Movimientos eclesiales
DPE
 

SUMARIO: 1 Una experiencia reciente: Seminario Universal sobre los movimientos (Roma, Junio 1999). - 2. Lo universal y lo local. - 3. La Iglesia es un movimiento. - 4. En búsqueda de una fórmula jurídica. -5. Algunos nuevos movimientos eclesiales significativos: 5.1. El camino neocatecumenal. 5.2. Comunidades de vida cristiana. 5.3. Comunión y Liberación. 5.4. Cursillos de cristiandad. 5.5. Focolares. 5.6. Justicia y paz. 5.7 Renovación Carismática. 5.8. Scout (Movimiento).

La variedad de movimientos, a los que une el común denominador de pasión evangelizadora, nace por la acentuación de una u otra de estas coordenadas: la dimensión sacramental de inserción en Cristo, el descubrimiento de la ministerialidad eclesial, la misión en la ciudad secular, la inserción en la Iglesia particular y el diálogo con el contexto socio-cultural desde la necesaria relación entre fe-cultura.

Más allá de particularismos carismáticos, y como notas comunes a todos los actuales movimientos laicales, P. J. Cordes, en un valioso y reciente libro, señala que están en línea con la sensibilidad de nuestro tiempo; palpando la crisis de transmisión de la fe; el cristocentrismo como viraje en la crisis; y la misión en el contexto de la pluralidad.

Y, analistas como J. M. Mardones, en muchas de sus obras y artículos señalan que, en cierta manera, los nuevos movimientos eclesiales están de vuelta de la cultura de la modernidad, al querer recobrar la experiencia mística, la dimensión afectiva y la presencia, personal y social, de la fe, más allá de la privatización de la misma.

En cuanto a los peligros para el laico, desde los movimientos, son al menos éstos:

1. Una experiencia reciente: Seminario Universal sobre los movimientos (Roma, Junio 1999)

Sobre este tema de los nuevos movimientos, en Roma, en el Pontificio Ateneo Regina Apostolorum, de los Legionarios de Cristo, tuvo lugar en el mes de junio de 1999 un "Seminario de reflexión y diálogo" sobre "los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades en la solicitud pastoral de los obispos", que reunió a un centenar de prelados de todo el orbe. Entre los asistentes, se encontraban los arzobispos españoles Antonio Cañizares Llovera (Granada) y Lluís Martinez Sistach (Tarragona), los obispos Braulio Rodríguez (Salamanca), Javier Martínez (Córdoba) y Juan Antonio Reig (Segorbe-Castellón) y el auxiliar de Madrid César Franco, éste en representación del cardenal Antonio María Rouco Varela.

En el encuentro, promovido por el Consejo Pontificio para los Laicos con la colaboración de las congregaciones para los Obispos y para la Doctrina de la Fe, intervinieron algunos fundadores, superiores y representantes de las nuevas comunidades eclesiales. La convocatoria del encuentro situaba los actos en continuidad con el Congreso Mundial de los Movimientos Eclesiales, celebrado en Roma en mayo de 1998 y con el encuentro de movimientos que tuvo lugar en la Plaza de San Pedro la vigilia de Pentecostés. "Lo extraordinario de aquel hecho y la importancia de las intervenciones del Santo Padre en aquella ocasión hacen ver, por parte de la Santa Sede, la oportunidad de continuar, a un año de distancia, la reflexión sobre esta realidad de los nuevos movimientos y nuevas comunidades", señalaba la convocatoria. Se trata, añadía, de ofrecer a los obispos la oportunidad de expresar y confrontar sus experiencias, preocupaciones y expectativas con relación a la participación en la vida de las Iglesias locales de los nuevos movimientos y nuevas comunidades. Éstos "tienen que radicarse cada vez más profundamente en la comunión y en la misión de la Iglesia, para que sean cada vez más fecundos para el bien de todos".

Abrió el acto el cardenal norteamericano Francis Stafford, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos. Luis Garza, vicario general de los Legionarios de Cristo y del movimiento Regnum Christi, que prestaba sus instalaciones, saludó a los asistentes. El secretario del Pontificio Consejo para los Laicos, Stanislaw Rylko, hizo la primera gran reflexión.

