Misionera, Pastoral
DPE
 

SUMARIO: ¿Qué es esa pastoral específica? Agentes. Destinatarios. Mediaciones pastorales. Luces y sombras. Perspectivas.


¿Qué es esa pastoral específica?

Para una mayor precisión conceptual y terminológica debemos distinguir, a la luz de la Encíclica "Redemptoris Missio", tres niveles o dimensiones de la actividad de la Iglesia:

La pastoral dirigida fundamentalmente a quienes se encuentran en el seno de la Iglesia.

Nueva Evangelización, dirigida preferentemente a quienes, procedentes del ámbito cristiano, se han alejado de él.

Misión "Ad gentes", que tiende como objetivo prioritario a quienes no han oído hablar de Cristo, no han entrado en contacto con la Iglesia de modo directo y por ello están a la espera de un primer anuncio directo y explícito del Evangelio. Para mayor claridad, deberemos aún indicar que los tres niveles se encuentran íntimamente relacionados, pero que el dinamismo y el horizonte de toda la actividad de la Iglesia procede de la misión que ha recibido de cara a toda la humanidad, con una proyección por tanto claramente universalista.

Según lo indicado, sería insuficiente una comprensión de la pastoral misionera como una apertura meramente genérica, como la disposición a encontrar a quienes no son creyentes o están alejados de la Iglesia. El dinamismo evangelizador debe, ciertamente arrancar del bautismo y debe manifestarse en todos los comportamientos del cristiano, pero debe tener siempre presente el horizonte universal y la mirada más allá de la propia situación y de las propias necesidades de la diócesis en que el bautizado se encuentra.

Desde estos prolegómenos, se puede intentar una definición de la expresión "Pastoral Misionera" (que, a la luz de lo visto, encierra una cierta dosis de ambigüedad): Es la actividad, que pretende que cada una de las comunidades eclesiales, a su nivel, y según sus características, sea realmente misionera y por ello incorpore en su interior el dinamismo, el alcance y el horizonte de la misión "Ad gentes"; por ello la pastoral misionera aspira a que toda la pastoral esté impregnada de la lógica misionera y por ello trata de fomentar que se realicen actividades e iniciativas, que pongan de relieve y cultiven de modo directo y expreso esa dimensión misionera.

De esa lógica misionera será el conjunto de la vida eclesial el que recibirá elementos de renovación y de mayor dinamismo, pues permitirá evitar y superar las tendencias al egocentrismo o al provincianismo, fomentando su apertura, su voluntad de comunión, su disponibilidad a la comunicación, la generosidad del "envío" y de la "salida", la constatación de que el verdadero ámbito y horizonte del ser eclesial de cada diócesis, es el mundo entero, con una mirada tan amplia como la mirada de Dios.

Agentes

Agentes y responsables de esta pastoral misionera deben ser todos los bautizados y miembros de la Iglesia, en la medida y en el sentido en que todos son responsables de la vida de la Iglesia y de su misión. Nadie por tanto debe ser excluido de una responsabilidad que se enraíza en el bautismo y en la fe, si bien esta responsabilidad debe estar modulada en virtud del ministerio que se desempeña en la Iglesia y del carisma que se ha recibido. Una ulterior modulación deberá proceder de las circunstancias en que se encuentra la propia comunidad o la propia diócesis, que no pueden ser detalladas aquí debido a la diversidad de situaciones que se pueden presentar y que deberían ser analizadas de modo concreto y particular. Aludiremos por ello a la responsabilidad propia de cada uno de los estados de vida, que se dan en la Iglesia.

El obispo es agente radical, dado que es el sucesor de los Apóstoles, y por ello quien guarda y expresa la memoria de la misión confiada por el Resucitado a sus Apóstoles, y que debía conducir hasta los confines de la tierra. En cuanto miembro del colegio episcopal, el obispo es (en cuanto pastor de su Iglesia) responsable de la solicitud por todas las Iglesias y por la evangelización del mundo entero. Ello lo debe realizar, como decimos, en cuanto preside una Iglesia local. Por ello en esa Iglesia debe potenciar todas las iniciativas que contribuyan a la misión ad gentes y debe generar los organismos que hagan posible que en todos los campos de la pastoral se abra la mirada a la evangelización universal. En este sentido es responsabilidad suya que exista un Consejo Diocesano de Misiones, que recoja las diversas fuerzas y sectores de la propia diócesis.

Igualmente el presbítero, en cuanto colaborador del obispo y servidor de la unidad de la Iglesia, debe cuidar de esta dimensión. Ello lo hará de un lado haciendo presente la perspectiva misionera en los ámbitos en que trabaje pastoralmente, y asimismo siendo consciente, como miembro de un presbiterio, de la obligación de algunos miembros del presbiterio asuman como vocación propia (y en nombre de todos) el servicio misionero ad gentes. De otro lado debe descubrir su propia identidad como radicada en una diócesis (la incardinación), pero sin que ello relegue su responsabilidad en la evangelización universal.

