Enseñanza, Pastoral de la
DPE
 

SUMARIO: 1 ¿En qué consiste la enseñanza religiosa? – 2. Agentes. – 3. Destinatarios: a) Educación Infantil (3-6 años). b) Educación Primaria (6-12 años). c) Educación Secundaria (12-16 años). d) Bachillerato (16-18 años). – 4. Mediaciones pastorales. – 5. Luces y sombras en la actualidad y perspectivas de futuro.


Desde los primeros compases de la Iglesia en el mundo, la enseñanza tuvo un puesto significativo en su seno con acentos diversos: didajé (enseñanza), didascalía (instrución) o catequesis (catecumenado). Más tarde, la creación de las escuelas catedralicias y parroquiales,el esfuerzo de tantas congregaciones y órdenes religiosas dedicadas a la educación y, en las últimas décadas, la preocupación de los Episcopados por ofrecer la enseñanza religiosa en el marco de una escuela pública, plural y democrática son testimonios vivos del interés permanente de la Iglesia por la educación al servicio del hombre y de la sociedad.

La enseñanza de la religión católica en la escuela es, en estos momentos, y por razones diversas, uno de los temas que suscitan un mayor interés en la Iglesia y sociedad española. Diversas circunstancias de orden pastoral, institucional, jurídico y político la han llevado al primer plano informativo y a poner el acento en esta modalidad de educación en la fe. Es verdad que "todo lo que hace la Iglesia contribuye de alguna manera, a educar en la fe" (CC 57), pero de forma más directa esta educación se realiza "por medio de la predicación, la educación cristiana en la familia, la enseñanza religiosa y la cateauesis" (CC 58L

Al acercarnos a la Pastoral de la Enseñanza en España hoy, queremos indicar que nuestra reflexión se centrará en la enseñanza religiosa escolar. Para ello, describiremos, en primer lugar, la naturaleza y objetivos de dicha enseñanza en el conjunto de la pastoral educativa; en segundo lugar, nos acercaremos a los agentes de legitimidad y de responsabilidad directa, para centrarnos, después, en los destinatarios según las edades y ciclos de la Ley Orgánica General del Sistema Educativo (LOGSE); en cuarto lugar, señalaremos los aspectos que nos parecen más significativos de la enseñanza religiosa como mediación pastoral, es decir, como función de la Iglesia al servicio del Reino de Dios; por último, entre las luces y sombras en el momento presente, se vislumbran algunas perpectivas de futuro. Concluiremos con un servicio de bibliografía para fundamentar y ampliar nuestra exposición.

1. ¿En qué consiste la enseñanza religiosa?

En sentido literal "enseñanza religiosa" significa instruir y, respectivamente, ser instruidos. La' tradición cristiana ha utilizado los términos de institutio o doctrina christiana, que venían a ser sinónimos de catequesis. Hasta el Vaticano II en nuestro país se atendía dicha enseñanza mediante el estudio del Catecismo y se completaba con la Historia Sagrada. A partir del Concilio y de la progresiva autonomía de la Escuela, el concepto de enseñanza religiosa adquiere un contenido semántico diverso y original respecto al de catequesis. Más concretamente, a finales de los años '70 en España nació la necesidad de distinguir la enseñanza religiosa en la escuela y la catequesis de la parroquia. Por una parte la catequesis, gracias al movimiento kerigmático y a las directrices conciliares, tenía necesidad de volver a encontrar la originalidad de los procedimentos propios de la iniciación a y de la confesión de la fe, emancipándose de la pedagogía escolar que tanto la había marcado y casi desnaturalizado; y por otra, la enseñanza religiosa, para no verse marginada después en una escuela en progresivo avance de secularización y para reconquistar una aprobación cultural y educativa, bastante comprometida en una sociedad pluralista, ha tenido que verificar las razones de su legitimidad escolar y volver a elaborar un perfil epistemológico y disciplinar compatible con la naturaleza y la vocación de una escuela al servicio de la sociedad. El mejor testigo de aquella situación, en parte aún vigente, es el documento "Orientaciones pastorales sobre la enseñanza religiosa en la escuela".

