A
 

Aarón, hermano de --> Moisés y de --> María, de la tribu de Leví. Como «boca• y «profeta», ayudó a Moisés en sus gestiones ante el pueblo y el faraón. Con todo, se narra también una rebelión de Aarón contra Moisés. Después de la --> alianza del Sinaí, se concede el sacerdocio a Aarón y a sus hijos. Por eso, en adelante sólo son sacerdotes los descendientes de Aarón, modelo y síntesis del verdadero sacerdote. Un juicio de Dios y el milagro de la vara florida confirman a Aarón como primer sumo sacerdote. Sus vestiduras y el título de «ungido» le otorgan rango real. A causa de su pecado en Meribá no se le permite, como tampoco a Moisés, entrar en la —> tierra prometida. En el sacerdocio perfecto y eterno de Jesucristo queda abrogado el sacerdocio insuficiente y provisional de Aarón (1-leb 5; 7ss)

Abastecimiento de aguas. La escasez de —+ agua en Palestina hace necesario el aprovisionamiento de aguas. De ahí la alta estima en que se tienen las fuentes. Cuando éstas faltan, se cavan pozos o se recoge el agua en estanques y cisternas. En tiempos de guerra, tiene para los sitiados importancia vital la conducción secreta de aguas. Así se explica que desde antiguo se asegurara el acceso subterráneo a los manantiales y el empeño de los sitiadores en cortarlo.

Abba. La palabra aramea abba es la expresión familiar y cariñosa para designar al padre y corresponde a nuestro «papá». Sólo los miembros de la familia, y especialmente los niños, pueden hablar así al padre, pero no los siervos. Aplicada a Dios, no aparece hasta el Nuevo Testamento; un judío no hubiera osado jamás dirigirse así a Dios. Cristo emplea gustosamente esta fórmula (p. ej., Mc 14,36) y con ella se manifiesta Dios como un —> padre cariñoso y amante, a quien desde ahora también nosotros podemos llamar abba. En Cristo ya no somos siervos, sino hijos de Dios (--> Filiación divina) (Rom 8,15; Gál 4,6) y hermanos de Cristo (Jn 20,17)

Abdías (hebr. obadya o obadyahu: «servidor de Yahveh»), nombre propio frecuente en el Antiguo Testamento. El título del cuarto de los doce libros de los profetas menores menciona a un profeta de este nombre, del que nada más sabemos, como autor del libro de Abdías (--> Abdías [libro de]).

Abdías (libro de). El libro de Abdías es el cuarto y más corto de los escritos del libro de los —> profetas menores. Al título e introducción (v.1) sigue un oráculo sobre —> Edom, que anuncia la destrucción de este pueblo (2-9), porque se había alegrado maliciosamente de la suerte de Judá (10-14.15b). El v.15a anuncia la proximidad del —> día de Yahveh sobre los pueblos. Con una profecía sobre Judá concluye el libro (16-21): la suerte de Judá toma un giro salvífico, la casa de Jacob y de José vencerá a la casa de Esaú, Judá recibe de nuevo su heredad perdida y sólo Yahveh será su rey.
La primera parte (1-14.15b), compues
ta después de los acontecimientos del año 587 a.C., muestra claros paralelos con Jer 49, 7-22. La segunda parte (15a.16-21) procede de otra si tuación, pero es ciertamente del mis mo autor. Ideas parecidas se encuen tran en Joel. El libro de Abdías muestra los padecimientos y espe ranzas de los fieles de Yahveh que permanecieron en Palestina después de la destrucción de Judá y la íntima co nexión entre la religión y los anhelos nacionales que caracteriza a los pro fetas israelitas de la salvación. Aparece claramente la seriedad de la fe en Dios, en la idea del dominio final de Yahveh y en la fundamentación eticorreligiosa del --> juicio sobre los pueblos. La esperanza de salvación, acusadamente nacional, no se apoya en un odio fanático, sino en la idea de la justicia de Yahveh, que lo pondrá todo en su sitio. Falta, con todo, la amplitud de la Idea salvífica del Deuteroisaías y la profundidad de la llamada a penitencia, dirigida al propio pueblo, de los profetas y el Deuteronomio

Abel (hebr. soplo, cosa caduca). Segundo hijo de Adán y Eva, pastor. Su hermano --> Caín lo mató, porque Dios miraba con benevolencia los sacrificios de Abel, pero no los suyos. En Gén 4,3ss no se menciona ninguna razón para esta distinta actitud divina. El judaísmo interpreta a Abel como tipo del hombre bueno; a Caín como tipo del hombre malo. El Nuevo Testamento llama a Abel el primer justo, alaba su fe y su proceder y ve en su sangre inocentemente derramada un prototipo del sacrificio de Jesús (Mt 23,25 par.; Heb 11,4).

Abilene. Región donde estaba la ciudad de Abila, al noroeste de Damasco. Antes del 37 d.C., Lisanias fue tetrarca de Abilene, según Lc 3,1 y una inscripción.                                    

Abimélek (hebr. •mi padre es rey•). 1. Rey de Guerar, en torno al cual se desarrollan los relatos sobre los riesgos de Sara, madre de la estirpe (cf Gén 20.26). Andando el tiempo, Abraham e Isaac concluyen un pacto con Abimélek en Bersabel (cf. Gén 21.26).2. Hijo de Gedeón-Yerubbaal (Jue 9,1 )

Abinu. En el Antiguo Testamento se designa pocas veces a Dios como abinu (hebr. •nuestro padre»), porque Israel Intentaba distanciarse de los pueblos paganos, que empleaban esta expresión. En tiempo de Jesús, abinu es una locución solemne respecto de Dios, realzada con la adición del título de rey (abinu malkenu = nuestro padre y rey).

Ablución. Tanto lo -> santo como lo impuro se podían transmitir por contacto; era, pues, necesario, lavarse con agua cuando se producía este contacto. Antes de que los —> sacerdotes desempeñaran su ministerio en la tienda de la reunión debían lavarse (Éx 29,4; 30, 18s; Lev 8,6) para borrar sus impurezas y poder entrar sin peligro en el recinto de lo sagrado. En las leyes de pureza (Lev 11,24s.28.32.40; 15; 22,6) se prescriben abluciones para la purificación de utensilios, vestidos y personas manchados de impureza (-9 Pureza).
Por el lado contrario, las abluciones sirven también para borrar un contacto con lo santo. El --> sumo sacerdote, que el día de la reconciliación entraba en el --> santísimo, debía lavar sus vestidos (Lev 16,24) y bañarse, y lo mismo el hombre encargado de llevar al desierto al --> macho cabrío expiatorio (Lev 16,25). También debían hacerlo así los que ejecutaban el ritual de la •vaca rojan (Núm 19,7-1021).Los participantes en la --> guerra santa debían •hacerse profanos•, esto es, desacralizarse, permanecer fuera del campamento y lavar sus vestidos.
Las abluciones se utilizan, finalmen
te, como imagen de la purificación de aquellos pecados que sólo Dios cono ce (Sal 51,4-9; Is 1,16; 4,4; Jer 4,14). En la época neotestamentaria, las abluciones de los judíos habían cobrado un carácter casi litúrgico (cf. Mc 7,27).

Abner (hebr. •[mi] padre es antorcha•). Sobrino de Saúl y general de su ejército (1Sam 14,50s). En la lucha por el trono apoyó largo tiempo a Seúl y su hijo Esbaal, pero acabó por pasarse al bando de David. David se lamentó públicamente del asesinato de Abner, testificando así su prestigio y su importancia (2Sam 3,28-39). he

Abominación y desolación. En el discurso de Jesús al subir a Jerusalén para celebrar la pascua (Mc 13), se habla de la •abominación de la delación• como señal anticipada de la ruina y destrucción ya inminente del mundo. Con esta expresión se alude probablemente al --> anticristo, que se sienta en el templo y que, por su hostilidad a Dios, impide a los creyentes orar en él y deja así desierto el santuario. Cierto que, por el mensaje de Jesús, el santuario ha perdi do su importancia para los cristianos, pero el anuncio de la desolación del templo debe dar a los cristianos una idea plástica del espanto que causa la aparición de los poderes hostiles a la divinidad y que impiden la obra de Cristo. do

Abono en cuenta. Este término técnico, tomado del mundo de los negocios, es usado por Pablo en un doble sentido: 1) En el sentido de que la fe es un abono en cuenta a favor del creyente; 2) en el sentido de que el pecado no es ningún abono en cuenta. Pablo toma el vocablo del uso lingüístico griego, pero modelando su contenido de acuerdo con su pensamiento teológico y sirviéndose de él para dar nueva vigencia al concepto teológico de --> justicia. En la historia de Abraham del Antiguo Testamento (Gén 15,6), aparece esta palabra para anunciar la —> elección libre por parte de Dios y la donación de la salvación a los creyentes. En la posterior evolución del Antiguo Testamento, se sobrepone el concepto de —> mérito (en la fe hay un valor, que merece la salvación; el pecador no tiene, por tanto, oportunidad ninguna) al concepto de elección gratuita, y otorga, en consecuencia, nueva validez al sentido fundamental griego de esta palabra (evaluar, asentar, reconocer el valor de una cosa). Pablo vuelve sobre la concepción originaria de Gén 15,6, pero rechaza la idea del mérito y en tiende el abono en cuenta como un don gratuito, que se ofrece tanto al creyente como al pecador. Con todo, también esta perspectiva paulina se perdió muy pronto, siendo suplantada por la idea de obra meritoria, que sigue determinando hasta nuestros días el concepto de salvación de mu chos cristianos. Abono en cuenta es una expresión figurada que intenta sen sibilizar y plastificar la relación de salvación entre Dios y el hombre. El hombre sencillo obtiene su salvación no mediante sus obras de piedad y re ligión, sino gracias al don de la fe. —› justificación. hi

Abraham, primogénito y representante de Israel. Abraham significa «padre de muchos pueblos», y es una prolongación dialectal del babilónico abram (acaso, •ama al padre»). La historia de Abraham discurre entre la protohistoria y la historia del éxodo. El --> kerygma central yahvista de la —> vocación de Abraham se encuentra en Gén 12, 1-4a. Aparece aquí la palabra bendición en cinco variantes. El bendecido vive con una mujer estéril. Pero marcha sin poner condiciones ni reparos.
Para el mismo Abram, la bendición consiste concretamente en la promesa de un país y una descendencia. La meta final de su camino de bendición es la bendición que en él experimenta la humanidad. El nombre de Abraham es un don de Yahveh, contrapuesto al --> nombre que los constructores de la torre de Gén 11,4 se han dado a sí mismos. En Abraham se transparenta Israel. El gran yo de Abraham se amplía para convertirse en el «nosotros» de los salmos de Israel.
En Gén 1-11 se explica por qué los hombres necesitan la bendición de Israel. Cinco veces aparece la raíz de «maldecir»: 3,14.17; 4,11; 5,29; 9,25. En –> Caín y –> Canaán, la --> maldición divina había alcanzado a unos hombres que eran padres de pueblos. La maldición acarrea servidumbre, excluye de la –> comunidad, sujeta al polvo, produce esterilidad, arroja a la angustia de la muerte. Esta maldición se trasvasa de Caín y Canaán a la humanidad. Pero ésta alcanza una meta, que, después de Abraham, no queda ya anclada en la vieja maldición. La maldición se convierte en bendición, el errar sin rumbo y la confusión de lenguas en proceso de salvación y en obediencia. Brevemente: comienza de nuevo la historia de la salvación de Dios con los hombres. Así, en Gén 12,3b, está el mensaje nuclear del yahvista. A la luz de este kerygma de Abraham deben entenderse las restantes perícopas, p. ej., Gén 18,16ss. –> Sodoma, sometida a castigo, representa a los pueblos malditos de la tierra. Abraham representa la posición incansablemente intercesora de Israel en favor de los que han sucumbido a la muerte. La bendición es --> perdón de la --> culpa, anulación de la aniquilación ya decidida. La intervención de Abraham no se agota en Sodoma; la tarea pasa a Israel y queda pendiente en el «primogénito de entre los muertos» (Col 1,18).
El fundamento de la bendición aparece claro en Gén 22,18: «Porque has oído mi voz.» Lo que a su vez, se interpreta: «Por no haberme negado tu hijo, tu unigénito» (Gén 22,12). Isaac no es sólo hijo, es el portador viviente de la bendición. De Isaac dependen la autenticidad de Abraham y la veracidad de Dios. Los pueblos de Canaán, hasta ahora maldecidos, entregan a sus dioses sus primogénitos. ¿Habrá de dar menos Abraham? Abraham muestra, en representación de Israel, que su disposición a la entrega voluntaria no es menor que la de los cananeos. El --> El de Abraham no quiere sacrificios humanos. El puesto del hombre lo ocupa el animal. El puesto del hombre y del animal lo ocupa el --> «cordero de Dios» (Jn 1,29). Isaac es figura (–> Tipología) de Jesús. Así, el motivo de la bendición del patriarca recibe una y otra vez nuevas interpretaciones en el Antiguo Testamento y en el Nuevo. El –> escrito sacerdotal lo interpreta mediante números simbólicos: con estos números relaciona a Abraham con el templo de Jerusalén, donde «los príncipes de los pueblos se reúnen como pueblo del Dios de Abraham» (Sal 47,10); 75 años tiene Abraham cuando parte (Gén 12,4); 25 años más tarde nace Isaac (25,26). 130 años después bajó Jacob a Egipto (47, 9). En total los patriarcas residen en Canaán 215 años. 430 años — es decir, el doble — dura la permanencia de Israel en Egipto. 480 años más tarde construye Salomón el templo (1Re 6,1). Pasan 1200 años desde el nacimiento de Abraham hasta la construcción del templo. La promesa de la tierra se cumple en el –> templo estable y firme. 1200 es cien multiplicado por doce, que es el --> número de la plenitud, el número de Israel.
En Gál 3,8 reasume Pablo esta bendición central de Abraham y explica que todos cuantos viven de la --> fe son bendecidos con el creyente Abraham; así Gén 12,3 es un Evangelio de los pueblos anterior al Evangelio de Jesús. El mensaje para los pueblos paganos comienza en el acto de fe de Abraham. Aquel su «afirmarse en Yahveh» no fue --> mérito suyo, sino mérito de la –> obediencia de la fe, operada por la libre promesa de Dios. Quien vive como Abraham es hijo verdadero y bendito de Abraham. Pablo va más lejos (cf. Rom 4,17ss). Abraham es caso ejemplar de la -+ fidelidad de Dios que «llama a lo que no es para que sea». Fiel es el Dios de Abraham al dar vida a lo que está muerto. En el hecho de la –+ resurrección de Jesús se prueba y se acredita la finalidad de la bendición del Dios Padre, señor de la vida. Esta acción creadora de vida es el fundamento de la fe de los hijos de Abraham.
Así, la fe de Abraham se convierte en –+ juicio para todos aquellos que se adhieren a él como a su padre, pero sin atreverse a realizar su mismo éxodo. Son arrojados de su mesa (Mt 8,11), ya estén circuncidados a la manera de Israel o sellados con el
–> bautismo del –> Espíritu de --> Jesucristo. En la vuelta y conversión al éxodo de Abraham radica también la
–> oportunidad de los cristianos de «provocar celos» a Israel (Rom 11,11). Ésta es la amonestación profética de aquel Dios de los padres que es poderoso «para sacar de estas piedras hijos de Abraham» (Lc 3,8).

Absalón (hebr. «el padre es paz»). Tercer hijo de --> David, que asesinó a su hermano Amnón, para vengar la violación de su hermana Tamar. Huyó ante la cólera de David, pero más tarde pudo regresar a Jerusalén y reconciliarse con su padre. Inmediatamente comenzó a acelerar la sucesión al trono, mediante propaganda y conjura (¿para anticiparse a Salomón?) y se hizo proclamar rey en Hebrón. En la batalla entre Absalón y David, el ejército de Absalón fue derrotado, Absalón muerto, contra la orden expresa de David, y enterrado en el bosque (2Sam 13-15; 17). La actual «tumba de Absalón» data de la época helenística.

Acaya. península que forma la parte sur de Grecia. Provincia romana desde el año 146 a.C., fue gobernada por un --> procónsul, como testifica Act 18,12. La capital y residencia de la administración romana estaba en --> Corinto. --> Pablo visitó Acaya en su segundo viaje misionero y en el tercero (Act 17,16-18; 19,21). Alaba su prontitud de ánimo para las colectas (2Cor 9,2ss). También –> Apolo visitó las comunidades de esta región. «La casa de Estéfanas fueron las primicias de Acaya» (1Cor 16,15).

Acción de Dios en la historia. La Biblia no intenta tanto transmitir conocimientos sobrenaturales, cuanto informar de la intervención de Dios en la historia. La religión bíblica es una religión con acusado carácter histórico, porque la –> revelación de Dios acontece no sólo en la historia, sino, además, como historia. No sólo lo que la Biblia dice — p. ej., a través de los profetas —es revelación de Dios; es también revelación la acción de Dios en la historia narrada por la Biblia. Por esta acción se descubre a los hombres quién es él (el Señor que juzga y derrama su gracia sobre toda vida), lo que ha hecho de antemano en favor de los hombres y cómo deben éstos responder a los planes divinos. –> Palabra y acción reveladoras tienen una íntima conexión; pero lo universal, lo que lo abarca todo en sí, es la acción redentora de Dios por los hombres (–> Historia de la salvación). Consiste en que Dios concluye su –> alianza con los hombres y los lleva a su salvación (-> Gobierno divino de la historia).

Acción de gracias. El Antiguo Testamento proclama con --> himnos de acción de gracias (--> Salmos) los beneficios recibidos de Yahveh: «Dad gracias al Señor porque es bueno, porque su gracia dura para siempre» (Sal 117, 1). Estos salmos de acción de gracias fueron cantados probablemente en el culto del templo, en el —> sacrificio de acción de gracias (Dt 12,7), cuyo punto central era el «banquete festivo», en el que se sacrificaba el cordero pascual (—> Pascua). Por este medio debía conservarse viva la memoria de los beneficios de Yahveh (Jer 33,10s).
En el Nuevo Testamento, la acción de gracias es una actitud fundamental del cristianismo, nacida de la conciencia de vivir ya en la plenitud de los tiempos, en virtud de la venida del Señor, y de haber experimentado la —> gracia de Dios (Col 2,7). Por eso exhorta Pablo a los cristianos de Tesalónica: «En todo dad gracias» (1Tes 5,18).
Al cristiano se le ha hecho don de la vida entera como «existencia nueva•. Contempla el mundo y a sí mismo con ojos nuevos y sabe que el fundamento de su alegre exultación es Dios, a quien se ha acercado a través de Jesucristo. Esta actitud agradecida se manifiesta de modo especial, junto con la --> eulogia y la —> doxología, en varias cartas de la cautividad de Pablo: «Damos gracias sin cesar a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, por vosotros en nuestras oraciones» (Tes 1,2). Esta acción de gracias se dirige directamente a Dios (1Cor 1,4) por Cristo (Rom 1,8) o en su nombre (cf. Ef 5,20), y es siempre expresión de aquello por lo que se dan gracias: las promesas cumplidas por Dios en los redimidos (1Cor 14,16).
El elemento fundamental de toda oración de acción de gracias es siempre (ya en el Antiguo Testamento) el recuerdo de las acciones salvíficas de Dios.
El contenido de la oración eucarística (--> Eucaristía), tanto en el Nuevo Testamento (1Cor 11,24s) como en la primitiva Iglesia, es el —> recuerdo y memoria del Señor tal como se ha transmitido, p. ej., en el Apocalipsis (Ap 11,17s) para la «liturgia celestial». La acción de gracias se basa siempre en la conciencia de seguir todavía sometido a prueba y por consiguiente en riesgo de volver a perder lo ya alcanzado. Por eso, a la alegre acción de gracias se une la esperanzada petición (—> Oración) de poder vivir también la plenitud de la obra de la —> redención.
En el Nuevo Testamento, la acción de gracias es un acto humano fundamental que presupone en el hombre el conocimiento de su referencia a Dios como criatura. En la afirmación creyente del nuevo conocimiento de sí adquirido en Cristo, reconoce el cristiano haber hallado una nueva relación con Dios, con los —> hermanos y consigo mismo. La característica más importante de esta nueva existencia es la —> libertad frente a la —> esclavitud del --> pecado, que posibilita al hombre, ya evadido de la tutela de la infancia, la respuesta responsable ante la llamada y la misión, que concibe como venida de Dios.

Acciones simbólicas. Básicamente Jesús realiza sus —> hechos poderosos con el solo imperio de su --> palabra, que a veces va acompañada de algunas acciones simbólicas que incluso la sustituyen enteramente. Jesús pone los dedos en las orejas de un sordomudo, toca su lengua con saliva y pronuncia la palabra poderosa (Mc 7, 33s). A la suegra de Pedro la cura de la fiebre con sólo tomarla por la mano (Mc 1, 31). Puede darse también una acción simbólica cuando el sentido de la obra poderosa está sólo en la —> señal. Así, se condena a una higuera a quedar seca porque no tenía fruto, si bien la época era inadecuada para tenerlos (primavera). Esta conducta está destinada a ser señal para el destino de Israel. Israel no respondió a las esperanzas de dar fruto en la antigua —> alianza sino que, por el contrario, la quebrantó; esto hace que, a la llegada de Jesús, sea incapaz de aceptar su mensaje. Jesús pide frutos a Israel en una época inadecuada y amenaza con rechazarlo a causa de su culpable insuficiencia (Mc 11,13s).

Aceite. El aceite se obtenía por trituración de las aceitunas.
1. Para obtener aceite puro, se machacaban las aceitunas con un mortero o molino y se exprimían en un cesto, bajo la presión de pesadas muelas de piedra. El aceite así obtenido se empleaba casi exclusivamente para usos cultuales: como combustible para las lámparas, como ungüento y ofrenda que acompañaba a los holocaustos.
2. El aceite obtenido en los lagares (Miq 6,5; Job 24,11) se utilizaba para condimentar las comidas, como ungüento para la piel y las heridas y como combustible para las lámparas. Constituía también un importante artículo de exportación (1Re 5,25; Esd 3,7; Ez 27,17; Os 12,2).
El aceite se conservaba en orzas (1Re 17,12ss; 2Re 4,2ss) y, para pequeñas cantidades, en cuernos (1Sam 16,13) o en frascos de alabastro (Mt 26,7).

Ácimos (hebr. massot). Son los panes que se preparan sin levadura. Se les podía cocer rápidamente, por no necesitar tiempo de fermentación, y se utilizaban en caso de necesidad imprevista. En recuerdo del —> éxodo de Egipto, se tomaron los ácimos como imagen de la precipitación y rapidez de aquel acontecimiento. Después de la conquista de —> Canaán, los israelitas celebraron su —> recuerdo bajo la forma de una fiesta del mismo nombre probablemente incluida en una --> fiesta agrícola cananea, que introducía la época de la cosecha, con la recolección de la cebada. En época posterior, la fiesta de los ácimos se unió a la de —> pascua, la primera de las tres fiestas de peregrinación.

Aclamación. En la comunidad veterotestamentaria, la aclamación era manifestación externa de una gran alegría, vinculada al —> culto, basada en la ayuda de Dios y sus maravillosas obras, en la demostración de su gloria y su poder. Ocasión de clamor y aclamación podían ser una rica cosecha (Sal 65,14), o la victoria sobre los enemigos. David acompañó el arca de la alianza, cuando fue trasladada a Jerusalén, «con gritos de clamor y resonar de cuernos» (2Sam 6,15). Las --> fiestas que Israel celebraba para glorificar a su Dios iban acompañadas de clamor y júbilo. Las aclamaciones a Dios (Sal 47,6) expresan sensiblemente su victorioso poder, con el que lleva a su meta, a pesar de la oposición de los adversarios, los objetivos prefijados. A él, el santo de Israel, sirve su pueblo con aclamaciones (Is 12,6).

Acomodación. ¿Hasta qué punto puede y debe un cristiano acomodarse a su mundo? Por un lado existe la fundamental exigencia del —> Evangelio de dar --> culto a Dios por la existencia mundana (Rom 12,1-2). En medio de su mundo debe el cristiano servir a Dios, debe glorificar a Dios en su existencia corporal, debe encontrar a Dios en sus semejantes. Debe mostrar a los hombres con los que convive la posibilidad de llegar a Dios. Para poder desempeñar esta tarea se exige una acomodación fraternal. Pero no se trata de una acomodación incondicional, sino crítica. Así, el cristiano no puede acomodarse a su mundo allí donde éste se ha alienado de sí mismo. No puede hacer suya la vida de este mundo en aquello en que este mundo se equivoca. El cristiano tiene la posibilidad de superar el mundo, de transformarlo y de renovarlo totalmente (Rom 12,2). Debe intentar enseñarle el camino hacia Dios. Debe hacer posible la humanidad en el mundo. Puesto que Dios se ha hecho hombre, debe colaborar a la --> humanización del hombre. Para poder invitar a los hombres al —> reino de Dios, se acomoda Pablo por entero a ellos: sale al encuentro del hombre religioso como religioso, al del no religioso como no religioso, para ganarlos a muchos para Cristo (1Cor 9,21).
Pide a los cristianos que compartan con los otros hombres la alegría y la tristeza y la vida entera, con sus riesgos y sus cargas (Rom 12,15). El cristiano vive en la tensión entre acomodación radical y --> distancia crítica.

Actas de Andrés. Narraciones apócrifas sobre los apóstoles (literatura amena y edificante, de poca importancia como fuente histórica). Se ha conservado sólo una serie de textos, fundamentada en las Actas perdidas (s. II, narración del viaje, martirio de --> An rés). Son expresamente mencionadas por Eusebio, que enumera las Actas de Andrés entre los libros difundidos por los herejes y las tiene por insípidas e impías. --> Hechos de los Apóstoles.

Actas de Juan. Forman parte de los -+ apócrifos del Nuevo Testamento y, más concretamente, del género de los Hechos de los apóstoles. Describen los viajes, milagros, predicación y muerte del apóstol Juan en Éfeso. Habida cuenta de que estas actas contienen material conceptual gnóstico (-> Gnosis), tuvieron probablemente su origen en el cristianismo gnóstico de Siria o de Asia menor; la fecha de composición se sitúa hacia el siglo III. Las Actas de Juan fueron aceptadas por los maniqueos y se mantuvieron durante mucho tiempo todavía en la Iglesia de oriente.

Actas de los apóstoles. A partir del siglo II d.C. aproximadamente, se compuso toda una serie de actas de los apóstoles, concebidas como complemento de los Hechos neotestamentarios, escritas en el estilo de la novela grecorromana, con la intención de ofrecer más amplia información sobre la actividad de los doce apóstoles. Su valor histórico es escaso; su tendencia es fundamentalmente moralizadora y causa el sello de la piedad popular de aquellos tiempos. Este último aspecto hace que tales escritos tengan importancia como documentos contemporáneos que nos permiten lanzar una ojeada retrospectiva sobre el pensamiento y la fe de aquella época; ofrecen interés, por tanto, para la interpretación del arte y de la literatura cristiana, así como para la historia de los dogmas. --> Actas de Andrés, --> Actas de Juan, -+ Actas de Pablo, --> Actas de Pedro, -> Actas de Tomás.

Actas de Pablo. Novela apócrifa sobre Pablo, escrita a finales del siglo II en Asia menor. Las Actas de Pablo contienen, además, un intercambio epistolar no auténtico con los corintios y una exposición legendaria de su martirio. sc
Actas de Pedro. Escrito --> apócrifo conservado sólo fragmentariamente, cuyo origen se sitúa hacia el año 175 d.C. Fue escrito en griego, con la intención de llenar las lagunas de la exposición de Act.

Actas de Tomás. Novela gnosticocristiana sobre los apóstoles, que, de acuerdo con el esquema de la antigua literatura amena, narra cómo Tomás llegó como misionero hasta la India, realizó fantásticos milagros y murió finalmente --> mártir. -> Apócrifos.

Actitud orante. La actitud o postura orante más expresiva de los judíos (y también de los mahometanos) es postrarse en el suelo (proskynesis); constituye el rito oriental común de sumisión y homenaje. La más frecuente es el estar en pie reverencia! (1San 1,26), con las manos extendidas y vueltas hacia arriba (Is 1,15) y la mirada puesta en el cielo (Lc 18,9ss). Generalmente se ora vuelto hacia el altar o hacia el templo. -> Oración.

Actualización significa hacer presente aquí y ahora, en la -> predicación, las acciones salvíficas de Dios. Allí don de se anuncia a los hombres los --> grandes hechos de Dios, se hacen éstos presentes, se convierten en -> salvación para los hombres. Así, la predicación profética (-> Profeta) es un diálogo con las acciones salvíficas de Dios, transmitidas por tradición a las que actualiza. Se aspira siempre a conseguir una intelección nueva y creadora de la tradición. Para la concepción de la fe del Antiguo Testamento, lo decisivo no son los hechos históricos, sino la actualización, una y otra vez repetida, de la actuación salvífica de Dios (-> Historia de la salvación). Así, p. ej., el --> Deuteronomio es una singular actualización de la -> voluntad de Dios frente a peligros específicos de su tiempo.
En la predicación de la naciente Iglesia la actualización desempeña un papel importante; en el fondo se da en ella la actualización y nueva interpretación de todo el Antiguo Testamento. --> Hermenéutica.

