Ecumenismo en la formación teológica
y en la actividad pastoral
DPE
 

SUMARIO: 1. Importancia del argumento. - 2. Formación ecuménica especializada: A) El DE; B) La formación ecuménica de quienes trabajan en el ministerio pastoral; C) Los responsables de la formación teológica y pastoral. - 3. Enseñanza específicamente ecuménica: 3.1: a) Compromiso ecuménico de la Iglesia católica; 3.1: b) El papel del diálogo teológico y la Encíclica UUS; 3.1: c) Algunos temas ecuménicos comunes. - 4. Argumentos a tratar de modo particular. 4.1. Fundamentación bíblica del ecumenismo; 4.2. Fundamentación histórica del ecumenismo; 4.3. Fundamentación doctrinal y metodológica del ecumenismo; 4.4. Fundamentación espiritual. - 5. Temas principales en los que el diálogo debe avanzar. - 6. Orientaciones pastorales. - 7 Bibliografía.


1. Importancia del argumento

Muchas cosas del ecumenismo y sobre el ecumenismo han cambiado en España y en el mundo desde el Concilio Vaticano II a esta parte. La verdad es que dicha mudanza ha costado aquí lo suyo, pero los hechos terminan imponiéndose. La causa de la unidad cristiana suscita hoy, por fortuna, interés creciente por doquier, comprendido el suelo hispano, debido en buena medida al fenómeno de la inmigración, al nuevo rostro centroeuropeo tras el desplome de la Unión Soviética, a los acelerados vaivenes y cambios que la marcha planetaria impone en múltiples sectores de la sociedad y de la Iglesia y también, por supuesto, al firme apoyo que el Papa Juan Pablo II viene prestando en tan saludable gracia.

Se quiera o no, el milenio ha llegado en esto pródigo de retos. Y España, se ha dicho y se sigue oyendo en círculos culturales y religiosos, es de los países que más van a verse afectados. Las reflexiones que subsiguen pretenden ser glosas de un especialista con más de veinticinco años como profesor de la materia y moviéndose entre colegas y gentes de este singular mundo religioso. Pretendo con ellas abundar en lo que los documentos más recientes de la Iglesia católica dicen acerca del ecumenismo en cuanto asignatura a impartir en seminarios, estudios teológicos y universidades, pero a la vez, y en este caso diría yo que sobre todo, como talante eclesial y dialógico en la pastoral de estos albores milenarios.

Formación e información son palabras clave con las que aproximarse a lo académico y pastoral de la Iglesia. Para formar, es preciso primero informarse. También vale añadir que para informarse se requiere antes que nada tener la inquietud de hacerlo, condición previa que sólo puede germinar en quien está bien formado. Esto va con el profesor, desde luego, pero también con los alumnos. Los orientados al sacerdocio, serán, además, quienes un día guíen a la feligresía por los difíciles vericuetos de las relaciones no sólo intra, sino intereclesiales y pancristianas y, en consecuencia, quienes ahora mismo deben salir preparados a tales efectos.

Ellos han de cuidar con esmero la pastoral, donde, por cierto, el ecumenismo tiene carta de ciudadanía.

Pretendo sobre todo afrontar la formación ecuménica especializada, es decir, la que ha de regir en seminarios, universidades y centros directamente dedicados a la enseñanza del ecumenismo. Mas como quiera que la teología, toda teología, debe tener, por su propia naturaleza, una proyección práctica y un reflejo directo como asignatura en la vida misma de la Iglesia, desde sus más elevados estamentos oficiales a los más reducidos extremos capilares de la parroquia, de ahí la necesidad de que tan florida rama del frondoso árbol teológico no se reduzca a lo puramente intelectual y teórico. Por de pronto en el ecumenismo están implicados todos los cristianos, quienes, por tanto, así deberán advertirlo y así comprender que, por dicho motivo, va más allá del simple quehacer académico. El movimiento ecuménico, en resumen, está llamado a sustanciarse en pastoral viva, característica, pues, hacia la que deben apuntar tanto la formación como la información a las que antes me refería.

2. Formación ecuménica especializada

Es la propia de seminarios y universidades y centros directamente dedicados a la enseñanza del ecumenismo. Nunca de forma exclusiva o aislada, claro es, puesto que su vinculación con otras disciplinas, la pastoral mismamente, salta a la vista. De modo que:

A) El DE, una de cuyas principales preocupaciones es la formación ecuménica en los seminarios yen las facultades de teología, titula su III parte La formación para el ecumenismo en la Iglesia católica y divide ésta en cuatro apartados: a) Formación de todos los fieles; b) Formación de los que trabajan en el ministerio pastoral; c) Formación especializada; y d) Formación permanente.

B) La formación ecuménica de quienes trabajan en el ministerio pastoral pretende ser, por voluntad del PCPUC, «un documento de estudio que retorna el contenido del DE y lo explicita aún más» (CASSIDY, CARD. E. I., Prefacio, en: PCChUF, La dimensión ecuménica..., p. 4).

Por esa dirección discurre también la GPE, que el Secretariado de la CERI dirigió en 1982 «sobre todo a los sacerdotes responsables de parroquias y comunidades y a los educadores en la fe» (GPE 13, p. 12).

C) Son destinatarios de LDE «los responsables de la formación teológica y pastoral para que puedan asegurar que en el futuro quienes estarán empeñados en la pastoral, así como los profesores de teología, reciban una formación ecuménica adecuada. De este modo estarán mejor preparados para responder a las exigencias de la vida de la Iglesia hoy» (CASSIDY, CARD. E.1., Prefacio, p. 4).

Lo precisaré más.

Acerca de A), nótese que todos los subapartados entran en el d) Formación permanente; y que el c) Formación especializada (el que aquí y ahora incumbe), da por supuestos el a) y el b): en efecto, la formación especializada debe suponer la impartida a todos los fieles y la de quienes trabajan en el ministerio pastoral, pues en definitiva la formación especializada también es formación pastoral.