En efecto, enseñanza religiosa escolar y catequesis son dos formas peculiares y, a la vez, estrechamente relacionadas del ministerio de la Palabra. En el documento citado, los obispos españoles cuidaron no sólo de definir la identidad de la enseñanza religiosa escolar, sino también de mostrar la distinción y complementariedad de ambas acciones eclesiales.

Los objetivos, medios y lugares son diferentes. El lugar de la catequesis es la parroquia o el grupo cristiano, el de la enseñanza religiosa es el aula o el marco académico. El objetivo de aquélla es enriquecer la experiencia de fe cristiana del catequizando, mientras que el de ésta es ofrecer al alumno el conjunto de conocimientos y valores fundamentales de la religión católica presentándolos de manera organizada y razonada. La catequesis busca que la experiencia cristiana que ella alimenta pueda expresarse en la celebración litúrgica y mueva al creyente a comprometerse para dar testimonio de la fe con obras y palabras; la clase de religión intenta que en el interior del alumno la fe se vaya familiarizando con los otros saberes que va adquiriendo, es decir, que el saber religioso no se sienta extraño, acomplejado, en ruptura con el saber científico, sino en diálogo con la cultura.

De ahí que podamos decir que la enseñanza religiosa tiene sus señas de identidad propias como propias son las características del medio escolar a las que debe adaptarse para entroncarse connaturalmente en el conjunto de la vida académica. Más específicamente, en cuanto al objetivo de fondo, se espera que dicha enseñanza sea: a) un aprendizaje orgánico y sistemático por parte del alumno, b) en lo referente a la dimensión religiosa de la existencia, c) elaborada sobre una base cultural con criterios e instrumentos interddsctpInares, d\ interpretada en perspectiva cristiana sí, pero no propiamente catequética, e) con una fundamental orientación ética y una maduración crítica sobre el problema religioso y por lo tanto también una posible opción de fe (F. Lefévre).

2. Agentes

En el orden de legitimidad podemos decir que los agentes de la enseñanza religiosa escolar son la sociedad, el Estado y la Iglesia, legitimidad que se hace efectiva a través de los padres, profesores y alumnos, si bien consideraremos a éstos últimos más como destinatarios. La escuela no debe ser concebida como una institución independiente de las familias, de los grupos sociales, de la sociedad misma. Su razón de ser primordial está en la ayuda que debe prestar a cada familia en el ejercicio de su misión educativa irrenunciable: es como una prolongación de derecho de los padres a la educación de sus hijos.

La escuela es, pues, una creación social al servicio de los alumnos y de sus padres, y a través de ellos, de la sociedad. Pero la sociedad no es uniforme, está configurada por entes diversos, que aportan diferentes concepciones del mundo. De ahí que el derecho de la familia se expresará a través de las diferentes entidades culturales y religiosas. La educación, como necesario servicio de la sociedad a sus miembros, se canaliza a través del Estado; éste debe garantizar la calidad de la enseñanza y la efectividad de este servicio para todos los ciudadanos. En el aspecto que nos ocupa, el Estado debe hacer posible por la via de la escuela, tanto estatal como de iniciativa social, sea ésta o no confesional, la formación religiosa para el alumnado que la desee. La Iglesia, o confesión religiosa correspondiente, tiene el derecho y el deber de garantizar la autenticidad de esta enseñanza.

Más concretamente: la iniciativa radical sobre la escuela se encuentra en la sociedad basada en el derecho de la familia y configurada por grupos diversos; la competencia garantizadora del tipo de educación corresponde al Estado; y a la Iglesia, o confesión correspondiente, compete la autenticidad de la enseñanza religiosa que se imparta.

