Adenauer, Konrad

Estadista alemán, creador supremo de la República de Bonn. N. en Colonia el 5 en. 1876. Tras haber cursado los estudios de Derecho en la Univ. de Friburgo ingresó en las filas del partido del Zentrum, desarrollando una intensa actividad política que le llevó a ejercer ininterrumpidamente la Alcaldía Mayor de Colonia desde 1911 hasta la subida al poder de Hitler. Marginado de toda actuación pública por el nazismo, intervino en la preparación del golpe de estado del 20 jul. 1944, con el fin de derrocar el régimen hitleriano. Encarcelado por éste en los últimos meses de la guerra, fue al fin liberado y repuesto en 1 alcaldía de Colonia por los norteamericanos. Incluida poco más tarde esta ciudad en la zona de ocupación inglesa, las autoridades británicas mostraron prontamente hacia su alcalde mayor una actitud de recelo y suspicacia, que desembocaría por último en la destitución de éste por incompetencia.

A pesar de la terminante prohibición del mando militar inglés de dedicarse a tarea políticas, A. concentró todos sus esfuerzos en que el recién creado partido Cristiano-Demócrata -concebido en la misma línea que el Zentrum, pero con una amplia remoción de sus esquemas doctrinales, para dar respuesta a la nuevas exigencias- alcanzase la madurez. En 1946 A era elegido su jefe e igualmente de la rama del CDU bávara, la Unión Social Cristiana (CSU), y dos años más tarde presidía el Consejo Parlamentario reunido en Bonn con el fin de trazar, según se había estipulado en los acuerdos de Londres de 1948, las líneas maestras de una futura constitución para toda la Alemania Occidental. El a. 1949 registraría el logro de una de las máximas aspiraciones de A.: el reconocimiento de la soberanía de su pueblo -si bien no total y en régimen tutelado por los Aliados- y el triunfo de su partido en las elecciones generales.

Elegido canciller de la nueva Alemania por un solo voto -el suyo propio- de diferencia sobre su rival, A. se alió con los liberales (FDP) para alcanzar la mayoría necesaria en el Bundestag, renunciando así a la unión con la Social Democracia (SPD), cuyo repudio constituiría uno de los principios cardinales de la política desplegada por el canciller durante su etapa de gobierno.

Alemania renace para el mundo. Aunque el sombrío horizonte a que estuvo abocado su país en los años inmediatamente posteriores a la guerra había, en parte, desaparecido, las huellas de ésta eran aún muy profundas en la desgarrada Alemania, cuando el segundo Canciller de Hierro comenzó a regirla. Impulsor máximo del denominado milagro alemán, el balance de sus primeros años de gestión no pudo ser -en orden a la reconstrucción material y al aumento del nivel de vida- más positivo. Los siguientes ejemplos lo testimonian elocuentemente: hacia 1953, el marco alemán era ya una de las monedas más cotizadas y fuertes del mundo; la flota mercante rebasaba la cifra de 1.500 unidades, al tiempo que la producción de acero se emparejaba con la inglesa. La Comunidad Europea del Carbón y del Acero (v.) podía ponerse en marcha sobre los rieles alemanes.