En cuanto a B), importa mucho partir de lo que LDE aclara en su c. 1: Condiciones necesarias para dar una dimensión ecuménica a cada una de las materias de la formación teológica. Para mayor luz en lo afirmado por el DE al respecto, dice así en el c. 2: Enseñanza específicamente ecuménica:«El DE pide igualmente que sea programado un curso de introducción al ecumenismo» (LDE 9 (= DE 79-81; ver más atrás el cap. II de este documento).

Pide, además, «reflexionar y establecer un plan para cada disciplina en modo tal que asegure un espíritu ecuménico en todas las materias enseñadas (LDP 9 1= DE 72-78, 83-84]) ; menciona algunos elementos clave para a alcanzar esta finalidad y proporciona consejos importantes para una metodología ecuménica de base» (LDP 9).

Por lo que a C) concierne, es muy esclarecedor lo que LDE matiza cuando dice en el n. 6: «Las sugerencias dadas a continuación, tienen como finalidad animar a una formación ecuménica más profunda de los candidatos al ministerio ordenado y de los estudiantes de teología, durante los años de seminario o durante su formación teológica. El DE subraya además que estos principios deben ser adaptados según el caso a otras personas comprometidas en la actividad pastoral» [LDP 6 (= DE 83)].

La delicada cuestión del ecumenismo conlleva, al mismo tiempo, estudio y diálogo teológico, contactos y relaciones fraternas, oración y colaboración práctica. De ahí las consideraciones de carácter general sobre conversión y compromiso, pedagogía ecuménica y formación doctrinal, en la que deben también entrar los temas espirituales, pastorales y éticos.

3. Enseñanza específicamente ecuménica

El DE y LDE piden la programación de un curso específico, que deberá ser obligatorio, objeto de un examen final como cualquier asignatura, ir acompañado por una experiencia ecuménica y estar, a ser posible, articulado en dos fases: la 1a, para la introducción general a la dimensión ecuménica de los estudios; la 2a, para una enseñanza más específica, que permita a los estudiantes profundizar sus conocimientos ecuménicos, así como realizar una síntesis de la totalidad de la formación teológica.

Es de agradecer que se nos proponga la selección de temas sin cerrar el arco temático, que el profesor podrá, según mil circunstancias de país, cultura, fieles, etc., ampliar o reducir a voluntad. De modo que dichas recomendaciones deben ser adaptadas a las circunstancias y a las necesidades de cada contexto particular (LDE 24). Téngase presente, sin embargo, que lo propuesto en la tríada que ofrece LDE son orientaciones, sí, pero es el mínimo para que haya garantía de hacer las cosas bien. En resumen, ni el DE ni LDE agotan el repertorio.

El curso de introducción general ha de procurar que los estudiantes comprendan claramente que el objetivo del ecumenismo es restablecer la plena unidad visible de todos los cristianos. No estará de más subrayar lo de plena unidad visible, porque aquí suelen tropezár no pocos ecumenistas, sobre todo quienes se contentan con jugar a la baja. Por de pronto, deberá ir constrastado a la luz de Jn 17, 21 (Jesús pide al Padre no una unidad cualquiera, sino la visible de los suyos). El triple subapartado, pues, contempla:

3.1: a) Compromiso ecuménico de la Iglesia católica.

• Fundamentación bíblica del ecumenismo según LG 1-4 [misterio de la Iglesia; voluntad salvífica universal de Dios Padre; misión y cometido del Hijo], UR 2 [unidad y unicidad de la Iglesia], y UUS 5-9 [El designio de Dios y la comunión; El camino ecuménico, camino de la Iglesia].

• Principios católicos del ecumenismo presentados por LG 8,14-15 [La Iglesia, visible y espiritual a un tiempo; los fieles católicos; Vínculos de la Iglesia con los cristianos no católicos], UR, c.1 [Principios católicos sobre el ecumenismo]; DE, c.1 [La búsqueda de la unidad de los cristianos] y UUS, c.1 [El compromiso ecuménico de la Iglesia católica]. El primer borrador del c. 1: Principios del ecumenismo católico, fue desechado porque dicho título no se ajustaba a lo que el ecumenismo debe ser. Denunciada su inconveniencia, se hizo ver que no hay ecumenismo católico que valga. Ni ortodoxo. Ni protestante. El ecumenismo no tiene adjetivos ni es monopolio de nadie. De modo que, o se está en él con todas las consecuencias, o se deja uno de inventos. A la luz de \o cual habrá, pues, que Interpretar documentos como, verbigracia, la Declaración Dominus lesus 16-VIII-2000; presentada el 5-IX-2000] y cualesquiera otros de igual o parecida índole. (NEUNER, P., p. 107-10).

• Significado de la comunión (koinonía); necesidad de renovación y conversión; lugar de la doctrina; la primacía de la oración (UUS 49). Son las bases de cualquier ecumenismo, sencillamente: los múltiples enfoques del pasado han cedido el puesto al actual de la comunión, concepto básico en cualesquiera iniciativas que aspiren a restablecer la unidad visible de la Iglesia. Su espíritu ha venido presidiendo estos últimos años documentos y discursos pontificios sobre la unidad (Vid. D 13-17), el lema de las Semanas de oración a mediados de enero y estudios eclesiológicos recientes como los del recientemente desaparecido P. Tillard (Cf. Bibliog.). Juan Pablo II lo ha incorporado incluso en su programática Novo millennio ineunte (NMI 43-45; LANGA, P., «El ecumenismo en la Novo millennio ineunte» [en prensa]).

Incarnationis mysterium [29-XI-1998], subraya expresamente con el segmento purificarla memoria/ o bien purificación de la memoria. Y sobre todo en el documento de la CTI y el acto solemne de la Jornada del Perdón en la Basílica de San Pedro (12.111.2000), donde se dice incluso en qué consiste ésta. Cf. CTI, Memoria y Reconciliación: La Iglesia y las culpas del pasado (7-111-2000), Introducción. Vid. LANGA, P., «Memoria...»: PE 51 (2000) 39-56).

