IV. LA EDAD DE ORO DE LA PATRÍSTICA ENTRE LOS CONCILIOS DE NICEA (A. 325) Y CALCEDONIA (A. 451)

 

TEMA 15: CARACTERÍSTICAS GENERALES DE ESTE PERÍODO

(AÑOS 325-451)

 

a) El contexto histórico después de la paz de Constantino

Para comprender mejor la literatura cristiana del siglo IV y primera mitad del V, es necesario que revisemos la historia de esta época desde tres puntos de vista:

La suma de estos tres enfoques debe arrojar al final una imagen lo más próxima posible a la realidad.

La idea del Imperio romano, desde Constantino a Teodosio el Grande, era una idea de unidad: un imperio, un emperador, un Dios. En la persona del emperador se encuentra la idea sacro-dinámica del imperio. Él era no sólo soberano supremo, guardián de la unidad y propulsor del bienestar del imperio, sino también sumo sacerdote, incluso dios, en el que se encarnan los dioses del imperio que garantizan la unidad y el bienestar del Estado.

Constantino se sentía episkopos de Dios y pontifex maximus. Sentía la responsabilidad del bienestar del pueblo tanto en el plano político como en el religioso.

Por eso los emperadores cristianos actuaron como dirigentes de la iglesia, convocaban concilios, promovían, confirmaban y rechazaban sus conclusiones, aprobaban elecciones de obispos o deponían obispos; incluso fijaban la fe recta y obligatoria tras el asesoramiento de sínodos o de teólogos; hasta que Teodosio, en el 381, elevó esa fe a la categoría de ley.

Se podían tolerar simultáneamente otras religiones y confesiones en la medida en que ellas no pusieran en peligro el bien del Estado.

Esta idea del imperio podía adoptar diversas formas, pasando del cristianismo al paganismo (cfr. Juliano "el Apóstata"), o haciendo del arrianismo la religión del Estado. La oportunidad política servía de medida, no tanto las creencias personales del soberano. Los emperadores no tenían reparo alguno de servirse de la Iglesia y de la fe como un instrumento de la lucha por el poder, porque el éxito político documentaba el favor de los dioses.

Esta época es la edad de oro de los Padres de la Iglesia (s. IV y V):

Es falsa la idea de la "era constantiniana" —que aún duraría— como una era de compromiso temporal de la Iglesia con el Estado, clericalismo, opresión de las conciencias. Son, por tanto, falsas también las esperanzas de una era "post-constantiniana", en la que la Iglesia recuperaría su perspectiva exclusivamente espiritual. Para la Iglesia no hay eras, pues ha sido siempre la misma a través del tiempo.

En 324 Constantino derrota a Licinio y queda como único emperador. Protege a los cristianos. Construye las Basílicas de S. Pedro y S. Pablo, S, Juan de Letrán en Roma y la del Santo Sepulcro en Jerusalén. En el 330 funda Constantinopla. En Roma la aristocracia seguía siendo pagana. También tuvo errores: ajustició a Fausta (su esposa) y a Crispo (su hijo) por sedición. Se hace arriano y ataca a Atanasio. Muere cristiano en Pentecostes de 337, haciéndose bautizar por un obispo arriano (Eusebio).

Los emperadores de esta época eran cristianos (excepto Juliano). Limitan las religiones paganas, aunque nunca las persiguen:

Bibliografía: Drobner, 211-214.

 

b) Nuevas oportunidades y nuevos problemas para la Iglesia

Con la Paz de Constantino en 313 la Iglesia pudo desarrollar su misión abiertamente. Creció el número de conversiones. El catecumenado se adaptó a las nuevas circunstancias. Pronto, en amplias zonas del imperio la mayoría de sus habitantes eran cristianos, sobre todo en las ciudades. Más tarde, también comenzarían a convertirse las gentes de los "pagus", es decir, del ambiente rural. De ahí la denominación de "paganos".

Por otra parte, las invasiones barbáricas, a partir del siglo IV, dan ocasión para que los misioneros cristianos comenzaran a predicar la fe a otros pueblos. Ya se había desarrollado la fe en pueblos poco romanizados como Britania, pero pronto el Evangelio llegaría a Irlanda, y comenzaría a penetrar entre las tribus germánicas asentadas en los limes del impero (los godos, por ejemplo).

La jerarquía eclesiástica se establece sólidamente, sobre todo en las ciudades, pero también pronto se crean parroquias en los pueblos.

Se multiplican los sínodos y concilios en todo el imperio. Aparece también en el siglo IV, más sólidamente establecido el monacato, tanto en Oriente como en Occidente.

A partir del siglo IV el Primado romano tiene más efectividad. Por otra parte, los Concilios Ecuménicos, a los que acudían padres de todo el imperio, fortalecen la unidad en la fe.

En esta época aparecen los grandes Padres de la Iglesia:

—En Oriente:

—En Occidente:

También en este período de la historia comienzan a crecer las grandes herejías trinitarias y cristológicas.

Bibliografía: Drobner, 211-214.

 

c) Visión de conjunto y valoración general de esta época

Las herejías en este periodo son más importantes y más amplias que antes. Afectan principalmente a la Iglesia oriental. Interviene el poder estatal, que convoca los Concilios.

Es el periodo aureo de la patrística.

Las herejías principales son:

 —Bibliografía: Drobner, 211-214.

 

TEMA 16: EL ARRIANISMO

 

a) Arrio y el arrianismo

Las herejías en los siglos IV y V son más importantes y más amplias que antes. Afectan principalmente a la Iglesia oriental. Interviene el poder estatal, que convoca los Concilios. Es el periodo áureo de la patrística.

Las herejías principales son:

La cuestión arriana

Hasta Nicea, no había sido definida la relación del Padre con el Hijo. Algunos tendían al subordinacionismo (p. ej., en Antioquía, Luciano de Samosata).

Arrio —que nace en Libia, en la antigua provincia de la Cirenaica, hacia el año 256— defendió abiertamente el subordinacionismo (el Verbo no es eterno, sino creado —Filón decía que Dios no se puede poner en contacto con la materia— y creador de lo demás). Sólo sería "Dios" en un sentido moral. En 315 escribe "el banquete" y propaga su doctrina.