"Animados por un profundo sentido de responsabilidad pastoral -manifestó-durante este seminario nos pondremos atentamente a la escucha de lo que el Espíritu dice a la Iglesia, que se prepara a traspasar el umbral del tercer milenio. Guiará nuestro análisis la enseñanza de Juan Pablo II. De hecho, se sabe que, en la solicitud pastoral del Papa, los movimientos eclesiales ocupan un puesto especial. "Uno de los dones de nuestro tiempo -ha sostenido el Papa- que desde el inicio de mi pontificado sigo señalando como motivo de esperanza para la Iglesia y para los hombres".

Citando al cardenal Ratzinger, Rylko señala que "el papado no ha creado los movimientos, pero ha sido su esencial apoyo en la estructura de la Iglesia, su pilar eclesial. En esto, se hace quizá visible, como nunca, el sentido más profundo y la verdadera esencia del ministerio petrino; éste debe mantener vivo el dinamismo de la misión ad extra y ad infra".

La tesis del cardenal Ratzinger es que en la Iglesia debe haber siempre, además de los servicios y misiones eclesiástico-locales, otros servicios y misiones universales, unidos al ministerio y misión apostólicos, según lo que sucedió al comienzo de la Iglesia. En este sentido, el concepto de sucesión apostólica albergaría una vertiente que va más allá del ministerio centrado exclusivamente en la Iglesia local. La sucesión apostólica conlleva un elemento de apostolado universal. Los movimientos apostólicos en la historia de la Iglesia así lo han puesto de relieve (monjes primitivos, reforma de Cluny, franciscanos y dominicos, jesuitas y movimientos misioneros deI s. XIX). Los peligros que anidan en los movimientos son: unilateralidad a la hora de acentuar un carisma y absolutizarlo como si fuera "el" camino y no "una forma de existencia cristiana".

Pero también las Iglesias locales pueden ser tachadas, a veces, de conformismo o de excesiva "planificación pastoral cerrada", en la que no hay cabida para los movimientos.

Tras enumerar los frutos que los movimientos han generado y siguen produciendo en el seno de la Iglesia, subrayó cómo el nacimiento y difusión de estas comunidades "no ha dejado de suscitar interrogantes, malestar y tensiones; tal vez ha comportado presunciones e intemperancias, por un lado, y no pocos prejuicios y reservas, por otro. Ha sido un período de prueba para su fidelidad, una ocasión importante para verificar la autenticidad de sus carismas".

Entre las deficiencias, definidas por algunos como "enfermedades de juventud" de los movimientos, Rylko recordó las siguientes: "la absolutización del movimiento de pertenencia y el sentido de superioridad respecto a las otras realidades asociativas, acompañados del deseo de imponer al propio grupo sobre todos; el entusiasmo de los neófitos, que a veces genera exuberancias y exageraciones unilaterales, tanto en la praxis como en la doctrina, y que, cuando falta una adecuada formación teológica, puede implicar riesgos; el encerramiento en el ámbito del propio grupo, que puede llevar a extrañarse del contexto de la vida parroquial y diocesana; el riesgo de considerar a la comunidad como una especie de refugio donde anidar para eludir los problemas de la vida familiar y social".

Refiriéndose a los pastores, Rylko precisó: "En este contexto, no se pueden ignorar los obstáculos puestos a la vida de los movimientos por la actitud titubeante, si no negativa, de los pastores, que en ello son influenciados -dijo- por el desconocimiento de los movimientos o por un conocimiento escaso y unilateral, por prejuicios pastorales y por la desconfianza -demasiadas veces, en efecto, se generalizan experiencias aisladas negativas para descalificar al conjunto-; por una rígida concepción de la comunión eclesial que no admite ninguna diversidad, siendo que la comunión de la Iglesia es orgánica y no significa uniformidad, sino más bien unidad en la diversidad, por una también rígida visión de la planificación y de la coordinación pastoral, en las parroquias y en las diócesis, que obliga a todos a hacer las mismas cosas al mismo tiempo; por una insuficiente comprensión del hecho de que cada carisma, para su desarrollo, tiene necesidad de un espacio de libertad adecuado, porque sólo así puede llevar los frutos deseados".

