BOLANDISTAS
Se designa con este nombre al
grupo de colaboradores jesuitas que prosigue la obra hagiográfica
iniciada en el s. XVII por el P. Jean Bolland (15961665) en Amberes. Al
comenzar la magna colección Acta Sanctorum se le asignaron dos
colaboradores; tal grupo inicial fue bautizado muy pronto con el nombre
de b., perdurando hasta nuestros días dicha designación y su obra.
Antecedentes. Los avances de las ciencias históricas por la
corriente humanista y por las controversias con los protestantes,
exigían una depuración constante de las tradiciones y, consecuentemente
afectaban también a la Hagiografía. Una muestra de esta preocupación la
hallamos en los tímidos intentos de revisar el Martyrologium romano a
fines del s. XVI.
En tal contexto histórico, el P. Héribert Rosweyde (15691629)
publicó en 1607 una obra que se considera, justamente, como la
antecesora de la que luego realizarían los b. Esta obra, titulada Fasti
sanctorum quorum vitae in Belgicis bibliothecis manuscriptae asservatur
(Amberes 1607), quería ser el preludio de una serie de 18 vol., en los
que se estudiasen las fiestas litúrgicas de Cristo, María y los santos;
en ella se trazaba un vasto plan de búsqueda de fuentes inéditas o
depuración de las ya editadas con vistas a la publicación de los textos
íntegros y en redacción original, con comentarios históricos y críticos.
Rosweyde pudo acumular abundante documentación y llegó a publicar unas
Vitae Patrum (1615), así como una edición del Martirologio Romano
(1613); mas no pudo llevar a término el ambicioso proyecto.
Primeros bolandistas y su obra Acta Sanctorum. Al morir Rosweyde,
tanto el material de trabajo como el proyecto pasó al P. Jean Bolland,
prefecto de estudios de Ma1inas, quien asumió la tarea, no sin modificar
y ampliar los planes de Rosweyde. La gigantesca obra que :se disponía a
acometer, Acta Sanctorum, se ocuparía de los santos sobre los que se
conservaba alguna passio, biografía, relación, etc., y aun de aquellos
de los que existía una mínima constancia en los martirologios,
calendarios litúrgicos, etc. Como labor previa se impuso la tarea de
completar las fuentes, inéditas y editadas, para lo que se sirvió de
numerosos corresponsales eruditos. Con el patronato del abad Antonio de
Winghen pudo disponer de un primer colaborador, antiguo alumno suyo, el
P. Godefrod Henskens (Henschenius), quien le ayudó a dar con la forma
definitiva del método a seguir. Las proporciones de la obra eran
inmensas. Bolland reunió una cantidad sin igual de manuscritos y vidas
de santos; el inventario hecho al tiempo de la disolución de la Compañía
(1773) registra la existencia de 449 grandes legajos. A fin de suplir
las deficiencias de los corresponsales y ampliar el área de búsqueda
fuera de Bélgica, completando así la obra de Rosweyde, proyectó una
serie de viajes por Europa para hacer el expurgo de las mejores
bibliotecas. Por enfermedad de Bolland, fueron sus colaboradores los
encargados de realizarlo. Es célebre el Iter romanum, del que existe una
minuciosa relación o Diarium: por 61 sabemos que Henschenius y Papebroch
(el segundo colaborador) recorrieron las mejores bibliotecas de
Alemania, Austria, Italia y Francia (166062). Esta práctica se mantuvo
en pie en los años siguientes, siendo de notar el viaje a España de Pien
y Cuperus.
Para la ordenación y edición de esta documentación, Bolland se
trazó un plan inicial. Tras una depuración crítica de los documentos,
éstos se ajustarían al orden impuesto por el mismo calendario de fiestas
de los santos, a partir del 1 de enero, y dentro de cada día del año se
respetaría el orden de antigüedad. La norma obligaría a fijar y escoger
fechas, a elaborar cuidadas listas de los santos incluidos en
determinado mes y día, señalando los omitidos o trasladados.
La obra se concebía fundamentalmente como un amplio repertorio de
fuentes y textos documentales, inéditos o publicados, en su texto
original o en versiones. En las introducciones correspondientes se
indicarían el lugar de culto de cada santo, sus lugares de origen, vida
y muerte. Se añadirían además notas explicativas, comentarios
introductorios y críticos. Pronto se dio cuenta de la necesidad de
intercalar eruditas y largas dissertationes para aclarar problemas
generales o locales o resolver problemas críticos documentales, ya que
eran condición necesaria para abordar con rigor las vidas de los santos.
En este punto fue decisiva la colaboración de Henschenius: así, el
volumen primero de la colección que comenzó a imprimir Bolland en 1635,
fue retirado de las prensas y rehecho, apareciendo en dos t. en 1643.
