Pastoral Obrera
DPE
 

SUMARIO: Introducción. a) Aproximación histórica.. 1945-1985; 1985-1994; 1994-... b) El mundo obrero hoy. — 1. ¿Qué es pastoral obrera? — 2. ¿Por qué la P.O.? a) La P.O. es obra de toda la Iglesia; b) La pastoral obrera especialmente necesaria" en la actividad pastoral; c) La P.O., una pastoral específica. — 3. ¿Para qué la P.O. ? — 4. Lineas de acción y mediaciones: Líneas de acción; Mediaciones; Movimientos Apostólicos: H.O.A.C. (Hermandad Obrero de Acción Católica). J.O.C. (Juventud Obrera Cristiano). — 5. Luces y sombras.


Introducción

a) Aproximación histórica

En la historia de la Pastoral Obrera (a partir de ahora: RO.), en la iglesia española, pueden distinguirse netamente tres etapas:

1945-1985

El Estado nacido de la guerra civil es un Estado que se proclama oficialmente católico. La Iglesia mayoritariamente legitima y defiende este Estado y es beneficiaria del mismo. Estado e Iglesia se confunden demasiadas veces y en demasiados niveles.

La clase obrera española, que ha sido derrotada en la guerra, sufre una dura represión; sus organizaciones han sido desmanteladas y desprestigiadas. Es mirada por la Iglesia como gente a la que hay que dirigir y socorrer.

En tales condiciones, eran muchos los recelos para iniciar una verdadera P.O. Sin embargo, en 1946, la Jerarquía decide poner en marcha la Hoac (Hermandad Obrera de Acción Católica) y en 1948 la Joac (Juventud Obrera de Acción Católica). Ambas van a jugar un importante papel en el desarrollo del Movimiento Obrero español y serán una realidad prometedora en el campo pastoral. Hacia finales de los 50 se inicia un paulatino alejamiento y deslegitimación del régimen. Además de las posturas de las organizaciones políticas obreras se producen algunos hechos eclesiales de disidencia (carta del obispo Pildain, carta del cardenal Plá y Deniel y las cartas del clero vasco y catalán de denuncia y reivindicación ante situaciones graves que se viven en el mundo obrero (a partir de ahora, m.o.).

Los años 60 comienzan a traer aires renovadores a la Iglesia española. Surgen en la Iglesia nuevos deseos de estar más cerca del pueblo y abrirse a sus problemas y preocupaciones, aunque con cierta oposición por parte de algunos miembros de la Jerarquía. Algunos signos de apertura son: el más de medio centenar de nuevos obispos nombrados y sus documentos que suponen un cambio de rumbo, la participación de muchos sacerdotes en las luchas del momento convirtiendo las parroquias en verdaderos centros de evangelización, así como de muchas comunidades religiosas que se encarnan en los barrios y la aparición de nuevos colectivos y grupos seglares que se insertan en los sectores más populares (comunidades cristianas de base...). En esta etapa, compleja, tensa y contradictoria, aumenta enormemente la conciencia social de los cristianos, se incrementa y cualifica su presencia en el m.o. y su experiencia pastoral es muy enriquecedora para la Iglesia española. Es en esta etapa cuando se ponen bases para acometer, con madurez y seriedad, un proyecto de P.O. En ese sentido cabe destacar, la encuesta-sondeo a todas las diócesis sobre P.O. a los 20 años del Concilio, un estudio-análisis global sobre el proceso histórico de P.O. y los pasos dados para la creación de la Subcomisión de P.O. dentro de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar de la Conferencia Episcopal.

1985-1994

La puesta en marcha de la Subcomisión, abrió una época de sensibilización, profundización y coordinación de todas las realidades de Iglesia que trabajaban en la evangelización del m.o. Inauguró esta época la presentación a todas las diócesis de unas "Notas para una P.O. de la Iglesia", que intentaba crear una corriente de estudio en torno al tema de la RO., a fin de ir coincidiendo en criterios y actitudes para hacer posible la evangelización del m.o. Luego llegaron los encuentros generales de P.O. que sirvieron para constatar comunitariamente la esperanzadora perspectiva de futuro que se abría ante lo mucho que restaba por hacer en este campo. Se iba constatando en los análisis la cultura de insolidaridad predominante en nuestra sociedad y en el m.o., la bajada de tensión del compromiso militante y la necesidad de la creación de una conciencia social en el conjunto de la Iglesia.

Poco a poco, se fueron aclarando los criterios de pertenencia a la RO.: opción por el m.o., encarnación en la cultura obrera, la aceptación de sus condiciones objetivas de vida y de trabajo, la participación en las organizaciones del Movimiento Obrero. Al tiempo, se iban concretando las orientaciones comunes a trabajar en cuanto a la formación de la conciencia social y la Doctrina Social de la Iglesia, en cuanto a la promoción de una cultura solidaria y una pastoral misionera, en cuanto a la potenciación y desarrollo de los movimientos apostólicos.

Todo ello, cuajó en una rica e interesante experiencia de encuentro y diálogo entre Iglesia institución y organizaciones del m.o. realizada en cada diócesis y que fue dando a luz un "Instrumento de trabajo sobre RO." (febrero 94), documento ampliamente debatido y enriquecido con la participación de todos, que recogía las orientaciones pastorales y propuestas de acción que ayudarían a la consolidación de la P.O. en nuestra Iglesia. Este material sentó las bases del documento "La P.O. de toda la Iglesia" (noviembre 94) que marca un antes y un después, por ser el primer documento oficial de nuestra Iglesia sobre P.O.

Ha sido consecuencia de un proceso auténticamente eclesial y dinámico, donde se ha asegurado el partir de la realidad, el diálogo y la participación de todos; donde se ha valorado la experiencia y el camino recorridos, con sus luces y sombras, por parte de tantos que han ido entregando su vida en ello. Y, ahora, podemos constatar su fruto: en el acercamiento entre los pastores y los militantes obreros, cristianos y no creyentes, agentes de pastoral y sindicalistas. Todos han hecho posible la elaboración de 32 propuestas operativas claras y precisas que se recogen en él y que marcan la evangelización del m.o. en nuestra Iglesia española

1994-...

A partir de la publicación del documento se abre una fase de difusión y conocimiento del mismo y se asientan dos prioridades especiales a trabajar en el ámbito de P.O.:

b) El mundo obrero hoy

Sin la pretensión de hacer un estudio sociológico de la realidad del m.o. hoy, sí conviene constatar que se trata de una realidad compleja, a fin de no caer en la simplificación, cuando se afirma que nada ha cambiado o que ha cambiado todo.