"Los sacerdotes -dijo también- deben ser bien conscientes de que los movimientos y las otras asociaciones laicales no son un suplemento decorativo, sino parte integrante de la vida parroquial y un indicador significativo de la vitalidad religiosa de nuestras comunidades. Los movimientos, acogidos cordialmente en la parroquia y acompañados con amistad, pueden convertirse en un importante medio de amplificación de las iniciativas pastorales en diversos ambientes, y especialmente en aquellos que son más difícilmente alcanzables por el sacerdote. La experiencia muestra cómo los carismas propios de los movimientos han ayudado a muchos sacerdotes a vivir plenamente la riqueza de su vocación".

No fue la intervención de Stanislaw Rylko la única visión muy positiva de los movimientos que se pudo escuchar desde las filas de los representantes vaticanos en este largo encuentro.

2. Lo universal y lo local

Una de las mesas redondas de la semana fue moderada por el prefecto de la Congregación para los Obispos, Lucas Moreira Neves. "Estoy convencido -dijo el cardenal brasileño- de que el misterio de la Iglesia presenta dos aspectos muy importantes. El primero es la Iglesia como comunión. El segundo es la sana y pacífica tensión entre Iglesia universal e Iglesia local. Hace falta, sobre todo, mirar la intención de Cristo. El quiso la Iglesia universal: no reducida a un pueblo, a una raza, a una cultura, sino englobando a todas las gentes, todas las razas, todas las culturas. En la intención de Cristo, la Iglesia universal es primera y primordial. Sólo se la puede concebir universal; está en su misma definición. Esta Iglesia universal se realiza, sin embargo, en las Iglesias locales. En este punto, son posibles dos errores: es errado ver en las Iglesias particulares fragmentos o trozos de la Iglesia universal, como es errado concebir la Iglesia universal como federación de Iglesias particulares. Existe una sola verdad: la Iglesia, que tiene una vocación universal, subsiste en las Iglesias locales y es una comunión, una simbiosis de estas Iglesias. La Iglesia no es ahora universal y ahora particular. Es siempre las dos cosas en forma diversa y desde puntos de vista diversos".

"Los movimientos -añadió-, tal como han sido entendidos por Juan Pablo II y por Pablo VI, son una expresión de la Iglesia universal. Nacen en un lugar determinado, pero miran a todo el mundo, y pretenden responder a las necesidades y a las exigencias de la Iglesia en todo el mundo, y no en una sola o en algunas diócesis. Universales son su dinamismo misionero, su programa y sus proyectos, sus propuestas, su formación apostólica, su espiritualidad. Este dato es su riqueza, pero es muy a menudo la razón de tanta perplejidad: ¿Cómo se comportarán en las Iglesias particulares? ¿No querrán imponer esquemas no adaptables a diversas realidades locales? No pocos obispos, con motivo y en nombre de las Iglesias particulares, y por instintivo rechazo a la universalidad, tienen dificultades en acoger a los movimientos, tienen la impresión de que, no naciendo en el suelo de la propia Iglesia particular, estos movimientos no pueden ser parte de ella".

"A estos movimientos se les pide que se conviertan, por así decir, en realidades de la Iglesia local, que se particularicen.

Se pide, en otros términos, que tomen el rostro de la Iglesia particular en la que se implantan. Que conozcan, amen, respeten y pongan en práctica los problemas y los planes pastorales de las Iglesias particulares. Los movimientos tienen rasgos de universalidad que deben ser valorados, pero tienen también la obligación y la necesidad de traducirlos en expresiones de particularidad y de localidad. Sin estas exigencias complementarias, habrá siempre crisis".

En la misma mesa redonda, se presentaron algunos testimonios relevantes, por lo general, positivos. El cardenal Adrianus J. Simonis, arzobispo de Utrecht (Holanda), señaló que los movimientos son para él "la sal de la tierra, un oasis donde la fe católica es vivida en plenitud" en un mundo secularizado. "El problema es que, en general, en las parroquias, se les ve con algo de desconfianza". Algunas parroquias, dijo, han perdido su empuje, y algunos ven a los movimientos como una competencia. En su opinión, "se dice de manera injusta que los movimientos están más orientados hacia la santidad personal, que hacia el apostolado y la acción social. La primera acusación es verdadera; la segunda es falsa".

Robert Sarah, arzobispo de Conakry (Guinea) se refirió en particular a la Renovación Carismática. "Los movimientos nos recuerdan la importancia de la oración en la vida del hombre. Cuanto más somos hombres, más necesidad tenemos de adoración", dijo. "Es maravilloso ver que el Espíritu es más fuerte que nuestros planes y que actúa en nuestras comunidades cristianas como nunca lo hubiéramos imaginado".