Arrio era un sacerdote cristiano que regía una de las más importantes iglesias de Alejandría. En 318 comienza a difundir sus ideas sobre la Trinidad. Fue condenado por un sínodo en Alejandría, absuelto por un Concilio en Nicomedia, en donde su obispo —Eusebio— lo tenía refugiado, y condenado y enviado al exilio por el Concilio de Nicea (325) convocado por el papa Silvestre y con la asistencia de 318 obispos. Constantino lo mandó llamar a Constantinopla y, durante una marcha triunfal, murió en 336.

En el Sínodo de Alejandría (318), se habían reunido cien obispos egipcios con Alejandro, sucesor de Pedro el mártir, y excomulgan a Arrio y a sus secuaces. Lo comunican al Papa S. Silvestre. Arrio abandona Alejandría. Los melecianos le siguen. Se refugia con Eusebio de Nicomedia. Se divide el pueblo de Oriente. Constantino envía a Osio a Alejandría como mediador. No lo consigue.

El Sínodo de Antioquía, presidido por Osio, condena a Arrio y a tres obispos (entre ellos a Eusebio de Cesarea).

 

b) Visión de conjunto y breve historia de la crisis arriana del siglo IV

Esta herejía ha perdurado hasta el presente, por intentar explicar de una manera fácil el misterio de la Santísima Trinidad.

Arrio no acepta la conciliación entre la unidad de naturaleza y la trinidad de Personas en Dios, ni entre lo finito y lo infinito. La Iglesia había condenado a Sabelio por no aceptar la distinción de personas. Arrio acepta la distinción, pero niega la unidad de naturaleza entre el Padre y el Hijo. El Hijo es una creatura finita para él.

El Padre concibió la creación, pero como lo infinito no puede ponerse en contacto con lo finito, se la encargó al Hijo como Arquitecto del mundo (ideas de Filón). El Hijo no es eterno, fue creado de la nada por el Padre, que no fue Padre siempre; el Hijo no es inmutable, no es infinito.

El Hijo padeció bajo el aspecto de Jesucristo y el Padre lo elevó a la categoría de Dio nominal. Cristo es un hombre en el cual el alma humana ha sido remplazada por el Hijo de Dios.

Tampoco el Espíritu Santo tiene unidad de naturaleza con el Padre, ni con el Hijo.

Esta doctrina se apoya en algunas citas de la Escritura: Prov 8,22: "Yavé me dió el ser en el principio de sus caminos", Col 1,30: "Es el Primogénito de toda creatura", Phil 2, 8-11: ""Por lo cual Dios lo exaltó y le otorgo el nombre que está sobre todo nombre", Mt 28,18: "se me ha dado todo poder"... Arrio era un buen dialéctico.

Como no atacó las instituciones (sacramentos, jerarquía), sus discípulos se mezclaban con los fieles ortodoxos. Gozaba de una gran popularidad.

Discípulos de Arrio:

El Credo de Nicea utilizó la palabra "homoousios" = "que no tiene más que una misma sustancia con".

Los emperadores Constantino y Valente defendieron a los arrianos. Los grandes santos (San Atanasio, San Antonio, los Capadocios) combatieron a los arrianos. Los nuevos emperadores Valentiniano, Graciano y Teodosió lograron extirpar el arrianismo del imperio. Los arrianos se refugiaron entre los bárbaros que abrazaron la fe cristiana según esta herejía (borgoñones, visigodos, ostrogodos, vándalos). El Concilio I de Constantinopla (381) se pronuncia definitivamente por la exclusión de los arrianos de la Iglesia.

El arrianismo se extingue como secta el siglo VII. Resurge en el siglo XVI, en las ideas de Miguel Servet (+1553) en Ginebra, Okin y Bucero (+1551) en Inglaterra. El socinismo (Fausto y Bartolomé Socino) es la versión moderna del arrianismo.

Bibliografía: Masson, 50-55.

 

c) El Concilio de Nicea

Constantino convoca el Concilio de Nicea, al que asisten 300 obispos (siete de occidente, y los presbíteros Víctor y Vicente, en representación del papa). Preside Osio de Córdoba. Ahí estaban: S. Atanasio (diácono y secretario de Alejandro), Eustasio de Antioquía, Marcelo de Ancira y Arrio en persona.

Eusebio de Nicomedia hace una propuesta arriana que es rechazada. Eusebio de Cesarea una intermedia que también es rechazada. La teología occidental es aprobada. Se redacta el Símbolo el 19 de junio del año 325: el Hijo es consustancial ("homoousios") al Padre, Deum de Deo, Lumen de Lumine, genitum non factum...Se condena explicitamente el arrianismo. Sólo dos obispos de Libia y Arrio no aceptaron el Símbolo, y son excomulgados y desterrados por Constantino. Son exilados también Eusebio de Nicomedia y Teógnide de Nicea que no quisieron romper lanzas con los arrianos. Se quemaron libros. Otros temas que trató el Concilio fueron: la fecha de la Pascua, la elección de obispos, el celibato, la constitución de patriarcados.

 

d) Las varias posiciones entre los partidarios y adversarios de Nicea: anhomeos, homeos, homeousianos, homousianos

Para la controversia arriana hay que distinguir básicamente cuatro corrientes doctrinales: los anomeos, los homousianos, los homoiusianos y los homoianos, nombrados siguiendo la secuencia cronológica de su entrada en escena. Después del año 360 se suman los apolinaristas y los neumatómacos.

Los anomeos (arrianos, neoarrianos, eunomianos)

Los anomeos afirmaban que el Hijo de Dios difiere por completo del Padre (anomoioV ). Según San Atanasio, Arrio afirmaba que el Hijo es "ajeno y distinto en todo a la esencia a la peculiaridad del Padre". Los defensores de esta doctrina son los arrianos en sentido original.

Después de Nicea, hacia 355, Aecio (diácono antioquieno) y Eunomio (su secretarioi) volvieron al arrianismo original, anomeo. Un sínodo de Constantinopla del año 360 condenó a Aecio al mismo tiempo que consagró obispo a Eunomio. A esta doctrina se la denominó neoarrianismo. Añadía al arrianismo original dos puntos: sostenía que la esencia divina se puede alcanzar por el conocimiento humano y afirmaba el solapamiento entre el concepto y la realidad, de modo que cosas designadas con términos diferentes (Padre, Hijo) son también diversas en cuanto a su naturaleza.