Así pues, la enseñanza religiosa es un derecho fundamental de los alumnos, del que deriva el derecho de los padres a exigir que se dé o no a sus hijos y en la que se les eduque en una u otra confesión religiosa, según sus propias convicciones. Los padres, al tutelar el derecho de sus hijos, lógicamente deben dialogar con ellos con el fin de que, recibir o no la enseñanza religiosa, sea una opción más realista. Es, pues, responsabilidad de los padres educar cristianamente a sus hijos en el seno de la vida familiar tal como se comprometieron ante Dios y ante la Iglesia el día del bautismo; en este sentido, han de procurar que se garantice para sus hijos el respeto a los derechos sobre la educación cristiana y la formación religiosa en los centros docentes, así como el ejercer esos derechos a través de las Asociaciones de padres.

El derecho de alumnos y padres a un tipo de formación religiosa se explica porque la enseñanza no es sólo intrucción o suma de conocimientos, sino formación, orientación y educación, especialmente en las etapas de primaria y secundaria, cuando se forma la personalidad de los chicos. A través de ese derecho de padres y alumnos es donde la Iglesia, u otras confesiones religiosas, hace efectivo su papel en la escuela al ofrecer una buena calidad de enseñanza religiosa con un plantel de profesores de religión bien capacitados.

A tenor de la legislación vigente: "la enseñanza religiosa será impartida por las personas que, para cada año escolar, sean designadas por la autoridad académica entre aquellas que el Ordinario diocesano proponga para ejercer esta enseñanza. En los centros de Educación Infantil y Primaria esta designación recaerá con preferencia en los profesores del cuerpo de maestros designados en el centro, que así lo soliciten y con el visto bueno del Ordinario diocesano". En Secundaria y Bachillerato son propuestos directamente por el Ordinario diocesano para su designación por el Ministerio de Educación y Cultura.

Así pues, los profesores tienen que decidir si están dispuestos o no a impartir la enseñanza religiosa a sus alumnos. Ningún profesor puede ser forzado, ni legal ni moralmente, a impartir clases de Religión. Así lo exige tanto la libertad de conciencia del profesor, inherente a la propia libertad religiosa, como la identidad y dignidad de la clase de religión, que requiere profesores convencidos, preparados y motivados para una recta transmisión de la enseñanza religiosa.

Entra dentro de su responsabilidad como cristianos el asumir con entusiasmo dicha enseñanza en plena comunión con la Iglesia y en su peculiaridad de actividad escolar. Cuando realizan su labor docente, los profesores de religión actuan en nombre de la sociedad y desde la naturaleza propia de la escuela, pero también en nombre de la Iglesia y desde su vocación de creyentes; actúan desde su competencia científica y académica, pero al mismo tiempo desde la fe y el testimonio; y si enseñan en otras áreas de la ciencia y de la cultura, deben mostrar la coherencia entre el saber humano y la fe cristiana. La sociedad y las comunidades cristianas han de valorar el compromiso que puede y debe tener una actividad como la enseñanza de la religión, que los profesores desarrollan desde su propia vocación docente y de servicio a las familias y a los grupos sociales.

3. Destinatarios

Los destinatarios propiamente dichos de la enseñanza religiosa son los alumnos en edad escolar, que libremente deseen recibirla. En nuestro sistema educativo (LOGSE) se comprende a los niños, adolescentes y jóvenes entre los 3 a los 17 años. Edades, cursos y ciclos vienen distribuidos de la siguiente manera: educación infantil de 0 a 6 años; por lo que respecta a la enseñanza es globalizada y la específica religiosa está incluida en el segundo ciclo (5 y 6 años); la etapa de educación primaria comprende a los alumnos entre los 7 a 12 años y está dividida en dos ciclos (7-9 y 10-12 correspondientemente); así como la educación secundaria de los 13 a los 16 años (13 y 14 primer ciclo y 15 y 16 segundo ciclo); el bachillerato tiene dos cursos que se corresponden con los 17 y 18 años respectivamente. En todo el proceso, la enseñanza religiosa está estructurada en torno a los diseños curriculares según cursos y ciclos. Así:

a) Educación Infantil (3-6 años):

El período educativo que abarca la Educación Infantil constituye una etapa integrada, ya que el desarrollo del niño es un proceso continuo. Los años que van desde los tres hasta los seis son básicos en la estructuración de la personalidad. A partir de las experiencias de los valores humanos que el niño va vivenciando, podrá descubrir de forma progresiva su dimensión transcendente.

