II. LOS PADRES PRENICENOS (SIGLOS I-III)

 

TEMA 2: CONTEXTO GENERAL DE LA

PATRÍSTICA DE LOS PRIMEROS TRES SIGLOS

 

a) El contexto histórico y doctrinal del cristianismo antes de la paz de Constantino y del Concilio de Nicea.

—Fundación de la Iglesia

Durante el gobierno del Emperador romano Augusto, Dios envió al Arcángel Gabriel a una ciudad de Palestina llamada Nazareth para anunciar a María el nacimiento del Mesías.

Cristo vive durante treinta años en Nazareth trabajando como carpintero en el taller de José.

En el año decimoquinto del gobierno de Tiberio (c.27 d.C), uno de los emperadores que sucedieron a Augusto, Jesús comienza a predicar y a anunciar el Evangelio, la Buena nueva.

Casi al comienzo de su Vida pública elige doce discípulos. En varias ocasiones les confía la misión de anunciar el Evangelio hasta los confines de la tierra. Les confiere poderes para enseñar, santificar y gobernar a todos los hombres que acojan el Evangelio.

Con su Pasión, muerte y Resurrección gloriosa, Cristo abre la posibilidad de salvación a todos los hombres. La venida del Espíritu Santo termina de completar el designio de Dios sobre la naciente Iglesia.

—Expansión del cristianismo

Pronto comienzan las primeras persecuciones. En el año 42 muere decapitado el primero de los Apóstoles, Santiago el Mayor.

Muchos de los discípulos de Cristo huyen a Antioquía y Alejandría que eran, con Roma, las ciudades más importantes del Imperio.

Desde el día de Pentecostés, cristianos se dispersan por todo el Imperio romano y llegan hasta las regiones más lejanas. En los tres primeros siglos de vida de la Iglesia, su presencia es mayor en Asia Menor, Egipto y Siria. También hay núcleos importantes de cristianos en muchas ciudades griegas, en Italia, Hispania y África proconsular.

—Organización de la Iglesia

1. En cada iglesia local había dos grupos de fieles: clero y laicado. El clero estaba formado por el obispo, los presbíteros —elegidos por el pueblo fiel y ordenados por el obispo— y los diáconos. El gobierno era monárquico, no democrático. Cada apóstol fundaba una comunidad y ordenaba presbíteros de los que salía el sucesor (por ejemplo, Timoteo, Tito, etc.). En cuanto a los diáconos: cfr. Act 6, 1-6.  En cada iglesia había un obispo, y varias parroquias, los fieles de las cuales se reunían en casas privadas. En el s. III aparecen las iglesias rurales con un presbítero que depende del obispo. Los ámbitos diocesanos comprendían una ciudad con los territorios de alrededor. El primado del obispo de Roma está en el origen mismo de la Iglesia. Jesús lo confiere a Pedro. S. Ireneo da la lista de los obispos de Roma de Pedro a Eleuterio (todos los historiadores admiten su autenticidad).

2. Administración del Bautismo. Al principio, se hacía inmediatamente después de que el que lo pedía hacía la profesión de fe. Hacia el año 220 aparece el catecumenado. Entonces se realizaba dos veces al año (Pascua y Pentecostés) por inmersión y con unas ceremonias concretas.

3. La celebración de la Eucaristía. En 155, S. Justino la describe en su primera Apología. Todo se hacía con gran sencillez: lectura de la Sagrada Escritura, en una mesa pan y vino, oraciones consecratorias, a las que se respondía Amen, el ósculo de la paz, la comunión distribuida por diáconos ("la carne y la sangre de Jesucristo encarnado"), himnos, una homilía, el pan eucarístico era distribuido por los diáconos a los ausentes, y los fieles presentes lo llevaban a su casa para comulgar entre semana.

4. La disciplina penitencial. Entre los primeros cristianos había un alto tenor de vida moral: era una auténtica "comunidad de santos". Por eso se veía con mayor severidad a los pecadores. El pecado capital, o mortal (idolatría o negación de la fe, asesinato, lujuria), a veces (para algunos obispos), era motivo de exclusión de la Iglesia; aunque, ordinariamente, había la posibilidad de volver a ser admitido después de la penitencia. En general, la reconciliación después del Bautismo se administraba una sola vez. Las penitencias eran largas: a veces duraban hasta la muerte (se vestían de sacos, se ponían ceniza en la cabeza; ayunaba, daban limosna). Los pecados notorios, requerían confesión pública; los pecados secretos, confesión secreta. La penitencia y la absolución eran siempre públicas. Los obispos eran quienes administraban la penitencia. Pronto hubo sacerdotes penitenciarios.

5. Fiestas y días de ayuno. La fecha de la Pascua. Los hebreos celebraban como día festivo el sábado. Los cristianos, el domingo. Los hebreos ayunaban los lunes y jueves. Los cristianos los miércoles (en recuerdo de la traición de Judas) y viernes. Los sábados también en la Iglesia latina. Las fiestas cristianas más importantes eran: la Pascua (Pasión, muerte y resurrección de Jesús), y Pentecostés.

6. La vida moral y religiosa de los cristianos de los tres primeros siglos. Los cristianos eran ciudadanos corrientes. Seguían las costumbres civiles Pertenecían a todos los tipos de profesión. Sin embargo se distinguían por su piedad (Eucaristía, oración, signarse..), por no asistir a espectáculos públicos, por su vida ascética y mortificada, por sus limosnas, por la atención a los enfermos, viudas, huérfanos, esclavos, prisioneros, forasteros..., por su modo de vivir la castidad en el matrimonio y en el celibato, denunciando el aborto, dignificando la vida familiar. La virginidad era observada por numerosos cristianos.

—Desarrollo de la doctrina y herejías

1. Los Símbolos o profesiones de fe. Antes del bautismo se exigía hacer una profesión de fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, y en la Iglesia. Así nacieron los "símbolos de fe". Sin embargo, desde los primeros momentos de la Iglesia comienzan a aparecer brotes de disidencia: los judaizantes y las sectas gnósticas.

2. Los judaizantes. Eran judeo-cristianos que continuaban observando la ley mosaica y trataban de imponerla a los demás. En el año 66 se separan del resto y forman una comunidad en Pella (Transjordania). Se empeñaron en seguir viviendo la ley mosaica, tratándola de imponer a los demás cristianos. Niegan la divinidad de Cristo. Los más mitigados de entre ellos, desaparecen en el año 150.

3. El gnosticismo. Corriente religiosa, que existía antes de Cristo. Es una mezcla de las religiones orientales con la mística griega (sincretismo). Influyo a algunos cristianos especialmente entre los años 130 y 180. Ya S. Pablo previene contra esta herejía (Col 2,8; 1 Tim 1, 3-4; 1 Tim 6, 20). Practicaban ritos mágicos y supersticiosos. Hubo hasta 60 sectas gnósticas. Principales exponentes: Basílides (Alejandría, 120-145), Valentín y Marción (Roma, año 140).

4. Lucha contra el gnosticismo. Se llevó a cabo mediante la expulsión de los gnósticos y la actividad apologético-literaria (Justino, Tertuliano, Hipólito, Ireneo). El gnosticismo sobrevivió, sobre todo en las sectas maniqueas.