La política de Teodosio acabó con esta herejía.

Los homoousianos (nicenos)

Son los que se atenían, sin fisuras, al Símbolo niceno. Entre ellos destacaron Atanasio, Osio de Córdoba, Marcelo de Anciera, Lucífero de Cágliari, Eusebio de Vercelli, los tres grandes capadocios, Fotino de Sirmio y Apolinar de Laodicea.

El término omoousioV había sido condenado en el Antioquía por Pablo de Samosata (268), porque se decía que olía a sabelianismo. Esto no lo conocían los padres del Concilio de Nicea. En 358 Basilio de Ancira hizo público este hecho y puso en aprieto a los nicenos.

Hasta el sínodo de Alejandría (362) y luego con los padres capadocios, no se había delimitado bien los conceptos de ousia como "esencia" y upostasiV como "substancia". Antes, estos dos términos se usaban indistintamente para señalar la misma realidad, con demasiada frecuencia. Por eso fueron condenados Marcelo de Ancira y Fotino de Sirmo por "sabelianos".

Los homoiusianos (eusebianos, semiarrianos)

Se agrupa bajo este epígrafe a todos aquellos que desde los tres Eusebios (de Cesarea, de Emesa y de Nicomedia, de ahí que se les llamara también "eusebianos") buscaban una vía media entre el arrianismo y el nicenismo, también sin conocer o utilizar ya el término omoiousioV . Este término aparece por primera ves en la segunda fórmula de Sirmio (357) donde se prohibe su uso y el de omoousioV . Fue Basilio de Ancira el que impuso, en el sínodo de Ancira (258), la fórmula omoioV kat ousian. Él entendía por ousia una sustancia individual, de modo que él afirmaba en la divinidad tres upostaseiV y tres ousiai.

La ousia del Hijo es semejante a la del Padre, en cuanto que también ella es divina. Esta fórmula tuvo días de esplendor en Oriente, pero escasos porque el emperador se decantó por los homoianos a partir del año 359. La doctrina homoiousiana adquirió más importancia al unirse con la homoousiana. Hilario de Poitiers la llevó consigo a Occidente al volver del destierro e interpretó en homoousios en este sentido. En Oriente, por mediació9n de Basilio el Grande y Melecio de Antioquía, una parte del partido semiarriano se pasó a la ortodoxia.

Los partidarios del "homoios katà pánta"

El término "homoiano" es de origen moderno y se ha formado teniendo en cuenta la fórmula dogmática sostenida por ellos y según la cual el Hijo es homoios kata taV grafaV al Padre. El autor de la fórmula fue Acacio de Cesarea, sucesor de Eusebio y promotor de Melecio de Antioquía. Propuso esta fórmula como la fórmula de unidad más amplia y menos vinculante. Constancio la aceptó e hizo que se decretara en Nike presionando sobre el doble sínodo de Rímini y Seleucia, y se las arregló para que la confirmara un sínodo de Constantinopla (360).

Se abandonó pocos años después, pues se trataba de una fórmula impuesta por la fuerza con medios puramente políticos y no ofrecía una solución teológica satisfactoria.

A partir de los años 360/362 comenzó una nueva fase de las controversias y de evoluciones teológicas que se dirimieron también en la literatura cristiana: el neoarrianismo en torno a Eunomio, el apolinarismo y la lucha contra ellos encabezada sobre todo por Basilio el Grande de Cesarea, Gregorio de Nacianzo y Gregorio de Nisa.

—Bibliografía: Drobner, 242-248.

 

e) Las diferentes fases de la lucha contra el arrianismo

Desde el Concilio de Nicea (325) hasta el Concilio de Constantinopla I (381) la Iglesia se vio dividida en dos bandos principales: los obispos nicenos y los arrianos. El primer concilio contrapuso a Arrio el "homoousios" y solventó así la lucha de más de medio siglo sobre la recepción de ese término. El segundo fijó de modo definitivo, bajo la dirección del emperador Teodosio, la obligatoriedad universal del Símbolo Niceno.

Este período se suele dividir en dos fases:

—La primera fase abarca desde el Concilio de Nicea (a. 325) hasta el Sínodo de Alejandría (a. 362). Entre los años 325 y 381 hubo algunos sínodos que tomaron decisiones importantes: Antioquía (341), Sárdica (343), Sirmio (351 y 357), Ancira (358), Rímini/Seleucia (359) y Alejandría (362).

—La segunda fase abarca desde el Sínodo de Alejandría (a. 362) hasta el Concilio de Constantinopla I (a. 381). La muerte del emperador Constancio (361) y la indiferencia radical del nuevo emperador Juliano el "Apóstata", respecto de los asuntos intereclesiales hicieron posible el Concilio de Alejandría (362), el último en la disputa arriana antes del Concilio de Constantinopla (381) y pionero para el futuro. Con su Tomus ad Antiochenos este sínodo abrió por primera vez la vía de mediación teológica que San Basilio y sus partidarios siguieron desarrollando hasta el Concilio de Constantinopla para la solución ortodoxa.

Bibliografía: Drobner, 234-240.

 

TEMA 17: LA PRIMERA FASE DE LA CRISIS ARRIANA (AÑOS 325 A 362)

 

a) Entre el Concilio de Nicea (a. 325) y el Sínodo de Alejandría (a. 362)

A pesar de Nicea, el arrianismo se extendió con un auge inusitado. Se decía que el "homoousius" era una concesión al sabelianismo (resaltar demasiado la unidad de Dios, confundiendo las Personas). Los arrianos deponen a Eustasio de Antioquía, Marcelo de Ancira y Atanasio de Alejandría (obispo desde 328). Constancio apoya la herejía. Se introducen formulas nuevas rechazando la nicena: cuatro antioquenas, cuatro en el Sínodo de Sirmio (351-359).

Se intenta restablecer la unidad en los Sínodos de Sárdica (343) y Rimini-Seleucia (359-360), sin lograrlo. En 361 Valente se convierte en un emperador arriano fanático.

