AMORREOS


En la Biblia. El término amorreo (amurru) o amorita aparece frecuentemente en el A. T. designando la población preisraelita de Palestina (Gen 15, 16; Am 2, 9; 2 Sam 21, 2), y correspondiendo a veces también a los cananeos (los 24, 15; Idc 6, 10; Ez 16, 3; etc.). Era un pueblo de elevada estatura y fuerte (Am 2, 9), descendiente de Cam (Gen 10, 16). En época de Abraham (ca. 2000 a. C.) y de otros patriarcas, los a. residían al sur de Palestina, en Jasason Tamar (Gen 14, 7), Hebrón (Gen 14, 13) y Jerusalén (Ez 16, 3; Gen 15, 16).
      Durante la época en que los hebreos invadieron Canaán (v.), los a. residían en las montañas, mientras que los cananeos se situaban a lo largo de la costa y en las llanuras (Num 3, 30; Dt 1, 7; los 5, 1), y tanto en. Hesebón como en Basán, sus reyes, Sijón y Og, eran a. (Num 21, 21). Conducidos los israelitas por Moisés (v.), llegaron al río Amén, y teniendo que atravesar Basán y no dándoles permiso Sijón, se entabló una batalla en Yahás (Num 21, 23), en la que los israelitas lograron una gran victoria apoderándose de Hesebón, capital del reino. Continuando hacia el N, vencieron también a Og, ocupando el reino de Basán (Num 21, 33-35; Dt 3, 1-7). Estos territorios fueron distribuidos entre las tribus de Rubén, Gad y Manasés. Josué (V.) capturó y dio muerte a los reyes a. de Jerusalén, Hebrón, Yarmut, Lálcis y Eglón (los 10, 1), anexionándose sus territorios. Durante el periodo de los jueces (1375-1050) quedaban todavía restos de a. en Palestina (ldc 1, 34.35). En época de Samuel (v.), un nutrido grupo vivía en paz con los israelitas (1 Sam 7, 14). Salomón (v.) los sometió a prestación personal con los supervivientes de otros pueblos (1 Reg 9, 20.21; 2 Par 8, 7). Posteriormente, sólo quedó de los a. el recuerdo (Esd 9, 1; Neh 9, 8; Idt 5, 20).
      Los amorreos en la Historia. Actualmente, la mayoría de los especialistas incluyen a los a., pueblo nómada, en el grupo de semitas (v.) noroccidentales, llamado amorritacananeo, aunque en un principio fueran clasificados por unos como indoeuropeos y por otros como cananeos. T. Bauer sitúa la cuna de los primitivos a. en la región montañosa del nordeste de Babilonia, mientras A. T. Clay, E. Dhorme y otros lo hacen en la Siria del Norte, apoyándose en documentos históricos, siendo ésta la opinión más admitida. Los acadios (v.) aplicaron el término de a. a los nómadas del borde del desierto sirio; y los egipcios, a los habitantes de la Siria oriental y Palestina. A veces se confunden los términos a. y cananeo para señalar un mismo conjunto étnico, como suele ocurrir en la Biblia. Para R. De Vaux, cananeos y a. fueron grupos semitas del desierto sirio-arábigo que ca. 3000 y 2000 a. C., respectivamente, entraron en Canaán. Los asirio-babilonios dieron el nombre de Amurru u «occidentales», a la población del país montañoso que comprendía desde Palmira al Mediterráneo, llamado mar de Amurru, e incluía el oasis de Tayma, Fenicia, Palestina, Siria, Transjordania y Arabia septentrional.
      Hacia el 2000 a. C. los a. se asentaron en Mesopotamia, Siria y Palestina, llegando a tener contactos en varias ocasiones con los faraones egipcios. La metrópoli de los antiguos a. fue Mari, en la orilla occidental del Éufrates medio.. Desde. aquí comenzó la expansión al resto de Mesopotaia, estableciendo una serie de dinastías entre las que destacan las de Isin, Larsa y Babilonia. Isbi-Irra, rey de Mari, invadió la tierra de Sumeria (v.) y se hizo reconocer como rey de Isin; Lipit-Istar, quinto monarca de esta dinastía, dio un código en lengua sumeria, del que se encontraron cuatro fragmentos en Nippur (v.). A su muerte comenzó la decadencia de Isin. Al mismo tiempo se estableció otra dinastía a. en Larsa que, con el rey Gungumum, asumió el predominio perdido por Isin. El rey elamita Kudur-Mabug dio fin a la dinastía a. de Larsa; sus hijos Varad-Sin y Rim-Sin aumentaron el poderío elamita conquistando Isin y tratando de imponerse sobre toda Mesopotamia.