• Esfuerzos para erradicar las divisiones los hubo siempre en la historia de la Iglesia, es verdad, que, al fin y al cabo, después de una caída, la gracia nunca deja de aportar la saludable medicina de la reconciliación. La historia registra épocas, movimientos, personas, ideas que, en el decurso de los siglos, intentaron la reconciliación entre Iglesias. Será bueno, pese a todo, advertir de las diferencias entre los intentos de pasados siglos (concilios de Lyon y Florencia, verbigracia) y los que hoy en día fomenta el ecumenismo actual. Eso ayudará a probar cómo y cuánto cambian las circunstancias, lo cual, a su vez, permitirá valorar más y más qué pretendía el beato Juan XXIII con la célebre expresión signos de los tiempos.

3.1: b) El papel del diálogo teológico y la Encíclica UUS

• La formación para el diálogo y el significado del diálogo. Con referencias a UUS 28-29 [Diálogo ecuménico, donde llama a las profundas reflexiones de la Ecclesiam suam sobre el diálogo, recogidas por el Vaticano II, y afirma que el diálogo es más que un intercambio de dones (LG 13); y al DE 172-182. Qué signifique formarse para el diálogo, epicentro del ecumenismo, y qué dialogar ecuménicamente lo dejan entrever UR 9.11.6 y LG 12]. Es preciso dejar bien sentadas las diferencias entre diálogo de la caridad y diálogo teológico: se implican ambos entre sí; se complementan y son, uno y otro, necesarios. Arraigan en el Evangelio.

• Pero luego están la doctrina, la historia, la cultura, la oración litúrgica y la espiritualidad como temas dialógicos. Muy densos ellos y a la vez dispares como para examinarlos al detalle. Salta a la vista que la cultura, por sólo arañar en uno, demanda sostenida preparación para saber conjugar culturas advenientes y emergentes, lo mismo que el sentido de la proporción y de la mesura y de la armonía con el respetuoso pluralismo. Un diálogo que no cuente con dichos requisitos difícilmente será tal: acabará, tarde o pronto, en aburrido monólogo de alguien que siempre quiere imponer y nunca aceptar. Dialogar así en ecumenismo es, sencillamente, absorber. Durante las cruzadas este verbo tenía su correspondiente sinónimo: latinizar.

• La terminología en sus aspectos más importantes y las puntualizaciones a propósito de oikoumene, testimonio común, «jerarquía de las verdades», legítima diversidad, pluralidad y complementariedad de las expresiones de fe son de capital importancia, sobre todo en lo tocante al segmento «jerarquía de las verdades», así como a la trilogía conceptual diversidad, pluralidad y complementariedad y, en fin, a la diferencia, hoy más necesaria que nunca, entre ecumenismo y diálogo interreligioso. No son la misma cosa. Desde el punto de vista metodológico, el mayor peligro que puede correr el movimiento ecuménico tal vez sea identificar ecumenismo y diálogo interreligioso: va en ello, pues, nada menos que la salvaguardia de la identidad y el saber siempre quién es quién.

• Objetivos, métodos y resultados de un diálogo determinado. También aquí urge precisar que no todos los diálogos ecuménicos son iguales: difieren por objetivos (al menos los de a corto plazo, porque el supremo y último siempre será la unidad de la Iglesia de Jesucristo), métodos (que dependerán, es lógico, de múltiples circunstancias; aunque también en esto el fundamental sea siempre la fraterna disponibilidad a exponer y escuchar, a enseñar y aprender, al par cum parí del Vaticano II (UR 9); y resultados (donde también se aprecia la variedad que va desde los más alentadores y optimistas hasta los menos dinámicos y entusiasmantes; pero siempre contando una vez más con el inciso de un balance que sustancialmente es positivo). La predicha variedad se deja sentir en el mismo procedimiento de la Iglesia católica con los otros hermanos acatólicos: no es igual dialogar con las Iglesias ortodoxas que con las Iglesias y Comunidades eclesiales de la Reforma o con la Comunión anglicana. De ahí la conveniencia de hacerlo con cada grupo mediante una comisión mixta nombrada a tal efecto.

3.1: c) Algunos temas ecuménicos comunes

• En el predicho curso de introducción general han de presidir cuestiones comunes, mas no por ello menos esenciales. Así, el ecumenismo espiritual y la importancia de la oración ecuménica, cuyo contexto no ha de ser otro que la oración de Jesús «para que el mundo crea» (Jn 17, 21). El de la oración es siempre un tema que reclama otros, entre ellos la vida sacramental, los himnos, las oraciones litúrgicas y los ritos.

• Se comprende que una formación académica y pastoral contemple los principios católicos del compartir vida sacramental y fuentes espirituales, o la misma catolicidad en el tiempo y en el espacio, o la oikoumene en el Nuevo Testamento y en la Iglesia primitiva. La sinodalidad y la colegialidad, la unidad de la Iglesia y la del género humano son fundamentales. La plena unidad visible y la pluralidad en la Iglesia. La unidad entendida como don de Dios a los cristianos, en su triple faceta: unidad de fe, unidad en la vida sacramental y unidad en el ministerio.

• La búsqueda de la unidad nos lleva a la tarea evangelizadora y al delicado asunto del testimonio común. El estrecho vínculo entre ecumenismo y actividad misionera de la Iglesia con su correspondiente casuística de la evangelización y del proselitismo, o de la recepción de un bautizado en la Iglesia católica y su abandono, así como del fundamentalismo bíblico y del integrismo y sincretismo doctrinales son asuntos a considerar, aunque sólo sea de forma general.

• Por último cumple afrontar igualmente los problemas éticos. Ante los desafíos del mundo moderno, el ecumenismo no puede en modo alguno desentenderse de ellos, ni de cuanto conlleva el progreso científico. La inculturación de la fe, el secularismo en la Iglesia, los vínculos entre fe y política, y hasta los medios de comunicación social son cuestiones menesterosas de un cuidadoso tratamiento académico y, por supuesto, pastoral en el ecumenismo de nuestros días.