5. El maniqueísmo es una forma religiosa gnóstica que tiene su origen en Babilonia y Persia a mediados del s. III. Es una mezcla del dualismo rígido de Zoroastro con elementos budistas, caldeos, judíos y cristianos. Su fundador es Manes (Babilonia, 216-277).

—Vida interna de la Iglesia en los primeros siglos

Aunque ya hemos tocado algunos de estos temas, vale la pena revisarlos de nuevo bajo una nueva perspectiva.

1. La organización de la Iglesia primitiva. Los Apóstoles dejaron sucesores, llamados obispos, al frente de las comunidades fundadas. Por ejemplo, San Pablo dejó a Tito en Efeso y a Timoteo en Creta. Los obispos, con la ayuda de presbíteros y diáconos, predicaban la Palabra de Dios, administraban los sacramentos y gobernaban las primeras comunidades cristianas.

2. La vida ordinaria de los cristianos. Al principio los primeros cristianos procedían de las clases sociales más pobres, pero pronto los encontramos en todas las actividades de la vida corriente: soldados, zapateros, comerciantes.., incluso entre las familias de la nobleza romana y en la casa del Cesar.

Una de sus actividades principales era la oración, practicada varias veces al día. Además acudían con frecuencia —al menos el domingo— a las celebraciones litúrgicas que sustancialmente tenían la misma estructura que la Santa Misa actual.

Practicaban muchas veces al año un ayuno riguroso. Los más afortunados en bienes materiales ayudaban a los más pobres. Vivían con gran austeridad y pureza de costumbres, que contrastaba con el hedonismo generalizado de las ciudades romanas.

3. La catequesis y el comienzo de la teología. Ya en los escritos del Nuevo Testamento encontramos fórmulas fijas por medio de las cuales los primeros cristianos profesaban el contenido de su fe.

A finales del siglo II se elaborar los primeros símbolos de fe. En esa misma época algunos escritores cristianos (S. Ireneo de Lyon, Orígenes en Alejandría y Cesaréa, S. Hipólito de Roma) comienzan a profundizar en la fe mediante el discurso racional (teología).

—Las Persecuciones contra la Iglesia durante los tres primeros siglos

Entre los siglos I y III el cristianismo tiene dos enemigos principales:

A pesar de esto, la rapidez de expansión es impresionante (en 313 había 10 millones: la quinta parte de los habitantes del imperio).

Principales persecuciones

  1. Nerón (54-68). Murió una gran multitud de cristianos. Entre ellos Pedro y Pablo.

  2. Domiciano (81-96). En el año 95 degüella a Flavio Clemente (cónsul y primo suyo) y a su mujer Flavia Domitila, por "ateísmo". S. Juan es desterrado a Patmos.

  3. Trajano (98-117). Mártires: S. Ignacio de Antioquía (110), S. Simeón, obispo de Jerusalén (120 años de edad y pariente del Señor).

  4. Marco Aurelio (161-180). Mártires: En el año 165 San Justino y 6 compañeros (uno de ellos era Elvespisto, escalvo de la casa del Cesar) y los mártires de Lyon (177).

  5. Septimio Severo (193-211). Publica un decreto contra los catecúmenos ("ne fiant christiani..."). Mártires: Stas. Perpetua y Felicidad en Africa, Leónidas (padre de Orígenes) en Alejandría.

  6. Maximino el Tracio (235-238). Mártires: S. Hipólito y S. Ponciano.

  7. Decio (249-251). Es la mayor persecución hasta entonces. Se publica un decreto general de persecución a quienes no ofrecieran sacrificios (la supplicatio) que se exigía especialmente a los obispos. Hubo muchos mártires (S. Fabián, papa) y confesores (que sobrevivieron).

  8. Gallo (251-253). Muere en el destierro el papa Cornelio.

  9. Valeriano (253-260). Publica un decreto contra los pastores (257), prohíbe la liturgia y los cementerios. Y en 258 uno contra los eclesiásticos y laicos que tenían algún cargo importante. Eran condenados a trabajos forzados, a muerte, o a pasar a la condición de esclavos. Mártires: S. Sixto II (sorprendido celebrando Misa con cuatro diáconos en las catacumbas de S. Calixto), S. Lorenzo (que murió cuatro días después), S. Cipriano (258), S. Fructuoso (obispo de Tarragona).

  10. Diocleciano (284-305). Antes del año 300 en Roma había millares de cristianos; en Italia, un centenar de comunidades (más en el sur). En Cartago la mayoría de la población romanizada era cristiana con un centenar de comunidades con obispo propio. En el siglo III hay cristianos en Treveris, Colonia y Maguncia. En el siglo III hay mártires en Britania. Hacia el año 300, el 10% de la población del Imperio era cristiana. Diocleciano publica cuatro edictos sucesivos de persecución. Sobre todo en oriente hubo muchos mártires (la legión tebana, dos veces diezmada y luego exterminada).

La Iglesia no cedió. Escogió el camino duro. Sufrió lo indecible. Dios le dio la victoria contra enemigos que parecían invencibles. Total de mártires: superior a cien mil.

 

b) Subdivisión interna de esta época

Hay muchas enfoques metodológicos desde los cuales se podría estudiar la época de los Padres prenicenos. Por motivos pedagógicos elegimos el que nos parece más claro.

Las cuatro subdivisiones —que abarcan del tema 3 al tema 9— son las siguientes:

A. El Período de los Padres Apostólicos (siglos I-II)

B. El primer enfrentamiento con el mundo pagano

C. Las primeras herejías y la primera literatura antiherética

D. Las primeras confesiones de fe y la formación del canon bíblico

Bibliografía: Apuntes.

 

TEMA 3: LOS PADRES APOSTÓLICOS

 

a) Características generales de estos escritos y su importancia

Son los primeros testigos de la Tradición, el primer eslabón de la cadena en la transmisión del depósito revelado.

Características generales

La expresión es del siglo XVII. Se consideraban "Padres Apostólicos" a: Bernabé, Clemente de Roma, Ignacio de Antioquía, Policarpo de Esmirna, Hermas, Papías de Hierapolis, Carta a Diogneto y Didakhé. Estrictamente hablando sólo son "Padres Apostólicos" Clemente, Ignacio, Papías, Policarpo y Didakhé. Bernabé y Hermas pertenecen mas bien a los escritos apócrifos y Diogneto a los de tipo apologetico.

Son escritos estrechamente relacionados con el Nuevo Testamento: como eslabones entre los Apóstoles y la Tradición posterior. Dan una imagen clara de la doctrina de finales del siglo I. Son escritos circunstanciales, sin pretender una exposición sistemática de la doctrina.

Temas principales: profunda nostalgia de Cristo y espera ansiosa de su venida próxima (escatología). Contienen una doctrina cristológica uniforme: Cristo es el Hijo de Dios, preexistente al mundo, que participó en la obra de la creación.

De la primera mitad del siglo segundo hemos recibido algunos escritos de gran interés para el conocimiento de la vida de los primeros cristianos.

Aunque se trata de textos griegos, todos reflejan una profunda influencia del ambiente hebreo. Tienen un gran parecido, además, a los libros del Antiguo y, sobre todo, del Nuevo Testamento.

La doctrina que contienen no está estructurada como un sistema teológico. Más bien reproducen las ideas del Nuevo Testamento, sobre todo las de los escritos de San Pablo y San Juan.

