Preevangelización
DPE
 

SUMARIO: Introducción. - 1. Datos históricos. El nacimiento del término y su contenido: a) Situándonos desde la década 50-60; b) Mirando la evangelización de los religiones no cristianas en el Oriente. - 2. "No-permanencia" del término pre-evangelización" Razón de esta desaparición ¿Qué hacer con su contenido, qué subsiste?: a) Avatares del término y del contenido de la pre-evangelización" Constatación; b) Razones de la "no-permanencia" práctica del término; c) ¿Se elimina de este modo la problemática que abarca el término pre-evangelización"?

Introducción

En un Diccionario, como el nuestro, de "Evangelización y Pastoral", es preciso tratar de todo aquello que toque directa o indirectamente, expresa o implícitamente, a la acción global de la evangelización (Cf Término: Evangelización). Uno de esos términos es el de preevangelización. ¿En qué circunstancia apareció este término? ¿Qué contenido abarca como realidad o acción eclesial? ¿Qué razones lo justifican y qué razones la invalidan? ¿Qué vigencia tiene actualmente en la acción evangelizadora de la Iglesia actual? A estas preguntas respondemos con la reflexión que presenta el Sumario que precede.

En el desarrollo de este artículo seguimos de cerca la monografía de J. Gevaert, Primera evangelización, CCS, Madrid 1992; en el apartado IV: El problema de la pre-evangelización, del Capítulo 1, pgs. 48-54.

1. Datos históricos. El nacimiento del término y su contenido

a) Situándonos a partir de la década de los años 50-60 en la Europa occidental, a partir de Francia

Francia se encuentra sacudida por un movimiento de descristianización, es decir, de abandono de la Iglesia y de la fe cristiana, después de la segunda guerra mundial. Más aún, se ha extendido la conciencia de que hay datos suficientes para considerar a Francia, país de misión. (Cf. H. GoDIN-Y. DANIEL, La France, pays de mission? París, Cerf 1943). Se insiste en que mucha gente no tiene las disposiciones de fondo para oír con provecho la predicación directa del Evangelio. De ahí la necesidad de realizar un trabajo anterior al anuncio explícito: la pre-evangelización.

Para P. A. Liégé, OP (1954), la preevangelización viene a ser un período de preparación en el que se reparen y rehabiliten los aspectos humanos de la vida -de individuos y ambientes-, es decir, en el que se superen ciertas situaciones inhumanas del mundo obrero, para que pueda realizarse la apertura religiosa y el interés por el cristianismo. ¡Tarea muy ardua!

Para D. Grasso, SI (1960), la preevangelización es un amplio espacio como preparación al Evangelio. Antes de anunciar éste, hay que disponer los ánimos para acogerlo, hay que crear la espera. 1) Hoy el cristianismo -en relación con los comienzos- no aparece como una "novedad", que aliente a una sociedad decadente, sino un producto histórico caduco. 2) S. Pablo, con toda verosimilitud dedicó en Corinto muchos meses a la preevangelización y al Kerigma, sin ir más allá. 3) En los paganos de Atenas y Roma latía una expectativa de liberación. En nuestro mundo secularizado occidental, ¿a qué liberación aspira el pagano de hoy? ¿En qué podrá apoyarse nuestra predicación? 4) Consecuentemente -dice Grasso, a la luz de la experiencia del P. Loew- una forma importante de pre-evangelización es una apologética moderna para disipar los prejuicios contra la religión y hacer revivir la existencia religiosa (Cf II Kerygma e la predicazione en "Gregorianum" 41 (1960) 424-450).

b) Mirando la evangelización de las religiones no cristianas en el Oriente

Un gran impulso a favor del término y la realidad de la pre-evangelización llegó de la "Semana Internacional de Catequesis misionera" de Bangkok (1962), a partir de su experimentación en varios países misioneros.

La Semana de Bangkok, inspirándose en el P. A. Nebreda SI, anticipa el que —tres años después— será reconocido como el gran principio del Vaticano II para la evangelización: el principio antropológico como idea-guía de la pre-evangelización: "El principio básico de la pre-evangelización es antropocéntrico: debemos partir del hombre tal como es y tomar al hombre allí donde está y tal como es". (Cf. NEBREDA, Session díet de assiatique sur la catéchése missionaire, "Lumen Vitae" 17 (1962) 630-631. Se volverá sobre el tema en Catequesis y Promoción humana. Medellín 11.18.VIIl. 1968, Sígueme 1969, p. 61).

