Programación pastoral
DPE
 

SUMARIO: 1. Punto de partida. - 2. ¿Por qué es necesario programar? - 3. Hacia una definición de programación. - 4. Concretando aún más: ¿Qué instancias se ven implicadas en una programación? - 5. ¿Qué implica una recta programación? - 6. Criterios básicos para programar.


1. Punto de partida

La programación pastoral es un termómetro para valorar el talante pastoral de una parroquia, de un arciprestazgo, de un movimiento, de una comunidad, e incluso de una Diócesis.

La programación es una herramienta, "un proyecto evangelizador de futuro, en el que se fijan y coordinan objetivos y acciones"; es un ejercicio necesario de prospección para prever el futuro de nuestra Iglesia (favoreciendo la acción del Espíritu Santo).

2. ¿Por qué es necesario programar?

- Para hacer posible la Iglesia de comunión y corresponsabilidad. "Dime cómo programas y te diré qué modelo de Iglesia estás haciendo".

- Desclericalizar la Iglesia y evitar "personalismos" o "reinos particulares".

- Para abrirnos a otras personas y comunidades.

- Reconocer y potenciar los carismas del Espíritu.

- Coordinar fuerzas para evangelizar en una sociedad que ya no piensa en cristiano, ya no siente en cristiano, ni actúa en cristiano.

- Potenciar los equipos de trabajo y vida.

- Crear mentalidad de Iglesia diocesana y de pastoral de conjunto.

- Es un signo de los tiempos: se programan las personas en un proyecto de vida, las familias, las empresas, los partidos, la sociedad...

-  Es la forma de ser efectivos y honrados, de respetarnos como personas y respetar a los demás, y de potenciar una colaboración seria y generosa.

- Es copiar la "pedagogía de Dios", que también ha "programado" su historia de Salvación: Creación, Antiguo Testamento, Nuevo Testamento...

- Sólo la comunidad que programa:

Gracias a la programación se equilibran las cuatro dimensiones que hacen una Iglesia particular: Comunión, Liturgia, Evangelización, Diakonía.

Gracias a la programación se equilibran también las cuatro dimensiones para un sano crecimiento de las personas y comunidades:

- Inserción eclesial (vivencia comunitaria).

- Anuncio del Evangelio (descubrimiento del mensaje).

- Personalización de la fe (conversión).

- Compromiso eclesial y social (vivencia de carismas y ministerios).

La programación es necesaria, al menos por estas razones:

El espíritu teologal de la programación es éste: "Forma parte de la caridad hecha amor y servicio creativo, discernido, metódico y eficaz".

No es lo mismo planificación que programación. La planificación es la determinación de los grandes valores. La programación, la concreción de esos mismos valores, aquí y ahora.

Es necesario programar porque es necesario soñar. Dios ha colocado siempre a sus amigos ante utopías imposibles (Abraham, Moisés, Profetas, Pablo...).

La programación es la obediencia a la verdad (1 Pe 1,22). La no dispersión de energías porque tenemos pocas y necesitamos concentrarlas en el único posible (es la definición de paciencia que da Tomás de Aquino). Programar es realizar el hoy de Dios, liberándonos de la esclavitud del pasado y de la opresión del presente, abriendo futuro.

3. Hacia una definición de programación

Una primera definición funcional de programación sería ésta:

Determinar el mejor camino desde el dónde estamos y hacia dónde queremos llegar, teniendo en cuenta: a) los condicionantes y las circunstancias del punto de partida (recursos, obstáculos, potencialidades) y b) las exigencias del ideal.

Existen dos modelos complementarios de programación:

  1. De demandas y necesidades (se parte de la realidad).

  2. De prospectivas (se parte del ideal que se quiere conseguir).

Desde lo afirmado, se pueden ya, ofrecer dos definiciones de programación:

  1. Selección de objetivos y acciones dosificados, progresivos, coordinados y evaluados que hacen que la Iglesia particular (o parroquia o arciprestazgo) sea lo que tenga que ser y dé respuesta evangelizadora en cada momento histórico, implicando a todos los agentes de pastoral y comunidades.

  2. Proceso orgánico de comunión eclesial que lleva a la Iglesia particular a buscar los objetivos y acciones y a potenciar los recursos humanos y materiales más adecuados en orden a hacer posible la comunión intraeclesial y la evangelización del entorno social en el que vive.

Insistimos: con la programación se quiere evitar una comunidad piramidal o sólo de sectores, o sólo de grupos con cierta relación de afinidad y relación entre ellos, o sólo de comunidades independientes, y hacer posible una comunidad de comunidades corresponsable y evangelizadora.