Los años de desarrollo primero, el impacto de las nuevas tecnologías después, la mundialización de la economía y, por último, la crisis y las estrategias de salida de la crisis basadas en la flexibilización del mercado de trabajo impuestas por el capital, han provocado en el mundo del trabajo transformaciones profundas, una creciente fragmentación y heterogeneidad, una pérdida importante de la conciencia obrera y, en importantes sectores del m.o., un progresivo empobrecimiento, que llega hasta lo que se denomina hoy, exclusión social. Parece como si la realidad obrera se difuminase hasta el punto de perder su propia identidad. Al menos, así piensan algunos.

Sin embargo, el m.o. continúa siendo la realidad más importante, social y numéricamente, en nuestra sociedad, aunque esa realidad se encuentre hoy en fuerte proceso de transformación y en su seno exista una gran variedad de situaciones; este mundo ya no sólo se encuentra en la industria y los servicios, sino también en el campo, el mar, la emigración...; está formado por quienes trabajan legalmente o por los que tienen que hacerlo en la economía ilegal o sumergida; por obreros fijos, eventuales y en paro; por parados de larga duración, con contratos intermitentes, a tiempo parcial, o los llamados de aprendizaje; por trabajadores con una alta cualificación profesional que, o no tienen trabajo, o lo tienen inestable y mal pagado.

Forman además el m.o., los trabajadores autónomos a menudo con dificultades de subsistencia. Lo tienen quienes tienen conciencia clara de ser obreros. Todos estos: jóvenes y adultos, activos y jubilados, barrios populares, familias enteras..., con sus condiciones de trabajo y de vida marcadas por la precariedad, modestia económica, dependencia... con sus diferentes situaciones y con sus luces y sombras, constituyen la realidad incuestionable del m.o. actual.

El m.o. sigue existiendo. Aunque su rostro haya cambiado, el puesto que ocupa en el sistema de producción sigue siendo el mismo; están subordinados y han de estar sometidos a las exigencias del capital, (activos financieros, multinacionales, poderes o decisiones de tipo político, etc.), que es quien impone las condiciones de trabajo y de vida en función de sus intereses. "No obstante, es necesario denunciar la existencia de unos mecanismos económicos, financieros y sociales, los cuales, aunque manejados por la voluntad de los hombres, funcionan de modo casi automático, haciendo más rígidas las situaciones de riqueza de los unos y de pobreza de los otros (...). Es necesario someter en el futuro estos mecanismos a un análisis atento bajo el aspecto ético-moral" (SRS 16). Aquí está la raíz de las situaciones de explotación, de pobreza y de creciente exclusión social que existen dentro del m.o.

De este modo, la Doctrina Social de la Iglesia, reconoce el sentimiento que hay en el m.o. de cómo en extensas capas de su seno se va instalando el sufrimiento y la marginación social. La regulación, que, legalmente o al margen de la ley, se está imponiendo a muchos trabajadores es, en múltiples ocasiones, incompatible con la dignidad de la persona humana y con el respeto a los derechos humanos. Todo ello va creando una situación social en la que, si bien no se puede identificar el m.o. con los pobres, éstos sí son una parte muy importante del m.o. y tienen una estrecha relación con él.

El Papa Juan Pablo II lo ha dicho con toda claridad y contundencia: "Los pobres... aparecen en muchos casos como resultado de la violación del trabajo humano; bien sea porque se limitan las posibilidades del trabajo, es decir, por la plaga del desempleo, bien porque se desprecian el trabajo y los derechos que fluyen del mismo, especialmente el derecho al justo salario, a la seguridad de la persona del trabajador y de sus familia" (LE 8). Y añade: "La Iglesia está vivamente comprometida en esta causa, porque la considera como su misión, su servicio, como verificación de su fidelidad a Cristo, para poder ser verdaderamente 'la Iglesia de los pobres'" (LE 8).

Para una aproximación a la composición de lo que se llama el m.o y para ver la intersección que existe entre sectores de éste y los pobres en España, ha de tenerse en cuenta que la crisis económica y las modificaciones operadas en el sistema capitalista durante los últimos 20-25 años, han influido notablemente en el m.o., estratificando mucho más su composición y generando mayor distancia entre los grupos del umbral máximo y los del umbral mínimo. La revolución tecnológica postindustrial, la reconversión de nuestro proceso productivo, la evolución creciente del paro, el crecimiento de la economía sumergida, las nuevas formas, muchas veces precarias, de contratación laboral, la tendencia decreciente de la participación de los salarios en el Producto Interior Bruto de nuestro país, la sutil flexibilización de las plantillas... están afectando al m.o.

Ya no se puede hablar del concepto tradicional de proletariado. La cada vez menor homogeneidad del m.o es un hecho que sigue en desarrollo, provocando su continua fragmentación. Ello se pone de manifiesto en el creciente distanciamiento entre obreros cualificados y obreros sin cualificar, al igual que entre obreros con trabajo y parados; el progresivo alejamiento, dentro del m.o., de un sector que podríamos denominar "nuevos pobres" debido al tiempo que están fuera del trabajo productivo y de su progresiva "lumpemproletarización"; el alejamiento, cada vez mayor de otro sector del m.o. que va convergiendo con una nueva clase media.

Puede, pues, notarse que cada vez más sectores del m.o. se van empobreciendo, mientras otros sectores, los restantes, se sitúan en una posición que, comparada con los anteriores, es de "relativo privilegio".

Como señalan los obispos españoles: "No nos engañemos, detrás de las frías estadísticas y porcentajes de paro, de las jubilaciones anticipadas, de las suspensiones y rescisiones de contratos, de las quiebras y liquidaciones de empresas, lo que hay son familias y personas que sufren desmesuradamente: sufrimientos físicos y morales, pérdida de la dignidad humana, dramas familiares, hambre, debilitamiento de las normas de convivencia e incremento de la insolidaridad que invade todas las relaciones sociales".

En conclusión, todos los datos aquí expuestos están en la línea de mostrar que no se puede establecer una identificación entre el m.o. y los pobres; que tampoco existe una total desidentificación entre las dos realidades; que existen sectores, cada vez más amplios del m.o. que se vienen deslizando hasta posiciones de "lumpemproletarización", pobreza y marginación; que, por otro lado, otros sectores del m.o. (llamados por algunos aristocracia obrera) van convergiendo en una nueva clase media alejada del m.o. real. Por eso se puede concluir que el m.o. no es algo homogéneo y que su complejidad ha de ser tenida en cuenta a la hora de enfocar una RO., ya que en el interior del m.o. existen grupos en situación más infrahumana, más lejos de ser lo que el hombre está llamado a ser.

1. ¿Qué es pastoral obrera?