Intervino también el arzobispo de Newark (Estados Unidos), Edgar McCarrick, quien subrayó el empuje misionero que caracteriza al Camino Neocatecumenal, insistiendo en las conversiones y en el número de vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa que se han suscitado en su seno. Afirmó que el Camino es para la Iglesia de Newark "una enorme bendición y un gran don" y expresó su opinión de que los prejuicios entre movimientos y pastores son debidos a la falta de conocimiento mutuo.

El cardenal Jean-Marie Lustiger, arzobispo de París, se disculpó por no poder participar en el encuentro, pero envió un mensaje en el que afirma que "la misión del obispo no consiste sólo en autentificar el don de Dios para el bien de quien lo recibe, sino también en ayudar a ponerlo al servicio de todos, de la paz y de la unidad en la Iglesia. A él le corresponde vigilar para que su fecundidad traiga los frutos que Dios espera. De lo contrarío, el don puede perderse o pervertirse".

3. La Iglesia es un movimiento

Fidel González-Fernández, comboniano, profesor de las universidades Urbaniana y Gregoriana, pronunció una relación en la que explicó cómo a lo largo de la historia han ido apareciendo en la Iglesia distintos movimientos, para concluir que "la Iglesia misma es un movimiento". En una amplia exposición, habló de la relación entre Iglesia carismática e Iglesia institucional, recorriendo las etapas que, desde los primeros siglos del cristianismo, han llevado primero al nacimiento de los movimientos monásticos, a la época cisterciense, a las órdenes mendicantes, hasta los carismas específicos de los siglos de la época moderna de la Contrarreforma. "En todas las épocas de la historia de la Iglesia -concluyó- ha habido verdaderos movimientos eclesiales, que se manifiestan como respuesta oportuna a las necesidades de los tiempos y florecen en formas diversas. A menudo, dan origen a órdenes religiosas, a sociedades o fraternidades y compañías de sacerdotes y laicos, y de mujeres, consagradas o no en la virginidad. Las formas de estas realidades de comunión no son siempre idénticas y, justamente por eso, encuentran muchas veces dificultad para hallar una ubicación específica en el Derecho Canónico de la época. Aun así, todos estos movimientos ejercen una gran influencia en la vida y la actividad de la Iglesia".

"Tales movimientos -añadió- son históricamente los instrumentos por los cuales la Providencia realiza en la vida de la Iglesia y, por ende, en la vida del mundo, su designio de hacer presente con mayor evidencia el acontecimiento de Cristo".

4. En búsqueda de una fórmula jurídica

Los nuevos movimientos necesitan configurarse jurídicamente de alguna forma, pero esto no es fácil, porque el Derecho Canónico actual no les tuvo en cuenta cuando se escribió. ¿Qué son los movimientos? ¿Quién nombra a los responsables? ¿Es suficiente la normativa vigente para buscarles una forma jurídica satisfactoria? El fundador de los neocatecumenales, Kiko Argüello, era muy expresivo en septiembre de 1997 cuando dijo a este respecto: "No sabemos qué es el Camino. Están los juristas estudiando los estatutos. Nadie sabe lo que somos. ¿Qué somos? Orden religiosa, congregación, un instituto secular, un movimiento... ¿qué somos? No tienen ni idea. ¡Nosotros tampoco! Nosotros decimos: una iniciación cristiana. Tampoco eso nos vale".

Para abordar esta cuestión, intervinieron en una mesa redonda los profesores Giorgio Feliciani, de la Universidad de Sacro Cuore de Milán y Gianfranco Ghirlanda, jesuita de la Gregoriana. Ese encuentro fue moderado por el arzobispo de Tarragona, Lluís Martínez Sistach, quien, frente a opiniones que ponen en tela de juicio si la nueva normativa del Código de 1983 sobre las asociaciones de fieles ofrece el marco jurídico adecuado para la variedad de asociaciones de fieles que van apareciendo en la Iglesia, expresó su opinión de que dicha normativa es suficiente. "Ello no significa -dijo- que no surjan dificultades al aplicar la normativa canónica vigente a los nuevos movimientos eclesiales, por la variedad de los miembros que los componen y por otras características propias de estos fenómenos asociativos. Con todo, considero que los nuevos movimientos son reconducibles a la figura de asociación canónica de fieles y a su regulación. Con ello, se tiene un marco común para todos ellos".