El P. Hofinger SI, diez años después del Vaticano II, afirmará que la pre-evangelización se ha de aplicar a los países occidentales en que abundan los bautizados alejados de la Iglesia y numerosos jóvenes y adultos: "Lo que más necesitan es una ayuda fundamental para llegar a un nuevo aprecio de la fe y a una nueva perspectiva religiosa para la vida. La evangelización no puede ser efectiva sin alguna forma de pre-evangelización" (Evangelization and Catechesis, Broodway, Nueva York, Paulist Press, 1976, p. 41).

Para el P. Hofinger, los contenidos u objetivos dinámicos de la pre-evangelización son: 1) El fundamental: preparar para el encuentro con el mensaje evangélico, camino largo y complejo. 2) Suscitar el interés por el cristianismo, sobre todo, por su modo de vivir. 3) Eliminar numerosos obstáculos, críticas, preconceptos y prejuicios. 4) Informar sobre el cristianismo.

Su calidad condiciona notablemente el contacto subsiguiente con el Evangelio. 5) Procurar contactos personales: los testigos son indispensables. 6) Dar oportunidad para hacer experiencia de Dios: purificando su imagen, y suscitando el creciente interés por la centralidad de Dios en la vida.

A los contenidos u objetivos dinámicos de la pre-evangelización propuestos por el P. Hofinger SI, podemos añadir los otros indicados más arriba: 7) Reparar y rehabilitar el aspecto humano de la vida, en concreto, las situaciones inhumanas laborales para posibilitar la apertura a lo religioso y el interés por el cristianismo (P. A. Liégé OP). 8) Promover una apologética moderna para disipar prejuicios contra la religión y hacer revivir la existencia religiosa (D. Grasso SI). 9) "El principio básico de la pre-evangelización es antropocéntrico: debemos partir del hombre tal como es y tomar al hombre allí donde está y como es" (R Nebreda SI y la Semana Internacional de Catequesis misionera en Bangkok). De esta manera sintonizamos los diversos enfoques que se han dado históricamente a la "pre-evangelización" en los años de su vigencia como acción de Iglesia.

2. "No-permanencia" del termino "preevangelizacion". Razón de esta desaparición. ¿Qué hacer con su contenido, qué subsiste?

a) Avatares del término y del contenido de la "pre-evangelización". Constatación

El término "pre-evangelización" aparece en la Bibliografía misionera y desaparece prácticamente a partir de 1970, y es absorbido por el término "evangelización o por el de catequesis", que adquieren significados notablemente más amplios a partir de 1975 (M.RD-75 del Sínodo sobre la Evangelización y EN Exhortación Apostólica del mismo Sínodo) y de 1979 (con CT, Exhortación Apostólica del Sínodo sobre la Catequesis, 1977).

Sin embargo, la problemática subyacente al término "pre-evangelización" subsiste y preocupa después de 1970, aunque de forma más modesta y normalmente en el trasfondo de otras temáticas aparentemente ajenas a ella: por ejemplo, atención al principio antropológico, a la experiencia, a la dimensión política, a las religiones no cristianas.

b) Razones de la "no-permanencia" práctica del término

Razón personal o de conciencia misionera. Ya los misioneros, sobre todo los del Japón, mostraron desde el principio su reticencia al contenido y al término de la pre-evangelización. En efecto, si las acciones de presencia cristiana que realizaban tan fatigosamente y con escasa eficacia misionera de conversiones, no llegaban a la categoría de "evangelizadoras", muchos de ellos tenían la impresión de haber desperdiciado su vida. Su intuición teológico-pastoral les daba que esas acciones llamadas "pre-evangelizadores", eran verdaderamente evangelización.

Razón histórico conciliar. El término pre-evangelización se introdujo en la primera redacción del Decreto conciliar Ad gentes, pero no se incluyó en la redacción oficial, sin negar la problemática que el término encerraba. El término no pareció adecuado a las realidades que con el querían abarcarse.

Razón teológica y magisterial. A partir de la Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi (EN, 1975), aparece un nuevo concepto teológico de evangelización que explica más adecuadamente la realidad misionera, diez años después del Vaticano II (1965). (Véase en este Diccionario los artículos: Evangelización y Acción misionera).

Efectivamente, en la década de los años 50 y 60, el Ministerio de la Palabra reviste varias formas: la evangelización o predicación misionera, en orden a la fe-conversión inicial; la catequesis para hacer crecer la fe-conversión hasta una primera madurez; la homilía, en el ámbito litúrgico, para avivar la fe de los participantes y ayudarles a adentrarse en el misterio celebrado, especialmente en la eucaristía; y la teología o exposición sistemática y la investigación científica de las realidades-verdades de fe (cf DCG 1971, n° 17).