Los religiosos o consagrados de una Iglesia particular hacen presente el seguimiento de Cristo en la radicalidad de los consejos evangélicos y en la radicalidad escatológica de su servicio al Reino de Dios. Por eso su mirada más allá de las propias fronteras resulta más espontánea y genuina. Su apertura y disponibilidad es un testimonio para todas las comunidades eclesiales. Por ello están más obligados, más allá de los intereses de su Congregación o Instituto, a contribuir para que el germen de la misión universal crezca en todas las actividades de la diócesis donde se encuentren.

Los laicos, también en virtud de su bautismo, están llamados a responsabilizarse de la misión universal, dando origen a iniciativas que la favorezcan desde el seno de la Parroquia o del Movimiento/ Asociación en que estén comprometidos. Para ello pueden contar en ocasiones con sus conocimientos o su servicio profesional, que debe ser también espacio de testimonio y de preocupación misionera, sobre todo a la luz de la importancia de lo que Juan Pablo II ha llamado "nuevos areópagos" o "fronteras de la historia"; desde esas nuevas realidades pueden hacer presente la orientación universal de la fe cristiana y del Evangelio.

Entre los agentes en este campo concreto de la vida de la Iglesia se pueden mencionar otros dos: Los misioneros, que deben ser realidad viva en la vida de la diócesis, de modo que desde todas las áreas de la pastoral se les tenga en cuenta y que recojan su testimonio, manteniendo la comunicación y la solidaridad permanente; además los animadores misioneros, una realidad que debe ser progresivamente potenciada, porque descubren como su carisma y su servicio eclesial el cultivo de la dimensión misionera (en el sentido indicado) en los diversos campos de la vida eclesial.

Destinatarios

A la luz de lo que venimos indicando, los destinatarios de la pastoral misionera deben ser distinguidos en un doble nivel.

Desde un punto de vista, son todos los hombres y todas las Iglesias del mundo destinatarios de la pastoral misionera, pues ésta consiste en que todos los cristianos tengan su mirada y su corazón orientados más allá de las propias fronteras. No se puede hablar, ciertamente, de destinatarios directos, pero en cualquier caso no pueden quedar sin una mención expresa.

Desde otro punto de vista los destinatarios son todos los miembros de la Iglesia local y cada uno de sus grupos y asociaciones, pues la pastoral misionera pretende precisamente conseguir que cada uno cumpla del modo adecuado la responsabilidad que señalábamos anteriormente. Las modalidades deberán variar, pero sería artificioso pensar que cualquiera de los miembros de una iglesia local puede quedar al margen de la pastoral misionera.

Finalmente, si realmente reconocemos la importancia de la iglesia local, hay que decir que es esta misma, en cuanto iglesia, destinatario privilegiado y prioritario de la pastoral misionera. Esta pretende que sea la iglesia local, en cuanto tal, la que asuma sus responsabilidades ante la misión universal.

Mediaciones pastorales

Las mediaciones pastorales pueden ser variadas y diversas según el destinatario en quien se piensa. De modo general señalamos las cuatro que nos parecen básicas y centrales:

La creación del organismo responsable y coordinador, el Delegado Diocesano de Misiones en el seno del Consejo Diocesano de Misiones: debe ser órgano de comunión de todas las iniciativas que sean necesarias y a la vez moderador de la presencia en todas las áreas de la vida diocesana.

La catequesis y la liturgia (especialmente en el proceso de iniciación cristiana), pues son no sólo universales sino que configuran las convicciones básicas desde las que se desarrollará la vida cristiana posterior.

Experiencias formativas que permitan al pueblo cristiano captar la novedad de la evangelización en los tiempos presentes, sobre todo de cara al mundo del futuro.

Las campañas que normalmente están repartidas a lo largo de todo el año, pero que deberán estar insertadas en un proceso global de formación y de actividades pastorales.

Luces y sombras. Perspectivas

Entre las luces se puede mencionar el respeto y la admiración, que despierta el compromiso de los misioneros. La sensibilidad, que despierta la solidaridad entre las generaciones jóvenes. El talante misionero de las diócesis. La presencia y el testimonio de los misioneros...

Entre las sombras se pueden mencionar, ante todo, las dificultades para que el pueblo cristiano capte las transformaciones, que se han operado en el ejercicio de la misión universal. El peligro de que lo identifiquen con la ayuda a los pobres del Tercer Mundo. La dificultad de coordinación con otros organismos o sectores de la vida pastoral. La lentitud en la configuración de animadores misioneros...

Alejandro García