El objeto de estos escritos es eminentemente práctico y pastoral. Pretenden fomentar en los lectores el estilo de vida nuevo que Cristo enseñó a los Apóstoles y estos trasmitieron a la siguiente generación. Insisten, por ejemplo, en la importancia de vivir las virtudes cristianas: la caridad, la paciencia, la mansedumbre, la fidelidad, el desprendimiento de los bienes terrenos, la esperanza en la resurrección de la carne, etc.

Hay algunos puntos que son expresados con especial vigor. Uno de ellos es la necesidad de la unidad de todos los fieles en torno a su pastor, el Obispo de cada Comunidad, que gobierna con la ayuda de un colegio de presbíteros y con los diáconos.

También se alerta en estos documentos a todos los cristianos a ser fieles a la fe recibida, y a mantenerse vigilantes contra el peligro de las nacientes herejías. Quizá las dos más difundidas en ese momento eran la de los judaizantes, que intentaban volver a las prácticas de la ley mosaica, ya superadas, y la de los docetas, que negaban que Cristo fuese verdadero hombre y que tuviese un cuerpo real.

Características principales de cada libro

Bibliografía: Simonetti, c.2, Quasten I, 1-31, Moliné I, 9-30., Trevijano, p. 5.

 

b) La Didaché

Introducción

Título primitivo: "La Instrucción del Señor a los gentiles, por medio de los doce Apóstoles". Fue descubierta en Jerusalén, en un códice griego en pergamino del año 1057 (H 54) y publicada en 1883 por el Metropolita Bryennios de Nicomedia (patriarcado de Jerusalén).

Título (Didakhé = enseñanza = didakh ): Doctrina Apostolorum o Instrucción del Señor a los gentiles por medio de los Doce Apóstoles.

Epoca de su composición

El ambiente histórico que refleja es el de las últimas décadas del siglo I. Algunos piensan que fue escrita entre los años 80 y 100, o antes (no tiene citas de los Evangelios sinópticos). Otros opinan que depende de la Epístola de Bernabé y que, por lo tanto sería posterior (entre el 130 y el 150). Por el ambiente judío que refleja, podría haberse escrito en el siglo I, al menos en algunas de sus partes.

Autor (varios) desconocido, de origen siriaco. Su autor es probablemente un judeo-cristiano de la región de Siria.

Aunque sus seis primeros capítulos (doctrina de las Dos Vías) se parecen mucho a los capítulos 18 a 20 de la Epístola de Bernabé, no parece que haya dependencia mutua. Es probable que ambas obras procedan de una tercera fuente.

La Didakhé es una compilación hecha de textos ya existentes. Parece haber sido escrita entre el 100 y el 150, en Siria. Es muy citada (Eusebio, Atanasio, Rufino).

Sirvió de modelo a otras obras de argumento disciplinar y litúrgico posteriores: Didascalia (mediados del s. III; escrito siriaco antijudáico), Traditio Hipoliti (s. III) y Constituciones Apostólicas (fin del s. IV; escrito en Siria o Constantinopla por un arriano).

Transmisión del texto

Contenido

Estructura: 16 capítulos muy breves (tres secciones y una conclusión): Secciones: 1ª: moral, 2ª: litúrgica, 3ª: relaciones pueblo fiel con jerarquía.

Del capítulo 7 al 10 se dan normas para la administración del bautismo (con la fórmula de Mt 28, por inmersión en agua corriente y, en caso de necesidad, por infusión), sobre el ayuno (antes del Bautismo, miércoles y viernes como contraposición al ayuno judío de los lunes y jueves —antijudaísmo—), sobre la Eucaristía y la penitencia.

Documento central del siglo apostólico: la Didakhé, cap. 7: bautismo con agua corriente (en ríos), si es posible; formula; también se admite el bautismo por infusión derramando agua tres veces en la cabeza; ayuno del que bautiza y el bautizado uno o dos días antes; el ayuno los miércoles y los viernes (distintos días de los judíos).

Tanto la Didaché como S. Justino, llaman a la Eucaristía "Sacrificio". Sólo comulgaban los bautizados. Necesidad de purificación tanto para la Comunión como para la oración.

Del capítulo 11 al 15: normas disciplinares: diezmo, trabajo...

El capítulo 16: la parusía y deberes del cristiano que se derivan de ella (vigilancia).

Doctrina

o      apóstoles y profetas (carismáticos itinerantes),

o      episcopoi y diakonoi (jerarquía estable local).

Bibliografía: Quasten I, 38-49, Moliné I, 53-54, Fliché I, c.12, Trevijano, 6-14.

 

c) San Clemente Romano

Vida

Según afirmaciones de Ireneo, Eusebio, Tertuliano, Epifanio y Orígenes, Clemente fue el tercer sucesor de S. Pedro, consagrado obispo por el mismo Apóstol, que gobernó del 92 al 101. No es seguro su martirio, tal como lo relata el "Martyrium S. Clementis", texto griego del siglo IV.

Cuarto obispo de Roma (92-101); judío helenista, en contacto con los Flavios (?); desterrado al Quersoneso (?); mártir ahogado con un ancla (?).

Personalidad del autor

No dice su nombre. Habla en plural ("nosotros") en nombre de la Iglesia de Roma. Pretende que su epístola sea leída publicamente (forma de sermón de la primera parte, figuras retóricas, muy elaborada). De hecho sabemos por Eusebio que el obispo Dionisio de Corinto escribió al papa Sotero (c.170) diciendo que se leía la carta de Clemente en las reuniones litúrgicas. El mismo Eusebio dice que se leía esta carta en otras muchas iglesias.

Clemente parece haber sido judío por las numerosas citas del Antiguo Testamento y reducidas del Nuevo Testamento.

La "Epístola a los Corintios"

Es el único escrito de Clemente. Bajo Domiciano volvieron en Corinto las disputas entre diversas facciones, que había en tiempos de S. Pablo. Unos usurpadores depusieron a las autoridades legítimas, a las que siguió un grupo reducido de fieles. Clemente pretende, una vez conocida la situación, lograr una concordia y restablecer la autoridad suprimida.

El escrito más antiguo que conocemos (a. 96) es quizá la carta que San Clemente, obispo de Roma, escribe a la Comunidad de Corinto, ciudad griega de gran importancia mercantil; en el siglo I. Esta iglesia, fundada por San Pablo, tenía desde su fundación estrechos vínculos con la iglesia de Roma. Recordemos que San Pablo escribe su Epístola a los Romanos precisamente en Corinto.

El objeto fue exhortar a los Corintios a la unidad y pedirles que restituyeran en sus cargos a los presbíteros que los Apóstoles habían dejado al frente de la iglesia, ya que habían sido depuestos injustamente. Conocemos por escritos posteriores, que la carta de Clemente era leída en las asambleas litúrgicas setenta años más tarde con enorme veneración. El escrito tiene gran valor teológico, litúrgico e histórico. Entre otros datos de interés, menciona el martirio en Roma de San Pedro y San Pablo, y el viaje de este último a España.

"Esta exhortación (la carta de Clemente) presenta ya los caracteres que tendrán siempre los documentos romanos: una gravedad sabia, paternal, consciente de la propia responsabilidad, firme en sus exigencias y al mismo tiempo indulgente en sus censuras. Y en lo que se refiere a la exposición doctrinal, muy preocupada por presentar íntegramente la herencia del depósito tradicional" (Fliché, 338).

