostelle, Mácon 1938; B. GONZÁLEZSOLOGASITUA, Influencia económica de las peregrinaciones a Compostela, «Economía Española» 13 y 14 (1934); J. M. LAcARRA, Espiritualidad del culto H de la peregrinación a Santiago antes de la Primera Cruzada, «Pellegrinaggio e culto dei santi in Europa fino alla la Crociata», 10o Convegno Centro Studi sulla Spiritualitá medioevale, Todi 1963, 113144; fD, La Península Lbérica del siglo VII al X: centros zy vías de irradiación de la civilización, «Centoi e vie di irradiazione della civiltá nell'alto medioevo», Spoleto 1964, 233278.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991