Con Ciges Marín, se puede decir que "la necesidad de salir, que la misma realidad del m.o. exige, hace que nos interpelemos a nosotros mismos y a los demás acerca de nuestra identidad: ¿qué somos y para qué somos? Y la respuesta viene enseguida: somos para el mundo (LG 1-9, 13.17; GS 1-3. 40ss.). La Iglesia es enviada al mundo para en él vivir y proclamar la Buena Noticia del Evangelio. Esa es su misión. La única. Ella es puesta en medio del mundo como signo de salvación haciendo presente el Reino. Este lo actualiza mediante la acción sacramental que le compromete a salir al mundo a realizarlo con su vida y testimonio (...). La misión en el m.o. nos despierta esta conciencia de misión. Por eso quiere que la Iglesia se sitúe y viva según lo que ella es: signo salvífico para el mundo. Más aún, la misión en el m.o. debe poner alerta a toda la Iglesia para ver si el pastoreo sirve y está orientado a la misión. Evangelizar al m.o. no nos pone en clave de pastoral, sino de misión. Esta es una de sus peculiares aportaciones: que toda la Iglesia se ponga y esté en clave de misión".

Por ello, desde P.O. se trabaja con las siguientes convicciones y actitudes básicas:

El Espíritu de Dios está ya presente en la historia humana, más allá de la Iglesia, trabajándola y preparando el terreno para la siembra del evangelio: suscitando ideas, aspiraciones y actividades, que constituyen verdaderas aberturas, semillas, para la fe o valores que tienen en Cristo su plena consistencia y proyección. Se necesita reconocer esta verdad profundamente cristiana. Ello llevará a mantener una actitud de acompañamiento, de diálogo, de disposición a aprender, de abrir puentes con el m.o., para reconocer y asumir la verdad cristiana que hay allí, contribuyendo con el evangelio a purificarla y planificarla, si fuere necesario.

Hay una ley esencial a toda evangelización y a toda pastoral que se precien de ser cristianas. Si se quiere que el mundo del trabajo acepte a Cristo y desee pertenecer a su Iglesia, tendrá que aceptar primero a aquellos que se lo anuncian (la Iglesia y los cristianos enviados por ella). Pero, si se quiere que el m.o. acepte a la Iglesia y a los que ella envía, éstos tienen que comenzar por aceptar primero el m.o. con sus condiciones de vida y de trabajo, con sus aspiraciones, su cultura y su lucha, en todo aquello que no sea incompatible con el evangelio.

La experiencia y la conciencia de la negación de la dignidad humana, de la injusticia, del dolor y sufrimiento que hay en el m.o. nos impide pensar que esta historia nuestra, trabajada por el Espíritu, ha llegado a su fin con la economía neoliberal y que se puede clausurar ya dándole algunos retoques. Es necesario mantener viva la esperanza, proclamar y contagiar que hay nuevas posibilidades de ser hombres y mujeres, que podemos ser verdaderos hermanos y vivir como hijos de Dios. Ello quiere decir que la evangelización del m.o. pasa hoy no sólo por una negación clara y contundente a apuntalar con los valores y virtudes cristianas el sistema socioeconómico vigente, sino a denunciarlo y luchar contra él, porque en él está la raíz del mal y él es el que genera las estructuras de pecado denunciadas por Juan Pablo II (SRS 36-40 y 46).

La P.O. consiste principalmente en la evangelización del m.o., que implica la conversión a Cristo y su pertenencia a la Iglesia. Claro, que esta evangelización en las actuales circunstancias históricas incluye necesariamente la denuncia de las injusticias y el trabajo por la liberación integral y colectiva del m.o.

2. ¿Por qué la P.O.?

a) La P.O. es obra de toda la Iglesia

La P.O. es obra de toda la Iglesia (POTI, pág.18). La evangelización del m.o. ha de ser comprendida, asumida y vivida por toda la Iglesia como obra propia. La Iglesia reconoce y apoya la misión específica de comunidades, movimientos y personas, que han recibido este carisma en el seno de la misma Iglesia. La P.O. nunca debiera ser considerada como la tarea particular y exclusiva de algunas comunidades, movimientos y personas, que, por su propia cuenta y riesgo, han decidido dedicarse a la misión en el m.o. Para ello, será necesario cultivar y fortalecer, en todos los miembros de la comunidad eclesial, -obispos, presbíteros, religiosos/as y laicos- la convicción y el sentimiento de que es la Iglesia quien envía a evangelizar en el m.o. y quien, por ello, se compromete a acompañar, sostener y animar a quienes realizan ahí esta misión.

La Iglesia, en cuanto cuerpo visible de la presencia de Cristo entre nosotros, recibe de Él la misión de "ir por el mundo entero predicando la Buena Noticia a toda la humanidad" (Mc 16, 15). Fiel a la voluntad de su Señor, toda la iglesia ha de sentirse y ha de mostrarse corresponsablemente unida, también en el testimonio cristiano, en el servicio evangélico a los trabajadores y también a la voluntad transformadora de esas condiciones sociales que tan directamente afectan al m.o.

Por ello, es fundamental que en la comunidad creyente exista y se consolide una conciencia común, sinceramente compartida por todos los miembros del Pueblo de Dios, acerca de la necesidad, importancia y dimensiones fundamentales de una P.O. verdaderamente eclesial.

Habría que potenciar una serie de actividades, que no siendo específicas de los grupos eclesiales presentes directamente en el m.o., abrirían camino a estos y darían una visión menos contradictoria de la iglesia. Son aspectos que afectan a toda la Iglesia y de los que están pendientes muchos sectores del m.o., esperando qué se hace y qué se dice.

Algunos de ellos son:

De la Iglesia en su conjunto. - Apoyo público y explícito por parte de la Iglesia de aquellas reivindicaciones justas que el movimiento obrero plantea, así como una crítica profunda de todas las situaciones de injusticia que pesan sobre él. Actitud crítica constructiva de la Iglesia ante las organizaciones obreras. Se ha de partir de una aceptación de estas y su función para apoyar lo positivo y denunciar lo negativo, con un talante constructivo y adulto.

Magisterio y teología. - Reformulación de la teología para que, sin desviarse ni perder seriedad y profundidad, conecte más fácilmente con los valores y con la sensibilidad del m.o.

Parroquias, arciprestazgos, vicarías, zonas. - A las parroquias, arciprestazgos, vicarías, zonas, les corresponde promover parroquias y comunidades cercanas y solidarias a la realidad del m.o., facilitando a los grupos, movimientos apostólicos y asociaciones de RO., la oportunidad y los medios para dar a conocer sus líneas de acción y objetivos, mediante su participación en los órganos de corresponsabilidad: consejo pastoral parroquial, arciprestal y diocesano (POTI 2, 3, 4).

Consiliarios. - Nombramiento de sacerdotes que conecten con la sensibilidad y aspiraciones justas del movimiento obrero en las parroquias y centros de enseñanza ubicados en barrios obreros, así como responsables de P.O. diocesanos.