El año 1974 se celebró el Sínodo sobre la Evangelización del mundo contemporáneo y fue tal su riqueza, que los Padres Sinodales elaboraron, sí, la serie de Proposiciones, para entregárselas al Papa como material para publicar la Exhortación Apostólica postsinodal, pero no pudieron redactar un Documento final o Mensaje para el Pueblo de Dios debidamente sistematizado; se conformaron con ofrecer un conjunto de los "flashes" más luminosos de todo el contenido y la dinámica sinodal.

Pablo VI, en cambio, un año después, en diciembre del 75, ofrecía la Evangelii Nuntiandi, una de las más destacadas Exhortaciones Apostólicas de todos los Sínodos Universales. Entre las orientaciones más certeras y originales está el nuevo concepto de evangelización, haciéndolo coincidir con la misión integral de la Iglesia:

"La tarea de la evangelización de todos los hombres constituye la misión esencial de la Iglesia. Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar" (EN 14).

La evangelización en el DGC. Desde el Vaticano II hasta nuestros días han sido varios los documentos romanos que han incidido en este concepto de la evangelización y el DGC, que ha querido ser un documento "integrador" (Mons. J. M. Estepa), tenía que asumir también un concepto integrador de evangelización. Así lo expresa él:

"Al DGC correspondía la tarea de acoger y sintetizar toda la riqueza de aspectos ofrecida por DV, AG, EN y RM, que inciden en el esclarecimiento de la concepción de la evangelización, con todas las implicaciones pastorales que tal clarificación lleva consigo a lo largo de la vida de la Iglesia.

El DGC trata de conjugar, en efecto, la fundamentación doctrinal que propone DV, con la visión de dinámica de evangelización que ofrece AG, la concepción integral que presenta EN y la pluralidad de acentos con que se realiza, según las diferentes situaciones, que RM señala. Sintetizando este conjunto de aspectos, el Directorio representa la evangelización como el marco en el que se despliegan todas las acciones evangelizadoras de la Iglesia, sin que ninguna quede fuera de ese marco (La misión profética de la Iglesia: Evangelización, Catequesis y CCE, "Actualidad Catequética" 176 (1997) 79. Conferencia en la Jornada de presentación de la Edición típica del CCE, Castelgandolfo 8-IX. 1979).

Consecuencias del nuevo concepto de "evangelización" respecto de la "preevangelización" Si todo cuanto la Iglesia realiza para cumplir la tarea salvífica de realizar el Reino de Dios, entra en el marco global de la evangelización, los primeros pasos que se dan en orden a dar la Buena Noticia: superar situaciones inhumanas, disipar prejuicios, tener presente al hombre como y donde está, suscitar el interés por el cristianismo, informar sobre el mismo, procurar contactos personales son acciones eclesiales, que se realizan ya bajo la gracia y en el ámbito de la evangelización. No hay, por tanto lugar a la pre-evangelización, ni se puede acusar a estas primeras acciones de "naturalismo". Todo lo que se hace desde el comienzo de la evangelización, procede de la gracia. Una consecuencia concorde con esto está en el hecho de que el mismo DGC no incluye una "voz" para el término: preevangelización.

c) ¿Se elimina de este modo la problemática, que abarcaba el término "preevangelización"?

J. Gevaert termina con este pensamiento de realismo eclesial: "Si desde el punto de vista teológico, el término preevangelización no funciona bien, en el plano catequético permanecen actuales y válidos como antes todos los problemas evocados y centrados a través de este término. Ninguno de ellos queda resuelto porque hoy se prefiera hablar inmediatamente de evangelización. Al contrario, el hablar mucho de evangelización en un sentido amplísimo y genérico expone a perder de vista los graves y difíciles problemas de la fe en Dios y de la conversión al Dios único y viviente, que es el verdadero problema de la preparación al Evangelio" (O.c., p. 54, final).

BIBL. – PABLO VI, Evangelii Nuntiandi (EN) (1975); JUAN PABLO II, Redemptoris Missio (1987); J. GEVAERT, Primera evangelización, CCS, Madrid 1992; Mons. A. CAÑIZARES, Preevangelización, en J. GEVAERT (Dir), Diccionario de Catequética, CCS, Madrid 1987, 673-674; M. MONTERO, Catequesis de carácter misionero (Catequesis Kerigmática), en V. M'. PEDROSA, M' NAVARRO, R. LÁZARO, J. SASTRE, Nuevo Diccionario de Catequética, San Pablo, Madrid 1999, 337-347; F. GARITANO, Acción misionera, Ibidem, 48-59; A. ALCEDO, Anuncio misionero, Ibidem, 188-195; J. L. PÉREZ, Acogida de la Palabra, Ibidem, 68-76; E. ALBERICH, Precatequesis, en J. GEVAERT, Diccionario de Catequética, CCS, Madrid 1987, 669-670.

Vicente Mª. Pedrosa Arés