El arrianismo sucumbe en la Iglesia oriental, en la segunda mitad del s. IV por las divisiones internas entre los arrianos, por la teología altísima de los capadocios, por la intervención de Teodosio el Grande (379-395). El Concilio I de Constantinopla (381) confirma la victoria de la ortodoxia.

Después de Nicea, Constantino defendió el homoousios, hasta que, al final de su vida, Eusebio de Nicomedia es nombrado patriarca de Constantinopla y lo convence, bautizándolo antes de morir en el arrianismo (337). Un poco antes habían sido depuestos Eustasio de Antioquía y Atanasio de Alejandría (y exilado a Treveris), por defender la fe nicena. Constancio, hijo de Constantino (337-361) tenía convicciones arrianas y trata de imponerlas a la Iglesia. Muchos obispos y sacerdotes se pliegan a su voluntad, aunque en el fondo no estaban del todo convencidos. El pueblo sigue creyendo en la divinidad de Jesús, a pesar de todo ("los oídos de los fieles son más santos que los corazones de los sacerdotes").

Sin embargo, unos pocos obispos católicos, a pesar de la persecución, defienden la fe Nicena (S. Hilario de Poitiers, S. Eusebio de Vercelli, S. Atanasio). Constante gobernaba el occidente. En 350 muere y Constancio persigue a los cristianos nicenos también en occidente. Los que todavía permanecen en la Iglesia (llamados semiarrianos) decían que el homoousios tenía sabor sabelianos, y proponían diversas fórmulas (homoiois = semejante al Padre), sin acabar de reconocer la plena igualdad de naturaleza del Hijo con el Padre. Los obispos nicenos (que vuelven a sus sedes en 361, con Juliano; a partir de entonces en occidente hay paz) consiguen cuidar que no se introduzcan fórmulas ambiguas en la liturgia (p. ej., la antigua doxología "Gloria Patri, per Filium in Spiritu Sancto" es cambiada por la actual, con el "et"). A Juliano le sucede Valente, arriano fanático (+375). Graciano (375-383) nombra coregente a Teodosio (379-395), que estaba completamente a favor de la fe nicena.

 

b) La respuesta de los Padres: San Atanasio de Alejandría, en Oriente; San Hilario de Poitiers, en Occidente

 

SAN ATANASIO DE ALEJANDRÍA

Vida

Es el obispo más importante de Alejandría, gran defensor de la fe de Nicea, "columna de la Iglesia" (S. Gegorio Nacianceno), "Padre de la Ortodoxia. Es el gran enemigo del arrianismo.

De carácter firme para defender la verdad, pero tolerante y dulce, sufrió 5 veces la deposición de su sede episcopal y 17 años de destierro.

Fuentes de su vida: sus mismas obras, la "Historia acephala" (Historia Athanasii, en latín, está mutilada), la introducción siriaca a las Cartas festales, el Discurso 21 de San Gregorio Nacianceno, etc.

Escritos

Escribe motivado por las circunstancias de su lucha contra los arrianos. Estilo libre, sencillo, un tanto prolijo y con repeticiones, pero serio y profundo, con argumentos eficaces.

—Escritos apologéticos y dogmáticos

—Escritos dogmáticos espurios:

—Escritos histórico-polémicos

—Escritos exegéticos

—Escritos ascéticos

—Cartas

La teología de San Atanasio

San Atanasio, discípulo de Orígenes, no es propiamente un teólogo especulativo o teorizante. Hombre de tradición, busca sus argumentos en las Sagradas Escrituras y en los Padres y, menos, en la filosofía. Sin embargo, su pensamiento influye decisivamente en la historia del dogma del siglo IV. Sólo pretende enseñar la doctrina ortodoxa que predicaron los Apóstoles y conservaron los Padres. Defiende la Tradición y previene contra el peligro del racionalismo helenizante. La defensa de la fe será su único objetivo.

Su pensamiento es más preciso que extenso. Sabe separar la doctrina de la fe de las explicaciones de la filosofía. Pone las bases para la doctrina sobre la Trinidad y la Cristología posteriores. Explica mejor que ninguno de sus predecesores la naturaleza y origen del Logos.

Trinidad

Defiende la unidad y la distinción de Personas en la Trinidad. Dios creo todo: El Padre crea por el Hijo en el Espíritu Santo.

Contra los arrianos y Orígenes dice que el Padre engendra al Hijo en una misma naturaleza o esencia, no lo crea. No es indigno del Padre crear todas las cosas. No necesita de un intermediario. El Padre, que es Dios se ocupa hasta de los cabellos de nuestras cabezas, de los pajarillos y de las hierbas del campo.

El Logos es Dios, no es creatura. El Logos es de la misma esencia que el Padre, consustancial (homoousios) al Padre, no sólo semejante (homoiousios) al Padre. No cabe el subordinacionismo del Logos.

Redención y Logos

San Atanasio repite con frecuencia que Dios se hizo hombre para que el hombre se hiciese Dios. El Verbo se revistió de una naturaleza mortal para ofrecer una víctima por el pecado y salvarnos de la muerte. Además, se reviste de la incorrupción, por la resurreción, y nos comunica la incorrupción a todos. El hijo de Dios se encarna porque, al ser imagen del padre, puede restaurar la imagen de Diosen el hombre y, muriendo, comunicarles su inmortalidad e incorrupción.

Para demostrar la divinidad del Hijo usa un triple principio:

a) la Sagrada Escritura y la Tradición afirman que el Hijo procede del Padre por generación (no por voluntad sino por naturaleza),

b) el Verbo no puede ser creado porque por Él han sido hechas todas las cosas,

c) el Verbo es Dios pues, sólo así, puede hacernos partícipes de la naturaleza divina al redimirnos.

Cristología

Siempre afirma claramente la separación de las dos naturalezas en Cristo: Cristo es perfecto Dios y perfecto hombre. Y también sostiene su unidad personal.

Sin embargo, tiene de común con Arrio y Apolinar la adopción de la cristología del Logos-Sarx de los primitivos escritores cristianos. Es decir, la idea de que el Verbo está unido a la Carne sin alma humana. Hay que señalar que San Atanasio no menciona expresamente que Cristo no tenga alma. Simplemente se limita a admitir implícitamente esa teoría que los teólogos seguían en esa época (Orígenes, sin embargo, ya había admitido un alma humana en Cristo).