Seminarios. - Incorporar a los procesos de formación del clero la historia del movimiento obrero, así como el estudio de las ideologías, filosofías y alternativas fundamentales que se mueven dentro del m.o. y la reflexión cristiana sobre las mismas.

Contacto de los seminaristas con las realidades obreras y, en particular, con los movimientos especializados y militantes obreros cristianos (POTI 23 y 24)

b) La pastoral obrera "especialmente necesaria" en la actividad pastoral

Juan Pablo II, en la Alocución del 15 de enero del 93, decía: "Uno de los contenidos más importantes de la Nueva Evangelización está constituido por el anuncio del "Evangelio del Trabajo" que he presentado en mi encíclica Laborem Exercens, y que, en las condiciones actuales, se ha vuelto especialmente necesario. Ello supone una intensa y dinámica pastoral de los trabajadores, tan necesaria hoy, como en el pasado, respecto del cual, bajo algunos aspectos, se ha vuelto todavía más difícil. La Iglesia tiene que buscar siempre nuevas formas y nuevos métodos, sin ceder al desaliento".

Cuando la comunidad eclesial reflexiona desde su fe cristiana sobre el significado que el trabajo tiene en la vida personal, familiar y social dentro de nuestra sociedad, encuentra motivaciones, múltiples y profundas, para dar a la evangelización del m.o. un lugar preferente en su actividad pastoral (cf. Alocución Juan Pablo II, 18-11-1983, n° 22). He aquí algunas de estas motivaciones:

Aceptando que no es justo identificar el m.o. con los pobres, como anteriormente se decía, también es justo reconocer que una parte muy amplia del mundo de los pobres, destinatarios preferentes de la evangelización, pertenece al mundo del trabajo, ya que existe una conexión objetiva muy estrecha entre la situación laboral y el mundo de la pobreza, la emigración, la marginación.

En la organización del trabajo, en su realización y en las relaciones sociales que de la misma se derivan, la dignidad de la persona humana, punto central de la fe cristiana y de la Doctrina Social de la Iglesia, es negada objetivamente y sus derechos no son reconocidos y respetados en múltiples situaciones y ocasiones (SRS 33).

En nuestra sociedad, el trabajo juega un papel fundamental y decisivo en la vida personal, familiar y social. Cuando el trabajo y sus condiciones se ven profundamente deteriorados, como ocurre en estos momentos, toda la vida personal, familiar y social se ve afectada negativamente. En cambio, cuando el trabajo es realizador y gratificante, toda la existencia se humaniza. Juan Pablo II lo ha dicho con claridad: "el trabajo... ocupa el centro mismo de la cuestión social" y "es una clave, quizás la clave esencial, de toda la cuestión social" (GS 38; LE 3). Por eso el trabajo y la situación de los trabajadores ocupa un lugar central en la Doctrina Social de la Iglesia y la pastoral de la Iglesia debe tener como perspectiva preferente la situación del m.o.

Finalmente los trabajadores son mayoría en nuestra sociedad y en la Iglesia. Sería una contradicción grande que la actividad pastoral dirigida a ellos no ocupara un lugar preferente en la actividad pastoral de las Iglesia.

c) La P.O., una pastoral específica

Ahora bien, en cuanto pastoral específica, la P.O. ha de tener en cuenta que el m.o., a pesar de su realidad compleja y en permanente transformación, tiene su propia historia y su cultura, su situación social y los problemas que ella genera, sus organizaciones y sus militantes, su manera de situarse ante la Iglesia y su modo de relacionarse con ella (SRS 9 y LE 8.13).

La P.O., sin ser una pastoral de especialistas, deberá ser sensible a las características peculiares del m.o. y deberá tenerlas muy presentes a la hora de plantear su evangelización, como deberá formar a los que han de llevarla a cabo, deberá elegir para ello la metodología adecuada y, por último, tendrá que seleccionar las tareas y actividades pastorales.

En este sentido, los grupos, movimientos apostólicos y asociaciones que han optado específicamente por la RO., participan corresponsablemente en el conjunto de la marcha de la Iglesia local desde su sensibilidad, compartiendo e influyendo con su dinamismo, de cara a la transformación evangélica de la Iglesia, de sus componentes, comunidades e instituciones.

3. ¿Para qué la P.O.?

Los objetivos que se persiguen desde P.O. son, en resumen, los siguientes:

Que la Iglesia, a través de movimientos, asociaciones seglares e instituciones religiosas, se haga presente en el m.o. para anunciar ahí el mensaje liberador cristiano desde la proclamación de los valores del Reino de Dios y, al mismo tiempo, denunciar aquellas situaciones de injusticia que afectan a este mundo. Simultáneamente, que la Iglesia recoja los elementos valiosos que existen en el m.o., a través de una inserción encarnada en esa realidad, conociendo, profundizando y difundiendo la situación del mundo del trabajo y la problemática y necesidades de los trabajadores. Todo ello, desde un discernimiento cristiano.

Formar auténticos militantes obreros cristianos en su propio medio obrero, para que, desde un profundo sentido cristiano y eclesial y desde su realidad obrera se comprometan en el proceso de liberación salvación de los oprimidos, desde la convicción de que Cristo es la única y verdadera liberación. Esa formación pretende que los militantes obreros cristianos descubran a Cristo en la Iglesia, su propia dignidad de trabajadores y la necesidad de la transformación de la sociedad.

Facilitar el encuentro del mundo obrero con Dios en Jesucristo, con la Iglesia y con su propia realidad para que en el interior de éste se vaya viviendo la identidad cristiana.

Favorecer más y potenciar la presencia, el nacimiento y el crecimiento de la Iglesia en el mundo del trabajo, al tiempo que esta realidad sea asumida por toda la comunidad diocesana, integrándose dentro de los planes de pastoral de la diócesis.

4. Líneas de acción y mediaciones

Líneas de acción:

• Presencia de la P.O. en la vida y misión de la Iglesia a través de:

La promoción, presencia y participación de asociaciones y movimientos presentes en el m.o. e integrados en P.O.

La animación e inserción de esta pastoral en parroquias, arciprestazgos, vicarías y zonas.

La valoración y reconocimiento de las comunidades de religiosos y religiosas insertos en el m.o. y en la vida de los barrios.

La valoración, reconocimiento y potenciación de sacerdotes y diáconos permanentes que optan por el m.o.

• Presencia de la Pastoral Obrera en la sociedad a través de:

La participación activa de los laicos en la vida pública.

El anuncio, presencia y compromiso evangélico de la Iglesia y los cristianos en el m.o.

El acompañamiento y animación de ese compromiso por toda la comunidad eclesial.

La denuncia profética de las situaciones de injusticia y explotación.

La relación con otras organizaciones del m.o.

La relación estrecha y complementaria de la Pastoral Social y la P.O.

• Formación de militantes obreros cristianos a través de:

La toma de conciencia eclesial de la urgencia y prioridad de ella.

