CAM


El nombre de Cam (hebreo Ham), de significado desconocido, pudiera estar relacionado con la palabra húm, negro. De hecho, en su significado colectivogeográfico se refiere a seres de tez morena.
      El hijo de Noé. Noé (v.) es uno de los héroes de la historia de la salvación; enlaza dos épocas definidas, separadas por el cataclismo del Diluvio (v.). Con 61 viven aquellos trágicos sucesos los miembros de su familia y entre ellos C. Se discute sobre el orden que C. ocupa entre los tres hijos de Noé. Gen 9,24 habla del «hijo pequeño»; y aunque sigue luego la maldición a Canaán, muchos manuscritos griegos sustituyen el Canaán del texto masorético por C. En cambio, en Gen 6,10; 7,13; 9,18; 10,1... ocupa C. el segundo lugar, lo que significa que había nacido el segundo. Varios autores (R. De Vaux, A. Clamer) prefieren aceptar en Gen 9,2027 una fuente secundaria, basados en las diferencias de estilo y mentalidad. La tradición yahwista traería, pues, el orden SemJafetC., mientras la sacerdotal representaría el tradicional SemC. Jafet. También hay interés positivo por destacar a Canaán como hijo de C., si bien Gen 9,18b y 22 parecen una glosa.
      El pecado de Cam. Es un hecho fundamental en la vida y en el destino de C.; su nombre y el de sus descendientes llevará siempre el estigma de aquel pecado. La ocasión fue la embriaguez de Noé, presentado en el relato (Gen 9,20) como inventor del vino. El pecado de C. se reduce a ver la desnudez (partes genitales) de su padre deliberadamente y sin recato; la importancia del gesto hay que interpretarla a la luz de los tradicionales sentimientos del pueblo hebreo, cuyo pudor y delicadeza rayan en la exageración; la mayor injuria que puede hacerse a una persona es mostrar su cuerpo desnudo (1 Sam 20,30; Is 20,4; 47,3; Ez 17,37; cfr. F. Zorell, Lexicon Hebraicum..., Roma 1940, `erwah). Ello explica la reacción piadosa de los hermanos de C., que obraron de forma que «no vieron la desnudez de su padre» (vers. 23) y la conducta misma de Noé.
      En una interpretación históricoprofética (S. R. Driver) se refleja así la inmoralidad de los cananeos, peligro siempre de contaminación para los hijos de Israel (Lev 18,3.2430; 1 Reg 14,24; v. cANAÁN I).
      La maldición (Gen 9,2427). Va dirigida contra Canaán, que ya ha sido presentado como hijo de C.; quizá es una denominación del mismo C., o una sustitución del padre por un hijo heredero de sus bastardos sentimientos. P. Morant cree que la maldición de Canaán puede explicarse porque participó en el pecado o porque así C. es castigado y herido en lo que más quiere, que es su hijo.
      La maldición (v.), como la bendición (v.), tiene no sólo un valor optativo, sino real y constitutivo; conserva la eficacia, independiente ya de la persona que la pronunció. Son ejemplos clásicos las bendiciones de Isaac (Gen 27; v.) y Balaam (Num 2324; v.). En forma rítmica, lo mismo que en casos similares, Noé va a marcar el destino histórico de sus hijos. Empieza maldiciendo (`arur) a Canaán, que es quien ha provocado el lance; será «siervo de siervos» (superlativo hebreo) para sus hermanos. Al `arur se contrapone el barukh característico en las bendiciones; para sus hermanos será una ventaja el estado de servidumbre de C.
      Varios detalles son dignos de notar en esta maldiciónbendición: a) La graduación de preferencia: Sem (v.) o el señor, Jafet (v.) o el huésped, C. o el esclavo (P. Morant). b) C. queda así excluido de las bendiciones divinas. c) El nombre de Canaán evidencia la intención de restringir la maldición a los cananeos; no quedarían incluidos los otros hijos de C. y, de hecho, la historia bíblica no los considera tan peyorativamente como podría esperarse de la maldición. d) Los Santos Padres interpretan la bendición de Jafet como una profecía que anuncia la entrada de los paganos en la comunidad de los elegidos (R. De Vaux, o. c. en bibl., 67).
      Las tierras de Cam. La tabla etnográfica del cap. 10 del Génesis es una interpretación teológica de la historia; su valor geográficoetnográfico es más bien relativo. Las listas se refieren a individuos y, otras veces, a países, regiones, montañas y ciudades; por eso los términos «hijo» y «engendrar» no deben entenderse en sentido literal (v. GENEALOGÍA II). El misterio de la tabla de los pueblos se explica mejor por una homogeneidad políticogeográfica que por la comunidad de notas raciales: a) Los hijos de Jafet son pueblos del Asia Menor en términos generales. b) Los semitas ocupan tierras desde Mesopotamia hasta Arabia. c) C. comprende los pueblos relacionados de alguna manera con Egipto; el nombre que los egipcios daban a su país Kemi quizá tenga algo que ver con C.; en los Salmos, tierra de C. es sinónimo de Egipto (Ps 78,51; 105,23.27; 106,22).
      La tabla asigna a C. cuatro hijos: 1) Cus, que es Etiopía y que dominó Egipto en la dinastía XXV. Los descendientes de Cus señalados en Gen 10,7 ss. son localizados en tierras de Etiopía o de Arabia del Sur. Sólo llama la atención la historia de Nimrod, que interrumpe la línea genealógica; es una probable alusión a los cassitas, basada en la homofonía entre Cus (Kush) y Kisch, ciudad mesopotámica. Pero el tono espiritual de Nimrod despectivo, dominador y rebelde (marad) lo sitúa en el gremio de los camitas; su nombre se ha conservado en la moderna Nimrod (la Kalhu de los cuneiformes) junto al Tigris. 2) Misráyim es el nombre de Egipto en hebreo. Sus descendientes son pueblos relacionados con Egipto, ya geográficamente (libios), ya comercialmente (cretenses). 3) Put (Punt), sin descendientes, corresponde a Somalia y es la tierra del incienso, célebre entre otras cosas por la expedición hecha en tiempo de la reina Hatschepsut (s. xv a. C.) y representada en el templo de Deirel Bahari. 4) Canaán (v.). Algunos sostienen que su inclusión entre los hijos de C. es muy problemática y que, por su situación geográfica, SiriaPalestina, sería semita; sin embargo, esta región tuvo estrechas relaciones con Egipto y fue siempre una avanzadilla egipcia en Asia. En cualquier caso Canaán fue un pueblo alejado de Dios, del bien, de la salvación; los hebreos no debían mezclarse con los cananeos (Gen 28,6; 34,14; Num 15,1.5 ss.; 35,50 ss.; los 23,7) y, en ese sentido, queda fuera del límite de las bendiciones y de las promesas. V. t.: CAMITAS.
     
     

 

G. DEL CERRO CALDERÓN.

 

BIBL.: R. DE VAUX, La Genése, en La Sainte Bibie de Jérusalem, París 1951; A. CLAMER, La Genése, en La Sainte Bibie, I/1, París 1953; G. RINALDI, Secoli sul mondo, Turín 1955; C. SCHEDL, Storia del Vecchio Testamento, I, Roma 1959; P. MORANT, Die Anlünge der Menschheit, Lucerna 1960; cfr. los comentarios, a los pasajes correspondientes, de A. COLUNGA y M. GARCÍA CORDERO, en Biblia comentada, I, Madrid 1960, y de F. ASENSIO, en La Sagrada Escritura, A. T., I, Madrid 1967.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991