Escrita entre Domiciano y Nerva (años 95 ó 96). Se ha visto en esta intervención del papa la "epifanía del primado romano" (Batiffol). "Sin subrayados anacrónicos pertenece a la historia del primado romano" (Trevijano, 22).

Expone como verdades comúnmente conocidas por los cristianos el primado romano y el origen divino de la jerarquía.

Son especialmente valiosas las enseñanzas sobre Cristo:

"Queridos hermanos, este es el camino en el que encontramos nuestra salvación, Jesucristo, el Pontífice máximo de nuestras oblaciones, el protector y la ayuda de nuestra debilidad. Por su medio podemos contemplar las sublimidades de los cielos y miramos como en un espejo el rostro inmaculado y sublime de Dios: por su medio se han abierto los ojos de nuestro corazón y se abre a la luz nuestra inteligencia, antes obtusa y entenebrecida..." (Carta a los Corintos, XXXVI, 1-2).

Tiempo de composición

Transmisión del texto

Estructura de la Carta

Los 65 capítulos de la epístola se dividen asi:

Puntos doctrinales fundamentales

Bibliografía: Simonetti, c.2, Quasten I, 49-73, Fliché I, c.12, Trevijano, 14-22.

 

d) San Ignacio de Antioquía

Vida

Por Eusebio sabemos casi todo lo que conocemos sobre la vida del Obispo mártir. Ireneo y Orígenes citan su martirio.

Segundo obispo de Antioquía (Pedro lo consagró); mártir en Roma (107, bajo Trajano: fue un regalo de la autoridad en Antioquía a Trajano por su victoria en la Dacia); se daba a sí mismo el nombre de "teóforo" (portador de Dios).

San Ignacio es apresado en Antioquía (era su segundo Obispo), para ser llevado al martirio en Roma. Pasa por algunas comunidades cristianas del Asia menor (Efeso, Tralia y Magnesia) que le manifiestan su cariño y respeto. Al llegar a Esmirna escribe cartas a esas comunidades para agradecer sus atenciones. Además les pide obediencia a los pastores y les advierte contra las doctrinas heréticas. También en Esmirna escribe su carta a los Romanos para pedirles que no impidan su muerte, pues desea ardientemente unirse a Cristo.

Ignacio continúa su viaje y en Troade escribe a la iglesia de Esmirna, a la de Filadelfia y a Policarpo, obispo de Esmirna. El motivo es, habiéndose enterado en Troade de que había cesado la persecución en Antioquía, pedirles a los de Esmirna que envíen delegados para felicitar a los hermanos de Antioquía. El tema de las epístolas es parecido al de las anteriores, escritas desde Esmirna. En la dirigida a Policarpo le da consejos para ejercer su función episcopal.

Llevado al martirio desde Antioquía de Siria, pasa por Filadelfia y en Esmirna escribe a las iglesias de Efeso, Magnesia, Tralla y Roma. Sigue su camino hacia Roma pasando por Troade. Ahí escribe a las iglesias de Filadelfia y Esmirna, y a Policarpo. Continúa a través de Filipo y Durazo hasta llegar a Roma.

Las Siete Cartas

Diez o quince años más tarde (a. 110), San Ignacio obispo de Antioquía después de Pedro y Evodio, escribe siete cartas durante su viaje a Roma, a dónde es llevado preso para ser echado a las fieras en el Coliseo. Los escritos van dirigidos a las iglesias de Éfeso, Magnesia, Tralia, Roma, Filadelfia, Esmirna y a Policarpo, obispo de esta última ciudad. Las cuatro primeras están escritas desde Esmirna y las tres últimas desde Troade.

Estas cartas nos dan a conocer las condiciones internas de las primitivas comunidades cristianas, nos permiten penetrar en el corazón del obispo mártir y aspirar su profundo entusiasmo religioso. Su lenguaje es fogoso y profundamente original, sin cuidar el estilo acostumbrado. Su alma se manifiesta llena de celo y ardor.

Su estilo es rápido, lleno de fogosidad, sin preocuparse de la forma, propio de un hombre que es llevado al martirio por amor a Cristo y que desea comunicar de alguna manera sus elevados sentimientos a sus lectores.

Es notable su preocupación por la unidad de las iglesias en torno a sus pastores. San Ignacio manifiesta su alegría ante el martirio. Considera que es el momento en que llegará a ser verdaderamente discípulo de Cristo. Toda la vida cristiana tiene como fin la unión con Cristo mediante la imitación de su vida.

Más tarde los de Filipos escriben a Policarpo pidiendo las cartas de Ignacio. Policarpo les escribe y les envía las que tiene en su poder.

San Ignacio bebe de la tradición paulina y joánica (Juan hacia pocos años que había escrito su Evangelio en Efeso), y la pone de manifiesto en sus cartas: la vida en Cristo es el centro de su argumentación. Policarpo e Ireneo tomarán todo este rico depósito y la trasmitirán a la posteridad.

En la iglesia de los mártires se debieron de leer y releer con mucha frecuencia las cartas de Ignacio.

Estilo sencillo, profundo, ardoroso, sin retórica.

La teología de San Ignacio

Puntos que resaltan de su teología

  1. Su idea central es la existencia de una voluntad salvífica (economía) de Dios, que se ha llevado a cabo en Cristo, nuestro Maestro.

  2. Siguiendo la teología de S. Pablo y la de S. Juan manifiesta claramente su fe en la doble naturaleza de Cristo: divina y humana, y ataca el docetismo (los docetas no formaron sectas independientes sino hasta a mediados del siglo II) que negaba la naturaleza humana y especialmente el sufrimiento de Cristo. Decían que Cristo sólo sufrió en apariencia (dokesis = apariencia), pues consideraban la carne como algo malo (la mayoría de los gnóstico profesaron el docetismo). Niegan la Eucaristía (la carne de Cristo) y la oración. Textos en que se apoyan los docetas: Lc 4,30 (Jesús pasó por en medio...) y Lc 24,31 (desaparece en Emaus). Textos antidocetas: 1 Jn 4,2 (Cristo vino en carne), 1 Jn 1,1 (quod contractaverum...).

  3. Afirma claramente la presencia real de la carne y sangre de Cristo en la Eucaristía y su realidad sacrificial ("Thysia" = sacrificio). Llama a la Iglesia el "lugar del sacrificio".

  4. El el primero en utilizar la expresión "Iglesia católica (universal)".

  5. Aparece clara la jerarquía en la Iglesia, formada por el obispo (que preside y representa a Cristo), los ancianos (representan el colegio de los Apóstoles) y los diáconos ("para mí dulcísimos", a quienes esta encomendado el ministerio de Jesucristo).

  6. Exhorta a la unidad con el obispo como único modo de permanecer fieles a Cristo.

  7. El obispo ha de presidir toda la vida litúrgica y, en general, a la Iglesia. Nada se puede hacer sin él.

  8. Sigue la doctrina paulina del matrimonio (que representa la alianza entre Cristo y la Iglesia) y la virginidad (que la recomienda).

