Escritor italiano del Trecento, considerado, junto a Dante y Petrarca,
como una de las tres coronas que nimban la cultura itálica, y como uno de
los escritores de mayor dimensión universal, especialmente por la
repercusión del Decamerón.
Biografía. Hasta hace pocos lustros, la vida de B. estuvo rodeada de
un halo romántico y misterioso, alimentado en su propio gusto
autobiográfico, que lo suponía nacido en París, hijo de un comerciante
florentino y de una hija del rey, y luego enamorado de Fiammetta,
bellísima hija natural del rey Roberto de Nápoles. La familia B. era
originaria de Certaldo, pequeño pueblo senés, de donde el padre del
escritor, Boccaccio di Chellino o Boccaccino, se trasladó a Florencia
hacia 1312. Posiblemente en Florencia, y fruto de unas relaciones
extraconyugales, n. Giovanni B. en 1313, aunque otros datos parecen
fijarlo como natural de Certaldo. En Florencia transcurren sus primeros
años, donde el padre intenta guiarlo por el camino del saber comercial,
contra su incipiente inclinación poética y su pronta devoción por Dante.
Hacia 1326, y obedeciendo los designios comerciales de su progenitor, B.
llega al Nápoles de Carlos y Roberto de Anjou, que económicamente era
regido por la Banca de los Bardi. Es una larga e importante etapa en la
vida del escritor. Su estancia será infructuosa en el aprendizaje
mercantil y bancario, pero la alegre y amorosa vida napolitana prenderá en
él rápidamente. Nápoles y sus gentes se trasladarán con precisa viveza a
las páginas boccaccianas y a Nápoles se dirigirá luego elegíacamente
cuando habite en Florencia.
En el Filocolo, el Amelo, la Fiammella, en los personajes del
Decamerón, aparecerá descrita la luminosa ciudad marítima, con su carga
sensualista, y aparecerán aquellos comerciantes, aventureros, gentes de
mar y nobles por los que ha penetrado psicológicamente en su andadura
ciudadana. Y en Nápoles, como su más importante experiencia amorosa, crece
la figura de Fiammetta, que de creer las alegorías narrativas del
escritor, sería la representación literaria de Maria d' Aquino, hija
natural del rey Roberto, y casada con un noble de la corte. Sin
documentación sobre esta Maria d' Aquino, cabe pensar que Fiammetta, con
sus deudas literarias del amor cortés, fuera como un compendio ideal de la
necesidad y experiencias amorosas de B., inclinado hacia distintas etapas
reales de su vida, que explica las contradicciones y discordancias que la
figura de Fiammetta presenta en su discurrir literario por la varia obra
del escritor.
Junto a estas experiencias de vida y madurez literaria que van
fusionándose en su existencia napolitana, B. siente la llamada de la
cultura humanística. Autodidácticamente, el escritor inicia serios
estudios y va forjando una personalidad de gran ambición cultural que, en
su última etapa y con el aprendizaje del griego, le permitirá ser el
primer escritor neolatino que mostrará la ideal unidad entre las culturas
griega y latina. En esta trayectoria, que lo situará renacentísticamente
como un auténtico prehumanista, intervinieron figuras como Paolo da
Perugia, bibliotecario del rey Roberto, y Dionigi da San Sepolcro, que le
propondría como ejemplo a un joven escritor que parecía destinado a
dominar la cultura de su tiempo y que se llamaba Petrarca.