Acusador (hebr. «satán»). Término jurídico para designar al acusador en los procesos judiciales. Al igual que el defensor, se coloca a la derecha del acusado (Zac 3,1). Se ha considerado muchas veces (y probablemente sin razón) al acusador como un fiscal del Estado, que se postula para Israel por el hecho de que existían en las cortes regias del antiguo oriente. Acusaría principalmente en el culto, como «fiscal de la alianza», en casos de incumplimiento de la alianza por parte de Israel. En cierto modo cabría entender a los profetas como portadores de este cargo. Es difícil precisar hasta qué punto ha influido en la figura de -> Satán esta concepción jurídica, pero es indudable que desempeña un papel en el género --> apocalíptico (Libro etiópico de Henok, 40,7; Ap 12,10).

Adán. En la perspectiva historicorreligiosa, Adán pertenece a la categoría del «primer hombre». Éste aparece, . ej., en las religiones akkadias bajo la forma del sabio rey Adapa. También él posee la vida eterna. Debido a una confusión, rechaza la comida de la vida que se le ofrece y pierde para siempre la vida eterna. En la Biblia se encuentran también alusiones a un mito hebreo sobre el protohombre, p. ej., en Job 15,7s y Ez 28,1-10. Según esta concepción, el primer hombre vivió en un jardín de Dios o en una montaña de Dios, porque allí Dios estaba especialmente cercano. El primer hombre intentó, por el camino de la astucia, conseguir --> sabiduría divina. Por eso fue expulsado del monte o excluido del jardín de Dios.
En los dos relatos bíblicos del Génesis aún aparecen claramente estos elementos míticos, unidos a elementos etiológicos (-+ Etiología). Tanto el relato yahvista de la creación (Gén 2,4b15) como el sacerdotal (Gén 1,1-2.3a) intentan responder, con el lenguaje de su época, al problema del origen y el fin del hombre, del sentido de la vida y de su caducidad, de la experiencia del pecado y de la insatisfacción social humana, de la misteriosa polaridad entre hombre y mujer, así como el problema de las propias posibilidades y cometidos humanos. Los relatos bíblicos de la creación hablan, desde la experiencia de Dios, del pueblo de Israel, que se considera salvado y guiado por -+ Yahveh; hablan desde la visión del mundo de un pueblo de campesinos, postores y nómadas y son, ante todo, una confesión de su Dios Yahveh, así como un himno de alabanza de los hombres a su Creador.
En el --> judaísmo tardío, sobre todo en la literatura del género --> apocalíptico, Adán es considerado como una figura ideal (Eclo 49,16). En otros escritos aparece como el primer hombre caído (p. ej., Esd 4,11) y se convierte cada vez más claramente en tipo (-> Tipología) del hombre encerrado en sí mismo y alejado de Dios. Es el hombre que desobedeció a su Creador y que, por eso, se perdió a sí mismo.
En el Nuevo Testamento, Adán es designado, en la genealogía de Lucas (3,38), como «hijo de Dios». Dado que Dios le ha creado, es para él como un --> hijo, de manera análoga a lo que acontece con los distintos nombres de la genealogía, en la que se pasa de padres a hijos. Se hace llegar el -> árbol genealógico de Jesús hasta Adán y, por tanto, hasta Dios. En la medida en que el pensamiento apocalíptico desempeña un papel en el Nuevo Testamento, se habla de Adán en un sentido tipológico (-> Tipología), sobre todo en Pablo. En la predicación paulina se advierte claramente que, dentro de la esfera vital de Adán, -> todos los hombres han sucumbido a la muerte, y respectivamente al --> pecado. En cuanto el hombre procede de Adán, la muerte y la perdición son su destino. En este punto, ningún hombre puede de suyo y por sí mismo modificar la situación. Sólo puede hacerlo un segundo Adán, --> Cristo. Él es el nuevo y definitivo Adán, el hombre nuevo y perfecto. Así como el Adán primero había determinado la suerte de todos los hombres, así el último Adán lo atraerá todo a sí.
En la esfera de Cristo encontrarán todos una nueva --> vida definitiva. Cristo significa vida, validez definitiva, permanencia incorruptible y plenitud para todos los que le siguen libremente. Cristo es el hombre nuevo que ha encontrado, desde Dios, una nueva vida (--> Resurrección) ya que fue resucitado de entre los muertos (cf. 1Cor 15,22.20).
Ya el primer hombre, Adán, tenía vida y espíritu de Dios, porque tenía el aliento vital de Dios en sí. Pero el Adán último es un -> espíritu creador de vida (1Cor 15,45-48); Cristo está lleno de la fuerza creadora de Dios, comunica a los suyos el espíritu de Dios. Este espíritu crea una vida nueva en el hombre. Como último Adán, Cristo se ha convertido en el último y único modelo válido para todos los hombres. Él ha abierto a todos la posibilidad de vivir conforme a su modelo, de copiarle en sí mismo. Pero sigue en pie la posibilidad de elegir entre él y el antiguo Adán. Todos pueden igualmente imitar al primero. Según Rom 5,14, el primer Adán es «figura del que había de venir», en cuanto sujeta a todos los hombres bajo su dominio. También Cristo llama a todos los hombres a su dominio. Lo mismo que Adán significa «todos los hombres», también Cristo significa la humanidad entera. Él es la posibilidad universal de la humanidad, el «hombre nuevo». gr

Adivinación. Las múltiples formas de adivinación usuales en todos los pueblos (mencionadas en Dt 18,10 junto a la interpretación de señales, magia, invocación de los muertos) estaban prohibidas en Israel. Yahveh manifestará su voluntad a los israelitas por sueños, por los oráculos de la suerte del sacerdote (-> urim y tummim) y por la palabra de los profetas (1Sam 28,6). Cualquier otro intento de adivinar el futuro es una infidelidad contra Yahveh.

Administración de justicia. En la época primitiva de Israel, la administración de justicia corría a cargo de los ancianos de la tribu; más tarde, a cargo de jueces y funcionarios que, en lugares determinados, resolvían los litigios del pueblo (Dt 16,18). Durante la monarquía, el rey era, a la vez, el juez supremo (cf. 1Re 3,16-28). En esta época se constituyó un cuerpo de jueces profesionales. El rey Josías instituyó un tribunal supremo en Jerusalén, compuesto de sacerdotes, levitas y laicos. Las audiencias eran públicas. Acusadores y acusados tenían que presentarse a los tribunales, donde los litigantes exponían sus reclamaciones. Luego se oía a los testigos, que ambas partes litigantes debían aducir. Se exigían al menos dos testigos. De acuerdo con su testimonio, sentenciaba el juez la causa.
En la época neotestamentaria, el poder judicial estaba en manos del --> sanedrín, pero los casos de pena de muerte se reservaban a los --> gobernadores romanos.

Administrador de la casa. Un esclavo de rango superior, que estaba al frente del servicio doméstico o de la hacienda de su señor (Gén 43,16). En las ->parábolas Jesús habla de estos siervos y administradores (Lc 12,42; Mt 24,25). La fidelidad del administrador es un ejemplo para los discípulos de Jesús. El ministro cristiano (--> Ministerio) es administrador de Dios, porque administra el --> Evangelio. En 1Pe 4,10, se aplica la denominación de administrador a los cristianos en general y a los ministros en particular.

Adonay. Adon (señor) designa en el Antiguo Testamento a aquel a quien compete el derecho a disponer de algo o de alguien. El título se aplica a Dios (a los dioses) y al hombre. Se llama -> Señor a Yahveh porque se ha ganado a Israel como pueblo suyo, al librarlo de la esclavitud de -> Egipto. Se le llama «Señor de todo el universo», porque él lo ha creado.
Adonay (mi Señor) se dice en el Antiguo Testamento sólo de -> Yahveh. No es un nombre divino, sino un modo de dirigirse a Dios, como lo indica la frecuente aposición «Adonay Yahveh». A todo lo largo del -> Pentateuco, y también frecuentemente en los profetas y los salmos, se utiliza Adonay como fórmula de oración. Indica la sólida relación y la cercanía del orante a Dios, pero guardando la distancia que el súbdito debe a su Señor. Este significado de Adonay se ha conservado también en los LXX, que traducen siempre «Yahveh» por kyrios (Señor). En los últimos siglos a.C. Adonay es el modo normal de designar a Dios en el judaísmo, porque, ante el temor a profanar el nombre de Yahveh, ya no se osaba pronunciarlo. Al mismo tiempo, Adonay perdió la connotación de relación sólida y cercana del hombre a Dios y recibió, como expresión de la alteridad absoluta de Dios, el significado de «Señor de todo el universo».

Adopción. Aceptación de alguien como --> hijo. En el Antiguo Testamento y en el judaísmo, la continuidad de la bendición de la estirpe se conserva sólo por el parentesco de sangre. La adopción es desconocida en el derecho israelita. En los profetas y en los maestros de la sabiduría, así como en los rabinos, se toma en consideración una adopción espiritual (p. ej., 2Re 8,9; Prov 5,1). En el Nuevo Testamento, Jesús se dirige a sus discípulos como a «hijos» (Mc 10,24; Jn 13,33). Para Pablo, en analogía con la adopción helenista y romana, los cristianos se convierten, por la efusión del Espíritu y el --> bautismo, en hijos, herederos de Dios y coherederos de Cristo (Rom 8,14-17). Todos los hombres son llamados a la --> filiación divina.

Adoración. Las expresiones bíblicas para expresar adoración significan al pie de la letra: inclinarse, echarse a tierra, postrarse de rodillas. Estas posturas corporales, propias del que se hace pequeño ante Dios, responden a un reconocimiento de la grandeza y el poder divino (cf. Sal 98,5). Esta sumisa adoración de Dios va unida con frecuencia al -> sacrificio (Dt 26,10), a la alabanza (Eclo 50,16-18) y a la petición de ayuda (1Re 18,42) y tiene casi siempre carácter cultual. En la visión de futuro de los profetas, la adoración de Dios por todos los pueblos y naciones (Sal 21,28) es una señal de la consumación escatológica (cf. Is 60,1 ss).
En su polémica contra las --> religiones y contra la -> idolatría, el Nuevo Testamento insiste en que sólo a Dios se le debe adoración (Mt 4,10).
El lugar de esta adoración es tradicionalmente —+ Jerusalén (p. ej., Act 8,27), pero tanto Juan (Jn 4,19-24) como Pablo (1Cor 14,25) le dan un carácter decididamente relativo: a Dios se le puede adorar en todas partes, con tal de que se haga con recta mentalidad. Lo —> nuevo de esta mentalidad consiste en que, frente al Antiguo Testamento (--> Monoteísmo), también recibe adoración Jesucristo como el —> Señor (Flp 2,6-11), porque en el resucitado y exaltado se manifiesta el mismo Dios (Lc 24,52). A partir de ahora y por siempre, la adoración a Dios se produce a través y por medio de Cristo, es decir, por medio de la —> fe en él, viviendo de acuerdo con su —> palabra. De la adoración cultual del hombre veterotestamentario se ha pasado, pues, a la adoración personal de Dios, que acontece allí donde los hombres, en su —> existencia escatológica, orientan su ser total al —> reino de Dios. —> Desanalización, —> Justicia.

Adúltera. En la perícopa joánica de la adúltera (Jn 8,1ss) se describe la conducta compasiva y amorosa de Jesús respecto de los pecadores lo mismo que en los Evangelios sinópticos (cf. p. ej., Jesús y la pecadora en el banquete en casa del fariseo, Lc 7,36-50). También en Juan se pronuncia Jesús en contra de los --> fariseos y —> escribas, que exigen para la adúltera la pena de muerte establecida por la --> ley (—> Adulterio). Quieren forzar una decisión de Jesús y ponerle en contradicción con la ley, en virtud de su compasión hacia los pecadores, que tanto les escandalizaba. Jesús, en su respuesta, reconoce la culpa de la adúltera y el derecho de la ley, pero niega a los fariseos y escribas el derecho a condenarla, ya que ni ellos mismos hacen frente a las exigencias legales ni están sin pecado. Con la exhortación a la adúltera de que ya no vuelva a pecar, Jesús condena su acción, pero muestra también que confía en su disposición a convertirse a Dios (--> Conversión).

Adulterio. En el Antiguo Testamento se prohíbe el adulterior y se castiga con la lapidación de los culpables. El adulterio es el trato sexual de una mujer casada con un hombre que no es su marido. Para el hombre, el adulterio es el contacto sexual extramatrimonial con una mujer casada o prometida. Dado que estaba permitida la poligamia simultánea o sucesiva (--> Matrimonio), el hombre sólo puede quebrantar el matrimonio de otro hombre cuando viola el derecho de posesión de éste. Además de este quebrantamiento del derecho, se condena también como adulterio el pecado contra la pureza exigida por Dios. Algunas veces los --> profetas consideran también adulterio la traición a la fidelidad mutua entre hombre y mujer y se refieren al hombre como violador de su propio matrimonio.
En el Nuevo Testamento, se considera adulterio tanto la infidelidad del hombre como la de la mujer, así como el matrimonio con una divorciada (Mt 5,32) o un nuevo matrimonio después de la separación del otro cónyuge (p. ej., Mc 10,11s). Jesús hace más radical la prohibición veterotestamentaria del adulterio (Mt 5,28). Ya no sólo el acto externo, sino incluso el deseo adúltero debe considerarse pecado de adulterio.

Advenimiento —> Nueva venida.

Adversario. Originariamente se aplica este nombre a la parte contraria en un proceso, que acusaba a otra (cf. Lc 18,3). La parábola del proceso judicial aconseja llegar a un acuerdo con el adversario antes de entablar un pleito. Al —+ diablo se le llama adversario, porque en el juicio acusa a los hombres (cf. Zac 3,1).

Ágape. Con ocasión de la celebración de la eucaristía, y en conexión con la cena del Señor, las primeras comunidades cristianas se reunían para una cena en común, preparada por los miembros más ricos de la comunidad (o por los que la presidían, con su dinero), para expresar su sentido de la hermandad. Las oraciones y cantos al principio y al fin, así como la bendición del pan y del vino, aludían por una parte al origen judío (cf. también —> Qumrán), pero por otra permiten reconocer su conexión con la celebración de la --> eucaristía. Cuando, con el correr del tiempo, esta última se fue afirmando cada vez más como --> banquete del Señor y fue adquiriendo carácter cultual, la cena de hermandad pasó a ser una institución caritativa (cf., p. ej., Act 6,1s) que, ciertamente, no estuvo libre de abusos ni siquiera en aquellos tiempos (cf. 1Cor 11,18-22).

Agar. Sierva egipcia de --> Sara, despedida por ésta a causa de los celos (Gén 16; 21,9-21). Agar fue madre de --> Ismael y se la considera madre de la estirpe de las doce tribus ismaelitas (Gén 25,12ss).
En Gál 4,21-32, establece Pablo una comparación tipológica entre Sara y Agar y sus respectivos descendientes, para expresar la relación entre la nueva alianza y la alianza del Sinaí.

Agareos (¿descendientes de --> Agar?). Tribu de beduinos del desierto de Siria, que en la época de Saúl luchó contra las tribus israelitas en la región oriental del Jordán (1Cró 5,10.19).

Ageo (hebr. «nacido en día festivo»). El décimo de los profetas menores. Con ayuda de Zacarías (Esd 5,1ss), puso en marcha la reconstrucción del templo después del exilio. —> Ageo (libro de).

Ageo (libro de). Contiene cuatro discursos, fechados con bastante exactitud en el año 520 a.C. Los discursos son auténticos pero no fueron coleccionados por el mismo Ageo.
1. Ageo insiste para que se reconstruya el templo (1,1-11). Sigue el relato sobre la buena acogida de esta llamada y sobre los comienzos de la obra (1,12-15).
2. El nuevo --> templo deberá ser más glorioso que el antiguo (2,1-9).
3. Ageo se ve obligado a anunciar que aquel pueblo y sus sacrificios eran impuros ante --> Yahveh (2,10-14). La promesa de bendición vinculada a la primera piedra (2,15-19) debe añadirse, sin duda, después de 1,15.
4. Ageo promete al davídida Zorobabel que, después de aniquilar los reinos paganos, Yahveh le hará «anillo de sello», es decir, que le hará rey mesiánico (2,20-23).
Como los profetas preexílicos, Ageo defiende la preeminencia de la gloria de Dios frente al bienestar propio (1,4). Por eso interpreta la calamidad presente (1,6.9ss; 2,16s) como un castigo de Dios, porque después de la vuelta del exilio había más preocupación por los intereses personales que por los de Yahveh y clama enérgicamente por la reconstrucción del templo. Esto no es exteriorización de la religión, sino presupuesto necesario para la consolidación de la religión yahvista y para la instalación del mismo Yahveh en --> Sión, esperada para los últimos tiempos. Como sus grandes predecesores, Ageo exhorta a confiar en la ayuda de Yahveh y anuncia un tiempo final de salvación universal, vinculada al templo y a la casa de David.

Agrapha (gr. «cosas no escritas»). Sentencias de Jesús no transmitidas por los Evangelios canónicos (—> Canon), sino por otros escritos del Nuevo Testamento (p. ej., Act 20,35; 1Tes 4, 15-17), por —> apócrifos neotestamentarios o por los padres de la Iglesia. Algunas pueden ser auténticas. Muchas de ellas son modificaciones de palabras del Señor de nuestros Evangelios. Otras ciertamente no son auténticas, porque contradicen la doctrina y la dignidad de Jesús.

Agricultura. 1. Con la conquista de --> Canaán, los grupos seminómadas de Israel aceptaron también la cultura agrícola, cuyos orígenes pueden seguirse, en este país, hasta la cultura de Natuf (hacia 8000 a.C.). La superficie cultivable era relativamente limitada (pequeños valles y llanuras), parcialmente ampliada con la fatigosa construcción de terrazas en las laderas montañosas. Factor decisivo de la agricultura palestina, a diferencia de la del Nilo y Mesopotamia, era el régimen de lluvias. La --> estación de las lluvias de invierno comienza con las «lluvias tempranas», normalmente a finales de octubre; las lluvias más importantes coinciden con enero y la época lluviosa concluye con las «lluvias tardías» de mayo. La siembra de invierno (cebada y trigo) se hacía inmediatamente después del comienzo de las lluvias tempranas; la siembra del verano (principalmente sorgo o zahína) antes del final de las lluvias tardías. Se cultivaban además el lino, la berza, el nabo y la calabaza. Los campos se comenzaron a labrar con instrumentos de madera a principios del segundo milenio a.C. y con instrumentos de metal desde el comienzo de la edad de hierro. Al parecer, los campos no se abonaban, o lo fueron muy poco (el estiércol se utilizaba como combustible). El suelo se regeneraba mediante el sistema de barbecho. Se sembraba a mano o mediante un regulador de semilla adosado al arado. (La opinión, defendida sobre todo en relación con la parábola evangélica del sembrador, de que en Palestina se volvía a dar un repaso con el arado inmediatamente después de la siembra, es muy insegura.)
Ya madura la mies, se segaba con hoces (la cebada a finales de abril, el trigo a mediados de mayo) y se llevaba directamente a la era (casi siempre propiedad del pueblo), espacio abierto opuesto al viento, donde se trillaba con varas, o haciendo caminar a los animales sobre la mies extendida, o con ayuda de trillos. Después se la aventaba, es decir, se la lanzaba a lo alto, contra el viento, para limpiarla del tamo y el polvo, y se cribaba. La cosecha se guardaba en tinajas (generalmente en tierra) o en grandes graneros. Cuando había cosechas especialmente ubérrimas, el grano era exportado (1Re 5,11; Ez 27,17).
2. La adopción de la agricultura supuso para el yahvismo una larga y penosa confrontación con el culto cana-neo de la fertilidad, en el curso de la cual Yahveh asumió muchas funciones de Baal. También las fiestas agrícolas de origen cananeo (–> Fiesta) y las contribuciones sobre la cosecha fueron «yahvistizadas», es decir, recibieron un nuevo sentido mediante una referencia a la historia de Israel con Yahveh (p. ej., la fiesta de los massot es la fiesta de los ácimos: éxodo; la fiesta de las semanas es la fiesta de la cosecha: Sinaí; la fiesta de las tiendas es la fiesta de la vendimia y de los frutos: época del desierto). En contra de la acomodación teológica a la nueva forma del culto, se pronunciaron durante mucho tiempo algunos círculos de Israel, con su ideal de vida nómada (como los nazi-reos y los recabitas), y grupos de los primitivos círculos proféticos (Elías, Eliseo).
3. La agricultura proporciona a la Escritura numerosos motivos y metáforas (cf. las sentencias escatológicas de los profetas, el libro de la Sabiduría y las parábolas de Jesús).

Agripa. Julio Agripa I (10 a.C.-44 d.C.) nieto de Herodes el Grande, llamado Herodes en los Hechos; ordenó matar a Santiago y encarcelar a Pedro (Act 12,1-23).
Ante su hijo Marco Julio Agripa II (28-94 d.C. aproximadamente), se defendió Pablo (Act 25,13-26,32)

Agua. La experiencia elemental del agua como oleaje amenazante y aniquilador, como fuente de la vida y de la fecunda abundancia y como poder purificador y curativo, cristaliza en la Biblia en la multiforme vivencia y proclamación del poder creador y santificador de Dios. Dios ha creado las aguas, les ha asignado sus límites y ha vencido así los poderes del caos (Sal 104). Contra el abismo, mar, océano como poder amenazador y pernicioso, ha alzado Dios su mano (Éx 15,1-18) y salva a su pueblo de los impíos.
Como Yahveh, también Jesús impera sobre las aguas tumultuosas y marcha sobre ellas (Me 6,48; 4,35ss) y hace que, fortificados en la fe, los suyos no se hundan en su funesto seno (Mt 14,28ss), que habrá desaparecido al final de los días (Ap 21,1).
En el –> desierto experimenta Israel hasta qué hondura Yahveh es y mantiene su vida (Éx 17,5s), puesto que con su proximidad salvífica puede bendecir a quienes están sedientos de él (Sal 42,2s) y puede hacer de Israel un jardín fecundo y una fuente de salvación en el desierto (Ez 47,1ss). Estas señales del tiempo de la salvación se cumplen en Jesús que es, en su Espíritu, el don del tiempo final que, como fuente de la vida eterna, crea desde dentro al hombre nuevo (Jn 4,514; 7,37ss). Desde el trono de Dios y del cordero brota el agua vivificadora que sacia a los rescatados de la tierra. Pero los impíos entregados a la ruina se hunden y desaparecen bajo las aguas (Ap 16,4s.12).
El poder purificador del agua se convierte en señal salvífica de la --> conversión interior y del perdón definitivo de Dios. No por la purificación de objetos exteriores, sino por la conversión, el amor y la fe demuestra el hombre tener corazón puro. En lugar del lavado de los pies, lo que Jesús acepta son las lágrimas de la mujer pecadora; el Señor transforma el agua preparada para la ablución cultual en la plenitud escatológica del vino (Jn 2,1ss). En el agua de su bautismo, que le manifiesta como portador y dispensador del --> Espíritu y como elegido de Dios, en la sangre de su muerte, testificada por el –> Espíritu (1Jn 5, 5-8), abre Jesús en el bautismo y en la eucaristía esta vida suya para el mundo y hace así de la vida, arrancada a la muerte, camino de renacimiento hacia la resurrección de cada uno de los cristianos (Jn 3,3ss; Tit 3,5).

Agua viva. El motivo del agua viva se apoya en la concepción mitológica de la fuerza vivificante y renovadora del --> agua, que otorga la --> inmortalidad. Esta fuerza se torna eficaz en el hombre por aspersión, inmersión o en forma de bebida. Esta idea, profundamente enraizada en todos los pueblos, ha penetrado también en el Antiguo Testamento y en el Nuevo (Is 12,3; Sal 36,10; Jn 4,14; 7,37; Ap 7,17).

Ahora. En el Nuevo Testamento, esta palabra indica la cualificación especial de una hora o de un período de tiempo determinado, en cuanto opera en él una acción de Dios.
a) El ahora como tiempo divino cualificado: Algunas horas se distinguen del curso normal del tiempo porque en ellas se hará presente la salvación obrada por Dios. La llamada de los –> discípulos (p. ej., de Simón: Le 5,10) es una de estas intervenciones divinas; lo mismo la «hora» de Jesús, que es la hora de su pasión y, a par, de su glorificación, y por ello también del juicio del mundo (Jn 12,27ss). A través del acontecimiento de Cristo, Dios ha impreso a la historia de la humanidad un giro hacia la salvación; pero este giro no es para la predicación neotestamentaria un hecho pasado, sino que está presente en el ahora. Según Rom 5,9 «somos justificados ahora por su sangre y, por tanto, también seremos por él salvados de la ira- (cf. Col 1,22). Según Rom 12,26 el --> misterio eterno de Dios se revela ahora. Del mismo modo, la decisión una vez tomada por cada individuo a favor (Rom 11,30) o en contra (Rom 11,31) de Cristo sigue manteniendo todo su peso en el ahora del presente.
En lo anteriormente dicho se pueden reconocer dos características: que en el ahora se experimenta la historia como --> presencia (de Dios), y que el ahora indica un punto temporal con valor definitivo. Pero en el ahora no está presente sólo el pasado, sino también el -> futuro. Así como en el Antiguo Testamento los profetas contemplan y proclaman no sólo las amenazas de castigo y las promesas de salvación, sino también el castigo y la salvación misma como realizándose en un tiempo dado, así también el Nuevo Testamento hace afirmaciones parecidas, recurriendo a los giros de la «doctrina de los dos eones» (-4 Eón). Este «tiempo del mundo» es el tiempo de la antigua alianza, el tiempo irredimido. Por otra parte, el «tiempo del mundo futuro» se ha iniciado ya, ocultamente, con la venida de Cristo aunque espera aún su manifestación definitiva por la gracia que se producirá con la --> nueva venida de Cristo. En el ahora como tiempo de transición están presentes los dos tiempos: el antiguo como ya radicalmente superado aunque ejerza todavía su poder y el nuevo como radi- calmente ya iniciado aunque aguarde todavía su manifestación definitiva.
En el ahora se ha iniciado el -> día del Señor, el hoy en que las --> promesas marchan hacia su --> cumplimiento (Le 4,19.21). Especialmente Juan ve que en el ahora se inicia el tiempo último: con Cristo ha llegado el juicio (3,19; 12,31), la resurrección de los muertos (5,24s), la visión de Dios (14,7), la victoria sobre el mal (16,33). Más que ningún otro escrito neotestamentario, ve el Evangelio de Juan en el ahora de Cristo la presencia de la consumación. Pero junto a esto aparece también en todo el Nuevo Testamento la idea del cumplimiento todavía pendiente (Rom 5,8s; Ef 1,13s; y el mismo Juan).
b) También en la -> parénesis ética del Nuevo Testamento desempeña un papel el ahora. Dado que el cristiano debe seguir convirtiéndose en aquello que ya es por Cristo, junto al ahora como indicativo se da siempre el ahora como imperativo (--> Indicativo e imperativo). Ya en los profetas veterotestamentarios el ahora era el momento de la decisión, la oportunidad de la conversión. En el Nuevo Testamento, el ahora de la exhortación moral se encuentra principalmente en la predicación misional (Act 17,30s), sobre todo en la instrucción comunitaria: los cristianos, que estuvieron un tiempo alejados de Dios, sin esperanza, están ahora, por la entrega de Cristo, liberados del dominio de la -> ley y colocados cerca de Dios (cf. Ef 2,12s). Por eso no es ya conciliable una vida en pecado. Los cristianos deben servir ahora a la --> justicia (Rom 6,19).
Mientras que el --> griego estaba sometido a un tiempo carente de meta y el judío a una meta siempre provisional y transitoria, que no era más que punto de tránsito hacia el futuro, el cristiano puede adherirse y abandonarse enteramente al presente, pues su presente está lleno del acontecimiento de Cristo. Aquí y ahora proclama, en la celebración del -> banquete del Señor, la muerte y la nueva venida del Señor como presentes (1Cor 11,25s). En el ahora de la predicación está presente el acontecimiento de Cristo, bien que sólo sea experimentable por la --> fe. El ahora neotestamentario es el entero período intermedio entre la primera y la segunda venida de Cristo, pero para cada cristiano en particular coincide con cada una de sus decisiones concretas. En este punto, no debe olvidarse que «el día que llegará» del futuro no está todavía presente, sino que sigue esperando su cumplimiento definitivo (Rom 8,19ss).

Ajab (hebr. «hermano del padre»). Rey de Israel. Bajo su feliz gobierno, Israel llegó a ser una potencia próspera y respetable. El menosprecio de Ajab por la legislación israelita sobre el suelo provocó el asesinato legal de Nabot (1Re 21). Aunque fiel al yahvismo, permitió el culto a Baal de su esposa --> Jezabel, por lo que Elías y otros muchos pasajes del Antiguo Testamento le condenan como servidor de Baal (1Re 16,29-22,40) -+ Baal.

Akkad. Ciudad de Nemrod, al norte de Babilonia (Gén 10,10). Hacia el 2500 a.C., fundaron los akkadios, bajo Sargón I, el primer imperio semita, que irradió un amplio influjo, también cultural, y recibió el nombre de imperio de Akkad.

Akkadio (= semítico oriental). El más antiguo lenguaje semita por nosotros conocido. Fue hablado en la región del Tigris y el Éufrates. Se escribía con signos cuneiformes sumerios. Dialectos del akkadio son el babilonio y el asirio.