La promoción de escuelas e instituciones de formación.

La animación de la formación específica del m.o. en sacerdotes, diáconos permanentes, religiosos y seminaristas.

La participación de los laicos en la formación de los seminaristas y sacerdotes.

El cultivo de un estilo de vida personal coherente con el evangelio.

El desarrollo de una espiritualidad de encarnación y de acompañamiento.

• Extensión de la Pastoral Obrera a través de:

La toma de conciencia eclesial de la exigencia de una nueva evangelización.

El cuidado y potenciación de los Movimientos Apostólicos.

El desarrollo de la dimensión socio-política de la fe.

El servicio de reflexión de los teólogos.

La presencia en los Medios de Comunicación Social.

Mediaciones:

Delegaciones diocesanas:

En más de 45 diócesis españolas, el trabajo de P.O. se encauza a través de delegaciones, secretariados o coordinadoras diocesanas. Se trata de ámbitos de comunión relativamente nuevos, pues su creación y puesta en marcha ha sido impulsada fundamentalmente en la década de los 90.

Estas delegaciones tienen principalmente cuatro tareas:

Animar, acompañar y coordinar todos los grupos, movimientos e iniciativas de respuesta a la evangelización del m.o. que se desarrollan en las diócesis.

Por ello, las delegaciones diocesanas de RO., se constituyen como equipos en los que están participando representantes de los diferentes grupos o movimientos extendidos por la Iglesia local. Puede decirse que este equipo-delegación se constituye en torno a tres realidades distintas:

- Asociaciones laicales y eclesiales presentes en la evangelización del m.o.: Hoac, Joc, Junior, Hermandades del Trabajo, Mujeres Trabajadoras Cristianas, ACO...

- Parroquias de barrio que realizan P.O., especialmente a través de los llamados Equipos Parroquiales de P.O.

- Otras representaciones: religiosos/ as en barrios, seminaristas y sacerdotes implicados en P.O.

De cara a desarrollar esta tarea, las delegaciones programan sus acciones, planifican su trabajo, distribuyen racionalmente las tareas en comisiones, organizan y promueven encuentros y asambleas, publican revistas y boletines, convocan reuniones para coordinar y compartir experiencias, ofrecen y concretan su programación en los arciprestazgos, zonas, vicarías. A su vez, esta labor de coordinación se desarrolla en otras delegaciones a nivel regional y estatal.

En cuanto al nivel interdiocesano, regional o de provincia eclesiástica, actualmente se reúnen de modo periódico ocho coordinadoras. A nivel estatal, el Departamento de RO., de la comisión episcopal de Apostolado Seglar, de la Conferencia Episcopal Española, viene organizando desde abril del 86, los Encuentros Generales de P.O., un espacio para encontrarse, compartir experiencias y proyectar el futuro. Así mismo, desde abril del 88, convoca las Jornadas de delegados y coordinadores de P.O., ámbito más reducido de encuentro para la valoración y planificación.

Crear, impulsar y alentar la sensibilización de toda la Iglesia diocesana hacia las condiciones de vida y trabajo por las que atraviesa el m.o. hoy.

Por ello, las delegaciones de P.O. trabajan coordinadamente con otras delegaciones diocesanas: juventud, familia... y participan en la elaboración del Plan Diocesano de Pastoral, sometiendo a aprobación su propio Plan y aportándole al conjunto de la Iglesia local. De ahí la importancia de la participación activa de sus representantes en los órganos de corresponsabilidad de la Iglesia local (Consejos, Sínodos, Asambleas...).

De cara a desarrollar esta sensibilización en toda la comunidad diocesana se ponen en marcha distintas iniciativas: Jornadas sobre la Dimensión Social de la Fe, cursillos sobre la Doctrina Social de la Iglesia, catequesis sobre el Trabajo, fichas de reflexión para grupos cristianos, revistas y publicaciones...

Sin duda alguna, en esta sensibilización intraeclesial, el papel que han jugado los militantes de los Movimientos Apostólicos ha sido determinante. Por ello, más adelante, se dedica un apartado especial a ellos.

Últimamente, se han impulsado de modo especial los llamados Equipos Parroquiales de P.O. Una realidad naciente, pero prometedora. Casi un centenar de ellos están extendidos por toda la geografía española.

Son grupos de cristianos que, desde su vinculación directa con el mundo del trabajo, analizan la situación a la luz de la fe, aseguran la propia formación de la conciencia socio-política, y la hacen llegar a los demás miembros de la comunidad parroquial, a fin de responder pastoralmente a los retos actuales de la nueva evangelización. Son grupos, al servicio de la comunidad parroquial, arciprestal, zonal y vicarías y, al mismo nivel que otros: Cáritas, Catequesis, Liturgia... y que, como ellos, forman parte de los Consejos Pastorales en los distintos niveles. Pretenden:

- formar la conciencia social y política de sus miembros y de los cristianos,

- detectar los problemas que tiene el m.o. de cada parroquia, barrio, sector, zona o pueblo,

- dar a conocer y sensibilizar a los cristianos de las comunidades parroquiales, de la problemática obrera y la necesidad de evangelización del m.o., aportando datos, reflexiones, sugerencias,

- fomentar en la parroquia, desde su integración en el Consejo Pastoral, la solidaridad ante los problemas del m.o.

Estos Equipos, dirigidos a los cristianos de las parroquias, jóvenes y adultos, que pertenecen al m.o. y participan activamente en ellas y a todas esas personas que están en las parroquias, que viven y sufren en sus propias carnes las consecuencias de pertenecer al m.o., se plantean como tareas:

- estar conectados con la delegación o secretariado de P.O. diocesana, coordinando objetivos, tareas y acciones que éstos pongan en marcha,

- salir a la opinión pública con comunicados, manifiestos y denuncias proféticas,

- organizar encuentros y dialogar con organizaciones obreras presentes en el ámbito de la parroquia, barrio, sector o zona,

-animar a la participación en campañas, jornadas, debates, etc. organizados desde el m.o.,

- difundir publicaciones en la comunidad parroquial que favorezcan la formación de la conciencia social y política de los cristianos,

- colaborar con los grupos, asociaciones, y movimientos de P.O.

En este capítulo de la sensibilización intraeclesial, y siendo conscientes de que su testimonio y trabajo traspasan los muros de la comunidad cristiana en una labor de frontera, de alcance y valor insospechados, ha de hacerse mención a dos realidades llenas de vida y dinamismo: el testimonio de encarnación, silencioso a veces, pero sólido y profundo de muchas comunidades de religiosos y religiosas que comparten la vida en las mismas condiciones de las gentes de los barrios obreros, de los pequeños pueblos y que evangelizan y hacen presente a la Iglesia entre los trabajadores, con su presencia constante y directa también en colegios, escuelas, dispensarios, comedores.