  9. Es el primer escritor no romano, que conocemos, que reconozca el primado de Roma ("a la iglesia que alcanzó misericordia (...), la que es amada y está iluminada (...), que preside en la capital del territorio de los romanos ("etis kai prokathetai en topo jorion Romaion"), digna de Dios, digna de todo decoro, digna de bienaventuranza (...), puesta a la cabeza de la caridad ("prokathemene tes agapes"). S. Ignacio uliliza claramente la palabra "presidir" indicando autoridad, vigilancia. Por otra parte, parece ser (Funk) que "agapes" se utiliza como referido a la Iglesia universal (Roma preside sobre el vínculo de caridad, es decir, sobre la Iglesia universal), o, al menos (Thiele) indicando que Roma preside en la caridad, es decir, en la vida sobrenatural y en las cosas esenciales de la vida cristiana de todas las iglesias.

  10. S. Ignacio no exhorta a los romanos a la unidad ni a la concordia. No se atreve a dar órdenes a la comunidad de Roma, y es testigo de la estancia de Pedro y Pablo en esa ciudad: "no os doy mandato como Pedro y Pablo".

Misticismo de San Ignacio

Ignacio parte de la repetidamente mencionada unidad entre Dios y Cristo para hablar también de la unidad entre el cristiano y Cristo. Sobre el tema de la unidad del cristiano con Cristo se desarrolla el misticismo de Ignacio.

De la idea paulina de "unión" con Cristo y de la idea joánica de "vida" en Cristo, surge el ideal ignaciano: imitación de Cristo:

Autenticidad de las Epístolas

Cuestión ignaciana: se decía que había seis cartas espúreas mezcladas con las auténticas; los protestantes negaban, por lo tanto, su autenticidad; se zanjó el asunto cuando se descubrieron los códices antiguos con sólo las siete cartas (recensión breve del siglo II).

Algunos protestantes dudaron de su autenticidad. Hoy en día se admite generalmente.

Testimonio del tiempo de su composición: Policarpo en su carta a los Filipenses dice: "os enviamos las cartas de Ignacio (...), están llenas de fe y paciencia y de toda edificación que conviene en Nuestro Señor" (Phil 13,2). Otros testimonios: Orígenes e Ireneo. Eusebio nombra las siete en su orden tradicional.

Transmisión del texto

Se conservan en tres recensiones (tres grupos diferentes de la colección de cartas):

Bibliografía: Simonetti, c.2, Fliché, I, c.12, Quasten I, 73-85, Trevijano, 30-39.

 

e) Breves noticias sobre los demás autores u obras: Papías de Hierápolis; la Epístola de Pseudo-Bernabé; la II Epístola de Pseudo-Clemente; el Pastor de Hermas

Papías de Hierápolis

Por esos años (a. 130) Papías, obispo de Hierápolis, en Frigia, había escrito, inspirado en los Evangelios y en otros escritos muy antiguos, cinco libros sobre la Exposición de los dichos del Señor.

Discípulo de San Juan.

En el año 130 escribe unas "Explicaciones de las sentencias del Señor" (Logion kiriakon exegesein). Es importante para conocer la tradición oral. Se menciona la canonicidad de los cuatro Evangelios. Dice que el segundo lo escribió Marcos recogiendo la enseñanza de Pedro. Sólo quedan fragmentos recogidos por Eusebio de Cesarea. Eusebio dice que Papías tuvo ideas milenaristas y por eso no se difundió mucho su obra.

Bibliografía: Simonetti, c.2.

La Epístola de Pseudo-Bernabé

También nos ha llegado otro documento atribuido a San Bernabé, compañero de Pablo en la evangelización de Chipre, que al parecer fue escrito en la primera mitad del siglo II (año 130) en Alejandría. Es un tratado teológico escrito en forma de carta. No oímos en este texto las tranquilas especulaciones del catequeta, sino más bien el grito de alarma del pastor.

El autor es un cristiano alejandrino. La fecha de composición es probablemente el 130.

Partes: 1a: apología antijudaica (más larga), 2a: exhortaciones morales (como la Didajé).

Exagera en cuanto a la insuficiencia de la Ley y todo lo del Antiguo Testamento (es un precursor, en este sentido, de Marción), por interpretarlo alegóricamente.

Autor. Hay variadas teorías. Algunos (Rabillard) mencionan tres autores: el mismo Bernabé, un judío helenista y un antijudío pregnóstico. Otros mencionan varias fuentes. Se duda entre su origen alejandrino (es el más probable por quienes citan más el escrito: Clemente de Alejandría, Orígenes...) o del ambiente de Siria-Palestina (por su parecido a escritos qumrámicos y su crítica áspera al judaísmo, y su orientación escatológica).

Califica la historia de Israel de "perversión diabólica" siguiendo un poco el discurso de Esteban. Esta corriente culminará con la herejía de Marción.

División. La primera parte de la obra —más larga— (parte dogmática, cap. 1 a 17) es una interpretación del Antiguo Testamento que sigue el estilo de exégesis alegórica, que ya habían utilizado Filón, Pablo y el autor de la Carta a los Hebreos, y que será una característica típica de los escritores eclesiásticos de la Escuela de Alejandría a partir del siglo III (Panteno, Clemente, Orígenes). Es una apología antijudaica. Exagera en cuanto a la insuficiencia de la Ley y todo lo contenido en el Antiguo Testamento (es un precursor, en este sentido, de Marción), por interpretarlo alegóricamente.

La segunda parte es de carácter moral (cap. 18 a 21) y se centra en la alegoría de la Doble Vía que también aparece en otro escrito de la época: la Didaje.

Doctrina. Existencia eterna del Hijo, Encarnación, Bautismo: nos transforma en templos del Espíritu Santo, Domingo, Nasciturus: contra el aborto, Escatología: milenarista.

Un buen resumen de este escrito nos lo da Drobner:

Bibliografía: Simonetti, c.2, Fliché I-12, Trevijano, 22-30, Drobner, c.1.

La II Epístola de Pseudo-Clemente

Otra carta a los Corintios: es una homilía (la más antigua que se conserva); su origen es Corinto; escrita en el año 150; afirma la divinidad y humanidad de Cristo; los aspectos morales son los más importantes (penitencia, buenas obras para salvarse, la vida del cristiano es de lucha: competiciones atléticas).

Dos cartas a las vírgenes: editadas en 1752; escritas en el siglo II o primera mitad del siglo III; describen la vida de los primitivos ascetas y vírgenes antes de la aparición del estado religioso; vivían normalmente en sus casas; se habla del celibato, la caridad y el apostolado.

Pseudoclementinas (homilías, recognitiones).

Bibliografía: Simonetti, c.2, Quasten I, 49-73, Fliché I, c.12, Trevijano, 14-22.

El Pastor de Hermas

Autor y carácter general de la obra. A principios del siglo II, en Roma, un cristiano arrepentido de sus pecados, escribe una obra para animar a los demás fieles de la Iglesia romana a volver a un estilo de vida más puro y exigente, como el que había tenido la comunidad en los inicios de su fundación a mediados del siglo I.

Hermas es hermano de San Pío I (140-154) (según el Fragmento de Muratori). Liberto de Rodas, campesino al principio, pero después convertido en un pequeño burgues de Roma, casado con varios hijos que apostataron y mujer no cristiana.