Dada la magnitud de la empresa, los superiores designaron al P. Daniel
Papebroch en 1659 para que colaborase con Bolland que proyectaba además
otros trabajos, como la edición de vidas grecolatinas, repertorios
cronológicos y topográficos, y catálogos de obispos y de monasterios.
Este célebre triunvirato fundacional dio un impulso extraordinario
a los Acta Sanctorum y representa, en su secular historia, la edad de
oro. Elaboraron un meticuloso método de estudio, según el cual todo
trabajo pasaba por una reposada revisión en equipo, en tres etapas. Se
sometía a consulta y crítica de todo el grupo, una primera impresión del
estudio de cada colaborador, utilizándose ,el procedimiento de la
votación en la corrección y fijación de los textos; este segundo texto
impreso pasaba por una última revisión, que recibía el respaldo
definitivo en la tercera y definitiva impresión. Las dissertationes, que
inicialmente se publicaban fuera de la obra, fueron incluidas a partir
del t. II. En ellas figuran estudios o textos generales de suma
importancia: p. ej., la edición de los Martirologios de Beda y de
Usuardo, la Cronografia de S. Teófanes, el Itinerario a Tierra Santa de
J. Focas, catálogos de papas, cronologías, listas de patriarcas de
Jerusalén, Antioquía o Constantinopla, o de los obispos de Milán. Tras
una vida enteramente consagrada a su obra, Bolland pudo rematar la
edición de ocho vol., tres de ellos póstumos. Hesnskens colaboró en 24 y
Papebroch en 19.
Ya las citadas dissertationes perturbaron un tanto la marcha de su
trabajo al desviar la investigación pura de los b. hacia la polémica, a
causa de las vivas reacciones producidas por su rigor crítico. La
crítica ejercida* sobre la cronología y los textos y, más aún, la
realizada sobre tradiciones muy arraigadas y ligadas con lugares e
instituciones, suscitaron ásperas controversias. La sostenida con el
famoso benedictino J. Mabillon, culta y elevada, dio lugar al clásico
tratado de Diplomática de este erudito francés. Más penosas fueron
otras, entre las que sobresale la sostenida con la Orden carmelitana en
torno a sus orígenes. La tradición carmelitana, que quería ver en el
profeta Elías el fundador de la Orden, e incorporaba a la historia
monástica de la Orden muchas figuras de la Antigüedad, se vio sometida a
una depuración crítica rigurosa, a pesar de la delicadeza que quisieron
poner en ella los b. A partir de 1659 se inicia el ataque de los
carmelitas, con la obra Historicotheologicum armamentorium. La obra de
los b. fue objeto de una denuncia a Roma (1683) y a la Inquisición
española; ésta incluía en su índice de libros prohibidos los tomos de
marzo, abril y mayo de los Acta Sanctorum, prohibiendo su introducción y
venta en los reinos españoles. Todos los esfuerzos de Papebroch
resultaron inútiles ante la Inquisición española; Roma no condenó la
obra y Papebroch sólo fue rehabilitado después de su muerte.
Desarrollo ulterior de la escuela bolandista. La obra prosiguió su
ritmo a lo largo del s. xvIII. En el grupo de b., siempre reducido,
figuran los P. Baert, Janninck, Du Solier, Pien, Rayé, Van den Bossche,
Cuyper o Cuperus, quien tuvo que habérselas con la Inquisición como
anteriormente Papebroch. La más ruda prueba de la ya secular institución
fue, sin duda, la extinción de la Compañía de Jesús en 1773. Dado el
interés y prestigio de la obra, aún no concluida, no faltaron intentos
de salvaguardar la existencia del grupo y de los materiales acumulados.
Así, se intentó asociar a los b. a la Acad. de Bruselas, o traspasar la
obra a la Abadía de S. Blas, en la Selva Negra, para que los monjes la
terminaran siquiera fuese de forma abreviada. Se prestó a proseguirla la
Abadía de Candebery (cerca de Bruselas), pero conoció también la
tristeza de la supresión en 1786. Tampoco dio resultado positivo el
intento de confiar su terminación a los benedictinos franceses, los
famosos maurinos, o a la Abadía de Tongerloo, suprimida en 1794. En
medio de estas condiciones sumamente críticas, que coinciden con el
periodo de.la Revolución francesa, pudo salvarse gran parte de la
valiosísima documentación en la biblioteca de Borgoña en Bruselas.