      Pero Rim-Sin fue vencido por Hammurabi (v.), máximo representante de la dinastía a. de Babilonia (v.) con lo que de nuevo se impuso en la región el predominio de los a. Cien años antes, el rey a. Sumuabun había fundado la dinastía a. de Babilonia, que se impuso a las demás, especialmente con su sexto monarca, Hammurabi (179250), con quien coincide el apogeo del poder a. Su dinastía se mantuvo unos 150 años para declinar luego paulatinamente: en época de Samsuiluina se declaró independiente en el golfo Pérsico la llamada dinastía del Mar. Samsuditana (1625-1595), último rey de la dinastía, fue destronado por los hititas (v.) con lo que finaliza el predominio de los a. en Mesopotamia (v.).
      Los a. occidentales, que se habían establecido en Siria y Palestina hacia el 1900 a. C., se mantuvieron independientes durante varios siglos más. En el s. xiv a. C. tuvieron que luchar con Egipto para conservar su independencia aliándose con el rey hitita Subiluliuma (1388-47). Ramsés II (v.) tuvo a los a. como auxiliares en la batalla de Cades. Por último, el rey asirio Tiglatpileser I (1115-1093), ocupó Siria, sometiendo definitivamente a los a., cuyos últimos reductos, en la costa, fueron ocupados por los fenicios (v. FENICIA).
      Derecho. El Código de Hammurabi, encontrado en Susa (v.) en 1902 y actualmente en el Museo del Louvre, fue la máxima aportación de los a. a la civilización. Presenta un Estado burocrático con el rey a la cabeza. El Derecho penal está basado en la ley del talión. La sociedad se dividía en clases: hombres libres, esclavos y una clase intermedia, los mu9jinum, libres con ciertas limitaciones. La principal preocupación de la ley babilónica es la protección de la familia.
      Literatura. Responde a necesidades religiosas, jurídicas e históricas más que literarias. Se emplean las lenguas acadia y sumeria, la primera, oficial e internacional, y la segunda, litúrgica y sagrada. Se formaron archivos de textos sagrados e históricos, siendo famosos los de Mari, con una gran colección diplomática. Los dos máximos poemas mesopotámicos, de fuente y mitos sumerios, toman su forma definitiva en la Babilonia de los a.; son el de la creación del mundo (Enuma Elis) y el de Gilgames (v.), el héroe buscador de la inmortalidad.
      Arte. El monumento más importante es el palacio real de Mari, con murales que representan sacrificios y a la diosa Astarté invistiendo al rey. También es notable el palacio de Samsi-Adad de Assur. En escultura, es típico el estatismo característico del arte mesopotámico. Se conservan importantes esculturas procedentes de Mari; muy conocido es el bajorrelieve, en basalto negro, del código de Hammurabi, que representa al rey con el dios Samas.
      Religión. Amurru, venerado antes del establecimiento de la dinastía a. en Babilonia, es el dios epónimo de los a. Más tarde a la influencia sumeria se suman las aportaciones semitas. Algunos de los dioses más importantes derivan del mundo astral: Sin, Luna; Samas, Sol, y Astarté (v.), estrella Venus. Otros son además de origen sumerio: Am, cielo; Enlil, tierra; Ea, agua dulce. Enlil, el más importante del panteón sumerio, conservó su preponderancia hasta la llegada de la dinastía babilónica y entonces Marduk ocupó su puesto.
     
      V. t.: ASIA VI, 3; BABILONIA; HAMMURABI; MESOPOTAMIA; SUMERIA.
     

BIBL.: S. MoscATi, L'Oriente antico, Milán 1952; E. RIPOLL PERELLÓ, Prehistoria e historia del Próximo Oriente, Barcelona

M. LILLO ALEMANY.

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991