Akko. Antiguo puerto de -> Fenicia, llamada más tarde Acre y Ptolemaida. Israel no pudo conquistar esta ciudad (Jue 1,31). Pablo hizo una corta visita a la comunidad cristiana de Akko (Act 21,7). he
Al principio. Igual como acontece con la expresión -> •desde el principio», en el Antiguo Testamento y en el Nuevo, se emplea la expresión «al principio» tanto en sentido absoluto como relativo. En los dos pasajes fundamentales que permiten conocer exactamente el significado de esta expresión (Gén 1,1; Jn 1,1) se da este doble sentido. En Jn 1,1 («al principio era la -> Palabra»), indica un -> principio

«Al principio» no significa el primer eslabón de una cadena temporal, sino algo que es anterior a todo tiempo, en un absoluto más allá. Dado que, según la mentalidad judía, en este principio absoluto propiamente sólo existía -+ Dios, la sentencia según la cual el logos (Cristo) estaba al principio cabe Dios equivale a situar a Cristo en la esfera de la divinidad (--> Logos). No fue, sino que era. El dato temporal «al principio creó Dios el cielo y la tierra» (Gén 1,1) indica, por el contrario, un comienzo que se inicia con el tiempo: el primer instante de la creación. Se presupone ya la existencia divina antes de este «al principio». En Act 11,15, «al principio» indica el primer tiempo de la -> comunidad primitiva y más concretamente el acontecimiento de pentecostés (--> Pentecostés [milagro de]). Pedro refiere cómo el -> Espíritu Santo vino sobre los paganos «como al principio también sobre nosotros». Mientras que en este pasaje el principio se idealiza de acuerdo con la concepción fundamental de los Hechos, en Flp 4.15 «al principio» se refiere a la indicación meramente temporal del comienzo de la proclamación de la fe por parte de Pablo.

Alabanza. La alabanza es la -> respuesta propia del hombre frente a los hechos de Dios. No debe entendérsela como dádiva con la que el hombre corresponde a Dios, sino como dádiva que Dios pone en boca del hombre (Sal 40,4). El sentido de la existencia humana es la alabanza divina (Sal 6,6; 30,10; 88,11ss; 115,17), porque sólo los vivos pueden alabar a Dios. La alabanza a Dios no debe cesar nunca; de ahí que el orante suplique a Yahveh que no le empuje al sheol, pues encuentra el sentido y contenido de su vida en alabar y celebrar a Dios.
Israel ha respondido a los hechos salvíficos de Yahveh y los ha mantenido despiertos en la alabanza festiva
de la actualización central. Ha celebrado a Yahveh sobre todo como Dios poderoso, siempre presente y presto a intervenir para ayudar. La alabanza es la respuesta de —> Israel a la acción salvadora de Yahveh, tal como fue cantada en el canto de María, her mana de Moisés, compuesto bajo el impulso del recuerdo y la experiencia inmediata de la aniquilación de los egipcios y la liberación del pueblo de Israel en el paso del mar: «Cantad a Yahveh, pues se cubrió de gloria, arro jando en el mar caballo y caballero. Mi fortaleza y mi canción es Yahveh. Él, mi Dios, yo le glorifico» (Éx 15,1s). Estas frases indican hasta qué punto han influido en Israel estos hechos y cómo reconoce su dependencia de Yahveh y le alaba como autor de su existencia. La forma primitiva de un himno histórico es evidentemente el credo de Dt 26,5s, en el que se enu meran los hechos de la atención gra ciosa que Yahveh dedica a Israel. De parecida manera enumeran los salmos (Sal 13,6; 77,16ss; 105; 114; 135) los hechos de Yahveh en favor de Israel y exhortan a la gratitud y la alabanza. Incluso las oraciones que toman como motivo de su meditación las negati vas y caídas del pueblo (Sal 106), o de un individuo particular (Sal 78), se convierten en alabanza, porque des tacan la gracia y la misericordia de Yahveh. Son confesión del predominio divino de la gracia, pues la comunidad sabe que se halla «bajo el furor de la ira de Dios» (Esd 10,14). El que ora da la razón, en todas las circunstan cias, a Yahveh y le reconoce como su Señor (Sal 51,19). Cuando el orante particular se pone ante Dios para darle gracias, alaba la mano salvadora de Yahveh, que el hombre ha experimen tado en su vida personal (Sal 31,15s). Y lo que es vivencia personal suya, lo quiere publicar ante los demás (Sal 30,13; 35,18; 40,10s).

Por otro lado, se alaban también la obra creadora de Dios y su domi nio ordenador en la naturaleza. Yahveh ha puesto orden en el caos (Sal 104, 7; 74,13s; Job 26,10ss). Bajo su pala bra imperiosa nacen las maravillas de la creación (Sal 33,6.9). El universo entero está gobernado por las accio nes de Yahveh. Yahveh crea, guía, conserva todo; determina el discurso del tiempo con poder soberano y, a la vez, bondadoso. La creación depen de de él, pero, al mismo tiempo, está abierta hacia él; sín él, perece sin remedio (Sal 104). El hombre sólo puede responder a la transparencia del Dios creador inserta en el mundo con gozosa alabanza. En la alabanza se afirma y reconoce a Dios (Job 1,11), de acuerdo con la significación hebrea del verbo alabar.

En el Nuevo Testamento se encuen tran —> himnos y cantos de alabanza que nacieron probablemente de la li turgia de la primitiva Iglesia y consti tuyeron un elemento importante de la predicación apostólica. Junto a los tres grandes himnos de alabanza del Evan gelio de Lucas (--> Magníficat, —> Be nedictus, Nunc dimittis, Lc 2,29-32) se nos han transmitido las alabanzas de la antigua Iglesia en algunas cartas particulares (cf. Ef, Col, Heb) y en el Apocalipsis. Especialmente el Apo calipsis de Juan permite conocer que se consideraba la alabanza constante como la auténtica forma existencial de la comunidad (modelada de acuerdo con la liturgia celeste permanente). Cuando se habla de «cánticos inspirados» (Ef 5,19), debe tenerse bien presente que no se trata aquí únicamente de iniciativas humanas, sino que, con su alabanza, el hombre se abre a la realidad de Dios. Jesucristo, en su vida y en su obra, se ha convertido en alabanza perenne de Dios (cf., p. ej., Mt 11, 25-27) y también en este aspecto pide que se le imite. La vida del hombre debe convertirse en alabanza de Dios en Cristo. —> Acción de gracias.

 

Alabastro. Concreción calcárea, de brillo amarillento, con la que los egipcios fabricaron y exportaron desde muy antiguo vasos y recipientes para conservar objetos de mucho valor. 

 

Alabastron. Voz griega con la que se designa cualquier vaso sin asas para guardar el ungüento, sin que importe el material. En Mc 14,3par., alabastron es un pequeño frasco de vidrio, usual en la época grecorromana, que, para abrirlo, se rompía por el cuello, he

Albinus. Lucceius Albinus, procurador de Judea en B2-64 d.C. Su avaricia y sus intrigas fomentaron la anarquía que desembocó, bajo --> Floro, en el estallido de la guerra judeorromana.

 

Alegoría ---> Exégesis alegórica.

 

Alegría. El Antiguo Testamento destaca con frecuencia que el hombre piadoso y justo encuentra su alegría y gozo en el Señor (cf. Sal 16,11) en virtud del poder y la gloria de Dios, que el mismo Dios establece para salvación de todos (Sal 95,98). Los mismos bienes de la creación natural son objeto de gozo y de alegría (Dt 12,7). La alegría de Israel se funda en su —> elección y en la guía que Dios le otorga (p. ej., Is 44,23) y en su conocimiento de que se cumplirá la --> esperanza mesiánica (Is 9,1-7). Por este camino recibe la alegría religiosa de Israel una nota escatológica, que se manifiesta en el júbilo del fin de los tiempos (Dan 3,52-90) y encuentra su expresión plástica en el banquete de alegría de todos los pueblos en Sión (Is 25,6). Júbilo vehemente y suprema alegría festiva llenaban las —> fiestas israelíticas, a las que muchas veces se añadían banquetes, música y danzas. La alegría tenía un carácter demostrativo; era alegría por el poder y la ayuda de Dios, por su gloria y por sus obras (p. ej., Sal 47,2). La alegría de Israel era muy distinta de la alegría orgiástica de los cultos --> cananeos (Os 9,1ss). Toda fiesta de Yahveh era ocasión de alegría, pero su lugar específico era el banquete sacrificial (Dt 12,7), que no era tan sólo motivo de alegría, sino también apropiación simbólica de los bienes salvíficos. Las fiestas recordaban al pueblo el día que hizo el Señor para exultar en él con alegría (Sal 118,24). Mayor y más colmada es la medida de la alegría que caracteriza el Nuevo Testamento. La alegría va unida a la persona de --> Cristo y a la —> salvación que por él acontece. El mensaje de Cristo se llama --> Evangelio (Mc 1,1) y mensaje de alegría (Lc 2,10). La alegría hace acto de presencia en el nacimiento del precursor (Lc 1,14). María se llena de júbilo por la salvación que se ha manifestado en ella (Lc 1,47). Los magos se alegran por haber visto de nuevo la estrella (Mt 2,10). Juan Bautista está lleno de alegría, porque ha llevado a Cristo la —> esposa (Jn 3,29). Jesús se alegra por causa de sus discípulos, porque podrán contemplar la resurrección de Lázaro (Jn 11,15). En la parábola de la oveja perdida reconoce Jesús su gozo por los pecadores que se convierten (Lc 15,5). Deben alegrarse los que sufren persecución por la justicia, porque grande es su recompensa en el cielo (Mt 5,12). Su tristeza se transformará un día en gozo y alegría (Jn 16,20ss).

A los discípulos de Jesús se les pide una actitud y un comportamiento alegre. Deben alegrarse, porque sus —> nombres están escritos en el cielo (Lc 10,20). Si viven de acuerdo con sus mandamientos, la alegría de Jesús estará en ellos, y su gozo será pleno (Jn 15,11). La alegría ocupa el punto central de las parábolas de Jesús. En ellas se compara frecuentemente el --> reino de Dios a un banquete o a una boda que, para los orientales, eran ocasión de peculiar regocijo (cf. Mt 9,15). La alegría de seguir a Jesús y alcanzar el reino de los cielos se parece al gozo que experimenta un hombre que encuentra un tesoro o una perla preciosa en el campo: lleno de alegría por su hallazgo, da con gusto todo cuanto tiene para comprar el campo (Mt 13,44ss).

Jesús despierta la alegría en los hombres por sus curaciones milagrosas, por la expulsión de demonios, porque resucita muertos y perdona los pecados.

El auténtico fundamento de la alegría de las comunidades es el Señor resucitado. Ya las mujeres volvieron del sepulcro vacío llenas de temor y alegría (Mt 28,8) y los discípulos se alegraron cuando vieron al Señor resucitado (Jn 20,20). El encuentro con Cristo sacramental en el --> partir el pan (Act 2,46) les comunica la alegría prometida (Jn 17,13). La Iglesia está llena de la fe gozosa en Cristo (1Pe 1,8). La alegría en el Señor debe ser uno de sus rasgos fundamentales (Flp 4,4; esta epístola podría llamarse la carta de la alegría). Para Pablo, la fuente de la alegría es la –> obediencia de la comunidad (Rom 16,19) y la fortaleza de su fe (Col 2,5). Como Cristo, también el apóstol invita a la alegría (2Cor 13,11). Un rasgo especial del Nuevo Testamento es la alegría de los discípulos por poder soportar –> padecimientos por Cristo. Pablo rebosa de alegría en sus sufrimientos, porque de este modo •completa» la pasión de Cristo (Col 1,24).

El Nuevo Testamento pone la alegría en especial conexión con el --> Espíritu Santo (Act 13,52; Rom 14,17). La alegría es fruto especial del Espíritu Santo y se la menciona a continuación del amor (Gál 5,22). Parece incluso que equivale a la –> fe (Flp 1,25), está en conexión íntima con la -+ esperanza (Rom 12,12) y la --> paz (Rom 14,17). Así, la alegría es para los cristianos en este mundo fruto de la redención; junto con la paz y la --> libertad, constituye uno de los elementos esenciales de la salvación. Su fundamento último está en que el hombre, por la gracia de Cristo, ha sido liberado del estado de perdición del pecado y de la muerte. La esperanza cristiana se orienta a una alegría y gozo plenos y perfectos en la eternidad (Ap 19,7).

 

Alejamiento de Dios. La –> presencia auxiliadora de Dios sobre su pueblo es una idea fundamental en la fe veterotestamentaria. Esta presencia la expresa el --> nombre de Dios (yo estoy aquí) y la garantiza la –> alianza. La experiencia del alejamiento o distanciamiento de Dios en las épocas de derrumbamiento o catástrofe puso en crisis la base de esta fe (Sal 79,9s). En las religiones paganas de --> Canaán, una desgracia era señal de que el Dios dispensador de bienes se mantenía alejado por circunstancias adversas. Así, durante la sequía, el dios de la lluvia dormía en el --> reino de los muertos (1Re 18, 26ss). Los profetas veterotestamentarios, por el contrario, explican por el alejamiento de Dios su poder punitivo y la gravedad del --> pecado. Este alejamiento anula la alianza. Dios es el •yo no estoy aquí» (Os 1,9). Este rigor, que no es aplacado ni siquiera por lo más santo, debería quebrantar también hoy toda confianza demasiado precipitada de que la presencia de Dios está garantizada en la –+ Iglesia; también en ella el pecado provoca el alejamiento de Dios. Con todo, podemos confiar en el mayor poder de la promesa de Cristo de que él —y por él Dios — está siempre con nosotros (Mt 28,20).

Una confianza parecida muestran las oraciones de los salmos del Antiguo Testamento. Incluso cuando están viviendo la experiencia del alejamiento definitivo de Dios, se aferran a la promesa fiel de Yahveh, claman a Dios, que calla (Sal 22,2.11). Algunos de ellos no renuncian a esta confianza ni siquiera frente a la --> muerte (Sal 16,8ss), que entonces significaba para Israel el alejamiento absoluto de Dios (Sal 88,6). Al morir, Jesús ora con palabras del salmo 22,2: vive la experiencia humana del alejamiento de Dios, confiando en él hasta lo último (--> Cruz, –> palabras de Jesús en la cruz). Por Jesús podemos nosotros también encontrar a Dios incluso en su alejamiento. –> Silencio de Dios.

 

Alejandro Magno. Rey de Macedonia (336-323), que conquistó en breve espacio de tiempo toda el Asia anterior. Fundó numerosas ciudades, se preocupó por la construcción de redes de comunicaciones y la unificación del sistema monetario. Esto facilitó la expansión de la cultura griega por todo el mundo antiguo. Con la obra de Alejandro comienza la época del –> helenismo. 1Mac 1,1-8 sintetiza la historia de Alejandro. Daniel lo contempla desde diversas perspectivas.

 

Aleluya (hebr. «alabad a Yahveh»). Antigua exclamación litúrgica en alabanza a Yahveh. Se encuentra con frecuencia al principio y al final de los salmos (104s; 111s; 146-150) y fue un elemento constante de la liturgia judía y cristiana (–> Salmo). he

Alfa y omega. El simbolismo de las letras, desacostumbrado en el Antiguo Testamento, se introdujo en el judaísmo tardío a partir del helenismo y llegó a constituir un importante medio de expresión de la teología apocalíptica. El autor del Apocalipsis neotestamentario aceptó el uso simbólico del alfabeto griego y describió con el alfa y la omega (primera y última letra del alfabeto) la omnipotencia de Dios (21,6) y de Cristo (22,3) como creador (principio) y consumador (fin). De esta manera plástica se anunciaba a los cristianos, sometidos a persecución y hostilidad, que es Dios quien pronuncia la primera y la última –> palabra y, que pueden y deben mantenerse firmes en él.

 

Alianza. Concepto central en el mensaje del Antiguo Testamento. Alianza significa la ordenación de las relaciones interhumanas en un sentido de correspondencia y amistad. Pero el término se ha utilizado también respecto de las relaciones entre –> Dios e --> Israel. La meta de la conclusión de una alianza es introducir y afirmar una situación de paz, de equilibrio armonioso. Se distinguen tres clases entre los llamados pactos de alianza: 1) De soberanía, en los que el Señor regulaba las relaciones con sus vasallos. 2) De paridad, entre dos pactantes del mismo rango. 3) Tripartitos, concluidos por un soberano en favor de otros dos (cf. Jos 24,25).

La alianza nunca fue en el Antiguo oriente un mero valor jurídico profano. Tenía un aspecto sagrado. Se la sellaba en el santuario, en una función cultual que incluía un --> banquete, al que se pensaba que asistía la divinidad como testigo. En esta ceremonia, los pactantes se comprometían a una conducta acorde con lo pactado, es decir, a portarse de tal modo que quedara garantizada la solidaridad y los vínculos de la comunidad nacida del pacto. El Antiguo Testamento conoce una serie de conclusiones de alianza con Dios. Así, la alianza con Noé (Gén 9), con Abraham (Gén 15.17), la alianza del Sinaí (Éx 19ss), la alianza de David (2Sam 7) y la llamada alianza levítica (Núm 18,19).

El punto central y culminante de toda alianza israelita es la alianza del Sinaí, que debe ser enumerada dentro de la serie de contratos de soberanía o contratos de vasallos. La iniciativa parte de Yahveh; al pueblo se le considera como el receptor, llamado por Dios a un deber. Para comprender el proceso de la conclusión de esta alianza debe tenerse en cuenta que, en semejantes casos, debía observarse un detallado formulario de conclusión de pactos. En primer lugar, se hace la presentación del soberano. A continuación, este soberano hace una relación de los beneficios que ha concedido al vasallo y de las señales de su benevolencia. Sigue luego la obliga. ción de seguirle fielmente (mandamiento principal) y una enumeración de las condiciones concretas, una lista de testigos y otros detalles. Se concluye con una serie de bendiciones y maldiciones que tendrán cumplimiento según se respeten o no las cláusulas del pacto. Finalmente, este —> documento de la alianza, exactamente fijado, se depositaba en el santuario.

El relato del Sinaí narra en primer término una —> teofanía de —> Yahveh, acompañada de fenómenos cósmicos. El documento de la alianza es entregado, por medio de Moisés, bajo la forma de tablas de la ley (--> Decálogo), que serán depositadas en el —> arca de la alianza. La conclusión del pacto tiene lugar, según los usos del derecho profano, bajo la forma de una acción sacrificial. La sangre del sacrificio se derrama sobre las dos partes pactantas: sobre el altar, que representa a Dios, y sobre el pueblo. Dios ha concedido esta alianza movido únicamente por su misericordia, y como don de su gracia a Israel. Pero el amor que Israel vive experimentalmente en este hecho le obliga a la obediencia y a la fidelidad, es decir, al cumplimiento de las cláusulas de la alianza: el decálogo, los —> mandamientos. Y esto no significa otra cosa que la obligación de permanecer unidos con Yahveh y, en consecuencia, también con los demás y, por tanto, el deber de conservar la unidad entre sí. El Antiguo Testamento muestra, ya desde el mismo libro del —> Éxodo, que Israel no ha cumplido el mandamiento de Dios, no ha mantenido su amistad y fidelidad y la amistad y fidelidad con los demás, supeditadas a las primeras. Desde el principio se fue añadiendo, eslabón tras eslabón, una larga serie de --> violaciones de la alianza (Éx 31s), hasta formar una cadena que atrajo de nuevo sobre el pueblo la desgracia y la maldición. Por este motivo proclamó Jeremías que Dios volvería a concertar una alianza nueva e imperecedera, que sería escrita en el corazón de los hombres (Jer 31,31). Ezequiel habla de una «alianza eterna de paz» entre Dios e Israel (Ez 37,26). El Deuteroisaías convierte al --> siervo de Yahveh en »alianza para el pueblo», cuya muerte expiatoria justificará »a muchos» (Is 53, 10ss).

Israel ha experimentado en su historia tanto la realidad de las relaciones nacidas de la alianza como la del pecado y la culpa. Así como la alianza encierra un aspecto personal, también hay algo personal en el pecado, en la violación de la alianza. Poner esto ante los ojos del pueblo fue considerado por los --> profetas como su más urgente deber. La investigación veterotestamentaria ha reconocido que los discursos proféticos sobre el juicio hunden sus raíces en la teología de la alianza — cuanto al contenido —ya que, formalmente considerados, estos --> discursos del juicio proceden de la vida profana jurídica de la comunidad hebrea. El hecho se presta a muy ricas consecuencias, habida cuenta de que las relaciones entre Yahveh e Israel han sido evidentemente consideradas en categorías jurídicas. Debido a esto, los profetas han elegido como forma de expresión la demanda jurídica, cuando han querido mostrar al pueblo una violación de la alianza. Debido asimismo a esta vinculación con la teología de la alianza, se ha llegado también a la conclusión de que es perfectamente conciliable que, en los discursos del juicio, unas veces asuma Yahveh la función de demandante y otras aparezca en función de juez.

Dado el importante papel desempeñado   por la realidad de la alianza  en la vida   de   Israel, no   es   extraño que se haya visto en   la -->   circuncisión la señal de esta alianza (que se quiere hacer   remontar   hasta   la   alianza  con Abraham)   y   que   se   haya pensado, además, en celebrar esta alianza a intervalos   regulares con una fiesta propia.   La --> fiesta de   la   renovación de la alianza se celebraba durante las fiestas de las tiendas.

Incluso en aquellos pasajes en que no aparece expresamente en el Antiguo Testamento la palabra alianza, está vigente, detrás de las imágenes empleadas, esta misma idea. Y así, equivalen perfectamente a la alianza comparaciones como las del padre y el hijo o la del matrimonio. En ellas se expresa la idea de que Dios ha concedido la alianza llevado de su amor libre, y que quiso fundar una comunidad de amor que libera a los hombres para la libertad. Es lícito pensar que la relación de alianza ha encontrado en la --> alianza nueva su expresión más profunda precisamente en el banquete del amor (--> Eucaristía, --> Cena de Jesús), que exige de los hombres la entrega y la dedicación a los demás como respuesta adecuada. El Nuevo Testamento acepta el modo de hablar veterotestamentario y menciona expresamente la --> sangre de Cristo como señal de la fundación de la nueva alianza (cf. la alusión a la sangre del sacrificio derramada en la conclusión de la alianza: Mc 14,24 y Éx 24,8; además, 1s 53,11). En analogía con Moisés, Jesús es «mediador de una nueva alianza» (Heb 12,24). Por medio de él nos llega la justificación y la participación en la vida de Dios. Pablo ve una ruptura entre la antigua alianza (Sinaí, Agar) y la nueva alianza en Cristo. Saltando por encima de la antigua alianza de la esclavitud, del rechazo «Israel según la carne», el apóstol busca una vinculación con Abraham, el padre de la fe (cf. Rom 4). Las promesas de la alianza hechas a Abraham encuentran su pleno cumplimiento en Cristo.

 

Alianza de   las tribus. A partir de   la conquista de --> Canaán por Josué, se produjo   una vinculación entre   las tribus israelitas (asamblea   de Siquem) que, desde los tiempos de Saúl, son ya   las doce tribus tradicionales   (Gén 49).   Esta alianza  tuvo primariamente carácter sagrado   y   sólo   en   segundo lugar adquirió valor político (—> Guerra santa). Esta unión, llamada también anfictionía, se materializaba en las peregrinaciones regulares al santuario común, el --> arca de la alianza; cuando más tarde el arca fue depositada en el templo, pasó éste a convertirse en el santuario central de Israel. La profecía posterior habió de un restablecimiento de la antigua alianza de las tribus (Is 49,1ss; Ez 47,13).

 

Alianza (documento de la). Con este nombre se designa actualmente tanto el llamado —> decálogo elohísta (Éx 20,1-17) como la concepción yahvista del decálogo (Éx 34,10-7). Había que enseñar al pueblo cómo debía vivir en cuanto propiedad personal de Dios: de acuerdo con la alianza, es decir, como pueblo santo. Este documento fue guardado en el --> arca de la alianza y se leía ante el pueblo en ocasiones solemnes (Jos 24). A lo largo del tiempo se le fueron añadiendo explicaciones y ampliaciones generales, de modo que se convirtió en uno de los puntos de cristalización de la fijación escrita del depósito revelado. Después de la crisis de —> Manasés, el documento se convirtió en el centro del movimiento de reforma de Josías (621) (2Re 22s). Muy probablemente, en esta celebración de la renovación de la alianza, el documento fue presentado en el culto litúrgico bajo la misma forma que ha llegado hasta nosotros en Dt 5-28. A este conjunto se le llama documento litúrgico de la alianza. —> Alianza, —> Elohísta, —> Yahvista.

 

Alianza (libro   de   la). El nombre de Libro de la alianza proviene de Éx 24,7. Dicho con lenguaje actual, comprende la más antigua colección jurídica (—> Derecho)de Israel (Éx 21,23). El libro da muestras de una sorprendente preocupación por el sentimiento de solidaridad y por un elevado sentido   de   la   igualdad jurídica de todos ante   la ley.   Estos rasgos humanos hunden sus raíces en la vinculación religiosa y en la ética de la antigua fraternidad de los grupos nómadas vecinos, es decir, de una época previa al establecimiento sedentario. Las mismas formulaciones casuísticas proceden de un tiempo en el que Israel estaba ya asentado en la cultura agrícola de Canaán, pero en el que aún no se había establecido la monarquía. Una buena parte de las sentencias del derecho vigente fue tomada simplemente del derecho ciudadano cananeo
(Éx 21,1-22,16). En él se regulan las responsabilidades y la reparación de daños y otras cuestiones del derecho civil; se regulan además las deudas y los delitos de sangre, diversas cuestiones cultuales y religiosas y otras relativas a la convivencia humana. La intención básica del Libro de la alianza es mostrar al pueblo, a través de una serie de determinaciones jurídicas, cómo mantener unas relaciones no enturbiadas con su Dios. —> Alianza.
 

Alienación. En el lenguaje filosófico especializado, alienación significa la enajenación, el vaciamiento de la idea en la naturaleza y del hombre en el trabajo (Hegel). El concepto fue desarrollado por Feuerbach en el sentido de autoalienación y significa la enajenación de los valores genuinamente antropológicos en un --> más allá, la fuga del hombre a un cielo más allá de la tierra. Este concepto criticorreligioso es aplicado por Karl Marx al proceso económico humano. Alienación, en este caso, es la enajenación o despojo de los valores humanos, de lo humano, en la explotación del hombre por el hombre. En todo caso, el hombre se hace extraño a sí mismo, a su origen y a sus posibilidades. Sólo cuando el hombre adquiere conciencia de ello y lo conoce puede iniciarse el movimiento de retorno, puede acometer la tarea de identificarse consigo mismo.

En el lenguaje de la Biblia, el hombre se ha alienado a sí mismo porque se ha cerrado a su Creador, porque ha roto el diálogo con Dios, porque quiere constituirse a sí mismo como sentido de su propia existencia (—> Pecado). Tal como el hombre procede de --> Adán, es decir, tal como vive de hecho, está alienado de sí mismo y de sus auténticas posibilidades humanas, pasa de largo ante sus oportunidades como criatura. Si se cierra ante su —> hermano, no quiere ser su compañero de diálogo; no sabe ya que vive orientado hacia el --> prójimo, que sólo puede ganarse a sí mismo desde la —> convivencia humana. Alienación significa en la Biblia renuncia a las posibilidades objetivas que ofrecen lo creado y las relaciones interhumanas, sacrificadas a una egocéntrica cerrazón en sí mismo. Justamente en la Biblia se ve con absoluta claridad que el hombre puede alienarse en el culto y en las fórmulas religiosas. Los profetas combaten sin descanso los —> ayunos concebidos mágicamente, o el --> sacrificio cultual, allí donde quiere pasarse por alto el hecho de que el hermano vive oprimido y sin libertad (cf. Is 58,1-9).

También —> Jesús rechaza radicalmente tales alienaciones (precepto del sábado, cf. Mc 2,27), porque se sacrifica a ellas la libertad del hombre. En la predicación del apóstol Pablo, la forma religiosa de la alienación humana se llama —> «ley». Donde el hombre quiere crear salvación, debe renunciar a sus propias prescripciones. La ley, que fue originariamente buena y querida por Dios, se ha convertido en ocasión de alienación. Ejerce un poder maléfico sobre el hombre, esclaviza lo humano (cf. Rom 7,7-24). El hombre no puede liberarse de semejante alienación. El Nuevo Testamento reconoce, como principio general, que Cristo, con su muerte y resurrección, ha quebrantado la alienación humana; el hombre vive ahora en la posibilidad radical de hallarse a sí mismo y de alcanzar sus posibilidades reales. Jesús es el hombre que llama a cada uno a salir de la alienación a su —> libertad y al —> amor. En la existencia de Jesús se hizo palpable qué es la identificación del hombre consigo mismo, pues Jesús es el hombre perfectamente identificado con su ser. Cuando un hombre, en —> seguimiento de Jesús, existe para los otros (--> Por los otros), se halla encaminado hacia sí mismo; cuando alguien ama, se gana a sí mismo. La —+ encarnación de Dios ha introducido la encarnación del hombre y la ha hecho posible. La resurrección de Jesús significa para los hombres comienzo y posibilidad de autoidentificación.

 

Aliento —> Espíritu.

 

Alma. En el Antiguo Testamento el alma es, en primer lugar, lo que distingue a los vivos de los muertos: el hálito, la actividad y, luego, el soporte y sujeto de las ideas y sentimientos. En el Antiguo Testamento, el alma nunca es considerada como algo separado del cuerpo. Alma puede significar la «vida» (Jos 9,24), el hombre total (Gén 2,7) y el yo humano (Sal 103,1).

En la filosofía griega el alma se contrapone al cuerpo. En cuanto portadora del conocimiento del ser y de la divinidad, es en sí misma divina y no le afecta la muerte corporal.