En relación con los religiosos que pertenecen a movimientos, el arzobispo de Tarragona señaló que aquellos que manifiestan "una pertenencia primordial al movimiento con un distanciamiento psicológico del propio instituto, crean problema, porque viven en una división interna: residen en la comunidad, pero viven según los proyectos pastorales y la directrices del movimiento".

Sistach recordó, igualmente, que los novicios que proceden de movimientos y asociaciones de fieles dependen exclusivamente del superior religioso.

5. Algunos nuevos movimientos eclesiales significativos

Pasamos a reseñar algunos de estos nuevos movimientos eclesiales, particularmente destacando algunos rasgos de su espiritualidad.

5.1. El camino neocatecumenal

Su iniciador fue Kiko Argüello, en Madrid, en 1964, entre los suburbios de Palomeras Altas. Pronto a Kiko se une Carmen Hernández, licenciada en física y teología. Sus iniciadores se sintieron llamados por el Señor a vivir el anuncio cristiano entre los pobres, y compartir su vida, en medio de la miseria, soportando las consecuencias del pecado de nuestra sociedad. En aquel ambiente se hizo una relectura de la Biblia. Tras algunas experiencias en parroquias de Zamora y Madrid, y con el apoyo del Arzobispo de Madrid, Mons. Casimiro Morcillo, en 1968 fundan también en Roma. Actualmente, el Camino está extendido por los cinco continentes. Se puede calificar el movimiento neocatecumenal como una "pastoral de evangelización y catequesis permanente de adultos", dirigido especialmente a los alejados. Su itinerario pastoral-espiritual es un camino largo:

• Anuncio del Kerigma: una catequesis introductoria que explica el sentido del catecumenado; dos catequesis existenciales: quién es Dios para ti, qué sentido tiene tu vida; dos catequesis sobre Cristo y el Kerigma; celebración penitencial comunitaria; últimas catequesis mostrando cómo Dios ha hablado al hombre en la historia; celebración de la Palabra sobre el significado de la Biblia en la vida de la Iglesia.

• Precatecumenado: cerca de dos años. Se encuentran dos veces a la semana: una, para la celebración de la Palabra y otra, para la Eucaristía. Al final se hace el escrutinio (exigencia de dejar todo por el Reino) por parte de los catequistas para pasar al catecumenado.

• Inicio del catecumenado: dos años. Cada mes se dedica a descubrir un momento de la historia de la Salvación. Se hace un segundo escrutinio (donde se dan cuenta de que el mayor obstáculo son ellos mismos y sus ídolos).

• El catecumenado: tres años. Se introducen en una auténtica oración personal y cotidiana, en una espiritualidad de alabanza y de acción de gracias. Profundizan en la oración de salmos, en la reflexión sobre el credo apostólico, y en la celebración de la Palabra sobre los varios artículos de la fe cristiana.

• Elección: dos años. Son llamados a vivir un sacerdocio con un culto espiritual en un templo no construido por manos humanas, una espiritualidad de acción de gracias, de constante Eucaristía, como reyes, profetas de la historia, que viven en medio de naciones su misión de ser Pueblo de Dios, sacramento para el mundo del amor que Dios tiene por todos, especialmente por los pecadores.

• Renovación de las promesas bautismales. Culminación del proceso.

Es importante destacar que proclaman una nueva "antropología" basada en el misterio de la persona a la luz del cristianismo. Y también es necesario subrayar que aun cuando se concluya el proceso, siguen sintiéndose peregrinos y evangelizadores (itinerantes) de otras comunidades.

5.2. Comunidades de vida cristiana

Designamos con este nombre técnico a las comunidades fundadas por los jesuitas en torno al año 1940. En España se llaman también CVX. Su origen remoto puede enlazar, dentro de la espiritualidad ignaciana, con las denominadas "Congregaciones marianas" del S. XVI.

Si pasamos a describir algunas claves teológico-espirituales, en el centro se sitúa el misterio pascual vivido en fidelidad al Espíritu y hundiendo sus raíces en la Sagrada Escritura, liturgia, doctrina de la Iglesia y situación existencial a la luz de la Palabra de Dios.