Espíritu Santo

"Si El diviniza, no cabe duda de que su naturaleza es divina", dice en sus cartas a Serapión. Por lo tanto no es criatura, sino Dios.

Como es uno, es consustancial al Hijo igual que el Hijo lo es al Padre.

El Espíritu Santo "procede del Padre porque brilla y es enviado y es dado por el Verbo, quien a su vez es del Padre".

Bautismo

Considera inválido el bautismo conferido por los arrianos. La razón es por la fe defectuosa con que se confiere. Así también lo declaró el Concilio de Nicea.

Eucaristía

Afirma expresamente la conversión del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo por las invocaciones y oraciones sobre ellos. Refuta la falsa interpretación de los habitantes de Cafarnaúm que entendieron que recibirían el Cuerpo de Cristo en forma material. San Atanasio dice que se recibe en forma espiritual. Algunos, erroneamente, han querido utilizar esto para avalar la interpretación simbólica que hace Zwinglio.

Bibliografia: Quasten II, 22-83; Fliché III-5; GER III, 286-289; Apuntes; Silvano Cola, Perfiles de los Padres, ed. Ciudad Nueva, Madrid 1991, p. 47-52.

 

SAN HILARIO DE POITIERS

Vida

"El Atanasio de Occidente" nace el año 315 en Poitiers, de familia pagana. Por el estudio de la filosofía y de la Sagrada Escritura se convierte. En 350 es designado obispo de Poitiers.

Constancio convoca dos sínodos pro arrianos: Sínodo de Arles (353) y Sínodo de Milán (356) que determinan la deposición de Atanasio.

Participó en el Sínodo de Beziers (356) defendiendo la fe nicena y fue desterrado a Frigia. Durante su exilio (356-359) estudia teología griega. En 360 vuelve a las Galias. Muere en 376.

Obras y pensamiento

Bibliografía: Apuntes.

 

TEMA 18: LA SEGUNDA FASE DE LA CRISIS ARRIANA (AÑOS 362 A 381)

 

a) Entre el Sínodo de Alejandría (a. 362) y el Concilio de Constantinopla (a. 381)

Después del Sínodo de Alejandría del año 262, no se celebraron más sínodos importantes en la evolución de la controversia arriana, porque el emperador Valente (364-368) siguió por completo la línea de la homoiana fórmula de unidad de Rímini y Seleucia, y trató de imponerla con medidas puramente políticas tanto contra los nicenos como contra los homoiusianos.

El emperador Teodosio puso fin, a partir de 379, a la dimensión política de la controversia. Los anomeos o "neoarrianos", dirigidos por Eunomio de Cícico, jugaron un gran papel en la conforntación teológica con los nicenos, principalmente con Basilio el Grande y con Gregorio de Nisa, pero en el plano de la pol´{itica eclesial no pasaron de ser una secta.

Bibliografía: Drobner, 240-241.

 

b) La última fase del arrianismo y el problema pneumatológico

Macedonio, en un principio de la facción arriana, fue consagrado obispo de Alejandría en 342, con el apoyo del emperador Constancio. En 359 le retira su favor y lo depone. Macedonio se vuelve contra católicos y arrianos. Defiende el dogma de la divinidad de Crsito pero enseña que el Espíritu Santo no es una Persona divina. El Espíritu Santo de los macedonianos se confunde así con el Hijo de los arrianos.

Su principal discípulo es Maratonio (maratonianos). Se extendieron por Tracia, Bitinia y el Helesponto. Vivían austeramente. Tuvieron influjo en los monasterios. Fueron perseguidos por Constancio, recuperaron la libertad bajo Juliano (361-63), perseguidos nuevamente por Joviano, Valente y Teodosio. Condenados los pneumatómacos (los que, en general, negaban la divinidad del Espíritu Santo) por el Concilio de Constantinopla en 381 (al que enviaron 36 obispos), desaparecieron al poco tiempo de la escena histórica.

Bibliografía: Masson, 212-213.

 

c) Apolinar, el apolinarismo y el comienzo de las cuestiones cristológicas

Apolinar fue obispo de Laodicea y muy respetado por todos. Defendió la fe nicena y como reacción contra el arrianismo aseguró que Cristo es Dios pero no hombre perfecto porque tiene un cuerpo (soma) humano (algunos decían que este cuerpo no era humano, sino increado, al basarse en el texto "El primer hombre salido de la tierra es terreno; el Segundo hombre viene del cielo", de 1 Cor 15,147) y un alma sensible (psijé) —que había sufrido en la Pasión—, pero no un alma pensante (nous) humana -pues en Cristo no hay pecado y el pecado está en la voluntad libre-, pues esta es sustituida por el Verbo.

Los apolinaristas también fueron llamados "diméritos" o "separadores".

Fueron refutados por Atanasio, Teodoreto, Basilio, y denunciados por los Concilios de Alejandría (360), Antioquía (379), Constantinopla (381) y Roma (374).

Apolinar muere en 382 y la secta desaparece en 430.

Bibliografía: Masson, 41-42.

 

d) La respuesta de los Padres

En el Sínodo de Alejandría (362) Basilio el Grande y sus partidarios nicenos acentuaban la divinidad del Espíritu Santo y así se permitía por primera vez —junto con la aseveración de una hipóstasis en Dios— la formulación de tres hipóstasis. Con ello, se fundamentaba por primera vez una concepción diferenciada de upostasiV como persona, no exclusivamente como sustancia.

Bibliografía: Drobner, 241.

 

e) Los Padres Capadocios: San Basilio de Cesarea, San Gregorio de Nacianzo y San Gregorio de Nisa

 

SAN BASILIO DE CESAREA

Vida

Obras

Es claro y ordenado al escribir.

Doctrina pneumatológica en el "De Spiritu Sancto"

Basilio tiene dos tratados dogmáticos: "Contra Eunomio" y "De Spiritu Sancto".

En su obra "Contra Eunomio" refuta la doctrina de este nuevo jefe arriano, que era el cabecilla de los anoetas. Defiende la consustancialidad del Hijo con el Padre y la divinidad del Espíritu Santo.

