AMÉRICA CENTRAL
Historia de la Iglesia
Hasta el siglo
XVIII. 1) Antillas. La historia religiosa de las tres grandes
Antillas hispánicas conserva un gran sello de unidad hasta fines
del s. xvin.
Las primeras experiencias católicas y misioneras del nuevo
continente tienen lugar en estas islas. Desde el descubrimiento,
Santo Domingo fue el centro de la colonización y de la
evangelización, y así continuó durante los primeros decenios
hispanoamericanos. Pero la conquista del continente y sus mucho
mayores posibilidades de todo orden transfirieron pronto a los
virreinatos de Nueva España y del Perú el centro de gravedad de la
vida social, civil y religiosa de Hispanoamérica. El prometedor
comienzo misional de las primeras décadas queda reducido a
poblaciones disminuidas por la extinción casi total de los
indígenas, el paso de la población y de sus intereses al
continente y los ataques extranjeros. Una débil restauración del
s. xvii, mejorada durante el xviii, conoce mejorías parciales,
aumentos de vida religiosa y numerosas dificultades en el xix.
Hoy, en plena expansión demográfica y urbana, el comunismo cubano
y la marea norteamericana de Puerto Rico les dan fisonomías
religiosas diferentes. Más tradicional la República Dominicana. El
número de sacerdotes, no escaso del todo al finalizar el periodo
colonial, aunque desigualmente distribuido, ha ido disminuyendo
proporcionalmente.
2) Centroamérica sigue un camino algo diferente, aunque las
consecuencias religiosas sean parecidas, antes y después de 1810.
Por ser lazo de unión de los dos continentes americanos, y por su
proximidad a las Antillas, ejercita su función de puente y de
eslabón en lo político y en lo religioso. Aquí hay fuertes núcleos
indígenas que conocen tarde la evangelización, llevada antes con
cierta lentitud, fuera de algunas zonas más favorecidas. Varias de
sus sedes episcopales han cambiado de ubicación, obligando a la
reconstrucción de catedrales y templos: León de Nicaragua,
Guatemala, Honduras o Comayagua, Panamá. Hay también ataques
exteriores. Con todo, puede apreciarse a fines del s. XVIII la
cristalización cristiana de grandes capas de la sociedad istmeña.
El millón.. largo de habitantes del reino de Guatemala (sin
Panamá) cuenta en 1803 con 244 curatos y 774 pueblos,
administrados por varios cientos de sacerdotes.
En 1824, a raíz de la independencia, el número de clérigos
seculares y regulares no pasaba de mil, según informes recogidos
por Chamorro y otros autores. Había cuatro colegios de Propaganda
Fide: dos de franciscanos, uno de dominicos y uno de mercedarlos.
Todos los regulares no excedían de 400. Se afirmaba en informes
oficiales que el clero era celoso en el ejercicio de la
administración espiritual y que se distinguía por sus luces y
buenas costumbres. Sólo quedaba el arzobispo de Guatemala,
expulsado luego en 1829. Todo el desenvolvimiento de los primeros
años independientes condujo a una serie de medidas
antieclesiásticas, que gravaron aún en buena parte la vida
religiosa de aquellas naciones. Al principio figuraba el nombre de
Dios en la Constitución y se reconocía a la religión católica,
apostólica, romana, con exclusión de cualquier otro culto. Esto
desapareció en la reforma constitucional de 1835.
Ya en 1824 se habían dado en El Salvador pasos cismáticos y
regalistas por influjo del presbítero D. Matías Delgado, deseoso
de ser entronizado como primer obispo de su nuevo Estado soberano,
anticipándose a la aprobación de Roma, lo que obligó a una
intervención del arzobispo de Guatemala, Casáus y Torres, en
contra suya, y a otra del papa León XII en diciembre de 1826.
Durante el siglo XIX. La situación de la Iglesia hasta el s.
xix era parecida en Antillas y en la A. C. bajo el régimen de
Patronato real. En el s. xix Cuba y Puerto Rico continúan con la
versión liberal del Patronato, resintiéndose de las revoluciones y
guerras civiles de la
Península y de su creciente anticlericalismo. A pesar de
esto, la restauración religiosa de las Antillas partió
principalmente de España, a base de obispos, sacerdotes,
religiosos, religiosas y demás influjos directos e indirectos. Los
últimos 25 años de dominación coincidieron con los levantamientos
cubanos, con daños materiales y morales para todos. Desde la
independencia hasta 1959 siguió la lenta restauración católica,
contrastada por el auge de las demás creencias y la mentalidad
oficial, no siempre.benévola hacia la Iglesia. Mientras tanto,
Puerto Rico sigue participando cada vez más de la vida americana
con todos sus influjos en lo religioso, mientras que la República
Dominicana intenta llegar a un equilibrio religioso después de
muchas convulsiones.
