Familia Arnauld


La familia A., originaria de Auvernia, ha desempeñado un gran papel en la historia del jansenismo. Antonio A., Señor de la Mothe y de Villeneuve, n. en París en 1560, es el padre de toda la familia A. posterior. M. en París el 29 dic, 1619. De su matrimonio con Catalina Marion tuvo 20 hijos, siendo los principales (siguiendo el orden cronológico):

Roberto, el primogénito (1588-1674). Se le llamó de Andilly, nombre de una propiedad que su madre había aportado al matrimonio y que él poseyó desde 1612. Desde 1620 entabló una amistad fiel y duradera con el abad de Saint-Cyran; Por medio de él, el abad entró en relación con la familia A. y, a través de ésta con PortRoyal. Después de la muerte de su mujer (1637), que le dio 15 hijos - de los cuales entraron en PortRoyal seis hijas -, se retiró a PortRoyal, lo que tuvo mucha resonancia porque fue el más ilustre de los solitarios que allí estaban y sus múltiples relaciones contribuyeron a poner de moda el jansenismo. Hasta su muerte se entregó a la poesía y sobre todo a importantes traducciones de autores místicos, de las Confesiones de S. Agustín, de la Historia de los judíos de Josefo. M. el 17 dic. 1674.

Jacqueline.María Angélica (1591-1661), la célebre Madre Angélica, N. el 8 sept. 1591. Cuando tenía poco más de siete años su abuelo Marion la hizo nombrar coadjutora de la abadesa de PortRoyal. Entonces no tenía ninguna inclinación a la vida monástica, sino más bien a la mundana. En 1599 se le hizo tomar el hábito y al año siguiente hizo su profesión. En 1602 sucedió a la abadesa que había muerto aquel mismo año, La abadía estaba en completa decadencia y la abadesa pensaba solamente en volver al mundo y casarse. El 25 mar. 1608 tuvo lugar su conversión después de un sermón de un capuchino que estuvo allí de paso. Volvió a hacer su profesión, se entregó a una vida ascética, a pesar de la oposición de su padre, y a la reforma total de su abadía. Llamada a la abadía de Maubuisson para llevar a cabo la misma reforma, asumió este cargo con un fervor apasionado. Allí entró en relación con S. Francisco de Sales y, después de la muerte de] santo, escogió a Zamet, obispo de Langres, como su director espiritual, quien fue reemplazado a su vez por Saint-Cyran. Éste ganó a la abadesa y a su hermana Inés, futura abadesa, y a todo PortRoyal para el jansenismo. Rechazó siempre la suscripción al Formulario que la asamblea del clero había impuesto cuando tuvo lugar la condenación de las cinco proposiciones sacadas del Augustinus de Jansenio, y se reveló como uno de los más inflexibles defensores del jansenismo. Dura para sí misma, lo era también para los demás sin que careciera, sin embargo, de una cierta grandeza de alma. Su fe, aunque fuera espiritual, era rectilíneo, sin dulzura, y excluía toda forma de alegría. Dominada por el temor a Dios, m. el 6 ag. 1661.

Enrique (1597-1692), el segundo hijo, n. en octubre de 1597, se consagró muy temprano a la Iglesia. Para complacer a su padre, hizo primero la carrera de abogado, pero tras la muerte de éste, en 1619, cambió la toga por el hábito eclesiástico. El card. Bentivoglio le condujo a Roma en 1621. Durante su permanencia en esta ciudad recibió las órdenes sagradas (1624). Después de una delicada misión por parte de Mazarino acerca del papa Inocencio X, fue promovido a la sede de Angers. En 1650 llegó a su diócesis, donde residió todo el resto de su larga vida.

Piadoso, generoso y dulce, se esmeró en la realización en su diócesis de las ordenaciones reformadoras del conc. de Trento. Inducido por su hermano, Antonio Arnauld, intentó introducir el jansenismo en su seminario y en la querella del jansenismo se comportó enteramente según las directrices de su hermano mayor. No apoyaba, sin embargo, el rigorismo de PortRoyal y trabajó para la paz en una especie de posición del justo medio. De naturaleza indecisa, incapaz de castigar y demasiado ligado a la causa del jansenismo y a la de su familia, no prestó a la Iglesia los servicios que hubiera podido prestarle si se hubiera comportado con un poco más de prudencia. M. el 8 jun. 1692.

