Fundador de los claretianos. N. en Sallent (Barcelona), diócesis de Vich,
el 23 dic. 1807. Su infancia se caracterizó por un precoz y profundo
pensamiento de la eternidad, de sentido genuinamente apostólico, y por una
madura compasión hacia los pecadores, así como por un tierno amor a la
Eucaristía y a la Virgen.
Todavía niño comienza los estudios eclesiásticos, que por falta de
recursos se ve precisado a interrumpir, entrando en un taller de tejedor.
Realiza tales progresos, primero como simple obrero, y luego como técnico
textil, que llega a verse solicitado por no pocos empresarios que le
proponen para director de sus fábricas. Sus éxitos laborales no apagan su
vocación sacerdotal. A los 23 años entra en el Seminario de Vich
(Barcelona), no sin haber hecho antes una tentativa de ingresar en la
cartuja de Miraflores. El obispo de Vich le honra anticipándole, contra su
costumbre, la ordenación sacerdotal (13 jun. 1835) tres años antes de
terminar la carrera, y le manda como vicario primero y luego ecónomo a
Sallent, su pueblo natal, mientras terminaba los estudios. Su vocación
apostólica halla estrecho el campo de una parroquia, y se dirige a Roma en
otoño de 1839 con la intención de trabajar en las misiones encomendadas a
Propaganda Fide «porque tengo sed, dijo abrazando a un compañero, tengo
sed de derramar mi sangre por Jesucristo», pero no logra ver realizados
sus deseos. Cree poder satisfacer los impulsos de apostolado y las ansias
de vida religiosa con el ingreso en la Compañía de Jesús, pero una
enfermedad inesperada le obliga a regresar a España. De retorno a la
patria, es enviado como regente al pueblo montañés de Viladrau
(Barcelona), donde ejerce heroicamente la caridad, aliviando, incluso
físicamente, a los enfermos.
Comienza a predicar las primeras misiones por toda la comarca. No
hallándose apagadas aún las pasiones de la guerra civil y los recelos
mutuos, se ve precisado a retirarse al pueblecito de Pruit, en los montes
de Collsacabra, para entregarse a la oración y a la penitencia, en espera
de que el horizonte político español se esclareciese.
Misionero Apostólico. Afianzó esta confianza el hecho de que por
estos días, 9 jul. 1841, obtenía de la Santa Sede el título oficial de
«Misionero Apostólico». Reanudaba ya las predicaciones cuando nuevamente
se vio frenado por el servicio de la parroquia de San Juan de 016, que le
fue encomendada. Planeaba el sueño, largo tiempo acariciado, de
acrecentar, formando y asociándose compañeros, la fuerza e irradiación de
su apostolado. Acomodaba ya los locales de la casa rectoral, donde
despertaría en ellos el espíritu evangelizador. Sucedía esto en 1842. Dos
meses más tarde era definitivamente exonerado de cargos parroquiales. En
1844 comienza a expandir su celo por toda Cataluña. Al de la palabra añade
ahora el apostolado de la prensa, con la publicación de los primeros de
una serie de libros, opúsculos y hojas, que se irá alargando
extraordinariamente con el correr de los años. Para ellos, junto con los
que reimprimiese de otros autores, necesita una editorial o librería. En
colaboración con su amigo Caixal, futuro obispo de Urgel, funda la
«Librería Religiosa». De día predica y de noche escribe y ora, sin casi
tomar descanso y alimento.
Por esta época el horizonte político se tornó de nuevo sombrío. Esto
le obligó a limitar sus actividades a la composición de libros, formación
de los clérigos, establecimiento de la archicofradía del Corazón de María
en Vich, organización de la mencionada Librería, fundación de la Hermandad
del Santísimo e' Inmaculado Corazón de María o Religiosas en sus casas, y
particularmente el plan de su obra preferida: la Congregación de
Misioneros. En 1847, a petición de su amigo el Ilmo. Codina, recién
nombrado obispo de Canarias, fue al archipiélago, encontrando allí a su
celo un nuevo campo de acción.
Fundador, arzobispo y confesor real. A instancias de sus amigos,
regresó a la Península en mayo de 1849. Había sonado ya la hora tan
anhelada de realizar un antiguo y constante ideal: su «Congregación de
Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María», que fundó en Vich el 16
jul. 1849. Nombrado arzobispo de Santiago de Cuba en 1849 y consagrado el
6 de octubre del mismo año, partía para su archidiócesis el día 28 dic.
1850. Amén de incontables y casi increíbles actividades pastorales y
sociales, una vez más ejercía su vocación de fundador, ahora de una rama
femenina: Instituto de María Inmaculada de la Enseñanza o Misioneras
Claretianas, ayudando a la fundadora, Madre Antonia París. Conocedora la
reina de las extraordinarias dotes y santidad del arzobispo de Santiago de
Cuba, le nombró su confesor en 18 mar. 1857. Claret alternaba sus tareas
habituales de confesor, escritor, predicador en Madrid y durante los
viajes de la reina, con las de presidente de El Escorial, que restableció
como foco de formación científica y sacerdotal. Concibió también la idea y
proyectó una catedral más digna de Madrid. No pocos artistas de España
entera los tenía asociados en otra de sus grandes realizaciones: la
«Academia de San Miguel». Esta intensa actividad del confesor regio,
absolutamente apartado de la política, atrajo sin embargo las iras de las
sectas, que maquinaron de mil formas contra su honor y su vida, con
atroces calumnias, la menor de las cuales era la de intrigante político.
En 1868 marchó al destierro al ser destronada Isabel 11. Descolló en
el conc. Vaticano 1 su intervención a favor de la infalibilidad pontificio
y es el primer padre del mismo elevado al honor de los altares. De Roma
regresó a Francia, donde con sus hijos los misioneros, también ellos
desterrados, vivió en Prades los últimos años de su vida. Acosado, incluso
en el destierro, por los revolucionarios, m. en su postrer refugio del
monasterio cisterciense de Fonfroide, diócesis de Carcasona, el 24 oct.
1870.
El día 4 dic. 1899 fue declarado Venerable por León XIII,
beatificado por Pío XI en 24 febr. 1934 y canonizado por Pío Xll el 7 mayo
1950. Su gran y polifacética personalidad ha dado origen a no pocos
patronatos que se le han asignado sobre institutos religiosos, diócesis,
sindicatos (como el de la rama textil), prensa, Acción Católica, etc. De
esta última Pío XI le declaró «gran precursor, casi como está hoy».
BIBL.: F. DE Asís AGUILAR, Vida
del Excmo. e Ilmo. Sr. Don Antonio María Claret, Madrid 1871; M. AGUILAR
C. M. F., Vida admirable del Siervo de Dios P. Antonio María Claret,
Madrid 1894; C. FERNÁNDEZ C. M. F., El Beato Antonio María Claret.
Historia documentada de su vida y empresas, Madrid 1946; M. VIÑAS, Antonio
María Claret, en Bibl. Sanct., 2, 205-210.
DESIDERiO HERNANDO C. M. F.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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