Después de medio siglo largo de silencio y peligro de extinción,
la recuperación de la Compañía, en el s. xix, permitió pensar en la
continuación de la obra. A partir de 1837 renace el grupo de b.: Van
Hecke, De Buck, De Smedt, Van Hooff, De Backer, etc. El editor parisino
Palmé (186370) dio un impulso a la colección llegando a publicar hasta
el t. XII del mes de octubre; en 1887 salía el t. I del mes de
noviembre. Entretanto, las nuevas exigencias de la ciencia histórica
requerían trabajos suplementarios. Así,, en 1882, se inicia la
publicación de la revista «Analecta Bollandiana», que perdura hasta
nuestros días; con ella se pretendían suplir las lagunas o deficiencias
de los vol. publicados hasta entonces, y, sobre todo, elaborar
investigaciones previas a los vol. que faltaban y también recoger cuanto
se publicase relacionado con la Hagiografía. La revista sigue siendo hoy
la más clásica y acreditada en su campo: sus investigaciones nuevas, sus
boletines bibliográficos y reseñas de libros mantienen aún el más alto
nivel científico y la más ejemplar fidelidad a la Hagiografía.
En 1891 se inicia el «Bulletin des publications hagiographiques».
La necesidad de reordenar todo el material hagiográfico descubierto y de
incorporar los constantes hallazgos, impulsaron a los b. a iniciar una
colección auxiliar denominada Subsidia hagiographica, que hoy cuenta con
más de 42 vol., así como a editar los repertorios, clásicos en la
materia, en los que recogen y valoran las fuentes acumuladas. Entre
éstos figuran la Bibliotheca hagiographica latina, 2 vol. (18981901)
reimpr. 1949; la Bibliotheca hagiographica graeca (H. Delehaye) 3 ed.
por F. Halkin (Bruselas 1957) y la Bibliotheca hagiographica orientalis
(P. Peeters. Bruselas 1910 reimpr. 1954). En nuestro siglo alcanzaron
singular relieve las figuras de H. Delehaye (m. 1941) y P. Peeters (m.
1950). El primero es autor de importantes obras hagiográficas como Les
legendes hagiographiques, 4 ed. Bruselas 1955; Les origines du culte des
martyrs, 2 ed., Bruselas 1933; Sanctus, Essai sur le culte des saints
dans 1'antiquité, Bruselas 1927, reimpr. 1954; Les passions des martyrs
et les genres littéraires, 2 ed. Bruselas 1966; Cinq lecons sur la
méthode hagiografique, Bruselas 1934; Melanges d'hagiographie grecque et
latine, Bruselas 1966; entre sus trabajos de mayor envergadura resalta
la edición del Synaxarium Ecclesiae Constantinopolitanae, Bruselas 1902;
el comentario al Martirologio jeronimiano, en Acta Sanct. noviembre II/2,
Bruselas 1931, y el comentario al Martirologfo Romano, incluido en el
Propylaeum del t. de Acta Sanct. de diciembre, Bruselas 1941. El P. P.
Peeters, asociado a los b. desde 1905 y presidente desde 1941, se ha
distinguido en el campo orientalista. Además de su colaboración en la
obra general y en la revista, ha publicado obras como Evangiles
apocryphes, París 191114; Histoires monastiques georgiennes, Bruselas
1922; Orient et Byzance, Bruselas' 1950; Recherche d'Histoire et
philologie orientales, Bruselas 1951.
.En la actualidad la obra fundamental, Acta Sanctorum (v.), camina
lentamente hacia su conclusión y se ocupa del santoral de diciembre. De
esta magna obra existen tres ediciones: la original iniciada en Amberes
y seguida en Bruselas, comprende 67 grandes tomos en folio, alcanzando
hasta el 10 de noviembre (16431894); existe una edición en Venecia, con
44 vol., que llega hasta el 18 de septiembre (173470) y una edición en
París, en 60 t., que llega hasta el 29 de octubre (1863 ss.). «Analecta
Bollandiana» se va acercando a los 90 vol., y sigue aumentando la
colección Subsidia (45 t.).
La riquísima biblioteca perteneciente a la Société des
Bollandistes, nombre actual del grupo, pasó en 1905 al Colegio
bruselense de Saint Michel, actual sede oficial de la institución.
Integran la Sociedad seis colaboradores con diversas especialidades
(hagiografía latina, celta, oriental, bizantina, etc.): los P. M. Coens,
De Gaiffier, Van den Straeten, Grosjean, F. Halkin y P. Devos. Esta
tarea, única en su género por sus dimensiones y por su condición de tres
veces secular, aún sigue en curso gracias a la fidelidad de un grupo de
hombres de la Compañía de Jesús consagrados totalmente a ella, en un
periodo de paz, estabilidad y fecundidad, que pudiera definirse como su
segunda edad de oro.
J. I. TELLECHEA IDIGORAS.
BIBL.: H. DELEHAYE, L'oeuvre des Bollandistes á travers trois siéc1es, 2 ed. Bruselas 1959; P. PEETERS, L'oeuvre des Bollandistes, 2 ed. 1961 en Subsidia, no 24; R. AIGRAIN, L'Hagiographie, París 1953. Cfr. artic. Bollandistes, en DHGE IX,61832 y LTK II,5712.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991