Revisión de vida
DPE
 

SUMARIO: 1. En qué consiste la revisión de vida. - 2. Condiciones para hacer la revisión de vida. – 3. Momentos en la revisión de vida. - 4. Orientaciones pastorales.

La revisión de vida nace en un con-texto histórico y eclesial concreto: el alejamiento del mundo obrero de la Iglesia y la necesidad de evangelizar a los compañeros de trabajo en la realidad social que se vive y padece. El método de la revisión de vida es una intuición de la Juventud Obrera Católica (JOC) fundada por Joseph Cardijn en 1925. Después de la Segunda Guerra Mundial se generalizó la revisión de vida en todos los movimientos especializados que integran la Acción Católica.

La configuración social en las zonas industriales y la problemática del mundo obrero estaban pidiendo una forma nueva de ejercer el apostolado; éste tendrá dos características: los laicos deben participar en el apostolado de la jerarquía y la educación de la fe debe hacerse a partir de los ámbitos donde transcurre la vida: el trabajo, el barrio, la familia, las diversiones, etc. Estos dos elementos piden una metodología que eduque en y por la acción. El Concilio Vaticano II lo recoge con estas palabras: «Puesto que la formación para el apostolado no puede consistir sólo en la instrucción teórica, desde el principio de su formación el laico debe aprender, gradual y paulatinamente a mirar, juzgar y actuar a la luz de la fe; a formarse y a perfeccionarse así mismo, junto con los otros, mediante la acción, y a avanzar así en el servicio activo de la Iglesia» (AA 29).

1. En qué consiste la revision de vida

Es el diálogo que un pequeño grupo, constituido para este cometido, realiza sobre un hecho de vida para que este llegue a ser transformado según el proyecto de Dios. Supone un paso intermedio de análisis, toma de conciencia de lo que sucede e iluminación desde la fe. El final del proceso es la oración y la acción transformadora. En el modo de proceder del grupo de revisión de vida hay un supuesto de fe: Dios se manifiesta y revela su proyecto de salvación en los acontecimientos cuando estos son acogidos y leídos desde la persona de Jesús de Nazaret. En consecuencia, la revisión de vida lleva al encuentro con Dios y a una mayor disponibilidad para hacer su voluntad en las circunstancias concretas en las que transcurre la vida cotidiana. Se pretende llegar a una actuacion que se pueda llamar cristiana; para ello, en docilidad al Espíritu Santo, hay que llegar a tener «los mismos sentimientos de Cristo Jesús» (Flp. 2,5).

Se trata de un ejercicio que si no hace bien va sintonizando nuestra mente sensibilidades y actitudes con la de Cristo Jesús, para que viendo y sintiendo como El actuemos evangélicamente. La exigencia básica para la revisión de vida consiste en querer hacer la voluntad de Dios expresada en los acontecimientos; para ello hay que estar atento y disponible a la que el Espíritu Santo nos pueda sugerir. En el fondo se trata de una actitud contemplativa por la importancia que se da a la escucha, la acogida y la disponibilidad.

Es necesario clarificar, aunque sea brevemente, la fundamentación teológica de la revisión de vida. La revelación del Dios cristiano es una revelación histórica, y de manera especial y plena en la persona de Jesucristo (DV 2). Por la Encarnación, el Misterio Pascual y Pentecostés, todo lo humano está llamado a abrirse a la salvación. La Palabra de Dios nos ayuda a desvelar el sentido profundo de la vida; en esto consiste la maduración de la fe: en encontrar a Dios en el vivir cotidiano. Además el lugar propio del laico está en la construcción del Reino en medio de las realidades temporales; por eso importa sobremanera encontrarse a Dios en los acontecimientos del cotidiano vivir. A esto se encamina la revisión de vida.

2. Condiciones para hacer la revisión de vida

Es propia de personas que quieren ser militantes, es decir, evangelizadora y transformadoras de la realidad. Para ello están dispuestos a compartir sus experiencias , las situaciones reales, y lo que hacen (cómo, por qué, para qué, etc.). Hay que estar dispuesto a someter todo lo que se comparte al parecer de los demás y la Palabra de Dios, y a convertir el corazón y actuar de la manera que se haya descubierto como más evangélica. Todo ello es motivo de oración y de una mayor formación. Antes de ir a la reunión del pequeño grupo es preciso vivir lo cotidiano con atención, saber mirar y observar lo que sucede para que no se nos pasen desapercibidos aspectos importantes. Y, después, poner por escrito lo que ha sucedido, cómo me he situado y qué puedo hacer para mejorar la situación.