4. Argumentos a tratar de modo particular

4.1. Fundamentación bíblica del ecumenismo. Esta ha de partir del plan de Dios para la unidad de su pueblo y de todo el género humano. Lo cual conlleva ocuparse de la unidad trinitaria del Padre, Hijo y Espíritu Santo; de la unidad en la creación querida por Dios y dañada por el pecado; de la unidad con Dios, los hombres y la creación. Conceptos todos ellos a los que deberán acompañar la alianza, la elección y la misión del pueblo de Dios; la vida, la muerte y la resurrección de Jesús para reunir a los hijos de Dios dispersos; la oración de Jesús a fin de que todos sean uno para que el mundo crea; el Espíritu, que se nos ha prometido, para conducirnos a la verdad plena, sus dones espirituales y los ministerios que nos han sido dados para que podamos edificar el cuerpo de Cristo; la misión de los Apóstoles junto con Pedro al servicio de la unidad; la unidad de los creyentes gracias al bautismo conferido en el nombre de la Santa Trinidad y la idea de koinonia. Junto a la unidad, la catolicidad en el tiempo y en el espacio (DE 79a). Confesamos en el Credo que la Iglesia es una, santa, católica y apostólica. He aquí el contexto por donde la oikoumene en el NT y en la Iglesia primitiva. Es preciso profundizar aquí la unidad visible como objeto del movimiento ecuménico (UR 1 y 4; UUS 1-14).

Y de igual modo conceptos de la introducción general, como la comunión entre Iglesia local y universal: la diversidad legítima como factor de la catolicidad (Cf. DE 13-16; y CDF, Communionis notio (1992), la colegialidad y la sinodalidad. También la unidad de la Iglesia y la del género humano habrán de conocer su base bíblica. Incluso temas difíciles como el racismo, la participación de la mujer en la Iglesia, la marginación y la ecología demandan esmerado trato (Vid. VALL, H, SJ).

4.2. Fundamentación histórica del ecumenismo. Su presentación debe tener en cuenta logros y fracasos (DE 79c. Vid. FEY, H. E. y RousE, R.-NEILL, S.C.).

Pueden abordarse: unidad y diversidad en la Iglesia primitiva (Hch 15; Gal 2; solución de tensiones entre Pedro y Pablo); Padres Apostólicos: especialemente las cartas de Clemente Romano e Ignacio de Antioquía. Asimismo, las divisiones importantes hasta hoy: a) del siglo V (Efeso, Calcedonia); b) del siglo XI (separación entre Constantinopla y Roma); c) del siglo XVI (la Reforma); d) más recientes (origen del Metodismo y de los Veterocatólicos). Habrá que recordar asimismo los intentos por restablecer la unidad: el Concilio de Florencia (1439), la Confesión de Augsburgo (1530), las Conversaciones de Malinas (1921-1926). Y a todo ello, añadir los progresos del movimiento ecuménico contemporáneo y reanudada búsqueda de la unidad de los cristianos: a) Creación del CEI, con los acontecimientos que precedieron; b) Concilio Vaticano II: especialmente la LG, el UR y la NE, con los desarrollos del ecumenismo católico anteriores al Concilio; los diálogos teológicos bilaterales y multilaterales, amén de sus resultados; los acuerdos cristológicos entre la Iglesia católica y las antiguas Iglesias de Oriente; la biografía de personajes con un destacado protagonismo en la historia ecuménica.

4.3. Fundamentación doctrinal y metodológica del ecumenismo. Concretamente (DE 79b; 9-25 y 76): la fe apostólica, la Sagrada Escritura, el Credo, el Bautismo, la vida sacramental, los himnos y las oraciones litúrgicas. Incluso, aunque ya para estamentos especializados, el sustrato doctrinal de los diversos ritos. En cuanto a su fin y metodología (DE 79d), los católicos comprenden la unidad como un don que Dios ofrece a los cristianos porque participan en su propia comunión, y cuyos elementos constitutivos son: unidad de fe, en la vida sacramental, y en el ministerio. El c.1 de UR puede ser buen punto de partida para esta reflexión (UR 2-4 y LG 14; Catecismo de la Iglesia Católica, 815; UUS 9, 77), pero hay otros documentos ecuménicos de actualidad que también lo abordan. (Por ejemplo, en la VII Asamblea general del CEI: Canberra, 2.1).

Los diferentes modelos de unidad examinados en los documentos ecuménicos pueden ser objeto de presentación/ evaluación a la luz de la enseñanza católica. LDE menciona algunos: «confederación», unidad en la acción y en el testimonio, diversidad reconciliada, comunidad («fellowship») conciliar, «Acuerdo de Leuenberg», modelo del Concilio de Florencia, unidad orgánica, y la koinonia eucarística. El compromiso dialógico de la Iglesia católica está animado por la esperanza de que se realice la oración de Cristo por la unidad. Muchos documentos oficiales expresan esta esperanza. Entre ellos: el Catecismo de la Iglesia católica (1992); el DE (1993); la Carta apostólica Tertio millennio adveniente (1994); la UUS (1995) y la OL (1995).

Nunca sobrará repetir que no es igual ecumenismo que diálogo interreligioso. Una buena formación, ya pastoral, ya académica, debe contemplar estos matices, determinantes ellos, no ya sólo para emprender actividades en tal sentido, sino en cuanto a la actitud a seguir según se trate de una u otra cara. Por de pronto, va en ello la identidad del ecumenismo, su particular carácter intereclesial. Los fieles tienen derecho a saber que no da igual tratar de religiones que de Iglesias (Vid.

DHAVAMONY, M. y KUSCHEL, K.-J.). Y, por supuesto, que las sectas no son ecumenismo. Mucha gente confuden todavía estos campos, con el consiguiente perjuicio para la santa causa de la unidad.