El Nuevo Testamento se sitúa básicamente en la tradición veterotestamentaria; no se concede ninguna importancia a la contraposición entre —> cuerpo y alma (1Pe 2,11): la muerte y resurrección afectan al hombre total (1Cor 15,35ss). En los conocidos pasajes de Mt 16,26 y Mc 8,37, se menciona el alma como lo más precioso que el hombre puede perder. En este pasaje, el cuerpo, en cuanto opuesto al alma, debe entenderse en el sentido de --> «carne» (sarx).

 

Almendro. Árbol que florece hacia el fin del invierno; de ahí su significado de «vigilante» en el nombre hebreo y que el árbol mismo sea símbolo de la vigilancia (cf. Jer 1,11s).

 

Aloe. Palabra que designa diversas maderas olorosas y especialmente la corteza de un árbol natural de la India. Como mercancía importada, el áloe era un perfume precioso, que se utilizaba también para los embalsamamientos (cf. Sal 45,9; Cant 4,14; Jn 19,39).

 

Altar. El altar, junto con el --> sacrificio, es parte esencial de la religión. Con todo, el altar no fue siempre únicamente el lugar del sacrificio, sino que al principio fue, sobre todo, recuerdo del encuentro con Dios. Donde Yahveh se aparece, alzan los patriarcas un altar e invocan el nombre de Yahveh (Gén 12,8). En cuanto recuerdo del encuentro con Dios, los altares se encuentran en lugares santos, especialmente en las montañas (Sal 43,3s). Expresan la presencia de Dios y son símbolos de él. A causa de su santidad, los altares sólo se pueden construir en terraplenes o con piedra no labradas. Cualquier tipo de manipulación de las piedras profana el altar (Éx 20,25). Con el tiempo, el altar se convierte cada vez más exclusivamente en el lugar del --> sacrificio. Con la centralización del --> culto en Jerusalén, la pluralidad de altares queda sustituida por los tres altares del —> templo: el altar de los holocaustos, el —> altar del incienso y el altar de los --> panes de la proposición (Éx 37-38).

Los salientes en forma de cuerno en los cuatro ángulos del altar de los --> holocaustos (los cuernos) simbolizan el poder de Dios; quien se agarra a ellos se encuentra bajo su protección (1Re 2,28s). Con todo, a la larga no basta la protección de este lugar: en el Nuevo Testamento aparece Cristo en lugar del templo; en lugar del altar, su cruz, en la que fue sacrificado (Jn 19,14). De este altar participan aquellos que se insertan en la -> comunión de la -> sangre de Cristo (1Cor 10,16ss).

 

Altar del incienso. En la -> tienda sagrada (Éx 30) y en el templo de Salomón (1 Re 6,20s; 7,48) y de Herodes (Lc 1,11), se celebraba el --> sacrificio del incienso sobre un --> altar recubierto de oro.

 

Altos. Lugares del culto predilectos en --> Canaán y entre los israelitas, acaso porque se creía que la divinidad estaba aquí más cercana que en la llanura. En estos lugares cultuales había un -> altar para los -> sacrificios, casi siempre también una -> masseba o --> ashera y muchas veces un viejo árbol sagrado (Gén 35,7s). Samuel, Salomón y Elías veneraban a Yahveh en los altos. Sólo estaba prohibido el culto en los altos cananeos, con sus desviaciones sexuales, pero éste era, justamente, el culto que practicaba el pueblo. De aquí que, especialmente en los profetas, «sacrificar en los altos» equivalga a idolatría y sea enérgicamente rechazado (Os 4,13; Is 1,29s). La mayoría de los reyes permitieron los altos, e incluso los impulsaron, para el culto de los dioses. A partir del Dt, todos los altos fueron rechazados en beneficio del único lugar cultual de --> Jerusalén, pero la mayor parte de ellos no perdieron importancia hasta después del -> exilio.

 

Alumno. Ni en el Nuevo Testamento ni en el judaísmo y ni siquiera en el mundo antiguo existían alumnos en el sentido actual de la palabra, ya que, prescindiendo de una especie de enseñanza elemental, no se conocían en Palestina las escuelas. Existían sí maestros, llamados -> escribas, que agrupaban a su alrededor a cierto número de discípulos. Estos alumnos eran, a una, servidores y defensores de la opinión doctrinal específica de su maestro, a cuya vida y mentalidad acomodaban por entero sus propias vidas. Mc 2,18ss lo muestra de una manera sumamente clara: Juan Bautista y sus alumnos ayunan, como ayunan los -> fariseos y sus alumnos; en oposición a ellos se encuentran Jesús y los --> discípulos de Jesús, que no ayunan; la pregunta que sobre este punto hacen los fariseos a Jesús muestra que de la conducta de los discípulos se hace responsable el maestro. De ahí que sea mejor definición la de discípulo que la de alumno. En este punto, es importante notar que en el Nuevo Testamento «discípulo» significa mucho más que alumno, cuando se habla de los discípulos de Jesús. Mucho más interesante que el hecho de que escucharan la doctrina de su «maestro» y que, después de la ascensión de Jesús, se convirtieran a su vez en maestros de la doctrina aprendida de Jesús (Mt 28,19), es la realidad de que ellos no fueron sólo alumnos, sino, sobre todo, creyentes y seguidores de su --> Señor. --> Rabbí.
 

Am ha 'ares (hebr. «residentes», «pueblo de la tierra»). Con esta expresión se designa generalmente en el Antiguo Testamento a los ciudadanos libres propietarios de una región, con plenos derechos políticos y militares. Antes del -> exilio desempeñaron muchas veces un importante papel político y social. Después del exilio, los derechos y privilegios políticos pertenecían no al pueblo que regresó al país, sino a los samaritanos, moabitas y ammonitas. Éstos — y de una manera general los paganos — fueron denominados «pueblo de la tierra». En la época de los -> Macabeos y de Jesús, era ya un vocablo despectivo y servía para designar a aquellos judíos sospechosos de mentalidad pagana, o a aquellos otros que no conocían o no cumplían la -> ley. En el Nuevo Testamento son mencionados en Jn 7,49.

 

Amalecitas. Conjunto de tribus nómadas emparentadas con los israelitas y edomitas. Como padre de la estirpe se nombra a Amalec, nieto de Esaú (Gén 36,12). Pero Gén 14,7 sitúa a Amalec ya en la época de Abraham y Balaam, diciendo de ellos que son un pueblo muy antiguo (Núm 24,20). Habitaban en la península del Sinaí, al este de Egipto y en el Néguet, en la frontera sur de Judá. Intentaron cerrar el camino a los israelitas en el desierto y sus expediciones de saqueo llevaron la inseguridad a la tierra habitada y cultivada de la Palestina meridional (Jue 6,3ss). Por eso aparecen como enemigos hereditarios de Israel y Yahveh. A lo largo de una serie de luchas interminables, fueron poco a poco aniquilados (Dt 25,17-19).

 

Amarna. Tell el Amarna es un montículo de ruinas al oeste del Nilo, en el Egipto medio. En él se descubrió el año 1887 un rico archivo de tabletas de arcilla del siglo XIV a.C., llamado Cartas de Amarna, que nos ofrece un cuadro vivo de la situación del próximo oriente en aquella época y, por consiguiente, también de Palestina antes de la conquista por Israel (-> Canaán (conquista de]). Algunas de las cartas de Amarna aportan el primer testimonio del lenguaje inmediatamente anterior al hebreo bíblico.

 

Amén. La palabra hebrea, en su forma fundamental, significa «estar firme» y se traduce, conforme al sentido, por »verdadero, cierto». En el Antiguo Testamento se utiliza esta expresión para confirmar solemnemente el asentimiento a las palabras (encargo, juramento, -> maldición, --> alianza, conjuro, -÷ oración, bendición) de otro. De este modo uno hace suyas las palabras de otro y se declara solidario con él. Ya en aquel tiempo se utilizaba el amén igualmente en sentido litúrgico, como --> respuesta de la comunidad cultual a la alabanza de Dios, a la predicación de la --> ley de Dios y a la oración sacerdotal hecha en nombre de la comunidad.

El Nuevo Testamento recoge la palabra casi siempre sin traducir, pero la utiliza con un sentido más amplio: como aclamación litúrgica (1Cor 14, 16), como conclusión de una oración personal, para indicar el deseo de que se cumpla (Gál 6,18), como respuesta de la Iglesia a las --> promesas de Dios en -> Cristo (2Cor 1,20). Los sinópticos ponen esta palabra en labios de --> Jesús, para dar fuerza a sus afirmaciones (Mc 9,1). Juan la emplea para indicar que en las palabras de Jesús se cumplen los juramentos divinos (Jn 3,3) y como definición personal del resucitado (Ap 3,14). En la liturgia cristiana se ha seguido utilizando hasta nuestros días la palabra, sin traducción, como conclusión de las oraciones, himnos, salmos, bendiciones, fórmulas sacramentales y predicaciones.

 

Amenaza (discursos de). En el mensaje profético, ocupa un lugar destacado la intervención divina bajo la forma de --> castigo y de --> juicio (de Dios). Los discursos o palabras de amenaza, que se apoyan en sentencias divinas, contienen el fundamento y la reprensión, los motivos por los que se produce el castigo divino y las consecuencias de la acción divina. Estos discursos van generalmente precedidos de una reprensión del -> profeta. A veces, la consignación por escrito de la amenaza reemplazaba la proclamación hablada.

 

Amistad. La Biblia no reflexiona sobre la esencia de la amistad, sino que muestra cómo se vive esta amistad. El alma de Jonatán está encadenada al alma de David (1 y 2Sam) y le ama como a sí mismo; es decir, los que son amigos se introducen mutuamente en el centro mismo de su ser (Eclo 6. 14-17) y dan pruebas de que se da profundidad, seguridad, confianza y hondo respeto de hombre a hombre (Lc 11,5-8). Se obsequia al amigo con regalos, se protege su vida, se comparte con él el pan del dolor y de la desgracia. A él puede confiársele todo. Pero, por otra parte, él es también escéptico (Prov 18,24; Eclo 37,1-6; Miq 7,5). Ni siquiera se puede confiar en el amigo y en la amada. El rico tiene numerosos amigos, pero del pobre todos se apartan (Prov 19,4; Sal 88,1). Todo esto tiene aplicación cuando se habla del hombre como amigo de Dios.

La amistad es un aspecto de la voluntad amorosa de Dios, que él ha manifestado a los hombres bajo múltiples formas, como–> padre, –> pastor, --> esposo, en la –> alianza. Estas realidades expresadas en imágenes predominan en la Biblia y acentúan la conducta diáfana del amor de Dios más que el aspecto de socio dialogante. La entrega consciente y libre, confiada, seria y fiel, descrita como amistad, se apoya, en nuestro mundo de pecado y de infidelidad, en el misterio incomprensible del amor y de la –> misericordia de Dios (Jer 31,3.20; Os 11, 7-9). Es amigo de Dios el que — reconocido por Dios — le conoce (Jer 22, 16), piensa como él y le busca con todo el corazón (Dt 4,29); el que confía, el que arriesga su vida (Jer 30,21) y ama a Dios (1Cor 8,3). Así es --> Abraham (Sant 2,23; Gén 18,17), que se abandona a Dios con verdadera fe. Así vive Moisés, confiado en el servicio de Dios, que habla con él confiadamente, cara a cara (Éx 33,11). Es amigo de Dios el sabio (Sab 7,27s), que mira su vida y el mundo entero desde una perspectiva divina (Sant 4, 4), pues vive justamente de la fuerza de la –> sabiduría que actúa en él y qua aparece en la historia de los hombres como realidad de Dios (1Cor 2, 10-16). Es amigo de Dios el –> profeta, que ha sido elegido y subyugado (Jer 20,7) por su misión de mirar a través del tiempo e interpretarlo como un drama siempre nuevo de amor e infidelidad (Os 2,21s). El profeta es amigo del esposo (Jn 3,21) y en esta misión percibe su destino personal.

En Jesús se manifiesta hasta qué punto Dios es amigo del hombre (Tit 3,4). La sabiduría de Dios se ha revelado en la elección de los pobres (Lc 14,12-14), hasta llegar a la necedad de la cruz (1Cor 1,17-27). Jesús llama amigos a los publicanos y pecadores, a los invitados al banquete, al joven que le busca, pero, sobre todo, llama amigos a sus discípulos (Jn 15,12-15), es decir, a todos cuantos perciben en él la realidad de Dios y de la salvación, se adhieren a él y le siguen. A través de la palabra, la entrega y el amor de estos tales, llega el mensaje de salvación al mundo. Y ellos, por su parte, habrán llegado a la unidad plena, si están en el Señor.

 

Ammón. El reino de Ammón estaba situado al este del Jordán, con capital en Rabba(t), la actual Ammán. Los ammonitas son semitas estrechamente emparentados con los israelitas. Se menciona a Ammí, hijo de Lot, como padre de la estirpe (Gén 19,30-38). Su Díos es Milkom o Molok. Aparecen en el Antiguo Testamento como enemigos constantes de Israel. –+ David los sometió, pero sólo pudo quebrantar su poder, no su hostilidad. Contemplan, en medio de insultos, la deportación de las diez tribus (Sof 2,8). Por eso los profetas dirigen con frecuencia palabras de amenaza contra los ammonitas (Am 1,13-15; Jer 49,1-6; Ez 25,1-7).

 

Amnistía. Perdón, condonación del castigo. De suyo, ni el derecho judío ni el griego ni el romano conocen la amnistía. Con todo, se daban casos de amnistía en las coronaciones de reyes y en las –> fiestas de la entronización. Según la predicación profética, se espera para el tiempo de la salvación una amnistía de Dios en favor de llos hombres.

 

Amón. 1. (Según la etimología egipcia, el escondido, el excelso.) Originariamente era el dios de Tebas, ciudad del alto Egipto, a la que Nah 3,8 llama la ciudad de Amón. Más tarde se fusiona, como dios del imperio, con el dios solar Re, para llamarse Amón-Re.

2. (Maestro de obras), nombre de un rey de Judá, en el siglo VII a.C.

 

Amonestación ---> Exhortación.

 

Amor. En el Antiguo Testamento: Las tradiciones de la historia de Israel narran cómo Dios se ha preocupado constantemente y desde el principio por su pueblo. Pero sólo los profetas se han atrevido a designar, como motivo de esta fidelidad, el amor libérrimo de Dios (Jer 31,3; Is 41,8). Con imágenes llenas de realismo describen el amor de Dios como el de un padre por su hijo (Os 11) o el de una madre por su niño (Is 49,15), el del novio por su amada o el del marido por su mujer (Os 2s; Jer 2,2; Ez 16,23). Este amor se manifiesta en requiebros y desengaños, en celos, en ira y subsiguiente arrepentimiento. Es un amor que nunca puede olvidar al pueblo alejado. En vez de abandonar al pueblo al impulso de su cólera, Yahveh mantiene una lucha interna con su propia cólera, porque el amor es tan esencial a Dios como la santidad. Y así, el pueblo de Dios debe a este amor divino no sólo su origen, sino también su conservación (Os 11,1; Is 43,3s).

El hecho de que los profetas tomaran sus imágenes del ámbito existencial del amor humano indica hasta qué punto era estimado este amor en todas sus formas. Para librar a los hombres de la soledad a que puede conducirlos su egoísmo y del distanciamiento de Dios que este egoísmo encierra en sí, el Creador, llevado de su providencia, les ha destinado al amor sexual, que es celebrado y altamente estimado en el Antiguo Testamento (--> Cantar de los cantares). Si las predicaciones de los profetas pueden acaso ser consideradas como «una singular osadía» (G. von Rad), el Deuteronomio manifiesta en cambio una extendida práctica de la predicación de la ley, en la que como motivo único de la –> elección de --> Israel de entre los pueblos aparece el amor inexplicable de Dios hacia este pueblo (Dt 4,37; 7,7s; 10,14s). La declaración de amor de Dios precede a todas las leyes; en él se fundamenta la salvación, no en el cumplimiento de los mandamientos. Al contrario, la obediencia a la ley se entiende más bien como evidente respuesta agradecida al amor divino. Por eso, todos los mandamientos se resumen en el mandamiento del amor a Dios (Dt 6,4s).

En estrecha conexión con el precepto del amor se encuentra la exhortación al temor de Dios (Dt 6,2). Efectivamente, la incomprensible grandeza y veneración debida a Dios están íntimamente unidas a su amor. Su celo apasionado requiere al pueblo total y enteramente para sí. Aun cuando el Antiguo Testamento ha profundizado sumamente la fe en el amor entre Dios y el pueblo, con todo no se trata aún sino de los primeros planteamientos para el conocimiento del amor universal de Dios. El relato de la creación de Gén 2 muestra la especial providencia con que rodeó Dios al padre del género humano. Si en épocas posteriores del Antiguo Testamento se habla de la bondad divina hacia las criaturas todas, esta bondad nunca es presentada en términos tan cálidos y acuciantes como el amor de Dios a Israel. Con este amor se conforma también la conducta de los hombres entre sí. El amor al prójimo es el amor a los del propio pueblo (Lev 19,15ss); en tal amor entran los extranjeros sólo si se acogen al derecho de ciudadanía del pueblo (Lev 19,34). Mientras que la posterior enseñanza de la sabiduría ve el amor de Dios a sus criaturas en el hecho de que da y conserva la vida a todo ser, la antigua doctrina habla del –> anatema de la --> guerra santa: todos los vencidos deben ser consagrados a Yahveh por la muerte. Los suplicantes de los salmos hablan a Dios de odio contra sus enemigos y ruegan por su aniquilación (Sal 35; 55). Sólo en muy contadas ocasiones pueden oírse acentos de consideración hacia los enemigos (Éx 23,4s; Prov 25,21).

En el Nuevo Testamento: La buena nueva del Nuevo Testamento es que Dios ha dado y concedido definitiva e irrevocablemente su amor en Jesucristo. En Cristo se ha abierto el amor de Dios a todos los hombres: «¿Quién nos podrá separar del amor de Dios que se nos ha manifestado en nuestro Señor Jesucristo?» (Rom 8,31). En su Hijo está Dios continuamente al lado y en favor de los hombres, del mundo, de su creación, de nosotros, y, «si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros?» (Rom 8,31) pregunta Pablo. Ahora bien: ¿cuándo se ha abierto y ha acontecido en concreto el amor de Dios? Cuando «Cristo murió por nosotros, siendo nosotros aún pecadores» (Rom 5,8). Así, pues, la muerte de Cristo fue el acontecer del amor de Dios. En el ni- de Jesús —> por los otros, en su morir --> por nosotros, el amor creador de Dios se convirtió en el acontecer cósmico pleno y perfecto y, a partir de entonces, este amor sigue estando abierto a los hombres como —> posibilidad que seduce.

Ahora bien, el amor de Dios es el acontecer y el suceso del --> Espíritu de Dios: «El amor de Dios se ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu (y en el ámbito del espíritu) que se nos dio» (Rom 5,5). El Espíritu, fuerza creadora de Dios, se hace presente, pues, como amor. Y así, el amor es el poder vital de Dios entre los hombres. Crea nueva --> vida, en todo tiempo y en todo lugar. El amor es forma concreta del Espíritu.

El círculo de «entusiastas» de la comunidad de Corinto interroga a Pablo por un «camino en Cristo», por cuál sea el mayor de los dones de la gracia de Dios (1Cor 12,31a). Y el apóstol les muestra tal camino, un «camino sobreexcelente», propiamente el único camino de los cristianos: el amor (1Cor 13). Sin amor, su vida es una «campana que suena» (v. 1), cosa inútil y sin sentido (v. 2). Sólo el amor crea vida y le da contenido. Cuando el hombre ama, entonces es generoso y bueno, no busca lo suyo, no hace mal a los otros, lo soporta todo, crea, espera y aguanta todo (v. 4-7). El amor permite al hombre vivir todas sus posibilidades como criatura. Donde existe este amor, se da lo definitivo, lo auténtico, lo permanente; porque el amor «no desfallece», no perece, como ocurre, por ejemplo, con el lenguaje de profecía, el don de lenguas o el de sabiduría; el amor es el don permanente del Espíritu, lo perfecto, lo que se mantiene y prevalece en el —> futuro de Dios. De entre los modos existenciales del cristiano, el amor es, a una con la --> fe y la —> esperanza, lo supremo (v. 13), puesto que la fe y la esperanza se hacen en el amor realidades concretas; lo que se cree y espera, se realiza como amor. La fe es la --> práctica creadora del Evangelio, se realiza única y exclusivamente como amor (Gál 5,6). La fe debe hacerse acontecimiento en la esfera interhumana y comunitaria, no existe una fe alejada del mundo, interior o privada. Y dondequiera la fe se realiza en la esfera de lo público, es amor. Por eso exhorta Pablo a los cristianos a buscar el amor sobre todos los dones del Espíritu, a tender a él, a hacerlo realidad (1Cor 14,1). Quien acepta de hecho el amor de Dios en su vida, este tal cumple «toda otra ley», sea cual fuere o pudiere ser (Rom 13,11); quien en seguimiento de Cristo ama, cumple con ello todas las leyes, preceptos y mandamientos divinos y humanos, profanos y religiosos. Toda la ley mosaica está sintetizada y coronada en una sentencia única: «Ama a tu prójimo como a ti mismo» (cf. Lev 19,18; Mt 19,18; 7,22; 26,45; —> Prójimo). El amor es plenitud y cumplimiento del deber religioso y meta final del mismo (Rom 13,11; Gál 5,14). Frente al amor que se ha manifestado en Cristo, no puede mantenerse ninguna ley, religiosa, santa o divina. No es lícito aminorar el radicalismo de estas sentencias paulinos, ni contornearlo con un lenguaje misticorreligioso, ya que el amor en sí y el amor al prójimo son realidades enteramente profanas. Se derivan de la muerte de Jesús, que fue a su vez la realidad totalmente profana de una muerte de malhechor en el patíbulo. Como realidad intrahumana y creada, el amor se realiza en el riesgo y el peligro de la existencia interhumana. El amor acepta al otro tal como es y le crea un nuevo espacio vital de libertad, seguridad y aceptación. El amor se realiza en el aspecto público del ser humano (—> Publicidad), acontece como fuerza transformadora de la sociedad (—> Revolución), hace al hombre capaz de convicción propia y de libre opinión, pues cuando el amor crece entre los hombres, éstos conocerán por sí mismos lo que les conviene (Flp 1,9s).

En el lenguaje del Nuevo Testamento, el «día del Señor» llega por el amor entre los hombres; cuando los hombres aman, caminan hacia el «día de Cristo» (Flp 1,11), queda atrás la «noche» del mundo, está ya inminente el «día» (Rom 13,11ss). En el amor se abre paso el --> reino de Dios, está llegando Dios con su Cristo, irrumpe el «tiempo» de Dios en el tiempo de los hombres y llega éste a su fin. El amor es el fin y meta del --> tiempo (Schlier), es el tiempo de Dios que ya no es tiempo.

Los escritos joánicos consideran el amor como la esencia y el acontecimiento de Dios. Dios es amor. Acontece como amor y en el amor, está comprometido en el amor y se da como amor. El amor humano procede de Dios; quien ama, ha nacido de Dios, este tal conoce, experimenta y encuentra a Dios (1Jn 4,7-8). La quintaesencia del ser humano se manifiesta como amor; vivir como criatura es amar. En el amor humano aparece claramente el origen y el fin del hombre. Dios es amor y precisamente en cuanto tal nunca se le puede tomar la delantera, sino que siempre precede al hombre. El amor nunca se realiza definitivamente, sino que abre siempre al hombre un nuevo —> futuro. El amor es camino hacia Dios; es también el camino de la autorrealización humana y creada. «Yo soy. Pero no me tengo. Estamos en devenir, uno al otro» (Bloch).

 

Amor a los enemigos. Ni el Antiguo Testamento ni el judaísmo adoptan una postura inequívoca respecto del amor a los enemigos. Así, en el Antiguo Testamento se encuentran frecuentemente súplicas de aniquilación de los —> enemigos, junto con la exhortación a no alegrarse por su caída (Prov 24, 17) y la exigencia de dar de comer al enemigo hambriento (Prov 25,21). Normalmente, el amor a los enemigos aparece limitado a los adversarios que están dentro del mismo pueblo y de la misma fe (p. ej., Saúl es perdonado por David, 1Sam 24,26). El judaísmo admite la obligatoriedad del amor a los enemigos sólo respecto de los que pertenecen a su pueblo y religión. El Antiguo Testamento lo extiende también a los —> extranjeros que residen en el país. El odio a los enemigos aparece como una cosa natural, tal como lo indican las numerosas oraciones en que se pide su aniquilación (Sal 35). Con todo, se reprueba el ansia vengativa y la alegría por las desgracias ajenas; la venganza pertenece sólo a Dios. Se suplica el perdón, porque tampoco el piadoso está sin pecado y también él depende de la —> misericordia de Dios (Eclo 28,1ss).

El Nuevo Testamento menciona entre las exigencias de Jesús en el —> sermón de la montaña el mandato expreso del amor a los enemigos: «Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen» (Mt 5,44 par.). Jesús une indisolublemente el precepto del amor a los enemigos con el del amor al prójimo. No admite limitaciones, condiciones ni fronteras de religión o pueblo. Este amor a los enemigos pasa a ser característica decisiva de la filiación divina. Se funda en el –> amor del --> Padre celestial, cuya bondad abraza a todos los hombres (cf. Mt 5,45). Es presupuesto indispensable para conseguir el –> perdón del Padre que está en los cielos (cf. la petición del padrenuestro, Mt 6,12). La posibilidad de ser perdonado y el amor al enemigo se condicionan mutuamente; son las nuevas formas de vida del hombre que se halla situado en el tiempo de la salvación. Jesús mismo ha demostrado con el ejemplo de su vida que el precepto del amor a los enemigos no es una máxima imposible de cumplir: en la cruz perdonó á sus enemigos, a los que le entregaron a la muerte (Lc 23, 34). Dios ha permitido que su Hijo — inocente — muriera para que los hombres — enemigos de Dios por el pecado — pudieran reconciliarse con él por la muerte de Cristo (cf. Rom 5,10).

 

Amor al prójimo --> Prójimo.

 

Amorreos (en akkadio, amurru: occidentales). Son semitas nómadas, que, a lo largo del segundo milenio a.C., irrumpieron desde las estepas sirias en las regiones fértiles de Mesopotamia y en Palestina, donde se hicieron sedentarios. El Antiguo Testamento llama casi siempre amorreos a todos los habitantes preisraelitas de Palestina, pero con alguna frecuencia también aplica el nombre sólo a una parte de ellos. Es oscura la relación exacta entre las poblaciones a las que el Antiguo Testamento llama amorreos y --> cananeos.

 

Amós. Pastor y cultivador de higos de sicómoro, de Teqoa, en Judá (Am 1,1; 7,14). Siguiendo la irresistible Ilamada de Yahveh, se hace --> profeta, hacia el 760 a.C. (3,8; 7,15). Actúa sobre todo en –> Betel. Después de denunciarle ante el rey Jeroboam de Israel, el sacerdote Amasías le prohibió profetizar en Betel contra Israel y lo envió a Judá: aquí puede ser profeta, aquí no molestan ya sus discursos a Israel. Pero Amós no se deja engañar (7,10-17). Su vida posterior es desconocida.

 

Amós (libro de). El libro de Amós es el tercer escrito del libro de los –> profetas menores, y el primero en toda la historia del Antiguo Testamento que ha recogido por escrito las palabras de un profeta. Contiene sentencias del profeta –> Amós.

1. División: Después del encabezamiento (1,1), sigue una introducción (1,2) y el juicio contra los pueblos, que culmina en un oráculo contra Israel (1,3-2,16). El oráculo contra Judá 2,4s es indudablemente una adición posterior. Los versículos 3,1-6,16; 8, 4-14 constituyen una colección de sentencias, cada una de las cuales comienza con un «¡Escuchad!• o un «¡Ay!». En 7,1-9,4 prosiguen cinco visiones de Amós. En ellas se ha insertado el relato biográfico del choque de Amós con el sumo sacerdote de Betel (7,10-17). El libro concluye con un himno no auténtico (9,5s), un oráculo ciertamente auténtico contra Israel (9,7-10) y una profecía de salvación que indudablemente no procede de Amós (9,11-15).

2. El tema fundamental del mensaje de Amós es: derecho y --> justicia en las relaciones interhumanas. Amós se ve obligado a proferir fuertes amenazas contra los ricos de Israel, que viven a estilo feudal (4,1; 6,4ss), que acrecientan con engaño sus posesiones (8,4ss) y además utilizan a los débiles y a los –> pobres como si fueran un objeto, y los «destruyen» (2,6-8; 4,1; 8,4ss). Esto es una injusticia ante Yahveh (8,7). Ninguna clase de ofrendas y sacrificios, por solemnes que sean (4,4s; 5,21ss), puede influir sobre Yahveh, mientras en su pueblo (2,10s) se oprima al pobre y se tuerza el derecho (5,7.10ss; 6,12b). Si Israel no toma la firme decisión (5,14s) de restablecer el derecho y la justicia, Yahveh responderá con un juicio implacable (2,13-16; 6,8; 9,1ss).
 

Amrafel. Rey de Sinear, que en una excursión victoriosa se apoderó de --> Lot y de sus bienes. –> Abraham consiguió liberar a su sobrino Lot y a los otros prisioneros y rescatar el botín (Gén 14). he

Amuleto (gr. phylakterion, medio de defensa). El amuleto es un objeto material, por medio del cual el hombre primitivo intenta dominar su mundo y protegerse así de los peligros de su ambiente. Se espera de él una fuerza salvadora y una protección que conjura a los –> demonios y a los poderes adversos. Dado que ninguna ley expresa prohibía en Israel los amuletos, éstos tuvieron amplia difusión, p. ej., el cordón rojo, los flecos en los vestidos, las piedras preciosas, las figurillas de arcilla, etc. El amuleto es expresión de la experiencia angustiosa del hombre, así como de una concepción materializada de la divinidad. –> Magia.