En 1340, B. regresa contra su voluntad a Florencia y allí completará
y acrecentará los estudios iniciados en Nápoles. Viaja, con distintos
cargos, por Italia y en 1348 asiste a la terrible epidemia de peste que
asoló Florencia y que describe en la introducción del Decamerón. Dos
hechos tendrán notable importancia en esta etapa de su vida: su amistad
con Petrarca, al que conoce personalmente en Florencia en 1350, y su
crisis religiosa, culminada en 1362, cuando le llega un mensaje del
cartujo Pietro Petroni, muerto poco antes en olor de santidad. Su amistad
y devoción por Petrarca, con el que teje un interesantísimo epistolario,
será algo que animará a B. hasta su muerte y en cuyo ejemplo meditará su
formación cultural. Y será precisamente Petrarca quien acudirá en su ayuda
cuando, instado por el mensaje de Petroni, B. se disponía a quemar sus
libros, abandonando los estudios mundanos por el retiro en soledad
aconsejado por el cartujo. Petrarca, también tocado de inquietud
religiosa, le demostraría la compatibilidad entre la profesión religiosa y
los estudios eruditos y poéticos. Los últimos años de B., admirado y
celebrado por sus conciudadanos, transcurren dentro de la penuria
económica. En octubre de 1373, el comune de Florencia le encarga el
comentario público de la Commedia de Dante en la iglesia de S. Stefano di
Badia. A los pocos meses, su salud le impide proseguir los comentarios. Se
retira a Certaldo y allí m. el 21 dic. 1375, habiendo escogido para su
tumba, como expresión de su vida, la inscripción «Studium fuit alma poesis».
Primeras obras. Las obras primeras de B., ajenas a problemas
ideológicos y morales, responden esencialmente a su encuentro con la vida
y a su goce de ella. Su mundo, en distintas formas, responde a la ansiedad
amorosa del poeta experimentándose en literatura como liberación de sí y
como medio de proyectarse en nuevas sensaciones. Como constante aparece el
amor, un amor sensual y activo, de vitalidad autobiográfica, al que B.
distribuye en distintas técnicas literarias procedentes de su educación
poética. Esta adecuación entre su amor y la técnica formal que lo contiene
queda a veces rota, desbordada por la necesidad biográfica del poeta,
dando sensación de un fragmentarismo y desarmonización sólo superados en
el Ninfale. De estas obras, algunas pertenecen plenamente a su etapa
napolitana y las otras, aunque ya escritas en Florencia, tienen una
estrecha relación con aquel ambiente tan placenteramente transitado y
evocado por el autor.
En su primer poema, La Caccia di Diana, aparece esta constante
amorosa. Los 18 breves cantos en terza rima son, bajo su capa mitológica,
un rendido homenaje a las más famosas bellezas napolitanas de la época.
Este sentimiento anima al Filocolo, extensa narración novelesca en cinco
libros, que por primera vez en prosa trasplanta a Italia el transitado
tema medieval de Flores y Blancaflor. Dentro de su núcleo argumental,
Florio arriba a un idílico jardín napolitano donde un conjunto de jóvenes,
presididos por Fiammetta, discurren sobre cuestiones de amor y valiéndose
de ejemplos que son auténticas narraciones de valor independiente. Estas
páginas del libro IV, junto a los fragmentos autobiográficos, son las de
mayor interés y dos de sus historias pasarán reelaboradas al Decamerón.
Hacia 1338, B. vuelve a un tema conocido para arropar su inquietud
biográfica: el Filostrato, poema en octavas, de argumentación transitada
por las narraciones medievales de tema troyano y encontrable en el Roman
de Troie, de Benoit. Este tema, que B. pasaría al Troylus and Cressida de
Chaucer, aparece constantemente animado por la biografía del poeta y por
una penetración psicológica que le permite describir caracteres y reflejar
ambientes y escenas napolitanos. En torno a 1340, la ambición temática
conduce a B. a componer un poema en octavas, el Teseida, que, en la huella
de La Eneida y la Tebaida, quería dar a Italia su primer poema épico.
Contrariamente a sus modelos, la materia épica no es aquí más que un
motivo escenográfico, y la verdadera argumentación, de acuerdo con el
espíritu de su autor, es la intriga y descripción amorosa, de tonos
líricos, y que no salvan la fatigosa desarmonía del texto.