La experiencia religiosa no es espontánea sino que requiere una atenta intervención educativa. Es responsabilidad de los padres y de las familias cristianas crear el ambiente adecuado para suscitar el desarrollo religioso de sus hijos. Ante la falta de espacio y de tiempo los padres pueden delegar y de hecho delegan parte de sus derechos y obligaciones, también los que afectan a la dimensión religiosa en la escuela.

El objetivo primordial señalado por la LOGSE para la Educación Infantil es "contribuir al desarrollo físico, intelectual, afectivo, social y moral de los niños". Ayudar a descubrir el sentido de la transcendencia es ayudar al niño, a lo largo de su proceso educativo, acceder a su pleno equilibrio personal y social. Por eso, en el marco de los proyectos y programaciones curriculares, interesa -para los alumnos y los padres que así lo soliciten- la presencia de la dimensión religiosa, teniendo en cuenta que todas las actividades del centro de Educación infantil son educativas y formadoras.

Los objetivos generales del Área de Religión y Moral Católica hacen aportaciones importantes al desarrollo de las capacidades del niño de 3 a 6 años:

- En orden a relacionarse con los demás y sentirse miembro de los diversos grupos a los que pertenece (familia, escuela, amigos, vecinos...), la formación religiosa aporta una visión enriquecida de la familia, inspirada en la paternidad de Dios, y de las relaciones humanas, bajo el signo de la fraternidad y del amor, del respeto y de la sinceridad.

- Respecto al entorno social y cultural, es importante la aportación del Área de Religión para conocer y valorar muchas costumbres y tradiciones locales y regionales, y para descubrir el sentido cristiano de la mayor parte de las fiestas. Los niños deben ir conociendo su origen, evolución y verdadero sentido para situarse ante todo ello con lucidez creciente.

- En la progresiva adquisición de autonomía en sus actividades habituales, el Area de Religión ofrece al niño posibilidades interesantes para su integración en la comunidad religiosa a la que pertenece.

b) Educación Primaria (6-12 años):

Esta edad ha sido tradicionalmente demominada como la "edad del uso de la razón" o, de otra manera, "edad de la conciencia". En efecto, la aparición de la reversibilidad y la capacidad de conservación en las estructuras del pensamiento infantil permiten que el niño pueda comenzar a tener conciencia refleja de sus propias acciones. Al comenzar a percibirse a sí mismo como individuo y a percibir el entorno, el niño se enfrenta, por primera vez, a la urgente necesidad de realizar el descubrimiento de la propia identidad. En este sentido, una de las funciones de la Religión y Moral Católica en la enseñanza escolar durante la Educación Primaria consiste en acercar al alumno a los modelos cristianos de identificación.

Por lo demás, a medida que el niño avanza en su Educación Primaria, el pensamiento infantil va perdiendo las limitaciones del egocentrismo cognoscitivo y se va desarrollando en él la capacidad de síntesis sobre lo concreto. Por eso, la construcción del pensamiento religioso reclama en este momento atención a la necesidad de coherencia y sistematización en torno al eje esencial de los contenidos de la religión que es la relación Dios-hombre. Y para el cristiano esa relación culmina en el conocimiento y aceptación de Jesucristo.

c) Educación Secundaria (12-16 años):

Si la Religión Católica en la etapa de Primaria ha sido presentada como una realidad con la que el alumno se encuentra ordinariamente dentro de un contexto sociocultural en su vida, y que se manifiesta en hechos, sucesos, situaciones y símbolos, en la etapa de Secundaria, coincidente con la preadolescencia y primera adolescencia, el alumno puede ya situarse ante la religión como experiencia humana, personal y social, en la que confluyen cuatro aspectos básicos que constituyen, además, elementos fundamentales de la cultura:

Estos bloques de contenidos están cohesionados en torno a cuatro ejes vertebradores que son: "el hombre y lo sagrado; las fuentes y el lenguaje religioso"; "la revelación de Dios en la historia del hombre"; "el hecho cristiano en la Historia"; y "el mensaje ético de la fe cristiana".