 

Ana (hebr. hanna, Yahveh se ha compadecido; gr. Anna).

1. Mujer de Elqaná, madre de –> Samuel (1Sam 1,2-2,21); su canto de alabanza, de cuño mesiánico (2,1-10) sirvió de modelo al --> Magníficat.

2. Mujer de Tobit, madre de Tobías (Tob 1,9).

3. Mujer de Ragüel, llamada en griego Edna (Tob 7,2; 8,11-18).

4. Una profetisa, hija de Fanuel, que se hallaba en el templo cuando la presentación de Jesús (Lc 2,36-28).

5. En los --> apócrifos neotestamentarios se da el nombre de Ana a la madre de María.

 

Anales. Originalmente los anales son los »anuarios», que relatan los acontecimientos principales de cada año. Más tarde pasan a ser una expresión especializada para indicar la literatura histórica cronológica. En ellos se ofrece un abundante material histórico. En los anales de templo se describen los tesoros, posesiones, reparaciones y construcciones de las instalaciones adicionales del mismo templo; en los anales del palacio se mencionan los nombres, la edad y los datos concernientes a la ascensión al trono de los reyes. En el Antiguo Testamento se citan los anales de –> Salomón y el libro de los hechos de los reyes de Israel; en el Nuevo Testamento, pertenecen al género de los anales los relatos «nosotros» y la relación en los Hechos de las etapas de los viajes de Pablo.

 

Analogía. La palabra significa «semejanza» o «relación» y, desde el punto de vista de la capacidad y actividad cognoscitiva del hombre, es una de las ideas filosóficas y teológicas más profundas y de más ricos resultados. La realidad de –> Dios, las verdades de la fe cristiana y hasta la realidad fundamental humana sólo se pueden comprender «analógicamente»; no se puede obtener una visión directa ni a partir de la experiencia (conocimiento empírico) ni a partir del pensamiento conceptual (reflexión). Sólo son experimentables — y por tanto conceptualmente concebibles — las cosas singulares, las propiedades, los objetos, las cualidades externas, etc. (= el «ente»). Pero la esencia y el sentido del todo (= el «ser») sólo son accesibles por encima del ente, nunca directamente y «en sí» (–+ Misterio). En consecuencia, todo discurso sobre Dios, p. ej., topa con un límite decisivo, del que siempre se debe estar consciente. Si, con todo, se hacen afirmaciones sobre Dios (o el mundo, la persona humana, etcétera) esto sólo tiene sentido y sólo es posible bajo el presupuesto de la estructura analógica del ser y, respectivamente, del pensar. Si partimos de esta estructura fundamental del conocimiento humano, obtendremos las siguientes conclusiones:

1) Los modos de hablar simbólicos, o a través de imágenes, tienen validez permanente en el ámbito religioso. Las comparaciones y —> parábolas bíblicas transmiten intuiciones irremplazables de la realidad de Dios. En su interpretación (--> Desmitización, --> Historia) y, respectivamente, en la •traducción» del contenido propio de este lenguaje figurado (—> Hermenéutica,  Intención, --> Kerygma) compe‑
te a la investigación crítica una función fundamental, pero el papel del —> lenguaje en imágenes sigue siendo insustituible.

2) El método del pensamiento deductivo, que de lo conocido y experimentable pasa a lo desconocido e inaccesible a la experiencia, está justificado, desde un punto de vista crítico, con la condición de que los resultados se entiendan no como conocimientos adecuados (prueba, definición), sino como experiencias límite, que sólo se pueden como tantear.

3) Una mentalidad antropológica (—> Antropología), que parta de categorías personales, está en una posición excelente para abrir un camino hacia el encuentro y, respectivamente, el conocimiento de Dios. Por este camino resulta posible pensar, de una manera lógicamente responsable (analógicamente), tanto la realidad de Dios como la estructura trascendente del hombre y del mundo. —> Posibilidad, --> Comprensión de sí mismo.

 

Ananías (hebr. Yahveh es compasivo»).

1. Falso profeta, enemigo de Jeremías (Jer 28,1-17).

2. Uno de los tres compañeros de Daniel (Dan 1,7).

3. Miembro de la comunidad cristiana de Jerusalén, a la que engaña, de acuerdo con su mujer (Act 5,1-11).

4. Judeocristiano de Damasco, que devuelve a Pablo la vista (Act 9,10-18).

5. Sumo sacerdote que preside el interrogatorio de Pablo ante el sanedrín (Act 23,2).

 

Anaquitas (o enaquitas). Guerreros de elevada estatura y muy temidos, que según las creencias populares fueron gigantes. En los años de la conquista de --> Canaán por los israelitas, habitaban junto a --> Hebrón (Núm 13,22), de donde los arrojó Kaleb. Algunos restos de anaquitas sobrevivieron en las ciudades filisteas de Gat, Gaza y Asdod (Jos 11,22).

 

Anás (forma abreviada del hebreo hannanya, en gr. Annas). Hijo de Seti, sumo sacerdote del año 6 al 15 d.C. Sus cinco hijos y su yerno —> Caifás fueron también temporalmente sumos sacerdotes. Conservó el título incluso después de haber expirado el tiempo de su cargo y ejerció un considerable influjo, p. ej., sobre Caifás. La frase de Lc (3,2) «en el pontificado de Anás y Caifás» debe interpretarse así.

 

Anatema. 1. Los LXX traducen siempre por anatema el herem del Antiguo Testamento, que significa «separación» y, respectivamente, lo que está «separado», prohibido a los hombres y consagrado a Dios. El anatema es una institución muy difundida en el antiguo oriente (el paralelo extrabíblico más conocido es la estela de Mesa, rey de —> Moab, s. IX a.C.), que exige la destrucción del botín de guerra como señal de que se le transfiere al Dios propio, a quien se atribuye el auxilio para la victoria. Se remonta probablemente a un tabú de las tribus nómadas, según el cual aquel que no pertenece a la propia tribu, junto con sus posesiones, pertenece a otra divinidad y, en consecuencia, en casos de una victoria sobre él, debe ser «purificado», es decir, aniquilado. El anatema, en virtud de su naturaleza, es total: en Jericó deben ser pasados a cuchillo todos los hombres y animales, la ciudad ha de ser incendiada y los objetos de metal consagrados a Yahveh (Jos 6,18-24). El incumplimiento del anatema es severamente castigado: Akán es apedreado (Jos 7), Saúl pierde el reino (1Sam 15). En la época deuteronomista, en la que se renueva también la idea del antiguo ejército de Yahveh, la ideología del anatema sirve para la polémica contra el sincretismo religioso (Dt 7). En la época posexílica cae bajo el anatema, es decir, es excluido de la comunidad y se destruyen sus bienes, aquel que viola la legislación matrimonial (Esd 10,8).

2. El --> judaísmo tardío matizaba la práctica postexílica del anatema: conocía la reprensión, el pequeño y el gran anatema.

3. La primera comunidad neotestamentaria aceptó la práctica judía de la excomunión como último recurso (Mt 18,17s), pero apreciaba como bien supremo ganarse de nuevo al culpable (Sant 5,20; Jds 22).

4. Para expulsar de la comunidad, la sinagoga del judaísmo tardío empleaba una fórmula de maldición que también utiliza Pablo (1Cor 12,3; 16, 22; Rom 9,3; Gál 1,8s): «sea objeto de maldición» (sea «anatema»), con la que se entregaba al culpable a la aniquilación por la ira divina.   

    

Anavim. En el plástico vocablo hebreo «los deprimidos», «los oprimidos», se reúnen los tres significados de «pobre»: necesitados, oprimidos y pacientes o sumisos. Según la legislación mosaica se trataba de gente «pobre», sin terrenos en propiedad, lo que tenía graves consecuencias en la cultura agrícola de Palestina. Un hombre así no podía intervenir en los asuntos, carecía de influencia, era explotado incluso ante los tribunales, estaba «oprimido». Finalmente, son «pobres» los golpeados por el destino, los enfermos, los débiles, las viudas, los marcados por culpas ajenas. Estos «deprimidos» eran objeto especial de la providencia y del amor de Dios. A éstos protege, a ellos se les debe hacer bien y tenerles consideración (Sal 71,1ss).

Por otra parte: el pobre «clama a Dios», en quien sabe que encuentra justicia y compasión. El Antiguo Testamento no reconoce como pobres a los que están desesperados y amargados, a los que, clara y brevemente, quieren arremeter contra todo. La dignidad del «deprimido» consiste en que mira a Dios como a su auxiliador. Está «inclinado ante la mano de Dios». Dado que su causa está ante Dios, puede ser humilde, paciente, sumiso. Por eso los --> profetas y los --> salmos identifican a los «humildes» con el verdadero Israel. Los temerosos de Dios se dieron a sí mismos más adelante el honroso nombre de «pobres»; en sus círculos se esperaba al --> Mesías «pobre», como «el que viene humilde, montado en un asno» (Zac 9,9).

«Pobres» son los que han prosperado poco en la vida, los despojados de su libertad, derecho y dignidad por la culpa y la necedad de otros; pero lo que les distingue esencialmente, en definitiva, es su actitud ante Dios: se encuentran «deprimidos», pero miran a Dios, de él esperan ayuda, cuentan con su justicia y misericordia, no exigen nada, sino que se inclinan sumisos a su voluntad. A estos «pobres» se refiere la bendición de Jesús, cuando habla de los •pobres de espíritu» (Mt 5,3). --> Pobreza

 

Anciano. Originariamente, el jefe de una familia importante o el dignatario de una ciudad o de una comunidad religiosa. En Israel corresponde a los ancianos dirigir y representar al pueblo. En el --> judaísmo tardío pierden importancia frente a los —> sacerdotes y —> escribas. En la naciente Iglesia los ancianos dirigen, junto con los —> apóstoles y obispos, a las comunidades. Forman inicialmente un grupo propio, pero muy pronto pasan a ser directores de las comunidades establecidas por los apóstoles. El –> Apocalipsis presenta a los 24 ancianos como servidores de Dios.

 

Andrés (gr. «varonil»). Apóstol, pescador de Betsaida de Galilea y hermano de --> Pedro. Discípulo de Juan Bautista al principio, a indicación de éste, sigue a Jesús y lleva consigo a su hermano (Mat 1,16-18par.; Jn 1,35-42). Es el tipo del discípulo que lleva hasta Jesús; pertenece al grupo de los más íntimos discípulos de Cristo. Su zona de misión es Escitia (Andrés es el patrón de Rusia) y Acaya. Según las –. Actas de Andrés, fue crucificado en Acaya (cruz de san Andrés).

 

Anécdota. Las anécdotas se adscriben generalmente, junto con el mito, las –> fábulas, –> sagas, --> leyendas y –> novelas, al género literario de narraciones poéticas. Las anécdotas son narraciones breves. El centro de gravedad de su interés no se sitúa en el hombre en general, sino en una importante figura concreta, de la que se narran sus luminosas palabras o sus hechos significativos. No es preciso que sean históricas; lo único importante es que caractericen plásticamente al personaje principal. Se mencionan detalles concretos no porque interesen las circunstancias exactas o los grandes marcos históricos, sino por el gusto narrativo en sí y esto, además, sólo en cuanto sirven para concentrar la atención en la persona central (cf. 2Sam 2321). Todos los demás detalles (incluso, frecuentemente, los relativos a los antagonistas, cf. Jue 16,1-3) aparecen desdibujados. Así, puede definirse la anécdota como la caracterización concisa de un hombre importante mediante la descripción de una situación (hechos o palabras) típica de él y a menudo inventada por el autor. Las anécdotas se encuentran sobre todo en los libros históricos del Antiguo Testamento (por ejemplo, los héroes de David 2Sam 23; Adonisédeq, Jue 1,6s; Otniel, Jue 1,12-15).      

 

Anfictionía ----> Alianza de las tribus.

 

Anfípolis (gr. «ciudad cerrada en círculo»). Fundada por los atenienses en la península macedónica rodeada por el Estrimón. Pablo visitó este importante centro comercial en su segundo viaje misional, al pasar de Filipos a Tesalónica (Act 17,1).

 

Ángel. Los escritos bíblicos conocen diversas clases de ángeles, que se distiguen por su modo de aparecerse y, sobre todo, por su modo de actuar. Normalmente los ángeles se presentan como enviados de Dios, en cuyo nombre hablan: el malak yahveh llama a Abraham, para que perdone a su hijo (Gén 22,11). Este ángel de Yahveh no se distingue del mismo Yahveh (Gén 18). A menudo se atribuye a los ángeles el poder de castigar y causar daño, por ejemplo, el ángel exterminador en Éx 12,23, o el espíritu que provoca la discordia política en Jue 9,23. En estos casos no puede distinguirse entre el ángel y la desgracia que causan; esto es particularmente claro en Sal 78,49.

Algunas veces los ángeles son --> querubines, que es preciso imaginar como seres alados con figura de diversos animales, tales como fueron conocidos sobre todo en Babilonia: en Gén 3,24 uno de estos ángeles custodia el árbol de la vida y en Sal 18,11 es el carruaje en el que Yahveh desciende. Esta concepción ha sido aceptada sobre todo por Ezequiel. Otros ángeles constituyen una especie de corte celeste que venera (Is 6) o aconseja (Job 1,6ss) a Yahveh.

Hasta una época posterior los ángeles no reciben nombres (Daniel, Tobías). Y entonces ya se les considera como ángeles protectores de las personas (--> Rafael, para Tobías), o de los pueblos (Dan 10,11ss), como abogados ante Dios (Zac 3), como intérpretes de los planes celestiales (Zac 1,9.11s).

En el género literario --> apocalíptico del judaísmo tardío, y también en el del Nuevo Testamento, los ángeles desempeñan un papel muy considerable. La fe veterotestamentaria en los ángeles es una mezcla abigarrada y desigual de antiguas creencias populares (cf. Gén 6,1-4), de divinidades extranjeras sometidas (Lev 16,8ss) y de dioses rebajados de categoría (–> Serpiente de bronce), de influencia babilónica y (más tarde) irania.

Tal como se ve en Rom 8,38s, Pablo admite la idea de los ángeles portadores de calamidades. Por «tronos» y «dominaciones» (Col 1,16), el apóstol entiende los ángeles de los pueblos, principalmente el poder de la Roma pagana. En los sinópticos, se establece ya la distinción entre los ángeles como mensajeros de Dios e intérpretes del acontecimiento de la salvación (Lc 1,2; Act 1,10s) y los demonios, como causantes de enfermedad y posesión diabólica (Mc 3, 23-27). Al demostrar Jesús que es Señor de los demonios, se presenta como aquel que tiene el poder del Creador y trae el --> reino de Dios definitivo (Mc 3,27). –> Potestades y principados.

 

Angustia. El concepto de angustia entraña un sentimiento consciente, fundamental y básico del hombre en cuanto advierte la inseguridad y lo problemático de su salvación y se siente forzado a afrontar esta angustia si no quiere perderse. Dado que la angustia somete a prueba todo el ser personal, puede degenerar en neurosis y desgarrar la autoconciencia del hombre. Frente a esta angustia primordial, sólo la fe personal puede ofrecer el correspondiente contrapeso. La angustia, como sentimiento humano consciente y primario, se encuentra a lo largo de todo el Antiguo Testamento, y debe ser considerada también como una de las afirmaciones fundamentales del Nuevo Testamento, en conexión con la –> culpa y la –> redención:

1. El origen de la angustia es el --> pecado: La angustia es la expresión del distanciamiento de Dios en una conciencia culpable (Gén 3,8-10), que conduce a distancias cada vez mayores y pone constantemente ante los ojos la –> nada (Gén 11,1-9), para acabar en la ruina definitiva (Heb 10,39).

2. La angustia como experiencia básica universal: Con el ejemplo de Egipto se demuestra que la angustia es consecuencia del delito (Sab 17). Los salmos saben expresar con fuerza esta experiencia y aluden al mismo tiempo al hecho de que el hombre angustiado reconoce, cuando falta todo otro auxilio, que sólo Dios puede salvarle y consolarle. En él se encuentra la seguridad, el refugio, la salvación (cf. por ejemplo Sal 107,6). La angustia se interpreta siempre como una experiencia fundamental del hombre sometido al –> juicio de Dios (Is 13) y se contrapone a la experiencia de la fe (Rom 8,35).

3. Liberación de la angustia por Cristo: Todo cuanto hay de dudoso en nuestra existencia ha sido radicalmente liberado en el sí de Dios por Jesucristo (2Cor 1,19s), porque la amenazadora nada ha sido sustituida por la promesa de salvación bajo la protección divina. Esta promesa alcanza también — y precisamente — los abismos más extremos de la perdición humana (Lc 22,44; Mt 27,46). La --> obediencia de Jesús se convierte, en la teología de la cruz (--> Cruz), en el fundamento de una «angustia transida de gracia• (2Cor 12,9), de la experiencia del sufrir con Cristo (Rom 8,17; –> Padecimiento).  

 

Animales (comparación con)  La cpmparación con animalrs traza paralelos entre el comportamiento de algunos animales y el modo de ser y vivir de un pueblo o de una persona. El buey y el asno conocen a su dueño, pero Israel no se ocupa de su Señor (Is 1,3); como la camella en celos busca al compañero que se encuentra en sus cercanías, así Israel se precipita hacia los dioses cananeos (Jer 2,23s). Para Jesús, el pueblo sin guías religiosos es un rebaño sin pastor. Por eso reúne un nuevo rebaño en torno a sí, que le conoce como pastor verdadero y le sigue, por tanto, de buen grado (parábola del buen pastor, Jn 10).

 

Animales del trono. Representar animales en el trono era costumbre, entre otros pueblos, de los asirios. Generalmente se representaban leones bien en los laterales bien en el escabel, o también como soportes del trono. En los tronos egipcios aparecen animales alados. El trono de Salomón tenía seis gradas flanqueadas por doce leones (1Re 10,18-20).

 

Animales puros e impuros. Israel, comj, todos los pueblos, conoce esta distinción (Gén 7,2.8; Lev 11; Dt 14,3-21). Son impuros los animales del campo que no rumian, no tienen pezuñas hendidas, los animales acuáticos sin aletas ni escamas, las aves de presa y los animales que reptan. No es lícito comerlos ni ofrecerlos en sacrificio; se los declaraba impuros porque eran considerados como seres demoníacos, o porque eran ofrecidos en sacrificio en el culto de los pueblos circunvecinos.

 

Animismo. Creencia según la cual se admite que todos los objetos de la naturaleza están animados y que en los fenómenos y fuerzas de esta misma naturaleza actúan poderes concebidos a modo de personas.

 

Ánimo paciente. La voz griega makrothymia significa exactamente ánimo grande (la «longanimidad» de los antiguos catecismos), en el sentido de ánimo paciente y tolerante. Tiene esta cualidad el hombre que sabe contener y dominar largo tiempo su sentimiento o ánimo (thymos) interior. Este ánimo paciente es un modo de ser fundamental del cristiano, que debe corresponder, por su parte, al ánimo paciente de Dios. Porque Dios tiene ánimo paciente para los hombres, porque ha concedido a los hombres en su Hijo su paciencia y generosidad de ánimo, también los hombres pueden ser generosos, tolerantes y pacientes. Porque Dios ha perdonado a los hombres sus culpas y las perdona constantemente, deben éstos, a su vez, perdonar a sus --> hermanos. La paciencia y tolerancia provienen del —> amor de Dios. Dondequiera este amor toma forma en los hombres, les concede longanimidad (cf. 1Cor 13,4). El cristiano debe ser de ánimo paciente y tolerante, porque sabe que en Jesucristo se le han concedido todas las oportunidades para la vida. Dado que ha recibido dones sobreabundantes, puede y debe ser generoso en el dar y el ofrecerse.

Este ánimo paciente y comprensivo es un fruto del —> Espíritu Santo (Gál 5,22); surge y crece del nuevo poder vivificante de Dios, puesto en acción en el cristiano. La exhortación del apóstol a soportarse los unos a los otros en el amor exige paciencia y tolerancia (Ef 4,2). Sólo así puede explayarse el amor y soportar a sus hermanos. Donde esto sucede, vive el hombre como cristiano «digno de su vocación» (Ef 4,1).

 

Animo pacífico. «Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios» (Mt 5,9). Buscar, crear la —> paz es una de las más urgentes tareas del cristiano. Donde se establece la paz, está ya presente el —> reino de Dios, puede intentarse sobre esta base vivir en armonía con Dios. Aquel cuya mirada no se dirige sólo a lo suyo, sino que incluye también en su consideración al —> prójimo, con sus ideas y deseos, ha roto las cadenas de la falta de paz, ha puesto la base de una paz permanente (Sant 3,17). Dicho de otro modo, el tener en cuenta todos los intereses puestos a discusión, es lo que crea la paz

 

Anonimato. Según la confesión de fe de la Biblia, es Dios quien llama por el —> nombre y quien da el nombre, porque él mismo tiene un nombre que proporciona a los hombres la capacidad de poner nombres a la --> creación. Dios saca de la existencia anónima, llama a sí a los hombres con los que tiene previsto llevar a cabo una empresa. El nombre humano significa —> vocación, encargo y misión. El hombre, pues, no vive fútilmente. Tiene el encargo de entrar en relación con los otros hombres (—> Convivencia humana) por medio de la —> palabra. En el —> amor se sale plenamente del anonimato. El amor de Dios se deduce del ser de Jesús «por nosotros».

El anonimato se presenta hoy como el gran peligro del hombre secular: el individuo concreto se convierte en una mera cifra dentro del aparato social, está amenazado de ser un «sin nombre». Por otra parte, el hombre que vive anónimamente está radicalmente expuesto a sus propias —> decisiones, apenas depende de vínculos y tradiciones. El hombre domina su propio anonimato allí donde quiere la libertad del otro y lucha por la justicia, allí donde quiere estar junto a un hermano. Cuando uno ama, el anonimato queda absorbido en la nueva dimensión del encuentro con los demás hombres. El --> hermano «sin nombre» es siempre posibilidad del encuentro anónimo con Dios.

 

Ante nosotros. Israel sabe que —> Yahveh, Dios de la alianza, le guía, pero no conoce sus caminos; no penetra los planes de Dios. Dios está ante su pueblo, pero es inalcanzable. Da su —> promesa y exige —> esperanza. El posterior Israel sabe que la acción salvífica de Dios se sitúa al final del tiempo. En --> Cristo —> Jesús se ve claro que Dios permanece ante los suyos, que los hombres están orientados hacia él. Jesucristo es el futuro de Dios, porque en él llega el Creador a su creación. Si en la antigua alianza el «ante nosotros» de Dios estuvo siempre sometido a crisis, ahora, por la resurrección de Jesús, está garantizado para siempre y significa a par, —> temporalidad y --> futuro. El «ante nosotros» de Dios llama a la experiencia (—> Experimento) de la —> fe, en una —> práctica creadora del --> amor. Dios está presente para nosotros en Jesucristo de manera tal que está ante nosotros como nuestro futuro. Sólo este «ante nosotros» libera a la fe cristiana de toda ideología y la abre al diálogo comprensivo con los no cristianos. Si Dios está ante nosotros, está también ante los otros, ante su creación entera.

 

Anticristo. La expresión «anticristo» se halla únicamente en Jn 1,2, pero la idea se encuentra también en otros lugares del Nuevo Testamento. Sus raíces se encuentran en la concepción veterotestamentaria de la lucha al final del tiempo entre Dios y la serpiente (Is 27,1) o en el rey impío de Daniel (que tomó su modelo del perseguidor Antíoco Epífanes). En conexión con Daniel habla Pablo del hombre impío que ha de aparecer al final, arrogándose el ser Dios (2Tes 2). El pasaje de Daniel sirve también de ejemplo para la descripción de las dos bestias de Ap 13, que blasfeman contra Dios y seducen a los hombres para que se alejen de él pero que, al cabo de un cierto tiempo, serán aniquiladas por el poder divino. Los sinópticos anuncian falsos cristos para el --> fin de los tiempos (Mt 24, 24). Para Juan, con su fuerte carga de —> escatología en acción, el tiempo del fin está ya presente en el tiempo actual, de modo que también el anticristo es ya un poder en acción ahora. Son anticristos todos los que niegan que Jesús es el Mesías o niegan su venida como salvador (1Jn 2,18ss).

 

Antiguo Testamento. 1. --> Testamento es la traducción latina del griego diatheke, correspondiente al hebr. berith —> Alianza). Ya la misma --> Biblia fundamenta la distinción entre «antigua» o «nueva» alianza o Testamento: Jer 31,33 promete una nueva alianza de Yahveh con su pueblo, que será distinta de la alianza con los patriarcas. El Nuevo Testamento considera realizada esta --> nueva alianza en --> Cristo --> Jesús (Cor 3,6-18; Heb 9,1-14). Pablo aplica la expresión «antigua alianza» para designar también los escritos sagrados procedentes de la época de la alianza antigua que nosotros denominamos Antiguo Testamento.

2. La antigua alianza es la primera fase de la historia especial de la revelación y de la --> historia de la salvación de la humanidad. Comienza con la alianza de Dios con —> Abraham, alcanza su punto culminante en el —> éxodo de Egipto y en la alianza con el pueblo elegido bajo —> Moisés en el Sinaí y halla su plenitud en la muerte y resurrección de Jesucristo y en la alianza nueva y eterna de Dios con toda la humanidad, implicada en esta muerte y resurrección. La antigua alianza está, pues, limitada en el tiempo y en el espacio. En el tiempo, por cuanto la historia de la humanidad anterior a Abraham es considerada por el mismo Antiguo Testamento como «prehistoria» de la historia especial de la salvación (Gén 1-11). En el espacio porque, de acuerdo con el testimonio de ambos Testamentos y de la Iglesia, también fuera de la —> revelación especial de Dios y de su singular actuación historicosalvífica se dio gracia, y, por tanto, revelación general.

3. El Antiguo Testamento es el testimonio escrito de la revelación de Dios en la antigua alianza. Los escritos sagrados de la antigua alianza fueron fijados en su forma y contenido actual a lo largo del primer milenio a.C., a partir de los acontecimientos del éxodo y del Sinaí y de --> tradiciones habladas y escritas sobre cada uno de los libros, hasta desembocar finalmente en la colección de estos escritos por separado, que suponen sólo una parte del conjunto de la literatura israelita. La Iglesia aceptó el Antiguo Testamento como testimonio perfectamente válido de su propia prehistoria, que ahora entendía de una manera nueva, a la luz de Cristo.

4. La clasificación y número de los escritos de la antigua alianza aceptados como documentos inspirados (—+ Inspiración) difieren en los judíos (y protestantes) y en los LXX, así como en el Antiguo Testamento de la Iglesia católica. Las diferencias se deben a que a comienzos de la era cristiana la formación del canon estaba aún sin concluir. El --> canon judío se atiene, hasta cierto punto, a las etapas de origen de los libros, cuando divide el Antiguo Testamento en: --> tora (Gén, Éx, Lev, Núm, Dt), profetas anteriores (Jos, Jue Sam, Re) y posteriores (1s, Jer, Ez, los doce profetas menores) y escritos (Sal, Job, Prov. Rut, Cant, EcI, Dan, Esd, Neh, Cró). Los LXX ordenan los escritos en: libros históricos (tora y los profetas menores), libros didácticos (escritos) y libros proféticos (profetas posteriores). Mientras que los judíos sólo consideran como canónicos e inspirados los libros transmitidos en hebreo, la Iglesia católica admite también los textos —> deuterocanónicos transmitidos únicamente en griego por los LXX (Tob, Jud, Mac, Sab, Eclo, Bar, y las partes griegas de Est y Dan) como testimonio escrito válido de la revelación de Dios en el Antiguo Testamento.        

 

Antíoco. Nombre de diez reyes de la dinastía de los —> Seléucidas. Algunos de ellos desempeñaron un papel de cierta importancia en la historia veterotestamentaria:

a) Antíoco IV Epífanes (175-164). Dan 11 y 1Mac 1-6 nos pintan un cuadro sombrío de su persona porque, llevado de su deseo de dar unidad al reino, quiso obligar a los judíos a la renuncia de sus costumbres religiosas e introdujo en Jerusalén cultos paganos. Favorecían sus deseos algunos judíos helenizados, pero fracasó por la oposición (armada) de los --> Macabeos, que no toleraron este ataque a la religión de sus padres.

b) Antíoco V Éupator (164-162) hizo la paz con Judas Macabeo y restableció la libertad religiosa de los judíos.

 

Antipas —> Herodes.

 

Antípatro (gr. «imagen exacta del padre»).

1. Hijo de Yasón que, junto con Numenio, fue enviado a Roma por Judas Macabeo para renovar el pacto de amistad judeorromano. Intentó también establecer relaciones con los espartanos (1Mac 12,1-23).

2. Antípatro de Idumea, padre de Herodes el Grande. Gobernó Judea desde el 63 a.C.; fue procurador romano a partir del 47.    

 

Antisemitismo —> Judíos (persecución de los).