Antonio (1612-94), el hijo menor, n. el 5 feb. 1612 y fue llamado por sus adeptos el Gran Arnauld. Su madre y su hermana Angélica le pusieron en contacto con el abad de Saint-Cyran, bajo cuya influencia renunció al estudio del Derecho para entregarse a las ciencias teológicas. A los 29 años fue ordenado sacerdote y recibió el grado de doctor en Teología. Dos años después fue recibido en la Sorbona (1643). Antes de la aparición del Augustinus y sin conocer a su futuro autor, Antonio A. había bebido sus ideas sobre la gracia directamente en las obras de S. Agustín y por su propia reflexión. Desde entonces será el discípulo predilecto de Saint-Cyran, a quien Richelieu había metido en prisión, y su sucesor espiritual respecto a la doctrina de la gracia y al rigorismo en la moral. Instigado por Saint-Cyran, se volvió contra las opiniones del jesuita Sesmaisons, componiendo el libro La comunión frecuente. Este libro apareció en 1643, poco antes de la muerte de Saint-Cyrail, e hizo tanto ruido que consagró a su autor como verdadero jefe del jansenismo. Aunque no hubo nada preciso que reprender en la doctrina del libro y no fue extraída ninguna proposición condenable, como sucederá con el Augustinus, es cierto que exige del hombre más de lo que Dios pide y más de lo que puede soportar la naturaleza humana común. En 1649 Nicolás Cornet, síndico de la Facultad de Teología de París, denunció siete proposiciones que había extraído del Augustinus de Jansenio, de las cuales, y después de muchos debates, fueron enviadas cinco a Roma. En defensa de jansenio, A. publicó en 1651 su Apologie pour les saints' Péres défenseurs de la gráce de Iésus-Christ. En 1653 el papa Inocencio X condenó las cinco proposiciones en la bula Cum Occasione. A. inventó la famosa distinción del derecho y del hecho, que propuso en sus Lettres a un duc et paír (1655). Después del examen de este escrito, A. fue excluido de la Sorbona y debió esconderse en casa de los amigos. Insensiblemente toda esta cuestión se transformó en una cuestión de partidos, sobre todo cuando Pascal se mezcló en la lucha con sus Lettres Provinciales. Desde su retiro, A. continuó defendiendo las ideas jansenistas tanto por escrito como de palabra. Por otra parte, defendió en muchos escritos la verdadera fe contra los calvinistas (La perpétuité de la foi de l'Église touchant l'Eucharistie). Su actitud en el asunto de la regalía, así como la hostilidad del arzobispo de París, Harlay, hicieron que fuera peligrosa para él su permanencia en Francia. Se refugió en los Países Bajos españoles en donde multiplicó sus escritos. Allí publicó su Fantóme du jansénisme. Permaneció también en las Provincias Unidas, donde Juan de Neercassel, vicario apostólico de la Misión de Holanda, le recibió muchas veces como un huésped venerado y le consultó frecuentemente sobre los asuntos de su Iglesia y sobre el Amour Pénitent que entonces estaba escribiendo. Pero sobre todo fue con Quesnel con quien estaba en relación durante los últimos años de su vida. M. en Bruselas el 8 ag. 1694.

Los juicios sobre Antonio A. son totalmente diferentes. Enrique Bremond ha sido muy duro con A. y ve en él una máquina de silogismos y una «ametralladora teológica». Otros le han engrandecido desmedidamente. No es hacer violencia a la verdad el afirmar que este gran sabio, este asombroso erudito, este cristiano absoluto ha carecido de medida y de buen sentido y que ha servido mal a las innumerables ideas justas que ha tenido porque las ha exagerado.

 

BIBL.: l. ORCIBAL, Saint-Cyran et le jansénisme, París 1961; M. L. MONLAUR, Angélique Arnauld, París 1908; L. COGNET, La Mére Angélique et saint Franpois de Sales, París 1951; B. ]bORlV,kL, Ph. de Champaigne et R. Arn. d'Andilly, «Rev. Arts» VIII (1958); J. LAPORTE, La doctrina de Port-Royal (d'aprés Arnauld), 2 vol., París 1951; A. VOGT-A. HUMBERT, Arnauld, en DHGE, IV col. 444-447; J. CARREYRE, Arnauld (Antoine.), ib., col. 447-484; F. UZUREAU, Arnauld (Henri), ib., col. 484-488; A. MOLIEN, Arnauld (l. A. Angélique), ib., col. 489-493; fD, Arnauld (Robert) ib, col. 493-500; G. KOEHLE, La historia en la controversia entre Arnauld y Petairo en torno a la comunión frecuente, Buenos Aires 1953; Oeuvres complétek d'Ant. Arnauld, 43 t., Lausana 1775-1783.

 

C. P. VOORVELT.

 

 

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991