El "Pastor" es un escrito de carácter apocalíptico (revelaciones de una anciana y un ángel vestido de pastor). Pertenece al género de los Apocalipsis apócrifos parenéticos con revelaciones y visiones abundantes. Fue escrito hacia el año 150 (probablemente entre finales del siglo I y el año 135), cuando era papa Pió I. Recoge una primera redacción del año 95 (siendo papa Clemente I). El relato, autobiográfico, es instructivo, oscuro, de difícil comprensión, profundo, redactado de manera sencilla, falto de conexión, con superposiciones y discursos inacabados.

Tuvo gran fama, sobre todo en Oriente, durante el siglo II. Ireneo y Eusebio lo consideran formando parte de la Escritura inspirada. Es rechazado por la Iglesia de Occidente en el siglo III y desaparece en el siglo IV. Muestra la Iglesia como algo vivo.

Este escrito es el que más detalles nos proporciona de la vida cristiana durante la primera mitad del siglo II. Por ejemplo, nos da a conocer la exigente vida de aquellos fieles, una de cuyas manifestaciones era la rigurosa disciplina penitencial que vivían (había la costumbre de confesarse de los pecados sólo una vez en la vida). Algunos sólo admitían la penitencia bautismal.

División. El escrito consta dos partes. En la primera se representan cinco visiones. En la segunda, la más larga e importante, se exponen doce preceptos y diez alegorias (similitudines).

En la primera visión aparece una señora anciana vestida de blanco (es una representación de la Iglesia), que invita a todos los cristianos a hacer petitencia para purificarse de los pecados. Los preceptos y alegorías son recomendaciones concretas para vivir las virtudes necesarias: pureza, temor de Dios, fidelidad, etc.

Doctrina. Hay que leer el "Pastor" valorando más la exposición moral que la teológica, que tiene imprecisiones. Es como un examen de conciencia de la Iglesia de Roma que, a juicio del autor, ha caído en un estado de tibieza (visión de la mujer vieja sentada en una poltrona) a causa de la molicie, las dudas de fe, las riquezas, la ambición y las persecuciones contra el nombre cristiano (la persecución de Trajano tuvo esa característica).

Transmisión del texto griego. Se ha pensado que pudiera tener tres autores distintos. No parece correcta esta teoría.

Bibliografía: Simonetti, c.2; Fliché I-12, 360-366; Trevijano, 39-48.

 

TEMA 4: LA LITERATURA APÓCRIFA CRISTIANA

 

a) La noción de "apócrifo"

Entre los muchos escritos de los cuatro géneros neotestamentarios que se produjeron en los cinco primeros siglos, se fijó el criterio de la apostolicidad para decidir sobre su fiabilidad. Por eso frecuentemente las obras cristianas se ponían bajo nombres de Apóstoles, para garantizar así su verdad.

A mediados del siglo II, movidos por la herejía gnóstica (que pretendía utilizar libros no fiables en sus reuniones), terminó en la Gran Iglesia el proceso de establecer un consenso sobre los libros fiables, aunque hasta el siglo IV no quedó fijada definitivamente la lista de los 27 libros canónicos.

El Canon de Muratori es un manuscrito del siglo VIII escrito en Roma hacia el año 200 que contiene una lista de 22 libros reconocidos como canónicos. Ludovico Antonio Muratori lo descubrió en la Biblioteca Ambrosiana de Milán antes de 1740.

En el siglo IV, Atanasio (Iglesia griega, año de 367) y Dámaso (sínodo romano de 382, contenido en el Decreto Gelasiano) definen una lista de libros inspirados y canónicos.

Para los gnósticos, los libros "apócrifos" eran los libros mantenidos en secretos, y tenían un sumo valor. Para los cristianos estos libros eran falsos, heréticos y reprobables.

Sin embargo, muchos apócrifos contienen fundamentos fiables de teología y espiritualidad eclesial.

La Patrología no estudia los libros canónicos, pero sí los apócrifos.

—Tipos a partir de finales del siglo II:

—Otra clasificación:

Bibliografía: Drobner, c.1.

 

b) Características generales de esta literatura y su utilidad para el conocimiento de la antiguedad cristiana

Apócrifo = para iniciados, secreto. Más adelante paso a significar "falso" o "legendario"

Con este término los primeros cristianos denominaban los libros peligrosos para la fe, ordinariamente de origen gnóstico, que contenían doctrinas ocultas, pero falsas.

Ahora denominamos así los libros escritos en los dos primeros siglos que, utilizando fuentes muy antiguas, a veces son de origen gnóstico y otras veces son escritos que pretenden completar aspectos de la vida de Cristo y los Apóstoles, movidos por el deseo natural del pueblo de conocer más cosas de la vida del Señor y sus discípulos.

Se recogen tradiciones orales, datos sobre los Apóstoles y la vida de los primeros cristianos.

—Resumen:

Bibliografía: Drobner, c.1.

 

c) Clasificación de estos escritos según su procedencia y género

Algunos se refieren al Antiguo Testamento y otros al Nuevo Testamento. Estos últimos suelen dividirse en: Evangelios, Hechos, Epístolas, Apocalipsis.

—Los más conocidos son los siguientes:

Bibliografía: Simonetti, c.3, Drobner, c.1.

 

d) Evangelios, Hechos, Epístolas y Apocalípsis apócrifos

Evangelios. Género literario

Al principio, se conocía bajo el nombre de "Evangelio" sólo el mensaje mismo del Evangelio. Después del siglo II se llaman así también los libros que lo contienen. El género "evangelio" indica tanto el contenido como la forma. Hay evangelios apócrifos que no concuerdan plenamente con este género. La clasificación ha de recaer principalmente sobre el contenido a causa del carácter teológico de la literatura:

Hechos apócrifos de los Apóstoles. Género literario

No nacieron en paralelo con los Hechos de los Apóstoles de Lucas, sino posteriormente y ara complementarlos. Datan de los siglos II y III los cinco grandes Hechos: Acta Andreae, Ioannis, Pauli, Petri y Thomae.

Hay otros Hechos redactados a partir del siglo IV, pero de menor importancia, y que dependen de los anteriores.

Tema común: vida, viajes, doctrina de los Apóstoles.

Pretendían servir de entretenimiento, edificación y adoctrinamiento de los cristianos, pero no para discutir problemas teológicos o eclesiales.

Elementos: 1) motivo del viaje, 2) aretológico (milagros), 3) teralógicos (mundo encantado), 4) tendencioso (en sus homilías), 5) erótico (motivos amorosos y rasgos ascético encratitas).

Cartas. Género literario

Las Cartas tienen menos importancia. Son literatura epistolar de ficción o pseudoepigráfica.

Apocalipsis. Género literario

El nombre proviene de la Apocalipsis de Juan. El género proviene del judaísmo. El Libro de Daniel es la Apocalipsis más sobresaliente del Antiguo Testamento.

Elementos de contenido y estilísticos:

Contraposiciones del mundo conceptual de las apocalipsis: 1) dualismo de dos eones, 2) universalismo e individualismo, 3) pesimismo y esperanza del más allá, 4) determinismo e inminencia.

Las apocapisis cristianas con escritos nuevos o refundiciones de otros antiguos, como el Testamento de Abraham¸ la aposcalipsis de Esdras, Libro eslavo de Henoc.

Temas de las apocalipsis del siglo II: explican el retraso de la parusía, el fin del mundo y el más allá. En el siglo IV: descripción del cielo y del infierno, detalles sobre el juicio final o el fin del mundo.