Encuentran su carisma en la espiritualidad ignaciana y en los Ejercicios. Esta experiencia de los Ejercicios no se ve como un "momento aislado o puntual en la vida", sino que se proyecta toda la vida.

Un punto esencial es su sentir con la Iglesia. La unión con Cristo sólo es posible en un marco de unidad eclesial. Los dones de uno se deben vivir en una comunidad determinada y libremente elegida. Se aboga por una vida apostólica intensa, integrada en la misión confiada por Cristo a la Iglesia.

Puesto que su espiritualidad encuentra su centro en Cristo, María es el modelo de este tipo de espiritualidad.

5.3. Comunión y Liberación

Es el nombre de uno de los más conocidos y pujantes movimientos eclesiales actuales. Su fundador, L. Giussani, en 1954, cuando era un joven profesor de Instituto, a los 32 años. Al principio se denomina "Juventud Estudiantil". Nace como reacción y respuesta a la situación de crisis y eclipse del cristianismo en los ámbitos de la vida pública, la cultura y las realidades populares y políticas.

Para salir de una teología y espiritualidad de "mediación" que puede perder su ímpetu misionero y que no forme adecuadamente a los más jóvenes, se pide una teología y espiritualidad de "presencia", de bloque, de alternativa, donde la acción conjunta y el descubrimiento del cristianismo como acontecimiento salvífico y adhesión eclesial a la persona de Cristo son los quicios vertebradores.

Su itinerario espiritual y de formación comprende:

5.4. Cursillos de cristiandad

Fundados en 1948-49 en Mallorca en círculos de la Acción Católica. Se definen como "un movimiento de Iglesia, que mediante un método propio, se propone hacer posible la experiencia viva y la experiencia comunitaria de lo que es fundamental en el cristianismo con el objetivo de crear grupos de cristianos que fermenten evangélicamente los ambientes, ayudando a descubrir y a realizar la vocación personal, en el pleno respeto de la misma".

Se pueden considerar como un medio privilegiado de evangelización desde el anuncio del kerigma, particularmente entre los alejados.

En su metodología destaca el Precursillo, el Cursillo y el Postcursillo (Reuniones de grupo y Ultreya).

En época de nueva evangelización, sirven, sobre todo, a la primera de las fases: la evangelización. El resto de las fases son la catequesis, y la profundización permanente.

Sus destinatarios principales son los bautizados que necesitan volver a despertar y revivir su fe.

Así pues, los cursillos se inscriben en el ámbito kerigmático o de primer anuncio: anuncio de lo fundamental del mensaje, mediante testigos que han experimentado una transformación real tras el encuentro con Jesús; mediante un estilo vivencial y talante gozoso; con el objetivo de provocar la conversión o adhesión personal a Jesucristo: "Lo específico de los cursillos es la predicación kerigmática o primer anuncio; es ser broca que vaya abriendo el túnel y cediendo paso a la labor de catequesis; es ser máquina rompehielos para estos tiempos difíciles".

El Grupo y la Ultreya tienen carácter instrumental, de ayuda, para descubrir la vocación personal del cursillista. No fueron creados para reemplazar otras estructuras eclesiales, "sino como medio de inserción en la Iglesia local". Si bien las ultreyas pueden desembocar en comunidades eclesiales de base.

Para mejorar la integración en la vida diocesana, desde lo afirmado por el Secretariado Nacional, se necesita: -Crear mentalidad diocesana de lo que supone el primer anuncio. -Esfuerzo por introducirse en el mundo obrero. -Colaborar en las catequesis de bautismo y matrimonio. -Papel especial del consiliario y sacerdotes colaboradores. -Hacerse presente en foros, consejos, congresos y otras instancias diocesanas.

5.5. Focolares

La fundadora de este importante movimiento eclesial es Chiara Lubich, en 1948. Encierra una espiritualidad basada en el Evangelio, con una idea-fuerza: Dios es amor y el amor es unidad. Es un movimiento con clara vocación ecuménica. De dicho movimiento se alimentan laicos, sacerdotes y religiosos.

Aunque forma una sola familia, en él se diferencian "ramas": movimiento de masas ("generación nueva"), movimiento de familias nuevas, movimiento de humanidad nueva, movimiento ecuménico cristiano.

En cuanto a su teología y espiritualidad, lo importante es buscar y cumplir la voluntad de Dios, viviendo el "mandamiento nuevo de Jesús" (amor), centrando todo en Jesús, desde el realismo de la cruz.