De su inmediato regreso a Florencia son el Ninfale de A meto, que
estructuralmente animaría L' Arcadia de Sannazaro, y L'Amorosa Visione,
escrita en tercetos dantescos. El primero, escrito en prosa con
intercalaciones en verso, narra la transformación del tosco pastor Ameto
en gentil amante por intervención de Lia y las demás ninfas. Esta fábula
pastoril tiene un significado alegórico (las siete ninfas representan las
siete virtudes y Ameto simboliza la humanidad), pero más allá están sus
elementos autobiográficos y realistas, entre los que aparece Fiammetta y
el propio B. en dos vertientes distintas. Y lo importante es la creación
de una prosa de grandes valores narrativos que se trasladará, en 1343, a
su Elegia di Madonna Fiammetta, la famosa novela sentimental de alcance
europeo que incidiría en la novelística de Diego de San Pedro. La
Fiammetta, dedicada a las mujeres enamoradas, es en su composición una
historia narrada en primera persona por su protagonista, acudiendo a sus
casi infelici, y escrita en un tiempo actual, con indudables aciertos
descriptivos que permiten considerarla como la primera novela psicológica
de Europa. Muy poco después, B. compone su mejor obra anterior al
Decamerón: el Ninfale fiesolano, poema en octavas cuya trama sigue fábulas
popularizadas para narrar una amorosa historia: la del pastor Africo y la
ninfa Mensola y el nacimiento del hijo de ambos, Pruneo, cuyas gestas
llegan a los orígenes ciudadanos de Fiésole y Florencia.
EI Decamerón. Después, posiblemente compuesto entre 1348 y 1353, el
Decameron es la gran obra de la plena madurez de B. y donde confluyen
todas las mejores cualidades de su obra anterior, desde los elementos
populares a su meditación literaria, pasando por su encarnación
autobiográfica. Narra B. cómo durante la peste citada, siete jóvenes
doncellas y tres jóvenes que se encuentran casualmente en la iglesia de S.
Maria Novella de Florencia, deciden retirarse juntos a una villa alejada
de la ciudad, donde pasarán su tiempo, entre otros entretenimientos,
narrando cuentos durante 10 días. Y de aquí el título, Decamerón, libro de
las diez jornadas, conjuntando en total 100 cuentos. El acierto del texto
comienza con la individualización psicológica que caracteriza a cada uno
de los 10 narradores, entre los que se encuentran Fiammetta y el propio B.
Pero el profundo y extraordinario interés del libro está en cada una de
las narraciones que lo componen y que tienen vida propia, aunque quepa
advertir entre ellas dos líneas conducentes: la materia amorosa y el culto
de la inteligencia en distintas manifestaciones realistas. Todos los
cuentos, en su sentido unitario, forman un conjunto de exaltación vital,
de vasta riqueza humana y diversa atención caracterológica, aunque por
muchos años el Decamerón sólo fuera destacado e imitado por sus
narraciones más licenciosas, parcial izando así su amplia dimensión.
En esta amplitud dimensional, la personalidad de B. funde en su
propia experiencia argumentos de origen conocido, recorridos, p. ej., por
los fabliaux, y que preferentemente tuvieron un desarrollo medieval o
fueron transmitidos y popularizados desde su base clásica por la Edad
Media, con la sola excepción de un cuento (X, 8), de ambiente grecolatino.
Se trata del decantado medievalismo de sus páginas, que dota al Decamerón
de una amplia amenidad popular, con su antecedente en Apuleyo, y que se
corresponde armónicamente con la cálida simpatía humana de su autor, en su
sensitivo gustar la vida y plasmarla en su movimiento codicioso y abierto.