Al finalizar la Educación Secundaria se pretende que el alumno sea capaz de:

d) Bachillerato (16-18 años):

La enseñanza de la Religión y Moral Católica en el Currículo de Bachillerato contribuye al logro de una de sus finalidades educativas: favorecer la madurez personal de los alumnos mediante una formación multidisciplinar en la que cobra máximo interés la aportación científico-cultural de cada una de las disciplinas. Esta materia del tronco común tiene las siguientes finalidades educativas:

- Reconocer la importancia y universalidad del hecho religioso en las diferentes culturas con especial detenimiento en la importancia y significación del hecho religioso cristiano en la cultura actual.

- Proporcionar a los jóvenes una formación cristiana, según la Doctrina y Moral católica, que les ayude a integrar en su identidad personal y social los valores inherentes al diálogo de la fe con la cultura.

- Brindarles una preparación para la vida por la cual los alumnos pueden desempeñar sus funciones sociales con responsabilidad moral según el espíritu del Evangelio y la doctrina social de la Iglesia.

- Valorar la dimensión ética del hombre a la luz del mensaje cristiano y ofrecerles la orientación necesaria para responder a los problemas e interrogantes de nuestro mundo y permitirles actuar en él de manera responsable y solidaria.

- Desarrollar el conocimiento, la sensibilidad y el gusto ante las manifestaciones del arte religioso que enriquecen el patrimonio universal.

En la medida en que los alumnos profundizan en las diversas ciencias, el estudio del mensaje cristiano les ayudará a la comprensión crítica de la tradición cultural, al descubrimiento de la entidad y significación que sobre el hombre ofrece el cristianismo, así como al conocimiento de las implicaciones sociales que se derivan de esta doctrina y que sustentan los principios básicos de convivencia social. En este sentido, los alumnos podrán conocer el hecho religioso y el hecho cristiano en la actualidad; la fe ante la ciencia y la técnica; la fe y los humanismos. Realizarán una aproximación al mensaje cristiano en relación con la cultura y conocerán las líneas esenciales de la Doctrina Social de la Iglesia.

Así pues, la pregunta y la respuesta sobre el sentido último de la vida y de la historia, sobre la muerte, sobre el problma del mal en el mundo, sobre el valor fundamental de la dignidad del ser humano, sobre la responsabilidad del hombre y la mujer en la naturaleza, sobre la aportación de la ciencia y tecnología al servicio de la persona..., son temas esenciales a los que la religión católica, atendiendo a los diversas edades y niveles educativos, oferta una orientación fundamental del significado último y global, que afecta al logro de la identidad personal de los alumnos y de su integración responsable en la sociedad.

4. Mediaciones pastorales

De cuanto venimos diciendo, especialmente en el primer apartado, podemos afirmar que la enseñanza religiosa escolar está al servicio de la evangelización, es decir, es una mediación eclesial al servicio del Reino de Dios. Lo peculiar de la enseñanza religiosa escolar consiste en una presentación del mensaje y acontecimiento cristiano en sus elementos fundamentales, en forma de síntesis orgánica y explicitada de modo que entre en diálogo con la cultura y las ciencias humanas a fin de procurar al alumno una visión cristina del hombre, de la historia y del mundo, y abrirle desde ella a los problemas del sentido último de la vida y ésta orientarla en ellos.

Así pues, sea cual fuere el modo de desarrollo escolar del núcleo esencial del mensaje cristiano, habrá de revestir siempre la forma de una cierta síntesis orgánica de pensamiento. Más aún, el diálogo interdisciplinar entre la enseñanza religiosa y las demás materias fundamentales sería imposible si no se llevase a cabo desde dicha síntesis orgánica y sistemática.