Centroamérica sufrió mientras tanto una profunda crisis
religiosa. Se dio allí una ruptura del equilibrio y a un favor
oficial del periodo español siguió una época de oposición estatal.
Además, hubo una ruptura durante algún tiempo de la aportación
española, tanto en personal como en recursos, y una interrupción
durante algunos años de la actividad episcopal y de la vida de los
seminarios. Fueron expulsados bastantes religiosos y sacerdotes,
con lo que el reclutamiento normal del sacerdocio se ha convertido
en el principal problema negativo de la Iglesia centroamericana.
Además, la legislación resultó anticatólica durante bastante
tiempo, con la introducción simultánea de doctrinas disolventes.
Contemporáneamente, aparecieron los primeros grupos acatólicos.
Las guerras civiles o interamericanas lograron profundizar
esas heridas, cicatrizadas lentamente. La reacción eclesiástica
tendió como siempre a restaurar la vida católica, aun renunciando
a ciertos privilegios o- al ejercicio de algunos derechos. Después
de diversas vicisitudes se ha llegado a los siguientes resultados,
coincidentes en buena parte con los de las Antillas: relaciones
diplomáticas de la Santa Sede con las seis repúblicas centrales,
Cuba y República Dominicana; creación de una provincia
eclesiástica en todos los territorios mencionados, menos en Cuba,
en que por razones históricas, hay dos; restauración o creación de
catedrales, parroquias, seminarios, universidades, colegios,
escuelas, y centros de beneficencia católicos; de revistas,
periódicos y demás medios de comunicación social y de
organizaciones de apostolado laical. También se han organizado
misiones permanentes entre grupos de indígenas menos
evangelizados.
A pesar de las pérdidas experimentadas por la propaganda
protestante y otras, bien provistas de medios y de personal, la
Iglesia prosigue su plan de restauración y mejora de su apostolado
y de su misión cristiana.
Federalismos. Los intentos federativos han sido desde la
independencia una de las características de la A. C. Y las
organizaciones católicas tienden también en lo religioso a aunar
sus esfuerzos en las causas comunes. Es curioso notar que el
Vaticano se mostró en 1885 propicio a los intentos unionistas de
Barrios, a pesar del sectarismo de este presidente. Prescindiendo
de las conveniencias políticas, tal vez hoy no habría demasiada
unanimidad entre los católicos acerca de las conveniencias
estrictamente religiosas de esta unión. De todos modos, en el
mundo religioso ha habido algunas actuaciones comunes del
episcopado americano central, como la del 25 dic. 1961, al
publicar una advertencia conjunta sobre el comunismo.
La creación de las conferencias episcopales nacionales o
regionales aumenta esa mutua acción. En Centroamérica funciona una
cuyos estatutos fueron aprobados ad-experimentum el 11 jun. 1960.
Hay también Conferencias nacionales en las ocho repúblicas que nos
ocupan y en Puerto Rico, con estatutos muy recientes varias de
ellas.
Hay embajadores de todas las repúblicas ante la Santa Sede y
nuncios apostólicos en sus diversas- capitales. Guatemala y El
Salvador, Honduras y Nicaragua, suelen tener un mismo nuncio,
acreditado en las respectivas capitales. Las órdenes religiosas
abarcan generalmente todo el Istmo en sus provincias,
viceprovincias, inspectorías, etc., y lo mismo los territorios
antillanos. La internacionalidad de procedencia del personal
apostólico facilita la movilidad de sus miembros.
Ha habido campañas misionales a escala nacional en diversas
repúblicas: 'Panamá, 1958-59; El Salvador, 1959; Nicaragua,
1959-60, y Costa Rica, 1960. El problema fundamental sigue siendo
la escasez del clero, en una especie de círculo vicioso con todos
los otros problemas religiosos.
V. t.. AMÉRICA V; y por países.
BIBL.: C. ALFARO, Guía Apostólica Latino Americana, Barcelona 1965, 591; P. J. CHAMORRO, Historia de la Federación de la América Central, 1823-40, Madrid 1951, 644; J. MILLA, Historia de la América Central desde el descubrimiento del país por los españoles (1502) hasta la independencia de España (1821), Guatemala 1879; Bilan du Monde (Encyc1opédie catholique du monde chrétien), Tournai 1964.
L. LOPETEGUI OTEGUI.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991