Actualmente existen 151 grupos-comunidades de inserción presentes en 40 diócesis españolas. Las congregaciones o institutos seculares que normalmente se coordinan con P.O. son: Apostólicas del Corazón de Jesús, Esclavas de María, Doroteas, Hermanas de la Caridad de Nevers, Hermanitas de la Asunción, Hermanitas de Jesús, Hermanitos de Jesús, Hijas de San José, Hijos de la Caridad, Instituto Bienaventurada Virgen María, Javerianas, Jesuitas (Misión Obrera), Marianistas, Misioneras de la Doctrina Cristiana, Religiosas Filipenses, Religiosos de la Asunción, Siervas de San José, Ursulinas de Jesús.

"El fenómeno religioso eclesial más importante del s. XX", en frase del famoso dominico Chenu, los curas obreros. Realidad nacida en 1944 de la decisión del cardenal Suhard de Paris de enviar curas a las fábricas para realizar la misión de Jesús también donde están los desheredados de la clase obrera emergente de aquella situación de explotación industrial y capitalista. La Presbiterorum Ordinis en el n° 8, les daba carta de ciudadanía: "Para cooperar en esta obra son enviados los presbíteros... ya ejerzan el ministerio parroquial, ya se dediquen a la investigación, ya hagan trabajos manuales". En nuestro Estado, trabajan coordinadamente en un colectivo que agrupa más de cien sacerdotes, y mantienen encuentros europeos en torno a Pentecostés, de modo rotativo, por las diferentes ciudades en las que están presentes, para compartir análisis, misión y mística.

Suscitar, potenciar y acompañar la formación de militantes obreros cristianos.

En la casi totalidad de las diócesis se dedican hoy muchos recursos personales y económicos a la tarea de la formación, pero a una formación fundamentalmente teórica, intelectual y orientada a las tareas intraeclesiales. La formación por la que opta la P.O. es dinámica, activa, que parta de la vida y construya la persona, estimule su autoafirmación basada en la responsabilidad personal, eduque en y para la acción transformadora de la sociedad.

A través de su larga experiencia, los Movimientos Apostólicos de Acción Católica y las Hermandades del Trabajo han puesto de manifiesto la importancia de la formación en la vida de los militantes obreros cristianos para asumir su propio protagonismo laical y su misión evangelizadora, personal y comunitaria, sus planes y procesos han sido y son una aportación muy valiosa a la Iglesia.

Desde P.O. se tiene claro que la formación de la conciencia social es una tarea de toda la Iglesia (ChL 63). Por ello, en los últimos años se viene alentando la creación de las llamadas Escuelas de Formación Social y Política de la Fe en las diócesis donde no existen y potenciando esta formación en las estructuras diocesanas ya presentes. Actualmente hay más de veinte diócesis que tienen organizado este medio de formación. Las experiencias son distintas, porque distintas son las planificaciones pastorales y diferentes los procesos y momentos. Estas Escuelas, destinadas a agentes de pastoral de las parroquias y cristianos sensibles o participantes de la amplia vida socio-política tienen cuatro objetivos:

- Profundizar en la fe cristiana, como una realidad totalizante, que incluye la dimensión social y política de la fe.

- Conocer la realidad del m.o., su historia, su cultura, problemas, luchas y aspiraciones, y, al mismo tiempo, la Doctrina Social de la Iglesia, sus principios de reflexión, sus criterios de juicio y directrices para la acción.

- Capacitar en la lectura de la realidad socio-política, desde los criterios del evangelio y explicitados por la Doctrina Social de la Iglesia.

- Motivar e impulsar la participación activa de los cristianos en la vida pública a través de sus asociaciones, organizaciones y colectivos desde criterios evangélicos.

- Promover y difundir la presencia de la P.O. en la sociedad. "La presencia pública de la Iglesia es una exigencia de su misión evangelizadora" (CLIM 49). Por ello, a través de RO., se plantea, desde dentro del m.o., cómo anunciar ahí la Buena Noticia, cómo iluminar y trabajar por la transformación de esa realidad desde los valores del evangelio, cómo ser ahí instrumento dócil a la acción del Espíritu para que la Iglesia de Jesucristo nazca, eche raíces y se consolide en el mundo del trabajo (POTI 12).

De ahí que desde RO., se impulse la participación de los miembros de las comunidades eclesiales, asociaciones y movimientos apostólicos en la vida pública a través de la militancia activa y transformadora de las instituciones políticas, sindicales, culturales, sociales... a fin de construir y reconstruir el tejido social en línea de justicia, fraternidad, libertad... (POTI 13), desde valores y criterios evangélicos, como levadura que dinamiza, como luz en el candelero y como ciudad construida sobre el monte que anuncia la Buena Noticia. Para ello, estas comunidades y movimientos alientan y acompañan este compromiso potenciando la formación integral de la persona, la opción por los sectores más empobrecidos del m.o. y el discernimiento cristiano de los acontecimientos y de las propias actuaciones (POTI 14).

Esta presencia personal viene avalada por una presencia pública de las comunidades y movimientos apostólicos a través de las campañas, gestos e iniciativas de solidaridad y reivindicación con el m.o. Al mismo tiempo también, se hace llegar la voz profética de la Iglesia denunciando situaciones de injusticia o explotación, tanto individuales como colectivas, contrarias al Plan de Dios, mediante comunicados, cartas pastorales, notas de prensa, manifiestos (POTI 15). De ahí el cuidado especial de la presencia en los Medios de Comunicación que se hace desde P.O.

Para mejor conocer la realidad y la situación por la que pasa el m.o., desde P.O. se mantienen contactos periódicos con las organizaciones sindicales y asociaciones que el m.o. se da a sí mismo (POTI 16). En estos ámbitos es, por lo general, muy valorada la presencia de los cristianos.

Movimientos Apostólicos

H.O.A.C. (Hermandad Obrera de Acción Católica)

En el año 1946, los obispos españoles encargaron a Guillermo Rovirosa la creación de un movimiento de Acción Católica que asumiera la tarea evangelizadora dentro del m.o. Rovirosa, que había vivido en muy pocos años una profunda experiencia de conversión a Cristo, que presidió el comité obrero de la fábrica en que trabajaba y que fue encarcelado al terminar la guerra civil a causa de ello, había conocido muy de cerca la profundidad del mensaje cristiano, las aspiraciones del m.o y, en la cárcel, a los militantes obreros privados de libertad por desear justicia. Desde esta experiencia matriz, que no es otra que la experiencia de la fe de la Iglesia vivida desde los oprimidos y explotados, surge un proyecto evangelizador nuevo y dinámico que no busca convertir a los obreros, sino hacerlos personas libres y conscientes para que puedan responder con libertad a la llamada que Dios hace permanentemente a todos los hombres.