Por una parte, los desarrollos del núcleo fundamental del mensaje cristiano se conformarán en toda la diversidad que presente la problemática humana, cultural y científica que las distintas disciplinas académicas y las preocupaciones del hombre actual plantean a la fe cristiana.

Por otra parte, la edad de los alumnos, su estado de fe y de conciencia de pertenencia a la Iglesia, su cultura religiosa, el ambiente social que los envuelve y la calidad de catequización recibida pueden ser tan diversos que impongan una pluralidad de acentuaciones en la presentación de ese núcleo esencial.

En este sentido, hemos de cuidar que dicha mediación eclesial al servicio del Reino se adapte adecuadamente al marco escolar que tiene us características propias. Por ejemplo, no es lo mismo predicar en un templo, emitir un programa radiofónico de contenido religioso que dar una clase de Religión. Queremos decir que una clase de Religión no es una catequesis, no es un espacio de convocatoria para captar chicos para la parroquia o movimiento, no es un aula de libre debate sobre un tema de últina hora o un espacio disponible para filosofías particulares.

En efecto, una clase de Religión es una "clase", es decir, donde se exponen unos conocimientos y unos valores para favorecer la asimilación crítica de ellos por parte del alumnado; en ella hay un programa, seriedad académica, etc. Además, es una "clase especial", aunque no privilegiada; es verdad que no es plataforma para llamar a la fe a aquellos que no son creyentes, pero de hecho se acercan a las clases de Religión chicos/as que son débilmente creyentes, que viven en el seno de familas despreocupadas de la fe y que no tinen conexión alguna con la parroquia ni con grupos juveniles; el único cordón umbilical firme que tienen con la fe es la clase de Religión.

Es verdad que no es una catequesis, pero una clase de Religión dada por un verdadero creyente suscitará una experiencia de fe, inducirá al compromiso cristiano, ayudará a la oración; un buen profesor de Religión transmite cariño por su asignatura, despierta adhesiones y vocaciones para la materia que explica. Es verdad que no es un aula de libre debate, pero cuando sucedan acontecimientos que interpelan a la fe y tengan que ver mucho con ella, en clase de Religión se suscitará inevitable y saludablemente un debate participado en torno a ese tema, vgr: corrupción, deuda del Tercer Mundo, aborto, etc. Es verdad que en Religión hay programa y seriedad académica, pero la naturaleza misma del mensaje que se transmite parace pedir que sea humana y flexible por la especial cercanía de su profesor, por una compresión mayor hacia el alumno en momentos difíciles, por el clima dialogante de la clase y por las exigencias más matizadas a la hora de las pruebas.

Hemos de señalar que la mediación eclesial al servicio del Evangelio está fundamentada, pero para que se realice adecuadamente son necesarias unas condiciones o presupuestos que es donde aparecen las luces y sombras en dicha misión.

5. Luces y sombras en la actualidad y perspectivas de futuro

La religión no es sólo una realidad interior, aunque para el creyente esto sea lo decisivo; la religión ha sido a lo largo de la historia, como lo es en el momento actual, un elemento integrante del entramado colectivo humano y un ineludible hecho cultural. El patrimonio cultural de los pueblos está vertebrado por las cosmovisiones religiosas, que se manifiestan en el sistema de valores, en la creación artística, en las formas de organización social, en las manifestaciones y tradiciones populares, en las fiestas y el calendario. Por ello, los contenidos fundamentales de la religión dan claves de interpretación de las civilizaciones.