Dentro de la metodología ecuménica, cumple dar información general acerca de las principales Iglesias y Comunidades eclesiales (DE 79e), especialmente las que dialogan con la Iglesia católica u ocupan lugar de relieve en un país o región determinada. Así: la Iglesia ortodoxa; las orientales ortodoxas (copta, etíope, siríaca, armenia y asiria de Oriente); las Iglesias y Comunidades eclesiales de la Reforma (anglicanos, luteranos, reformados); las Iglesias libres (metodistas, bautistas, discípulos de Cristo, pentecostales clásicos). En este contexto, podrán utilizarse los símbolos y las fórmulas confesionales propias, verbigracia los Treinta y Nueve Artículos (anglicanos), la Confesión de Augsburgo (luteranos), el Catecismo de Heidelberg y la Confesión de Westminster (reformados). Se hará oportuna mención aquí de cada tendencia y de los principales matices teológicos propios de cada Iglesia o Comunidad eclesial, sus tradiciones litúrgicas, su sistema eclesiástico y su disciplina, las estructuras de autoridad, las formas de ministerio propias de estas Iglesias, tanto en Oriente como en Occidente.

4.4. Fundamentación espiritual. «Alma de todo el movimiento ecuménico» (UR 8 [cf. el espíritu del R Couturier]; DE 79g; UUS 21-27, 44-45 y 82-85. Vid. GARCÍA HERNANDO, J., La unidad es la meta, la oración el camino, Madrid 1996), el ecumenismo espiritual es, por ello, elemento imprescindible de la formación ecuménica. Entre sus temas, han de contar: la necesidad de conversión y santidad de vida (UR 6-7; UUS 15 y 82-83), el valor y la importancia de la oración en común (UUS 21-27 y D, cap. III, seción B, en particular 102-121), las diferentes formas de espiritualidad, devoción y oración en las diversas tradiciones confesionales; la aparición de una espiritualidad ecuménica constatada en el estudio y reflexión común sobre la Biblia y las traducciones ecuménicas de la Sagrada Escritura (DE 183-186 y UUS 45); los textos litúrgicos y cantorales comunes (DE 187 y UUS 46); la participación en jornadas de oración en común («Jornada mundial de oración de las mujeres»; «Semana de oración por la unidad de los cristianos»; colaboración ecuménica en la catequesis (DE 188-190), la idea de un martirologio común (UUS 83-85).

Las órdenes y congregaciones religiosas y sociedades de vida apostólica pueden aportar una valiosa contribución ecuménica sensibilizando a sus miembros y a los cristianos objeto de su apostolado en su llamada a la conversión y a la santidad de vida (DE 50; LDP 3. Vid. KERVINGANT, M. DE LA T.). Será bueno aportar en todo esto la fundamentación bíblica y doctrinal del ecumenismo, los principios católicos al respecto, el misterio de la Iglesia y su comunión (koinonía), con el significado y los elementos comunes y grados.

5. Temas principales en los que el diálogo debe avanzar

Los enumeró Juan Pablo II (UUS 79): la relación entre la Sagrada Escritura, autoridad suprema en materia de fe, y la Tradición, interpretación indispensable de la Palabra de Dios; la Eucaristía, como sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo, ofrenda de alabanza al Padre, memorial sacrificial y presencia real de Cristo, efusión santificadora del Espíritu Santo; el Orden como sacramento, en el triple ministerio del episcopado, presbiterado y diaconado; el Magisterio de la Iglesia, confiado al Papa y a los Obispos en comunión con él, entendido como responsabilidad y autoridad en nombre de Cristo para la enseñanza y salvaguardia de la fe; la Virgen María, Madre de Dios e Icono de la Iglesia, Madre espiritual que intercede por los discípulos de Cristo y por la humanidad entera; la comprensión de lo que es la Iglesia; y, en fin, la naturaleza del primado del Obispo de Roma y su ejercicio (UUS 95-96).

Acerca de los problemas ecuménicos específicos (DE 79f; y cap. IV.), merecen particular dedicación los principios y normas de la Iglesia católica y los puntos en que difiere de los de las otras Iglesias. Por ejemplo, lo concerniente al reconocimiento recíproco del bautismo (DE 92-100), la condivisión del culto (DE 102-121), el compartir la vida sacramental (DE 104, 122-136), los matrimonios mixtos (DE 143-160), el ministerio y el puesto de las mujeres en la Iglesia (DE 43-46. Vid., JUAN PABLO II, Carta ap. Mulieris dignitatem (15.8.1988) sobre la dignidad y vocación de la mujer, con ocasión del Año Mariano; Carta ap. Ordinatio sacerdotalis (22.5.1994) sobre la ordenación exclusivamente reservada a los hombres. Sería conveniente aportar el epistolario intercambiado entre Roma y Canterbury a propósito de la ordenación de las mujeres), el papel de los laicos (AA 1-33; LG 30-38; JUAN PABLO II, Exh. ap. postsinodal Christifideles laici). En cuanto al binomio ecumenismo y misión (DE 205-209; UUS 98-99), su estrecho vínculo requiere que se precisen bien puntos como: unidad de los cristianos y naturaleza misionera de la Iglesia: «Que ellos sean uno... para que el mundo crea» (Jn 17, 21) (AG 2-6; RM 56; UUS 98; AA. W., "Nueva evangelización y Ecumenismo", Madrid 1992; CEI, Venga tu Reino, Salamanca 1982; ESQUERDA BIFET, J, Diccionario: esp. Ecumenismo, 235-37; LANGA, P., El ecumenismo y las misiones, 397-406); la división entre los cristianos, todo un serio obstáculo a la predicación del Evangelio (Tema del escándalo de la división; UR 1, AG 6, EN, 77, RM 50, DE 205 y UUS 99); el bautismo y la fe común, base para la cooperación ecuménica en la misión (AG 15; EN 77; DE 206-209; UUS 99); y, en suma, que la actividad misionera no puede dirigirse hacia los demás cristianos, so pena de incurrir en el proselitismo (Cf. el problema del proselitismo y la solución de Balamand; AG 13; UR 4; LDE 26, nota 82.). Por lo que atañe al ecumenismo y los retos contemporáneos, urge profundizar en asuntos como la dimensión ecuménica de los problemas éticos y recientes progresos científicos (Grupo Mixto de Trabajo entre la Iglesia católica y el CEI, El diálogo ecuménico sobre cuestiones morales: fuente posible de testimonio común o de divisiones, SI 91, 1996/1-II, 87-94), la inculturación de la fe, el proselitismo (Cf. LDE 26, nota 82); el desafío teológico y pastoral que representan las sectas, los cultos y los NMR (Cf. LDE 26, nota 83); o los vínculos entre fe y política a propósito de cuestiones como el nacionalismo y el chauvinismo y la secularización en las Iglesias.