Y desfilan por las narraciones, enmarcándolas, las gestas cristianas en
Oriente, las guerras internas de Francia e Inglaterra, la presión de los
corsários sobre las ciudades marítimas, la fragmentación de los comunes
italianos, las alternancias políticas de Nápoles, etc. La historia y la
sociedad, con sus imperativos, se proyectan de este modo natural sobre los
personajes, condicionándolos y fijándolos a un tiempo determinado que
comparten, como auténticos seres, junto a la frecuente apelación a figuras
históricas y literarias de la época. Es una alternancia de técnica
realista que se apoya en el contacto humano del autor con el lector y que
está inmediatamente dado en el Proemio del libro, en su tono confesional
de haber estado «acceso d'altisimo e nobile amore». Como la variedad del
mundo vivo que se nos abre está técnicamente apoyada en cómo B. acude
tonalmente, según el argumento de cada cuento, a modos narrativos diversos
como la fábula (el tabel cómico-satírico arraigado en Francia), la
historia con su entonación seria, la parábola con su final moralizante, la
crónica con su valor confidencial e incluso la novela, como la narración
de Alatiel, la más extensa del Decamerón. Así, orquestado por las
introducciones a cada jornada y servido por una técnica admirable, el
Decamerón se eleva como uno de los más grandes libros de la literatura
universal que, tras la difusión parcial de algunos de sus cuentos,
encontraría su primera traducción castellana en Sevilla, 1496.
El Corbaccio y otras obras. La tercera etapa literaria de B., que
encierra su crisis religiosa, no produce más que una obra de creación
literaria: el Corbaccio, escrito hacia 1354 y cuyo título incierto pudo
provenir del español corbacho, látigo, que después daría título al famoso
libro del Arcipreste de Talavera. Pero el Corbaccio es un libro distinto,
porque es un libro amargo que se enciende en una invectiva contra una
viuda que se había reído del amor del escritor. Distinto de la simpatía de
sus narraciones anteriores, el Corbaccio se mueve por una agria censura a
las mujeres que se enlaza con la más dura tradición misógina, a través de
una trama artificiosa de realidad y sueño en el que se aparece al autor la
sombra del marido de la viuda para incitarlo a la censura femenina. El
texto, sin embargo, ofrece un sincero interés biográfico: las páginas en
las que B. proclama la vanidad de las pasiones humanas para prometer su
entrega al estudio erudito, humanístico, en vida retirada.
De esta nueva actividad nacen los 15 libros de la Genealogia deorum
gentilium, en 1350-60, inmenso corpus interpretativo de fábulas
mitológicas que en su último libro deja paso a una justa apología del
propio autor. A este B. prehumanista, que fue el primero en penetrar en
España, pertenecen los nueve libros del De casibus virorum illustrium,
historia de grandes personajes encuadrados en un esquema moral y
épico-dramático, y el tratado De claris mulieribus, divulgación de
historia de mujeres famosas desde Eva a la reina Juana de Nápoles. Entre
1351 y 1366 va componiendo las églogas del Bucolicum carmen, sus Epistole,
y rinde homenaje a Dante en su Trattatelo in laude di Dante y en las
Esposizioni sopra la Commedia, interrumpidas en el canto XVII del Interno.
Con ello, entre Petrarca y Dante, B. cerraba una gran vida literaria cuya
máxima expresión, el Decamerón, tanto influiría en dramaturgos, poetas,
narradores y pintores europeos.
BIBL. : V. BRANCA, Linee di una
storia dena critica al Decameron, con bibliografia boccaccesca, Milán
1939; G. PETRONIO. Giovanni Boccaccio, en 1 classici italiani nena storia
dena critica I, Florencia 1967, 169-232; N. SAPEGNO. II Trecento, Milán
1960; Opere. en curso de publicación en 1 classici Mondadori; Decameron, a
cargo de V. BRANCA, Florencia 1960; V. BRANCA, Tradizione delle opere di
Giovanni Boccaccio, Roma 1956; ÍD, Boccaccio medievale, Florencia 1965; G.
BILLANOVICH, Restauri boccacceschi, Roma 1945; C. GRARHER, Boccaccio,
Turín 1941; VARIOS, Scritti su Giovanni Boccaccio, Florencia 1964.
ANTONIO PRIETO.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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