La fundamentación de la enseñanza de la religión en la escuela no se planteaba en el contexto de un Estado confesional (vgr: el español, según el Concordato de 1953). Otra cosa es en un Estado democrático y aconfesional. Si bien es cierto que dicha presencia está garantizada hoy en España por la Constitución de 1978 y el Acuerdo con la Santa Sede sobre Enseñanza y Asuntos Culturales de 1979, dicha presencia tiene diversa significación y problemática en los centros públicos o en los de iniciativa social, concertados o no. En este sentido, nuestra legislación entiende que, "la enseñanza de la Religión Católica —o confesión correspondiente que tenga Acuerdos de Cooperación con el Estado— se impartirá en todos los centros docentes, en condiciones equiparables a las demás asignaturas fundamentales. Será de oferta obligatoria para los centros y de carácter voluntario para los alumnos". A la hora de interpretar este articulado es donde surgen las luces y las sombras y, también, de donde se puede vislumbrar alguna perspectiva.

El tema es delicado y suscita reservas en una parte de la sociedad. La intraescolaridad de la enseñanza religiosa; su fundamentalidad, equiparable a las demás materias; la no discriminación, tanto de los que la eligen oomo de los que no; su voluntaridedad, propia de la libertad religiosa; así como su especificidad, en cuanto disciplina con contenidos propios, son las claves del debate actual.

Al hombre de mentalidad laica y moderna, pluralista y democrática puede parecer a primera vista que existe una desconexión, y aún contradicción, entre Estado laico y enseñanza religiosa, en nuestro caso católica, porque el lugar adecuado para dicha enseñanza fuera la familia o la catequesis parroquial, sobre todo si la enseñanza de la religión se concibe como modalidad de catequesis encaminada a la transmisión de la fe. No faltan opiniones autorizadas a favor de este enfoque extraescolar de la enseñanza religiosa.

La Escuela es un espacio para transmitir saberes fundados en la ciencia y la religión no es una ciencia, sino un conjunto de creencias. Es, por tanto, un cuerpo extraño en el programa académico. Es respetable que una escuela católica introduzca sesiones de Religión en su programa, pero no una escuela pública.

Por otro lado, la Escuela debe transmitir valores capaces de orientar y motivar un comportamiento ético a los alumnos, pero no la ética cristiana, aquella que se deriva de la fe cristiana, sino la ética civil. Ésta consiste en un conjunto de convicciones morales que son patrimonio de la sociedad y que pueden ser abrazadas sin profesar religión alguna. En otras palabras, la Escuela debe proponer a los alumnos valores como la dignidad de la persona, la solidaridad entre los pueblos, la verdad, la libertad, etc. La Escuela debe inducir a los alumnos a que sean honestos, veraces, tolerantes, justos... a que sepan respetar, compartir, cumplir sus compromisos. Pasar de ahí sería usar la Escuela como un instrumento al servicio de la "ideologia católica".

Pero también hay muchas voces autorizadas, además de los porcentajes positivos que optan por la enseñanza religiosa, que entienden su presencia dentro del marco escolar. Indudablemente la aconfesionalidad del Estado impide la inspiración católica de toda la enseñanza, es decir, una enseñanza católica difusa en todas las materias escolares. Pero ¿hay contradicción entre un Estado laico y pluralista y enseñanza de la religión en el ámbito escolar? Si la escuela pública ha de ser la escuela de todos, habrá de ser una escuela plural, y en ella deben tener cabida todas las explicaciones de la vida, una de las cuales y de las más importantes para el hombre a través de la historia es la religiosa. Y si la religión es un hecho cultural importante que subyace en el seno de nuestra sociedad, es evidente que su incorporación a la escuela enriquece y es parte importante del bagaje cultural del alumno. En este sentido señalamos algunos de los motivos de la presencia de la Religión en la Escuela:

- La enseñanza de la Religión es necesaria para comprender la civilización europea en la que estamos sumergidos. Es tarea propia de la Escuela ofrecer a los alumnos elementos para situarse ante la cultura que los envuelve y para discernirla adecuadamente, asimilando lo positivo y declinando lo negativo. Sin un conocimiento adecuado de la Religión es misión imposible comprender nuestra civilización. Para conocer la filosofía, la literatura, el arte, las costumbres populares, las fiestas, los valores morales de la civilización que hemos heredado no hace falta creer en la Religión católica, pero sí es preciso comprender la Religión. La cultura religiosa es un capítulo de cultura global y ayuda a comprenderla mejor para apropiarnos de lo que nos parezca válido y desechar lo que nos parezca inválido o caduco. En consecuencia, una cierta cultura religiosa debería impartirse a todo el alumnado, si bien las clases de religión católica serían únicamente para quienes que por sí mismos, o sus padres, la elijan.