A la hora de la información cuentan, y cómo, los textos y manuales. Ni que decir tiene que deberán utilizarse los principales documentos del ecumenismo católico.

Pero también libros y textos de otras Iglesias exponiendo con fidelidad su enseñanza. De lo contrario no podríamos hablar de ecumenismo. Y todo para «permitir una confrontación honrada y objetiva, y estimular a la par una profundización posterior en la doctrina católica» (DE 80c). Los textos escogidos han de referirse a las Iglesias más directamente objeto de estudio de un curso determinado. A este respecto, son indispensables los diccionarios ecuménicos, las concordancias y los estudios temáticos comparados; los principales textos confesionales históricos y contemporáneos; los documentos, informes y declaraciones de acuerdos de los diálogos ecuménicos bilaterales y multilaterales; y los manuales de historia del movimiento ecuménico. De ahí mis precisiones de la bibliografía.

6. Orientaciones pastorales

La formación en esta fascinante causa de la unidad cristiana no puede limitarse a lo académico, es obvio. Debe acompañarla una experiencia ecuménica concreta (DE 82,85-86), como, por ejemplo, visitar también Iglesias no católicas y asistir al culto de otras tradiciones; encontrarse con estudiantes de otras Iglesias y Comunidades eclesiales preparándose para el ministerio pastoral; vivir momentos de oración en común con otros cristianos, en particular, durante la Semana de oración por la unidad, sí, pero también fuera de ella; acudir a jornadas de estudio y discusión que puedan contribuir a conocer la doctrina y vida de los otros cristianos; invitar, en determinadas circunstancias, a conferenciantes y expertos de otras tradiciones cristianas (DE 81, 191-203; cf. LDE 28, nota 87, que dice: «La realización concreta de tales reuniones dependerá, como es lógico, de la situación local, de las posibilidades de cada Iglesia y de la presencia de personas cualificadas»).

La formación seminarística, pues, y la de los seglares, pasa hoy por el ecumenismo a toda vela, en el que ni siquiera su asignatura es suficiente, con ser ya mucho, qué duda cabe. Diríase que hace falta, sobre todo, Teología del Ecumenismo. Los documentos de la Iglesia son reiterativos en cuanto a la necesidad de un talante ecuménico en el cuadro completo de asignaturas teológicas y en la variadísima y compleja actividad pastoral. Ya el Concilio decretó: «Es necesario que las instituciones teológicas y las demás disciplinas, especialmente las históricas, se enseñen también bajo el aspecto ecuménico, para que respondan con mayor exactitud a la realidad» (UR 10; DE 76). Y, no contento con ello, hizo extensiva su decisión al campo misional: «También es necesario que los católicos que se dedican a la acción misionera en territorios en los que trabajan otros cristianos conozcan, principalmente hoy, los problemas y los frutos que del ecumenismo se derivan en su apostolado» (UR 10. AA 30-31). Precisamente al hilo de cuanto el Decreto UR y el DE habían dicho ya, la Iglesia ha venido después a precisar aún más y más, si cabe, la necesidad de una formación ecuménica de todos los fieles (LDP 3-5).

Hay importantes cuestiones pastorales y prácticas que no pueden ser omitidas durante la formación ecuménica, especialmente para los seminaristas. Si no es posible incluirlas de modo adecuado en el curso, habrán de tomarse disposiciones particulares para hacerlo en el caso de los que van a ser ordenados; por ejemplo, durante la preparación al diaconado. Me refiero en concreto a las normas prácticas para el reconocimiento mutuo del bautismo, al culto ecuménico, a la hospitalidad sacramental, a la preparación, celebración y atención pastoral de los matrimonios mixtos (Vid. DE FRANCISCO VEGA, C.), a la celebración de funerales, a los problemas de las sectas y de los NMR; al conocimiento de las directivas y orientaciones ecuménicas existentes: los cánones de los Códigos de Derecho Canónico, las normas del PCPUC, en particular el DE (1993), así como las directivas provenientes de las Conferencias Episcopales o del Sínodo de las Iglesias orientales, y no digamos ya las del Obispo diocesano. Las informaciones sobre las organizaciones ecuménicas locales, regionales y nacionales, como es el caso de las comisiones ecuménicas diocesanas, los Consejos de Iglesias, y las informaciones que tengan que ver con los diálogos ecuménicos a nivel regional o nacional, también han de tenerse en cuenta.

Las precedentes recomendaciones se refieren de lleno a la formación de los que se preparan para el ministerio pastoral. «Es de gran importancia -remachó una vez más el Concilio explicando la razón- que los futuros Pastores y sacerdotes dominen la teología elaborada según este criterio con toda exactitud [...] porque la necesaria instrucción y formación espiritual de los fieles y de los religiosos depende sobre todo de la formación de los sacerdotes» (UR 10. Vid. SESBOUÉ, B., Salamanca 1999). El DE las da muy importantes sobre la formación permanente de los ministros ordenados y de los agentes de pastoral, algo de veras vital para la evolución constante en el movimiento ecuménico (DE 91). Algunos temas ecuménicos comunes, como la renovación y la conversión, el diálogo y la oración, la unidad y su protagonismo en el campo de la evangelización, la unidad y su estrecho lazo con la pluralidad, la colaboración como ejercicio de la caridad, el testimonio común de los cristianos ante un mundo de guerras y discordias, el escándalo de la división de los cristianos y su bloqueo de la pastoral habrán de ser desmenuzados a los fieles según lugares y posibilidades, conferencias, clases, salones parroquiales, etc., pero nunca marginados del organigrama de la parroquia.