Consideran la Palabra como Vida, y la Eucaristía, como elemento esencial. Practican una gran devoción a María y ven en la Jerarquía la presencia de Jesús.

Todo ello con un fuerte sentimiento de vivir una espiritualidad comunitaria, adaptada a las circunstancias de hoy y de cada contexto geográfico y social.

5.6. Justicia y paz

Justicia y Paz nace como un deseo del Papa Juan Pablo VI. En 1967, el Papa definía a la Comisión Pontificia de Justicia y Paz "como una Comisión que tiene la misión de mantener los ojos abiertos de la Iglesia, el corazón sensible y la mano pronta para la obra de caridad que la Iglesia está llamada realizar en el mundo con el fin de promover el progreso de los pueblos más pobres y de favorecer la justicia social entre las naciones, como nos recordaba GS 30".

En España sus estatutos fueron aprobados en 1997. Sus fines son: cooperar en la realización de la misión de la Iglesia mediante la promoción y defensa de los derechos humanos, la justicia y la paz; impulsar y estimular el compromiso socio-político de los cristianos; difundir la doctrina social de la Iglesia: promover las acciones eclesiales en favor de la justicia, la paz y los derechos del hombre.

Justicia y Paz tiene, pues, un marcado carácter eclesial pero al servicio de la sociedad. Hoy, en el ámbito español, los asuntos de especial atención son los siguientes: los inmigrantes y los que solicitan asilo y refugio; el paro y la pobreza; la participación de los seglares en la vida de la Iglesia; la sensibilización con relación al Tercer Mundo; la defensa de los derechos humanos; y la ayuda al continente africano e hispanoamericano.

5.7. Renovación Carismática

La renovación en el espíritu, o movimientos carismásticos, es una realidad viva y muy prometedora en la Iglesia Católica actual. También se denomina, a este fenómeno, "pentecostalismo o neopentecostalismo", haciendo referencia a la primera experiencia sucedida en Jerusalén (Hechos 2,1-13).

El iniciador de estos movimientos se considera E Parham, en 1900. Sus claves principales se pueden resumir de esta manera:

  • Las bases de su espiritualidad: vida de oración, contacto con la Biblia, penitencia y Eucaristía, comunión fraterna, vivencia del ecumenismo.

  • 5.8. Scout (Movimiento)

    Fundado por Baden Powell, entre 1899-1908. En la base de su teología y espiritualidad subsiste una antropología, es decir, un tipo de hombre que tiene en sí, como don de Dios, los medios de su propio desarrollo; un hombre capaz de crear y descubrir, abierto al mundo, al otro y al transcendente; un hombre libre y responsable de su propio crecimiento global (espíritu-cuerpo).

    Los elementos más destacados de su espiritualidad son los siguientes:•

    La eclesialidad es vivida más bien a nivel de relaciones entre "los responsables" y los consiliarios de la Iglesia local.

    BIBL. - Para los movimientos en general: Cf. R. BERZOSA MARTÍNEZ, Teología y espiritualidad laical, CCS, Madrid 1994; ID., Ser cristianos en la Iglesia y en el mundo, DDB, Bilbao 2000. Para el camino neocatecumenal: A. ZEVINI, ll cammino neocatecumenale, 231-267; P. J. CORDES, Signos de esperanza. Retrato de siete movimientos eclesiales, 13-33; R. BLÁZQUEZ, Las comunidades neocatecumenales, DDB, Bilbao 1996 7a ed.; ID., Las comunidades neocatecumenales, un camino de iniciación cristiana: "Teología Espiritual" XXXVI (1992) 237-254; K. ARGÜELLO, El camino neocatecumenal: "Misiones Extranjeras" 172 (1999) 322-328. Para las Comunidades de Vida Cristiana; F. BoTTA, Le comunitó di vito cristiana, en A. FAVALE, Movimenti ecclesiali contemporanei, LAS, Roma 1985, 115-129. Para Comunión y Liberación: F. PERRENCHIO, Comunione e liberazione, 375-401; P. J. CORDES, Signos de esperanza. Retrato de siete movimientos eclesiales, 96-112; J. CARRIÓN-J. PRADES, Cristo presente aquí y ahora: "Teología Espiritual" XXXVI (1992) 265.

    Raúl Berzosa