En 375 escribe "De Spiritu Sancto", a propósito del modo de dirigirse en la oración a la Santísima Trinidad. Comienza a usar una manera nueva de expresar la doxología menor: Gloria al Padre, con el Hijo, junto con el Espíritu Santo (en lugar de la que se utilizaba más: Gloria al Padre, por el Hijo, en el Espíritu Santo).

En esta obra resalta la divinidad del Espíritu Santo, sin afirmar expresamente su consustancialidad con el Padre. Su hermano Gregorio explica que, aunque creyera en ella, no escribió sobre ella porque antes había que insistir sobre la consustancialidad del Hijo con el Padre.

Además, se expresa con prudencia (va paulatinamente afirmando la plena igualdad en dignidad del Espíritu Santo al Padre y al Hijo, como lo hará claramente Constantinopla en el 381) para ir convenciendo a los macedonianos por pasos.

En su doctrina sobre el Espíritu Santo sigue a Atanasio y a Dídimo. Es especialmente influido por el contenido de una carta de Atanasio a Serapión. A su vez él influye en la obra del mismo nombre de San Ambrosio.

Fija la terminología y los conceptos de "naturaleza" y "persona". Mientras que Atanasio sigue utilizando en 362 indistintamente los términos "ousia" e "hypostasis", Basilio utiliza "hypostasis" en su acepción jurídica occidental, distinta de "ousia", y habla de tres "hypostasis" y una "ousia", con ocasión del cisma meleciano de Egipto.

Explica las "características personales": la paternidad, del Padre, la filiación del Hijo y la santificación del Espíritu Santo. Enseña, como Dídimo, que el Espíritu Santo procede del Padre por el Hijo.

En teología, logra una síntesis entre la doctrina de Nicea (que era más pro egipcia y pro occidental porque subrayaba la unidad y por eso decían los orientales que tenía sabor sabeliano), y la doctrina de los orientales (Antioquía) que insistía en las tres hipóstasis. Los capadocios, exteriormente, insisten más en la distinción de personas que en la unidad de sustancia (por eso Harnak les llama, erróneamente, "neonicenos", por expresar la doctrina semiarriana en términos nicenos), pero, en el fondo, establecen la doctrina ortodoxa dando a cada término el sentido definitivo en teología.

Bibliografía: Moliné II, 51-77; Apuntes, Silvano Cola, Perfiles de los Padres, ed. Ciudad Nueva, Madrid 1991, p. 55-60.

 

SAN GREGORIO NACIANCENO

Vida

Nació en Arianzo, junto a Nacianzo, en el año 330, de madre cristiana fervorosa (Norma), que convirtió a su marido, que llegó a ser obispo de Nacianzo.

Estudió en Cesarea de Capadocia. Viaja a Cesarea de Palestina, Alejandría y Atenas.

En el año 357 se bautiza y decide llevar vida solitaria. Va al Ponto con San Basilio, junto al Iris.

A instancias de su padre, que pide su colaboración, se ordena presbítero en Nacianzo el año de 362. Disgustado por la presión de su padre, regresa al Ponto pero, arrepentido, vuelve y escribe el "Apologeticus de fuga". Es buen colaborador en la diócesis.

En 371 Basilio lo consagra obispo de una sede conflictiva: Sásima. No toma posesión. Va a Nacianzo y en 374, al morir su padre, es elegido obispo de esa diócesis. En 375 se retira, buscando nuevamente la soledad que tanto deseaba, en el monasterio de Santa Tecla, en Seleucia.

Por su elocuencia, al morir Valente, en 378, es elegido obispo de Constantinopla, en donde pronuncia cinco famosos sermones sobre la Trinidad, en ua iglesia improvisada que tituló la Anástasis (Resurrección). Preside en 380 el Concilio I de Constantinopla, pero, en pleno concilio, se dirige a Nacianzo para ejercer ahí el episcopado durante unos años, hasta que en 384 se retira a Arianzo para dedicarse a la literatura y a la ascesis hasta que muere en 390.

Obras

Los temas son los asuntos cristianos tratados en forma clásica; insiste especialmente en la divinidad del Espíritu Santo, y en la excelencia de la virginidad.

Bibliografía: Apuntes; Silvano Cola, Perfiles de los Padres, ed. Ciudad Nueva, Madrid 1991, p. 71-76.

 

SAN GREGORIO DE NISA

Vida

Es el mejor teólogo del siglo IV. Se le considera fundador de la teología mística. Hermano menor de San Basilio.

Obras

Es un escritor especulativo, con gran rigor, maneja la retórica y trata temas clásicos.

Bibliografía: Apuntes. Silvano Cola, Perfiles de los Padres, ed. Ciudad Nueva, Madrid 1991, p. 63-68.

 

DOCTRINA TEOLÓGICA DE LOS PADRES CAPADOCIOS

Son continuadores de la obra de Atanasio en la controversia arriana; llevan a la cumbre la doctrina trinitaria; consiguen el triunfo de la ortodoxia (381); fomentan las relaciones entre el helenismo y el cristianismo; con su labor pastoral consiguen la paz entre los cristianos; difunden el monaquismo.

Teología trinitaria

Pertenecen a la Escuela de Alejandría en lo especulativo.

La fórmula teológica fijada por Basilio es que en la Trinidad hay una ousia (esencia) y tres hipóstasis (Personas). Las tres hipóstasis son "homoousioi" (consustanciales).

Determinaron las propiedades personales:

Nacianceno y Niseno formularon la doctrina sobre las relaciones de origen.

El Niseno propuso la existencia de acciones ad extra y procesiones ad intra. También formulo la doctrina que afirma que las relaciones opuestas constituyen las Personas. El Niseno propuso la procesión "per Filium": el Espíritu Santo es Espíritu del Padre y Espíritu del Hijo. También afirmo que Dios es uno y singular.

El Nacianceno defendió la divinidad del Espíritu Santo.

Cristología

El Nacianceno afirmó que la humanidad de Cristo es completa, y estudió la unión entre las dos Naturalezas sin encontrar la fórmula para expresarla.

El Niseno afirmó que la unión se hace en la única Persona y formuló la doctrina de la "communicatio idiomatum". Además habló de María Madre de Dios, de su virginidad en el parto y de los privilegios marianos.