Es preciso que los sencillos fieles se enteren bien de los factores teológicos, históricos y culturales que concurren en las divisiones, así como de los esfuerzos que se están llevando a cabo por recuperar la unidad eclesial rota, de suerte que no adjudiquen o remitan sin más este menester sólo a los especialistas, como un bonito modo de escaquearse. El mantenimiento de las divisiones y sus causas, la formación para el diálogo, su significado en la normativa ecuménica, descendiendo incluso a la doctrina, la historia, la cultura, la oración litúrgica, y la espiritualidad es algo que habrá de transmitirse adecuadamente para que no sólo llegue hasta los fieles no especializados en la materia, sino que logre incluso impregnar su vida de comunión y de fraternidad eclesial. Habrá que abundar en la doble cara dialógica del ecumenismo: el diálogo de la caridad y el diálogo teológico, precisando que se completan entre sí, que uno y otro son necesarios; que en los dos tiene que implicarse todo cristiano. Y dentro del diálogo teológico, será siempre oportuno conocer su variada clasificación: bilaterales, multilaterales, regionales, universales, etc.

Dígase otro tanto de los acuerdos, documentos y disposiciones que en dicho campo se tomen, así como de su importancia para la vida de la Iglesia. Piezas como el BEM (Documento de Lima, 1982), la Declaración Cristológica común entre la Iglesia Católica y la Iglesia Asiria del Oriente (11.X1.1994), los acuerdos doctrinales en el diálogo teológico con las Iglesias monofisitas, los eclesiológicos entre la Iglesia católica y la Federación Luterana Mundial como la célebre Declaración conjunta sobre la Doctrina de la Justificación (31.X.1999), los conseguidos entre la Iglesia católica y el Anglicanismo, como el El don de la autoridad (12.V.1999) no debieran seguir durmiendo el sueño de los justos en las bibliotecas. Dejando a un lado ya el gran sentido eclesial que encierran, las horas y horas que sus laboriosos teólogos han echado al tema, y el riquísimo patrimonio cultural y teológico que ofrecen, dichos documentos son tal vez la mejor prueba de lo mucho y bien que ha producido, y por fortuna sigue produciendo, el ecumenismo contemporáneo. De no pasar migados, glosados, explicados oportunamente a la gran masa del pueblo fiel, dudo mucho que, al menos a corto plazo, el pueblo de Dios acabe por asumirlos de verdad. Información y formación, pues, sí, pero también resuelta voluntad de compartir tareas comunes y, sobre todo, obsequiosa recepción de doctrina en los corazones.

7. Bibliografía

La ofrezco selectiva, casi toda en castellano y mayormente de los últimos 25 años. A menudo será menester ampliar la consulta en otras lenguas, a las que, por lo menos de modo inicial, remite la que aquí presento.

7.1. Siglas: CDF: Congregación para la Doctrina de la Fe. CEI: Consejo Ecuménico de las Iglesias. CEMU: Centro Ecuménico Misioneras de la Unidad, Madrid. CERI: Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales. CTI: Comisión Teológica Internacional. DE: PCPUC, Directorio para la aplicación de los principios y normas sobre el Ecumenismo. GPE: SECRETARIADO DE LA CERI, Guía pastoral del ecumenismo. IERE: Iglesia Española Reformada Episcopal. La dimensión ecuménica en la formación de quienes trabajan en el ministerio pastoral. NMI: Carta apostólica Novo millennio ineunte (Juan Pablo II: 2001). NMR: Nuevos Movimientos Religiosos. OL: Carta apostólica Orientale Lumen (Juan Pablo II: 1995). PCChUF : Pontificium Consilium ad christianorum unitatem fovendam (= PCPUC). PCPUC: Pontificio Consejo para la promoción de la unidad de los cristianos. PE: Revista Pastoral Ecuménica, Madrid. RI: Relaciones Interconfesionales, Secretariado de la CERI, Madrid. SI: SECRÉTARIAT POUR L'UNITÉ DES CHRÉTIENS, Service d'information. Cité du Vatican. UUS: Carta Encíclica Ut unum sint sobre el empeño ecuménico (Juan Pablo II: 1995).

7.2. Fuentes: AA.W., Al encuentro de la unidad. Documentación de las relaciones entre la Santa Sede y el Patriarcado de Constantinopla (1958-1972), BAC 345, Madrid 1973. C. VATICANO II, UR: BAC 252, Madrid 1967, 5a, p. 720-57; AG: p. 654-720; DH: p. 782-804. JUAN PABLO II, Encíclicas Slavorum Apostoli (1985), RM (1990) y UUS (1995); Cartas ap. Euntes in mundum (1988); Tertio millennio adveniente (1994); OL (1995); y NMI (2001); Carta Para el quinto centenario del nacimiento de Martín Lutero (1983). CTI, El cristianismo y las religiones (1996): BAC 587, Madrid 1998, pp. 557-604. CDF, Carta Communionis notio (1992): AAS 85 (1993) 838-50; Declaración Dominus Jesus (2000): Ecclesia n.° 3.014 [16.1X.2000] 1416-1425 (28-37). DOCUMENTO DE LIMA, «Bautismo, Eucaristía, Ministerio» (1982): Enchiridion Oecumenicum 1, pp. 888-931. DOCUMENTO DE BASILEA, «Paz y Justicia» (1989): PE 17s (1989), 167-211. DocuMENTOS DE LAS COMISIONES MIXTAS [Enchiridion Oecumenicum, vols. 1-II]. GONZALEZ MONTES, A. (ed.), Enchiridion Oecumenicum, U. P. Salamanca, v. 1 (1986), y II (1991). PCPUC, Directorio para la aplicación de los principios y normas sobre el ecumenismo, CERI, Madrid 1993. PCChUF, La dimensión ecuménica en la formación de quienes trabajan en el ministerio pastoral, Typis Vaticanis 1997. SECRETARIADO DE LA CERI, Guía pastoral del ecumenismo, Edice, Madrid 1982.