 

Antología (gr. «colección de flores»; lat. florilegium). Colección de sentencias y extractos de los antiguos escritores, filósofos y poetas. La existencia de estas colecciones, que persiguen una finalidad ética, está demostrada en el mundo antiguo ya en el siglo II a.C. La colección no cristiana más conocida es la de Juan Estobeo, en el siglo IV d.C. La Anthología Palatina es una colección de sentencias en parte cristianas y en parte no cristianas. También dentro del cristianismo se reunieron y coleccionaron desde los primeros tiempos los pasajes de la Biblia, de acuerdo con su contenido. Más tarde se coleccionaron asimismo extractos de los comentarios bíblicos de los teólogos más importantes. La antología cristiana más antigua es la Philocalia, extracto de las obras de Orígenes llevada a cabo por san Gregorio Nacianceno y san Basilio el Grande. Las antologías dogmáticas desempeñaron un papel especialmente importante en las discusiones cristológicas del siglo V d.C. Entre las antologías ascéticas, la más importante es la Apothegmata Patrum (—> Apotegmas). Se discute si la primera comunidad cristiana poseía antologías de pasajes bíblicos. Pero es muy probable que ya Pablo dispusiera, para su —> predicación, de antologías de este tipo. En la época neotestamentaria la más conocida es la escatología judía del tratado de la mishna pirque abot (—> Sentencias de los padres).

 

Antonia. Nombre de una torre, en el recinto del templo de Jerusalén (Neh 2,8). Fue restaurada y fortificada por Herodes el Grande, que le dio el nombre de Antonia en honor de su protector. Desde ella una guarnición romana vigilaba el templo (Act 21,31ss).
 

Antorcha. 1. --> Lámpara.

2. Imagen de Yahveh y de su palabra vivificadora (2Sam 22,29; Sal 119,105).

3. Símbolo de la vida (Job 21,17; Prov 13,9).

4. --> David, a cuya gestión debe Israel la seguridad de su existencia, es llamado en 2Sam 21,17 «antorcha de Israel».    

 

Antropología. Si se entabla una investigación sistemática sobre la esencia del —> hombre, encontraremos también una antropología bíblica. Y lo primero que aquí nos llama la atención es que, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, el hombre nunca es visto en razón de sí mismo, sino siempre en su relación a --> Dios. Lo creado por Dios está asimismo ordenado a Dios y, de este modo, aparece implicado y requerido a la vez por su origen y su fin. Dado que, al mismo tiempo, el hombre bíblico sabe que existe dentro de un proceso histórico (—> Historia), su naturaleza no puede ser descrita con categorías estáticas, sino personales.

Entre otros numerosos testigos, acudamos a Pablo que, aunque no siempre utiliza una terminología absolutamente sistemática y fija, sabe hacer las afirmaciones más universales y ricas de contenido en torno al problema de la antropología bíblica. Soma (literalmente cuerpo) es el concepto fundamental de la antropología paulina, y su mejor traducción sería «persona humana». Según Pablo, el hombre no tiene cuerpo, sino que es cuerpo. A través del cuerpo es el hombre parte de este mundo y socio de Dios. El «cuerpo» es el soporte de las —> decisiones para el bien y el mal. Pero estas decisiones dependen de ciertas fuerzas presentes (--> Mundo, —> Carne, —> Dios, --> Espíritu), frente a las cuales el hombre debe tomar posición. El «cuerpo» (la persona) es algo permanente (--> Resurrección del cuerpo). Su destino final depende de que se haya decidido por el poder del pecado (cuerpo de muerte) o por el de Dios (cuerpo espiritual) (cf. 1Cor 15,42-49).

Por la psykhe (—> Alma), la persona humana es una naturaleza viviente e histórica. Por el nous (—> Espíritu), es una esencia racional, que puede conocer, comprobar, afirmar o negar la —+ verdad. A ello ayuda la syneidesis (—> Conciencia) que, antes de cada decisión, sitúa al hombre entre la obediencia y la rebeldía. Por su kardia (—> Corazón), el hombre es siempre una unidad viviente. Desde aquí se afirma de su yo que quiere, proyecta, duda, espera, cree, condiciona, ama, etcétera. Si el hombre se decide contra Dios, sucumbe al mundo y a la carne y, con ello, al pecado y a la —> muerte. hi

Pablo pinta en Rom 7 un cuadro sombrío del hombre: es «carne», en que «nada bueno habita», incapaz de hacer el bien, aun cuando lo quiere. El hombre, pues, «está vendido al poder del pecado» y sometido a su ley hasta que es liberado por Jesucristo de la ley del pecado y de la muerte y colocado bajo la ley del espíritu y de la vida. Este enjuiciamiento paulino de la naturaleza humana «en sí», es decir, en cuanto privada de la gracia, no puede ser considerado aisladamente, sino en conexión con el contraste entre «carne» y «espíritu». Cuanto más sombríos son los colores con que se describe al hombre privado de gracia, que vive sin Cristo, más luminosamente brilla la acción redentora de Jesús que aporta la salvación (—> Justificación), que lleva al hombre del estado de debilidad, de esclavitud, de pecado y de muerte al estado de --> libertad y de --> vida, en el «estar cabe Dios», dándole así la más alta forma de existencia humana.

 

Antropomorfismo. Descripción de Dios bajo la forma (gr. morphe) de hombre (gr. anthropos). Así, la Biblia presenta a Dios con características corpóreas y sensibles humanas: siente y actúa como un hombre. Tiene rostro (Is 58,8), boca y voz (Dt 4,36), brazos y manos (Dt 7,19). Al igual que el hombre, siente alegría, cólera y arrepentimiento (p. ej., Gén 6,6s). El amor de Dios, por el contrario, no puede ser considerado como una descripción antropomórfica, ya que el amor es algo que pertenece a la esencia divina.

De la actividad de Dios habla también la Biblia en forma antropomórfica: forma al hombre del barro, inspira su aliento en su nariz, le viste. Planta un jardín, por el que pasea al aura de la tarde y habla con el hombre (Gén 1-3); escribe (Éx 24,12), etc. Esta forma de hablar se encuentra sobre todo en los libros más antiguos de la Biblia, mientras que los LXX se esfuerzan por evitar este lenguaje. Sin embargo, los antropomorfismos no desaparecen nunca del todo, ni siquiera en el Nuevo Testamento. Semejante modo de hablar pudiera parecer algo ingenuo, pero no supone ningún desdoro para la dignidad divina, sino que más bien forma parte de nuestro lenguaje sobre Dios, si es que queremos entendernos. Y está justificado, en definitiva, por el hecho de que Dios se hizo hombre. --> Analogía, --> Rostro de Dios, —+ Lenguaje en imágenes.

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Año. El año, en el calendario judío, se basaba en los doce meses lunares (de 29 a 30 días cada uno); pero se procuraba equilibrar la diferencia (de los 354 1/3 días) respecto al año solar. Se recurrió para ello a la adición de un --> mes decimotercero (segundo adar), basándose en observaciones empíricas. Ya desde el siglo IV d.C., se observaba un ciclo fijo de 19 años; los años tercero, sexto, octavo, undécimo, decimocuarto, decimoséptimo y decimoctavo debían tener un segundo adar. Para contar los días existían tablas adecuadas, en las que se practicaban los huecos necesarios. Los textos de Qumrán hablan de la división del año en 52 semanas completas, de tal suerte que las fiestas pudieran caer siempre en el mismo día de la semana (Qumrán). Fue significativa para la primitiva Iglesia la adopción del calendario solar romano introducido por César (12 meses de 30 ó 31 días).

En Palestina se conocían sólo dos estaciones del año: el invierno, estación de las lluvias y por consiguiente de la siembra, y el verano, con sus tres cosechas (y fiestas) principales.

 

Año jubilar. Se celebraba en Israel cada cincuenta años. En su apertura se hacía resonar el —> cuerno (hbr. yobel = júbilo), de donde se deriva el nombre castellano. En la práctica, resultaba imposible cumplir las prescripciones de Lev 25, porque exigían lo mismo que en el precedente —+ año sabático (añadiendo, además, la restitución de las propiedades empeñadas) que coincidía con el año 49. El año jubilar quedó como un intento utópico (oostexílico?) de establecer un orden social ideal de justicia e igualdad.

 

Año nuevo. Fecha celebrada inicialmente en el otoño, en la —> fiesta de las tiendas (Éx 23,16). Para el año nuevo cultual se conservó el término del otoño (Lev 23,24), incluso después de la introducción del año babilónico, que comenzaba en primavera (Jer 36,22; Éx 12,2). No existen testimonios absolutamente claros de una fiesta del año nuevo en el Antiguo Testamento.

 

Año sabático. De manera análoga a la semana, en que cada séptimo día es sábado, se consideró también en Israel cada séptimo año como año sabático. Por motivos de igualdad social, este séptimo año no se cultivaban los campos, que se dejaban a beneficio de los pobres, y se concedía la libertad a los israelitas esclavos por deudas (Éx 21; Dt 15,15).

 

Año solar. Aunque Israel medía los años por el curso de la luna, con 354 días, se conocía también el año solar de 365 (Gén 5,23; 7,11; 8,14; --> Jubileos [libro de los], —> Henoc, —> Qumrán).

 

Aparición. A diferencia de la visión apocalíptica (mirada al mundo del más allá, --> visión) la aparición es la manifestación o iluminación de una realidad dentro de este mundo y de la historia, ya sea bajo formas corpóreas ya sea a través de signos poderosos. En la Biblia se «aparecen» (muchas veces «han sido vistos»): Dios (--> Teofanía), los ángeles, los muertos (Mt 27,53), los santos de tiempos pasados (Mc 9,4), Cristo resucitado (--> Apariciones del Resucitado), Satanás (2Tes 2,8). En las narraciones patriarcales, las apariciones de Yahveh están ligadas a determinadas tradiciones locales: en épocas posteriores, es el —> arca de la alianza, depositada en la tienda o en el —> templo, el lugar en que se muestran Dios y su «gloria» (--> Nube). En algunas ocasiones, Dios se aparece en el —> sueño (Gén 28, 12ss; tránsito fluctuante hacia la visión); en otras, bajo la forma de un desconocido; en el «ángel de Yahveh» se aparece, según los textos antiguos (yahvista, elohísta), el mismo Dios.

Con mucha frecuencia, a la aparición acompaña el fuego (Éx 3,2), la tormenta (1Re 19,11) y la tempestad; así ocurre, sobre todo, en las grandes teofanías del Sinaí. Según la posterior teología sacerdotal, la aparición de Yahveh (como columna de fuego o de nube) carece esencialmente de forma concreta (Dt 4,12, que fundamenta la prohibición de imágenes), mientras que la tradición más antigua afirma que al menos Moisés mereció ver la «forma», el «rostro» de Yahveh (Núm 12,8; cf. Éx 24,2.9s). Con todo, el acento principal no recae sobre la visión, sino sobre la voz que hace una promesa, en virtud de la cual Yahveh abre a los hombres un futuro nuevo. Su poderosa intervención en la historia fue entendida desde los tiempos más antiguos como una revelación de Dios (Jue 5,45). La «epifanía» de Yahveh acontece fundamentalmente como historia, y todas las demás apariciones están a su servicio. La «venida» de Yahveh, anunciada por los profetas, debe entenderse también, en primer término, como su poderosa –> revelación en la historia (para juzgar a los pueblos y rescatar a Israel). Sin embargo, la aparición definitiva de Dios se va entendiendo cada vez más como una venida personal, que preparará un final a la historia (Sof 1,18).

En el Nuevo Testamento, Dios se revela en su Hijo --> Cristo Jesús. Pero, según los sinópticos, Cristo se sujeta — a pesar de todas las señales poderosas — a la ley del ocultamiento (Mc 3,11s) y sólo excepcionalmente aparece su rostro terreno iluminado por el resplandor de la gloria divina: en la --> transfiguración o en su –> marcha sobre el mar (con la expresión típica de las epifanías: «Yo soy» Mc 6,50).

Frente a los sinópticos, Juan acentúa enérgicamente el carácter epifánico de la persona y de la actuación de Jesús: sus –> milagros son –> «señales» y revelan su gloria (2,11) o la del Padre, pues Jesús sólo hace lo que ve y oye al Padre (5,19s.30). Por eso, quien ve a él, ve al Padre (14,9). En la palabra hecha carne, que «ha plantado su tienda entre nosotros», se hizo visible la gloria de Dios (1,14: clara alusión a las apariciones de Yahveh en el Antiguo Testamento). Con su retorno al Padre, ha pasado el tiempo de esta «epifanía» (cf. 2Tim 1,10; Jn 14,22). Lo decisivo para nuestra salvación no es ya la visión, sino la –> fe (20,29), una fe que brota al oír el mensaje, que permanece y se continúa en la predicación y el anuncio (20,31; 1Jn 1,3). Para Juan, Cristo, en su misión histórica, es más la palabra (--> Logos) que la imagen del Padre.

La manifestación auténtica de Dios acontece, también según el Nuevo Testamento, sólo al final de los tiempos: entonces el --> Hijo del hombre aparecerá con gran poder y majestad (Mc 13,26). «Parusía» (–> Nueva venida) y «epifanía» tienen aquí un significado idéntico (2Tes 2,8).

 

Apariciones del Resucitado. Acerca de las apariciones del Resucitado, que son el fundamento de la fe pascual, habla el Nuevo Testamento de diversas maneras. Así, el más antiguo testimonio de la resurrección dice: «(que) resucitó al tercer día, según las Escrituras, se apareció a Cefas y luego a los doce; después se apareció a más de quinientos hermanos... Luego se apareció a Santiago, más tarde a todos los apóstoles. Y en último término se me apareció también a mí, como a un aborto» (1Cor 15,4-8). El Resucitado «se manifestó», «se dio a ver» (Mc 16,7; Mt 28,7.10; Jn 20,18.20.25.29; Act 9,27; 22,17; Lc 24,37.39); «se reveló» (Jn 21,14); «Dios le concedió la gracia de aparecerse» (Act 10,40; Rom 10,20). El que se manifestaba y revelaba fue percibido por los testigos como el Resucitado. Lo que le ocurrió al apóstol es llamado por éste mismo –> «revelación» y «descubrimiento», «desvelamiento» (Gál 1,12,16), esto es, desvelamiento de un –> misterio absolutamente oculto y experiencia inmediata de una realidad inaccesible.

Ahora bien, «aparición• (--> Teofanía) es en la Biblia lo contrario de comunicación y –> mensaje; entraña una experiencia personal. «Aparecer• significa hacer experimentable; «ver» significa encontrar. El que se aparece como resucitado es el crucificado; en el Resucitado se ve al crucificado. En las apariciones del Nuevo Testamento, el Resucitado aparece siempre y esencialmente como sustraído y aparte: «desapareció de su vista» (Lc 24,31); «desapareció de su vista y fue llevado al cielo» (Lc 24, 51; Act 1,9ss). El Resucitado vuelve como aquel que se fue; sale al encuentro como quien está en camino, indisponible. «Aparición• significa, por tanto, autoapertura del Resucitado en palabra y en señales. La resurrección de Cristo acontece en la historia humana como «encuentro» (Schlier). Su encuentro es llamada y misión, consuelo e instrucción, fundación de una nueva –> comunión, de una nueva –> vida.

En este encuentro, el crucificado da pruebas de haber resucitado. Da pruebas de una experiencia nueva y definitiva de su entrega (–> Por los otros). Las apariciones, transmitidas hasta nosotros de múltiples maneras, constituyen la experiencia original de los primeros testigos.

 

Aplazamiento de la --> nueva venida del Señor. Mientras que Pablo mantiene todavía una firme fe en la pronta nueva venida de Jesús, en 1Tes 4, 15 la comunidad primitiva percibe ya claramente el problema del aplazamiento de la nueva venida una vez que, tras la ruina de Jerusalén, el año 70 d C., no se produjo el fin del mundo esperado en conexión con aquel acontecimiento. Bajo la impresión de esta ausencia de la parusía y condicionada por ella, se dan los primeros planteamientos para el nacimiento de la --> Iglesia. Cierto que apenas perdió fuerza la fe en la venida de Jesús y del --> reino de Dios; pero se adquirió conciencia de que había que organizarse en este mundo y esto significaba encontrar nuevas formas de organización y fijar por escrito las tradiciones referentes a los hechos y palabras de Jesús, no en último término con la finalidad de protegerlas frente a la creciente formación de leyendas.

Los cristianos de finales del siglo I conocían bien el problema del aplazamiento de la parusía, como lo demuestran los varios intentos por buscar una solución a esta realidad. Marcos presenta la época entre la –+ resurrección y la nueva venida como tiempo de --> misión en el mundo (Mc 13,10). Para Mateo y Lucas es el tiempo de la Iglesia.

La literatura apocalíptica eligió un camino falso para la solución del problema del aplazamiento de la parusía. Se intentaba aquí calcular el día y la hora de esta parusía, empresa que ya el mismo Jesús había declarado imposible (cf. Mc 13,32).

 

Apocalipsis. Obras judías o cristianas pertenecientes al género –> apocalíptico. De acuerdo con el contenido se distinguen tres grandes grupos de apocalipsis:

a) los apocalipsis historicosalvíficos sobre los últimos tiempos. Tratan de los acontecimientos del tiempo final de la historia del género humano, es decir, del llamado –> fin de los tiempos. Más concretamente, tratan de la victoria de los –+ justos sobre los enemigos de la justicia, de la eliminación de los pecadores y de los impuros y de la restauración de todas las cosas en el estado en que se hallaban desde el principio según los planes de Dios.

b) Apocalipsis cosmológicos y teosóficos, que se ocupan fundamentalmente del cosmos, del universo, de los ángeles, de los siete cielos y del trono de Dios.

c) Apocalipsis sobre el tiempo final individual: describen el destino del hombre después de la muerte (cielo e infierno).

Los apocalipsis más conocidos son: el Libro de Henoc (en su doble versión etiópica y griega), los cinco oráculos sibilinos (—> Sibila), los —> Testamentos de los doce patriarcas. Dentro de la Biblia pertenecen al género apocalíptico Is 24-27, Mc 13 y el Apocalipsis. Los apocalipsis se caracterizan por un estilo que abunda en imágenes.

 

Apocalipsis de las semanas. En el libro de --> Henoc etiópico (93 y 91,12-17), escrito apocalíptico judío, se considera la historia del mundo como una unidad dividida en diez semanas. Cf. el —> árbol genealógico de Jesús en Mt 1 y Lc 4.

 

Apocalipsis de san Juan. Llamado también brevemente el Apocalipsis es, en las listas corrientes, el último de los libros de la Biblia y el único escrito apocalíptico del Nuevo Testamento. El escrito, compuesto por el «vidente» durante su exilio en Patmos, es decir, durante un período de persecución (muy probablemente a finales del reinado de Domiciano, muerto en el 96), menciona como autor del libro a un hombre, llamado Juan, que afirma ser profeta (1,1.4.9; 22,8s). La investigación actual, en oposición a la antigua (aunque no unánime) tradición de la Iglesia, se niega, en general, a identificar a este Juan con el apóstol —> Juan, o con el Juan autor del —> Evangelio, que probablemente es también un personaje distinto del apóstol del mismo nombre. Contraviniendo a la norma acostumbrada en el género literario --> apocalíptico de ocultar al autor bajo un seudónimo, el autor del Apocalipsis de Juan, consciente de su condición de profeta, presenta su escrito a las comunidades del Asia menor bajo su propio nombre (2,3). Con la revelación que Dios entrega a los cristianos, por medio de Cristo y del vidente, acerca de »lo que está por venir» (1,1-3), el autor del Apocalipsis quiere avisar y consolar a sus lectores. Y lo hace con un libro cuyos elementos están perfectamente meditados y ensamblados para su propósito. Después de una introducción de tipo epistolar (1,4-8), sigue una grandiosa visión de Cristo (1,9-20), que prepara el terreno para las siete cartas de amonestación (2-3) a las comunidades de Asia menor (Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia y Laodicea), a las que se estimula con reprensiones, alabanzas, amenazas y promesas.

Tras la introducción parenética, sigue la sección apocalíptica fundamental (4,1-22,5) que describe, con una serie de visiones cuidosamente escalonadas (visión de los sellos 5,1-8,1; visión de las trompetas 8,2-11,14; visión de las copas 15,1-16,21), el juicio sobre los adversarios de Dios y los enemigos de los cristianos, celebra, a través de sus descripciones del culto a Dios en los cielos, con sus himnos, la liberación ya conseguida en el acontecimiento de Cristo y la victoria decisiva de los cristianos, y estimula finalmente la confianza cristiana, ofreciendo una visión de la soberanía plena de Dios en la Jerusalén celeste. La conclusión del libro (22,621) insiste en la autenticidad de las visiones, expresa una viva —> espera próxima y procura proteger al libro de falsificaciones.

La exégesis del Apocalipsis de san Juan debe partir del hecho de que su autor no quiere hacer «profecías» sobre el curso del mundo o de la historia de la Iglesia. Lo que intenta es consolar a los lectores y exhortarles a permanecer firmes en la confianza en la victoria final de Dios. Y para conseguirlo se sirve de números, imágenes y escenas simbólicas que, en su máxima parte, se encuentran ya en la tradición. 

 

Apocalipsis (género literario). El vocablo se deriva del gr. apokalyptein = revelar, o apokalypsis = revelación. Por género apocalíptico se entiende: 1) el --> género literario de los --> apocalipsis, es decir, los escritos de «revelaciones» de la época veterotestamentaria, del judaísmo tardío y del cristianismo posapostólico; 2) las formas de pensamiento y expresión que caracterizan los --> apocalipsis, que han dejado sus huellas en pequeñas composiciones literarias de los escritos del canon bíblico y ha marcado con su sello el lenguaje teológico de los autores y portadores de la tradición del Nuevo Testamento.

a) El género literario apocalíptico tuvo su edad de oro entre el siglo II a.C. y el siglo II d.C., es decir, aproximadamente desde el origen del llamado apocalipsis de Isaías (Is 24-27) y del libro de Daniel hasta el Apocalipsis de san Juan. Los autores de los apocalipsis presentan sus «revelaciones» bajo diversas formas menores propias del género apocalíptico: visiones, audiciones, sueños, viajes celestes, instrucciones angélicas y voces del cielo, lecturas de libros celestiales y cosas semejantes. En el lenguaje simbólico (---> Imagen) y alegórico (—> Alegoría) del apocalipsis pervive y se continúa la herencia profética, así como la influencia de diversos elementos extraños que penetraron en el judaísmo en tiempos posteriores. El género apocalíptico tiene predilección por las imágenes misteriosas, los números simbólicos, los nombres extraños, la periodicidad del proceso del universo a lo largo del tiempo, etc. Entre las reglas estilísticas de este género literario se cuentan asimismo el uso de seudónimos destinados a garantizar el carácter de revelación de lo que se comunica (significativamente el Apocalipsis neotestamentario, consciente de su condición profética, renuncia a este recurso estilístico), la contraposición dualística entre mundo celeste y mundo terrestre — sometido al dominio de Satán — entre el --> eón presente y el futuro, así como la elaboración de una atmósfera rodeada de misterio.

Los temas fundamentales del género apocalíptico, contenidos bajo el común denominador de «revelaciones» sobre el mundo sobrenatural, giran en torno al fin del mundo (señales precursoras, última tribulación, resurrección de los muertos, eterna bienaventuranza sobre la tierra actual o sobre una tierra renovada, condenación y tormentos del infierno, etc.), en torno al mundo celeste del más allá (paraíso, número de los círculos celestes, de sus funciones y sus habitantes, de la corte y trono de Dios, mansión de los muertos, etc.) y en torno a los --> ángeles y —> demonios (nombres, rangos, funciones, etc.). Hablan también de los misterios cosmológicos, astronómicos y meteorológicos (movimiento de los cuerpos celestes, origen de la lluvia y de la nieve, estructura del firmamento, etc.).

Característica constante de todo este género apocalíptico es su fuerte vinculación al Antiguo Testamento, que utiliza amplia y libremente. Frente a la restante literatura apocalíptica, los apocalipsis canónicos descubren una extraordinaria concentración en los temas religiosos, en los problemas relativos al reino de Dios y de Satanás, a la salvación y el juicio. De una manera especial, el Apocalipsis del Nuevo Testamento se esfuerza por dar una interpretación del presente angustioso a la luz de la revelación de Cristo ya acaecida, no por hacer predicciones o especulaciones sobre el futuro a través de cálculos que descubran el curso de la historia (de la Iglesia). Justamente, en este caso, no se da coincidencia entre pensamiento teológico y forma estilística propia del género apocalíptico. Aquí se hace presente de una manera excepcional la intención parenética del género literario apocalíptico veterotestamentario (—> Daniel [libro de]) de consolar y exhortar a los hombres piadosos perseguidos y oprimidos y, respectivamente, a los creyentes en Cristo (cf. los himnos de la liturgia celeste).

b) Las formas de pensamientos y expresión que caracterizan los escritos apocalípticos nacen, en parte, de una especulación auténticamente teológica y, en parte, de la ávida curiosidad por conocer los misterios del hombre, del mundo y de Dios (influjos historicorreligiosos extraños al juanismo). En una etapa posterior de la historia del pueblo judío, sentida como historia de elección y salvación, y en el ámbito de una situación políticamente sin esperanza y religiosamente amenazada, surge, bajo el influjo de un pensamiento dualístico que irrumpe triunfalmente, una visión histórica que se concentra más y más en el final de la historia, en el eskhaton, el fin del —> eón malo y del reino de Satán, en el comienzo de la instauración del --> reino de Dios y de sus justos. En la primitiva cristiandad ejerció un especial influjo la doctrina de los dos eones (en el acontecimiento de Cristo ha tenido lugar el cambio de eones, ha llegado la plenitud de los tiempos, Gál 4,4; Mc 1,15). Con todo, debe tenerse en cuenta la significativa modificación de esta doctrina cuando se afirma la «coincidencia» de los dos eones, por cuanto expresa la diferenciación escatológica de la realidad que desemboca en la salvación o bien en la condenación. Debe advertirse, finalmente, la transformación de la actitud escatológica del cristiano respecto del concepto de --> «espera próxima», acuñado por el género apocalíptico, y que ahora se aplica a la irrupción del reino de Dios (Mc 1,15).

 

Apócrifos. Escritos «ocultos» que, a pesar de atribuirse una paternidad profética o apostólica (—> Pseudónimo, —> Autor) y de tener un contenido religioso, no fueron nunca públicamente reconocidos en la —> liturgia y en la discusión teológica (—> Canon). Jerónimo aplicó el nombre de apócrifos a los libros --> deuterocanónicos del Antiguo Testamento que se hallan en las traducciones griegas de la Biblia, pero no en el canon judío. A esta definición se adhiere la teología protestante, que llama --> pseudoepígrafos a los libros no canónicos del Antiguo Testamento.
Son apócrifos del Nuevo Testamento aquellos escritos que, bien por su título o por otras afirmaciones, pretenden ser canónicos pero que, no obstante haber sido compuestos muchas veces en una época muy próxima a la de los escritos neotestamentarios, no fueron enumerados ni en el canon ni entre los escritos de los —> padres apostólicos. Continúan las —> formas y géneros acostumbrados en el Nuevo Testamento e intentan
satisfacer la piadosa curiosidad, sobre todo en lo referente a la --> infancia de Jesús y a su --> resurrección, a los viajes misionales de los apóstoles y a la —> escatología. Pretenden también a veces fundamentar determinadas doctrinas heréticas. Algunos importantes descubrimientos de --> mauscritos han ampliado considerablemente el conocimiento de los apócrifos del Antiguo Testamento y del Nuevo, que ofrecen un material notable para comprender el ambiente bíblico.

 

Apolo. Judío alejandrino, adepto al principio al movimiento de Juan Bautista; más tarde entró en contacto con el cristianismo de Éfeso. Continuó en Corinto, con celo y destreza, la predicación de Cristo de Pablo (Act 18,24-19,1; cf. 1Cor).

 

Apóstol. La palabra apóstol procede del griego popular y se encuentra raras veces en la literatura griega. El vocablo alude más bien al mundo del lenguaje semítico. En éste, la raíz shalah tiene un significado lleno de contenido: enviar con pleno poder. El Nuevo Testamento puede mencionar a varios hombres «enviados»: los —> doce, Pablo, Santiago, el hermano del Señor, diversos misioneros y mensajeros de la primitiva Iglesia (p. ej., Bernabé). Pero aplica también la palabra a los profetas del Antiguo Testamento (Lc 11,49), a los que enseñan errores (2Cor 11,5: casi seguramente por ironía) y al mismo Jesús (Heb 3,1). Todos ellos tienen en común que se les considera como mensajeros de Dios, encargados de llevar a cumplimiento, con su poder, determinadas tareas. En este punto, el uso lingüístico neotestamentarío se da la mano con la definición veterotestamentaria de los --> profetas, a los que se reconocía también como —> mensajeros de Dios. En la mentalidad rabínica, este servicio de mensajero se entendía como representación. El comisionado actúa en nombre del que comisiona y debe ser considerado igual que éste último. El enviado por alguien se identifica en cierto modo con el que le envía (cf. Jn 13,16). Apóstol es, por tanto, título de una función, cuyo origen, se encuentra en el uso lingüístico de la Iglesia. Al producirse en la segunda generación cristiana (aproximadamente a partir del 70 d.C.) un creciente proceso de institucionalización de la comunidad eclesial, también el título de apóstol quedó afectado por el proceso y pasó a ser una designación técnica del ministerio singular de los doce, entendido de una manera excepcional, como servicio dotado de autoridad singular.