Filosofía y Teología en el Niseno

Utliza mucho la filosofía y consoloda el uso de la "ratio theologica". Usa el neoplatonismo de filiación plotiniana. También acude a Platón y a los estoicos.

Misticismo del Niseno

Sigue la tradición de Orígenes:

Bibliografía: Apuntes.

 

TEMA 19: LA PRIMERA LITERATURA MONÁSTICA

 

a) El comienzo del monaquismo

La espiritualidad del monaquismo está basada en el contemptus saeculi. Las primeras noticias que tenemos de esta forma de vida nos las proporcionan San Atanasio y San Jerónimo en sus escritos sobre los monjes de los desiertos de Egipto. El monacato cristiano nació en la segunda mitad del siglo III en Egipto como anacoretismo (anacwrein = subir: del poblado valle del Nilo al desierto). Llevadas por el deseo de observar de modo radical el evangelio, algunas personas se desprendían de todos sus bienes e incluso abandonaban la comunidad social a fin de vivir en adelante sólo para Cristo (monacoV = el que vive solo [para Cristo]).

En la primera mitad del siglo IV aparece San Antonio Abad (251-356), en los desiertos de Nitria y Scete (Bajo Egipto). Lleva una vida anacorética de soledad y silencio. En el Alto Egipto vivía San Pablo de Tebas por aquella misma época.

Después de veinte años de soledad, San Antonio reúne a sus discípulos y se forma la primera comunidad de anacoretas sin regla. Así aparece la primera forma de vida común.

En el Alto Egipto (Tebaida), San Pacomio (286-346) inaugura la vida cenobítica que es también una forma de vida común, pero con obediencia a un superior religioso mediante una "Regla". Los monjes viven en un claustro (casa con celdas para muchos monjes rodeada de un muro). Al frente del monasterio o cenobio está un abad. A la muerte de San Pacomio había ya nueve cenobios en la Tebaida con millares de monjes. Había también dos cenobios de mujeres. La abadesa era María, una hermana de San Pacomio.

Además de este ejemplo de monacato femenino, tenemos en el siglo IV el suceso de las damas romanas que, dirigidas por San Jerónimo, se trasladaron a Belén y fundaron un cenobio para mujeres.

Otras formas primitivas de monacato son las de:

Más tarde aparecen otros tipos de vida monacal:

Entre los siglo IV y VIII se desarrolla el monaquismo urbano. Por ejemplo, en Constantinopla había ochenta monasterios en tiempo de Justiniano (siglo VI) que escribió sobre los monjes y a quienes dedicó las "novelas" 5 y 139.

Son dignos de mención, dentro del monacato urbano, los acemetas ("akoimetoi"): los insomnes. Su fundador fue San Alejandro. Se dedicaban a la "oración perpetua". El monasterio de Studion fue un monasterio de acemetas muy famoso en la antigüedad, fundado por el consul Studios. Los monjes "estuditas" fueron firmes defensores del Primado romano contra los monofisitas, en el siglo VI).

Los monjes solían ser laicos (legos). Vestían hábito (túnica negra, cinturón de cuero, piel de cordero o cabra, capuchón), ejercían un trabajo manual y hacían oración. Había algunos pocos sacerdotes entre ellos.

Entre los monjes orientales no parece haber habido dependencias con esenios, neoplatónicos, pitagóricos, budistas, etc.

Bibliografía: Historia Universal, EUNSA, Pamplona, II, 327 y ss.

 

b) Importancia e influjo

San Atanasio de Alejandría dio a conocer estas formas de vida en Treveris (Alemania), durante uno de sus exilios. Escribió una biografía sobre San Antonio.

Los primeros monjes de Occidente aparecen bajo la forma de vida cenobítica en las islas del mediterráneo (la isla de Lerins, frente a Marsella). Practican el monaquismo San Ambrosio, San Agustín y San Paulino de Nola.

El monacato se extendió por el África latina. San Agustín fundó un monasterio en su casa de Hipona. Se vivía "vida apostólica" que consistía en que el clero vivía en la casa del obispo. Es el antecedente de los "Canónigos regulares" de la Edad media. Escribió una regla para varones y mujeres. Durante la reconquista bizantina del África del Norte (siglo VI) seguían muchos monasterios organizados según esta regla de San Agustón.

En el centro de las Galias también se extiende el monaquismo a través de San Martin de Tours que funda el monasterio de Ligugé (Poitiers) y el de Marmoutier (Tours, año 370).

En el sureste de las Galias (Provenza) aparecen formas de vida monacal en Marsella y Lerins. Juan Casiano funda en Marsella la Abadía de San Víctor. Honorato funda en Lerins "lauras" como las de Palestina (vida cenobítica y eremítica combinadas). Otros promotores insignes del monaquismo occidental fueron Salviano de Marsella y San Vicente de Lerins. De esos monasterios salieron obispos famosos como Hilario y Cesareo de Arles, Máximo y Fausto de Riez, y Euquerio de Lyon.

Un siglo más tarde San Benito (480-547), patriarca del cenobismo occidental, propaga la vida monacal. San Benito nació en Nursia (Sabina del norte) y muere en Montecasino en plena guerra gótica. Estudia en Roma, va a Subiaco (Sublacum, en los montes sabinos: lago artificial construido por el emperador Claudio junto a las ruinas de un palacio campestre de Nerón). Ahí funda una comunidad según el modelo de los monasterios de San Pacomino.

La segunda fundación es Montecasino (529), en Campania, entre Roma y Nápoles. Ahí se instaura la vida cenobítica completa con el "ora et labora" (oración litúrgica, lectio divina y trabajo).

San Benito escribe su "regla" el año 540. San Gregorio Magno, que fue monje benedictino, dice que se trata de un "código notable por su discreción y claro en su lenguaje". Está inspirada en la "Regula Magistri" del siglo VI también.

La Orden benedictina fue la única que, hasta el siglo XII, rigió el monaquismo occidental. Uno de los benedictinos ilustres fue Casiodoro, hombre público que bajo el dominio de los ostrogodos (540) funda "Vivarium" un monasterio en Calabria, donde se copiaban manuscritos antiguos. Este saber pasaría a los anglosajones y luego los monjes ingleses lo llevaría a toda Europa.

