«agrafa» y «loguia» de Jesús
 

Los Evangelios (v.) canónicos no nos han conservado la relación íntegra de todo lo que hizo y habló Jesús durante su vida mortál; expresamente nos lo dice así S. Juan: «Hay todavía otras muchas cosas que realizó Jesús, que si se redactaran una por una, creo yo que ni en todo el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir» (lo 21, 25). Ciertamente en ellos se contiene toda la sustancia de lo dicho y hecho por Cristo, de manera que son punto clave de referencia de nuestra fe; pero no pretenden ser exhaustivos, sino que presuponen la tradición que los rodea y completa.
Supuesto esto, cabe preguntarse: ¿podemos encontrar testimonios de hechos y dichos del Mesías, al margen del contenido canónico, que no conste en los Evangelios canónicos? La respuesta es afirmativa: la tradición, de un modo o de otro, nos ha conservado diversas sentencias atribuidas a Jesús, las cuales, al menos a primera vista, no aparecen en los cuatro Evangelios, y que se han denominado Agrapha y Loguia de Jesús.

Agrafa. El primero en usar este término fue Kórner, en su obra De sermonibus Christi agraphois (1776), donde reunió un buen número de sentencias de Jesús no escritas: agrapha, en los libros canónicos: grapha. Pero ya antes, en 1642, Hubert, en los preámbulos a la Vulgata de Amberes, observaba que «los Padres citaban algunas sentencias como de la S. E. o de Jesús, que no se encontraban en los libros canónicos». Muchos otros autores siguieron este ejemplo. Pero el que destacó fue A. Resch, quien abordó el problema desde su base y reunió un arsenal inmenso de a., aunque con escasa crítica en la selección.
Según Vaganay, a. son las expresiones aisladas atribuidas a Jesús por la. tradición y que no constan en los Evangelios canónicos. Se descartan los relatos apócrifos de la vida de Jesús, las cartas o conversaciones atribuidas a Él (v. APÓCRIFOS BÍBLICOS II), y aquellas expresiones aisladas, que aunque se pongan en su boca, no son más que transposiciones, retoques o combinaciones de las ya consignadas en la S. E.
Varias son las clasificaciones que los autores han hecho de los a.; partiendo de la definición dada, podemos distinguir dos grupos:
a) El primero está integrado por los que provienen de fuentes apócrifas, judías y musulmanas. Su valor histórico es nulo. Sin embargo, ofrecen el interés de lo curioso y lo pintoresco. P. ej., los de origen musulmán: «Dijo Jesús (a quien Dios salude): No colguéis las margaritas al cuello de los puercos, pues la sabiduría vale más que las margaritas, y quien la despreciare, peor es que los puercos.» Este agraphon ha sido recogido por M. Asín Palacios. Para su filiación cfr. Mt 7, 21 ss. «Decía Jesús (a quien Dios bendiga y salude), a los hijos de Israel: Os recomiendo el agua pura, las hierbas silvestres y el pan de cebada. Y tened cuidado con el pan de trigo, pues nunca podréis dar a Dios cumplidas gracias por él». Recogido también por Asín Palacios.
b) El segundo grupo está compuesto por los contenidos en las variantes de los códices del N. T. y en la tradición patrística, cuya autenticidad ofrece cierta garantía. P. ej.: «Mi secreto, para mí y para los hijos de mi casa» (S. Clemente, Homilía, 19, 20). Ruwet piensa que al citarla S. Clemente la tenía por verdadero agraphon (cfr. Ruwet, en «Bíblica» 30, 1949, 138 ss.). «Pedid las cosas grandes y os darán por añadidura las pequeñas» (Orígenes, De Orat. libell., 2 y 14). Ruwet, en el artículo citado, cree que se trata de una fórmula catequética derivada de Mt 6, 33; Le 12, 31 y 33.
Un tercer grupo (aunque no les conviene del todo el nombre de agrafa, ya que se encuentran en escritos bíblicos) sería el formado por aquellas frases contenidas en libros del N. T. distintos de los Evangelios. El más conocido es el siguiente: «Es necesario (dice S. Pablo) ... recordar las palabras del Señor Jesús, pues 1;1 dijo: Mejor dicha es dar que recibir» (Act 20, 35).
En cuanto a su valor y utilidad, por lo que se refiere a los de origen judío hay poco que decir, ya que lo mismo la Misná que el Talmud (v.) palestinense o el de Babilonia se preocupan muy poco de la persona de Jesús, y siempre que lo hacen acusan dependencia de los Evangelios canónicos. Los de fuentes musulmanas son más abundantes, pero datan casi siempre de época tardía, lo que es un argumento contra su autenticidad. La colección más importante ha sido publicada por Miguel Asín Palacios (o. c.. en bibl.). Son interesantes en orden al estudio del influjo cristiano en la ascética musulmana. Los que más interés ofrecen son los del segundo grupo. A pesar de que su valor histórico, en conjunto, ofrece ciertas garantías, son muy pocos los que dan señales de una autenticidad acrisolada.