Ese proyecto evangelizador parte de una premisa fundamental: lo primero, lo único, lo verdaderamente importante es la persona y a ella todo tiene que estar subordinado. La dignidad de la persona nace de ser hijos de Dios y hermanos de Jesucristo y, por lo tanto, hermanos de toda la humanidad. Junto a esto, se reconoce que el trabajo, antes que nada, es el medio que el hombre utiliza para continuar la actividad creadora de Dios imprimiendo en todo sus señas de identidad; es la participación consciente y responsable, en la construcción y recreación de un mundo puesto por Dios en las manos del hombre para construir el gran proyecto de libertad que nace de su voluntad.

Desde la Hoac, se trata de que el m.o. se reconozca a sí mismo desde estas claves, asumiendo el proyecto humanizador que implican, y ello sólo es posible desde una praxis coherente con esos principios, que es lo mismo que decir desde una praxis coherente con la fe. La teoría de la acción que la Hoac aporta, la praxis coherente con estos principios, es un proceso pedagógico de la fe que abarca:

La encarnación en los ambientes y en los tajos concretos.

Cultivar una amistad profunda, no condicionada por intereses, creencias o ideologías, sin esperar a cambio nada que no sea el enriquecimiento mutuo que suponen las relaciones personales.

Descubrirse subordinado por esta realidad de injusticia y compartir esta conciencia con otros para poder liberarse. Ahí está la tarea fundamental del proceso de concienciación.

La autogestión por la que el actuar cotidiano se convierte en el punto de inicio de una reflexión permanente entre teoría y praxis, entre conocimiento y quehacer liberador.

La comunión aparece como el fruto maduro de este proceso evangelizador: se trata de situar al otro en el centro de la existencia para que todos sean el principio y fin de todo cuanto existe.

Una sensibilidad atravesada por una esperanza, el Reino de Dios; una finalidad, que todos sean uno; y un impulso, el amor como motor esencial de la vida humana. Y que precisa de un hombre nuevo capaz de cultivar y vivir la pobreza, la humildad y el sacrificio, para generar en él esta nueva sensibilidad y romper las cadenas que le atan al sistema, enfrentándose a él en su mismo corazón.

Se genera así un compromiso, una praxis política que podemos llamar totalizadora y que abarca tres campos de actuación: la acción sobre la propia persona, sobre los ambientes y sobre las estructuras.

La formación inherente a este proceso pretende conseguir que todos los obreros que lo realizan sean, al final del mismo, más obreros y más militantes porque asumen su historia, su presente y futuro desde la fe en Jesucristo.

La Hoac en el momento actual cuenta con 1.200 militantes y una creciente iniciación. Sus componentes tienen una edad media de 44 años, con una afiliación sindical del 64% y una afiliación política del 20%. En la actualidad es miembro del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos. Desde el año 91 viene funcionando un fondo de solidaridad internacional dirigido a promover proyectos de formación cristiana de los trabajadores de los países del Sur. Cuenta con tres medios de difusión: el periódico mensual ¡Tú!, la revista quincenal "Noticias Obreras" y Ediciones Hoac, con diversos libros y cuadernos publicados.

La Hoac es una organización de militantes que se vive y se estructura desde su identidad de movimiento de Acción Católica. Es decir, es una comunidad que se organiza para llevar a cabo la misión evangelizadora, en concreto, en el m.o. En su estructura y funcionamiento intenta, como toda la Iglesia, hacer visible la comunión y la ministerialidad. Los equipos son los ámbitos fundamentales de encuentro y vida de sus militantes, éstos tienen reuniones semanales de formación, revisión y discernimiento. La Hoac está insertada en la Iglesia local en vinculación con el obispo diocesano. En cada diócesis existe una Comisión Diocesana que dinamiza y anima la vida de la Hoac, donde el presidente y el consiliario tienen el nombramiento expreso del obispo. El órgano máximo de decisión en la diócesis es la Asamblea Diocesana donde cada militante tiene su voto. En el Estado español el órgano que dinamiza y anima la vida de la Hoac es la Comisión General. Ésta está formada por los presidentes diocesanos y la Comisión Permanente cuyos miembros tienen dedicación plena a la Hoac y residen en Madrid. El órgano decisorio de la Hoac, a nivel general, es la Asamblea de militantes que se celebra cada cuatro años y, entre tanto, cada año, se reúne el Pleno General de Representantes donde los militantes participan a través de delegados.

J.O.C. (Juventud Obrera Cristiana)

Joseph Cardijn, sacerdote belga, intuye la posibilidad de prestar un servicio a la juventud trabajadora, desde una doble perspectiva obrera y cristiana. Hijo de familia obrera, siente desde dentro la vida de la clase obrera. Estructura esta intuición en torno a tres verdades:

La verdad de experiencia, que afirma el valor absoluto de lo concreto, de la vida cotidiana como espacio de evangelización y de presencia de Dios.

La verdad de fe, de que Dios tiene un proyecto liberador para todos los hombres y para cada hombre.

La verdad de método, ya que sólo desde la acción y el protagonismo de los jóvenes, sería posible su liberación.

Con estas intuiciones, empieza a trabajar con unos grupos de jóvenes en el barrio obrero de Laeken (Bruselas) y crea un movimiento juvenil que pretende hacer síntesis entre lo obrero y lo cristiano, hacia el año 1925. El movimiento rápidamente comienza a extenderse a otros países. La Joc aparece en España en 1932, pero la dura experiencia de la guerra civil frustra este primer intento. Más tarde, en 1948 aparece la Joac, que a pesar de las dificultades peculiares de la sociedad y la Iglesia española de la postguerra, va confluyendo hacia la estructura internacional y en 1955 se asienta ya la Joc, lo cual supondrá una puerta abierta a la renovación de la Iglesia española y un impulso al movimiento obrero, prácticamente exterminado con la guerra civil.

Las señas de identidad de la Joc vienen ya definidas en el mismo nombre:

La Joc es un movimiento integrado por personas jóvenes, y son los jóvenes los que asumen la responsabilidad en la acción que realizan, en la vida y en el movimiento.

Los que forman la Joc son jóvenes de la clase obrera que sufren algunas de las peores consecuencias del sistema capitalista. Esto supone participar en toda la corriente de liberación humana, concretada, aunque no en exclusiva, en el movimiento obrero.

La Joc es un movimiento que busca ahondar en lo profundo de la vida y experiencias de los jóvenes de la clase obrera. Y en este proceso de profundización, la Joc encuentra en el modelo de vida de Jesucristo la clave de sentido para las experiencias que ella vive. Por ello, hace presente o descubre en medio de la clase obrera, los signos del Reino. Da una gran importancia al proceso de maduración en la fe: atiende y respeta la situación de cada joven y ofrece medios para provocar el encuentro personal con la persona de Jesús.