La hermana de San Benito, Santa Escolástica (+547) funda un monasterio para mujeres.

Bibliografía: Historia Universal, EUNSA, Pamplona, III, 222 y ss.

 

c) Breves noticias sobre los primeros representantes de la literatura monástica

La literatura hagiográfica que nace en el siglo IV está estrechamente relacionada con el monaquismo. Hasta entonces en la Iglesia se había venerado sólo como santos a los mártires, y se habían transmitido sus testimonios en panegíricos, vidas y actas de mártires. Con los monjes apareció en escena un segundo grupo de cristianos ejemplares a los que se peregrinaba como a "santos vivientes", al tiempo que se acudía también a los santos lugares de la vida de Cristo en Palestina y a las tumbas de los santos (principalmente de los apóstoles y mártires en Roma). Y se escribían y divulgaban sus vidas.

Entre la literatura monástica están las siguientes obras:

 —Bibliografía: Drobner, 383-416.

 

TEMA 20: ESCRITORES ORIENTALES (SIGLO IV Y COMIENZOS DEL V)

 

a) Los escritores de procedencia palestina: Eusebio de Cesarea y el comienzo de la historiografía cristiana; San Cirilo de Jerusalén; San Epifanio de Salamina

 

EUSEBIO DE CESAREA

Vida y obras

Bibliografía: Apuntes.

 

SAN CIRILO DE JERUSALEN

Vida

Obras

Doctrina

Bibliografía: Biblioteca de Patrística n. 11 (BP-11), pp. 7-15; Apuntes.

 

b) Escritores antioquenos: San Juan Crisóstomo

Vida

Obras y doctrina

Su obra se ha conservado íntegramente por el valor de su contenido.

Doctrina sobre la dignidad del sacerdocio

Escribió seis libros sobre el sacerdocio. Este tratado "sobre el sacerdocio" siempre se ha considerdado como un clásico del sacerdocio y uno de los mejores tesoros de la literatura patrística.

Parece ser que lo compuso cuando era aún diácono, entre el 381 y el 386, desde luego antes del 392 en que lo lee San Jerónimo.

La gran obra puede dividirse en dos partes: la primera se ocupa de la dignidad sacerdotal y la segunda del ministerio sacerdotal. San Gregorio Nacianceno escribe su Oratio, que influye decisivamente en el escrito del Crisóstomo.

La dignidad del sacerdote se mide por el amor hacia Cristo, del cual es signo, por las dificultades del ministerio sacerdotal, por el deber confiado al sacerdote de ofrecer el sacrificio eucarístico, de perdonar los pecados, de regenerar las almas en Cristo.

El sacerdocio requiere muchas virtudes: la sabiduría, la ejemplaridad de vida, la prudencia.

El tratado termina con dos grandes alegorías: la de la esposa mística y la del rapazuelo conductor de un gran ejército, con las que muestra la dignidad y responsqabilidad del sacerdote.

Bibliografía: Apuntes.

 

c) Breves noticias sobre otros autores griegos de esta época, y sobre las escuelas y literatura siríacas de este período

 

DIODORO DE TARSO

Vida

Doctrina

Luchó contra el arrianismo y el apolinarismo.

Algunas de sus expresiones, un siglo más tarde, se entendieron en sentido nestoriano; llama a Cristo, por ejemplo, Hijo de Dios e Hijo de David.

Su doctrina cristológica contiene errores. Hay que tener en cuenta que fe no estaba todavía definida. A fines del siglo V es condenado.

De sus 60 o 70 tratados sólo quedan fragmentos. Fue un verdadero naufragio de su producción literaria.

Bibliografía: Apuntes.

 

TEODORO DE MOPSUESTIA

Vida

Obras y doctrina

Muchas de sus obras se perdieron. Conservamos actualmente algunos fragmentos y un escrito completo (una homilía catequética).

En sus obras exegéticas utiliza el sentido literal, acude a la crítica literaria (modos de decir, matices de estilo, etc.). Hizo un "Comentario a los Salmos" y un "Comentario a los profetas menores".

Es sus "Homilías catequéticas" comenta el Credo y el Pater Noster.

Es especialmente profundo y con doctrina ortodoxa al tratar de la Eucaristía. Es citado por Pablo VI en la "Mysterium fidei".

Bibliografía: Apuntes.

 

ESCUELAS Y LITERATURA SIRIACAS

El primero de los Padres de la Iglesia siriaca es Afrates, de sobrenombre "el Sabio persa". Vivió en el siglo IV y formaba parte de una asociación de ascetas "los hijos del pacto", que vivían el celibato, pero permanecían en el mundo. Entre sus escritos se conservan 23 homilías o Demostraciones, compuestas entre 337 y 345. El autor se profesa discípulo únicamente de la Sagrada Escritura. Se nota una actitud de antijudaísmo. Ignora las categorías fundamentales de la cristología nicena. Su teología es de tipo narrativo más que especulativo. Su ética es muy exigente.

El segundo de los Padres de la escuela siriaca es San Efrén. Nace en Nísibe de Mesopotamia hacia el año 306. Su madre era cristiana y el padre un sacerdote pagano que expulsó a su hijo cuando este se hizo cristiano. Recibió educación e instrucción bajo el obispo de Nísibe, Jacobo. La mayor parte de su vida la pasó en Nísibe donde ejerció el ministerio de diácono. Al parecer, estuvo con su obispo presente en el Concilio de Nicea. En 363, cuando Nísibe cae bajo el dominio persa, se traslada a vivir a Edesa donde dirige la escuela catequética y sigue un estilo de vida monástico. Sus principales obras son Comentarios escriturísticos (en prosa); en poesía: Carmina nisibena, Hymni contra Iulianum, Hymni contra haereses, Hymni de Nativitate, De Cruxifixione, De Resurrectione, De Paradiso, De Nativitate, De Ecclesia. Efrén es el máximo poeta de la era patrística y el más importante de los Padres siriacos. Sin embargo es un pensador aislado, ajeno a las grandes controversias cristológicas de su época. Es exponente de un cristianismo que resulta notablemente arcaico en comparación con las otras áreas del Oriente cristiano. En mariología San Efrén es un decidido defensor de la virginidad de María.

Bibliografía: Mondin I, 329 y ss.