Toda programación debe responder a estas preguntas: por qué (objetivos): situación y necesidades, ideario, objetivos y acciones anteriores; qué (acciones); cómo (medios): recursos y actividades; cuándo (tiempos); dónde y para quién (lugar y destinatarios); quiénes (responsables).

En toda programación se dan "niveles" o instancias: todo el pueblo de Dios; parroquias e institutos; movimientos y comunidades de base; sectores: compromiso, comunión, liturgia, kerigma.

¿Qué agentes deben programar? -Todos, en diversos estamentos y comunidades de referencia.

¿Qué pasos se dan en una programación? -Revisión de lo andado y análisis de la situación; elaboración técnica de objetivos y acciones; comunicación a todo el pueblo; realización; revisión.

¿Cuáles son las exigencias de toda programación? -Que mejore el punto de partida (que sea alternativa); que responda a lo que viene de la realidad (signos de los tiempos) "no se puede remar contra los signos de los tiempos": libertad, dignidad, igualdad, corresponsabilidad, participación, etc.; que parta de las comunidades parroquiales y arciprestales. Se definen como ámbito en el que la totalidad de la oferta de salvación se encuentra con la cotidianeidad de la vida de todos los hombres. Siempre abiertos a lo diocesano.

En resumen, con la programación se quieren evitar los vicios del individualismo y personalismo, del ir por libre o como francotiradores, de la improvisación o de la rutina. Se busca desarrollar la comunión, la corresponsabilidad, el compromiso que implique a todos, el saber trabajar con constancia y paciencia, el trabajo en equipo, la ayuda y la fraternidad.

4. Concretando aún más: ¿Qué instancias se ven implicadas en una programación?

La parroquia, arciprestazgo, organismos diocesanos y la propia diócesis.

La parroquia como unidad primaria de atención y acción pastoral.

El arciprestazgo como unidad básica de atención y acción pastoral de conjunto.

Las delegaciones diocesanas, como entidades diocesanas de apoyo a las comunidades parroquiales y a los arciprestazgos.

Toda la diócesis, a través de los planes diocesanos de pastoral, propuestos principalmente por el Consejo Pastoral Diocesano y sancionados por el ordinario.

Y, tanto en las parroquias, como en los arciprestazgos, como en la diócesis, cobran protagonismo especial los consejos de pastoral. Advertimos de un círculo vicioso: no se cree en la programación porque no se cree en los consejos; donde hay consejos, es necesario y obligado programar.

5. ¿Qué implica una recta programación?

Una acertada programación implica:

6. Criterios básicos para programar

1. Análisis de realidad y selección de objetivos: Pocos y que sean fundamentales y englobantes. Desde la revisión de los anteriores. Desde aquello a lo que se quiere dar prioridad. De acuerdo al Evangelio y a lo que la Iglesia pide hoy. Conociendo la realidad eclesial y social (necesidades sentidas). Atendiendo esas demandas en las cuatro dimensiones de la Iglesia. Potenciando nuevas ofertas, particularmente a los más alejados.

2. En la selección de acciones: Pocas y derivadas de los objetivos. Que sean realizables y no sólo utópicas o como declaración de buenas intenciones. Sentidas, entendidas y asumidas por los interesados.

3. En la forma de llevarse adelante: fijar muy bien los destinatarios, los medios, los responsables, los tiempos, la revisión (evaluación).

4. En la evaluación: criterio realista: una cosa es lo que se quiere; otra, lo que es; y otra, lo que se puede hacer. Criterio eclesial: de fidelidad al Espíritu y a la Iglesia. Criterio de continuidad: lejos de desanimarnos, debe estimularnos a seguir caminando.

5. Hacer un informe periódico por escrito. Para sacar al menos esta conclusión: "Hemos hecho poco, pero merece la pena volver a intentarlo y seguir en esta línea".

En orden a una pastoral de conjunto diocesana, lo anteriormente expuesto es urgente, en las dimensiones que abarca, para los arciprestazgos. Que no se conciben, como queda dicho, como un ente superior o superpuesto a la Parroquia, sino como la continuidad natural de la misma, para potenciar sus diversas dimensiones.

Desde el Derecho Canónico se pide, e insistimos en ello, que el arciprestazgo fomente y coordine acciones comunes y facilite la tarea pastoral de las parroquias.

Para no quedarnos en declaraciones de buenas intenciones, es muy importante, insistimos en ello, la creación y buen funcionamiento de los consejos parroquiales y del Consejo Arciprestal.

BIBL. — R. BERZOSA MARTÍNEZ, Para comprender y vivir la Iglesia Diocesana, Burgos 1998.

Raúl Berzosa Martínez