Apocalipsis cristianas: el Apocalispsis de Pedro, la "Ascensión de Isaías", el Apocalipsis de Pablo, el Apocalipsis de Tomás.

Bibliografía: Drobner, c.1.

 

e) Breves noticias sobre algunos de los más antiguos y significativos apócrifos cristianos

—EL PROTOEVANGELIO DE SANTIAGO

—EL EVANGELIO COPTO DE TOMÁS

—LA EPISTULA APOSTOLORUM

—EL EVANGELIO DE NICODEMO

—LOS HECHOS DE PEDRO

—LOS HECHOS DE PABLO

Bibliografía: Drobner, c.1.

 

TEMA 5: LOS APOLOGISTAS GRIEGOS DEL SIGLO II

 

a) Características generales de la literatura apologética cristiana de los primeros siglos

Los Padres apostólicos y los primeros escritores cristianos se dirigen principalmente a los fieles y buscan su edificación. Los apologistas del siglo II, en cambio, salen en defensa del cristianismo ante los cada vez más frecuentes ataques de los paganos.

Ataques de los paganos al cristianismo en el siglo II

Los principales ataques se centran en la idea falsa de que el cristianismo destruye la sociedad y es enemigo del imperio. Atacaban a los cristianos de:

Según San Justino el origen está en el odio de los judíos al cristianismo. Bastaba la denuncia para condenar a los cristianos (cfr. rescripto de Trajano a Plinio, en el siglo II).

Los principales escritores paganos cultos que escribieron para desprestigiar al cristianismo (el emperador Teodosio quemó muchos de estos escritos) fueron los siguientes:

Posición de los Apologistas griegos del siglo II ante estos ataques

En resumen son tres:

—Veamos más detenidamente cómo salían los Apologistas en defensa del cristianismo:

Cristianismo y filosofía pagana

Los apologistas, al contacto con la cultura helénica, comienzan la exposición filosófica de las verdades cristianas. Los apologistas son paganos cultos que se convierten en los primeros teólogos. Asumen la filosofía helénica, pero dando por supuesto que el cristianismo es superior a la filosofía. Por ejemplo, San Justino dice: "los que han dicho alguna verdad... son de los nuestros y su verdad nos pertenece".

Aunque algunos apologistas rechazan y critican la filosofía pagana, otros la admiten como una preparación para el Evangelio, ya sea porque conceden a la razón la posibilidad de conocer algunas verdades reveladas de tipo natural, ya sea porque piensan que los antiguos filósofos pudieron recoger algunas de estas verdades de los escritos de Moisés.

Especialmente Homero y sobre todo Platón (concepto de creación en el Timeo, concepto de alma en Fedro, huida del mundo para acercarse a Dios en el Teeto) fueron fuentes de inspiración para la tarea de los apologistas. La utilización del concepto de Logos (como ser intermedio a través del cual Dios crea el mundo: concepción cosmológica) para referirlo a Cristo siguiendo la doctrina paolina y joánica de considerar a Cristo como Logos, Sabiduría del Padre, se revelaría muy importante para el futuro, tanto por el peligro de subordinacionismo que encerraba como por la gran riqueza que contiene para la formulación del dogma cristológico.

Tipos de apologías

Transmisión de los textos

Casi todas las obras de los apologistas las conocemos a través del Codex Parisinus gr.451. Se trata de un manuscrito que Aretas, obispo de Cesarea, mandó copiar en 914. En este manuscrito, que esta en la Biblioteca Nacional de Paris, faltan los escritos de Justino, los tres libros de Teófilo Ad Autolycum, la Irrisio de Hermias y la Epistulam ad Diognetum.

Bibliografía: Simonetti, c. 5, Quasten I, 187-250.

 

b) San Justino

Introducción

San Justino es el apologista más importante porque utiliza ampliamente la filosofía griega que para él es verdadera pero incompleta. Toda la verdad que existe en los distintos sistemas filosóficos nos pertenece a los cristianos que la tenemos en plenitud, ya que nosotros hemos conocido al Verbo, y ellos sólo lo han conocido oscuramente en la creación.

De padres paganos, nace a principios del siglo II en Flavia Neápolis (Sichem, Palestina). Busca la verdad primero con un estoico (que no le logra explicar la esencia de Dios), luego con un peripatético (con un interés económico que decepciona a Justino) y después con un pitagórico (que le obliga a estudiar música, astromomía y geometría). Se hace platónico pero en cierta ocasión, paseando junto al mar, un viejo le habla de la sabiduría de los profetas y Justino se convierte al cristianismo en Efeso. Se cubre con el pallium (manto de los filósofos) y va a Roma, en epoca de Antonino Pío (138-161), como predicador ambulante (profesor itinerante). Funda una escuela privada. Una pugna con Crescencio, filósofo cínico adversario suyo, le lleva al martirio con seis compañeros, siendo prefecto Junio Rústico (165). Taciano es discípulo suyo.

Sus tres escritos —dos Apologiae y el Dialogo contra el judio Trifón— se conservan en un manuscrito de mediocre calidad, de 1364 (Codex Parisinus n.450). Tienen defectos literarios innegables: disgresiones frecuentes, pensamiento desarticulado, falta de elocuencia y vehemencia, pero revelan un carácter sincero y recto que trata de llegar a un acuerdo con el adversario.

Las Apologías de San Justino

Parece que la segunda (15 capítulos) es un apéndice o adición de la primera (68 capítulos). Ambas van dedicadas a Antonino Pío (138-161). Las escribió en Roma entre 148 y 161. La ocasión fue el martirio de tres cristianos siendo Urbico prefecto. Eusebio las cita.

La primera Apología

Tiene 68 capítulos. Escrita entre los años 150 y 155, en Roma, y dirigida a Antonino Pío.

Segunda Apología

Es continuación de la primera. Escrita entre los años 150 y 160.

Diálogo con Trifón

Es la más antigua apología contra los judíos. Es posterior a las Apologías.

Se trata de la recensión de un diálogo o disputa de dos días de duración con el judío Trifón (Tarfón, probablemente, rabino de Éfeso), sostenida en Éfeso entre los años 132 y 135. Dedicada a un tal Marco Pompeyo. Consta de 142 capítulos:

Obras perdidas y manuscritos pseudo justinianos

Obras perdidas: Liber contra omnes haereses; Contra Marción; Discurso contra griegos; Refutación; Sobre la soberanía de Dios; Sobre el alma; Salterio; Sobre la resurrección.

Manuscritos pseudo justinianos: Cohortatio ad Graecos (s. III); Oratio ad Graecos (que es una apología pro vita sua de un cristiano griego convertido) (s. III); De monarchia; etc.

Teología de Justino

Hay que tener en cuenta que las obras que conservamos no son propiamente teológicas. En ellas se nota una fuerte influencia platónica, filosofía que a juicio de Justino poseía el más alto valor. Se trata del eclecticismo religioso del medio platonismo, que es una mezcla de la ética y psicología estoica con un misticismo de tendencia religiosa (Trevijano).

Concepto de Dios

Dios es uno, bueno, sin principio, ingénito (agenetos), inefable y sin nombre (nadie se lo ha puesto porque no hay nadie antes que El), trascendente. Su mejor nombre es el de "Padre" por ser el Creador de todo.