De los 74 a. auténticos que incluyó Resch en su primera edición, sólo 36 le merecían esta misma categoría en la segunda edición; de éstos, Ropes excluyó 22, y Vaganay cree que únicamente son cuatro los auténticos. Habrá, pues, que concluir, con la mayoría de los críticos, que son poquísimas las palabras originales de Jesús llegadas hasta nosotros fuera del Evangelio. Su estudio, sin embargo, proporciona datos interesantes para el conocimiento de la historia del texto evangélico y de las corrien
tes espirituales que impulsaban a las cristiandades que nos los transmitieron.
Loguia. Papías (v.) de Hierápolis utilizó la palabra logion (dicho, en griego) para referirse a los oráculos del Señor tanto si se trataba de frases suyas incluidas en los Evangelios, como si habían sido transmitidas por otra fuente (cfr. Eusebio, Historia eclesiástica, 39, 3). Ese uso se conserva en la actualidad y diversos autores hablan de los loguia (o logia) de Cristo en ese sentido. Otras veces se da al vocablo un uso mucho más restringido para referirse a las sentencias o dichos de Cristo que aparecen en unos papiros descubiertos en el s. XIX y en los que se contenían elencos de dichos de Jesús.
El primero de esos papiros fue encontrado en elBahnasah (Oxirrinco) en 1897 por B. P. Grenfell y A. S. Hunt. Es una hoja papirácea escrita en unciales helenísticas a finales del s. u o principios del iil. Contiene ocho dichos o 1. de Jesús, introducidos siempre con la fórmula legei Jesús, «dice Jesús». Algunos reflejan un acusado paralelismo con los Evangelios Sinópticos. Así: «... y entonces verás de quitar la pajita que está en el ojo de tu hermano», como en Mt 7,5; Le 6,42. Otros son ajenos a los libros canónicos y aun contrarios al espíritu del Evangelio. Otro papiro de gran interés al respecto es el llamado Egerton Pap. 2, cuyos 1. son muy antiguos, y presentan grandes analogías con los Sinópticos y particularmente con S. Juan. Alguien llegó a ver en él un quinto Evangelio al lado de los canónicos. Pero, como dijo ya Lagrange, es claro que el autor parece haberse propuesto únicamente reunir dichos de Jesús, provenientes de conflictos y disputas, prescindiendo de toda ambientación histórica y doctrinal. P. ej.: «... mas Jesús dijo a los legisperitos: castigad a todo delincuente e inicuo, pero no a Mí»; cfr. con lo 5, 39: «Examinad las Escrituras en las que vosotros pensáis encontrar la vida; ellas son las que dan testimonio de Mí». El valor de los 1. de todos estos papiros ha sido últimamente discutido ante los manuscritos gnósticos encontrados en NagHammandi en 1945, entre los cuales aparece un volumen titulado Evangelio de Tomás (V. APÓCRIFOS BÍBLICOS II), cuya similitud con los logia mencionados es muy acusada. De ahí que muchos piensen que esos papiros no sean en realidad sino resúmenes de ese apócrifo.
El valor de estos logia es; tanto en una como en otra hipótesis, muy escaso. Por lo que se refiere al conocimiento de la verdad de Cristo es prácticamente nulo. Tienen, en cambio, cierto valor para precisar algún detalle histórico. Así, los logia que son variantes del N. T. pueden interesar a la crítica actual neotestamentaria; otros, los que deforman textos antiguos, pueden ayudarnos a comprender ciertos modos antiguos de interpretar la S. E. Además, nos dan testimonio del estado y situación espiritual de las comunidades cristianas a las que fueron transmitidos, aunque fueran sentencias aisladas b formaran parte de colecciones o relatos de la vida de Jesús.
V. t.: EVANGELIOS.


D. YÜBERO GALINDO
 

BIBL.: A. RESCH, Agrapha, aussercanonische Evangelienfragmente, en Texte und Untersuchungen, V, 4, Leipzig 1889 y 1906; M. AsíN PALACIOS, Logia et agrapha Dni. Jesu apud Moslemicos scriptores, «Patrologia Orientalis», XIII, 3 (1916); XIX, 4 (1926); L. VAGANAY, Agrapha, en DB (Suppl.), I, 159198; J. J. GóMEZ, Loguia o dichos del Señor extraevangélicos, Murcia 1935; A. DE SANTOS OTERO, Los Evangelios apócrifos, Madrid 1956, 115130; M. J. LAGRANGE, Une des paroles atribués a Jésus, «Rey. Biblique» 30 (1921); 31 (1922); N. NOGUER, Los dichos de Jesús llamados Logia y Agrapha, «Razón y Fe» 51 (1918).

Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991