En las reuniones no se habla de temas teóricos o de contenido, sino de la misma vida. No todas las personas están dispuestas a manifestar sus sentimientos, análisis y reacciones. Condición básica para la revisión de vida es la capacidad de hablar de lo que ha pasado por dentro cuando dejamos que los hechos y los acontecimientos nos afectan. La referencia de lo que se comparte son los espacios en los que transcurre la vida: la familia, los estudios, el trabajo, el tiempo libre, el uso del dinero, la vivencia de lo religioso, el paro, los inmigrantes, la solidaridad, la marginación, etc.

Nos queda una última cuestión: en qué se basa el grupo que hace revisión de vida. Se basa en la experiencia de fe y busca una experiencia de fe, es decir, el paso de Dios por la vida que nos llama a liberar el corazón y a los demás para que el Reino de Dios sea una realidad mayor entre nosotros.

3. Momentos en la revisión de vida

Se trata de tres momentos dialécticamente relacionados entre sí: ver, juzgar, y actuar.

Ver. En el pequeño grupo se presentan hechos concretos que se hayan vivido; son hechos cotidianos y sencillos, pero significativos. De todos los hechos compartidos el grupo elige uno según las siguientes motivaciones: las posibilidades del hecho en sí mismo, el momento por el que pasa el grupo y el sentirnos más proximos o afectados por uno u otro hecho. Para centrar el hecho hay que fijarse en los aspectos que más nos cuestionan o que expresan en mayor medida las contradicciones de lo humano; la relación del hecho elegido con otros hechos vividos o conocidos por el grupo aporta luces. En este momento se haría el análisis del hecho viendo las causas de lo que sucede y sus consecuencias, las situaciones en las que se produce el hecho y los valores y contravalores que refleja. Existe un ver cristiano, es decir, una lectura creyente del hecho; se da cuando nos preguntamos qué nos está diciendo Dios en esta situación concreta. Para que surja esta pregunta se necesitan dos condiciones: en primer lugar hay que pasar por el corazón el hecho para que nos afecte, nos interrogue y nos pida una respuesta, y en segundo lugar hay que ver qué relación tiene nuestra experiencia de Dios con lo que estamos analizando.

Juzgar. Al descubrir los valores o contravalores que están implícitos en la situación o en el hecho vemos en qué medida también nosotros participamos de los mismos; una pista fácil consiste en comprobar las actitudes de las personas que protagonizan el hecho. Evidentemente, no se trata de un juicio moral, sino de un encuentro con Dios vivo y presente en los acontecimientos de la vida. Sabemos que Jesús de Nazaret es el camino del encuentro con Dios y del encuentro con nosotros mismos. Al llegar a este momento nos preguntamos cuál sería el análisis y la postura de Jesús ante el hecho analizado y sobre nuestro posicionamiento ante el mismo hecho. Podemos servirnos de palabras, gestos y comportamientos de Jesús en el Evangelio que iluminen el juicio sobre el hecho. En definitiva, el «juzgar» de Jesús cuestiona nuestras posiciones y justificaciones y nos invita a la conversión.

Cualquier hecho, -incluso los que llamamos pecado-, pueden ser salvadores si se miran desde Dios, es decir, desde su proyecto salvador. El fondo de la cuestión no es la valoración de un hecho externo a nosotros mismos, sino el contraste entre los sentimientos que aparecen en nosotros al concientizar la vida y la forma que Jesús tiene de mirar lo humano, de posicionarse, de juzgar y de responder. Para que el Espíritu nos conceda unas miradas y unas actitudes evangélicas, tenemos que dejar que Jesús nos mire, nos juzgue y nos ame. Los Evangelios nos ofrecen abundantes hechos en los que la forma de proceder de Jesús es muy distinta de la de los demás, e incluso de lo que los discípulos esperaban de El. El juzgar de la revisión de vida supone el intento de entrar en esta novedad de Jesús. Cuando nos posicionamos de esta manera más que juzgar nosotros los acontecimientos, somos juzgados por la vida y por Dios; la óptica privilegiada para este segundo momento está en dejar que los pobres nos cuestionen y nos llamen a la salvación; ellos nos ayudan a conocer el sentido de la vida y nos interpelan para dar una respuesta nueva y más evangélica.