Pero aún más que en el plano nacional, la acción gobernante del llamado por su pueblo familiarmente viejo zorro se reveló enormemente eficaz y provechosa en el plano de las relaciones internacionales. En este terreno, el conseguir un puesto al sol, tras romper un cerco de odios y recelos e integrarse en el club de los grandes, fue obra exclusiva de la capacidad maniobrara y del talento político de A. Situada a manera de acordeón entre los dos bloques que se disputaban la hegemonía al acabar la II Guerra mundial, la elección de la Alemania de Bonn venía dada por sus tradiciones e historia. «Teníamos que inclinarnos -escribió en sus Memorias- a un lado o a otro si no queríamos ser aplastados. Antes o después uno de los dos grupos intentaría tener de su parte el potencial alemán... Sólo quedó una vía para salvar nuestra libertad política, nuestra libertad personal, nuestra seguridad, nuestra forma de vida, desarrollada desde hacía muchos siglos, y que tenía como base un concepto cristiano y humano del mundo: una firme conexión con los pueblos y países que tengan las mismas opiniones que nosotros sobre Estado, Persona, Libertad y Propiedad» (K. Adenauer, Memorias, 1945-53, Madrid 1967, 91). Sin embargo, la incorporación de la Alemania Federal a Occidente no fue obra de un día. Hasta las horas de apogeo de la Europa vaticana las potencias recelaron de la República de Bonn un nuevo Rapallo, y temieron al fantasma de una revitalización alemana. Sólo la persistencia de un criterio revanchista y la incomprensión de las realidades con que se enfrentaba la Alemania libre pudieron alimentar en algunos sectores occidentales aquel temor. A. -que a partir de 1951 se había hecho cargo de la cartera de Asuntos Exteriores de su gabinete- no dejó de reiterar, en todas las ocasiones y ante todas las Cancillerías, las grandes diferencias entre la situación interna y externa del régimen de Weimar y el de Bonn. La presión norteamericana, el retroceso del sentimiento nacionalista y la decidida colaboración de Truman, hicieron que las esferas más recalcitrantes de la IV República francesa aceptaran finalmente la validez dé la argumentación, propagada por la diplomacia yanqui, de que la suerte de Alemania estaba ligada a Europa y la de ésta a aquélla. Pero no sin que antes la cuestión alemana hubiera quebrantado el edificio del parlamentarismo francés. Y como sucedió en los años 20, tras haber arrojado los lazos que unían a Francia con Inglaterra, los mismos factores de crecimiento de la idea europeísta, junto con las hábiles medidas de reconciliación llevadas a cabo por A. con el apoyo de Churchill y de Eden, condujeron a una rápida compenetración de los conservadores británicos con los puntos de vista alemanes.

Con un haber tal a su favor la reelección de A. en 1953 fue indisputable. Al alcanzar su partido la mayoría parlamentaria, pudo formar un gobierno homogéneo sin buscar la alianza de ninguna otra fuerza. El nuevo periodo había de encontrar sus puntos culminantes en la reincorporación de Alemania como nación soberana e independiente al escenario internacional (5 mayo 1955) y en la puesta en marcha -merced en gran parte al poderoso motor alemán- de la Comunidad Económica Europea (CEE) y la Comunidad Nuclear (Euratom), al tiempo que la situación material del país alcanzaba niveles semejantes a los más altos de Europa. Reelegido una vez más en 1957, no pudo alcanzar la meta última de toda su actividad -la reunificaci6n de Alemania-, pese a la incondicional ayuda ofrecida por EE.UU., si bien la obra de A. pudo asentar sobre firmes bases la futura unidad europea mediante su entendimiento con la Francia de la V República.

La retirada de la política. Las elecciones generales de septiembre de 1961 bosquejaron una situación muy semejante a la de 1949. Al no alcanzar el CDU la mayoría absoluta y persistir el repudio de A. hacia el SPD, la alianza con los liberales resultó inevitable, pese al alto precio que éstos, pusieron para integrarse en el gobierno: la retirada del canciller antes de finalizar 1963. Los dos últimos años de gobierno presenciaron el intento de fortalecer los puntos axiales de lo que deseaba que fuera su herencia política: la intransigencia a Kremlin, la reconciliación con Francia esta fase con la firma del Tratado de germana- y la integración de Alemania encuadrando en ella a más de 400.000 pivote de su antigua política se resquebra la alianza con EE.UU., clave de b6ved sistema, como consecuencia de la desaparición de Foster Dulles, con el que llegó a formar el bino concorde de la posguerra, la estrecha Francia y la llegada a la Casa Blanca de Kennedy. A partir de su retirada política, A. se dedicó a redactar sus memorias. M. en Colonia el 11 feb. 1967.

J. M.CUENCA TORIBIO


BIBL.: K. ADENAUER, Memorias (1945-53), Madrid 1967; P. WEYMAR y R. THEILE-SCHLUTER, Adenauer, Barcelona 1958; R. D´HARCOURT, L'Allemagne d'Attenauer, París 1958; M.P FOGARTY, Christian Democracy in Western Europe 1820-1953, Londres 1957; J. M. CUENCA TORIBIO, Adenauer, segundo Canciller de Hierro, «Nuestro Tiempo» (febrero de 1966) 140, 228 ss


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