7.3. Monografías y estudios: AA.VV., «Nueva Evangelización y Ecumenismo». Congreso iberoamericano sobre la Nueva Evangelización y Ecumenismo, Guadalupe-Cáceres, 20-26 octubre 1991, Madrid 1992. AA. w., Paz con Justicia (Texto de la Asamblea Ecuménica Europea, Basilea, 15-21 mayo 1989), CERICEMU, Madrid 1990. CEI, Venga tu Reino. Perspectiva misionera, Síguéme, Salamanca 1982. DE FRANCISCO VEGA, C., Las Iglesias orientales católicas. Identidad y patrimonio San Pablo, Madrid 1997, Los matrimonios mixtos. Cristianos separados y unidos en matrimonio, Madrid 1999; «La asignatura de «ecumenismo», compromiso y tarea»: Rl, N.° 56 (1999) 40-43. DHAVAMONV, M., Teología de las Religiones. Reflexión sistemática para una comprensión cristiana de las religiones, San Pablo, Madrid 1998. GARCÍA HERNANDO, J. (dir.), Pluralismo religioso. 1. Confesiones cristianas, Atenas-CEMU, Madrid 1992; Pluralismo religioso. II. Sectas y nuevos movimientos religiosos, Madrid 1993; Pluralismo religioso. III. Religiones no cristianas, Madrid 1997; La unidad es la meta, la oración el camino. Dimensión espiritual del Ecumenismo, Atenas-CEMU, Madrid 1996. GONZÁLEZ MONTES, A. (dir.), Las Iglesias Orientales, BAC 604, Madrid 2000. KERVINGANT, M. DE LA T., El monacato, lugar ecuménico. La beata María Gabriela, BAC, Madrid 1985. KUSCHEL, K. - J., Discordia en la casa de Abrahán. Lo que separa y lo que une a judíos, cristianos y musulmanes, Verbo Divino, Estella 1996. NEILL, ST., El Anglicanismo, Ed.: IERE, Madrid 1986. LANGA, P., «La Iglesia católica y el ecumenismo», en: ID. (dir.), Al servicio de la unidad. Homenaje a Don Julián García Herrando en su 50 aniversario de sacerdocio, Atenas-CEMU, Madrid 1993, 477-514; «La Iglesia católica en diálogo con las Iglesias orientales ortodoxas. El diálogo católico-nestoriano» (1): PE 41 (1997) 139-52; «La Iglesia católica en diálogo con las Iglesias orientales ortodoxas. Diálogo católico-monofisita» (II): PE 42 (1997) 243-61; «El ecumenismo y las misiones»: Misiones Extranjeras, 179 (2000) 397-406; «Contenido y programación de la asignatura de Ecumenismo» (II): Rl, N. 59 (2000) 71-78 [fundamental en este trabajo]; «Memoria, Reconciliación y Ecumenismo»: PE 51 (2000) 39-56; «El ecumenismo en la Tedio millennnio ineunte»: PE 52 (2000) [en prensa]. NEUNER, P., «Prueba de fuego del ecumenismo. Observaciones sobre la concepción de la Iglesia en un documento de la Congregación de la Fe»: Selecciones de Teología, vol. 40, N.° 158 (2001) 99-110. RAHNER, K.-FRIES, H., La unión de las Iglesias (Una posibilidad real), Herder, Barcelona 1987. RODRÍGUEZ, R, Iglesia y Ecumenismo, Herder, Barcelona 1987. SANTA ANA, J. de, Ecumenismo y Liberación, Paulinas, Madrid 1987. SECRETARIADO DE LA CERI, Guía pastoral del ecumenismo, Edice, Madrid 1982. SESBOÜÉ, B., Por una teología ecuménica, Secretariado Trinitario, Salamanca 1999. TILLARD, J.-M.-R., Église d'Églises. L'écclésiologie de communion, Cerf, París 1987; Chair de I'Église, chair du Christ. Aux sources de l'ecclésiologie de communion, Cerf, París 1992. VALL, H., S.J., A la búsqueda de una nueva sociedad. Dimensión social del Ecumenismo, Atenas-CEMU, Madrid 1997.

7.4. Diccionarios, textos y manuales de Ecumenismo: AA.W., de nota 85 del LDE. BoscH, J., Para comprender el ecumenismo, Verbo Divino, Estella 1991; Para conocer las sectas, Estella 1994; Diccionario de ecumenismo, Estella 1998. CERETI, G., Molte chiese cristiane un'unica Chiesa di Cristo. Corso di Ecumenismo, Queriniana, Brescia 1992. ESQUERDA BIFET, J., Diccionario de la evangelización, BAC 582, Madrid 1998. FEV, H. E., Storia del movimento ecumenico dal 1517 al 1968. IV. L'avanzata ecumenica (1948-1968), Dehoniane, Bologna 1982 (continuación de ROUSE-NEILL). GONZÁLEZ MUÑANA, M., Hacia la Pascua de la unidad. Manual de ecumenismo, CajaSur, Córdoba 1998. GUERRA, M., Diccionario enciclopédico de las sectas, BAC maior 59, Madrid 1998. PATTARO, G., Corso di teologia dell'ecumenismo, Queriniana, Brescia 1985. ROUSE, R. - NEILL, S.C., Storia del movimento ecumenico dal 1517 al 1948. 1. Dalla Riforma agli inizi dell'800, II Mulino, Bologna 1973; Storia del movimento ecumenico dal 1517 al 1948. II. Dagli inizi dell'800 alta Conferenza di Edimburgo, Bologna 1973. SÁNCHEZ VAQUERO, J., Ecumenismo. Manual de formación ecuménica. Centro Ecuménico Juan XXIII, Salamanca 1971.

7.5. Revistas: Boletín Informativo de la CERI, Madrid. Centro Pro Unione, Roma. Diálogo Ecuménico, Salamanca. Episkepsis, Chambésy-Genéve. Irénikon, Chévetogne. Istina, París. Journal of ecumenical studies, Duquesne University. Pastoral Ecuménica, Madrid. Nicolaus, Bari. Oekumenische Rundschau, Frankfurt. Oriente Cristiano, Palermo. Relaciones Interconfesionales, Madrid. Renovación Ecuménica, Salamanca. Service d'lnformation, Cité du Vatican. The ecumenical review, Ginebra. Unitas, Roma. Unité Chrétienne, Taizé.

Pedro Langa