Al finalizar este segundo momento de la revisión de vida aparecen fácilmente sentimientos de oración de petición, de perdón, de acción de gracias, de disponibilidad, etc. Este momento es importante, requiere tiempo, y de él va a depender la fuerza y la radicalidad al plantear el compromiso transformador en el momento siguiente.

Actuar. Es la consecuencia lógica del ver y del juzgar. La acción de Dios en la historia de la salvación ha manifestado amor, perdón, misericordia y futuro nuevo. Con la referencia en Dios ahora tenemos que concretar nuestra actuacion empezando por el hacer interior, es decir, por la conversión personal, y continuando por el compromiso en las relaciones y en las estructuras. Los ámbitos donde transcurre diariamente la vida son los lugares del actuar del creyente; cada miembro del grupo pone en común lo que va a realizar, y el pequeño grupo piensa en posibles acciones colectivas. Las propuestas se someten a la valoración de todos, para que todos se sientan implicados. No es fácil concretar las acciones que serían más evangélicas y evangelizadoras; hacer real y efectiva la opción por los más necesitados es lo que mejor puede ayudar a perfilar las acciones concretas y sencillas, pero siempre significativas, encaminadas a transformar la realidad. El actuar constituye una respuesta desde la fe, guiada por la esperanza y expresada en obras de amor. La revisión de vida podría concluir con la celebracion que anticipa, en el misterio de Cristo, la transformación de la realidad, y alimenta la vida teologal, como el dinamismo del compromiso. Celebramos la liberación integral que Jesús ha hecho con nosotros y quiere explicitar en la realidad en la que vamos a actuar.

4. Orientaciones pastorales

La revisión de vida es necesaria para los bautizados que quieren ser militantes, es decir, que quieran vivir su vocación cristiana con talante misionero y evangelizador. Es un método educativo que facilita grandemente la maduración humana y cristiana, pues incluye observación, reflexión, concientizacion, acción y celebración.

La iniciación a la revisión de vida implica un conocimiento teórico-práctico del discernimiento cristiano; éste nos ayuda a comprender la «gramática» con la que Dios habla en los acontecimientos de la vida que llamamos signos de los tiempos por su potencialidad salvífica. El Vaticano II nos enseñó a estar atento a los anhelos y sufrimientos de nuestros contemporáneos, pues en ellos Dios sale a nuestro encuentro y nos imita a crear fraternidad.

Si algo necesitamos en la cultura postmoderna es recuperar la unicidad del yo, pues vivimos una cultura claramente fragmentada. La revisión de vida por la fundamentación, la metodología y la meta que tiene puede ayudar a globalizar y centrar la vida. Es un ejercicio de fe que afecta a toda la persona y propicia la síntesis fe-vida, pues ayuda a recorrer el camino en doble sentido: de lo cotidiano a la Palabra de Dios, y de la Palabra a la vida.

La revisión de vida educa dos aspectos de la vida de fe íntimamente relacionados: el talante misionero y el sentimiento comunitario de la fe. Ambos deben estar unidos, pues la Iglesia existe para evangelizar, y la vida se ilumina plenamente desde la experiencia de fe de la Iglesia. La fe se vive como fermento en medio de la masa: este modo de presencia y actuación requiere un talante comunitario en todos los pasos que llevan al compromiso evangelizador, pues la Iglesia es para la construcción del Reino. El objetivo final se transforma en método, y el método es contenido. La revisión de vida no es alternativa de otras mediaciones educativas; sí puede ser un complemento necesario por su carácter evangélico y por el tipo de cultura en la que estamos.

BIBL. —CRESPO, L. F., Revisión de vida y seguimiento de Jesús, HOAC 19922; MATESANZ, A, Revisión de vida, Nuevo Diccionario de Catequética, San Pablo 1999,1968-1978; Royo, E, Acción militante y revisión de vida, Popular 1967; Revisión de vida, en Nuevo Diccionario de Espiritualidad, San Pablo 1991, 1671-1682.

Jesús Sastre