Sostiene la trascendencia absoluta de Dios; niega el panteísmo y la omnipresencia substancial de Dios en el mundo.

Se salva el abismo entre Dios y el mundo porque el Logos es una emanación de Dios, una procesión del interior de Dios (como el fuego que procede de otro fuego; como la Palabra mental). Hay una cierta tendencia al subordinacionismo. Cristo es una persona divina pero subordinada al Padre.

Dios crea y ordena todo per Verbum (Logos), que es intermediario entre Dios y los hombres. El Hijo de Dios es igual a Dios. En la razón de cada hombre hay semillas ("sperma") ingénitas de verdad ("logicas"). Esto explica que ya entre los paganos (Heráclito, Sócrates) encontremos gérmenes de verdad. En cierta manera se puede decir que fueron verdaderos cristianos porque vivieron según las normas del Logos. Más solamente los cristianos poseen la verdad entera porque Cristo se les apareció como la Verdad en persona. Existe un verdadero endiosamiento del hombre, por el Logos.

No existe conflicto entre la fe y la razón. La razón tiene un valor intrínseco para conocer algunas verdades.

María y Eva

Es el primer autor cristiano que profundiza en el paralelismo de Adán-Cristo y Eva-María. Por un lado están la obediencia, la fe, la alegría. Por el otro la desobediencia, el pecado, la muerte.

Angeles y demonios

Justino es uno de los primeros testigos del culto y patrocinio de los ángeles a quienes concibe con un cuerpo espiritualizado. Explica su función y naturaleza.

Los demonios serían hijos de ángeles y mujeres que serán castigados y lanzados al fuego eterno hasta la segunda venida de Cristo. Los herejes son instrumentos de los demonios. Los demonios se someten al nombre de Jesús.

Pecado original

Explica cómo nuestros Primeros Padres eran hijos de Dios y dioses, de alguna manera. El hombre es un ser capaz de deificación (poder de hacerse dioses).

Bautismo y Eucaristía

Al final de su Primera Apología, habla sobre la Eucaristía, instituida por Cristo. Menciona la presencia real. En el capítulo 65, de los recién bautizados y en el capítulo 67, en general. Explica el tipo semi-fijo de liturgia que se celebraba entonces. Los fieles se reunían los domingos para asistir a la celebración en que se leía la Sagrada Escritura (Antiguo y Nuevo Testamento: "Memorias de los Apóstoles") que iba seguida de un sermón. Después tenía lugar la oración por todos los fieles y el ósculo de la paz. Se presentaban el pan y el vino. Se pronunciaba la oración consecratoria (las mismas palabras de Cristo en la Ultima Cena). Los diáconos repartían la Comunión a los presentes y la llevaban a los ausentes, enfermos, etc. (cfr. ECC 1345).

Explica también cómo se llevaba a cabo la ceremonia del Bautismo: instrucción, oración, ayuno, penitencia, inmersión en el agua y bautismo ("iluminación") en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

En su "Diálogo con Trifón" (117,2) compara la Eucaristía con el Sacrificio de Malaquías. Es el primero que menciona a la Eucaristía como "oblatio rationabilis" (logike thusia) de los filósofos, expresión utilizada en el Canon Romano. Rechaza los sacrificios externos de sangre.

No desarrolla una eclesiología especulativa, como sucede, por ejemplo en la epístola a los Efesios y en el Pastor de Hermas.

Ideas escatológicas

Comparte las ideas quialistas y milenaristas tan extendidas en su época (mil años del reinado de Jesús antes de su segunda venida).

Piensa que las almas de los fieles difuntos, al morir van al hades hasta el fin del mundo, excepto la de los mártires que van al Cielo inmediatamente.

Bibliografía: Simonetti, c.5, Quasten I, 187-250.

 

c) Breves noticias sobre los demás apologistas griegos de este período: Cuadrato y las Epístolas a Diogneto; Arístides; Aristón de Pella; Taciano; Atenágorás; San Melitón de Sardes; San Teófilo de Antioquía

Cuadrato

Eusebio menciona un pequeño fragmento de la Apología de Cuadrato (a. 125) dirigida a Adriano (117-138), que encaja en una laguna del "Discurso a Diogneto"; por eso, parece ser que la "Apología de Cuadrato a Adriano" es nada menos que el conocido "Discurso a Diogneto" (o "Epístola a Diogneto").

Cuadrato es el primer apologista. Conoció a algunos "de los que fueron curados o resucitados por Cristo". Es un griego culto, ateniense. Conoció a Pablo y a Juan. Según San Jerónimo fue obispo de Atenas, o por lo menos fue presbítero.

El "Discurso a Diogneto", del año 124, es muy breve. Está dirigido a Adriano, uno de cuyos apelativos era "Diogneto" ("conocido de Zeus"). Fue leido en público y entregado al emperador.

Es de un estilo muy perfecto. Su autor dominaba la retórica. A la vez es sencillo y profundo. Algunos piensan que su autor podría ser el mismo Quadrato, otros (Trevijano) piensan que es posterior (años 190 a 200) y su autor podría localizarse en el ámbito alejandrino (¿Panteno?).

Contenido

Bibliografía: Simonetti, c.5.

Arístides de Atenas

La primera Apología que conservamos (sin contar el "Discurso a Diogneto") es la de Arístides de Atenas, también dirigida a Adriano. Fue dirigida a Adriano hacia el año 124 a 126, cuando el emperador estuvo en Atenas.

Es un escrito sencillo, lleno de nobleza y de tono elevado.

Contenido

Bibliografía: Simonetti, c. 5.

Aristón de Pella

Aristón de Pella (140) es un escritor antijudío.

Taciano el Sirio

Discípulo de San Justino en Roma. En oriente fundo una secta herética (los encratitas o abstinentes) caracterizada por su rigorismo moral: se abstenían de la carne, del uso del matrimonio, del vino. Llamados también "aquarii".

Obras

Bibliografía: Apuntes.

Atenágoras de Atenas

En el año 177 escribe una apología (Legatio) a Marco Aurelio y Cómodo. Es una súplica en favor de los cristianos.

Sus obras tienen una gran calidad, son convincentes y tienen un estilo excelente. De gran profundidad teológica, conoce a fondo la cultura griega.

La Apología (Súplica en favor de los cristianos) tiene tres partes:

Descuida la presentación del "Jesús histórico" (Trevijano).

Otra obra es: Sobre la resurrección de la carne (opúsculo). Está dirigida a los griegos que consideraban esta doctrina ininteligible.

—Bibliografía: Apuntes.

Melitón de Sardes

Melitón de Sardes (175): es un teólogo asiata; de esta teología hay antecedentes del error monarquiano; en su doctrina cristológica afrima la existencia de dos naturalezas en Cristo como reacción al error monarquiano (Trevijano).

Melitón de Sardes es autor de una de las Homilías pascuales de autores cuartodecimanos que se conservan:

Los cuartodecimanos celebraban la Pascua el día 14 de Nisan, y daban particular relieve a la Pasión de Cristo, en lugar de a la Resurrección, como se hacía en Occidente.

San Teófilo de Antioquía

Nace cerca del Eúfrates. Es el sexto obispo de Antioquía. Su formación es helénica.

Escribió Ad Autolycum (a. 180), que consta de tres libros:

Bibliografía: Apuntes.