En los Evangelios hallamos tres expresiones para designar a los hombres que seguían a Jesús: los --> doce, los —> discípulos y los apóstoles. La expresión apóstol se reserva, estrictamente hablando, a los hombres de la primera generación cristiana en los que concurren las siguientes circunstancias:

a) Los apóstoles saben que han sido elegidos por Jesús (Lc 6,13ss), pero al mismo tiempo saben que esta elección se remonta al Padre, de quien el mismo Jesús se considera enviado (Mt 10,40) y por cuyo encargo actúa (Mt 28,18). Es el Resucitado quien envía a los apóstoles (--> Misión apostólica); Matías es elegido para sustituir a Judas Iscariote mediante la suerte (decisión divina); Pablo recibe el mandato del mismo Señor, en el camino de Damasco. Su vocación se justifica por la aparición del resucitado. El apóstol no ha sido llamado por los hombres.

b) Los apóstoles han sido comisionados por el mismo Dios a través de Jesucristo y conciben su ministerio, de acuerdo con el modelo del siervo de Yahveh (Mc 10,35-45), como servicio a Dios. En cuanto colaboradores de Dios (1Cor 3,9) tienen derecho a reclamar la obediencia de las comunidades (Rom 15,18). Su —> ministerio es, ante todo, un servicio (Act 20,24), que llevan a cabo por encargo divino y con divino poder (Jo 20,23). Al igual que el ministerio de Jesús, también el de los apóstoles puede pasar desapercibido o ser, incluso, despreciado (1Cor 4,9-13). El ministerio apostólico como servicio ha sido destacado sobre todo por Pablo (2Cor 10,13) en su polémica con los «superapóstoles» gnósticos (--> Gnosis). Estos intrusos pretendían poner en duda el apostolado de Pablo, porque le faltaba la autoridad de la primera comunidad. Pablo responde aludiendo al encargo recibido del Señor crucificado y resucitado y a los padecimientos de su existencia apostólica como una predicación directa de Cristo. Su Evangelio se apoya en su ministerio apostólico, con el que se identifica.

c) Como mensajeros dotados de poder y autoridad, los apóstoles predican el —> mensaje, el --> Evangelio de --> Jesús, del —> Cristo. No defienden una doctrina humana (2Cor 2,17), sino que hablan con la conciencia de que pronuncian, como representantes, la --> palabra definitiva de Dios (2Cor 5,20).

En virtud de este mismo poder llevan a cabo la eucaristía, el bautismo y la imposición de manos, fundan y dirigen comunidades, armonizan puntos de vista, solucionan polémicas, ejercen funciones judiciales y ofrecen señales maravillosas del poder de Dios (Act 28,3-6).

d) El ejemplo personal de los apóstoles significa para las primeras comunidades cristianas una realización plástica y evidente de la vida cristiana (1Tes 1,6). Imitando el ejemplo de su padre espiritual (1Cor 4,14-17), una comunidad puede estar segura de andar por el camino de Cristo y de ser miembro auténtico de su --> cuerpo.

e) Los puntos de vista antes mencionados indican que los apóstoles son el fundamento de la Iglesia (Ef 2,20) entendida como el nuevo Israel (Gál 6,16), es decir, como cumplimiento del encargo original y universal del pueblo elegido respecto del mundo entero. Por eso, el campo de trabajo de los apóstoles es, bajo la dirección de Pedro (Mt 16,18-19), el mundo entero (Mt 28,19). Los «doce» forman el número perfecto de Israel y, en su calidad de --> jueces de los últimos tiempos, pondrán al descubierto la culpa del Israel infiel (Mt 18,29).

f) Dado que ellos fueron constituidos personalmente por Cristo como enviados de Dios (Jn 21,15-18), su ministerio tiene una singularidad irremplazable («época apostólica», cf. Mc 5,14). En cuanto seguidores e imitadores plenamente responsables de Cristo en su ministerio apostólico, procuran que el fundamento apostólico de la Iglesia se manifieste clara, concreta y constantemente y tenga siempre plena validez (Mc 3,14). Por este motivo delegan a ciertos hombres, que continúan una parte de su ministerio apostólico (palabra, sacramento, gobierno de la Iglesia, 1Tim 4, 14), a los que imponen la obligación de prestar constantemente este servicio (2Tim 2,1s). Aquí es donde se ha dado el paso lógico del —> carisma personal de un apóstol al ministerio de régimen en la Iglesia (obispos).

Por lo que atañe a las personas concretas de los apóstoles, la tradición posapostólica las ha conservado de una manera inequívoca: son apóstoles, en efecto, los doce mencionados por su nombre en las listas de apóstoles (por ejemplo, Lc 6,13-16), con la única excepción de Pablo. Éste es el «apóstol que no viene de los hombres ni por mediación de hombre alguno, sino por Jesucristo y Dios Padre, que le resucitó de entre los muertos» (Gál 1,1, encabezamiento de la carta). A Pablo se le reveló el Hijo, mediante una intervención directa de Dios, para que le anunciara entre los paganos (Gál 1,16). Su apostolado es el despliegue de aquella revelación que le eligió, bajo la expresa aprobación de los primeros apóstoles (Gál 2,1ss). Los apóstoles —también Pablo —, son el fundamento sobre el que se alza la Iglesia apostólica, se vinculan con el Antiguo Testamento (las doce tribus de Israel) y, como colegio apostólico, constituyen la forma primera y originaria del colegio de los obispos. El apostolado de estos doce hombres, que establecían ya en la glesia primitiva el lazo histórico con las palabras y los hechos de Jesús, fueron testigos de su --> resurrección (es decir, anunciaban su obra redentora), que difundieron y ampliaron la actividad mesiánica de Jesús, primero como colaboradores (Lc 9,1-6) y más adelante como representantes independientes, es algo irrepetible que no admite sucesores directos. Pero dado que ya desde el principio (cf. Act 6,6) delegaron a algunos cristianos como colaboradores suyos, con encargo de continuar y difundir el kerygma apos- tólico, convirtieron el apostolado en una tarea permanente para toda la Iglesia y en todos los tiempos.

Si hoy nosotros nos designamos miembros de la «Iglesia apostólica», confesamos con ello nuestra fe en la redención por Jesucristo tal como fue

expuesta ante la primitiva Iglesia por los apóstoles (en cuanto enviados de Dios por Jesucristo, colaboradores de Dios, mensajeros dotados de poder, modelo y forma de la Iglesia, fundamento del nuevo Israel y responsables de cara al futuro). La primitiva Iglesia recibió esta fe de labios de los apóstoles, la transmitió, la fundamentó y garantizó de este modo la continuidad de la cristiandad y del cristianismo. Al igual que los cristianos de la primitiva Iglesia, también nosotros hemos sido llamados al --> seguimiento de Jesús, es decir, a escuchar el mensaje apostólico del Nuevo Testamento y la predicación de la Iglesia; al aceptar la fe, nos sabemos en cierta manera delegados para participar en la tarea de representación (apostolado) que se da en todos los tiempos. Debemos orientar nuestra existencia hacia el mensaje salvífico y responder, desde nuestro propio puesto y libremente, sea carismáticamente o en virtud de un ministerio oficial —ya en el servicio de la Iglesia o en el mundo, ya expresamente o en silencio — a la llamada que ha llegado hasta nosotros. Si es que ha de tener algún sentido seguir afirmando que también hoy son los apóstoles el fundamento de la Iglesia; si ser apóstol significa representar a Cristo y su salvación, entonces el ministerio apostólico debe ser realizado por toda la Iglesia. La Iglesia entera debe hacerse responsable de esta tarea y no sólo los sacerdotes, los obispos, el clero o los funcionarios laicos. Sólo desde una perspectiva histórica y unitaria del ministerio apostólico recibe cada ministerio particular y cada servicio concreto su peculiaridad y justificación; sólo así se administra fielmente la herencia apostólica.

 

Apóstoles de mentira. Según 2Cor 11, 13, los apóstoles de mentira son misioneros (¿gnósticos?) que actuaban en Corinto con el título injustificado de apóstol. De modo semejante designaba la comunidad de Éfeso como «mentirosos» a algunos que se presentaban como apóstoles, sin serlo (Ap 2,2).

 

Apóstoles (elección de los) —+ Elección de los apóstoles.

 

Apotegmas. Sentencias concisas y certeras de algún personaje (por ejemplo de un maestro) que tienen para sus —> discípulos (—> Alumno) validez indiscutida. El concepto pasó de la historia literaria griega a la --> historia de las formas neotestamentarias. Bultmann lo ha aplicado sobre todo para el análisis de los sinópticos, mientras que Dibelius lo rechaza como excesivamente impreciso. En los --> Evangelios sinópticos los apotegmas son sentencias de Jesús consideradas como respuestas vinculadas a una pregunta. En los apotegmas existe siempre un breve espacio escénico, un fondo indicador de la situación.

Los apotegmas pueden ser sentencias polémicas o bien didácticas, para las que frecuentemente proporcionan ocasión las curaciones de Jesús (p. ej., Mc 3,1-6). Pueden asimismo ser motivadas por la conducta de Jesús o la de sus discípulos (p. ej., Mc 2,23-28). Otras veces el Maestro es interrogado por sus discípulos o sus enemigos (Mc 10,17-31; 12,18-27). Los apotegmas biográficos toman ocasión y escenario de un corto episodio de la vida de Jesús, como ocurre, por ejemplo, en la --> purificación del templo (Mc 11, 15-19), o cuando fue arrojado de su patria chica (Mc 6,1-6). Otras ocasiones para los apotegmas pronunciados por Jesús son las preguntas sobre el tributo del templo (Mt 17,24-27) o sobre quiénes son sus verdaderos familiares (Mc 3,20s) o la noticia de que Herodes intenta matarle. Debe darse siempre un trasfondo, aunque breve, para estas sentencias.

En los diálogos polémicos, el elemento primario es una sentencia del Señor conservada por la tradición. Esta sentencia fue utilizada para construir una controversia, de la que aquella sentencia constituye el ápice. En la primitiva comunidad cristiana puede advertirse una fuerte tendencia, ya desde el principio, a insertar las sentencias transmitidas del Señor dentro de un diálogo polémico. Esta modelación del material transmitido se llevó a cabo, en gran parte, en la primitiva comunidad palestina. En los contados datos sobre la situación de los apotegmas, las personas aparecen siempre según un esquema fijo, sin perfil concreto. No toman parte unos hombres, sino unos tipos determinados.

 

Árabes. En los más antiguos escritos bíblicos, es nombre colectivo para designar a los nómadas del desierto siroarábigo (en hebr. araba = estepa, desierto). Los árabes en su sentido moderno son desconocidos en el Antiguo Testamento, que menciona tan sólo las tribus de la actual península arábiga. En Neh y Cró, los árabes son los habitantes (edomitas) de la provincia de Arabia del imperio persona, de los que se formó más tarde el reino de los -+ nabateos. Este desierto, situado en los límites de los terrenos cultivables de Palestina, se sigue llamando Arabia en el Nuevo Testamento y, a sus habitantes, árabes (Gál 1,17; 4,25; Act 2,11).

La lengua árabe hablada por las tribus de beduinos en la actual península arábiga tiene un gran interés para la investigación de las antiguas lenguas semíticas, porque contiene numerosos elementos lingüísticos protosemitas.

 

Aram. a) Nombre personal en el Antiguo Testamento. Se llama Aram el hijo de Sem, padre de la estirpe de los --> arameos (Gén 10,22s) y un antepasado de Jesús (Mt 1,3s).

b) Nombre de la región habitada por los arameos, entre Belich y Jabor, afluentes del Éufrates, llamada también Aram-Naharaim (Gén 24,10) y más tarde Siria (Jue 3,8; Sal 60,20).        

 

Arameo. Dialecto semita noroccidental, hablado por los --> arameos. A partir de este dialecto se formó, hacia el 500 a.C., un lenguaje internacional para uso de las relaciones políticas y comerciales, que se hablaba desde –+ Egipto y Asia menor hasta el Indo. Aparece también en la Biblia (p. ej., en algunas secciones del libro de Daniel). Aparte este lenguaje oficial, aparecieron otros dialectos locales que se prolongaron durante mucho tiempo, sobre todo en el lenguaje escrito religioso: arameo judío, samaritano, palestinense cristiano, etc.

En la época de Jesús, el pueblo judío y Jesús mismo hablaban arameo. En el griego de nuestros Evangelios se transparenta muchas veces la originaria concepción aramea del mundo. –> Hebreo.

 

Arameos. Grupo de pueblos semitas, que en la época de los patriarcas habitaba junto al Éufrates (–> Aram). En su país se encontraba Narran, la segunda patria de Abraham, cuyos descendientes se llamaron arameos (Gén 22,21; Dt 26,5). Tras el derrumbamiento del reino hittita, los arameos penetraron en el norte de Siria, Mesopotamia y la región del Líbano y del Hermón. Establecieron en Damasco un centro poderoso, contra el que tuvieron que defenderse los reyes de Israel y Judá, hasta que la ciudad fue destruida el 732 a.C. por los asirios. A pesar de esta derrota, la lengua aramea fue durante mucho tiempo una lengua universal (--> Arameo).

 

Árbol de la ciencia (del bien y del mal). Designación de uno de los dos árboles del jardín del --> Edén, expresamente mencionados y destacados. Dios había prohibido al primer hombre comer de este árbol, ya que lo único que no estaba en su poder era determinar qué era lo --> bueno y qué lo --> malo. Esta distinción no es en primer término moral, sino óntica. Cuando el --> varón y la --> mujer comieron de este árbol, descubrieron que estaban desnudos. No es la conciencia sexual lo que brota de este acto, sino la conciencia del –> pecado, de las propias limitaciones y de su insuficiencia ante Dios y ante sí mismo.

 

Árbol de la vida. Estaba situado en medio del jardín del –> Edén. Según el relato bíblico sobre el paraíso, estaba destinado a garantizar al primer hombre la inmortalidad. Probablemente el hombre debía comer de sus frutos de cuando en cuando, para renovar su vida. La idea del árbol sagrado está muy difundida en el antiguo mundo oriental. Así, --> Gilgamesh conoce una yerba de la vida, pero, con todo, esta vida se pierde a consecuencia de una serie de circunstancias fatales. En la Biblia, por el contrario, la vida se pierde por la --> desobediencia, es decir, no por un destino fatal, sino por una --> decisión libre del hombre.

 

Árbol genealógico –› Listas de nombres.

 

Árbol genealógico de Jesús. Las genealogías que se encuentran en el Antiguo Testamento demuestran claramente que los registros genealógicos no tienen como función única ofrecer documentación genealogicohistórica, sino que estaban al servicio de afirmaciones historicosalvíficas o, en general, teológicas (cf. Gén 5; 11,10-26). Se comprende así que los árboles genealógicos de Jesús — independientes entre sí y notablemente divergentes —que presenta el Nuevo Testamento, sean entendidos por la investigación actual como género literario, orientado más por las intenciones de la predicación que por consideraciones históricas. Las genealogías de Jesús, que desde el punto de vista histórico son prácticamente inconciliables (las hipótesis que intentan resolver las diferencias que surgen ya en el padre de José no llegan a convencer), son para cada uno de los evangelistas piezas de predicación conscientemente elegidas.

Mt 1,2-17 lleva el árbol genealógico — en tres cadenas de catorce miembros cada una (v. 17)— hasta el «rey• --> David como una de las cumbres de la historia israelita, hasta el –> exilio babilónico como su punto más profundo y hasta la plenitud de los tiempos en el nacimiento del --> Mesías Jesús, que no ha sido engendrado por José, sino por el Espíritu Santo, por Dios (v. 16,18-25). Es posible que el evangelista haya indicado al lector, con toda intención, sólo trece generaciones en la última serie (v. 12-16), para llamar su atención sobre la singularidad de la generación de Jesús, a quien debe anunciarse no sólo como hijo de Abraham (misión a los pueblos) y de David (misión a Israel) sino — superando a ambos — como –> Hijo de Dios (–> Nacimiento virginal). Mateo inicia con el árbol genealógico de Jesús su «libro de la genealogía de Jesucristo• (1,1).

Lucas, en cambio, utiliza la genealogía como conclusión de su perícopa del bautismo (Lc 3,23-38). Mientras que las genealogías de Mateo van desde Abraham hasta Jesús según el esquema «A engendró a B'., Lucas procede a la inversa y traza una línea ascendente, con la adición del correspondiente genitivo (hijo de...) que va desde Jesús hasta Adán y hasta el mismo Dios, de quien en la historia de la –> infancia según Lucas se confiesa que Jesús es Hijo, dato confirmado en las genealogías por el giro «y era, según se creía, hijo de José• (v. 23).

Las genealogías de Lucas, con sus setenta y siete eslabones, sirven al propósito universalista del Evangelio, que celebra a Jesús como nuevo Adán e Hijo de Dios, como iniciador de una nueva humanidad. Bajo este aspecto, es muy significativo que las genealogías se hayan situado en Lucas inmediatamente antes de la historia de las tentaciones. --> Listas de nombres.    

 

Arca de la alianza (narraciones sobre el arca). El arca de la alianza era un cofre sagrado de la época nómada de Israel (descripción en Ex 25,10-22; 37, 1-9). Se la llama también «arca de Dios», «arca del Señor», «arca de la ley» y «arca del testimonio». Se la consideraba como el signo visible de la presencia auxiliadora y protectora de Yahveh en su pueblo; pero no se podía abusar de ello en sentido mágico (cf. 1Sam 4,4s). Dado que en ella se guardaban también las tablas de la ley, era, al mismo tiempo, una señal que recordaba a Israel las obligaciones de su alianza con Yahveh. La historia del arca se extiende desde Moisés, pasando por la marcha del desierto (época durante la que su lugar estuvo en la --> tienda de la reunión) hasta su traslado desde -+ Silo a -> Sión (bajo David) para ser depositada finalmente en el -> templo (bajo Salomón). Las narraciones sobre el arca presentan aquella línea historicosalvífica de la que es posible deducir la --> elección de Israel, David y Jerusalén. El destino del arca quedó truncado con la destrucción del templo de Jerusalén (587 a.C.). --> Alianza

 

Arcas del tesoro de Dios. Cámaras del templo, que servían para guardar los bienes y el tesoro del santuario (cf. Neh 10,38). Eran también recipientes en los que los peregrinos (-> peregrinación) depositaban sus ofrendas voluntarias. Según Mc 12,41 Jesús enseñó cerca de este lugar.

 

Arco iris (hebr. «arco de la guerra»). Después del castigo del diluvio, el arco iris es la señal de la voluntad de alianza de Yahveh que, en cierto modo, ha dejado su arco en las nubes para siempre (Gén 9,12-17).

La viveza del colorido del arco iris es emblema de la gloria de Dios, de un ángel o del sumo sacerdote (Ez 1,28; Ap 4,3; 10,1).   

 

Areópago (gr. «colina de Ares»). Nombre de la colina rocosa junto a la acrópolis de -> Atenas, sede oficial de las autoridades de la ciudad, que también poseían jurisdicción sobre las cuestiones religiosas. A este lugar fue llevado Pablo, sea porque se juzgó que su doctrina era importante y se quería saber más sobre ella, sea porque debía obtener de las autoridades el permiso para enseñar, o simplemente porque se le oía mejor que al aire libre. Aquí, pues, pronunció su famoso discurso del Areópago (Act 17). Tomando ocasión de la inscripción ateniense de un altar, anuncia al --> «Dios desconocido». Pero su doctrina sobre la resurrección de los muertos provocó una fuerte oposición entre sus auditores filósofos. Así, Pablo sólo pudo ganar en Atenas unos pocos creyentes.

 

Aristeas. Funcionario de la corte del rey Ptolomeo II Filadelfo (285-246). Bajo este nombre, un desconocido escribió, hacia el año 100 a.C., una Carta de Aristeas. Entre otras cosas legendarias narra cómo se adquirió y se tradujo para la biblioteca del rey Ptolomeo II el Pentateuco hebreo. Según la carta, la traducción al griego fue llevada a cabo por 72 sabios judíos (seis por cada una de las doce tribus). Este número, redondeado en setenta, pasó a designar todo el Antiguo Testamento griego conservado hasta nuestros días (-> Septuaginta).

A pesar de su carácter legendario, la carta de Aristeas es un importante testimonio sobre el origen de los LXX en el siglo III a.C. en Alejandría, sobre la teología y la cultura del judaísmo alejandrino y sobre las buenas relaciones entonces existentes entre griegos y judíos.

 

Armadura. Según la concepción bíblica, Dios sostiene un combate contra las --> potestades y principados del mundo que se le oponen. A partir del acontecimiento de Cristo, esta batalla ha entrado en su fase final (-+ Lucha final). Es una batalla que se libra en todos y cada uno de los hombres; pero especialmente el hombre que se inserta en Cristo se convierte en combatiente y campo de combate. Como combatiente de Cristo, el bautizado se reviste en el -> bautismo de una armadura: la fe y el amor son el escudo, la esperanza es el yelmo (1Tes 5,8); o bien la justicia es el escudo, la salvación futura es el yelmo y la -> palabra de Dios es la «espada del espíritu» (Ef 6,14.17; cf. ya Is 59,17). Así pues, el amor, la fe, la esperanza, la justicia y la palabra de Dios son, según la concepción bíblica, las armas del cristiano. Doquiera pelea y vence con estas armas, allí está al llegar el --> reino de Dios.

 

Armas. Con el fracaso de las esperanzas políticas de la historia de Israel, la expresión «armas» se utiliza en medida creciente en sentido trasladado religioso. En tanto el tiempo final no ponga claramente de manifiesto la insensatez de las armas terrenas, el creyente puede experimentar ya desde ahora el poder de Dios como único auténticamente eficaz. Esto no significa, sin embargo, que el cristiano se abandone a la inactividad, sino que está a servicio de Dios y puede empeñarse en la lucha •con las armas de justicia, las de la derecha y las de la izquierda» (2Cor 6,7), es decir, las de ataque y las de defensa, con la esperanza puesta en el poder de Dios. -> Armadura

 

Armonización de los Evangelios. Ya los más antiguos manuscritos del Nuevo Testamento intentan — consciente o inconscientemente — armonizar las tendencias de los -> Evangelios transmitidas de maneras divergentes. El sirio Taciano emprendió hacia el año 170 la primera tentativa general de una armonización de los Evangelios, es decir, elaboró, con el contenido de los cuatro Evangelios, un relato único y seguido. Su obra se ha perdido — a excepción de un fragmento en pergamino — y es preciso reconstruirla sobre la base de fuentes de segunda y aun de tercera mano. Eusebio de Cesarea hizo una síntesis sistemática sobre los pasajes paralelos de los Evangelios. En el siglo IX se compusieron dos armonías germánicas de los Evangelios: la Heliand (en antiguo sajón) y la obra de Otfrid von Weissenburg (en franco del sur). Actualmente, las ciencias bíblicas trabajan con sinopsis modernas (synopsis, en gr., mirada de conjunto): los textos paralelos de los tres primeros Evangelios se imprimen en columnas paralelas para facilitar la comparación. Hay sinopsis del texto primitivo, de la Vulgata y de las traducciones en lenguas modernas

 

Aromas. Drogas o sustancias empleadas en el culto, en los enterramientos y en la cosmética. Se citan entre ellas -> incienso, -+ áloe, -> bálsamo, --> mirra, -+ nardo y -> ungüento

 

Arpa. Gén 4,21 menciona a Yubal como •padre de cuantos tocan el arpa•. El arpa es un instrumento de cuerda, aunque distinta del arpa actual y mucho más pequeña, ya que se llevaba en la mano como la -> lira.
El arpa consta de al menos cinco cuerdas tendidas entre la caja de resonancia plana y el bastidor. El instrumento se pulsa o se rasguea con una
púa. El tono uniforme y sin posibilidades de variación limitaba el uso del arpa al acompañamiento del canto.

 

Arqueología. Importante ciencia auxiliar para el conocimiento de la historiografía de la antigüedad. Examina todos los testimonios que se nos han conservado, o que las --> excavaciones han puesto a nuestra disposición, sobre todo de la época antigua; especialmente --> inscripciones, documentos, monedas, construcciones, restos de edificios y obras artísticas.

La arqueología bíblica intenta, utilizando todos estos caminos, esclarecer y presentar la cultura de Israel y del judaísmo tardío, así como la de los
pueblos relacionados con ellos. De esta suerte hace posible o facilita la comprensión de algunos textos bíblicos y de la historia que contienen.
 

Arras. Concepto técnico del antiguo lenguaje jurídico y mercantil. Se paga un anticipo de la cantidad total, con lo que se fundamenta un sólido título jurídico. El anticipo hace plenamente válido un contrato. El que paga el anticipo se compromete a seguir dando al que lo recibe nuevas cantidades a plazos fijos. A este concepto comercial recurre Pablo cuando habla del –> Espíritu de Dios y, con ello, a las futuras acciones salvíficas divinas. En el --> bautismo los cristianos se sometieron al dominio de Cristo; Dios mismo los ha ungido y señalado con su dignidad real; les ha entregado un •anticipo del Espíritu• (2Cor 1,22; 5,5). Con este anticipo les ha preparado para la futura --> resurrección de entre los muertos (2Cor 5,5ss). Dado que se les ha concedido un anticipo del Espíritu, obtienen un título jurídico sobre este Espíritu y sobre la •patria celeste•. Si, como bautizados, viven bajo la ley de Cristo, recibirán una participación plena en la nueva vida del Señor.

Las arras del Espíritu significan que la nueva vida ha comenzado ya de hecho, desde que Cristo ha resucitado; los bienes definitivos de la salvación de Dios se han hecho realmente posibles para los hombres. Se da para los hombres una anticipación del futuro de Dios. Dios se da ya por anticipado, siempre que los hombres estén dispuestos a aceptarle de antemano.

En efecto, Dios se ha prometido y se ha dado –› de una vez para siempre a los hombres en la vida, muerte y resurrección de Cristo.

 

Arrebatar. Significa una intervención de Dios en la vida de un hombre, en virtud de la cual el piadoso puede ser trasladado a otro espacio vital. Este arrebatamiento puede entenderse en un sentido espacial real, como p. ej., cuando el –> •Espíritu de Dios• arrebata y traslada a los profetas a otros lugares, o puede entenderse también como un arrebatamiento al --> cielo. En los escritos bíblicos se cuenta cómo

Henoc y –> Elías fueron tomados y arrebatados al cielo por Dios, en virtud de su fe y de su vida grata a la divinidad (Gén 5,24; 2Re 2,1-12). Estos relatos deben entenderse, según la concepción bíblica, en el sentido de que escaparon a la muerte, y, sin tener que descender a las regiones inferiores (–> Sheol), se encuentran en un estado de permanente cercanía a Dios. Este arrebatamiento a una cercanía de Dios, tal como la experimentaron los profetas, reclama Pablo para sí mismo (2Cor 12,2-4).

 

Arrepentimiento. Los escritos veterotestamentarios hablan de un arrepentimiento de Dios sobre sus propias acciones: en casos aislados (1Sam 15, 11) pero también de forma muy categórica (Gén 6,6). Con ello se le hace ver al hombre cuán poco responde a lo que Dios espera de él. No se trata, por consiguiente, •de algo que acontece en Jahveh•. Rom 11,25-23 proclama que el plan salvífico de Dios tiene una meta acerca de la cual Dios no se arrepiente. A todo esto responde que, en el hombre del Antiguo Testamento y del Nuevo, el arrepentimiento sólo sea eficaz como cambio de mentalidad y –> conversión. Así entendido, el arrepentimiento puede abrir al hombre el futuro de una vida ante Dios (Jer 8,4-6; Act 8,22; 11,18; Ap 2,5).

 

Arriba. A Dios no se le puede fijar a capricho en parte alguna. Con todo, el hombre sólo puede descubrir el misterio divino en las categorías de su mundo. Así, en la Biblia, la expresión «arriba• no es tan sólo una imagen poética, ni tampoco una realidad cósmica en sí (–> Mundo [imagen del]), sino una dimensión antropológica.

•Arriba• es el ámbito de la trascendencia de Dios, inaccesible y apartado de todo concepto humano, el ámbito del Creador y Señor soberano, del santo, del eterno (Sal 115,3.15s). Abajo está el mundo de sus criaturas, en cuanto es perecedero y pecador (Jn 8,23). Este •arriba• viene sobre y hacia nosotros espacial y temporalmente como acción salvífica, como presencia y don salvífico de Dios, que quiere transformar nuestro mundo y nuestra vida. Jesús viene de arriba (Jn 3,13) y permanece donde está el –> Padre (Jn 13,1). Él mismo es el •arriba• definitivo (Col 3,1ss) para quien ha nacido de arriba en agua y espíritu (Jn 3,3.31) y, como –> nuevo hombre elegido de Dios, ha resucitado en Cristo y vive de su –> Espíritu, como hijo de la --> Jerusalén libre, la Jerusalén de arriba (Ap 21,10; Gál 4,26).        

 

Arte narrativo. Es característica propia del espíritu israelita un modo de narrar vivo, imaginativo y fácil de retener en la memoria, según el cual progresa el lenguaje. A través de una serie numerosa de frases cortas, se refleja el paso de la palabra a la acción y de una acción a otra. Las sentencias se unen entre sí con un •y• en cierto modo monocorde, que empuja hacia la inesperada conclusión. Las formas estilísticas van desde lo trágico (1Sam 28: Saúl ante la pitonisa de Endor), hasta lo cómico (1Sam 25,36ss: muerte de Nabal). En los hechos narrados se insertan con sumo arte, y a modo de ilustración, experiencias tomadas de la historia (Gén 32, 22-55). –> Fuentes narrativas, –> Narración. go

 

Ártemis. Divinidad femenina griega, virginal y protectora de la fecundidad humana, de la juventud, del matrimonio y del alumbramiento.

Completamente distinta es la Ártemis de Éteso, que pertenece al tipo de las grandes madres del Asia menor, considerada como señora maternal de la naturaleza; su imagen, venerada en Éfeso — con numerosos senos como símbolo de su fecundidad — es esencialmente distinta de las representaciones clásicas (cf. Act 19,27).