La educación y evangelización de los jóvenes obreros es la tarea fundamental de la Joc, entendiendo la educación como mediación metodológica de la evangelización. Esto es, para evangelizar, la Joc parte de la vida, en todas sus dimensiones, con fidelidad absoluta. Desde ahí surge la pregunta por el sentido de la vida. Se presenta en ese momento a Jesús como respuesta totalizante de sentido, y su mensaje, como fuente de liberación plena. La Joc ha optado por la tarea educativa como mediación fundamental para la evangelización. Esta educación es un proceso de aprendizaje de la vida: aprender a ser, a vivir, a actuar. Todo ello se realiza a través de la pedagogía de la acción, que parte de la vida para volver a ella y transformarla.

La acción educativa requiere aprender a analizar realidades, a valorarlas y a actuar sobre ellas para transformarlas. Implica asimismo, protagonismo y participación crítica de cada joven, tanto en la vida personal como en la marcha de la vida social, empezando por lo concreto, pero llagando a lo estructural. El aspecto más original y la aportación más enriquecedora de la Joc es la Revisión de Vida. Esta va creando un estilo de vivir, una manera de ser, de ver, de juzgar y de comprometerse en permanente referencia a Jesús, a su persona y su mensaje y a las aspiraciones profundas de la clase obrera. Otro de los elementos pedagógicos de la Joc es la Campaña, un proceso continuado y dinámico de acción-reflexión ante un problema o situación juvenil colectiva, orientado a que el conjunto de los jóvenes tomen una mayor conciencia de las situaciones que están viviendo y actúen de cara a la transformación personal, ambiental y estructural.

Lo original y específico del compromiso jocista es que el joven actúa y está comprometido en su realidad cotidiana y en ese ambiente desarrolla procesos educativos de acompañamiento con otros jóvenes de la clase obrera. Otro ámbito de compromiso son las plataformas y organizaciones populares.

El máximo órgano de la Joc es el Consejo General, que se reúne con carácter ordinario, cada dos años. Entre tanto se reúne la coordinadora general (el responsable y el consiliario de cada zona). Existe además, un Secretariado General, responsable de coordinar y poner en marcha los acuerdos del Consejo y la coordinadora. A nivel federal (ciudad, pueblo...), la forma básica de organización es el equipo de militantes, en el que se hace, entre otras cosas, revisión de vida. Previo a la militancia existe todo un proceso estructurado de iniciación a la Joc.

La Joc es también un movimiento internacional, y como tal se organiza a ese nivel en la CIJOC (Coordinadora Internacional de la Joc), que a su vez tiene una estructura por continente.

5. Luces y sombras

Existen hoy condiciones para que la Iglesia pueda jugar, en nuestra sociedad, un importante apoyo a los sectores sociales más marginados. Se dan condiciones para que la Iglesia intensifique su presencia en el m.o. y en otros grupos sociales, desde la solidaridad activa con los pobres, a través de pastorales específicas de ambientes. La conciencia social de los cristianos y no cristianos ha crecido enormemente. Igualmente ha crecido el diálogo, el respeto y la tolerancia dentro de la Iglesia. El episcopado va descubriendo la necesidad e importancia de la evangelización del m.o., prueba de ello es la Asamblea plenaria de noviembre del 94. El resurgimiento y deseos de consolidar los movimientos de apostolado seglar, que habían entrado en crisis, es una realidad. Las posturas viscerales van dando paso a una mayor comprensión y diálogo y los propios movimientos apostólicos obreros han hecho una fecunda autocrítica. Amplios sectores de nuestra sociedad valoran el papel jugado por la Iglesia en la transición y en la consolidación democrática. En estas condiciones, no abordar, por parte de toda la Iglesia, una P.O. con seriedad sería una grave omisión sin justificación alguna.

Al final del proceso antes descrito, hay que valorar los grandes pasos que se han dado en la coordinación de quienes se mueven en este campo de la evangelización, así como la extensión de esta pastoral que va siendo conocida en las diócesis e introduciendo su sensibilidad en el resto de la pastoral general. También se ha avanzado, y mucho, en la seriedad de los planes y procesos formativos de los Movimientos Obreros de Acción Católica. Estos han cristalizado en el compromiso real y activo de muchos militantes de la Joc, Hoac y Hermandades en los campos políticos, sindicales, culturales, asociativos... siendo vehículos de encuentro y aproximación entre Iglesia y m.o. y, al mismo tiempo, altamente valorados por su presencia e implicación en las estructuras eclesiales, lo que hace que estos movimientos se les tenga más en cuenta y se les tome más en serio.

Cabe decir que esta radiografía es desigual según se hable de diócesis, pues en algunas, la P.O. es desconocida o no priorizada, constatándose excesiva preocupación por lo intraeclesial. La mayoría de los sacerdotes carecen de esta sensibilidad y resulta difícil llegar a las parroquias, pues ven que no es un trabajo necesario. De igual modo, se prefiere potenciar más todo lo relativo a la Pastoral Social. Las implicaciones sociales y políticas de la fe siguen siendo una asignatura pendiente para la mayoría de los cristianos.

Sin embargo, desde la fidelidad a Jesucristo, el Obrero de Nazaret, la P.O. siente como urgente y absolutamente necesario escuchar el clamor creciente de tantas víctimas que gritan justicia y vuelven su mirada a la Iglesia, portadora de esperanza y liberación.

BIBL. — CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, La pastoral obrera de toda la Iglesia, Edice, Madrid 1994; DEPARTAMENTO DE PASTORAL OBRERA, La pastoral obrera de toda la Iglesia, Edice, Madrid 1996; SUBCOMISIÓN DE PASTORAL OBRERA, Pastoral obrera, Edice, Madrid 1989; SUBCOMISIÓN DE PASTORAL OBRERA, Iglesia Diocesana y Pastoral Obrera, Edice, Madrid 1993; SUBCOMISIÓN DE PASTORAL OBRERA, Rasgos generales del mundo obrero actual, Edice, Madrid 1992; DEPARTAMENTO DE PASTORAL OBRERA, El trabajo humano, Edice, Madrid 1997; SECRETARIADO GENERAL DE LA JOC, Identidad de la loc, Ediciones de ACE, Madrid 1988; BASIUSA LÓPEZ GARCÍA, Aproximación a la historia de la HOAC, Ediciones Hoac, Madrid 1995; Juuo CIGES MARÍN, Motivos para la misión en el mundo obrero hoy, ed. Pastoral Obrera de Bizkaia, Colección Yunque, Bilbao 1997; RAFAEL DÍAZ SALAZAR, Persistencia de una juventud obrera, Joc de Andalucía, Sevilla 1993; AA.W., 11 Grandes mensajes, Bac, Madrid 1993.

Fco. Javier García Cadiñanos