- La enseñanza de la Religión en la Escuela, bien realizada, favorece la unidad interior del alumno creyente. En la Escuela el alumno que ha heredado la fe en la familia y en la parroquia va adquiriendo saberes nacidos de las ciencias naturales y de las ciencias humanas. Una persona va madurando cuando todos estos saberes establecen un diálogo dentro de sí y comienzan a gestar en su interior una síntesis. El alumno percibirá que la fe que ha recibido es compatible con las ciencias que va aprendiendo.

- La enseñanza de la Religión en la Escuela enriquece al alumno que la recibe en tres aspectos importantes para la persona humana: le brinda motivos para vivir (por qués y para qués), le ofrece valores morales a los que adherirse y le indica caminos para orientar su comportamiento. En efecto, la enseñanza religiosa ofrece un para qué vivir (motivos); así lo reconocen psicólogos de nuestro siglo como Freud, Allport y Maslow.

Dicha enseñanza ofrece unos valores morales que se derivan de la fe, por ejemplo: si somos hijos de Dios, los demás no son seres extraños, molestos, competidores, sospechosos, arbitrarios, sino hermanos y amigos. Y ofrece normas de comportamiento en la familia, en la sociedad, en el trabajo, en la sexualidad. Es verdad que esto se debe hacer en la familia y en la parroquia, pero también en la escuela, puesto que ésta no sólo está para instruir, es decir, ofrecer conocimientos y habilidades, sino para educar. Y educar es transmitir motivos, valores, pautas de comportamiento. Esta transmisión, siempre respetuosa y propositiva, no es algo extraño, sino algo muy en consecuencia con la naturaleza de la escuela. Al menos cuando se trata de alumnos que por sí o por sus padres quieren recibirlos en la escuela. Por otro lado, para muchos chicos/as, la escuela será la última oportunidad y si no lo reciben en ella ya no los recibirán en ninguna parte.

A modo de propuestas señalamos algunos deseos:

BIBL. — ALBERICH, E. y otros, Enseñar religión hoy (Barcelona, 1980); COMISIÓN EPISCOPAL DE ENSEÑANZA Y CATEQUESIS, Orientaciones Pastorales sobre la Enseñanza Religiosa Escolar. Su legitimidad, carácter propio y contenido (Madrid, 1979); ID, Documentos colectivos del Episcopado Español sobre Formación Religiosa y Educación, 2 vols. (Madrid, 1969-1985); ID, Principios y normas legales reguladoras de la enseñanza de la religión y moral católicas en los centros escolares (Madrid, 1981); ID, El sacerdote y la educación (Madrid, 1987); ID, Orientaciones para la pastoral educativa escolar en las diócesis (Madrid, 1992); ID, El profesor de religión católica. Identidad y misión (Madrid, 1998); ID, La enseñanza religiosa en los centros escolares. Estudio sociológico (Madrid, 1998); MARTÍNEZ BLANCO, A., La enseñanza de la religión en los centros docentes. A la luz de la Constitución y del Acuerdo con la Santa Sede (Murcia, 1994); MINISTERIO DE EDUCACIÓN Y CULTURA, Ley Orgánica General del Sistema Educativo. Reales Decretos y Ordenes Ministeriales posteriores, en Boletin Oficial del Estado (Madrid, 1990-1999); ToTOSAUS, J. M., Presencia de la Iglesia en el sector escolar, en Iglesia y sociedad española (Madrid, 1977); PANES, E., Enseñanza religiosa y libertad de enseñanza en el marco de la actual democracia española (Madrid, 1983).

Juan-Luis Martín Barrios