 

Asamblea. Los vocablos griegos synagoge y ekkiesia (Iglesia) son traducción de una misma palabra hebrea: kahal, que indica la invitación al pueblo, la asamblea, •convocada• a toque de trompetas, de todos los hombres capaces de dar consejo o portar armas (Núm 10,7) y también la reunión para el culto litúrgico, el acto esencial de toda la asamblea del pueblo, en el que se concluye y renueva la –> alianza con Yahveh. La –> Iglesia, como pueblo de Dios de la nueva alianza, es convocado por Dios para vivir y testificar la salvación acontecida en Jesucristo. Esto sucede simbólicamente en la asamblea de la Iglesia que se reúne para el --> banquete del Señor (1Cor 11,20.26). ur

Asamblea de Siquem. En la asamblea de Siquem tenemos el reflejo de procesos litúrgicos que reproducen la fiesta de la institución del antiguo pacto tribal israelita. La fiesta debe ponerse en relación con el antiguo significado del –> lugar de culto, y en la asamblea de Siquem se concluye la alianza entre Yahveh y su pueblo (Jos 24,25), de la que se consideran testigos la gran piedra y el árbol sagrado. La alianza de Josué debe ser prolongación de la alianza de Moisés.

 

Ascensión --> Exaltación.

 

Ascensión de Cristo. No debe entenderse erróneamente esta ascensión a modo de un ascenso espacial visible, algo así como un «viaje interplanetario». Las escenas de la ascensión al cielo en la doble obra lucánica (Lc 24,50-53; Act 1,9-11) intentan sensibilizar, con ayuda de motivos bíblicos y medios estilísticos (gestos de bendición, nubes, explicaciones angélicas), la fe pascual fundamentada en las -> apariciones del Resucitado: la -> exaltación de Jesús a la -> gloria de Dios, acontecida en la --> resurrección y entronización como mesiánico -> Hijo de Dios. La ascensión describe, pues, un acontecimiento real, pero total y absolutamente sobrenatural, a cuyo carácter de realidad invisible alude el símbolo bíblico de la -> nube, a saber, la presencia oculta de la gloria divina. La duración de cuarenta días de las apariciones no debe tomarse como dato cronológico para fechar la ascensión que, según Lucas (c. 24), coincide con la resurrección; sólo se quiere indicar que los apóstoles experimentaron durante un largo lapso de tiempo la realidad de la resurrección, por lo que su testimonio tiene validez. Los -> ángeles sirven en definitiva para dar una interpretación del suceso misterioso según la cual la exaltación de Jesús garantiza su poderosa --> nueva venida. Al mismo tiempo, se rechaza la esperanza en una venida próxima, todavía predominante en la época de Lucas. En lugar de mantener la mirada fija en el -> Señor que ha de venir, lo que se pide ahora es dar testimonio de él. El tiempo de la --> presencia terrena de Jesús ha llegado a su fin. Comienza el tiempo de su presencia invisible en la --> Iglesia

 

Ascensión de Isaías. --> Apocalipsis que consta de tres partes: una leyenda judía sobre el martirio de --> Isaías, una profecía sobre Cristo y su Iglesia y una visión de Isaías que habla de su excursión por los -> siete -> cielos y de la redención que vendrá por Cristo. Las tres partes fueron reunidas en una sola obra probablemente en los siglos III-IV

 

Ascensión de Moisés. Escrito apocalíptico, cuyo origen se sitúa poco después del siglo IV a.C. Su mundo conceptual está próximo al de -> Qumrán. La ascensión de Moisés se ha conservado únicamente en una redacción latina — apoyada, a su vez, en un documento hebreo — que contiene tan sólo la primera parte, el testamento de Moisés: Moisés, ya próximo a su muerte, revela a Josué la historia de Israel, desde la conquista de Canaán hasta el fin de los tiempos. La descripción de la ascensión a los cielos, a la que posiblemente alude Jds 9, se ha perdido.

 

Ascesis. Concepto no bíblico, alejado del Antiguo Testamento y de su forma piadosa de aceptar la creación. Sólo más tarde la creciente conciencia de pecado desembocó, en el --> judaísmo tardío, en cierto tipo de renuncias que, exageradas, pudieron determinar una piedad de meras apariencias. Juan Bautista predica la --> conversión interior.

Jesús, como mensajero de la salvación y de la alegría, renuncia a las prácticas de penitencia (Mc 2,19). Predica el -> seguimiento de la cruz y el compromiso de la vida personal (Mc 2,19). La más profunda ascesis cristiana es la aceptación de los -> padecimientos en el servicio de Cristo (Flp 1,27-30).

 

Asenat -› José y Asenat.

 

Asesinato. La ley mosaica distingue entre asesinato y -> homicidio. El asesinato consiste en dar muerte intencionadamente a otro hombre y su castigo es, básicamente, la pena capital (Ex 21,12ss).

Para Jesús, se incurre en asesinato ya por el mero hecho de desear la muerte a otro. Quien se aíra contra su -> prójimo, es reo de asesinato; la
omisión del hecho por falta de oportunidad no libera de la culpa (Mt 5,21ss).
 

Ashera. Diosa femenina de la vegetación, venerada en todo el territorio fenicio y cananeo. Se la adoraba juntamente con --> Baal, de quien es esposa. Junto a los altares de Baal en los -> altos se hallaba también su símbolo: un árbol verde, símbolo de la fuerza vital venerada en Ashera, que se perpetúa a través y por encima de los cambios de las estaciones. En sustitución del árbol se utilizaba también un poste, que recibía asimismo el nombre de ashera.

 

Asia. En el Antiguo Testamento (1 y 2 Mac) el reino de los --> Seléucidas, es decir, toda el -> Asia menor y anterior. En el Nuevo Testamento designa la provincia romana de Asia proconsularis, creada en 133 a.C., con capital en --> Éfeso. Abarcaba las regiones de Misia, -> Lidia, Caria y --> Frigia, con las islas adyacentes. En Act 2,9, Asia abarca la parte occidental de Asia menor, sin Frigia.

 

Asia menor (Anatolia). Altiplanicie en forma de península, separada del mar Negro y del Mediterráneo por altas y escarpadas montañas. Al este la separa de Mesopotamia la altiplanicie armenia; hacia occidente desciende hacia el mar Egeo por una serie de numerosos valles. La altiplanicie, con grandes extensiones esteparias y desérticas, se extiende de este a oeste y está surcada en buena parte por el curso del río Halis. Como puente entre Europa y Asia, su historia está determinada por los pueblos que la han invadido desde oriente y occidente (entre otros, hittitas, griegos, persas, romanos). El Asia menor estuvo habitada por algunos de los pueblos mencionados en Gé 10 (Gómer, Togarma, Jayán, Túbal, Méshek, Lud).

 

Asideos. Generalmente se considera al partido religioso judío de los hasidim (casideos, «piadosos») del siglo II a.C., como los precursores del -> fariseísmo posterior. En la época de las luchas de los Macabeos se decidieron, impulsados por el ansia de libertad religiosa, en favor de Judas Macabeo. Como «fieles a la ley y a la alianza» exigían una estricta observancia de la ley, porque en esta observancia se cumplía la -> alianza con Dios, llegando al punto de preferir la muerte en un -> sábado, antes que transgredir la prescripción del precepto sabático del descanso empuñando las armas.
Rechazaban también radicalmente toda clase de compromiso con el helenismo.
 

Asilo (derecho de). Aparece en el Antiguo Testamento vinculado a la admitida --> venganza de la sangre y pretendía suavizar o reprimir las crueldades injustificadas de aquella venganza. El derecho de asilo concede al homicida un lugar en el que está a salvo de la venganza de la sangre.
Según Ex 21,13, todo aquel que había matado a otro inadvertidamente, podía refugiarse en el -> altar. Ahora bien, a partir de la centralización del culto por Josías (hacia el 620 a.C.) había un solo altar en el país. Núm 35,9-34 trata detenidamente el tema del derecho de asilo; se mencionan aquí seis ciudades en las que el homicida podía refugiarse. Dt 19,1-13 contiene anotaciones más detalladas sobre el tema.
 

Asiria (Assur) fue en un principio la patria de origen de los asirlos y el núcleo de su imperio. La región está situada en la altiplanicie al sur y al este de la actual Mossul. A lo largo de su dilatada historia recibe también este nombre la gran región del Asia anterior conquistada por los --> asirios.
 

Asirios. Semitas que aglutinaron en torno a sí diversos grupos de pueblos. Ejercieron una intensa actividad guerrera. Su cultura estaba esencialmente marcada por la de los sumerios y babilonios. En la cumbre de su poder, durante el nuevo imperio asirio (911605), dominaron toda Mesopotamia (con Babilonia), Siria y algunas regiones de Asia menor. En este período fueron funestos para Israel y Judá. El primer asirio que atacó a Israel fue Salmanassar 111 (859-824); Ajab y Yehú le pagaron tributo. Tiglat-Piléser 111 (745727) — mencionado en la Biblia (2Re 15,19) bajo el nombre de Pul, rey de Babilonia— no intenta tan sólo aumentar el número de pueblos sometidos, sino integrarlos completamente dentro del imperio. Y así comienzan las deportaciones. Cuando Ajaz de Judá le llamó en su auxilio contra el ataque de Israel y Damasco, sometió toda Siria y Palestina; Ajaz fue reducido a vasallaje. Salmanassar V y Sargón II borraron a Israel de la historia (721 a.C.). Judá escapó a este destino, pero sometida al pago de tributo. Años más tarde, –> Sedecías niega el tributo y se pone a la cabeza de una poderosa rebelión de los pequeños estados occidentales. Senaquerib (704-681) ataca, se apodera de numerosas ciudades de Judá, deporta a la población y pone sitio a Jerusalén, pero no llega a conquistarla (2Re 18,7.13-19,37). Cuando la fuerza brutal — única que podía mantener unidos los distintos pueblos del gigantesco imperio— se debilita, el imperio cae y desaparece de la historia, hacia el 605 a.C.

 

Asombro. Este concepto tiene en la Biblia una amplitud de significados mucho más extensa que en nuestras lenguas modernas; implica tanto el –+ éxtasis como el espanto.

a) En el Antiguo Testamento el asombro es, en primer término, la postura del hombre ante algo que supera su comprensión, que procede de Dios: se produce asombro ante las obras de la creación, ante la –> alianza, ante las intervenciones de Dios en la vida del hombre o en la historia, de las que sigue el establecimiento del derecho y la justicia. Con todo, el temor y temblor ante lo incomprensible y lo temible puede repercutir de manera enteramente distintas.

b) En el Nuevo Testamento, el asombro describe la reacción de los hombres ante la --> palabra y las acciones poderosas de Jesús. En las narraciones históricas de los primeros capítulos de Lc aparece esta palabra cuatro veces (Lc 1,21.63; 2,18.33), para subrayar el carácter maravilloso del relato subsiguiente. Los testigos de los –> milagros de Jesús reaccionan siempre con asombro (Mt 12,23: 15,31 y otros); también sus palabras provocan asombro (Lc 4,22 y otros). Juan testifica que cuantos se encontraban con Jesús quedaban asombrados (Jn 5.20; 7,21, etc.).

 

Aspersión. 1. La aspersión como rito sacrificial: La aspersión del altar con la sangre del animal sacrificado era característica de los –> sacrificios de inmolación (2Re 16,13); de aquí pasó el rito a los --> sacrificios de expiación (Lev 3,7) y finalmente a los –> holocaustos (Lev 1). Este tipo de aspersión significa adhesión a Dios y crea comunión con él (Éx 24,6-8).

2. La aspersión como rito de purificación: El gran día de la --> reconciliación se asperja siete veces el altar de Yahveh con la sangre de los animales sacrificados (un novillo o un macho cabrío) para purificar la tienda y el altar (Lev 16,15-19). La aspersión con agua produce la --> pureza cultual: la aspersión con agua lustral (agua mezclada con la ceniza de una vaca roja, con madera de cedro, hisopo y grana) purifica del contacto con cadáveres (Núm 19); la aspersión con agua viva, mezclada con la –> sangre de un ave sacrificada, elimina la impureza del que se ha curado de la lepra (Lev 14); la aspersión con agua pura santifica al levita cuando es consagrado (Núm 8); la aspersión con –> aceite mezclado con la sangre de la víctima santifica a Aarón, a sus hijos y sus vestiduras en la consagración sacerdotal (Lev 8).

3. La aspersión como rito de consagración: Las siete aspersiones con aceite (Lev 4,6) y sangre (Núm 19,4) frente al velo del santuario están destinadas a consagrar este mismo aceite y sangre para aumentar su virtud purificadora.

4. En el Nuevo Testamento se abandonan los ritos de aspersión veterotestamentarios. La «aspersión de la sangre de Cristo» Heb 12, 24) hace participar en la nueva alianza (Heb 9,18-21) y libera del pecado de una manera más perfecta que la sangre de los animales sacrificados del Antiguo Testamento y la ceniza de la vaca roja (Heb 9,13s). La aspersión con la –> sangre de Cristo tiene lugar en el bautismo (Heb 10,22; 1Pe 1,2).      

 

Assur. Ciudad del Tigris superior, capital durante algún tiempo de --> Asiria. Se llama también Assur al país, pueblo e imperio de los --> asirios. Assur es, asimismo, el dios principal de la ciudad y del país, así como el padre de la estirpe de los asirios. En Gén 10,22 es hijo de Sem. he

Astarté. Divinidad femenina de la fertilidad y de la maternidad entre los semitas occidentales, que corresponde a la (star de los babilonios. Numerosas figurillas de Astarté, con las características anatómicas femeninas muy acentuadas, testifican la honda veneración que recibía como diosa de la fertilidad animal y especialmente femenina. El culto de Astarté, practicado también por los israelitas, estaba ligado a los cultos de los altos y a la --> prostitución sagrada. El Antiguo Testamento conoce a Astarté como la diosa de las ciudades de Astarot, Ascalón y Sidón. Fuera de estos casos, el Antiguo Testamento llama a Astarté –> Ashera o Asharot. Los genuinos creyentes de Yahveh rechazaban decididamente el culto de Astarté y su símbolo, la ashera. De aquí que las astartés hayan pasado a significar divinidades femeninas.

 

Asterisco (gr. estrellita *). Signo empleado en la crítica textual, que en la –> Hexapla indica las añadiduras de los LXX.

 

Atar y desatar. --> Pedro y los –> apóstoles recibieron de Jesús el poder de «atar y desatar», y de que su decisión fuera válida también en el cielo (Mt 16,19; 18,18). Estas palabras traducen una expresión de la escuela rabínica que generalmente significa «declarar prohibido o permitido», y a veces también «excomulgar o levantar la excomunión», en ambos casos con la pretensión de que ello sea válido ante Dios. Así, el poder de atar y desatar abarca, según Mateo, la proclamación y transmisión autorizada de la –+ salvación del –> reino de Dios, así como el poder sagrado y jurídico de excomulgar. Este poder de atar y desatar se refiere, por tanto, en primer término, a la predicación y enseñanza, luego a las condiciones eticorreligiosas para «entrar en el reino de Dios» y, finalmente, a las relaciones de cada persona con este reino. Jn 20,23 aclara que se trata aquí de una decisión dotada de autoridad sobre los hombres pecadores. Atar y desatar es un acto de juicio y gracia, que expulsa al pecador y recibe de nuevo al arrepentido en la comunidad. Así, el poder salvador de desatar produce objetivamente el –> perdón de los pecados

 

Atenas. Capital del Ática, centro del arte y de la cultura de la antigüedad; era conocida por la libertad de sus ciudadanos (2 Mac 9,15). Pablo visitó Atenas en su segundo viaje misional (Act 17,55ss). --> Areópago.

 

Ateos. En el lenguaje bíblico, son ateos los hombres que no tienen --> esperanza, que viven sin conocer al --> Dios verdadero, desconocen a –> Cristo y están alejados de su --> mensaje y de su –> promesa (cf. Ef 2,12). En la antigüedad se decía de los cristianos que eran ateos, porque negaban los dioses romanos del imperio y despreciaban sus leyes y cultos. Se les ponía, pues, al mismo nivel a los preclaros pensadores griegos Euhemero, Diógenes y Epicuro (Josefo, Contra Ap. 2,148; Justino, Apol. I 6,1). Pablo sale al encuentro de los que viven sin -> ley, predicando como si él mismo careciera de ley, para ganarlos al Evangelio de Cristo (1Cor 9,21). Resulta, pues, que no es necesario que un ateo acepte la idea que de sí mismos tienen los hombres que se consideran religiosos para entender el mensaje de Cristo. Por lo que respecta al Evangelio, el hombre religioso no tiene ventaja alguna sobre el no religioso (Rom 10,12), pues Díos puede abrirse y comunicarse de igual manera a todos los hombres (Jn 3,8). Allí donde importa traducir y realizar en la propia vida el mensaje de Jesús, quedan superadas las diferencias entre hombre religioso y no religioso (cf. Gál 3,28).

 

Atrio. El recinto del templo y del palacio salomónicos estaba rodeado inicialmente por un atrio (superior) y más tarde por dos; en el templo de Herodes había el atrio de los sacerdotes, el de los israelitas (varones), el de las mujeres (Mc 12,41) y el atrio exterior de los gentiles, rodeado de magníficos pórticos

 

Audición. Uno de los modos de percibir la revelación (->Revelación [recepción de la]). Son palabras que un -> profeta oye, para anunciarlas después. La mayoría de las veces se introduce con: «Le fue dirigida la palabra de Yahveh a...» La audición irrumpe de manera súbita e imprevista sobre el profeta y es percibida como una auténtica locución en palabras. La audición no es solamente un proceso espiritual, ya que la recepción de la palabra repercute en el cuerpo mismo (por ejemplo, Job 4,12-17).

 

Augusto. Sobrenombre de Julio Octavio César (63 a.C. - 14 d.C.), el primero de los emperadores romanos. Su política abrió un largo período de paz. Bajo su reinado nació Jesús en Nazaret (Lc 2,1).

 

Aún no. Lo comenzado por Jesús se halla en proceso evolutivo de alcance universal (-> Evolución), pero aún no ha llegado a su consumación. He aquí una de las afirmaciones fundamentales de la -> escatología neotestamentaria. Con su --> resurrección de entre los muertos, Cristo ha iniciado una resurrección universal, ha empujado hacia una nueva dimensión. Él es •primicia de los que están muertos» (1Cor 15,20) y «primogénito entre muchos hermanos» (Rom 8,29). Ha abierto a todos los hombres nueva --> vida, existencia valedera y permanente. Pero los hombres se hallan todavía en camino hacia esta nueva vida, aún no la poseen; se les abre como --> posibilidad e -> invitación. Ha comenzado ya en aquellos que se han insertado de hecho en Cristo; comienza en todos los que, como Jesús, «son» -> por los otros; pero está siempre en devenir. Puede detenerse, disminuir, desaparecer incluso. Puede ocurrir también que el que confiesa a Cristo, abandone esta nueva dimensión. La «redención de nuestro cuerpo» debe seguir esperando todavía (Rom 8,23).

Los que se incorporan a Cristo se sitúan en la dimensión de la --> esperanza. Sólo en el ámbito de la esperanza acontece en ellos, a modo de comienzo, la -> redención y la -> salvación (Rom 8,24). El destino del cristiano es estar en camino. La vida está permanentemente marcada por el «aún no». Con la muerte y resurrección de Cristo ha comenzado Dios a reinar definitivamente sobre su creación; Cristo ha recibido el encargo y la plenitud de poder para implantar el reino de Dios en el mundo. El Padre lo ha sometido todo en el mundo al Hijo, para que éste le ayude en sus derechos soberanos (1Cor 15,28). Ahora bien, también el dominio de Cristo es sólo un comienzo; aún no se ha consumado, ni se ha impuesto plenamente. Aún no se ha producido el desenlace final. En su resurrección, Cristo ha comenzado a reinar y su empeño es extender este dominio al mundo entero. Donde los hombres viven en --> seguimiento de Jesús, está llegando este dominio.

A este »aún no» de Dios y de Cristo se le ha hecho depender de la colaboración humana (--> Colaborador). El que ha sido bautizado en el nombre de Cristo, ha recibido ya las •arras del espíritu» (2Cor 5,5); el -> Espíritu de Dios actúa en él, pero el bautizado aún no ha llegado a ser un hombre totalmente determinado por el espíritu (cf. 1Cor 15,44). Quien vive en el ámbito de Cristo es ya »nueva creación de Dios» (2Cor 5,17). Pero también esto es todavía un -> principio; la -> consumación aún no existe. La realidad de la resurrección de Cristo y el reino de Dios son un proceso en evolución, que aún no ha tocado fin, cuyo desenlace final no está todavía a la vista (-> Futuro de Dios), se halla todavía muy en sus comienzos, puede ser retrasado y entorpecido, pero en el que no es posible volverse atrás (-> De una vez para siempre). En la resurrección de Jesús se ha decidido Dios definitivamente en favor de la evolución del mundo. De ahí que el cristiano viva esencialmente en el «aún no». Ésta es la fuerza impulsora de su vida, que significa que Dios está constantemente ante el hombre y llega a él, y requiere del hombre una esperanza creadora que transforme el mundo

 

Autonomía de Dios  --> Indisponibilidad de Dios.

 

Autor. El concepto moderno de autor o de paternidad literaria debe emplearse con suma cautela cuando se aplica a los escritos bíblicos a propósito de la autenticidad de un escrito determinado. En la medida en que este escrito quiere transmitir la -> palabra de Dios, requiere también en primera línea a Dios (--> Inspiración), mientras que el autor humano pasa a un segundo plano, aun cuando sólo puede reproducir la palabra de Dios según sus aptitudes personales y con formas de expresión condicionadas por el tiempo. La revelación de Dios se experimenta en la comunidad humana y es transmitida por ésta y para ésta, de tal suerte que el escritor concreto, fuera de los casos de las -> cartas, permanece generalmente en el anonimato y la paternidad de cada escrito sólo empieza a entrar en consideración y a reconstruirse a lo lago del proceso de formación del canon. Aun cuando muchas veces una --> tradición antigua ha sido consignada por primera vez por escrito por generaciones posteriores, el empleo del -> pseudónimo estricto es poco frecuente en el -> canon

 

Autoridad. En Israel toda autoridad deriva de --> Dios, pues sabe que Dios es el salvador y guía del pueblo. Tienen autoridad derivada los jefes de las tribus, y una vez verificada la unión de las tribus, los -> ancianos. Más tarde, el -> sumo sacerdote ostenta la suprema autoridad civil y religiosa.

Toda autoridad procede de -> Yahveh. -> Moisés promulga las -> leyes y las cláusulas de la alianza con la autoridad de Dios. -> Jesús, en cambio, se coloca por encima de Moisés, pues reclama para su predicación la originaria autoridad de Dios. Habla y actúa como quien tiene autoridad, --> plenitud de poder. Los --> apóstoles, en cuanto enviados de Cristo, hablan en su nombre y con su autoridad, o también con la autoridad del --> Evangelio. A partir de entonces, toda autoridad en la Iglesia es relativa: está referida a la persona de Jesucristo y debe rendir cuentas de su mensaje. Para reconocer la autoridad, el cristiano debe guiarse por su libre --> convicción y por su -> conciencia.

 

Avaricia. El Antiguo Testamento amonesta enérgicamente contra la codicia y avaricia. La avaricia hace que el individuo se reseque dentro de sí mismo; la preocupación por multiplicar sus bienes roba al codicioso el sueño y la tranquilidad, le ciega para las necesidades del --> prójimo y le hace olvidar a Dios (Eclo 11,10ss). La avaricia conduce, además, a la opresión de los más débiles socialmente. Jesús hace suya esta condenación veterotestamentaria. Acusa a los escribas y doctores de la ley de abusar de sus cargos, llevados por la avaricia; devoran los bienes de las --> viudas (el grupo social más débil), so pretexto religioso (Mc 12,40).

La avaricia procede de una falsa actitud ante los --> bienes de este mundo. De aquí que Jesús prevenga, en el --> sermón de la montaña contra las preocupaciones excesivas por las cosas terrenas. Dios es el creador y señor del mundo y, por su bondad, da a los hombres los bienes que les son necesarios (—> Bondad de Dios). Por tanto, la avaricia es, en definitiva, falta de confianza en Dios. Pablo presenta en sus cartas catálogos que precaven a la comunidad contra vicios como la avaricia y exhortan a las virtudes (—> Catálogo de vicios, —> Catálogo de virtudes). En ellos fustiga con máxima dureza la avaricia, que excluye del —> reino de Dios y supera a los demás vicios por el hecho de que pone este mundo en el lugar de Dios y conduce a la idolatría (Col 3,5).

 

Ayes. En la Biblia hay un número relativamente considerable de «ayes» o exclamaciones de dolor. Así, los --> profetas del Antiguo Testamento lanzan sus ayes sobre los malvados y reprenden sus crímenes. Muchas veces a estas reprensiones, que se inician con un «ay», sigue el anuncio de un castigo. Son bien conocidos, en particular, los «ayes• del profeta —> Isaías (Is 5,8ss), dirigidos a los grandes propietarios, a los dados a los placeres, etc. Se reprende el pecado y se amenaza con el castigo.

También el Nuevo Testamento ha transmitido numerosos «ayes•. Lc 6,20ss contrapone a las cuatro bienaventuranzas cuatro «ayes•. Se proclama bienaventurados a los pobres y se lanza un •ay» sobre los ricos, con la predicción de un castigo. Son célebres los «ayes» contra los fariseos y escribas de Mt 23,13ss: un nay» siete veces repetido conduce a una tremenda acusación contra los piadosos que pensaban justificarse por sus obras. A los •ayes» sigue en parte el anuncio de un castigo en el —> juicio final. También en otros pasajes del Nuevo Testamento se pronuncia un «ay» ante el juicio amenazador. En el Ap, los •ayes• caracterizan la ejecución del juicio.

 

Ayes mesiánicos. Según la concepción apocalíptica, •ayes•, temor y temblor serán el preanuncio introductorio de la venida del —>Mesías o del --> Hijo del hombre. Entran en este apartado las terribles guerras entre los pueblos, las divisiones familiares y las catástrofes cósmicas: lluvia de fuego, tinieblas, estremecimiento y caída de las estrellas. Con todas estas cosas se manifiesta por última vez el poder «de este --> eón•, ya que el --> juicio del Mesías es, a par, «el fin de los tiempos. En el Nuevo Testamento, se presupone también la idea de estos «ayes» mesiánicos, sobre todo en los sinópticos (Mc 13; Mt 24; Lc 21). En estos pasajes se identifican el Mesías y el Hijo del hombre con Jesús. De este modo, los •ayes. mesiánicos se convierten en la época de tentación y persecución de los cristianos por motivo de su confesión y, al mismo tiempo, en época de la proclamación cristiana (cf. la complementariedad del planteamiento judío, Mc 13,9-11: sólo el espíritu de Jesús, presente en la predicación del Evangelio, puede ayudar a salir de la angustia de los «ayes» mesiánicos).

 

Ayuno. Práctica religiosa común, según la cual el hombre, en determinados tiempos, se abstenía de comer y beber. En el Antiguo Testamento los alimentos están considerados como un don de Dios (Dt 8,3). No obstante, el hombre veterotestamentario ayuna en determinadas circunstancias, como, por ejemplo, para conseguir de Dios el perdón de una falta grave (1Re 21,27) o para prepararse a recibir una --> revelación divina (Éx 34,28) o a causa de su tristeza ante una desgracia familiar o del pueblo (2Sam 12,16.22). El creyente ayuna también para alcanzar de Dios el fin de una catástrofe (JI 2,12-17), para aceptar una tarea difícil o para conseguir la gracia necesaria para llevar a cumplimiento una determinada misión (Jue 20,26). Mediante su ayuno el hombre expresa por una parte que depende de Dios, que está agradecido a su Creador y que su destino está propiamente en las manos de Dios. Por otra parte, el hombre religioso, con sus oraciones y ayunos, quiere influir en Dios, quiere moverlo a algo, quiere conseguir algo de él. Esta concepción mágica está muy difundida en la práctica del ayuno del Antiguo Testamento.

Yahveh debe ser apaciguado y propiciado; es preciso detener los peligros y las catástrofes. La crítica cultual de los profetas se pronuncia masivamente en contra de este modo de entender el ayuno: los --> piadosos piensan que Dios deberá tener en cuenta sus ayunos (Is 58,3). Pero Dios no mira que se incline la cabeza y se ayune en saco y ceniza. Esto no es ayunar. Ayuno es más bien soltar las cadenas injustas, liberar a los oprimidos, socorrer a los maltratados, dar pan a los hambrientos y techo a los que carecen de hogar (Is 58,6-8). Ayunar significa socorrer al —> hermano en la necesidad y estar prontos para ayudarle.

--> Jesús se mantiene totalmente dentro de esta tradición profética cuando no ayuna (Mc 2,18). Quebrantó así la —> ley mosaica, lo que, según Lev 23, 29ss, se castiga con la muerte. Jesús no prescribió ayunos a sus discípulos como tampoco lo prescriben las cartas neotestamentarias. Pero declara al hombre religioso cuál es la actitud correcta, cuando quiera ayunar (Mt 6,17s). Ayunar significa para los cristianos no la abstinencia en la comida o bebida, sino estar abiertos al hermano, para de esta manera estar abiertos a Dios.

 

Azote. Instrumento de castigo (vara o correa). El Antiguo Testamento conoce la flagelación como castigo en los procesos civiles (Dt 25,2); el judaísmo lo aplicaba a los rebeldes a la —> sinagoga, como en el caso de los discípulos de Jesús (Mt 10,17; Act 5,40; 22,19). Como no se podía pasar de los cuarenta azotes (Dt 25,3), para mayor seguridad se aplicaban sólo 39 (2Cor 11,24). —> Flagelación.